Entre silencios, sonidos y colores como si el tiempo no existiera y el mundo detuviera su rotación. De pie, sentado o caminando, me enamoro de los verdes, amarillos y naranjas, de la tierra y del agua, de los patos, las garzas, los peces, las tortugas, los pájaros que a veces observo en medio de mis baños de bosque.
No me quiero ir, no me dejes ir, soy parte de tu lienzo que por más amplio que sea tiene sus límites. Como si esto fuese un cuento de hadas y yo un personaje de este libro que se abre y se cierra y se vuelve a abrir
QUÉ OTRO ANIMAL QUISIERAS SER
Sentados con nuestras miradas hacia el lago, éramos ajenos a las festividades que se realizaban por aquellos días en el parque. La música y las voces de los animadores llegaban con un quedo a nuestra orilla. Todo el mundo se encontraba al otro lado y nosotros dos los únicos que habitaban ese pequeño continente.
El viento nos visitaba por instantes y cada vez que podía admiraba el pelo largo de mi compañero de charlas, que en esos momentos se ondeaba como la bandera de una nación.
Tal vez conocía la lectura de mis ojos, con discreción se levantó de la superficie, caminó unos pasos y subió a aquella torre de madera que parecía ser la casa temporal de los salvavidas. Yo me quedé por unos segundos más con mis dedos sobre el pasto hasta que se interrumpió el mutismo: -desde aquí se ve mejor el paisaje-, me dijo invitándome con una de sus manos.
Era la primera vez que me encaramaba a ese fortín, de repente mi colega sonrió con la llegada de algunos patos que abandonaron el agua para tomar una siesta y sin perderlos de vista me dijo: -hace un tiempo me preguntaron con qué animal te identificas y sin duda respondí que con un puma, tal vez negro aunque no lo imaginé con precisión, pero un puma quisiera ser, para mí son fuertes pero a la vez serenos-
Luego dirigió su mirada hacia mi costado: -¿qué animal te gustaría ser?-.
No sé cuántas veces le pregunté a mi cabeza: -qué otro animal quisieras ser-. Pensé en todos los amiguitos que había tenido en la casa de mis primeros años de infancia: -Parece sencillo…como las preguntas que formulan los niños…pero me tomas por sorpresa-, sonreí para disimular en tanto escuchaba a mis latidos serenarse. El último rayo del sol iluminó nuestros rostros y fue entonces cuando apareció la imagen: -hay uno que me parece bonito, tierno, sereno y solitario quizás…creo que es pariente de una ardilla, no, no, tal vez de los mapaches, pero tiene el color de las hojas de otoño…no recuerdo con exactitud su nombre, es uno de los animales que me gustaría ser, puede haber otros más como un koala o incluso un delfín…y a veces me atrae el caballo que me representa en el signo del horóscopo chino…aunque quisiera que ese caballo de ciudad corriera sin ataduras por la sabana-.
Los ojos de mi camarada parecían expresar alguna reflexión y en medio de los puntos suspensivos decidió contemplar de nuevo el lago: -ahora que caigo en
cuenta, hay otros que me gustan…el búho, el león y tenemos al delfín como nuestro animal en común-
Sonreímos y sin darnos cuenta todo se hizo de noche, no supimos a qué horas los visitantes abandonaron el parque. Emprendimos el viaje en medio de los senderos solitarios y ningún vigilante encontramos por el camino. El silencio se adueñó de los paisajes y un interrogante nos acompañó al inicio de esa travesía: -¿encontraremos alguna puerta abierta para salir?-
-De pronto nos convertiremos en puma y…-me dijo
-Y yo en el pariente del mapache con el color de las hojas de otoño-, agregué.
-Como puma y como pariente de mapache con el color de las hojas de otoño, viviremos en medio de estos bosques nocturnos y desaparecemos con la luz del día-
.
Nos reímos de aquel mito inventado, nos enamoramos con una que otra estrella en el firmamento, volvimos a tejer nuestras charlas para abrigarnos, afinamos nuestros olfatos y seguimos las huellas de un aroma a chocolate caliente, queso y almojábana.
ERA UN ÁRBOL
-¿Habría sido una buena idea?-, me autoengañé con esa pregunta un sábado después de almuerzo: -ni un medicamento disuelto en agua fría o caliente surtieron efecto-, pensé a medida que los rayos del sol cocinaban mi cuerpo abrigado con un saco y una bufanda
Con los audífonos puestos quise evadir el resfriado que no tenía intenciones de abandonarme: - I am beautiful no matter what they say. -, cantaba mentalmente. Mis escalofríos no se apaciguaron ni la vergüenza que iba creciendo como ese malestar.
Subí el caminito de la colina y al llegar a la cima, saqué un pañuelo facial de mi bolsillo para secar mis fosas nasales, sentía mis piernas pesadas y estaba con un repentino efecto de letargo. Miré el reloj: -las dos en punto- y me arrepentí por estar andando de un lado para otro sobre el puente de madera con vista al lago.
Desde allí observé a mi árbol favorito, aquel lugar en el que acostumbraba a estar bajo sus ramas para repasar los temas de algún examen, leer algún cuento o novela, escuchar música e incluso diseñar bocetos de un folleto para una asociación que encontré a través de un banco de tiempo.
Mis latidos se volvieron a acelerar por esa primera cita: -en pocos instantes aparecerá para caminar juntos hasta el árbol del templete e iniciar una nueva historia-, pero las manecillas pasaron de las dos y quince a las dos y treinta y cinco. Sentí una mezcla de tristeza e incertidumbre y finalmente acepté con resignación que ese sábado no fue.
Miré el papelito arrugado con su número; a falta de celular y de no encontrar cerca de allí una cabina telefónica asumí que no llegaría. Mi cuerpo me pedía a gritos que abandonara el lugar y en menos de cinco minutos caminé con destino a mi cuarto, para pasar lo que quedaba de aquel día con mis ojos cerrados, bajo las cobijas hasta que la gripa se esfumara del todo.
No era sueño, no era delirio, dos sábados más tarde allí estaba junto al árbol, había llegado cinco minutos después que yo. Emoción y nervios transitaron por toda mi piel, pues comprobé que era la misma persona de la foto que me había enviado a
mi correo electrónico y de la que vi en el puesto de souvenirs de la feria del libro, cuando pasé por ahí como visitante incógnito.
Bajo la sombra del follaje cruzamos nuestras manos y nos abrazamos, me atrajo su fragancia, sus ojos azules y su pelo rubio Unos beats de electronica se escucharon a lo lejos: -…You'll be my baby and we'll fly away, and I'll fly with you, i'll fly with you…- No reparé de dónde venía el sonido, pero sentí como si esa música fuera nuestra canción.
Algunos sábados nos vimos y otros no, entre mis trabajos de universidad con los compañeros, su tesis de postgrado, mis sesiones espirituales de yoga en las que escuchaba a una gurú y sus viajes para visitar a la familia en su pueblo natal del Tolima.
Los meses pasaron en medio de cafés y relatos por descubrir, abrazos y deseos. De vez en cuando volvíamos al árbol, en donde alguna vez me obsequió una cajita llena de tarjetas de muñequitos con frases bíblicas: -por un tiempo ingresé al seminario-, me contó: -y aunque me retiré, asisto todos los domingos a la misa-
Por mi parte le entregué un cuento que había escrito: -lo pinté sobre acuarela con los colores del atardecer, que se transforman en los colores de la noche y se aclaran con el amanecer en sus últimas páginas-
Intercambiamos detalles, sonrisas y besos, al final de nuestro cortometraje le propuse ver otras historias en el cine: - me encantan las aventuras del 007 y estrenan una donde aparece Madonna-
Luego de Die Another Day, empezamos a desvanecernos; cada vez más lejanos, más fríos y más transparentes. Yo entré en mis crisis existenciales, caminando bajo la lluvia y la neblina que predominaba en esos últimos meses del año tal vez fui yo el que le puse el punto final a todo esto
En mi soledad de sábados visitaba al árbol y le hablaba, a veces con un paraguas y una chaqueta gruesa. En cierta ocasión cuando llegué al templete detuve mis pasos y decidí iniciar mi conversación de este modo: -encuentros y desencuentros que se dan sin explicación alguna, hasta lo que creemos inconcluso es finito-, en medio de un suspiro el vapor salió por mi boca y en cuestión de segundos desapareció.
Retomé mis pasos:…It's not up to you, oh it never really was…- aquella canción que escuchaba por la 99.1 me acompañó por algunos senderos vacíos del parque.
Las hojas del calendario transcurrieron entre la lluvia, el sol y el arcoíris; siempre que podía me sentaba junto a mi ser querido de abundantes hojas, hasta que un sábado solo hallé su tronco cortado.
Me tomó un tiempo asimilar este paisaje, sin embargo, me he sentado en el mismo lugar para continuar con mis lecturas, escuchar mi música favorita, respirar con más armonía y hablar con el viento.
* Beautiful – Christina Aguilera
*I´ll fly with you – Gigi D´Agostino
*It´s not up to you - Bjork
ENTRE NUBES DE...
Frente a las gafas de Sergio Iván, una nube de mosquitos danzó en cámara lenta. Algunas letras de sus fotocopias se confundieron con los insectos que aterrizaron sobre la superficie. Los temas de epistemología se volvieron más densos de lo que eran: -no sé si logro sacar más de tres en el parcial de esta noche-, pensó y en cuanto los bichitos lo abandonaron, continuó con su lectura a la orilla del lago.
A lo lejos las notas musicales de una flauta empezaron a despertar, hasta convertir las palabras de Piaget en partituras para un recital. Sergio dejó a un lado los textos que le preguntarían más tarde, para ser un espectador invisible de aquel intérprete.
A la tercera canción, empezó a perder el gusto cuando volvió a su realidad en medio de una semana de exámenes y trató de concentrarse en la lectura pendiente. A medida que resaltaba algunos párrafos sintió unos pasos acercarse, por un momento pensó que se trataba del flautista, sin embargo, la música parecía no aumentar de volumen. No quiso levantar la mirada hasta el último instante cuando alguien le dijo: -hola, mucho gusto-.
Se trataba de otro joven con un traje más clásico y una sonrisa que no capturaba por completo su atención: -te observé desde hace unos minutos, pareces angustiado, si tienes algún problema puedes hablar conmigo sin ningún temor-.
Sergio quedó más confundido que las clases que dictaba la profesora de epistemología dos veces por semana, habría sido extraño contarle sus tensiones sobre el parcial que tenía horas más tarde y pedirle el favor a ese muchacho para que le ayudara a repasar los apuntes; solo se limitó a decir: -no se preocupe, aquí estudiando, todo bien-, le mostró el dedo pulgar hacia arriba en señal de finalizar ese intento de diálogo.
Parecía no tener intenciones de emprender su camino, de su bolsillo sacó un papel, se sentó en cuclillas y se lo entregó: -recuerda que no estás solo en este mundo y que Jesús te ama hermano mío, te invito a la actividad que vamos a hacer con mi grupo en el kiosco que está cerca de aquí, te espero-, el feligrés le dio su mano, la cual el estudiante vaciló en estrechar, pero lo hizo y se despidieron
Ante ese panorama olvidó por completo al músico que ya iría en su quinta sinfonía y decidió abandonar el sitio: -nadaría un rato en la piscina, pero prefiero mañana cuando salga de esta pesadilla- Cambió la dirección de sus pasos con destino a su casa para tratar de avanzar un poco más con la lectura.
Después del almuerzo y de una breve siesta, regresó al parque con su cuaderno siete materias y todo lo que necesitaba para sus clases de esa noche El joven se quedó
en medio de los árboles como acostumbraba hacer algunas tardes antes de tomar el bus rumbo a la universidad.
Sonrió y disfrutó cada uno de sus pasos sobre el césped, frente a sus ojos encontró un paisaje ausente de algarabías y se recostó en uno de los troncos cercanos a la pista de atletismo. Sergio retomó su lectura desde la página veintisiete: -¡me faltan más de cinco hojas!-, espantó como pudo a su estrés y se concentró en el color verde fluorescente que resaltaba nuevos párrafos.
No pasaron más de quince minutos cuando las risas y las voces sonaron con un efecto de fade in y tomaron protagonismo sobre sus ojos Creyó que se trataba de un espejismo cuando los dos hombres vestidos de atletas se dieron un beso corto Las miradas se cruzaron por un segundo, quizás un poco más, en todo caso el muchacho se intimidó y prefirió leer los textos que ya habían perdido todo el sentido de su comprensión: -nunca había presenciado algo así-, por aquellos días no era una situación tan común.
Se sintió raro, confuso y cuando las voces volvieron al efecto de fade out, decidió observarlos hasta desaparecer, de ahí en adelante no dejaba de pensar en ellos:usaré el plan b, casi siempre me ayuda a repasar-, sacó de su maleta el walkman y con sus audífonos adelantó la cinta hasta encontrar Queremos paz. En el transcurso de ese tango electrónico, las figuras de los dos atletas se desdibujaron como colores revueltos por un pincel dentro de un vaso con agua.
Hizo una pausa y decidió caminar por varios metros hasta que las ruedas de una bicicleta cerraron su trayecto y se detuvo con sorpresa. El conductor con un rostro poco agradable, de lentes oscuros y con unos veinte años más que Sergio le dijo:buenas, qué vas a hacer ahora, tengo tiempo libre, porque no vamos un rato por ahí y nos conocemos mejor-.
-No, estoy ocupado-, el joven titubeó en tanto le dio la espalda y siguió su camino sin mirar atrás. Sintió un temblor por varios minutos confiando que aquel personaje no lo siguiera y lo acechara, anduvo sin rumbo fijo hasta que lo perdió de vista y su corazón se volvió a calmar.
-Un cuarto para las cinco-, confirmó la hora en su reloj de pulso, aún tenía tiempo para encontrar un lugar relajado.
De nuevo sobre la orilla del lago, en lugar de la nube de mosquitos, un insecto diminuto de color verde neón recorrió tranquilo sobre su pantalón: -el flautista ya se habría ido con su música a otra parte-, pensó sin perder de vista a su pequeño visitante.
Sergio Iván permitió que este nuevo amiguito le acompañara los últimos instantes de la tarde, mientras intentaba terminar la página final de Piaget.
-Llegó la hora de tomar el bus-, le dijo al bichito, buscó la manera de acomodarlo con su dedo sobre la hierba y salió del parque con la duda de lograr más de un tres en el examen de esa noche.
CUENTO ENTREDORMIDO # 1
Descargué mi cuerpo y mi maletín de natación sobre la colina…no doy un paso más, hoy creo que hice veinticinco o treinta brazadas, menos mal el carril estuvo vacío, hay días que algunos no me tienen paciencia.
Admiré a Monserrate y a Guadalupe y más cerca al domo de la concha acústica, las lanchas, los deportistas que practicaban el canotaje, la isla y el puesto de comidas. Tan solo mencionar la palabra clave mi estómago se despertó…en buena hora los aromas a café y a amasijos, relevaron el olor a cloro que persistió a pesar de la ducha que me tomé en el club.
Mis brazos y mis piernas parecían imanes sobre esa tierra…¿algún día llegaré hasta esas mesas con mosaicos de azulejos para saciar mi hambre?. De pronto, escuché y vi notas musicales…parecía el sonido de una bandola: -¿estaré delirado?-, pensé.
Me levanté como pude y me dejé llevar por la ruta musical que me condujo por el medio de unos árboles, hasta salir del bosque y ver junto a la orilla del lago a un hombre de espaldas interpretando el instrumento de cuerdas.
Dudé en acortar la distancia, pero no tenía sentido hacer ese viaje en vano; guardé mi timidez dentro de mi maletín y terminé mi recorrido al lado de aquel músico. Un hombre de piel morena y rasgos indígenas, que acariciaba las cuerdas de un objeto que no lograba adivinar. El músico sintió mi presencia, me miró con agrado y dejó a medias el bambuco: -disculpe, no pude evitar mi curiosidad…creo que es un tiple pero no sé-, le dije.
Me intimidó con sus ojos profundos y un silencio que parecía no terminar: -es un requinto-, terminó la respuesta con una sonrisa y prosiguió: -este es un buen lugar para mis ensayos antes de subir a los buses o cuando voy por algunas plazas y parques, casi siempre por el centro de la ciudad-
-Qué bueno, pero no quisiera interrumpirlo más, lo felicito-.
-No te preocupes, ¿te gusta la música andina colombiana?-.
-Conozco poco…pero es bonita, usted por ejemplo interpreta bien.
-También sé algunas baladas y canciones de protesta-, con su expresión de felicidad inició una nueva melodía que me parecía a una de Silvio Rodríguez. Aquel sonido me transportó…entre su mirada y su voz me atraparon…de ahí en adelante soñé despierto…
…al final de la canción nos presentamos, Milton me preguntó por la hora, le confirmé que eran las diez para la diez: -tengo tiempo para tomar algo-, me dijo y fuimos al
puesto de comidas. Sentados en una de las mesas con mosaicos de azulejos me narró un poco de su vida, desplazado por la violencia en el Putumayo llevaba cerca de cuatro años en la ciudad. Entre un tinto y una aromática le admiré el saco, Milton me dijo que la madre los tejía: -ella los vende en un local artesanal por la veintitrés con séptima, si te interesa uno por allá te esperamos-, enseguida anotó en un papel su número: -por si acaso llámame y nos encontramos un día de estos en el lugar de las artesanías-
Intenté disimular mis suspiros pero era demasiado tarde: -me da gusto conocerte- y los colores subieron a mi rostro cuando caí en cuenta que pasé del usted al tú: -a mí también, llámame cuando quieras, nos podemos ver más seguido- respondió el músico: -aún tengo tiempo para dedicarte unas canciones más, vamos-.
Le invité las onces y regresamos al lugar donde nos conocimos, allí me enamoraron sus interpretaciones de pasillos, torbellinos, bambucos, sanjuaneros y son sureños hasta que todo quedó en silencio:
-…pero un aplauso ¿tan mal se escuchó la canción de protesta?-, me dijo y me confundió: -sí, todo está bien Milton-.
El hombre me hizo una cara de sorpresa: -pero ¿cómo adivinó mi nombre?…¿o se lo dije antes?-, se rio con extrañeza y yo desperté a la realidad: -creo que sí o ¿no?...bueno eso ya no importa…tú…digo, ¿usted es del Putumayo?.
El artista miró su reloj y con prontitud se levantó del suelo: -soy vecino de ese hermoso lugar-, recobró su sonrisa: -ya empieza mi jornada en los buses-.
-De pronto nos volvemos a ver-, le mencioné con alguna probabilidad de mantener su contacto y me quedé de pie buscando monedas en el bolsillo izquierdo de mi sudadera.
-Claro, de pronto coincidimos alguna vez por acá-, el muchacho me extendió su mano: -un buen día para sumercé- y se fue sin mirar atrás. No tuve tiempo suficiente para encontrar algo de comer dentro de mi maletín y compartirle.
PASAJEROS DE UNA TARDE
-Por hoy la aventura solitaria terminó-, dijo Fabián Andrés. Desde lo alto de una de sus colinas favoritas se sentó con las piernas estiradas y admiró todo el territorio, recordando su reciente travesía por el parque: -ya recorrí la montaña de los guerreros medievales, atravesé el valle de los bailarines de Kpop, el espejo de agua donde habitan los otakus, la meseta donde varios seguidores de Harry Potter acostumbran a jugar al quidditch, entre tantas otras tribus que ni me sé los nombres.
El sueño parecía vencerle y se recostó con sus ojos entreabiertos: -heme aquí en uno de mis lugares predilectos…un día como hoy y a estas horas puede estar poblado…mientras nadie llegué tomaré mi siesta bajo las nubes y el sol…quizás más tarde vaya a mi acostumbrada cita con las artes en el auditorio…una presentación de danza…un concierto o una obra de….
No supo cuánto tiempo pasó cuando sintió los lengüetazos de un labrador sobre su frente y los gritos de una chica que se iba acercando al lugar de los hechos: -¡Sammy nooo!, ven para acá-, el joven entredormido apreció a Sammy con la mujer y tras de ella otros tres muchachos más.
-Disculpa que mi perrita es muy sociable-, dijo ella.
-¿Puedo acariciar a…Flappy?-.
Uno de los jóvenes rio: -se llama Sammy como el heladero- y empezó a cantar las primeras líneas de aquella canción infantil.
-Sammy también es de chica…así le pusimos los dos-, le respondió la mujer a su compañero entre risas y un ceño fruncido. Luego dirigiéndose a Fabián dijo: -claro ella es un dulce, no te va a hacer nada…oye y disculpa que te dañamos el sueño, me llamo Nora-.
-Yo me llamo Héctor…y que pena parce por interrumpirle su fiesta de siesta-, el visitante le estrechó la mano: -¿le molesta si nos acomodamos en la misma montañita?, llevamos horas enteras buscando un sitio para hacer nuestro picnic-.
-¡Qué exagerado que sos!-, le dijo su novia simulando un acento paisa y continuó:este pereirano mío que no presenta a sus dos amigos-.
-Ella es Freyja de Islandia y Dom de Corea del Sur-, comentó Héctor.
La mujer se acercó a saludar de mano y pronunció un hola con total claridad, el hombre a duras penas sonrío y se limitó a inclinar su cabeza.
El joven bogotano admiró el mantel bordado con flores y pájaros: -lo hice a mano en uno de mis talleres-, dijo Nora con mucha alegría.
-Nos encantan los pajaritos, cada vez que se puede nos pegamos un viaje para hacer avistamientos-, agregó Héctor.
-No sabía de eso y ¿sus amigos vinieron a Colombia para conocer la diversidad de aves?-, preguntó Fabián.
-Cho te puedo responder-, intervino Freyja: -si me gostan aves más venimos con Dom para festivel…festival de teatro Bogota…de pronto hay tiempu para aves y viajar a otros sitios-
-Cierto estamos en pleno Iberoamericano-, comentó el lugareño quién se distrajo con la pelota de fuchi que Héctor había sacado de su morral y empezó a dominar con varios movimientos:
-Mientras los sanduchitos juguemos un rato con el circulito de crochet-, invitó el pereirano con emoción.
-La pelotica de maíz también la tejí yo-, agregó Nora a medida que armaba con Dom los panes con vegetales y una carne que se veía extraña para Fabián: -no tenemos para un quinto amigo, pero de algún modo te convidamos- dijo la joven mientras Freyja se animó a jugar con Héctor y Sammy seguía con sus ladridos el movimiento de la esfera de colores.
-Tranquila yo hace poco almorcé, no me molesta verlos comer, gracias-, respondió el muchacho y no pudo evitar su pregunta: -¿la carne que tiene el sandwich de qué es?-
-Aquí todos somos vegetarianos incluso Dom…hace unos años dejamos la proteína animal, por salud, por filosofía de vida…esta carne en realidad es de lentejas, te dejaré un pedazo para que pruebes-
A lo lejos se escuchó la voz de Freyja: -soy veganPor unos instantes el jugador local se integró al Fuchi: -creo que siempre seré un aprendiz de este pasatiempo, en mi universidad quizás no conseguí tantos amigos y amigas como quisiera por eso-
-Fresco parce, que lo importante es divertirse- dijo el experto: -también depende de la práctica y del interés que le pongás, lo digo por mí que estudié artes escénicas y hago malabarismo-
-Chévere…¿vinieron al festival para ver las obras o también tienen alguna presentación?-
La pelota de fuchi regresó al suelo: -entre Armenia y Pereira nos movemos con la obra, aquí por el momento nada-
El invitado disfrutó la pequeña porción de comida vegetariana, los relatos de Freyja como voluntaria en un pueblo de Boyacá y las historias de Dom como locutor de una emisora local en Busan, vivencias del chico coreano que fueron traducidas del inglés al español por Nora y por Héctor.
Dom tuvo una sonrisa amplia cuando unas horas antes observó los bailarines de Kpop: -no imaginaba encontrar algo así, pero dice que se siente muy halagado-, comentó Nora.
-Hasta se tomó una foto con los chinos digo con los chicos-, agregó Héctor con algunas carcajadas
Fabián Andrés no evitó la risa y con su mano acarició el lomo de Sammy: -cuando nos trasteamos de la casa al apartamento no volvimos a tener perros ni gatos…ahora tenemos unos loritos-, finalizó la frase con cierta pena y prosiguió: -era muy niño cuando me los regalaron, me di cuenta del daño causado a medida que crecí…desafortunadamente son animales que ya están familiarizados con las jaulas y sacarlos tendría mayores riesgos…les seguiremos dando cariño hasta sus últimos instantes-
Los platos quedaron vacíos, Nora les pidió que todos se tomaran de las manos:ahora cierren sus ojos, respiren profundo y piensen en un objeto…apenas lo tengan en su mente imaginen cómo se va transformando en un animal libre, el animal que más les guste-.
El invitado tardó un tiempo para entrar en confianza con los demás, pero logró concentrarse en la actividad. Al final cada quién compartió su vivencia hasta que llegó el turno de Fabián: -me imaginé como una piedra gris, que se convirtió en la hoja de uno de los árboles que nos rodean y finalmente esa hoja decidió volar como un coliflor-.
El público parecía no entender el idioma del amigo pasajero en su parte final hasta que la hilaridad de Héctor y Nora contagió a todo el grupo con sus risotadas: -no me imagino una coliflor con alas-, pronunció el joven pereirano con el rostro enrojecido y su mano en el estómago.
La muchacha intentó controlarse más y con algunas pausas dijo: -quisiste decir colibrí-.
Los colores subieron al rostro de Fabián en medio de sus risas y a lo lejos sonaron cinco campanas de alguna iglesia del sector: -qué tan bueno la estamos pasando
ombe pero queremos mostrarle la biblioteca a los parceros, ¿será que habrá lio por Sammy?, ¿nos dejarán entrar con ella?-
-No creo que se pueda…estoy casi seguro-, respondió el joven cachaco.
Héctor miró a Nora: -ay amor hace mucho que no vengo a mi ciudad natal y no conozco este lugar-, comentó la mujer.
-Por ahora recojamos todo y si no nos dejan ingresar nos vamos para algún punto de la ciudad donde haya una obra de teatro callejero-, agregó el visitante entre tanto miraban la programación del festival: -creo que hay una más tarde en la plaza de eventos del parque-
En ese momento la chica islandesa entregó el lazo de Sammy a su amigo colombiano:
-Dom y cho queramos pasar antes por biblioteca…te quedas por unos minutos fuera, please-
-Ya miramos pues-, luego le extendió la mano a Fabián: -un gusto parce, de pronto la vida nos encuentre más adelante-
-A todos ustedes gracias por esta tarde y suerte en la travesía-.
Con un beso de mejilla se despidió de Nora y con el movimiento de una mano en el aire le dijo adiós a Freyja y a Dom: -que sigan disfrutando de la ciudad y ojalá puedan ver aves-.
Por último, consintió a Sammy y con la puesta de sol contempló sonriente a los pasajeros tomar distancia con sus morrales. Con el paso de los minutos se convirtieron en sombras que hasta la fecha no se han vuelto a cruzar en su camino.
TORMENTAS
Jorge andariego bajo nubes pesadas que avisaron con golpes y destellos el diluvio. Cabizbajo se dejó llevar por sus pasos aleatorios: -a ese lugar no vuelvo más- se dijo una y otra vez, ignorando cientos y cientos de hojas que cayeron sobre sus pies.
Los truenos acabaron con sus distracciones y del susto corrió por un camino sin rumbo. A unos metros de distancia divisó un kiosco, tan cerca para llegar pero tan lejos para una lluvia que lo encontró a mitad del trayecto. Empapado con sus ropas pegadas a su piel, se secó como pudo su rostro y de frente observó en silencio el horizonte oscuro:
-Para qué llorar-, habló al paisaje mientras guardó el pañuelo en uno de sus bolsillos. Relámpagos iban y venían, prefirió callar por unos instantes hasta desacelerar su corazón:
-Ya renuncié no hay marcha atrás…no sé qué pasará mañana, la próxima semana, los siguientes meses-, suspiró: -convéncete estuvo bien, lo intentaste, pero no era lo tuyo…tus días bajo presión…los teléfonos no paraban de repicar como si fuera una relojería…dando una información que no entendías…con un jefe que te gritaba…si me pagaran todas las tardes para asistir a Mucha Música lo haría encantado….
El hombre tembló de frío y de hambre: -un año largo de graduado y tantas hojas de vida entregadas en agencias de publicidad…a las recepcionistas también las contratarán para hacer labores de reciclaje…¿cuántos talentos arrojarán a diario en los botes de basura?-.
Giró a trescientos sesenta grados, el entorno se hallaba vacío: -nunca he viajado solo, mucho menos he cruzado las fronteras…más allá de estos nubarrones habrá otras personas, otras historias-, sonrió un poco: -no quiero volar a través de los libros que leo en la biblioteca…este puede ser el momento…sí, debe ser el momento…no sé qué será de mi en un año…tantas amigas y amigos han viajado al extranjero…por qué no hacer lo mismo-
Las lluvias fueron mermando y los grises eran más claros: -casi las tres…apenas pase todo esto, miraré mis ahorros…son suficientes para andar en un bus y después en otro…llegar a la Mitad del Mundo, cruzar la línea del Ecuador, vivir del día a día…de pronto volver, de pronto no-
Jorge se acercó a la salida del lugar que lo resguardó: -es una apuesta grande-. Salió corriendo bajó el chubasco que se convirtió en llovizna y su silueta se perdió con la luz de la tarde.
CUENTO PANDÉMICO
-Perdí la noción del tiempo-, María Andrea tomó una foto panorámica con su celular, al seleccionar las opciones de filtro cerró la aplicación: -este mundo no se parece al mío-, quiso probar suerte con una selfie: -esta no soy yo-, tercer autorretrato que eliminó desde que tuvo que usar a la fuerza ese atuendo de traje espacial: -seis meses atrás…jamás me habría imaginado esto-
Sus dedos la llevaron a la carpeta de videos y adentro exploró de nuevo el .mp4 de las abejas, en donde se apreciaba una hilera de obreras que estaban esparcidas por el suelo: -más de veinte muertas-, sintió un dolor en el pecho: -mejor no se lo muestro a César, anda muy sensible-
Caminó por el espejo de agua cerca de la biblioteca, desde ahí observó un diminuto ser que flotaba alrededor de uno de los árboles, subió la colina hasta comprobar que se trataba de una abeja; el casco protector se le había empañado de la emoción:¡qué dicha y ojalá no sea la última!…se dice que nos pondrán a todos los ciudadanos a polinizar por días, de acuerdo con el documento que finalice en par o impar…las góndolas y las alacenas cada vez más vacías-
Revisó la hora: -le iba a decir a Moisés y a Valentina que vinieran, pero mi amigo me dijo que no estaba listo para reunirse con ellos…como que no ha salido de su casa desde que nos obligaron al encierro…no sé si se anime a venir-
Se sentó un rato y con sus guantes tocó la superficie: -no es lo mismo…cuanto quisiera quitarme esta piel cubierta de antifluido, para revivir el placer de entrar en contacto con la madre tierra…hace meses después de graduarnos de la facultad en este mismo lugar charlaba con Vale de nuestras rutinas, miraba a Cesítar y Mois lanzándose el frisbee y admiraba varias amiguitas aladas que visitaban las flores-.
En ese momento sonó un mensaje en la app, la mujer encontró novedades de su amigo:
@César: -¿Por dónde andas?, porfis aparece pronto en el punto de encuentro o en menos de un minuto me devolveré a casa-
María Andrea corrió como pudo y finalizó la maratón con su respiración entrecortada En medio del silencio en el parque, cada quién movió su mano en el aire en forma de saludo y con dos metros de distancia iniciaron la conversación virtual a través del aplicativo:
@María Andrea: -Lo siento, hace mucho no ando por aquí y me distraje…me da gusto verte de frente-.
@César: - (cara sonriente con una gota de sudor), sí perdona…qué fatal recibirte el regalo de cumple con la bolsita de tela amarrada a una cuerda, a través de la ventana de mi tercer piso-
@María Andrea: -Todo bien…los días son raros para todes…¿te gustó el libro?.
@César: -Solo he visto la portada (cara de mono con ojos cerrados), tenlo por seguro que me fascinará conocer más sobre la vida de uno de mis escritores favoritos…confío que para mí próximo cumpleaños hagamos un picnic con Vale, Mois y otr@s amig@s de nuestra universidad-
@María Andrea: -Dale, los tiempos son extraños…parece que todo se hubiera detenido, pero a veces siento que el sol y la luna siguen girando más rápido…te sentí algo angustiado en el primer mensaje…¿tienes afán?, ¿tu padre se quedó solo?-
@César: -No es tanto por eso…desde que nos confinaron, mi tía se quedó en casa…por suerte nos apoyamos…(cara de cansancio)…pero a veces tratamos de no encontrarnos dentro los 70 m2 -
@María Andrea: -Yo sé… la conocida prueba de convivencia 24/7…entonces ¿por qué tu angustia?-
@César: -Durante el camino por el parque me encontré a unos jovencitos en pleno romance (cara de susto y de enojo)-
@María Andrea: -Qué tiene de raro que veas a una pareja del mismo sexo…cada vez es más común y más en estos días-.
@César: -(cara de sarcasmo)…si fuera por eso no habría aceptado a tu novia Juana…además eran heteros…es por otra cosa…estaban sin trajes como si no pasara nada, ¿me entiendes?-
@María Andrea: -Ok…sí…pero creo que nadie tiene estos disfraces por gusto, aunque sea para salvar vidas…en cuanto a Juana ella se fue de mi sitio…sacamos lo peor de cada una y era difícil evitarnos en un espacio de 40 m2 -
@César: -Era una diosa odiosa…no te convenía…también estoy alterado porque el parque no está tan solo como parece…hasta modelos y todo un equipo de producción sin las burbujas en la cabeza y con vestidos de verano-
@María Andrea: -Es un tema difícil…que cada quién sea responsable de su vida.
El muchacho se agitó un poco mientras escribía y borraba constantemente las líneas de su texto:
@César: -…con tal que no te tosan o te estornuden en la cara…nadie aprendió a usar el codo y girar para otro lado (cara de enojo)-.
@María Andrea: - Con estas caretas de astronauta no pasará nada…relájate (cara de guiño)-.
Su amigo alcanzó a captar la sonrisa de la joven que tanto extrañaba:
@César: -Mis piernas se encalambraron, ¿nos sentamos?-.
@María Andrea: -Buena idea…mis dedos me duelen de tanto oprimir estas teclas…que falla que el audio no funcione con estas máscaras.
@César: -Este sistema no halla la forma de quitarnos la voz…bueno…hablemos de cosas bonitas-.
Sus cuerpos se apoyaron sobre la madre Gaia, durante la pausa activa la chica relajó sus manos y retomó la conversación:
@María Andrea: -Hace poco adopté un gatito…pobre, lo encontraron abandonado en una calle (cara de tristeza)-.
@César: -Otra pandemia que vivimos y la gente no aprende…qué ignorancia pensar que los humanos somos los buenos y los otros son monstruos de Hollywood…perdón otra vez con mis quejas (cara de risa)…¿cómo se llama tu minino?.
@María Andrea: -Mushu como el dragón de Mulán…es mi fiel compañero (cara con corazones)…entró pronto en confianza y de un día para otro se adaptó a mi casita…en cuanto pude busqué el modo de que lo viera un veterinario y está bien…te pasaré una foto-.
El archivo llegó satisfactoriamente al destino, el chico se veía enternecido:
@César: -¡Bonito! (varios corazones)-
@María Andrea: -Puedes venir a mi casa sin problema, cuando te sientas listo…quizás me ponga todo el traje, o solo la escafandra o ya veremos…yo me cuido lo más que puedo…por tu papá no tienes que temer-
@César: -Bueno…sí…algún día…ojalá este mismo año-. Miró el reloj: - pensé que con esta nueva calamidad me quedaría sin empleo, pero el teletrabajo se me incrementó por tres…en breve me tengo que ir y además relevar a mi tía con los cuidados de papá…el padre ya llega a su séptimo piso-
@María Andrea: -Cierto hoy es martes o jueves…unas traducciones pendientes me esperan y también un lindo gatito-
@César: -Saludos para Vale y Mois***
Se levantó del piso y al ver que su amiga tambaleaba al ponerse de pie, la alcanzó a sujetar del brazo.
@María Andrea: -¡Graciaaaas!, me salvaste de alguna lesión-.
Él se sintió algo extraño por la situación:
@César: -Me dio gusto verte (cara con abrazo)-.
@María Andrea: -(cara con abrazo)-
CUENTO ENTREDORMIDO # 2
Calentamiento listo, audífonos puestos, en sus marcas, listos, ¡ya!. Con el botón de play inicié la carrera…algunas de Hot Space me acompañaron para animar más mi ejercicio: -Action this day, action this night, oh, you've got the power to love and to live-
Disfruté el paisaje mañanero a través del sendero de atletismo: -tengo que correr el circuito completo antes de desayunar- pensé. No pasaron más de diez minutos cuando de lejos encontré a un hombre jugando entre los árboles con su perro. A corta distancia aprecié su piel oscura, su traje deportivo de esqueleto y pantaloneta y su cuerpo tonificado.
De repente di un paso en falso, me raspé una mano y una rodilla, el cable se desconectó del mp3 y la música se detuvo. En cámara lenta me volteé para evitar el ardor en mis extremidades. No había otras personas trotando cerca e intenté salirme de la pista de polvo de ladrillo, hasta que un perro se me acercó y de inmediato llegó su amigo humano:
-Ven te ayudo-, se sentó en cuclillas.
Por un momento se me anestesió el dolor y la impresión de ver algunos rastros de mi sangre. Sin poderme parar aún, el joven me ofreció su mano, acepté su ayuda y terminó de retirarme del camino…disfruté mucho el contacto de su piel negra sobre mi piel mestiza.
Encima de la pradera el samoyedo quiso hacer amistad conmigo, correspondí a su afecto acariciándolo con mi mano sana:
¿Esto es tuyo?-, me dijo él con un documento de identidad en su mano.
-Sí, mil gracias…perder mi cédula sería peor que esta caída.
-Ya conozco tu nombre…mucho gusto me llamo Marlon Josué.
-Me gusta su acento, ¿de dónde es?-.
-Jamundeño de nacimiento, pero caleño de adopción y aquí en Tabogo1 un par de años más o menos-.
1 Algunas personas de otras regiones de Colombia se refieren de ese modo a Bogotá, como por ejemplo en Cali. Para mayor información consultar el artículo: “La jerga caleña ya se encuentra en un diccionario”. https://www.lapatria.com/variedades/la-jerga-calena-ya-se-encuentra-en-un-diccionario-247554
-Chévere y ¿cómo la está pasando por aquí?-
-Todo me gusta, hasta el frío que hace…¿cómo seguís?-
-Ahora mejor-
Marlon me dio su brazo y me apoyó en él por unos segundos hasta que empecé a andar rengo: -por aquí cerca hay una enfermería, Marley y yo te acompañamos- me dijo.
Acepté con un poco de pena como días después le acepté una invitación a un café; me contó que era modelo de pasarela y en sus ratos libres preparaba manjar blanco para vender. La segunda vez le compré un par y al tercer encuentro manifesté mi placer por saborearlos a medida que corríamos por la pista de atletismo…tengo la impresión que vendremos con más frecuencia para jugar con Marley en medio de estos árboles
Detuve la marcha y oprimí el botón stop de mi música…en realidad no sé su nombre ni el de su perro, porque nunca me caí ni tampoco sentí el tacto de nuestras manos
Escuché la voz de una mujer que con el megáfono llamaba con insistencia: -¡Jhon Freddy!-, confirmé que se refería a ese hombre que llegó corriendo con su amigo samoyedo al lugar de grabación que habían instalado dentro del parque.
Abandoné el camino, la música trance de una canción de Aguja & Vinilo empezó a sonar y me acerqué unos metros para observar las rutinas de aérobicos que Jhon Freddy realizaba frente a una cámara de televisión para un programa en vivo y en directo.
MI MONTAÑITA MÁGICA
Boris saltó de contento cuando conquistó la cima de la montaña, antes que el sol desapareciera por esa tarde: -por fin te alcanzo a ver amigo mío…tantos meses que te incumplo la cita-.
Sobre el pasto, sus ojos reflejaron la transición de figuras en las nubes: -de lo que se pierde mi jefa workaholic, encerrada en esas paredes hasta las siete o nueve de la noche-.
Algunas estrellas empezaron a brillar en la bóveda celeste: -mañana y los siguientes días me volveré rebelde, hasta las cinco me quedo, así está escrito en mi contrato-.
Sentado en la hierba apreció el ocaso, sin abrigo y sin zapatos: -casi todos los días venía de jeans y tenis, de tres a cinco, de cuatro a seis…rara vez con alguien más; solo estábamos el sol, las nubes, algunos aviones despegando o aterrizando, el tren hacia el norte o hacia el sur, una cámara para coleccionar paisajes y unas cuantas canciones en mi mente…sería perfecto sin la cantidad de carros que circulan a la hora pico, pero eso no afectó mis lecturas espirituales, textos que mi hada de luz alguna vez me regaló-.
Sonrió con los últimos rayos que acariciaron su rostro: -aquí también escribí algunos cuentos cortos…me dio por probar suerte con un taller de escritura…recuerdo a la profe que conocí en una feria del libro, a mis compañeros y la fondue de queso que probamos al final del curso…hace mucho no tomo un papel y un lápiz para imaginar otros mundos…ahora toda mi realidad gira alrededor de temas catastrales, sistemas de información geográfica y otros similares….
De pie sobre su montañita mágica, corrió y corrió hasta que los colores se escondieron por el occidente y el cuarto de menguante lo convirtió en una sombra feliz con los zapatos puestos y el abrigo encima
CONVERSANDO CON AVES
Valle de mirlas que contentas buscaban algunas lombrices por entre el fango y la hierba mojada. Luisa Fernanda detuvo sus pasos para admirar aquella maravilla de la naturaleza, en contraste con una cantidad de basura acumulada en pequeños bultos que estaban a un costado del camino y algunos hombres recogiendo la mugre
De reojo miró el caos que tenía a sus espaldas: -pasamos una pandemia y cuánta cantidad de contaminación seguimos dejando-, el ruido de unos aparatos captaron su atención, el personal de la empresa de espectáculos se encontraba desarmando el escenario principal de la plaza: -varios festivales y conciertos reprimidos por un par de años, ahora cada ocho o quince días algún evento hay pero qué desastre el que queda…los animalitos de este parque deben sufrir con el ruido y la presencia de tantos humanos…y yo que pogueaba en Rock al Parque hace tiempos…bacano disfrutar de la vida, a nadie se le niega ir a un concierto…pero no sé…creo que me hago vieja y exagero o seré más consciente…no lo sé.
Miró con tristeza la cantidad de vallas de alambre que faltaban por retirar, aquel muro le limitaba su libre movimiento: -me siento transitando por el borde de la frontera de un país…de esos territorios que te exigen visas para circular.
Atravesó el área y abandonó esa micronación que le quedaba pocas horas por desaparecer. El Busto del Libertador se perdió en el horizonte y la mujer de tez blanca y un color de pelo similar al vino tinto, sonrío con el sol que únicamente iluminaba las cumbres de las montañas del oriente. Bajo un cielo cubierto de nubes, caminó como pudo sobre la alfombra verde con el césped cortado en varias hileras mezcladas con barro y algunas áreas cubiertas de agua.
A su paso encontró una escultura en arena que a pesar de las lluvias de la noche anterior se mantenía casi intacta: - hoy no vino Henry o ya se fue…creo que así me dijo cómo se llamaba…me encanta su acento quillero…es un genio haciendo figuras con la arenilla, por ser octubre está creando un Frankenstein y unas calabazas-.
Su mano izquierda palpó con cuidado la superficie de una de las calabacitas de color marrón claro: -según me dijo le va mejor haciendo estas maravillas que encerrado en la cocina de ese restaurante donde lo explotaban…me alegra por él, hace lo que le gusta no lo que le impongan-.
En ese momento escuchó algunas aves que seguían felices pescando algún alimento sobre el valle. Luisa Fernanda emprendió su paseo hacia las altas colinas cercanas a la cruz; sentada sobre la cúspide se descalzó para descargar energías sobre la tierra, el silencio reinaba en aquellos paisajes y ella se dejaba seducir por ese panorama.
Con su smartphone empezó a tomar varias fotos, hasta sentir la presencia de una mirla en particular que revoloteaba por los alrededores e iba acortando la distancia. El pájaro se quedó quieto por unos segundos observando con detenimiento a la mujer y de vez en cuando saltaba alrededor de ella sin perderle de vista.
-No me vayas a picar mis pies-, sintió un poco de nervios y con más sosiego dijo:mañana cumplo mis cuarenta…acompáñame un rato y celebramos mi futuro natalDecidió fotografiar a su amigo alado que quizás le atraía las cámaras y sin ninguna timidez se rascaba su espalda por unos instantes y en otros miraba posando hacia el lente del celular.
El canto de otra ave llamó su atención, se despidió de su amigo la mirla, descendió por la ladera y siguió aquella melodía en dirección hacia el lago. En medio del bosque, acarició cada uno de los troncos hasta encontrar el maravilloso ser de color rojo brillante con un antifaz y una capa de color negro, que estaba disfrutando de su música sobre una de las ramas.
Ella caminó con cuidado y mantuvo la distancia para hacer su visita más agradable, el atrapamoscas pechirrojo se sentía cómodo con la presencia de la mujer, parecía como si a través de sus tonadas le estuviera conversando. Luisa Fernanda dudó en sacar el smartphone para no espantarlo y decidió capturar la imagen en su memoria: -¿qué me podría decir este bello cantor?-, se quedó hipnotizada por unos segundos:de muchas cosas profundas me podría hablar…de lo esencial que son estos árboles, su felicidad y su vida depende de ellos, de su angustia cada vez que talan o queman sus hogares, del dolor que les causa cuando sus parientes que vuelan miles y miles de kilómetros desde el norte o desde el sur, no encuentran dónde hospedarse, dónde alimentarse y tener a sus crías.
El pajarito emprendió de nuevo su vuelo y con su canto se fue perdiendo a la distancia. Ella suspiró un rato, se sintió agradecida por ese momento, se puso de pie, abrazó un árbol por minutos, cerró sus ojos y disfrutó del aire puro que aún podía respirar.
MI BOSQUE IMAGINARIO
-Creo que a mis cinco años descubrí por primera vez ese antejardín…aquellas mañanas o tardes cuando mi estatura no superaba un metro. Tanto tiempo ha pasado que mis recuerdos no son tan claros-, dijo Juan Felipe desde una banca mirando a niñas y niños divertirse en la zona de juegos del parque.
Por un momento cerró sus ojos y viajó con la máquina del tiempo: -algunos días de vacaciones cuando mamá no tenía con quién dejarme, la acompañaba a la biblioteca de la entidad para la cual ella trabajaba. Su jefa generalmente era tolerante con mi presencia y permitía que de vez en cuando una funcionaria o funcionario me distrajera con libros infantiles que estaban en la estantería o me pasaran hojas en blanco para colorear y crear personajes.
Había instantes en los que no podía permanecer adentro y por unos minutos me dejaban al cuidado de Blanquita la señora que vendía buñuelos, empanadas, aromáticas, tintos y otros productos dentro de la institución Su caseta siempre estaba ubicada a pocos metros de la biblioteca; la mujer procuraba estar pendiente de mis pasos hacia el antejardín desde aquella torre con olor a café.
Cada vez que bajaba a ese oasis rodeado por cuatro edificios de ladrillo, me divertía tanto, que para Blanquita o para mi mamá era complicado sacarme de ese bosque imaginario que tendría más o menos cien metros cuadrados.
Por aquellos días la noción de mi tiempo era magia pura treinta minutos o una hora para mí podrían ser media mañana, media tarde, días, meses o años enteros dentro de las historias que podría crear en mi mente, mientras jugaba con los títeres o con alguno de los peluches que traía de casa a hurtadillas de mis padres.
Con la ratona Josefa o con el perro Pancho explorábamos las palmeras, unos cuantos arbustos y algunas plantas hasta que un día me encontré con un niño, quizás era el hijo de Blanquita o de alguna persona que pertenecía a las oficinas cercanas al antejardín. Estoy casi seguro que mi amigo era real y no un personaje de fantasía, no tengo claro su aspecto, pero era de una edad similar a la mía, tampoco recuerdo su nombre aunque Danilo o Darío me son familiares.
Con él emprendimos nuevas aventuras de super héroes y villanos e imitábamos animales de la selva, a ratos jugábamos con los carros que cada quién traía y simulábamos un rally por toda Colombia, de vez en cuando metía en mi morral al pequeño ET para volar en naves espaciales y junto a Danilo conquistar otros planetas, hacíamos rondas con la ratona Josefa y el perro Pancho, leíamos revistas de Petete o de Los Monos, coloreábamos con crayolas, corríamos por algunos
pasillos cercanos, entre tantas otras anécdotas que de los cinco a los siete años me es difícil recordar…-
Unas gotas de agua cayeron sobre su rostro, Juan Felipe despertó en medio del sol y la llovizna, con una sonrisa y unos ojos tristes admiró de nuevo a dos niños correr y reír en la zona de diversión: - quizás el último juego que compartimos fue el de las escondidas por en medio del bosque de nuestra infancia…yo conté hasta diez, lo busqué y lo busqué y nunca lo encontré-
ENTREDORMIDO # 3
El aire bailaba con mi pelo en crecimiento, las olas del lago borraron mis tensiones familiares y respiré con más conciencia bajo el sol del mediodía cubierto por una cantidad nubes. Hay días que no logro estar más de cinco minutos cuando encuentro varias personas practicando malabares, haciendo un picnic o fumando marihuana…quizás los rezagos de una pandemia que para mí aún no se ha ido del todo me producen esto. Otros días puedo estar hasta una hora a solas y hoy solo veo a un chico intentando armar su carpa.
Hace unos minutos pasé cerca de él, cruzamos las miradas y nos saludamos a lo lejos, bueno más allá de eso qué puede pasar. Prefiero estar en lo mío y no incomodarlo con mi presencia…creo que aún no es el tiempo para conocer nuevas personas, hacer nuevos amigos y tal vez algo más…es un dilema.
El viento sopló con mayor fuerza, observé con impresión la velocidad cómo se movían las nubes, el sol aparecía y desaparecía y escuché un ruido a mis espaldas. El sonido provenía de la tienda de camping, que el muchacho no logró terminar de asentar.
Le hice señas si le podía colaborar: -sí, gracias-, escuché su voz entrecortada por las corrientes de aire. Me acerqué a ese joven alternativo de pelo largo recogido con un moño, rapado a todos los lados, con unos expansores pequeños en ambas orejas y un tatuaje de dragón en un área de su pantorrilla descubierta por sus pantalones cortos.
Hicimos contrapeso a la brisa para que no se inflara la casa de poliéster, yo traté de sostener el piso de lona mientras él ajustaba la última varilla. Al terminar nuestra hazaña detallé su barba de pocos días, el color de su pelo castaño que se ponía rojizo cada vez que el sol salía de los nubarrones y sus ojos miel.
En medio de la calma me ofreció unos marañones: -me gustan, gracias-, los recibí con una sonrisa nerviosa. Me invitó a sentarme y compartimos el alimento…al lado derecho de su cuerpo encontré una tabla de skate, me contó de su pasión y sus deseos de participar en torneos otros días venía al parque para hacer bicicross y estaba aprendiendo parkour en las barras.
Lo felicité y enseguida le confesé que no soy de ese tipo de adrenalina, después conversamos de nuestros gustos por la comida vegetariana y sus prácticas de meditación.
Algunas lecturas eran afines y otras no y así con cada uno de los temas que nos acercaba o nos alejaba. Nos revelamos nuestras edades, él de veintitrés y yo le
CUENTO
llevaba dos décadas encima: -me atrae conocer personas mayores de cuarenta, me gusta conocer sus historias, sus experiencias, sus modos de vivir y ver la vida…obvio hay más química con algunas y con otras no, pero igual es interesante-
-No parece que tengas amistades de edades como las mías- e intenté disimular mis pulsaciones aceleradas.
-Son pocas…también tuve una pareja, duramos casi un año, quedamos bien…¿tienes Whatsapp?, me llamo Humberto-
La pregunta me dejó sin palabras, mis ojos miraron su brazo izquierdo y los números gigantes de su reloj digital marcaron las dos de la tarde: -¡mi trabajo!- exclamé con angustia.
Revisé de nuevo el celular y recordé que tenía el día libre, cerré un rato mis ojos y me abracé a mis piernas…hace pocos segundos le ofrecí mi ayuda a ese joven para que su carpa no se la llevara el viento, solo se limitó a darme las gracias, mostrar su dedo pulgar hacia arriba y arreglárselas a solas…el tema fue sencillo y no fue necesaria mi presencia.
Decidí caminar por otros lugares del parque, hasta llegar a la otra orilla donde divisé a lo lejos la casa temporal de aquel chico que de pronto le dicen Beto, Kike, Leo, Gonzo o René Me senté un rato para contemplar esa historia remota en medio del paisaje y retomé mis pasos para seguir con mi vida.
LUS PRIMUS
Días, semanas y meses que Clara, Gabriel, Margarita y Francisco no lograban encontrarse. A sesenta horas para finalizar el año pudieron cumplir con su promesa de reunirse; solo faltaba la prima Lucia para revivir por completo la chispa de otros tiempos.
Alrededor de una canasta, un mantel y varios alimentos, cada quién compartía sus temas en medio del almuerzo:
-…Y entonces Darwin el super hombre de las redes sociales se convirtió en árbol y se quedó para siempre en uno de los bosques del lejano oriente-, dijo Gabriel intentando narrar la historia con seriedad y misterio.
Margarita se rio: -nadie se cree ese cuento…ya estás delirando del hambre, come más arroz de almendras que preparé-.
-Pero es en serio, no me lo inventé…su ambición por tener miles y miles de millones de suscriptores…sostuvo que iba a superar toda la cantidad de árboles en el mundo y que con toda la plata que le pagaran estas empresas virtuales, se iba a grabar su video clip en ese bosque encantado que queda en la China o en el Japón-
Clara hacía caras de incredulidad entre sorbo y sorbo de su jugo de tomate de árbol:
-…ay Gabito tu sentido de las bromas no cambia…yo me comí el cuento con la Bruja de Blair pero con esto no voy a caer…-
-¿Me ven como si fuera el pastorcito mentiroso?…el influencer lleva más de tres meses perdido, no da señales de vida, ¿no tendría sentido eso?-
Francisco con su traje de tuna sonó la pandereta y soltó unas carcajadas: -Hermano ni usted mismo se lo cree…eso es una estrategia de los managers para hacerse notar y ganarse más millones de gente que se unan a sus redes-
A pocos pasos llegó Lucia algo agotada con una caja de cartón entre sus manos:buenas…¿de qué me perdí?-
-De Darwin el ambicioso de las redes-, comentó Clara saludando a su prima con un abrazo y un beso en la mejilla.
-Absurdo que se convirtió en árbol…pero sería una gran lección para ese demente superficial que de oxígeno respira como todos en el planeta-, manifestó a medida que saludaba de abrazo y beso en la mejilla a cada comensal.
Margarita mostró su plato con unos granos de arroz: -sumercé ya casi terminamos-
La recién llegada se sentó e hizo una pausa para recuperar sus energías: -casi no salgo temprano de la imprenta…tuve que revisar otra vez los archivos de la revista antes de su circulación mañana…quedan pocos días para terminar mi contrato y me tienen en la mira…menos mal mi casa queda de camino para acá y les traje este cariño-
Lucia abrió la caja y con un cuchillo partió el postre de arándanos en cinco porciones, Gabriel le sirvió el jugo, Clara la ensalada de espinacas y queso, Margarita el arroz y Francisco le pasó doble porción de rodajas de pollo: -Clara ya no come carnes-
-Gracias primo y ¿por qué estás vestido así?...¿nos vas a traer una serenata?-, preguntó Lucia.
Gabo se rio a carcajadas: -Francisco Javier y su gran combo-
-Parce, el Javier se lo empaco como regalo de navidad- luego respondió la pregunta a su prima: -venía de la despedida con los del grupo de tuna de la universidad, era mi última reunión con ellos-
Margarita y Gabriel empezaron a tararear Yo no me llamo Javier: -veinti y pico de años que tiene esa canción…ya crezcan que están en edad de criar chinos-, dijo el hombre de la capa riéndose con cierto malestar y enseguida miró con desafío a su primo: -venga para acá remiso reguetoñero que le voy a dar con mi pandereta en la cabeza-
Mientras aquel par corrían y se peleaban en el piso como críos, una confesión se escuchó a la redonda: -Nooo mijoo…yo de ese bus me bajo y por esta vida no pienso tener-, dijo Margarita en medio de sus risas: - mis únicos hijos son todos los partidos que me he jugado de vóley hasta la fecha…lamento que no me pueda ir el próximo año con el equipo al campeonato latinoamericano en México-.
Clara suspendió la cucharada del postre: -en cambio yo les debo una noticia-, se tocó su vientre y de un modo trascendental prosiguió: -en unos meses seremos tres-.
Los chicos terminaron con su bullicio y las chicas dejaron los cubiertos en suspenso: -¿vas a tener trillizos?...¿tú?-, expresó Gabo
-Nos tienes de sorpresa en sorpresa- dijo Margarita y con un sonido similar al de Gollum añadió: -te felicito mi preciosa- y la abrazó con ternura.
-Ayer tu matrimonio simbólico y hoy esta noticia-, Lucia sonrió y mimó a su prima entre sus brazos.
-Y hace un año que te retiraste del convento…a punto de ser monja-, comentó Francisco y le dio un beso corto en el abdomen: -no parece que sean tres-
Clara rio: -no , no…seremos tres, Darren, el bebe y yo-
Gabriel aún no salía de su asombro, sin palabras la abrazó por unos segundos y con un par de aplausos dijo: -bueno recojamos los platos, metamos todo en las bolsas y seamos un buen ejemplo para las futuras generaciones…ah y luego vamos a recordar viejos tiempos, tenemos toda la tarde para ir después a mirar las luces de navidad en los parques-, recobró su sonrisa de oreja a oreja.
-Gabito lo siento, pero en un rato partimos con Darren para la costa, nos iremos a vivir a una ecoaldea cerca del Tayrona-, dijo Clara
-Yo dejaré esta capa del Zorro y mi pandereta en casa para disfrazarme de pasajero…esta noche sale el vuelo con destino a mi maestría en Francia-, comentó su primo Francisco.
Margarita apretó con suavidad los cachetes de su primo el bromista: -a mí no me mires con esos ojitos tiernos del gato con botas de Shrek-, terminó de consentir a Gabo y prosiguió: -mañana salgo temprano para hacer mi rural en Leticia y me falta hacer la maleta…ahora que lo pienso mis nuevos hijos serán las niñas y niños a los que les revisaré sus dientes-
Recogieron todo, llevaron las bolsas de la basura a su bote correspondiente y los tres primos se despidieron tomando rumbos diferentes, desapareciendo en un abrir y cerrar de ojos.
Lucia apreció la cara pálida de Gabriel: -yo tengo que solucionar un lío para que me aprueben el préstamo de mi beca…te diría que me acompañaras al centro, pero es una vuelta aburrida-, el joven la miró en silencio: -…pero trataré de no demorarme y si alcanzo te llamo al celu para encontrarnos en el Parque de Los Novios y ver las luces-.
Después del abrazo, la última silueta se perdió a la distancia; el único sobreviviente emprendió su camino hacia las lanchas, sus pasos se detuvieron cuando las observó de frente: -cuántas veces de niños y adolescentes nos montamos en ellas, yo tambaleaba para asustar a las primas y Francisco era el super héroe que las defendía de mis pilatunas…las últimas veces más calmados y maduros decidimos emprender un viaje hasta la isla…allí llevamos las cosas para nuestra cápsula de tiempo.
Sus pies lo guiaron hasta el sendero que conectaba con el islote, frente a sus ojos estaba la malla que cerró el paso del puente: -fue complejo dejar allí esa cápsula, pero ahora es más difícil desenterrarla y quién sabe si algún día lo haremos…esa última vez que estuvimos allí, Francisco y yo regresamos del sorteo militar…él sacó la balota roja y yo la blanca, según él estaba contento de prestar el servicio a la patria y yo también por evitarme ese mal sueño…aunque la pesadilla la viví por los meses que no me dieron la libreta-.
Al final de la tarde encontró los columpios vacíos en su camino, el viento los mecía con suavidad y lo invitó a jugar en ellos Se sentó con su mirada vaga y en medio de su nostalgia sintió el toque suave de unas manos en sus espaldas: -tenías seis y yo siete cuando te ayudaba a empujar-, el hombre giró su cabeza y confirmó que era Lucia: -mi vuelta puede esperar otro día-
Se ubicó al lado de su primo y en medio del balanceo retomó la conversación: -mi postgrado en Chile aún es incierto y no creo que me renueven el contrato, mi jefe me tiene entre ojos desde el día que comenté mi proyecto de estudiar en el exterior-
-Bienvenida al club de los desempleados-, el joven se impulsó con un poco más de fuerza: -no quiero más call centers, no estudié para eso…llevo meses buscando empleos de arquitectura y nada…a mi padre se le empiezan a olvidar las cosas, creo que más temprano que tarde le voy a ayudar a trabajar en el taxi, mientras mamá le dedica más tiempo para cuidarlo…la cosa no pinta bien.
Ella puso su mano sobre el hombro de él: -no pensé que el tío estuviera así, ten fuerza y ánimos, es mejor que consulten el tema al médico y tener más claridad de lo que se puede hacer en estos casos…los tíos van a estar bien.
Detuvieron por un momento los columpios y se miraron a los ojos: -si no me resulta lo de Chile, te apoyo en algunos turnos con lo del taxi, es más, podemos averiguar lo del Uber y tal vez nos va mejor o montamos algún negocio de algo…ya miraremos qué hacer en el transcurso de enero…por hoy volvamos a ser niños, a ver si me alcanzas-, terminó su frase sonriendo y abandonó el columpio a toda velocidad.
Gabriel se animó a correr tras de su prima para jugar a la lleva y tomarse algunas fotos locas de muecas y saltos en cámara automática como en sus días de adolescencia, hasta que las luces de navidad se encendieron avisando el final de una tarde: -iniciemos el recorrido hasta el Parque de los Novios donde está el espectáculo de las fuentes, ¿te parece?-, dijo el hombre más animado.
-Claro que sí, nuestro acostumbrado plan navideño de mirar luces y después un capuchinito- Lucía con una sonrisa se frotó las manos y se puso unos guantes de lana.
-No pensé que Clara se iba a casar en un acto simbólico y menos tener hijos…se le veía firme de ingresar al convento…no pasó más de tres meses cuando conoció en un concierto a Darren…es raro que a las monjas les guste la música celta ¿no?.
La muchacha rio un poco: -qué malo eres…es una música bonita…por alguna razón habrían invitado al grupo para tocar en el convento…Darren en cuanto interpretó la bombarda le cambió el destino a nuestra prima…eso me dijo ella alguna vez.
En medio de las conversaciones los pasos al otro parque se fueron acortando, les tomó varios minutos en ingresar y tuvieron que apreciar en fila india las figuras de las luces:
-Lástima que casi siempre vamos los dos…cada vez es más difícil reunirnos los cinco, el joven suspiró.
Lucia prefirió callar, ella le dio la mano y en ese momento desviaron la ruta hasta quedarse en un campo menos concurrido de gente: -sumercé, sigo sin entender por qué no nos vamos al borde del lago nos vamos a quedar sin un puesto para apreciar el espectáculo de las luces-
Alguien puso las manos sobre sus ojos: -ole Lucha sumercé sabe que a mi estas sorpresitas no me gustan-, comentó Gabriel con una risa nerviosa: -¿quién es?-, preguntó con insistencia hasta descubrir el rostro feliz de Clara: -mi amor irlandés y yo nos vamos pasado mañana-, en ese instante, sintió que en un dedo le punzaba en su hombro derecho y al mirar no encontró nada: -buuu-, el hombre escuchó ese grito a su izquierda y se estremeció hasta dar con la cara de Margarita llena de carcajadas: -por fin caíste y sabes qué Gabito, la maleta la hago hasta después de Reyes-, finalmente una palmada en la espalda le confirmó la presencia de Francisco: -mi vuelo es hasta el dos de enero por la noche, pásela por inocentes Gabote-, se dieron un fuerte abrazo y así con cada una de sus primas:
-Primer veintiocho que soy la víctima de sus bromas-, respondió el primo con una dicha inmensa y después encontraron un espacio reducido para apreciar juntos el movimiento de aquellas fuentes que cambiaron continuamente de colores y de músicas.
CUENTO CASI ENTREDORMIDO (# Entrecortado)
-…don´t let me down, don´t let me down…- desde el techo del Lago Ceremonial te observo, de gafas, sombrero negro y barba color marrón. Tu voz similar a Lennon, desvió mi camino y me trajo hasta aquí…estás allá abajo entre columnas de concreto…concentrado en algún ensayo o pasatiempo…y yo me deleito con tu recital de guitarra
Quisiera bajar, aunque pierda mi tiempo o quisiera soñar despierto y dar origen a una de mis historias de ficción… me quedo aquí arriba como un oyente invisible…
DUENDE
(Cuento NO entredormido)
Una tarde, a solas con mi música caminaba por rutas indefinidas, despacio cada vez más despacio, contemplando los colores que el sol proyectaba a las cinco. Mis pies descansaron y desde una colina continué alimentando mi asombro. Un árbol de raíces gruesas atrapó mi atención, sus hojas cafés decoraban la pradera, empecé a capturar algunas imágenes con la cámara de mi celular hasta que un personaje apareció ante mis ojos por arte de magia.
-Hola-, me dijo un par de veces con una sonrisa que despertó mis latidos; atracción y desconfianza se mezclaron por varios segundos, detuve la música y me quité los audífonos, intenté ser amable y corresponder a su saludo, por un momento creí que era un forastero de otros idiomas hasta escuchar de nuevo su voz:
-Desde lejos sentí una energía bonita que me atrajo hasta aquí…no sabía exactamente que era, hasta que me di cuenta que esa energía bonita eras tú-.
Broma, trampa, fantasía, halago, sorpresa, como si una cámara escondida estuviera grabando una escena de telenovela o una comedia romántica; parlamentos de un libreto que desconocía y no tenía idea qué palabras sacar de mi boca. Con discreción miré de reojo por si se trataba de algo sospechoso o quizás era un misionero buscando nuevos hermanos para su iglesia.
-Gracias…tal vez será porque me encuentro admirando las cosas más sencillas de este hermoso parque…a veces me gusta abrazar árboles y procuro cuidar la naturaleza-, y seguí unos instantes más hablando y hablando sin parar, me dejé llevar y le conté de mis hábitos vegetarianos, mi actitud cada vez más empática hacia las otras especies animales, etc-.
-¿Qué vas a hacer ahora?, ¿tienes tiempo?-, luego de sus interrogaciones me propuso un paseo por el parque para continuar con la conversación, acepté y entramos al vagón de una montaña rusa; mis emociones variaban en medio de esa adrenalina. Me pareció atractivo el modo cómo él describía con pasión el color verde del césped que iba variando con el paso de las últimas horas del sol antes de ocultarse en el horizonte.
Al finalizar el camino compartimos la misma sensación de vacío, varias de nuestras amistades habían migrado a otras regiones y países y otras se mantenían ocupadas en sus rutinas post pandémicas. Desde lo más profundo de mi ser sentí un impulso y le di un abrazo como despedida…-¿aún tienes tiempo para tomar algo?-, ante la
pregunta de mi acompañante vacilé al observar que la noche estaba despertando, accedí a su propuesta y cruzamos el ferrocarril para ingresar a uno de los cafés.
Desde aquel día, ese ser fantástico aparecía y desaparecía de repente en los lugares que acostumbro a frecuentar. Un martes mientras leía un libro en la biblioteca lo vi pasar frente a la ventana de derecha a izquierda, un jueves de izquierda a derecha, en ninguna de las dos ocasiones tuve tiempo suficiente para saludarlo. Días después en mi hora de almuerzo lo volví a ver desde la sala de lectura, le hice señas y me correspondió, quise abrir una de las ventanas para charlar un rato, pero la manija estaba trabada que impidió el contacto de nuestras voces, ambos sonreímos y él continuó su camino.
Casi no termino de leer la última página del texto, al cerrar el libro lo busqué por algunas colinas del parque y no lo encontré. Días y semanas han pasado y me surge la misma pregunta, qué sentido tendrá todo esto. Pensé que era mi imaginación, pero este duende existe y quizás este cuento sigue, aunque no sé de qué forma, quizás los encuentros se den al azar o esta historia ya tenga un punto final.
CAMINANDO
A mi paso encuentro el sol y las lloviznas, las nubes y el viento, las mañanas y las tardes, el canto de la naturaleza y el silencio.
Un pajarito de color rojo con antifaz y capa negra aparece en el camino, sigo su canto y su vuelo hasta ese amplio lienzo, donde el pintor con un par de trazos termina su obra maestra y me invita a ver el cuadro.
El autor retrata una que otra pareja diversa con sus dedos entrelazados, con abrazos y mimos, besos y palabras.
También descubro seres aparentemente solitarios, que pasean con sus perros, tocan la flauta y el requinto, leen al lado de un tronco y entre nubes de mosquitos, arman carpas en la orilla del agua, practican yoga, se ejercitan en las barras y se sientan en una banca con los ojos cerrados para recordar su niñez.
Hacia el fondo de la pintura admiro al señor que esculpe en la arena, a vigilantes mujeres y hombres que recorren los trayectos con sus bicicletas, a quiénes recogen la basura que no deberían dejar los otros y protegen los lagos de la contaminación y a la señora del puesto de comidas, que se sienta sobre una de las mesas para tener un poco de paz
Entrenadores y deportistas que practican canotaje, corren por la pista o dirigen aeróbicos desde una tarima. Adultos mayores que ríen y hablan con los patos mientras les dan de comer o se reúnen en actividades recreativas Amigos que juegan con la pelota, hacen un picnic o se divierten pensando en el animal que les gustaría ser
En una parte de este cuadro detecto con asombro a gente de un tiempo incierto y ojalá inexistente, que con sus trajes espaciales polinizan diferentes flores.
De repente mi mirada sigue a un duende que aparece y desaparece en medio de colinas y espejos de agua y por último observo al ave pintada que me llevó a este lienzo y también me encuentro a mí mismo de pie, sentado o caminando…enamorado de los verdes, amarillos y naranjas, de la tierra y del agua, de los patos, las garzas, los peces, las tortugas y los pájaros en medio de mis baños de bosque.
Soy un personaje más dentro de este cuento de hadas, que se abre y se cierra y se vuelve a abrir.
REFLEXIONES EN EL PARQUE
Cada lugar ha sido y sigue siendo una historia, una vivencia, una emoción, una canción como: Don´t know why de Norah Jones…entre alegrías y tristezas todo es bonito. En cada uno de estos sitios he caminado a veces con mi soledad y me he encontrado con los momentos de introspección, en otras ocasiones he compartido con diversos personajes del pasado y de tiempos cercanos al presente en el que escribí estos cuentos cortos. Basado en la pandemia por la cual atravesamos, quise plasmar una visión de un futuro que no espero y ojalá nadie espere que se haga realidad.
Agradecido…palabra y sentimiento por el privilegio de crecer cerca de la abundante naturaleza que hay dentro de una ciudad; maravillas creadas por un Dios universal, paisajes en los que en un punto puedo perder la sensación de estar en Bogotá e imaginar que me encuentro lejos del concreto, de la contaminación del aire y del sonido.
Quise rendir un homenaje a los parques que conforman un gran parque con una serie de anécdotas que han dejado una profunda huella. Desde mi adolescencia y con el paso de los años estos hermosos colores son cada vez más significativos y mi amor hacia ellos aumenta.
Posiblemente habrá más recuerdos y tal vez habrá nuevos suspiros, sencillos y mágicos que puedan dar para más cuentos en el parque.
ANEXOS
(Otros cuentos afines)
BALADA BASURA
(Del blog Palabras de un caminante – año: 2024)
Grises, soleados o con llovizna, allí se hallaba Óscar Eduardo cumpliendo su cita con el bosque, después de cerrar sus ojos, abrazó uno de los árboles y respiró profundo: -aún se puede sentir el aire puro-, despertó en el paisaje y apreció alguna que otra persona en su camino:
-Todo parece perfecto, verdadero paraíso para componer alguna canción…-, a lo lejos divisó uno de los kioscos solitarios con globos, letreros de un cumpleaños feliz y varios objetos esparcidos por el suelo.
Se sintió atraído por el lugar; paso a paso la casita de cuentos de hadas fue perdiendo su encanto y a pocos metros Óscar presenció un relato de terror: -¡Qué desastre!, ¡cumpleaños infeliz!-, sus ojos se dilataron ante la mugre que encontró en el piso.
A partir de ese día su mirada cambió y en su recorrido siempre veía objetos de todo tipo sobre la superficie: -Triste, muy triste, ahora mi canción será otra y el concierto lo voy a iniciar de la siguiente forma-.
En medio de sus suspiros se puso los guantes de nitrilo y sacó una bolsa mediana de color negro, en su morral cargaba gel antibacterial y un frasco pequeño de alcohol en spry. Con la maleta en su espalda y el tapabocas bajo su barbilla retomó la marcha por algunos trayectos solitarios y en otros divisó a los de su especie.
El inicio no fue sencillo, a veces vacilaba en recoger la suciedad y en segundos se llenaba de valor para continuar con su música y su canto que interpretaba dentro de su mente:
-Humanos indiferentes, humanos que me miran extraño, como si viniera de otro planeta para hacer lo que otres no se les da la gana de hacer pudiéndolo hacer. Porque creen que para eso están los escobitas.
Una pareja por aquí, una pareja por allá, de todos los colores y letras, con sus historias de romance, sentados sobre manteles, con un canasto, un ramo de flores, una botella de vino, dos copas y alrededor de estos protagonistas yo camino y limpio
los palitos plásticos de chupetas, papelitos de dulces y empaques abiertos de condones.
Amigas y amigos en manada que ríen y corren, bailan y comen con sus carpas o sin ellas y en medio de toda esa fiesta yo camino y limpio colillas de cigarrillos, botellas y latas, tapas de metal y de plástico.
Entre juegos de padres e hijos, yo camino y limpio, empaques de pasabocas, palitos de paletas, chuzos de madera, vasos y bolsas de plástico, recipientes de icopor, pelotas desinfladas, hilos de cometas regadas por el suelo.
Unos meditan de diversas formas, otros toman su siesta, ellas, elles y ellos con o sin protector solar se broncean sus pieles y mis ojos entran en pánico al ver algunos árboles adornados, cintas de colores o de nylon ahorcando los troncos y en las ramas hay globos, más cintas enredadas en las hojas y cometas incrustados en las copas que no logro alcanzar. Algunas cuerdas están amarradas de un árbol a otro como si se tratara de una cancha improvisada de voleibol y yo camino y rompo con todas mis fuerzas estas salvajadas, con mis llaves corto, rompo, me demoro, me sale uno que otro callo, los de mi especie pasan indiferentes o me miran extraño, solo un perro se me acerca con su actitud noble y por un instante siento agradecimiento en sus ojos, me quito los guantes, me desinfecto, acaricio su cabeza y nos despedimos.
Yo camino y limpio lo que puedo alrededor de esos kioscos infestados de confetis en forma de círculos, estrellas, corazones brillantes, polvos de colores, globos desinflados y anillos de tapas plásticas que por accidente alguna que otra ave o que otro ser vivo pueda confundir con comida.
Yo camino y limpio por los canales de agua y las orillas del lago, basura y más basura que atenta contra las vidas de peces, patos y tortugas, basura y más basura que algunas y algunos contratistas ayudan a asear y a conservar ese ecosistema, mientras otros visitantes pasan indiferentes con sus botes.
Yo camino y limpio lugares solitarios, a mi paso hallo lo que menos pudiese imaginar, bolsitas pequeñas resellables donde alguna vez habitaron drogas sintéticas, también me encuentro con medias, zapatos, vidrios rotos y cosas que rara vez logro recoger con un palo como papel higiénico o pañitos húmedos en dudoso estado y en ocasiones distingo comidas esparcidas sobre el césped, el pavimento, la arena o la tierra que se me salen de mis manos y me limito a mirar con impotencia.
Si toda la suciedad al depositarse en los cestos se volviera oro, si lloviera billetes para recoger basuras, muchas personas vendrían enloquecidas a limpiar la mugre, como palomas comiendo el maíz que les tiran, como si estuvieran en una carrera de carritos de compras llevándose cuanto producto gratis logren meter en un tiempo limitado, pero no creo que al sistema le interese montar un reality así, esto no les
genera rating ni likes suficientes, en todo caso si lo hicieran generarían más decepciones sobre nuestra propia especie.
Y a algunes de los personajes de este parque les puedo interrumpir su escena, les puedo incomodar sus diálogos, les puedo inquietar, quizás reflexionar e inspirar y yo camino y limpio por gusto, por amor, no lo hago como una sanción pedagógica ni por dinero, aunque una que otra moneda ante mis pies también he encontrado y una vez un joven llamado Sebastián me felicitó y me deseó bendiciones, tal vez se una a mi causa, puede ser que lo haga por su cuenta y de pronto lo vuelva a ver algún día.
Mientras tanto camino y limpio en medio de humanos indiferentes, humanos que me miran extraño, como si viniera de otro planeta para hacer lo que otres no se les da la gana de hacer pudiéndolo hacer. Porque creen que para eso están los escobitas-
Octava o novena vez que a Óscar se le pasaba más de dos horas cantando esa composición descompuesta que amarró muy bien dentro de la bolsa, la introdujo en una de las canecas del parque junto a los guantes de nitrilo que utilizó e inmediatamente se desinfectó las manos con el alcohol.
Emprendió su camino con el cuerpo más liviano, dejando atrás esa balada basura que lamentablemente volvería a cantar en próximas ocasiones, aunque algún día esperaría dejarla de tararear para siempre.
CORAZÓN DE UNA LETRA - (Perdón)
(Del blog Palabras de un caminante – año: 2022)
….I love the tone that's in your laugh, gasping for an extra breath….
Más de quince ocasos y en uno que otro atardecer al escuchar esta canción, confirmo que me dejaste una huella que no pude corresponder.
Nos cruzamos en una de las tantas páginas del ciberespacio, ninguno conocía el rostro del otro; de hipertextos nos comunicamos por mucho tiempo. Los gustos y los pensamientos rondaron entre el misterio y el encanto. Cada quién fue enviando parcialmente una parte de su rostro hasta que un día la imagen se completó.
En medio de dos capuccinos, tu mirada brillaba más que la mía, compartimos algunas vivencias, caminamos por algunas calles, por algunos días.
Me dedicaste canciones, me enviaste mensajes al viejo beeper, me sentía halagado pero en algún punto no logré avanzar, no te pude ver con tus mismos ojos, no te pude sentir con tus mismos latidos.
La última vez en el Jardín Botánico tu cabeza se reclinó unos instantes sobre mis piernas y a partir de ese momento me sentí incómodo. Al atravesar por el inmenso parque mis palabras de despedida no fueron suficientes, sobre una hoja pintaste un corazón con tu letra y te dejé con el papel y el bolígrafo en tu mano. La tarde aún era hermosa pero no había más que decir, te di la espalda y tomé otro camino.
Con el pasar de los segundos, los minutos y las horas, nos perdimos, nos desdibujamos en la misma ciudad y te pido perdón por no corresponder a tus afectos. A veces te pienso, a veces con la mirada baja y solo espero que estés donde estés, estés bien.
*Fragmento: Mary - Scissor Sisters.
CUENTO DEL ATARDECER
(Del cuento El cerdo de dos cabezas y otros relatos – año: 2005)
Cierro mis ojos, sonrío un poco, mi cuerpo se balancea con el aire y el sol de la tarde acaricia mi piel. Te siento, sé que estás ahí, el pasto te delata, tu fragancia te traiciona. La luz del sol desaparece por pequeños instantes cuando caminas frente a mí, yo trato de disimular que no sé nada
Abro mis ojos y no te veo, miro alrededor, me encuentro sorprendido, no estás por ninguna parte, me causa un leve vacío, pero puedo divisar un par de estrellas, podríamos ser tú y yo, como viajeros recorriendo el espacio. Amaneciendo juntos, atardeciendo juntos.
La luna se inclina en lo alto del cielo, aún no son las seis, pero está allí presente. Tal vez serás tú o seré yo, uno en busca del otro.
Mis manos acarician la verde textura, siento tu compañía, escucho las voces de los arbustos, recuerdo los susurros al oído, tus palabras y las mías cómplices de alegrías y tristezas, de seducción y de canciones
El cielo, el agua, los colores, las estrellas, los arbustos y el prado se convierten en música. Me acuesto y las nubes cambian de forma atravesando el arco iris. Tantas figuras contemplo que me pierdo en esta tarde especial
De repente mi cuerpo vibra y mis latidos se aceleran, de nuevo tu fragancia y tus pasos me visitan, todo queda en silencio, estás ahí, no dices nada Yo sigo apasionado con las nubes y tus ojos se anclan en mi rostro y en mi cuerpo invertido.
Mis rodillas se doblan y extiendo mis brazos para sostenerme en la madre tierra. Te sientas detrás, las yemas de tus dedos viajan por mi cuello y luego tus manos ocultan mis ojos. Todo se eclipsa y me cantas al oído. Destapas mi realidad, estás a mi lado y te observo.
El ocaso se oculta con un beso y abrazados bajo la luz azul observamos serenos nuestros nuevos días.