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José Luis Martínez Valero

Contesté que me quedaba una duda para confirmar este paseo por la Séptima Avenida. Dije: si aceptamos que García Lorca embarcó con la familia, si llegó a la gran ciudad de Nueva York, donde ya había estado, ¿por qué interrumpió su obra?, ¿por qué nadie conoció años después esta odisea? Me consta, confesó el revelador de este extraño suceso, repitió casi en mi oído, me consta que los verdugos, quizá sobornados, exigieron que no volviese a escribir, que callase para siempre, si quería seguir vivo, porque allí donde iba tenían cómplices, siempre dispuestos a poner fin a su vida, si se atrevía a romper el pacto. También que hablar supondría un peligro mortal para los familiares y amigos que habían quedado en Granada. Cuando Federico García Lorca recibió el tiro de gracia, aquella madrugada llena de estrellas, quizá pensó que le hubiese gustado ser una más. Sin proponérselo, los asesinos, se lo concedieron.

José Luis Martínez Valero

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