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LA REVOLUCiÓN ESTETICA ... jesús pa rdo
«¿ Qué signo haces, ¡oh, ci sne !, con tu encorv ado cuello al paso de los tri stes y errantes soñ adores?».
Muestras ambas, to madas al azar, de un tipo de lenguaj e que no es estrictamente nuevo en el contex to pl anetario, pues rara es la cultura en la que esta revolución no se ha produc ido por lo menos un a vez, y cuyo primer ej e mpl o habría que buscar, imposi bl emente, en el homínido. Se trata, no de un fe nómeno localizado, sino general, de un paso haci a ade lante en el uso total del idi oma de la cultura en cuesti ón: hi spánica, latina, la que sea, y el que lo da no tiene porqué ser un genio incomparable. En latín, diría yo, Propercio, sin ser tan grande poeta co mo Vi rgili o, añadió ese mati z nuevo a la textu ra de su idioma, como Rubén D arío a la del castell ano sin necesidad de ser ta n vasto (y tan bas to) como Neruda, y extend iendo su desc ubrimiento tanto a la prosa como a la poesía, y tanto por su presencia en ell a: Valle-Incl án, Jarnés como por su ausenci a: Baroj a, Unam uno. y en esta generalidad está precisamente su ori ginalidad. Cuando di go que a mí Rubén Darío me enseñó a escribir qui ero dec ir que me despertó al verdadero va lor del idi oma, y no só lo co mo medi o de ex pres ió n, sin o co mo algo que e ntonces era nuevo: sonido expresivo. Idea que no ti ene nada que ver con la onomatopeya, y que ya habrán tenido, por ej empl o, los primiti vos anglo-sajones con su obses iva ali teración, pero só lo a medi as , pues la ali terac ión, como simp le rima intern a, no añade expres ividad al idioma, sino, úni camente, cierta e ufo nía elemental y concentrada . Rubé n/Properc io/Góngora/Cavafis/Verlaine/Stefan George/Pound/Holderlin van mucho más all á. Más all á, por eje mpl o, que los trovadores prove nzales alto medi evales, que son los que más se acercaron a esto con su lema: motz e-l son, o sea: pa lab ra y sonido/mús ica, pero no como si la palabra quedase coj a sin la música y la música si n la palabra, sin o, simpl emente, usa ndo la música como subrayado del sentido, no como su elemento indi spensab le. No sé de revol uc ió n semeja nte en nuestro idi oma desde que Góngora se anti c ipó a R ubén Darío con una notic ia muy semej ante , aunque tu vo la mala fortun a de hacerlo en un siglo y un ambiente tan abund antes de geni os literari os que su voz resonó en un vacío de hosti lidad e indi ferencia, condescende ncia incluso; co mo ser compos itor en e l Budapest de Béla Bártok, o escultor en la F lore nc ia de Mi g uel Ángel. Qui zás , ahora que lo pienso, haya que añadir a Bécquer entre Góngora y Rubén, no sé. Repito que esto no qui ere ni podría querer dec ir que Rubén, Gó ngora, Bécquer (es te úl timo provis io nalm ente) sea n más g randes que Lope o Es pro nceda o