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Del Imperio al imperialismo “

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CAPÍTULO III

DEL IMPERIO AL IMPERIALISMO

IMPERIO E IMPERIALISMO EN JORGE LUNA YEPES Y EN JULIUS EVOLA, PRECISIONES NECESARIAS DE CONCEPTOS POLÍTICOS

En el estudio de los sistemas políticos comparados que la mayoría de veces se reduce a las distintas formas de democracia, Imperio e imperialismo parecerían sinónimos. Sin embargo, a la luz de la concepción tradicionalista de Julius Evola por un lado, y la nacionalrevolucionaria o de tercera posición de Jorge Luna Yepes por el otro, son antítesis. En la historia de las ideas, en particular de las ideas políticas ecuatorianas, pocos pensadores han alcanzado un grado de claridad y penetración sobre las causas de la decadencia de la idea política y su expresión plasmada en la realidad: el Estado. Jorge Luna Yepes, prácticamente un desconocido en nuestros días, fue un líder político ecuatoriano, así como historiador, y figura máxima del movimiento de tercera posición Acción Revolucionaria Nacionalista Ecuatoriana durante la segunda mitad del siglo XX. En el caso particular de este capítulo nos interesan sus ideas políticas desarrolladas y expuestas en diferentes escritos a lo largo de décadas, específicamente la de Imperio y la de imperialismo; Luna entendía a ambos conceptos como enfrentados entre sí, y así nos lo señala claramente, definiendo al Imperio de la siguiente forma:

»Vosotros sabéis que una vez fuimos tan grandes que en nuestras lindes el sol no se ponía. Y siendo esto una verdad en el campo

físico, lo era más profundamente en el campo del espíritu… (el) Imperio español de la decadencia, fue quedar confiadamente en el campo de la inactividad. Nosotros tenemos que reaccionar contra algo que se hizo vicio nuestro, pero que no fue de nuestros mayores. Esta inactividad después del éxito no es consustancial con el genio hispano… Si un día fuimos grandes, ¿Cómo no hemos de volver a serlo cuando sirvamos en plenitud a nuestros no igualados destinos?... tenemos que lanzarnos a la reconquista de lo que fue nuestro. ¿Qué fue nuestro? Nuestra fe, nuestra grandeza imperial. El Imperio. ¿Imperialismo? Imperialismo, no…150

En cambio, imperialismo para él significa lo siguiente:

»¿Y cómo no vamos nosotros a volver por lo que antes fuimos? ¿Cómo vamos a rehacer este Imperio? Os decía que como imperialismo, no. Imperialismo es el sentido hegemónico de un pueblo sobre otro pueblo, que salta sobre las cuestiones de derecho, que salta por encima de la justicia. Esto no es de nosotros. Debemos ir a una reintegración de los pueblos hispánicos. ¿Qué se llame Imperio? Es discutible. El nombre es menos importante…. Afirmación imperial, no… imperialista.151

A su vez, históricamente concebía un orden específico dentro de la estructura cultural de la Monarquía Hispánica, describiendo una vida que «discurre sencillamente, sin ostentación… la vida hogareña y ciudadana de Quito en la unidad del Imperio»152, y cuando se refiere al quitense Miguel Jijón y

150 Luna Yepes, Jorge, Mensaje a las juventudes de España, Ediciones para el bolsillo de la camisa azul, Madrid, 1949. 151 Ibídem. 152 Luna Yepes, Jorge, Síntesis histórica y geográfica del Ecuador, 2da Edición, Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid, 1951, pág. 297.

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León (nacido en Cayambe), primer Conde de Casa Jijón, acentúa sus «grandes trabajos a favor de la Patria y del Imperio»153. Queda entonces, asentado por Jorge Luna Yepes que el Imperio es una unidad física y sobre todo espiritual, que debe ser recuperada. El imperialismo no equivale a Imperio, sino que es su adversario, por ser un sistema político hegemónico de un pueblo sobre otro, es decir, un sistema de opresión y explotación del centro hacia la periferia, contrario al sentido de unidad trascendente y en función del bien común que se explicita en el Imperio. De por sí, son destacables los conceptos de las ideas políticas de Imperio e imperialismo que presenta Jorge Luna Yepes, con una visión desprejuiciada y nada común en el Ecuador, por aportar con estas a un mejor y más pleno entendimiento de nuestra realidad política-histórica en el continente americano, donde la palabra Imperio se volvió sinónimo de la explotación capitalista estadounidense, siendo usual escuchar a los sectores ideológicos de izquierda –sobre todo- referirse despectivamente a Estados Unidos como «el imperio», e incluso haciendo alusiones similares –en el sentido de explotación capitalista- a otros países, en particular a España por su pasado en América. Por su parte el pensador tradicionalista italiano Julius Evola, también desarrolló no solo la contraposición de Imperio e imperialismo, sino que dota al Imperio de un sistema relacionado de aplicación para estos tiempos, basado en la experiencia y el desarrollo histórico de los imperios a lo largo de la historia universal 154 . «El fundamento de todo Estado verdadero es la trascendencia de su principio de la soberanía, de la autoridad y de la legitimidad»155. Evola pudo definir el Imperio de esta manera:

153 Ibídem, pág. 309. 154 Véase: Evola, Julius, Los Hombres y las Ruinas, Ediciones Heracles, Buenos Aires, 1994 155Ibídem pág. 33

»En épocas precedentes se pudo hablar de un carácter sagrado del principio de la soberanía y del poder, o sea del Estado156 … idealmente, una única línea conduce de la idea tradicional de ley y de Estado a la de Imperio157… Un ordenamiento político, económico y social creado en todo y por todo para la sola vida temporal es cosa propia exclusivamente del mundo moderno, es decir, del mundo de la anti tradición. El Estado tradicionalmente, tenía en vez un significado y una finalidad en un cierto modos trascendentes, no inferiores a los mismos que la Iglesia católica reivindicó para sí en Occidente: él era una aparición del ‘supramundo’ y una vía hacia el ‘supramundo’158… Después, los Imperios serán suplantados por los ‘imperialismos’ y no se sabrá más nada del Estado a no ser que como organización temporal particular, nacional y luego social y plebeya.159

Marcos Ghio, el principal traductor de la obra de Julius Evola al castellano y uno de sus principales estudiosos, detalla ejemplificando históricamente estas diferencias entre Imperio e imperialismo. Por una parte,

»el romano buscaba el Imperio, más que para poder vender sus productos y comerciar mejor, más que para enriquecerse, tal como acontece con los actuales ‘imperialismos’, para plasmar en la existencia de una idea de justicia y de sacralidad; y era dentro de tal contexto místico como Roma se erguía a sí misma como el centro espiritual del universo, en la cual los distintos pueblos de la tierra hallaban un orden superior a su mera inmediatez y a sus apetitos materiales, consiste en un equilibrio

156 Ibídem. Las cursivas son mías. 157 Evola, Julius, Rebelión contra el mundo moderno, Ediciones Heracles, Buenos Aires, 1994, pág. 59 158 Ibídem, págs. 55 y 56. Las cursivas son mías. 159 Ibídem, pág. 62. Las cursivas son mías.

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dador de sentido último a sus acciones. Así como el alma es el centro ordenador de un cuerpo evitando por su acción que sus partes se desintegren en una lucha incesante entre sí y en un flujo espontáneo hacia la nada, el Imperio es ese mismo orden superior en el seno de los pueblos y partes diferentes en que se compone una civilización, o aun la humanidad en su conjunto, de arribarse a la idea última de Imperio universal.160

Y por otra, «la idea moderna de imperialismo, el que no representa otra cosa que una extensión de la economía, queriendo significarse con ello además el otro dogma moderno (marxista) de que los hombres en última instancia solo se movilizan en la vida en función de satisfacer apetitos materiales y que por lo tanto la política y el imperio no serían sino la consecuencia o ‘superestructura’ de dicha disciplina.»161 Todo lo expuesto, me ha llamado poderosamente la atención, y considero este mi aporte particularísimo al estudio de las ideas políticas comparadas (en el Ecuador y el mundo). Hay una clara coincidencia que se genera entre los postulados del pensador y político ecuatoriano Jorge Luna Yepes y los del pensador tradicionalista italiano Julius Evola; además debemos destacar el hecho de que estas ideas se gestaron casi simultáneamente. Siendo conceptos políticos inéditos hasta entonces tanto en América como en Europa. La dicotomía entre Imperio como unidad política con un fin común trascedente, universal y espiritual (descontando de por sí el bien común), contra el imperialismo, que es el medio de explotación económica internacional162, sistema donde el núcleo central impera política y económicamente sobre el resto a modo de extractor de recursos.

160 Ghio, Marcos, en la Introducción a la obra de Evola: Imperialismo pagano, Ediciones Heracles, Buenos Aires, 2001, pág. 8 y 9. 161 Ibídem 162 Eduard Alcántara, estudioso de la metafísica y la metapolítica, señala: «A medio camino entre el imperio español y otros de corte eminentemente antitradicional (por lo mercantilista de los mismos), como el

Elorduy colegía sobre el significado del Imperio:

»La autoridad, que administran los príncipes, es participación de un poder que no tiene fin. Su obra política integrará, por siempre, como persona moral, el Imperio divino. Así es el verdadero imperio en la tierra, lo que esto no es –o a esto no contribuya-, téngase por sueño y vanidad, por crueldad que despedaza los pueblos, por barbarie que asola la tierra y por infierno anticipado. Imperio es idea-fuerza, idea creadora; es como el alfa creador de la Palabra de Dios. Imperio es culminación –como la omega del Logos divino-, que consuma la Redención de los hombres y de los pueblos.163

caso del imperio británico (que alcanzó su máxima expresión en el s. XIX) o del conocido como imperialismo ´yanqui´ (tan vigente en nuestros días), podríamos situar al de la Francia napoleónica. Y no sólo lo situamos a medio camino por una evidente razón cronológica, sino que también lo hacemos porque a pesar de haber perdido cualquier orientación de carácter espiritual (el laicismo consecuente con la Ilustración y la Revolución Francesa fue una de las banderas que enarboló), a pesar de ello, decíamos, más que motivaciones de naturaleza económica (como es el caso de los citados imperialismos británico y estadounidense), fueron metas políticas las que ejercieron el papel de motor de su impulso conquistador. Metas políticas que no fueron otras que las de exportar, a los países que fue ocupando, las ideas (eso sí, deletéreas y antitradicionales) triunfantes en la Revolución Francesa. Percíbanse los métodos agresivos y coercitivos de que se vale el imperialismo antitradicional (como caracterización que es de un nacionalismo expansivo) y compárense con la libre decisión (Sacro Imperio Romano Germánico) de participar en el proyecto común del Imperium que, a menudo, adoptaron reinos y principados. Compárense dichos métodos con la rápida decisión de integrarse en la Romanidad a la que optaron (tras su derrota militar) aquellos pueblos que se enfrentaron a las legiones romanas.” En su artículo “El Imperium a la luz de la Tradición». En: http://septentrionis.wordpress.com/2009/02/08/el-imperium-ala-luz-de-la-tradicion/ 163 Elorduy, Eleuterio, La idea de Imperio en el pensamiento español y de otros pueblos, Espasa-Calpe, Madrid, 1944, pág. 500.

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