Latinocalifornia mes de mayo

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MAYO 2013 Periodismo Alternativo con Compromiso Social

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María Luisa Arredondo: una historia que aún se teclea La fundadora de Latinocalifornia ganó el Premio Nacional de Periodismo en México Claudia Núñez

FOTO: Nancy Ramos

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a no se escuchan aquellos sonidos de teclas y barra espaciadora. Desaparecieron también las manchas de tinta y corrector líquido de sus dedos, pero las historias de la periodista María Luisa Arredondo se niegan a abandonar a la comunidad inmigrante del sur de California, una labor titánica que sigue cosechando frutos. El pasado13 de marzo, Arredondo recibió el Premio Nacional de Periodismo que otorga el Club de Periodistas de México. De los 7,900 trabajos que el jurado tuvo entre sus manos, la carrera periodística de María Luisa despertó el interés de los miembros del comité y no era para menos. Arredondo cuenta con más de tres décadas de labor periodística, diversos premios nacionales y la fundación de Latinocalifornia, un medio digital e impreso netamente comunitario dirigido a los inmigrantes del sur de California. Por decisión unánime su nombre se incluyó en el selecto y reducido grupo de 46 periodistas premiados, sin embargo, hay historias, luchas y sacrificios que los premios no revelan. El de María Luisa es uno de ellos. La crisis económica que estalló en 2007 silenció la voz de decenas de periodistas que se quedaron sin trabajo de la noche a la mañana. “Pero no hay mal que por bien no venga”, afirmó positiva Arredondo, cuya pasión por el periodismo fue más allá de toda crisis y con recursos muy limitados dio vida al portal Latinocalifornia.com “Como periodistas nunca debemos permitir que acallen nuestras historias. Tenemos la obligación de continuar sirviendo a nuestra comunidad y reportear con credibilidad. Lo fundamental no son los medios sino darle voz a las personas que no la tienen”, expresó. La primera página profesional de María Luisa se escribió en la ciudad de México, de donde es originaria. Su padre, propietario de una fábrica de calcetines, deseaba para su hija una carrera administrativa, por lo que ella consideró estudiar admi-

Arredondo: “El periodismo es uno de los trabajos peor pagados y más riesgosos por lo que se necesita una verdadera vocación de servicio”.

nistración de empresas. Sin embargo, una conversación casual con una amiga, cuando fue a presentar su examen de admisión a la Universidad Iberoamericana, la hizo cambiar de opinión. “Mi amiga me habló de que en la Ibero daban la carrera de CTI, que era sobre medios de comunicación y de inmediato supe que eso era lo que yo quería”, recuerda. La conversación la conectó a un pasado que creía olvidado, cuando en 1968, a la edad de 12 años, presenció muy de cerca el movimiento estudiantil de 1968 porque varios de sus primos participaron en él y fueron reprimidos por el gobierno. “Yo soñaba con ir las marchas, salir a las calles, unirme al pueblo, pero no podía porque era muy chica. Desde entonces pensé en dedicarme al periodismo para ser testigo directo de la historia y denunciar los abusos de los poderosos”, narra. Su domino del idioma le abrió la primera oportunidad profesional en el diario La Prensa, como asistente del jefe de redacción, pero fue su paso por la Revista Latinoamericana Visión lo que la envolvió en el mun-

do de los derechos humanos, ángulo que marcaría para siempre su vida profesional. “Realizábamos cinco ediciones y circulaban 350,000 ejemplares de México hasta Argentina. Cubríamos temas de pobreza, conflictos civiles, política internacional. Ahí fui jefa de redacción y esa plataforma me abrió un conocimiento muy amplio de lo que sucedía en el mundo”, recuerda. En 1988, preocupado por la ola de crimen e inseguridad que avanzaba en la capital mexicana, su esposo decidió emigrar a Estados Unidos, viaje al que se uniría María Luisa un año más tarde, con sus dos hijos. Otro país, cultura e idioma pondrían una hoja en blanco frente a la máquina de escribir de la periodista. “Fue muy difícil. Me sentía fuera de lugar, sin contactos, sin conocer el idioma. Tuve que comenzar de cero”, afirma. Nuevamente el deseo de lucha que caracteriza a Arredondo la hizo superar la crisis del cambio para darse a la tarea de informar e innovar en los medios hispanos de California. En 1992 se unió a la estación de radio La Voz, que cerró sus puertas

por razones económicas. Ese mismo año ingresó al diario La Opinión, el periódico en español más importante de Estados Unidos, donde colaboró durante 16 años como reportera y editora de varias secciones, entre ellas la primera plana. La conexión con la lucha de los inmigrantes fue inevitable. Como alguna vez soñó, Arredondo fue testigo de uno de los movimientos más importantes en el tema de inmigración, las manifestaciones contra la proposición 187. “Era muy triste ver todo el sentimiento de racismo que surgió y a la vez muy interesante poder ser parte de la unión de los inmigrantes”, afirma. Una cobertura donde narró la lucha contra la segregación escolar en el estado la hizo merecedora al premio a la mejor serie educativa de California Teachers Association. Arredondo también recibiría el premio Frank del Olmo a la Periodista del Año de la National Association of Hispanic Journalists (NAHJ) y el galardón a la mejor columna editorial de New America Media, entre otros. “La carrera de periodismo es uno de los trabajos peor pagados y más riesgosos del mundo por lo que se necesita una verdadera vocación de servicio. Esta profesión no es para aquellos que buscan fama o mucho dinero”, opinó la periodista. Tras abandonar las filas de La Opinión, Arredondo fundó Latinocalifornia, que además de dar voz a los inmigrantes, es también un espacio para otros periodistas que, pese a los despidos, han continuado con su pasión por narrar historias y denunciar abusos. “Latinocalifornia nos ha dado la oportunidad de explorar las nuevas posibilidades que ofrece el periodismo digital. Este no es el trabajo de una sola persona, sino la colaboración de muchos colegas” afirmó Arredondo. El resto es una historia que aún se teclea porque para periodistas de corazón como María Luisa, los sonidos de las maquinas de escribir y sus historias, nunca mueren, sólo se transforman.


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