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nuestro interlocutor. No podemos olvidar que cuando hablamos, los humanos somos tanto expresivos como receptivos (claro hay unos que son mucho más expresivos y mucho menos receptivos). De esta forma se podría decir que de la comunicación con nuestro entorno se desprenden relaciones, roles, y otros aspectos esenciales que construyen nuestra identidad y personalidad. En el lenguaje, la sociedad encuentra un factor que le aporta estabilidad y adaptabilidad a las constantes transformaciones y cambios de la vida diaria. Al fin y al cabo, las tendencias y los grandes movimientos sociales se desprenden de simples conversaciones entre personas
que decidieron expresarse y difundir el mensaje de boca en boca. Piénsalo, porque es así que nacen las revoluciones culturales y los movimientos sociales: nacen a través de conversaciones y por eso mencionamos el poder del lenguaje y la utilización del consumidor como un medio portador de esa conversación. En conclusión, consciente o inconscientemente, nos estamos formando y definiendo a partir del lenguaje porque la gente nos percibe y en cierta forma nos modifica tomando en cuenta nuestro discurso. En otras palabras, somos producto de lo que hablamos o de lo que dijimos y de ahí la importancia de nuestras conversaciones diarias.