“Política y Religión” nos llevan a imaginarnos un libro conflictivo: nada más alejado de esa realidad. La cultura mesoamericana se formó y civilizó con poderes eminentemente teocráticos; después ocurrió una conquista militar con tintes del mismo modo teocráticos. Así, en ese caldo de cultivo
social comienza a desarrollarse lentamente el quehacer de la política, con influencias extranjeras monárquicas, imperiales y liberales, situación que
ha llevado a México a una lógica y eventual resultante de confrontaciones, que no son otra cosa que la búsqueda de la madurez para poder acceder a niveles sociales más evolucionados, incluyentes y respetuosos de las ideas, como el autor aclara, “Crecer duele”.