Historia del Ejército de Chile (5)

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muchos "quebraderos de cabeza" a los comandantes de unidades, por lo cual debía aplicarse con estrictez la Ordenanza Y los castigos a palos menudeaban entre los díscolos como, asimismo, las condenas a muerte que este cbdigo consideraba en su Titulo LXXX. Pero este pequeno Ejército llevaba dentro de si un valor poco apreciado en el país y que pronto se iba a demostrar en toda su magnitud. Perú y Bolivia podían presentar soldados veteranos de las guerras intestinas que se desarrollaban en sus temtorios. En cambio Chile los tenía con conocimientos prácticos, aprendidos en los ardides que una lucha permanente por la vida les enseñaba. Estos hombres pasaron a ser los clases instructores de los reclutas que se vaciaron en los cuarteles e Iiicieron fácü la labor de los oficiales subalternos. Muchos de ellos eran jbvenes civiles, cuya ilustración y talento los hacía aptos para desempefiarse en estos puestos y adquirir rápidamente la idoneidad que se requiere para el mando y la conducción de las pequeñas unidades. Los oficiales superiores y los capitanes que se desempeñaban en la Frontera fueron a servir los puestos que requería un Ejército aumentado en diez veces y encontramos sus nombres a la cabeza de las divisiones y los regimientos de la época. Igual cosa ocurrió con oficiales subalternos que poco a poco fueron ascendiendo por razones de muerte, heridas, enfermedades, accidentes, etc., que se produjeron a lo largo de todas las campañas (13). Esta fue la gran ventaja que el Ejército de Chile llevó a la guerra y fue la campaña de Arauco la que sirvió de campo de entrenamiento a los futuros clases instructores en la guerra que, finalmente, los enfrentó en la sierra peruana con las montoneras y las guerrillas. La vieja modalidad de lucha en las selvas y en la montaña de la región sur de Chile, prescindiendo del medio, fue una

(13) Los nombres de los oficiales que salieron de la Frontera para ingresar en las unidades del Ejército, pueden consultarse en la obra ya citada de Leandro Navarro, Tomo 11, págs. 144 a 150.


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