Relatos 2006

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Siempre había gente en la estación y era un lugar de encuentro, pues ahí acudían lugareños de otros pueblos de la sierra. Los niños esperábamos impacientes la llegada de nuestros familiares, pues seguro que nos traían caramelos y algún merengue. Era muy bonito bajar de compras a Calatayud, allí nos deslumbraban los escaparates, las tiendas de ropa tan grandes, las zapaterías, los ultramarinos. Recuerdo una anécdota muy graciosa que me ocurrió en el tren cuando tenía cinco añitos. Se casaba una prima de mi madre que tenía la Posada de San Antón, lo que hoy es el Mesón “La Dolores”. Toda mi familia, tíos y primos, estábamos invitados a la boda y uno de mis tíos se encargó de sacar los billetes para todos, al subir al tren se dio cuenta de que faltaba un billete de niño, “no pasa nada”-dijo mi tío- “te esconderemos entre las gabardinas pero tú no digas nada, ¿eh?”. Como los niños son tan inocentes, cuando vino el revisor yo dije: “¡Hola señor revisor, yo no tengo billete!”, entonces toda la familia estalló en una gran carcajada y el revisor no pudo evitar reírse también. Sin duda muchos recuerdos de nuestra vida están ligados al tren y me produce mucha

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