ANTONIO MACHADO, POEMAS DE AMOR

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La plaza tiene una torre La plaza tiene una torre, la torre tiene un balcón, el balcón tiene una dama, la dama una blanca flor. Ha pasado un caballero -¡quién sabe por qué pasó!y se ha llevado la plaza, con su torre y su balcón, con su balcón y su dama, su dama y su blanca flor. Para tu ventana 
un ramo de rosas me dio la mañana. Por un laberinto, de calle en calleja, 
buscando, he corrido, tu casa y tu reja. Y en un laberinto me encuentro perdido. En esta mañana de mayo florido.

Elegía De Un Madrigal Recuerdo que una tarde de soledad y hastío, ¡oh tarde como tantas!, el alma mía era, bajo el azul monótono, un ancho y terso río que ni tenía un pobre juncal en su ribera. ¡Oh mundo sin encanto, sentimental inopia que borra el misterioso azogue del cristal! ¡Oh el alma sin amores que el Universo copia con un irremediable bostezo universal! -


Quiso el poeta recordar a solas, las ondas bien amadas, la luz de los cabellos que él llamaba en sus rimas rubias olas. Leyó... La letra mata: no se acordaba de ellos... Y un día ?como tantos?, al aspirar un día aromas de una rosa que en el rosal se abría, brotó como una llama la luz de los cabellos que él en sus madrigales llamaba rubias olas, brotó, porque un aroma igual tuvieron ellos... Y se alejó en silencio para llorar a solas.

Fantasía De Una Nota De Abril ¿Sevilla?... ¿Granada?... La noche de luna. Angosta la calle, revuelta y moruna, de blancas paredes y obscuras ventanas. Cerrados postigos, corridas persianas... El cielo vestía su gasa de abril. Un vino risueño me dijo el camino. Yo escucho los áureos consejos del vino, que el vino es a veces escala de ensueño. Abril y la noche y el vino risueño cantaron en coro su salmo de amor. La calle copiaba, con sombra en el muro, el paso fantasma y el sueño maduro de apuesto embozado, galán caballero: espada tendida, calado sombrero... La luna vertía su blanco soñar. Como un laberinto mi sueño torcía de calle en calleja. Mi sombra seguía de aquel laberinto la sierpe encantada, en pos de una oculta plazuela cerrada. La luna lloraba su dulce blancor. La casa y la clara ventana florida,


de blancos jazmines y nardos prendida, más blancos que el blanco soñar de la luna... ?Señora, la hora, tal vez importuna... ¿Que espere? (La dueña se lleva el candil). Ya sé que sería quimera, señora, mi sombra galante buscando a la aurora en noches de estrellas y luna, si fuera mentira la blanca nocturna quimera que usurpa a la luna su trono de luz. ¡Oh dulce señora, más cándida y bella que la solitaria matutina estrella tan clara en el cielo! ¿Por qué silenciosa oís mi nocturna querella amorosa? ¿Quién hizo, señora, cristal vuestra voz?... La blanca quimera parece que sueña. Acecha en la obscura estancia la dueña. ?Señora, si acaso otra sombra, emboscada teméis, en la sombra, fiad en mi espada... Mi espada se ha visto a la luna brillar. ¿Acaso os parece mi gesto anacrónico? El vuestro es, señora, sobrado lacónico. ¿Acaso os asombra mi sombra embozada, de espada tendida y toca plumada?... ¿Seréis la cautiva del moro Gazul? Dijéraislo, y pronto mi amor os diría el son de mi guzla y la algarabía más dulce que oyera ventana moruna. Mi guzla os dijera la noche de luna, la noche de cándida luna de abril. Dijera la clara cantiga de plata del patio moruno, y la serenata que lleva el aroma de floridas preces a los miradores y a los ajimeces, los salmos de un blanco fantasma lunar.


Dijera las danzas de trenzas lascivas, las muelles cadencias de ensueños, las vivas centellas de lánguidos rostros velados, los tibios perfumes, los huertos cerrados; dijera el aroma letal del harén. Yo guardo, señora, en viejo salterio también una copla de blanco misterio, la copla más suave, más dulce y más sabia que evoca las claras estrellas de Arabia y aromas de un moro jardín andaluz. Silencio... En la noche la paz de la luna alumbra la blanca ventana moruna. Silencio... Es el musgo que brota, y la hiedra que lenta desgarra la tapia de piedra... El llanto que vierte la luna de abril. ?Si sois una sombra de la primavera blanca entre jazmines, o antigua quimera soñada en las trovas de dulces cantores, yo soy una sombra de viejos cantares, y el signo de un álgebra vieja de amores. Los gayos, lascivos decires mejores, los árabes albos nocturnos soñares, las coplas mundanas, los salmos talares, poned en mis labios; yo soy una sombra también del amor. Ya muerta la luna, mi sueño volvía por la retorcida, moruna calleja. El sol en Oriente reía su risa más vieja. Consejos - Antonio Machado I


Este amor que quiere ser acaso pronto será; pero ¿cuándo ha de volver lo que acaba de pasar? Hoy dista mucho de ayer. ¡Ayer es Nunca jamás! II Moneda que está en la mano quizá se deba guardar: la monedita del alma se pierde si no se da. Luz ¿Será tu corazón un harpa al viento, que tañe el viento?... Sopla el odio y suena tu corazón; sopla tu corazón y vibra... ¡Lástima de tu corazón, poeta! ¿Serás acaso un histrión, un mimo de mojigangas huecas? ¿No borrarán el tizne de tu cara lágrimas verdaderas? ¿No estallará tu corazón de risa, pobre juglar de lágrimas ajenas? Mas no es verdad... Yo he visto una figura extraña, que vestida de luto ?¡y cuán grotesca!? vino un día a mi casa. ?«De tizne y albayalde hay en mi rostro cuanto conviene a una doliente farsa; yo te daré la gloria del poeta, me dijo, a cambio de una sola lágrima». Y otro día volvió a pedirme risa que poner en sus hueras carcajadas... ?«Hay almas que hacen un bufón sombrío de su histrión de alegres mojigangas. Pero en tu alma de verdad, poeta, sean puro cristal risas y lágrimas;


sea tu corazรณn arca de amores, vaso florido, sombra perfumada.


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