El docente y los programas escolares

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BENEMÉRITA ESCUELA NORMAL “MANUEL ÁVILA CAMACHO”

LICENCIATURA EN EDUCACIÓN PREESCOLAR El docente y los programas escolares. Lo institucional y lo didáctico Planeación Educativa Docente: Aneli Galván Cabral

Nombre: Aketzali Berenice Martínez Campa Grado: 2ª Semestre Fecha: 09 de Febrero de 2016


El docente y los programas escolares. Lo institucional y lo didáctico Ángel Díaz Barriga 1. La conformación de planes y programas de estudio en la pedagogía del siglo XX. Apuntes históricos La elaboración y ejecución de planes y programas de estudio constituyen uno de los conflictos más actuales de las instituciones educativas en general y muy especialmente en el ámbito de la educación superior. A través de los planes y de los programas, la institución educativa establece una propuesta de formación. En sentido estricto, la estructuración de temáticas en los planes y programas educativos es el resultado de la conformación del sistema escolar bajo la responsabilidad del Estado nacional. Es necesario también analizar la manera como la propuesta de planes y programas de estudio afecta a las relaciones institucionales, al «oficializar» el sistema de enseñanza de una escuela, por una parte, y al concebir de determinada forma el papel del docente, por la otra. La educación formal sólo pudo ser organizada en tanto que se solidificaron los Estados nacionales, y dejó de ser el privilegio de los grupos que podían adquirirla (nobleza) o promoverla (escuelas parroquiales), para convertirse en un derecho de los ciudadanos. Las leyes que establecieron la obligatoriedad y gratuidad de la educación pública surgieron en el siglo XX. El surgimiento de la concepción pragmática La conformación de los sistemas educativos es el antecedente indispensable para entender el papel que poseen en la actualidad los planes y programas educativos. El eje de la relación pedagógica se modificó drásticamente en ese siglo. El debate acerca de la finalidad de la educación es una cuestión nodal en la historia del pensamiento educativo. Herbart ya enfatizaba en el siglo XIX la necesidad de atender a múltiples finalidades7 en la educación, dado el carácter


específico del ser humano y del proceso de la formación del ciudadano. Ya en el siglo XX, John Dewey realiza en Estados Unidos una serie de postulaciones sobre la finalidad democrática inherente al acto educativo. Dewey enfatiza la necesidad de modificar el concepto que se tiene de democracia y considera que la escuela es un espacio privilegiado para formar en ella. Por su parte, Durkheim plantea, desde la perspectiva de la socialización, un conjunto de finalidades vinculadas con el individuo y la sociedad. La pedagogía pragmática fue imponiendo en los hechos la perspectiva del empleo como el eje central de la tarea educativa. Se buscó establecer un tipo de contenido y de práctica educativa que tendiera a lo unitario. Se intentó uniformar lo que compete ser enseñado en el transcurso de una experiencia escolar, a la vez que se buscó establecer un conjunto de condiciones para «garantizar» la experiencia de aprendizaje idéntica en los sujetos de la educación. La finalidad de la educación quedó reducida a «lograr ciertas metas comportamentales». Las propuestas educativas que emanan de la pedagogía pragmática tienen una visión totalmente antitética respecto de la valoración que otras propuestas pedagógicas hacen del maestro, fundamentalmente las que proceden del liberalismo y del racionalismo, donde el docente es considerado como un intelectual que convoca a un saber, cuya tarea es estimular ese deseo de saber. Es necesario efectuar previamente una disección histórica que nos permita evaluar cómo las diversas pedagogías abordan la formación, el aprendizaje, los contenidos, los métodos, los roles tanto del docente como del alumno, y el proceso institucional. La noción de «programas de estudio» La concepción que tenemos en nuestros días respecto de los planes y programas de estudio es propia del siglo XX. Por esta razón consideramos un error atribuir a las pedagogías anteriores al momento que describimos la noción de programas de estudio. En el siglo XVII, Comenio utiliza el término «plan de estudios» para establecer, como un señalamiento amplio, el conjunto de temas a trabajar en el sistema escolar.


Es un total error sostener que en la escuela tradicional «el profesor recibe ya hechos los programas, que hacerlos es responsabilidad que no le compete ... Con frecuencia, el profesor usa temarios que copia de índices de libros». En cuanto a la noción de programas de estudio, estamos obligados a concluir que no existe, en parte porque las grandes reflexiones acerca de la didáctica se dan antes de que se conformen los sistemas educativos y se establezcan las leyes sobre la obligatoriedad de la enseñanza, y, en parte, porque desde este pensamiento didáctico se establece la función intelectual del docente como una función insustituible. El modelo didáctico que existió incluso antes de la conformación de la escuela tradicional es el del profesor que convoca a la relación pedagógica a partir de su saber. El alumno asiste a clase a partir del deseo de saber que provoca la intelectualidad docente. La conformación del sistema educativo promediando el siglo XIX impuso otras exigencias a la pedagogía. La pedagogía de control y los objetivos conductuales La búsqueda del orden en la didáctica devino, de esta manera, en una pedagogía del control de fuerte inspiración administrativa. Diversos autores estadounidenses reconocen que la pedagogía pragmática se inspira sustantivamente en el taylorismo, propio de la industrialización de ese país. Los principios que básicamente impactaron esta cuestión son: a) División técnica del trabajo a partir de la segmentación del mismo. b) Establecimiento de jerarquías para el funcionamiento del sistema. c) Control de tiempos y movimientos. Los dos primeros principios se concretan en el establecimiento de especialistas para la elaboración de los planes y programas, y en la segmentación de la propia tarea docente. Simultáneamente, el problema de la jerarquía es básico en este punto para determinar quién hace el plan y el programa, quién lo aprueba y sobre todo a quién compete ejecutarlo. El control de tiempos y movimientos, clave en la eficiencia administrativa, se tradujo en los planes y programas como el establecimiento de ciertos «estándares», expresados en cantidad de conductas adquiridas por los alumnos.


Desde principios de siglo, varios psicólogos se dieron a la tarea de construir objetivos conductuales para los diversos grados escolares y para las diversas materias. Taylor establecía que «el hombre es un haragán, a menos que se lo vigile». La necesidad de construir planes y programas de estudio se convierte en una exigencia institucional. Los retos para pensar propuestas adecuadas para tales instrumentos se mueven dentro de esta racionalidad. De ahí, que se puedan efectuar propuestas alternativas; de ahí los límites de tales propuestas. 2. Docentes, programas de estudio e institución. ¿Instrumentos normativos o de orientación? Los planes y programas de estudio responden a múltiples intereses y sentidos. La institucionalización de la escuela fue exigiendo que poco a poco se detallaran con mayor precisión dichos instrumentos. Los planes y programas obedecen a múltiples dinámicas; se destacan las burocrático-administrativas,

en

donde

aparecen

como

un

elemento

indispensable para estructurar el funcionamiento de la escuela, lo que paulatinamente va dando lugar a una visión administrativa de los mismos y deja de lado el proceso académico que subyace en ellos. En el fondo, se trata de dos modelos educativos enfrentados en su concepción básica.


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