Capítulo 2

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CUENTOS A CHORROS

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LA MALDICIÓN DEL LAGO Había una vez, una niña llamada Isabel que tenía 11 años. La niña vivía en una pequeña aldea con su padre al lado de una rambla. Todos los años la rambla se secaba, pero en invierno siempre volvía a llenarse de agua y a convertirse en un gran lago. Durante el invierno, mientras llovía, la gente sacaba sus cántaros a la calle para que se llenaran de agua y tener reservas para el

verano.

Cuando el verano llegaba el agua del lago todavía no se había secado del todo y como hacía calor, los niños la aprovechaban para refrescarse y jugar con ella. Además el pueblo estaba preparado para las altas temperaturas y la sequedad.

La gente del pueblo pensaba lo afortunados que eran por tener esa rambla al lado de la aldea y por vivir en ese maravilloso sitio que les daba unas buenas precipitaciones, aunque las temperaturas fueran demasiado

extremas. Pero la gente de aquella aldea era demasiado avariciosa y egoísta por eso, cada año, cogían toda el

agua que podían sin pensar en los demás, es decir, les daba absolutamente igual que algunas familias se quedaran sin agua, lo único que les importaban era tener agua para ellos pero esto, por suerte, casi nunca pasaba.

Un día pasó por allí un hombre con unas pintas extrañas en pleno verano y la gente de la aldea pensó que era un loco apunto de morir, así que nadie le hizo caso.

El hombre al ver que todos le ignoraban echó una maldición al lago pero a la gente no le importó. En ese

momento la gente pensó que no había pasado nada y estaba tranquila. Pero al día siguiente, cuando Isabel fue a recoger un poco de agua al lago,

apareció de repente un monstruo marino entonces se asustó mucho


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