Las actividades productivas generan impactos significativos y modifican el funcionamiento del ciclo hidrológico, tanto en la cantidad de agua como en su calidad. Principalmente para el acuífero del Golfo de Urabá se identifican tres actividades que podrían impactar significativamente el acuífero: la actividad agroindustrial, las actividades de servicio y comercio y la minería. Para mitigar los impactos que generan estas actividades en el recurso hídrico subterráneo es necesaria la definición de buenas prácticas, que son un conjunto de recomendaciones y medidas útiles que sirven para prevenir, modificar o mejorar los comportamientos que pueden llegar a generar un impacto negativo sobre el sistema natural.