Diario de Campaña

Page 109

Era el 22 de diciembre, fecha inolvidable, pues al alejarnos del todo de nuestros barcos último «suelo» de Chile- entrábamos de hecho en la segunda campaña y en pleno territorio enemigo. El ir y venir de lanchas, en no interrumpido trajín marítimo, duró toda la tarde. Nuestra brigada fue la primera en desembarcar y en emprender la marcha hacia el valle de Lurín, donde debíamos formar campamento. Costeando el mar y hundiendo el pie en la arena, avanzamos durante varias horas por entre colinas y montículos amarillentos, barrancones y hondanadas que debíamos subir y bajar sin descanso. Marchamos así toda la tarde y toda la noche, haciendo alto sólo durante algunas horas para descansar, y a la mañana siguiente llegamos al pueblucho, que atravesamos en medio de la curiosidad de sus habitantes, hijos del Celeste Imperio en su mayor parte.

Los chinos nos sonreían y en el afán de demostrarnos sumisión y amistad, hacíannos toda clase de saludos, de la manera más cómica y servil. La pintoresca bandera de su nacionalidad se hallaba enarbolada por todas partes, de modo que no podíamos adelantar un paso sin que nos saliera al encuentro algún dragón... Después de atravesar el caserío llegamos a la altiplanicie, donde debíamos acampar. Organizada la enorme línea de tiendas de campaña -ramadas en su mayor partepermanecimos en un paraje cercano al pueblo y no muy distante de un magnífico puente de hierro, sobre el cual se cruza de un lado al otro de las mesetas para seguir el camino que conduce a Lima, después de contornear las célebres ruinas de Pachacamac, cuyo derruido templo incásico divisábamos desde el campamento mismo. Una vez organizados, pudimos visitar aquéllas a nuestro sabor. Pero, a la verdad, que bien poca cosa queda allí de lo que realmente pudo ser de interés histórico o científico en otro tiempo, pues, según lo supimos más tarde la mayor parte de sus reliquias habían sido extraídas. Los propios muros, sus relieves arquitectónicos, se hallaban devastados o mutilados sin piedad. Lo que no han hecho el tiempo y la intemperie, lo han llevado a cabo los chinos, vándalos inconscientes de aquella región. A poco de habernos instalado, tuvimos la satisfacción de presenciar el regreso de la brigada Lynch, que se nos incorporó triunfalmente, después de haber realizado su azarosa expedición. Por sus oficiales pudimos apreciar la importancia real de la empresa, sus dificultades, las penurias que le fueron inherentes. De boca de los propios actores oímos la narración de sus combates con montoneros; del hambre, la sed que tuvieron que sufrir, en medio de pantanos nauseabundos y emboscadas de todo género.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.