REVISTA 049

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extremo que todo lo confía, convencido, a la palabra descarnada, precisa, medida, sin remedio: hay pocas dudas acerca de su ideología extremadamente conservadora, connivente -por disuasión indirecta, por su concepto y praxis alienante de la literatura- con el poder establecido, con la tradición inmóvil, etc .. Pensemos en el también extremo autor panfletario, de partido arriscado e irreductible en plan revolucionario: su ideología es igualmente clara. Entre ambos extremos, toda una gama de matices, que harán del discurso una obra de arte, siempre que no se margine ningún tipo de compromiso humano y su forma expresiva posea las mínimas calidades estéticas exigibles.

Vamos a recordar dos ejemplos de un mismo escritor conocidísimo: El señor Presidente y Leyendas de Guatemala, de Miguel Ángel. Asturias. ¿Alguien puede dudar de sus estéticos valores formales, expresivos? ¿Pero puede dudar nadie, igualmente, de su insobornab e compromiso con el hombre americano, con la historia, con el dolor y la esperanza de unos pueblos tan maltratados y ofendidos? Al cabo, bien pudiéramos cerrar este creador magma humano literario con el espléndido verso de Pablo Neruda del Canto General, de tan gratificante lectura : «Hablad por mis palabras y mi sangre». Incluída la «sangre del espíritu», la propia lengua.


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