Bryan es un joven artista que ha hecho del fuego su compañero inseparable, una extensión viva de su ser. No lo domina ni lo controla; se funde con él, hasta que no se sabe dónde termina su cuerpo y dónde comienza la llama. Juntos danzan, se abrazan en el aire, transformándose en un solo latido ardiente que ilumina la noche. Su arte es un rito íntimo, pero a la vez compartido, desplegado en las calles, las playas, los rincones del mundo. El fuego no es solo su herramienta, es su lenguaje, su refugio, la chispa que lo habita. Así se entrega, así arde su vida.