La Cosecha - Luke Stonehammer

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Escrito por Ahtziry Farrach, Julio 2024

Inspirado en Los Juegos del Hambre de Suzanne Collins

Creado para los 27° Juegos del Hambre: Play to Survive

Organizados por Mariana Fierro y Eduardo Antonio Sánchez

Luke Stonehammer

18 años

Avatar: Ashby Gentry

Masculino

Uno, dos, tres; cuatro, cinco, seis; uno, dos, tres; cuatro, cinco, seis; uno, dos, tres. Tres, tres, tres; cuatro, cinco, seis. Basta. Siento el impulso de volverlos a contar, ¿son seis? —Pásame la llave de tubo —es la voz de mi padre pidiéndome otra herramienta. Tomo el artefacto, lo levanto sutilmente y lo vuelvo a poner en su lugar. Lo levanto y lo vuelvo a poner en su lugar. Lo levanto y lo vuelvo a poner en su lugar. Hasta levantarlo de la manera en que me sienta satisfecho se lo llevo hasta sus manos para que continúe trabajando. Uno, dos, tres; cuatro, cinco, seis; uno, dos tres; cuatro, cinco, seis. Son seis: seis tornillos. —Pásame otra tuerca —suena de nuevo la voz de mi padre. Tomo el tornillo y se lo llevo hasta sus manos, un poco de aceite toca las mías. Mientras mi padre sigue trabajando me dirijo a tomar uno de los trapos para limpiar la suciedad. Es una sustancia negra y pegajosa, si no la limpio en menos de tres segundos el aerodeslizador va a explotar. ¡Va a explotar! Oh, Dios. Por favor, que no explote o será mi culpa. Limpio, limpio y limpio. Tallo y tallo. Tallo y tallo. Listo, mis manos han quedado limpias. Tallo y tallo Listo Intento no hacer nada más, controlo mi respiración e ignoro que hace unos momen Listo tos acabo de limpiar mis manos gérmenes por todos lados, si no los quitas, el aerodeslizador va a estallar Yo ya limpié mis manos, están limpias, limpias Siguen sucias. Aplico alcohol gel y comienzo a frotarme con el trapo hasta pelar mi piel. ¡Ay, no! ¡Qué estoy haciendo!, me estaba lastimando sin darme cuenta. —Otra vez con esa obsesión, Luke. ¡Es solo un poco de aceite! —mi padre se retira de sus labores para venir hacia mí. Comienza a embarrarme el aceite por varias partes de mi cara—. ¡Tanta sobreprotección de Eloise te hizo daño! Por eso los jóvenes de ahora son tan débiles, ¡les falta carácter! —se regresa a seguir con sus labores—. Quiero ver que te lo limpies, yo tuve a un hombre como hijo no a una niñita —dice entre murmullos lo suficientemente alto para que yo pueda escucharlo. Mi padre es un exagente de la paz, nacido en el Distrito 2, comenzó desde sus 20 años de edad, aprendió a pilotear aerodeslizadores y por su excelente desempeño se dedicó exclusivamente a ser piloto aéreo. Entre sus asignaciones, llegó al Distrito 6 en donde se enamoró completamente de la industria del transporte, aparte de enamorarse de mi madre. Conocía tanto de aerodeslizadores que descubrió un nuevo talento como mecánico, habilidad que adquirió mi hermano quien también ostenta de un buen puesto en su rama, especializándose en ingeniería ferroviaria. 28 años tiene, casi no lo veo. Siempre fue el ejemplo máximo de lo que según mis padres yo debo aspirar a alcanzar Perdido en mis pensamientos, no me había dado cuenta que mis uñas se encontraban rasgando la mesa de madera que sostenía las herramientas, otra vez. Dejo de hacerlo, notando al mismo tiempo todos los rayones que le he hecho a esa mesa. Me siento mal porque siempre hago lo mismo por más que lo intento. Por más que intente ser un Rásgalo buen hijo siento que no es suficiente para mis padres, aunque Eloise mi madre es más llevadera Limpia las

virutas que dejaste, tonto conmigo, mi padre es el prototipo de un agente de la paz, es estricto pero me ha ayudado a formar quien soy a los 18 y aspirar Tonto, tonto un buen trabajo y ser de productividad a mi Distrito, al Capitolio y a Panem, a como siempre han sido las cosas y siempre mételes un puñetazo a todos serán. —Ha quedado, ahora solo hay que probarlo —cerramos la puerta del aerodeslizador y nos colocamos el equipo. Sentado en el asiento del copiloto, mis dedos rascan y carcomen el hule que recubre el yoke entre mis manos. Me duele la cabeza, una pesadez que me atonta después de tanto pensar A la mayoría en el Distrito 6 como es bien sabido Caeremos por los aires y será tu culpa no les gusta viajar Soy un tipo sobrio y común como todos los demás, a excepción que a mí Aprieta el acelerador sí me gusta volar. Suena el difuso mensaje por la radio que nos conecta la comunicación entre la cabina de vuelo y la torre de control. Lo que para muchos suena tan inentendible como leer la letra de un doctor para mí es un mensaje fuerte y claro Aprieta el acelerador a fondo por los años que he acompañado a mi padre en este trabajo. Llegó el momento de despegar Se escucha el rugido de los propulsores y comenzamos a separarnos del piso, en lo que a mí respecta, esta es mi parte favorita de la vida, cuando me aleja de la monotonía y todos mi sentidos están tan concentrados en una sola cosa que La Otra Voz no tiene tanto poder sobre mi mente como lo hace en tierra, o al menos, el cielo repleto de nubes, la altura, la belleza de los paisajes y todo lo que significa volar disminuyen mis niveles de ansiedad a tal grado que la pesadez de mi cabeza se desprende como las hojas en el viento hasta convertirse casi en una pluma y digo casi porque nunca es en un cien por ciento, “la otra voz” como yo le llamo, no se va por completo, nunca se va. Solo baja y sube como un aerodeslizador, de repente no la escucho y creo que se ha ido para siempre, o es que estoy tan concentrado en una tarea que ni siquiera recuerdo que existe o es que estoy tan acostumbrado a su presencia que ya hay mucho espacio para ella, dejando un hueco tan acogedor que se aplastó en un sofá mientras mi voz real y la otra voz conviven dentro de mi cabeza como si fuesen familia. Aprieta el botón rojo Ella me habla de repente, mientras pienso o mientras hago mis actividades rutinarias. A veces no sé si lo pensé o fue algo que vino sin precedente aun Aprieta el botón rojo que no lo sienta, es confuso. No soy un monstruo, soy una buena persona pero nadie sabe lo que sucede dentro de mi cabeza, tengo vergüenza de decirlo porque para todo el mundo soy un chico normal y Aprieta el botón así seguirá siendo por el resto de mi vida. El aerodeslizador echó a andar perfectamente bien, volar es increíble. La sonrisa de mi cara permaneció ahí hasta el aterrizaje, un aterrizaje casi perfecto si no fuera porque aún necesito mejorar. —Vas bien hijo, solo un poco más de práctica pero vas bien —me dice mi padre en un tono más alentador. No es un hombre malo, es solo que el ajetreo militar deja secuelas, después de que eres un agente… nunca vuelves a ser un civil normal. —Lucaaa —me toma por sorpresa la voz de mi mejor amigo, ahora tocando mi cabello para alborotarlo. —Que no soy Luca —le digo, medio molesto pero después me río—. ¿Cómo te fue? —Me fue excelente, mamá dice que necesito aprender un par de cosas más pero para ser mi primer vez de copiloto no estuvo mal. —¿Es increíble, no? Mucho mejor que solo ser pasajero. —Es asombroso —la

emoción en su voz era evidente, con una chispa de adrenalina en sus ojos y su cabello más rizado que de costumbre, el regalo de un puñetazo de parte de mi mano derecha cae contra su nariz de la cual ahora brota sangre. Pestañeo una vez. —No puedo esperar a completar todas mis horas, cuando te alcance ¿te imaginas? ¿Tú cuántas llevas? —no escuché qué dijo—. ¿Qué? —le digo. —¡Hey! Wagonyyy —Stacy abraza a Jasper, Wagony le decimos de cariño todos en la escuela por su apellido Wagoner, ja, ja. —Lucaa —Stacy me abraza. —¡Luke! me llamo Luke. —¡Luca! —dicen ambos al unísono para después echarse a reír No importa. —¿Cómo te fue hoy en tu prueba, Stacy? —pregunta Wagony —Genial, a la instructora le gustó mucho la forma en que me manejé en la torre de control y… y cree que tengo pontencial. —¿Potencial? eres increíble, yo esperaría que te dijeran algo más que esa palabra potencial, buah. —Lo sé, lo sé, ¿pero qué dijo tu mamá de tu primer día de vuelo? —Excelente, le comentaba a Luke que si sigo así pronto lo alcanzaría. —Creo que… si empezaste hoy a tus 17 años, el próximo año cuando tengas la misma edad que Luke podrán estar casi igual. —La vida de unos genios —suspira Wagony —Ese ego —reprocha Stacy en tono juguetón para después reírse—. ¿A dónde vamos a ir para celebrar? Quizá podamos tener juntos un picnic —añade Stacy tocando su largo y castaño cabello, jugueteando con él. —¿Celebrar? pero tenemos trabajo. —No seas aguafiestas, Luke, las reglas se hicieron para romperse. —¿Sabes lo que le hacen a las personas en Panem cuando rompen las reglas? —Somos nosotroos, tenemos impunidad, inmunida, lo que sea. —Se pronuncia inmunidad. —Eso. Además estoy harto de tantas reglas. Son estúpidas. —Pero, hay que respetarlas, hay que respetar la autoridad, no podemos hacer más —Sh, sh, sh. Siempre hay un camino y si no hay, lo creamos, ese es mi lema. —Aparte de “las reglas se hicieron para romperse”. —¡Ya pues! Ya vámonos —grita Stacy desesperada mientras nos sujeta de las manos y nos dirige hacia afuera de la estación. Wagony y yo somos como dos polos opuestos pero complementarios. Según nuestro grupo de amigos yo soy más sereno, lógico y amable. El loco que elegí como compañero es más fiestero, creativo y ojete. No, bueno, no, es más carismático que yo. Llegamos a un lugar alejado del centro —¿Qué es aquí? —Stacy se atreve a preguntar lo que yo estoy pensando. Hay una reja rota en una esquina, parece que marca el límite de algo, me imagino que del Distrito porque detrás de ella el panorama dicta puro monte. Stacy toma mi mano para sujetarse mientras cruzamos la reja. —¿A dónde nos trajiste? —pregunta ella. —Y la pregunta más importante, ¿por qué te seguimos? —No pregunten, solo gócenlo. Stacy y yo nos miramos. Seguimos a Jasper por un camino y no decimos nada, solo vemos la maraña castaña fea de su pelo mientras camina de espaldas. Se detiene justo al lado de un edificio con la pintura caída, se ve Jasper es un estúpido, ojalá nunca logre nada en la vida ¿Qué? Jasper es mi amigo y yo lo quiero mucho y quiero lo mejor para él. Jamás diría eso, jamás diría eso, jamás diría eso. Entramos al edificio y encontramos que dentro estaba arreglado como una especie de guarida. Artefactos tecnológicos por todos lados, herramientas, uff… —¿Todo esto lo hiciste tú… solo? —me gana Stacy en preguntar. Wagony extiende sus manos como presentandonos toda la sala en un símbolo de majestuosidad. —Wow,

estás loco —suelto. —Amo estar loco. Pasamos toda la tarde traveseando sus extraños artefactos para terminar comiendo hasta las cuatro de la tarde. Montamos un pequeño picnic afuera, vemos el horizonte, el monte, las mariposas, escuchamos las risas escandalosas de Stacy y los chistes malos de Jasper. Un perrito llega hacia nosotros para pedirnos comida, se ve delgadito y triste. —Pobre, ¿cómo llegaste aquí, pequeño? Ten, come —el pobre animal agarra con su hocico desesperadamente el jamón que le ofrecí en mi mano, con la otra acaricio su cabeza—. Aww, qué lindo —continúo dándole caricias mientras veo sus ojitos brillando y su cola moviéndose de un lado a otro de felicidad. Escucho los aww y las palabras tiernas de mis amigos, de repente, arrojo una patada directo a su estómago hasta hacerlo sangrar, eso fue un pensamiento. Pestañeo dos veces. Sigo tranquilo acariciando al perrito, vuelve el pensamiento, ese pensamiento otra vez, lo esquivo dentro de mi mente pero es difícil. ¡Déjame en paz! ¡Déjame tranquilo! le grito desde dentro sin inmutarme tan siquiera por fuera, nadie sabría jamás la batalla que lucho en mi mente y lo mucho que me duele. No me deja disfrutar ni los momentos más hermosos de mi vida, todo lo bonito lo destruye para convertirlo en una idea asquerosa, sucia, desagradable, horrorosa y bestial, tanto que ni en palabras escritas ni habladas podría expresar las abominables imágenes que recrea mi mente. Soy un monstruo, solo que yo no he querido aceptarlo. Jamás haría algo como lo que pienso, jamás. Logro de alguna manera, calmarme internamente. Estamos dentro del edificio otra vez, Stacy y yo traveceamos las estanterías mientras Wagony juega con una consola que se instaló en la sala, yo, por el momento, encuentro un libro interesante: Las profundidades de la mente humana, dice la serigrafía en su portada —¿Puedo llevarme esto, Jasper? —Sí, tuyo —. Dejamos a Stacy en su casa y luego Jasper me dejó en la mía. —¿No te diste cuenta, verdad? —me dice. —¿De qué? —Stacy, le gustas. —¿Qué? No, ella es solo una amiga. —Bueno, ella no te ve como un amigo —ni siquiera me había dado cuenta, estaba tan ensimismado en mí —. ¿Estás seguro? —añado. —Bueno, casi seguro —al decir esto, ambos nos echamos a reír Me encierro en mi habitación husmeando el libro: “Las profundidades de la mente humana, ¿cuántas cosas podemos encontrar en ella?” Una mancha, una mancha me distrae y la limpio. Leo una y otra vez la misma línea hasta que por fin continúo. Hojeo página tras página, encuentro muchos conceptos que jamás había escuchado hasta que me topo con una palabra: TOC ¿qué? como el sonido cuando tocas una puerta ja, ja, ja. Leo el significado de sus siglas y lo que realmente conlleva: “El Trastorno Obsesivo Compulsivo es un trastorno de ansiedad caracterizado por pensamientos intrusivos recurrentes y persistentes (obsesiones) y comportamientos repetitivos o actos mentales (compulsiones) que la persona se siente impulsada a realizar para reducir la ansiedad que estos pensamientos provocan. Las obsesiones suelen ser pensamientos, imágenes o impulsos no deseados y angustiantes, mientras que las compulsiones son acciones que se llevan a cabo en un intento de neutralizar o aliviar la ansiedad de las obsesiones. Este trastorno afecta la funcionalidad diaria y la calidad de vida del individuo, y se cree que tiene una base neurobiológica con posibles factores genéticos y ambientales contribuyentes”. Cuando termino de leer

no puedo evitar esbozar una sonrisa y sentir una especie de alivio: entonces lo que yo tengo… tiene nombre. Tiene nombre, no soy el único; y si tiene un nombre… debe existir una ¿cura?. Continúo leyendo pero no encuentro nada más al respecto. Necesito más información. Paso las páginas hasta llegar a la última página en donde encuentro la dirección de una calle a nombre de Dra. Jackson, psicóloga. Al día siguiente fui a la escuela, luego al Centro Aeronáutico con Stacy y Jasper para finalmente, ir en busca de la dirección del libro. Me llevé una capucha para evitar ser visto, cuando por fin mis pies están frente a una puerta roja cereza y mi dedo toca el timbre solo una vez, conteniendo el impulso de hacerlo en un número par La puerta se abre y contemplo a una señora de edad avanzada. —¿Dra. Jackson? —pronuncio. ¿Dime? —me dice la señora muy extrañada de mi visita. Me debo ver demasiado extraño con la capucha así que la retiro y le explico todo, ella siente y me hace pasar. Me ofrece un poco de chocolate caliente, aguardando en un elegante sillón rojo al estilo victoriano. Ella está sentada justo frente a mí en uno igual, en medio de nosotros una mesa de madera color negro a juego con los sillones, donde reposan dulces y complementos. Ella comenzó a hacerme preguntas a las cuales yo respondí sin ningún tabú ni tapujos. Sin parar le expuse todo lo que sentía, ella solo me escuchaba mientras anotaba en una pequeña libreta que sostenía en su mano.

—Es que dígame, ¿soy un monstruo? ¿Es acaso esto normal? —le expresé entre sollozos al finalizar Era la primera vez que me sentía tan vulnerable, era un ambiente diferente, cómodo, en donde sabía que nadie me iba a recriminar —No eres un monstruo, eres muy valiente en venir aquí —me sonríe y luego con su semblante otra vez sereno continúa exponiendome de lo que verdaderamente me pasa—. Panem… no color de rosa. Los Juegos del Hambre, transmitidos a la vista de todo mundo, con esas imágenes… y el temor de ser tú quien vaya a estar en los zapatos de esos chicos algún día. Ya sea estar frente o detrás de esa pantalla, afecta la mente de las personas. El miedo, el miedo nos afecta más de lo que nosotros pensamos. En la mente tenemos: el consciente y el inconsciente, todo aquello que se guarda en el inconsciente nos afecta sin que nos demos cuenta, valga la redundancia, y cuando no manejas lo que pasa en tu cerebro, eres manejado por el inconsciente.

—Entonces, ¿cómo puedo controlar mi mente?

—Yo te guiaré a hacerlo, pero eres tú el único que tiene el poder de salir de esa situación. Será un proceso largo, pero podrás lograrlo.

Me despedí de ella y no pude ofrecerle más que lo que tenía guardado de las mesadas de papá. Sabía que tenía que seguir llegando, aún sentía vergüenza de que alguien se enterara por lo que estaba pasando pero me sentía liviano, como si un peso se me hubiese sido quitado.

Pasaron los días con mi habitual rutina, solo que esta vez con los cambios que la Dra. Jackson había añadido a mi vida. Respiro profundo y exhalo. Repito esto varias veces hasta que encuentro tranquilidad. No soy esos pensamientos que vienen, poco a poco los fui distinguiendo, quién era la otra voz y quién era yo; cuando a la otra voz la ignoraba, se iba. ¿Esto es lo que los demás sienten? Puedo comer y disfrutar de los sabores sin que nada me distraiga, puedo ver la naturaleza, disfrutas de sus colores, olores, puedo volar y disfrutarlo plenamente de verdad. Esto era vida hasta que los días de La Cosecha se fueron acercando, pero este es mi último año, las oportunidades de salir son muy pocas. Me siento mal por aquellos que serán elegidos, pero es así, no puedo hacer nada para cambiarlo y mucho menos es mi culpa.

Wagony y yo nos encontramos en su guarida, viendo al techo y hablando de la vida.

—Oye, Luke, ¿nunca le has preguntado a tu padre si ya te deja ocupar el asiento del piloto? ¿al menos una vez?

—No, agradece que nos ocupen de copiloto, a nuestra edad ni deberíamos tener ningún tipo de control sobre aerodeslizadores. Al cielo hay que tenerle el mismo respeto que al mar Somos privilegiados.

—Pero tú eres muy bueno. Piénsalo, tú de piloto y yo de copiloto.

—Sí, sería genial. En un futuro tal vez no muy lejano —se me forma una sonrisa.

—¿Por qué tendría que ser un futuro lejano, por qué no puede ser… esta semana?

—¿Esta semana? —la sonrisa desaparece, en cambio llega un sentimiento de desconcierto—. ¿De qué hablas, Jasper? —su cara maliciosa me delataba todo, trama algo entre manos.

—Ya escupe, ¿ahora qué quieres hacer? ¿en qué problema me quieres meter? —se gira hacia mí y comienza a soltar todo.

—Descubrí que uno de los aerodeslizadores en reparación tiene el rastreador dañado. Es decir, puedes volar con él y no va a ser localizado.

—No funciona tan…

—Shh… escúchame. Ya investigué todo, está en perfecto estado, casi lo terminan de arregl…

—No es cien por ciento seguro entonces.

—Shh… solo son detalles, está en perfecto estado, creéme, ¿cuándo yo he fallado?

—Pues…

—No respondas, pero te juro que todo estará bien. El punto es, que podemos ir uno de estos días y tomarlo prestado sin que se den cuenta. Activamos el sistema de invisibilidad y no pasa nada. Luego, lo devolveremos justo donde estaba.

—No podemos ir nosotros dos solos en la cabina, debe haber alguien en tierra en…

—Las torres de control, lo sé. Solo necesitamos una persona, es más que suficiente.

—¿Ah, sí? ¿Y quién?

—Stacy.

—¿Ella lo sabe? ¿Ya aceptó?

—No, pero lo hará cuando tú le digas.

—Yo no, dile tú, ¿por qué yo?

—Porque tú le gustas, hará cualquier cosa que le pidas.

—¿Quiéres que me aproveche de eso para que haga lo que tú quieres?

—Si lo dices así suena horrible.

—¡Es horrible! ¿Te estás escuchando?

—¿Qué dije?

—¡Quieres que manipule sus sentimientos!

—¡Ay, no! Sí tienes razón, suena horrible, perdón.

—Tu plan tiene miles de fallos, si quieres hazlo tú solo pero yo no iré.

—Bien, no vayas, pero cuando seas viejo y recuerdes tu juventud, no tendrás anécdotas interesantes que contar. Te arrepentirás cuando te des cuenta que viviste una vida aburrida.

—Bien.

—Bien.

Los días de la semana pasaron pero dudo que Jasper haya hecho algo con la cantidad de personas a cargo del lugar. Los pensamientos de mi cabeza iban y venían, me iba bien y de repente recaía, pero al menos nunca volvía a irme tan mal como antes de entender lo que pasaba por mi mente. Se sentía el estrés por las calles, ese silencio que te avisa la muerte venidera de dos desgraciados chicos que serían los siguientes en ir Lo más raro de todo, fue cuando obligué a Jasper a decirle a Stacy lo que planeaba (sin decirle su plan de manipularla a través de mí) pero lo que nunca esperé fue que Stacy dijera que sí. Ella dijo: “Si al final no lo acompañamos nosotros igual lo va a hacer y qué mayor seguridad que tenga a su agente en la torre de control”. Creo que soy el único cuerdo, si los atrapan será su fin. ¿Y la lealtad a tus amigos? Entonces no eres un amigo real. Lealtad, lealtad. ¿Lealtad? No, hay que seguir las reglas. Reglas, reglas. Defraudaría a mi padre, no puedo. ¿Lealtad o reglas? ¿Mis padres o mis amigos? ¿Qué pesa más? ¿Qué es más importante?

La Cosecha

Llegó el tan ansiado y tan esperado día, con un clima perfecto para volar Una lástima porque no habrá vuelos. Tampoco habrá escuela, solo entrenamiento en el Centro de Aeronáutica. Saldremos temprano, así que haremos cosas sencillas. Me encuentro a Stacy y Jasper al finalizar y aunque sí estuve enojado con ellos toda la semana, en momentos como estos, creo que es mejor hacer las paces.

—Lo siento —les digo. Ambos arquean la ceja y se quedan viendo.

—¿Viniste a cambiar de opinión? —pregunta Stacy mientras se pule las uñas con su camisa.

—Vine a pedir perdón —retuerzo los ojos. Ambos se ríen y me abrazan.

—Disculpas aceptadas —dice Jasper muy sonriente. Observo que a nuestro alrededor hay muy pocos agentes y casi casi que no hay nadie.

—Bueno, nos vemos —me dice Jasper mientras se va con unos cables y unas cosas.

—¡Hey! ¿Pero a dónde van? Yo quiero ir con ustedes.

—Mmm… es que son cosas para… asdsjkd, para… cosas —responde Jasper.

—¿Qué?

—Es algo que nos asignaron, Luke. No podemos decirte —refuta Stacy Los dos se van sin dejarme responder, veo como más agentes salen por la puerta principal y en unas horas todos tendremos que estar en el Edificio de Justicia ubicado en la plaza central. Estos creen que yo soy estúpido. Me retiro para vigilarlos desde lejos, sin que se den cuenta, los sigo. Si están tramando lo que creo que traman, no sé qué haré. Los dos se separan y Stacy entra al centro otra vez pero Wagony se adentra por un pasillo del edificio. Lo voy siguiendo…

—¿Qué haces? —me grita mientras sigue de espalda con sus cosas en manos.

—¿Ya me van a decir qué están tramando? ¿No me digan que de todos los días de la semana es justo hoy que quieren volar ese aerodeslizador que no sirve?

—Y si es así, ¿qué? ¿Le vas a ir a poner queja a tu papá?

La pregunta me toma por sorpresa, pero no, no era ese mi plan, solo me dolía que hayan decidido hacer esto a mis espaldas.

—Necesitas un piloto, Wagony —cuando digo esto, no lo veo de frente pero sé que está sonriendo. Debo estar loco, loco de verdad.

El aerodeslizador que se encuentra frente a nosotros es una belleza, es más pequeño que los otros pero desde el panorama de la pista y el cielo despejado de fondo se ve fenomenal. Hace un día soleado, no he visto día más perfecto para volar que este, sin duda.

—¿Tenías todo calculado? —le digo a Jasper

—Cada detalle.

Veo cajas de botellas, comida enlatada, ropa y otros víveres de supervivencia en la parte de atrás. Me parece muy extraño ya que solo estaremos un rato en el aire y vamos a regresar

—¿Vamos a regresar para la cosecha, verdad?

—Sí.

—¿Y qué son todos estos víveres?

—Es solo por cualquier emergencia, no te preocupes. No pasará nada malo, te lo prometo, Luke. Te lo prometo.

—Está bien, recuerda muy bien tus palabras.

Revisamos una última vez el aerodeslizador, nos colocamos el equipo y ocupamos nuestros respectivos lugares: yo como el piloto y Wagony, como copiloto. Escucho un grito de felicidad de él mientras sostiene sus manos en el joke. Enciende la radio y escuchamos la voz de Stacy desde la torre de control.

—Probando, uno, dos, ¿me escuchan? —emocionada y con ese eco medio distorsionado escuchamos la dulce voz de nuestra amiga.

—La escuchamos fuerte y claro, comandante Stacy —dice Jasper, ella suelta una risa.

—¿Listos para despegar, capitán?

—Está todo listo —respondo mientras bajo unos últimos interruptores del panel de control de la parte superior Sujeto el radio en mi mano y lo llevo frente a mi boca:

—Distrito 6 Torre, Centro de Aeronáutica Vuelo 47, listo para despegar en pista 12—. Siempre quise decir eso. Poso mis manos en el cuerno de control.

—Centro de Aeronáutica Vuelo 47, autorizado para despegar, pista 12, vientos 090 a 8 nudos —responde Stacy desde la radio.

—Autorizado para despegar, pista 12, Centro de Aeronáutica Vuelo 47 —respondo.

Despegamos y no pude evitar sentir la adrenalina en mi cuerpo, las burbujas en mi estómago y el insaciable deseo de no dejar de volar jamás. Veo a mi copiloto, esa chispa en sus ojos aún sigue y me alegra verlo feliz.

—¡¿No es genial?! Te lo dije. Lo logramos y sin ayuda de nadie más que nosotros tres.

—No puedo creer que lo logramos.

—¿Me escuchan?

—Fuerte y claro.

—Mira la vista desde aquí —dice Wagony, mirando hacia la ventana. Recorrimos casi todo el Distrito, hasta que por fin llegamos a los extremos, muy cerca de nuestra guarida.

—Cuando me dijiste que querías volar, pensé que quería visitar otro Distrito o al menos conocerlos desde arriba. ¿Qué es lo que quieres exactamente? Somos tus amigos y te hemos acompañado en todo, dínos —termino, escucho que él suspira, escucho a Stacy quien nos habla de vez en cuando por el radio para avisarnos que nos está siguiendo. Sé que nos está escuchando.

—Quiero una nueva vida, Luke. No soy como tú, no soy como todos aquí. A veces siento que no pertenezco a este Distrito, no encajo con su gente, ni con su vida

—me mira fijamente por un rato y después continúa viendo al frente.

—¿Entonces para esto nos trajiste? Para poder escapar

—Solo quiero ver qué hay más allá de las fronteras.

—Chicos…

—No hay nada más allá de Panem, Jasper, esto es ridículo.

—Ridícili, ridícili, solo eso sabes decir.

—Chicos, escúchenme…

—Perdón por no ser conformista.

—Chicos, es tarde. Los agentes de la paz vinieron y…

—Pudiste haberme dicho antes, solo sabes meterme en problemas.

—Nos están buscando para ir…

—¿Quiéres ir allá? Bien, vamos allá.

—Bien.

—Bien.

Continúo el viaje pero esta vez acelero los propulsores y me dirijo hacia las orillas de Panem. Atravesamos una gran nube, vemos los rayos del sol cayendo sobre el paisaje y nos preparamos para el descenso.

—Veamos qué hay más allá de las paredes que nos rodean —digo, preparándome para lo que se aproxima—. Stacy, ¿cómo vamos? —no hay respuesta—. Stacy, ¡Stacy! Contesta.

—Stacy, ¿estás ahí? —Jasper toma el radio e intenta comunicarse con ella en la torre de control pero no responde —. Oh, no, esto es malo.

—¿Tú crees?

—Perdimos comunicación.

—¿Ahora qué?

—¿Regresar no?

—¿Ahora quieres regresar?

—No vamos a descender así si no tenemos comunicación desde aquí, es peligroso, tú eres el piloto.

—Y como yo soy el piloto, yo mando.

—¿Qué haces? Volvamos.

—La vida es un riesgo Jasper, las reglas se hicieron para romperse.

—No, ¿qué haces, Luke? Hay que volver No te lo tomes a pecho ahora.

Sonrío, apretando a fondo el acelerador y doy la información de lo que hacemos a la torre de control aunque nadie nos esté escuchando. Me encanta ser quien tome las decisiones ahora. Jasper está asustado pero aún con todo me sigue las órdenes.

—Ya, listo, ya estamos acá, ahora podemos regre… wow

Jasper se detiene para observar lo mismo que mis ojos ahora contemplan. No hay nada. Todo es tierra seca y grietas. Nos tardamos un rato buscando algo, alguna señal, hasta que quizá, hayamos visto algo verde, una planta tal vez.

—¿Ya estás contento?

—Es triste.

—Ahora sí, hay que regresar

Una turbulencia nos sobresalta pero lo mantenemos en orden, intento comunicarme con Stacy pero no hay respuestas aún cuando ya habíamos vuelto la zona del Distrito otra vez.

—¿Crees que le pasó algo?

—No lo sé, pero aún falta para que empiece la cosecha.

—¿Y si nos descubrieron? —me pregunta Jasper y ante tal cuestionamiento no puedo evitar tragar grueso, mis manos sudan y el estrés en mí se acumula como una bola de nieve. Si nos descubrieron eso sería algo muy grave, muy, muy grave. Sería mejor no regresar. El aerodeslizador sigue siendo invisible, se supone que

tampoco lo pueden rastrear pero no lo sé, el plan de Wagony tenía muchas fallas por donde lo viera. Esto es malo, esto es malo. Los descubrieron, los descubrieron, es su culpa. Rompieron una regla muy grave. —Luke, ¿qué hacemos? tengo miedo —me dice en un tono preocupado y cuando lo veo, su cara de preocupación no me ayuda en Es tu culpa nada. —Nos van a matar frente a todos, Luke, es nuestro fin —me dice aún más aterrado. Mis manos tiemblan, una bala llega hacia mi cabeza mientras estoy de rodillas frente al Edificio de Justicia, es la otra voz, regresó. Déjame, no ahora. Estos pensamientos son tus pensamientos, eres tú. Así de horrible eres. —Luke, Stacy no responde, ¿cómo se supone que vamos a regresar? ¡Estamos volando a ciegas! —me grita. —No lo sé, cálmate, estoy revisando el tablero. —Esto no te dará la información completa que necesitamos. —No nos queda de otra, es una carrera contra el reloj y cuando vean que no estamos. —No, no, Luke, tenemos que buscar otro lugar. —¿Qué lugar? Tú mismo lo viste, no hay otro lugar —cuando digo esto, escucho que Jasper se echa a llorar —No ahora, no ahora Jasper, mírame, estoy temblando, quiero vomitar, no sé qué hacer, pero tenemos que pensar en un plan rápido. —Digamos que nos secuestraron, que los rebeldes nos obligaron —cuando él dice esto un sonido persistente acompañado con una luz roja nos indica que algo anda mal —Hay problemas con el descenso. ¿Qué hora es?

—¡Bienvenidos, bienvenidos! —a través del micrófono como es de costumbre, una dama del Capitolio da la bienvenida a todos los presentes pues es exactamente en este momento que La Cosecha va a iniciar. Todos están presentes. Entre la multitud se puede ver a Stacy realmente preocupada buscando disimuladamente a los chicos entre la fila de varones, pero para su mala o buena suerte, la verdad ella no sabe cómo llamarle a esta eventualidad del destino, simplemente sus amigos no están. Los agentes de la paz encargados del centro donde realizan sus prácticas aéreas llegaron y se la llevaron. Supo muy bien cómo idear una excusa de porqué se encontraba hasta esa hora en la torre de control, sin embargo, cuando le preguntaron dónde estaban Luke y Jasper, no supo decir nada. No la interrogaron más, para su dicha solo la dejaron ir a la fila de las damas sin más cuestionamientos. Nadie creería que unos chicos tan ejemplares como ellos se saltarían una de las reglas más importantes, una que si la rompes, hay pena de muerte. Registraron los nombres de todos pero se dieron cuenta que faltan unos cuántos. Todos los años sucede, siempre están los que se quieren pasar de vivos ¿pero esperar eso de Luke y de Jasper? El agente de inscripciones no dijo nada, para estas situaciones, igual aparece su nombre en las urnas y luego, de todos modos, se busca al osado que creyó podría burlar la seguridad de Panem. Todo en la cosecha sigue completamente normal.

—Ya es hora, ya está empezando. Hay que aterrizar en el centro y correr y pongamos una excusa de que se nos hizo tarde —menciona Jasper. El pitido y la luz roja del tablero continúa, eso no es bueno, tendremos problemas con el descenso. Llegan las turbulencias y nos preocupamos gravemente por el estado del aerodeslizador que nos lleva. Más alarmas comienzan a sonar y muchas partes vitales del objeto aéreo comienzan a fallar —Vamos a llegar hecho pedazos —le digo. —Shh, no seas pesimista. Es solo un ruido para Aprieta el botón rojo asustarnos —ignoro la otra voz y me concentro plenamente en lo que estoy haciendo. El botón rojo, el botón rojo. La turbulencia ataca de nuevo hasta que Jasper y yo logramos mantener a esta bestia que vuela por las alturas, andando.

Habían elegido el tributo femenino cuando la hora de tomar al tributo masculino ha llegado. La dama de la bienvenida se acerca a la urna y en un bailoteo elige una papeleta, hay completo silencio hasta que lo lee.

—Jasper Wagoner.

Los murmullos de la multitud y la búsqueda de las cámaras para enfocar al desafortunado escogido no se hacen esperar pero todo cambia cuando se dan cuenta que esa persona no llega. ¿Dónde está? dicen todos.

Logramos descender a ciegas, las nubes quedaron arriba y podemos ver el suelo. —¿En qué parte exactamente estamos? —pregunta Jasper —No lo sé pero no tiene pinta de ser el Centro de Aeronáutica —continuamos descendiendo, arriesgándonos a ser visto por las personas. Comienzan a fallar más cosas del aerodeslizador y los sonidos y las luces están como locas en el tablero. —¡Se ha quitado el modo de invisibilidad! —le grito asustado. —Uno de los propulsores está fallando. Necesitamos aterrizar de inmediato a donde sea —me devuelve. Las obsesiones iban más intensas con una única compulsión que me pedían para aliviarlas: Aprieta el botón rojo. Sin soportar la tentación del llamativo color, acudo el llamado de mi mente, solo tocando por encima el botón, por un momento el deseo es saciado pero vuelvo a hacerlo, lo hago una tercera vez pero ahora me paso de fuerza y aprieto el botón en serio. ¿Qué he hecho? Es tu culpa. —Se activó la garra del aerodeslizado, ¿cómo?. —No lo sé —miento. Podemos ver claramente en qué parte nos encontramos: cerca de la plaza, vamos a aterrizar sobre el Edificio de Justicia. La nave se inclina, sin poder desacelerar o levantarla la punta de esta choca contra la bandera de Panem que ondeaba desde la parte más alta del Edificio.

Se escucha el asombro y los gritos de la multitud. Quienes están al frente de la fila, frente al escenario corren para apartarse al igual que aquellos que están en el escenario. Todos se apartan y la bandera de Panem cae completamente rasgada. Muchos se llevan las manos a la boca, las cámaras ni siquiera saben dónde enfocar, nunca previeron un incidente como este, los organizadores están que pegan un grito al cielo. La transmisión en vivo se corta pero continúan grabando el bochornoso suceso. La nave aterrizó justo a unos cuantos metros del Edificio, con graves daños en una de sus alas luego de impactar contra el concreto y desgarrar el símbolo patrio más preciado que puede poseer cualquier nación. Hasta este punto, todos se preguntan: ¿quién fue el causante de esto?

Mis manos tiemblan, observo a Jasper y él está temblando igual. Siento una mano que me jala y luego me azota contra el piso para colocarme unas esposas. Veo como a ambos nos sacan del aerodeslizador y nos dirigen hacia afuera muy cerca del escenario. Los asombros, murmullos y chismorreos de la multitud no tardaron en llegar: “¿Es el hijo del Señor Stonehammer?”, “Él es, qué decepción”. Por fin nos llevan hasta el escenario del Edificio de Justicia, veo el desastre que causó el impacto. La multitud no dice nada pero el alcalde nos observa con desaprobación. La dama se acerca al micrófono para preguntar: —¿Jasper Wagoner? —dice, no lo entiendo. Jasper levanta la mano igualmente extrañado. La dama por fin decide volver a hablar por el micrófono: —Has sido elegido para ir a los Juegos del Hambre. El shock era demasiado grande para mí. ¿Qué pasará conmigo entonces? Él no tendrá un castigo acá, él irá a morir allá. Veo a mi padre, con su mirada directa hacia mi persona, jamás lo había visto tan enojado. —Señor Stonehammer, creo que nunca lo imaginé de su familia. ¿Tiene algo que decir al respecto? —profesa el alcalde desde el micrófono con total desdén. Lo único que responde mi padre son unas palabras que se clavan peor que un cuchillo: —Él no es mi hijo —cuando dijo esto, hubo completo silencio entre todos pero yo, yo no pude evitar hacer más que sacar toda la ansiedad que llevaba acumulada, sin esperar, vomito en el escenario y se escuchan los sonidos de asco de las personas. Me veo a mí en esa pantalla grande, limpiándome la suciedad de la boca. Al final de todo, yo me llevo la peor parte. Me quedo aquí y me matarán, todo por culpa de Jasper Al menos él tiene una oportunidad de sobrevivir en la arena, pienso esto y un susurro de su boca apenas audible para mí, me dice: —Luke, vete. Yo puedo manejar esto. Al final yo te metí en esto —su compasión por mí, estaba realmente arrepentido. Nos encontramos en una situación difícil, ¿dónde es mejor morir?. No quiero venganza contra él, después de todo, es mi amigo y siempre lo ha sido, y por el momento, lo último que me queda porque al parece ni mi madre da la cara para defenderme en este momento. Ni mi madre, ni mi hermano, ni nadie. Busco a Stacy entre la multitud y solo la veo llorando a mares, cuando investiguen todo, no, Stacy. —Luke, hazme caso, tengo

todo bajo control. Confía en mí —¿que confíe en él?, suspiro y la verdad, una muerte u otra, da igual. Estamos perdidos.

—Me ofrezco como voluntario —digo al fin, despertando una vez más el asombro de todos, la cámara en primer plano hacia mi rostro. Los pensamientos intrusivos se fueron por un segundo, sintiéndome un tanto extraño con este primer acto de valentía.

—Dinos tu nombre querido —la dama me acerca el micrófono.

—Luke Stonehammer

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