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Conclusiones “

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CONCLUSIONES

Amigo lector, no me corresponde a mí juzgar ni extraer conclusiones, pues entiendo en justicia que es a usted a quien corresponde tan noble tarea. Empero, presentados ya los hechos, porque de eso adolece justamente nuestra realidad actual, de hechos y más hechos, no me queda más que pedirle que sea Vd. mismo quien concluya la obra, que sea valiente y tome partido. Me limitaré a facilitarle ciertos puntos de orientación que en esta ocasión no debo y no puedo dejar de señalar al objeto de allanar su camino:

1) La Monarquía Hispánica, se consolidó en su época como la estructura política más importante que haya existido hasta ahora en los últimos cinco siglos a nivel mundial, sostén de multiplicidad de pueblos y matriz de diferentes etnias, fue demolida desde adentro en un plan excelentemente orquestado por la plutocracia apátrida residente en ambos lados del océano Atlántico y los eternos enemigos extranjeros que ha tenido España. Bajo el espejismo de lo que se denominó libertad, los países del continente americano alcanzaron una independencia viciada ya en origen, con ánimo de trazar su prometedor futuro por separado. La realidad de los sucesos y sus consecuencias, sobradamente conocida por todos, fue otra. Acto seguido a la independencia, la América española o la España americana, lejos de alcanzar la luz prometida entró de inmediato en un período prolongado de tinieblas e inestabilidad política, donde la declinación económica de la mano de la fragmentación social constituyen el paradigma mismo de la balcanización, que en rigor histórico es latino-americanización, puesto que la atomización de la América llamada Latina por el imperialismo cultural francés, antecede a la de los Balcanes.

Quebrantadas las instituciones y todo orden, las entidades políticas surgidas ex novo eran la presa fácil de dictadorzuelos, caudillejos, caciques locales de la peor calaña... ejemplos todos ellos de corrupción y soborno. Mientras tanto, las naciones atlánticas como Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia, alcanzaron en el mismo período las más altas cotas de estabilidad política circunstancia que se tradujo en la etapa de su mayor desarrollo. El naciente capitalismo financiero, anegó los retazos de la nación española que habían ahogado con sus exportaciones, dominando con su crédito, y envileciendo con su moral mercantilista. Nos separamos no para ahondar en nuestros aciertos, sino para profundizar nuestros errores. En la España peninsular, se evidenció aquello durante el siglo XIX de igual forma. El Estadonación llamado España que surgió después de la separación también fue víctima de las mismas desgracias que asolaron sus hermanos americanos: caos político, involución socioeconómica, imperialismo, así como intervención militar extranjera. Tanto la Península como los Estados del Nuevo Mundo, sufrieron guerras civiles y pronunciamientos militares, incapaces de resolver las sucesivas crisis políticas, sociales y económicas, los nuevos estados en ambos lados del Atlántico experimentaron con todo lo que estuvo a su alcance para tratar de hallar el remedio milagroso. Desde la monarquía al republicanismo, pasando por el centralismo y el federalismo, con el gobierno representativo y las dictaduras cívico-militares de por medio. Sin embargo, era tarde ya, desafortunadamente no existía solución eficaz para aquellos Estados que negaban su misma esencia, cuya estructura fundamental había sido destruida por la «guerra la independencia» y cuyo sistema revolucionario había acabado con la mayor base económica más grande que conociera su tiempo. A medida que el mundo hispano decaía en todos los órdenes de la vida a lo largo del siglo XIX, los anglosajones (Gran Bretaña y los Estados Unidos) caminaban a la par en la exacta senda opuesta. La mal llamada independencia no consistió meramente en

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la separación de Quito de la Península y del resto de América, sino que cortó de cuajo el enorme y complejo sistema social, político y económico de la Monarquía Hispánica, que a pesar de sus numerosos defectos y múltiples errores funcionaba convenientemente para sus integrantes. Una unidad, un sistema y una estructura política de alcance mundial que, como la Monarquía Hispánica había demostrado durante siglos, ser real, siendo capaz de integrar nacionalidades antagónicas, tensiones sociales e intereses económicos dispares, a menudo conflictivos. Donde los estamentos superiores de América formaban parte integral de la élite imperial de la Monarquía, donde las necesidades de los más humildes eran reconocidas, protegidas y aun facilitando su promoción e integración. Enlaces familiares, logros políticos y económicos, pero sobre todo una unidad de destino, fines comunes y compartidos, así como relaciones de todo tipo, desde lo cultural a lo científico, sustentaban el tejido de la Monarquía Hispánica, en la cual cada reino y provincia integrante ya fuera en Europa, África, América o Asia, aportaba su singularidad particular, incrementando un rico acervo común de forma orgánica, complementándose los unos con los otros, logrando así consolidarse como el primer poder verdaderamente global de la Tierra en toda su historia. Basada en su unidad, la Monarquía Hispánica, de la cual el Reino de Quito formaba parte integral y por la cual lucharon y murieron denodada y heroicamente sus hijos criollos, regando con su noble sangre la tierra que hoy pisamos, y Quito en correspondencia con su identidad imperial, obtuvo y mantuvo su participación efectiva y suprema en la política y la economía mundial, siendo, como parte de la Monarquía, no sólo respetada, sino temida y aún reverenciada en todo el orbe. Se trata de un intrincado tejido que servía de ancla a la Monarquía, que iban creciendo conforme lo hacía su población y su economía, proveyendo un espacio integrador común, político y económico capaz de dar respuesta efectiva a cualquier disquisición partidista surgida en su interior, contendiendo a las presiones externas y permitiendo de esta forma que el complejo equilibrio de

poderes funcionara razonablemente bien de forma sostenida durante tanto espacio y tiempo.

2) Nos independizaron por la fuerza. La separación del Reino de Quito, respecto del resto de las Españas y de las Indias fue una imposición foránea manu militari, jamás se tomó en consideración ni la voluntad ni el criterio de sus propios habitantes. El proceso revolucionario que llevó a la dispersión de Hispanoamérica se basó en oscuros intereses que condujeron a la consolidación de repúblicas oligárquicas, tras las cuales la alta finanza internacional dio rienda suelta a su explotación. El desarrollo del imperialismo internacionalista financiero sería inexplicable, sin la utilización de los recursos hispanoamericanos para su consolidación global. En la época inmediatamente posterior a la independencia, se evidenció de forma inequívoca que las partes separadas de lo que fue la Monarquía Hispánica, de forma particular los Estados extra-europeos, se encontraban en desventaja asimétrica total con los poderes emergentes del planeta, en un mundo duro e incierto que reveló la impotencia y el fracaso compartido que aseguró la separación. Mientras nosotros nos desangrábamos, nos retrotraíamos e involucionábamos, aquellos que habían instigado la separación y fragmentación de la Monarquía Hispánica, Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia principalmente, aprovecharon las circunstancias históricas para su consolidación y ascenso imperialista, logrando un estadio de poder político y desarrollo económico que nunca antes habían conocido, circunstancia que les permitió imponer verticalmente sus políticas racistas al resto de las naciones, así como velar por sus intereses excluyentes, a lo largo y ancho del planeta. Pasamos de ocupar un puesto de preeminencia en el primer mundo, a ser la prostituta de muchos otros, primero de Gran Bretaña, después de Francia, luego Estados Unidos, y más recientemente la URSS o China. Vale preguntarnos, entonces: ¿En qué nos ha beneficiado la así llamada independencia y el gobierno republicano? ¿A Vd. en

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particular le ha beneficiado de alguna manera? ¿Ha valido la pena ese «beneficio» a cambio de la guerra más brutal que hemos padecido hasta la fecha? Responda estas preguntas en su fuero interno, tomando en consideración solamente el sustento desapasionado de los hechos, analice con sus hechos cotidianos, respóndase a quien le debe en gran parte su día a día. Cerremos por un instante los ojos y volvamos la vista allí donde empezó todo, a las heladas montañas del astur Covadonga, tenemos una Reconquista por delante. Andan por ahí mil cachorros sueltos del león español, advertía Rubén Darío. Me inclino a considerar que no, que lo más importante no es la historia, no son las reliquias, no es el pasado, por muy hermoso e inspirador que haya sido. Lo fundamental son ustedes, somos nosotros, mis coterráneos, hermanos y amigos de ésta tierra hispánica tan ancha como Castilla -esa Castilla que es la mitad del mundo-, los que están y estarán conmigo siempre en mi corazón, así como los que están aquí y ahora, frente y junto a mí. Puesto que lo similar, debe estar con lo similar. Eso es lo más importante y lo más justo. Lo que de aquí en más nuestra voluntad como acto decida y haga para nuestra mejoría, perfección y engrandecimiento personal y común. Ya poetizó el poeta, Gabriel Ruiz de los Llanos, otro dios de la creación como aquellos que nacían en Extremadura:

Si hemos vivido verdaderamente expresando lo eterno, Manifestándolo en cada acto, La muerte no se detendrá en nosotros. No terminaremos ni en el luto ni el llanto, Esas son las apariencias que engañan, Viviremos. No hay duda. ¡Viviremos! Amigo. Demás está decirte que esto es tuyo, Te lo dejo para siempre. Para vos. Para los nuestros.

Nosotros sabemos bien de qué se trata…

Se los dejo para siempre, para vos, para usted señor Diego, para ustedes, para los nuestros.

Simplemente Francisco