Revista ajá! número 287 Yael Duval

YAEL

DUVAL Jefa Nephalem Número 287 | Del 9 al 15 de Abril de 2022

LA DOS

Del 7 al 13 de Abril de 2022

Miguel Ángel Arritola

Nuestros años felices

E

s la historia sobre Katie Morosky (Barbra Streisand) y Hubbell Gardiner (Robert Redford), dos chicos que se conocen en la universidad en los años 30’.

Katie es inteligente, profunda, idealista y se toma todo muy en serio, sus ideales vienen primero y lucha por defenderlos, sin importar si pierde o gana o se burlen de ella.

Hubbell, es guapo, inteligente, gracioso y carismático, busca vivir la vida lo más placentera posible y es un gran escritor.

Katie se enamora de él, se reencuentran años después, empiezan una relación, se dejan, se casan y se dicen adiós.

Aquellos años en que la palabra “amigo” tenía un gran significado.

Aquellos años en que una canción era una historia de amor que nos tatuábamos en el corazón.

“The Way We Were” Es la historia sobre dos personas completamente diferentes.

Ella promete cambiar para que la relación funcione, y funciona, pero, solo por un tiempo.

Sí son “Nuestros años felices” (“The Way We Were”).

Las diferencias en ambos eran tan notorias que, aunque ella lo intentara, al final sus ideales iban a vencer, Hubbell se iba a cansar y ambos iban a perder.

De esas películas que no están en Netflix.

Ninguno iba a ganar.

De esas cintas que no están bajo el amparo de millones de “likes” para ser un éxito…o un clásico.

Nuestros años felices.

A veces es bueno volver a “Nuestros años felices”.

Aquellos años que se vivían con intensidad.

Aquellos años que una carta se esperaba con ansias locas.

Aquellos años en que el esperar una llamada por teléfono del ser amado significaba tanto.

Nuestros años felices.

Aquellos años en que juntarse con la “pandilla” en la esquina de la cuadra hasta las 10 de la noche era una “hazaña”

Cuando comer y cenar en casa era un “ritual” divino.

Cuando era obligatorio pedir “permiso” para llegar a casa después de las 10 de la noche.

Cuando papá y mamá dictaban reglas que había que respetar en casa.

Esos eran nuestros años felices.

“The Way We Were” A veces puede más la soberbia, los ideales y las costumbres que el amor.

/revista.aja

/revistaajaofficial

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Katie Morosky y Hubbell Gardiner pasaron a la historia por ese amor duro, cruel y con barreras.

Barbra Streisand y Robert Redford, son de las parejas más hermosas que el cine haya dado.

Ambos hermosos.

Ambos inolvidables.

Nuestros años felices, Aquellos que jamás olvidaremos.

Aquellos que nos mantienen en pie.

Aquellos que nos mantienen en vida.

Sí, son nuestros años felices…¿o no?

arri40@hotmail.com

@ajamagofficial

Director General Miguel Ángel Arritola

Reportera Aracely Chantaka

José Lucio Administración

Certificado de Licitud de Título en trámite.

Editor Martín Fuentes

Diseño Enrique Riojas

Tel: (81) 8343 6367

Editor cultura roberto garza

Relaciones Públicas Marcela Garza

Reserva de Derechos en trámite Se prohíbe la reproducción total o parcial del contenido de esta edición sin la autorización previa por escrito.

Certificado de Licitud de Contenido en trámite.

El contenido de os editoriales es responsabilidad de sus autores y no necesariamente representan la línea editorial de la revista. número 287 yael duval ESTA EDICIÓN SE publicó EL 9 de abril DE 2022

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“NACER MUJER EN UN MUNDO DE HOMBRES ESTÁ CABRÓN.

HASTA DIOS ES HOMBRE”

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L

Arturo Flores a actriz y empresaria superó una relación tóxica y regresa para buscarse un lugar en los escenarios a base de confianza y empoderamiento. Pero no oculta que cada día pelea una batalla contra sí misma.

¿Por qué quisiste ser actriz?

Porque es algo fuera de este planeta. Mi primer trabajo fue como garrotera en un antro de la Zona Rosa. He sido mesera, modelo e hice pasarelas, pero siempre quise ser parte de un mundo que yo misma pudiera crear. Cuando eres actriz, de eso se trata. Tú decides quién quieres ir. Literalmente es un paseo en Disneyland cuando eres adulto.

Ojo, no me quejo de que mi vida haya sido como fue, porque eso me fue preparando para todas las situaciones que he vivido, pero la actuación me da esa diversión que no pude tener en la vida real. Porque en la vida real tuve que apechugar. ¿Qué no te gusta de la realidad, que quieres cambiar a través de la actuación?

La realidad, al menos la que me tocó, fue complicada. Aunque fomentamos el amor y el respeto, es algo que no deberíamos exigir.

Pertenezco a muchas campañas feministas y siento que el feminismo no debería existir. No porque esté mal, sino porque las mujeres estamos peleando por un derecho que tenemos desde que nacemos. Decidir sobre tu cuerpo y tener la libertad de andar en la calle libremente es algo que no deberíamos estar luchando.

Y sin embargo, hay que reclamarlo.

Nacer mujer en un mundo de hombres está cabrón. Hasta Dios es hombre. Esto es una lucha constante de supervivencia. Por eso, cuando estoy actuando, nada de eso existe.

No existe una mujer en nuestro país que no haya sido violentada, de manera física, emocional o psicológica, ¿a ti cómo te han violentado?

Tengo un ex marido que me violentó de todas esas formas. Me causó grandes estragos personales. Cuando estaba con él, trabajaba como conductora junto a Ricardo Rocha en Grupo Fórmula y tuve que renunciar a ese puesto con tal de tener una relación pacífica. Eso me golpeó emocionalmente y económicamente. Me devaluó como profesional.

Después empecé a trabajar con Luis Fernando Pérez de las Heras en Estrategia Política. Aprendí muchísimo de él, es un gran maestro. Pero también tuve que dejar ese trabajo cuando mi expareja se recuperó económicamente.

Era alguien muy machista y misógino.

Durante esa época empecé a tener muchos problemas, ya no me arreglaba ni me ponía la ropa que me gustaba. Después se hicieron presentes las agresiones físicas. Pero gracias a Dios existe la terapia. La tomé y recuperé mi amor propio.

La vida es una putiza constante y lo que aprendí, es que todos los días salimos a la guerra. ¿Cómo te sientes cuando estás sobre el escenario?

Todo es bonito, todo cambia. Ya no hay peligro y el único que hay es que se te olviden las líneas. Todas las personas somos guerreros, desde el señor que se levanta de madrugada a limpiar las calles para darle de comer a su familia, y el escenario para mí es el único descanso que hay en este guerra que es la vida. ¿Son los mismos retos que enfrenta una actriz que una empresaria?

Sí, aunque la actuación es una oportunidad mágica. Como empresaria, representa una lucha constante por permanecer arriba, por sobrevivir, cuidar a tu equipo, que se vuelve como tu familia, y salir adelante. El secreto radica en la suerte y la perseverancia. ¿Cuál sería el papel que te encantaría representar?

Aunque suene muy choteado, en un papel relacionado con la narcocultura.

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LA VIDA ES UNA PUTIZA CONSTANTE Y LO QUE APRENDÍ, ES QUE TODOS LOS DÍAS SALIMOS A LA GUERRA”

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Siento que es lo que nos refleja más a todos. Porque peleamos por un trabajo, por un puesto y por sobrevivir. Además, me obligaría a cambiar mi físico, quizá. Porque es muy padre tener un físico agradable, pero a veces también resulta contraproducente.

Una vez me batearon de un casting porque me dijeron que estaba muy bonita para hacerla de loca en una película francesa. Les gustó mi actuación, pero mi perfil no cuadraba. ¿Te raparías?

Me raparía, subiría o bajaría de peso. Lo que fuera necesario.

Ahora, yo estoy consciente de que voy tarde. Tengo 31 años y estoy muy consciente de que hay chavitas de 20 con un súper talentazo. ¿Quién es tu peor demonio?

Yo misma, mi sombra, mi negatividad y mi autosaboteo. Hay veces que una despierta y se tiene que pelear consigo misma. Es una lucha constante.

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¿Y CÓMO

ES ÉL?

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‘¿Y cómo es él?’ que llega a los cines este fin de semana, es una película mexicana producida por Eugenio Derbez y protagonizada por Mauricio Ochmann, Omar Chaparro y Zuria Vega

¡

Miguel Ángel Arritola Cornudos!

Qué pasaría si te enteras que tu mujer te engaña con un...¡taxista! “¿Y cómo es él?”, que llega a los cines este fin de semana a nivel nacional, es una película mexicana producida por Eugenio Derbez y protagonizada por Mauricio Ochmann, Omar Chaparro y Zuria Vega. “¿Y cómo es él?” es una adaptación de la película surcoreana “Driving with my wife's lover” que narra a historia de Tomás, (Mau-

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ricio Ochmann) un hombre desaliñado que la vida definitivamente no lo quiere y, por si fuera poco, se entera que su esposa Marcia, (Zuria Vega) le está siendo infiel con un taxista muy carismático llamado Jero, (Omar Chaparro) que vive en Puerto Vallarta.

Es tal la furia de Tomás al enterarse, que sale de casa decidido a buscar al tipo que le robó el amor de su mujer y es aquí cuando el desenlace de la película entra en un ritmo vertiginoso de humor negro y de situaciones muy “chuscas” que valen la pena ver.

Ochmann se aleja totalmente de los papeles de galán irresistible de las películas y ofrece un trabajo más intenso, sin apartarse de lo suyo, de la comedia y drama que tan bien le van.

Chaparro es la contraparte perfecta de Ochmann y ambos

son un par de “cornudos” que son dinamita pura en pantalla.

Zuria Vega está justa en su papel de adultera; a la hija de Gonzalo Vega le va el drama.

Miguel Rodarte, como el “malito” de la cinta está que ni mandado hacer y Mauricio Barrientos como Lucas, el amigo de Tomás, se roba la película en los últimos minutos de este largometraje.

El cine es diversión.

EL cine es entretenimiento El cine también es para reír a carcajadas Y, a decir verdad, “¿Y cómo es él?” cumple a la perfección con estos tres requisitos.

Recomendable para pasar un muy pero muy agradable rato.

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ABO MONICA MARUATO

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ENTREVISTA

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Edui Tijerina Chapa onversar con Mónica Muruato es abrir todo un abanico de posibilidades temáticas, especialmente si se trata del arte y, más aún, de la actuación.

La conocí hace algunos años, cuando asistí a “Casa Musa” -En Monterrey, Nuevo León, México- como público de una pieza teatral en la que interpretaba magistralmente a un personaje tan complejo como profundo y exigente. Se trataba de “Encerrados”, una versión de “A Puerta cerrada”, de Jean-Paul Sartre, con Ludyvina Velarde, Mauro Samaniego y Juan Javier García, bajo la guía del Maestro Hernán Galindo.

Desde entonces he admirado y seguido muy de cerca su trabajo. Incluso, he tenido la fortuna de coincidir con ella en lo profesional. Primero, en un proyecto de serie relacionada con los Pueblos Mágicos de México y, recientemente, ella protagonizando y yo como co-guionista, en la película “Somos Invisibles”, de Sinhué Benavides, que está próxima a estrenarse.

Esta ocasión, dedico el espacio de entrevista a compartir con Ustedes apenas un poco de lo mucho que hay por conocer y aprender de esta talentosa mujer.

En lo personal, ¿cómo distingues una intérprete de una actriz?

Tan simple como que el objetivo es uno y las herramientas son otras. Sin llegar a dar definiciones, Actriz o Actor, en mi opinión, es quien habiéndose preparado profesionalmente y desarrollado en la práctica un nivel sólido, logra desdoblarse en distintos personajes históricos o de ficción. También, que ese alguien les permita (a los personajes), “hablar con verdad”.

Para lograrlo, definitivamente, un actor o actriz requiere de capacidad interpretativa de alto nivel.

Y tú, ¿qué te consideras? ¿Actriz, intérprete o ambas?

OGADA

ACTUACIÓN

Siempre me he considerado “una actriz en desarrollo”.

Poster de “Vispera de Fuego”.

Nunca he dejado de aprender.

En cada texto, guion, autor, director y compañeros de trabajo, siempre encuentro la oportunidad de mejorar mi capacidad interpretativa; usar esas herramientas para llegar a “la verdad”. Unas veces mejor que otras, pero ese es el objetivo.

Cuéntame de Mónica, la niña.

Soy orgullosamente regiomontana. Mis padres eran “grandes”, para cuando decidieron tener a su última hija, la quinta. Llegué luego de tres hermanos hombres y una mujer.

Mi mamá enfermó y murió muy joven, siendo yo una chiquita de 9 años.

Papá, un hombre inteligente, conservador y trabajador, era gran amante de los libros y la música.

Las habilidades de lectura y oratoria siempre estuvieron presentes en mi formación académica y las usé desde niña. Después, en la adolescencia, se les sumaron todas las actividades artísticas que podían ocupar mi tiempo.

En “Sociedad Cuauhtémoc y Famosa” estudié baile, canto, guitarra, piano.

Ya en preparatoria (Universidad Regiomontana) y buscando una formación un tanto más “integral”, participé en actividades del Departamento de Difusión Cultural. No sabía exactamente “qué” o “cómo”. Sólo quería estar arriba del escenario. Eso me hacía sentir completa.

Para muchos, esas actividades son un complemento formativo. Para ti, fue reforzar un camino de vida que ya tenías marcado. ¿Qué vivencia definió tu vocación?

De muy chica, las navidades eran lindas, con mucha gente alrededor y

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ENTREVISTA

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siendo la más pequeña de toda la familia, primos y primas, siempre encontraba algo con qué entretenerlos; algún bailable, una poesía o representación que me aplaudieran y festejaran. Era una forma de regalarles algo, de decirles “te quiero”. ¿Cómo y en qué momento te orientaste al teatro?

Tenía 15 años cuando acompañé a una persona a hacer audición a la escuela del IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) donde el Maestro Rubén González Garza impartía un taller de teatro.

Aunque no iba con la idea de participar, el Maestro ordenó que pasara al frente y me quedé en el reparto. Fue mi primer acercamiento al teatro y ya no me pude separar. ¿Y tu familia? ¿Cómo reaccionó?

Tanto como reacción, no hubo. Creo que mi papá llegó a pensar que iba a ser un pasatiempo más, un tema artístico con qué mantenerme ocupada.

Las cosas cambiaron cuando, ya en la preparatoria, comencé a enfilar mis intereses. Para acabar pronto, la orden fue muy clara: “Aquí me traes un título real y despúes harás lo que desees”. No hubo opción. Eso, aunado a que, como rutina de formación familiar, era obligatorio trabajar de lo que fuera, para ganar tu propio salario. Así, me convertí en cajera del primer McDonald’s de México.

Entonces, supongo que tu ritmo diario se aceleró.

¡Imagínate! Era estudiar por la mañana -primero preparatoria y después la Licenciatura en Derecho-, luego trabajar toda la tarde y, al salir, ya en la noche, correr a la escuela de actuación del Centro de Estudios Teatrales del Teatro de La Ciudad de Monterrey. ¿Y el giro a lo profesional?

Aunque la historia empezó atrás, la escuela me brindó claramente grandes oportunidades académicas y de tablas. De ahí, trabajos y proyectos que completaron apenas el inicio de esta pasión. Me gusta pensar que en agosto de 1986 se definió el rumbo de mi vocación participando en mi primera producción formal de SCyF en el “Teatro Monterrey” del IMSS y, por otro lado, trabajando para la Compañía de Teatro Infantil de México de Ramón Sevilla.

Ser actriz implica tanto satisfacciones como de responsabilidades. ¿Cómo te sientes al respecto?

Comprometida, agradecida, emocionada y sumamente maravillada de poner mi profesión al servicio de los demás. En este trabajo puedes tocar el corazón de las personas. Definitivamente, soy muy afortunada. ¿Quiénes fueron tus principales mentores?

Como actriz independiente, ofrezco mi eterno agradecimiento y admiración a maestros que han sido pilares de la actuación y dirección teatral en Nuevo León: Rubén González Garza (+), Sergio García (+), Luis Martín, Javier Serna, Gerardo Valdez y Hernán Galindo.

Como actriz ante una cámara, Sinhué Benavides, de quien he aprendido, según sus propias palabras, que, a diferencia de un escenario teatral, al actuar para audiovisual “menos, es más”.

Y tú, ¿qué consejo compartes con los que apenas comienzan?

Más que un consejo, es un deseo, un tip: Constancia, preparación y humildad. A todos, siempre, eso nos viene bien. Prepararte para buscar la verdad escénica y entregarla con pasión. No te rindas, nunca es tarde, comprométete.

Actualmente, ¿Qué tan difícil es desempeñarse -y abrir camino- en el mundo de la actuación?

Es un gran tema. Desde la centralización de la industria, hasta los apoyos gubernamentales. No hemos logrado desarrollarnos a la par. La producción teatral y de cine requieren de fuertes esfuerzos e iniciativas, muchas veces individuales e independientes, para llevarse a cabo. De ahí la razón por la que grandes propuestas apenas llegan a tocar una parte muy pequeña de nuestra población. Sé que las cosas están cambiando y que la gente joven trabaja muy duro en consolidar nuevos mecanismos. Espero ser parte del cambio.

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Mónica Muruato en “Monstruo bajo la tierra”.

¿Cuál ha sido tu principal campo de acción?

Definitivamente, mi carrera está fincada en el teatro. Me fascina estar sobre las tablas. Pero, de unos 7 años para acá, he tenido la oportunidad de incursionar en cine, el cual representa para mí un gran reto de aprendizaje y un área con enormes posibilidades interpretativas y de cómo abordar una diferente verdad escénica. El cine es una continua Caja de Pandora.

Hablemos de “personajes difíciles”.

¡Uy! Quisiera platicarte de todos. Es que a cada uno los llevo en un cachito de mi corazón y todos han representado un reto diferente, en algún sentido.

De los últimos 10 años en teatro, tuve un personaje histórico retador en “Víspera de Fuego”, un casi monólogo en el que interpreté a Mariana de Carbajal y de la Cueva, quien fue llevada a la hoguera por ser judía. Y en cine, en el largometraje “Somos Invisibles”, dar vida y voz a Consuelo, una madre llena de matices y dolores internos. ¿El personaje te encuentra a ti o tú encuentras al personaje?

Nos buscamos hasta encontrarnos. Nos tejemos, nos construimos. Creo fervientemente en esa teoría. Y si no nos encontramos en un tiempo y espacio determinado, es muy probable que lo hagamos en un futuro. ¿Qué perfiles son tus consentidos?

No te puedo negar que los personajes históricos me encantan. Saber que esa persona/personaje existió en la vida real, provoca en mí una fascinación.

Estudiar y empaparme de su vida me compromete de una forma especial.

Sin embargo, los personajes bien construidos desde la ficción, los bien escritos, los que tienen alma propia, me retan de igual forma. El respeto que siento por ambos perfiles me hace que los aborde con el mismo entusiasmo. ¿Y tu género preferido?

El drama es, sin duda, un lugar en donde encuentro la voz para decir muchas cosas que pienso y que no me pertenecen. Me reta y me confronta. Te obliga a un suspenso. No siempre es necesario un final feliz. ¿Hay alguno que se te dificulte más?

Ya sabes. Una es todo terreno. Respeto todos los géneros, pero el monólogo me parece un doble reto. Se necesita mucho valor y preparación para brindar un trabajo con sentido y valor escénico.

EL DRAMA ES, SIN DUDA, UN LUGAR EN DONDE ENCUENTRO LA VOZ PARA DECIR MUCHAS COSAS QUE PIENSO” “SIEMPRE ME HE CONSIDERADO ‘UNA ACTRIZ EN DESARROLLO’. NUNCA HE DEJADO DE APRENDER”

ENTREVISTA

Del 9 al 15 de Abril de 2022 ¿Cuál ha sido el principal reto que has enfrentado como actriz?

Hace un par de años, bajo la dirección de Hernán Galindo, participé en un proyecto basado en una adaptación de “A puerta cerrada” de Sartre. Justo el que referiste al principio de esta charla. En él interpreté a una mujer homosexual en su tránsito por el purgatorio. Fue retadoramente genial.

Y el último filme en el que participé, de tu coautoría, interpretando los pedazos de una mujer y madre en confrontación con su pasado. Fue un viaje que será inolvidable. ¿Y la mayor gratificación?

Sonará trillado, lo sé, pero dedicarme a lo que me apasiona es la mejor recompensa. He recibido algunos reconocimientos que valoro mucho, en especial, apenas iniciada en cine, recibí un premio a mejor actriz en el Festival Internacional “Latinas In Cinema” por mi participación en “Otto”, una adaptación del texto de Stephen King, bajo la dirección de Sinhué Benavides.

Esto fue en el 2017. ¿Te has decepcionado de alguna de tus tareas interpretativas?

En el desarrollo de los personajes que me ha tocado interpretar, no. Creo que la decepción aparece a partir de tus expectativas, ¿sabes? Así que, tal vez, en algunas ocasiones mis expectativas hacia algún proyecto, dirección o equipo de trabajo han sido muy elevadas.

Sin embargo, son oportunidades y todas han representado aprendizaje y experiencia. Eso nadie me lo quita.

No falta alguien que refiera que entre actores y actrices predominan las envidias y traiciones. ¿Qué le dirías?

Poster de “El Mercader de Venecia”.

mano de la intuición?

Que eso no es privativo de nuestro gremio. Pasa en todos los campos de trabajo. En esta profesión, el material principal de trabajo es el ser humano, con todos los beneficios y todas sus consecuencias. Uno puede hacer la diferencia. ¿Sigues alguna escuela clásica para construir tus personajes o echas

Hay un método clásico de análisis de personaje del que me agarro siempre.

Me resulta infalible. Se trata del trabajo de mesa, de la mano con el director y el equipo. Además de fundamental, lo disfruto mucho. Después, bajo la guía quien dirige -que debe saber claramente lo que quiere- empezar a entretejernos, a integrarnos, el personaje y yo.

Si te llega un guion o libreto para estudio. ¿Cuáles son los pasos que sigues para asimilar tu personaje y darle forma/ vida en tu desempeño sobre el escenario o ante la cámara?

Primero darle la bienvenida; estás de acuerdo que formará parte de tu vida los siguientes meses. Leer para entender; lo que tú traduzcas, lo que toque tu corazón.

Intercambiar, discutir y definir con el director el objetivo escénico del personaje para, así, empaparte de su historia y poderla contar.

Tengo por costumbre volver a escribir el texto haciendo ajustes de tamaño de letra y colores para que, visualmente, me ayude al siguiente paso: memorizar, memorizar, memorizar. También lo grabo en audio.

Luego, proponer cuando se pueda y contribuya a lograr “la verdad”.

Finalmente, ensayar, ensayar y ensayar.

¿Hay algún trabajo escénico del que te arrepientas?

Me hiciste recordar algunos trabajos que realicé cuando era estudiante, hace mil años. ¿Arrepentida? ¡Jamás! Cuando veo el resultado a la distancia, creo que, en definitiva, hay cosas que pude haber hecho mejor. Y sí, también hay algún equipo de trabajo o director, con los que no me he identificado plenamente y aún así valen más el aprendizaje y la experiencia para replantear mi trabajo y sumar herramientas para lograr una mayor calidad. ¿Y el que te hace sentir más orgullosa?

Te voy a contestar con el corazón en la mano: El proyecto que sigue siempre me hace sentir muy orgullosa, porque significa que hay trabajo, que hay vida, que hay oportunidad.

Llevo varios en el corazón: “Sexo, Pudor y Lágrimas”, por el éxito que tuvo. “Los Locos Addams”, por ser un musical. “A Puerta Cerrada”, por ser

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ENTREVISTA

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un reto actoral. “Otto”, por iniciarme en cine y “Somos Invisibles”, porque dejé parte de mi corazón. ¿Qué tanto ha afectado la pandemia tus oficios como actriz?

Jamás imaginamos que esto sucedería. ¡Cuántas cosas cambiaron y nos replanteamos! Estos dos años han sido ejemplo de resiliencia y fortaleza.

Cuando llegó la pandemia, yo estaba iniciando “El Mercader de Venecia” con la Compañía de Teatro de Nuevo León. Tuvimos que adaptarnos rápidamente. Por fortuna, el trabajo no faltó. El año pasado, por ejemplo, tuve la oportunidad de participar en varios proyectos en línea, dos filmados y uno presencial. Creo que de esta etapa saldremos fortalecidos y con una creatividad a punto de ebullición.

La narrativa pasa por una vertiginosa evolución, especialmente desde el surgimiento de variedad de ventanas hacia las audiencias. ¿Es difícil adaptarse a las nuevas exigencias?

¡Claro que es difícil! Sobre todo, cuando llevas tantos años siguiendo un solo camino. Pero qué aburrido sería si no lo intentara.

Y es que cada ventana plantea un criterio actoral distinto, aunque hay quienes creen que basta con aprender una técnica para moverse en todos lados, sin considerar que los actores de cine, radio, TV y teatro tienen que adecuarse a la naturaleza de cada espacio.

Así es. La preparación es la llave que abre todas las puertas y el aprendizaje, la retribución. Existen métodos clásicos que vivirán por siempre, pero hay que actualizarse, complementarse, equiparse. Como bien lo dices: evolucionar. ¿Diriges, escribes?

“Zapatero a tus zapatos”. Siento un profundo respeto por quien decide dirigir y/o escribir. Yo soy actriz. ¿Cuál sería tu punto máximo en la actuación?

Fíjate que me pasa algo curioso, sobre todo últimamente. En cada proyecto creo que ya llegué a donde quería, pero en cuanto llega el siguiente, me emociono igual, me ilusiono y empiezo a trabajar. Siempre hay algo más por decir. Eso sí, me gustaría seguir haciendo cine, es mágico. Desde mi trinchera, con las herramientas que tengo y con las que pueda aprender y sumar para seguir contando historias.

Mónica Muruato en “Niño Doctor”.

ME SIENTO COMPROMETIDA, AGRADECIDA, EMOCIONADA Y SUMAMENTE MARAVILLADA, DE PONER MI PROFESIÓN AL SERVICIO DE LOS DEMÁS”

¿Qué es Mónica Muruato, además de actriz?

Soy abogada (aunque no ejerzo). También, esposa y madre de familia, por lo tanto, también soy psicóloga, taxista, enfermera, cocinera y muchas cosas más.

A propósito, ¿Cómo eres en tus facetas de esposa y madre?

Sería interesantísimo que esta pregunta la contestaran mis hijas y mi marido. ¡Ja! Soy una mujer muy apasionada en lo que hago. Amo a mi familia y el rol de mamá. Ya sabes, para esto “no hay manual” ni técnica que te evite alguna falla. Pero para este “papel”, como en los otros, trato de prepararme y entregar lo mejor de mí. ¿Y en el rol de amiga?

Intensa. Entregada. Exigente. Me gusta la gente clara y que habla de frente.

Por eso tengo pocos amigos. Son muy difíciles de encontrar. Me gustaría ser una mejor amiga, ser más dedicada, más detallista, tener más tiempo. ¿Trabajos en desarrollo?

Me invitaron a colaborar en un proyecto de Audio/Doblaje en donde participan varios países haciendo equipo. Esto se hace por primera vez en el mundo y estoy muy emocionada de poder ser parte. Por otro lado, estamos trabajando en una nueva puesta teatral para verano de este año. Se trata de un texto maravillosamente escrito que aborda la amistad de dos grandes artistas plásticas, Leonora Carrington y Remedios Varo. Dirige el Maestro Luis Franco. ¿Algo a manera de cierre?

Agradecerte por brindarme la oportunidad de compartir un cachito de mi trabajo y traer todo a mi memoria. Es lindo recordar de dónde salí y por qué estoy haciendo lo que hago.

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Mónica Muruato en “Starting Over”.

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CULTURA

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Los puntos sobre las íes Irma Idalia Cerda

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La otra mejilla

esde que era niña hasta la fecha no me gustaba escuchar eso de “poner la otra mejilla” , la frase que se menciona en los evangelios de Lucas y Mateo del Nuevo Testamento. Claro que sé de lo que se trata la metáfora, pero yo siempre lo sentí como el darle el permiso a cualquiera para que agrediera a sus semejantes.

Me quiero referir a este tema en particular, porque voy a dar mi opinión (un poco tarde en cuanto a la noticia, pero todavía válida sobre el hecho en sí) en relación a la bofetada que le propinó el actor estadounidense Will Smith al comediante Chris Rock en la pasada entrega de los Óscar.

Se puede decir que Rock puso su otra mejilla al no responder a la agresión, y ante los ojos de los espectadores tanto en el teatro donde se realizaba la ceremonia como los de los de miles de televidentes, este fue un hecho insólito que opacó la entrega de estos premios.

Pero si analizamos, la violencia y el espectáculo siempre se han mezclado, ya sea de forma explícita o simulada. Vamos a hacer memoria, hace años en los hogares mexicanos, era “gracioso” para todos que doña Florinda el diera una cachetada a don Ramón, en casi todos los episodios de “El chavo del ocho”.

Claro- habrá quien justifique- era un programa, era parte del “show” como decimos ahora, pero yo no estoy segura si Ramón Valdés quien daba vida a don Ramón, se sentía muy cómodo con cada manotazo que recibía de su vecina Florinda, interpretada por Florinda Meza.

Y algunos años atrás, en el cine, en las películas del “rey del humorismo blanco” Gaspar Henaine “Capulina”, no faltaban los “pastelazos”, que, aunque no tienen el mismo peso

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de una mano, ser golpeado con un gran pedazo de pan y betún en la cara, me imagino que no es muy grato que digamos.

Es cierto que al calor de una discusión no es fácil llegar a un arreglo pacífico, pero también es cierto que muchos no estamos dispuestos a ofrecer la otra mejilla, literal o metafóricamente hablando.

Imagínense cuántas mujeres han puesto su otra mejilla, independientemente si fueron influenciadas o no por la educación religiosa, la violencia familiar es el pan de cada día porque muchas de ellas no denuncian a su agresor, que casi siempre es su pareja sentimental.

El bullying escolar es otro ejemplo en el que existe la violencia psicológica y física generalmente hacia los que son más tranquilos o no se defienden, y sí llegan a hacerlo, pueden incluso ser más castigados que los que inicialmente provocaron el altercado.

Creo que, para llegar a alcanzar la paz y la justicia, no es sano poner la otra mejilla, más bien sería ideal que cada uno de nosotros nos frenáramos nuestra mano derecha (o izquierda) y nos tapáramos nuestras bocas.

irma_idalia@hotmail.com

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