Una historia que se quedó sin título por empezar sin avisar
Esta historia, esta que en este preciso momento usted está leyendo, está intranquila. Era su momento de gloria y las cosas no están saliendo como lo había planeado. El personaje principal no ha llegado, y sin protagonista no puede haber historia, o eso, al menos, es lo que dicen los cánones. “¿Por qué no llega?”, se pregunta. “No me puede hacer esto”, piensa irritada (se supone que los lectores no pueden ver estos pensamientos y menos que la situación se está saliendo de control. Por eso este fragmento está entre paréntesis). Lo más delicado es que esta historia ya va para su novena línea y aún no ha pasado nada interesante. “¿Qué hago?”, piensa. Es muy tarde. Ya ha quedado expuesta al público y lo peor es que el final está muy cerca. “¡Estoy acabada!”, dice. Tiene razón.