Eco y Latido Nº 6 (Revista literaria)

BÉCQUER Retrato de un poeta

Nº VI

Bécquer: Vida y Obra – J. Nombela – P. Marroquín…

Poesía Clásica y de Verso Libre: Autores varios Ensayo: R. Menéndez Pidal – V. Zamora Vicente…

Prosa: G. A. Bécquer – Esopo – M. Mujica Lainez …

Premios 2020 - Nobel : Glück y Cervantes: Brines MMXX

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Director General - Contenido & Diseño Ariel Carrizo Pacheco (Argentina - España)

Director Literario Manuel López Costa (Venezuela)

Asesoría literaria Ana Mercedes Villalobos Pérez (Venezuela) Mireya Bohórquez (Venezuela) José Soriano Simón (España) Colaboran con su obra en este Nº 6º:

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IV

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Manuel Bast Guadalupe Cisneros-Villa Vicente Fernández-Cortés Miguel Garza Marlene2m Kalkbadan José Galeote Matas Líricodetrito Amparo Díaz (Azalea) Antonio Nieto Bruna Marián González Gustavo Parada Aguirre Manfred Selenschek Catalina Espinoza TribuZen Ben Ramón Carballal Martín Vera Luis Á. Ruiz Peradejordi Ana Clara Bonilla (Alma etérea) Khar Asbeel Vicente Moret Bonillo (Chu) Agustín Luis Martínez Felipe Fuentes García César Figueroa Vargas

© 2020 - Año IV, Nº VI - Eco & Latido, revista literaria digital y gratuita de Mundopoésia.

Fundada en 2017 por Luis Adolfo Izquierdo del Águila y Salvador González Moles. Logo de Giovanni Pietri. Todos los derechos reservados.

QUEDA PROHIBIDA SU COMERCIALIZACIÓN. Enlace :http://www.mundopoesia.com/foros/foro/ecoy-latido-revista-mp-descarga-gratuita.286/

SUMARIO

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Sumario: Editorial: Retrato de un poeta:

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Gustavo Adolfo Bécquer: Poesía eres tú…

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Poemas: Bécquer inmerso en los templos de España, por: Julio Nombela Bécquer, el poeta del amor y el dolor, por: Pedro Marroquín y Aguirre Un episodio becqueriano, por: José María Salaverría – Revista Caras y Caretas Poética clásica: Autores consagrados: Pío Baroja José Velarde, Miguel de Unamuno José María Castiñeira de Dios Julio Flórez, Ángela Figuera Aymerich José García Nieto Enrique Cadícamo José Antonio Ramos Sucre

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Autores contemporáneos: 30 - 34 M. Bast, G. Cisneros-Villa, V. Fernández Cortés, M. Garza, Marlene2m, Kalkbadan, J. Galeote M, Líricodetrito, A. Díaz, A. Nieto B., M. González.

Verso libre: 35 Autores consagrados: Rafael Cadenas 35 George Santayana 37 Alejandro Roemmers 38 Enrique Estrázulas 39 Manuel Bandeira, Archibald MacLeish 40 Nelly Vargas Machuca 41 José Ángel Buesa 42 César Vallejo 43 Autores contemporáneos: 45-48 G. Parada A., M. Selenschek, C. Espinoza, TribuZen, Ben, R. Carballal Carballal, M. Vera, L. Á. Ruiz Peradejordi, Ana C. Bonilla y K. Asbeel Ensayo: 49 Autores Consagrados: Caracteres de la literatura española. por: Ramón Menéndez Pidal 49 Tres poetas junto al río, por: Alonso Zamora Vicente 56 Autores contemporáneos: Reflexiones sobre el poema, por: Felipe Fuentes García 58 Desde la locura de mis pasos por: César Figueroa Vargas 60 Desde mi Yo no Soy que se parece al tuyo, por: César Figueroa V. 61 Prosa: 63 Autores consagrados: La ajorca de oro, por: Gustavo Adolfo Bécquer 63 Fábulas de Esopo 67 El hombrecito del azulejo, por: Manuel Mujica Lainez 69 Autores contemporáneos: La casa del promontorio, por: Vicente Moret Bonillo (CHU) 75 HB Mc Line, por: Agustín Luis Martínez: 81 Bibliográficas: 83 Certámenes Mundopoesía: Certamen de Literatura Infantil “María Elena Walsh” 85 Ganadores del 1er. Certamen para el “Jurado de la Musa” 94 3er. Certamen de Haiku “Marcos A. Minguell (Maramín)” 99 4º Certamen de Poesía “Eduardo León de la Barra” 103 Ganadores del Certamen “Poetas del Cielo” 109 Noticias Literarias: 117 Premio Nobel de Literatura: Louise Glük (2020), por: José Soriano Simón 117 Premio Cervantes 2020 para el poeta español Luis Brides, por: José Soriano Simón 120 A 100 años del nacimiento de Mario Benedetti, por Ana Mercedes Villalobos López 122 Correo de Lectores:

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EDITORIAL

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EDITORIAL El sexto número de Eco y latido aparece con un equipo ensanchado, para seguir brindándoles a nuestros atentos lectores una sucesión de páginas literarias que esperamos de corazón, sean de su buen agrado.

Durante este 2020 —marcado por una tremenda pandemia global que aún nos preocupa y limita— todos hemos reacomodado nuestra rutina, acrecentándose en muchos espíritus inquietudes artísticas para mitigar los necesarios aislamientos.

Eco y Latido no disminuye su entusiasta continuidad. En esta edición de 128 páginas (un cincuenta por ciento más extensa que la anterior), tres valores se han sumado a la asesoría literaria: las escritoras venezolanas Ana M. Villalobos Pérez y Mireya Bohórquez, y el escritor español José Soriano Simón, a quienes les damos nuestra más cálida bienvenida augurándoles una fructífera incursión por los rincones literarios de esta revista de Mundopoesía.com.

En la presente sexta edición encontrarán como principal homenajeado a uno de los escritores ineludibles del posromanticismo español: Gustavo Adolfo Bécquer (su compuesto nombre literario ya de por sí está entre los más familiares del mundo), cuya obra, si bien fue poco prolífera por la premura de su muerte, supo marcarse con letras de oro en la historia del arte sin fronteras.

Damos una panorámica de su vida y lo evocamos también mediante una reseña de su amigo Julio Nombela, que nos acerca con nitidez ciertos rasgos de la buena nobleza de su carácter.

Asimismo, publicamos un muestrario de su obra —once poemas y un cuento— y transcribimos una conmovedora reseña de Pedro Marroquín y Aguirre.

Dentro de nuestro apartado de “Poética Clásica”, rememoramos a Pío Baroja, José Velarde, Miguel de Unamuno, José María Castiñeira de Dios, Julio Flórez, Ángela Figuera Aymerich, José García Nieto, Enrique Cadícamo y José Antonio Ramos Sucre.

En otras secciones encontrarán más poemas de autores reconocidos (Rafael Cadenas, George Santayana, Alejandro Roemmers, Enrique Estrázulas, Manuel Bandeira, Archibald MacLeish, Nelly Vargas Machuca, José Ángel Buesa, César Vallejo) y contemporáneos, que en estos mismos tiempos próximos que nos alcanzan, van forjando su obra dándola a conocer (M. Bast, G. CisnerosVilla, V. Fernández-Cortés, M. Garza, Marlene2m, Kalkbadan, J. Galeote Matas, Líricodetrito, A. Díaz, A. Nieto Bruna, M. González, G. Parada Aguirre, M. Selenschek, C. Espinoza, TribuZen, Ben, R. Carballal, M. Vera, L. Á. Ruiz Peradejordi, A. C. Bonilla y K. Asbeel).

Dentro del apartado de relatos podrán leer la

leyenda becqueriana de La ajorca de oro, algunas célebres fábulas de Esopo y uno de los cuentos más bellos del escritor argentino Manuel Mujica Lainez: El hombrecito del azulejo.

Vicente Moret Bonillo y Agustín Luis Martínez se suman con dos obras que son una muestra de la narrativa contemporánea.

En “Ensayos de autores consagrados” rescatamos dos excelentes trabajos no reeditados desde hace siete décadas: Caracteres de la literatura española, de Ramón Menéndez Pidal y Tres poetas junto al río, de Alonso Zamora Vicente. Por otra parte, tanto Felipe Fuentes García como César Figueroa Vargas aportan sus ensayos contemporáneos.

Tras la sección “Bibliográficas” con sus reseñas de ediciones, publicamos las obras premiadas en cinco certámenes de Mundopoesía.com desarrollados durante el transcurso del año: el de literatura infantil “María Elena Walsh”, el del “Jurado de la Musa”, el 3º de Haiku, en homenaje a “Marcos Andrés Minguell (Maramín)”, el “4º realizado en tributo a “Eduardo León de la Barra” y, por último, el de “Poetas del cielo”, en recuerdo de autores que supieron dejar su huella lírica en un público lector siempre agradecido. En el próximo número, publicaremos los resultados del último certamen del año, el de temática navideña, que actualmente está muy encaminado, con participaciones de obras poéticas y narrativas.

En “Noticias literarias” reseñamos los anuncios del Premio Nobel de Literatura de 2020 otorgado a la estadounidense Louise Glük, así como el Premio Cervantes que obtuvo el español Luis Brines (2020), y el centenario del natalicio del escritor uruguayo Mario Benedetti. De todos ellos presentamos una selección de sus poemas.

Finalmente el “Correo de lectores”, incorporado desde el anterior Nº 5, cierra esta edición con mensajes que mucho agradecemos por incentivar tan positivamente nuestras labores de redacción.

No podemos dejar de expresar nuestra gratitud a las Sras. Julia Olivera y Mª del Carmen de la Administración de Mundopoesía.com, el mayor portal literario de habla hispana, por la excelsa labor desarrollada y el aliciente que atentamente nos brindan. Nos agrada continuar esta revista, cuyos ecos y latidos son una ida y vuelta entre autores y lectores de asombrosa imaginación.

Director Gral.

Diciembre de 2020.-

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G. A. Bécquer retratado por su hermano Valeriano

Gustavo Adolfo Bécquer: Poesía eres tú...

Por

Pinceladas biográficas

Gustavo Adolfo Domínguez Bastida nació en Sevilla, el 17 de febrero de 1836. Fue el quinto hijo de José María Domínguez Insausti y de Joaquina Bastida y Vargas.

El apellido Bécquer es tomado de unos antepasados de la familia paterna, oriundos de la región de Flandes. Su padre y su hermano Valeriano (tres años mayor), fueron talentosos pintores que firmaron sus obras adosando este apellido, y Gustavo Adolfo lo mismo haría con sus futuras creaciones literarias y dibujadas.

A los diez años, ya la muerte, al dejarlo huérfano, le había infundido el óleo amargo de la tristeza. Pues en 1841 falleció su padre y en 1846, su madre. Al poco tiempo ingresa al Colegio San Telmo, donde permanece internado

durante un año. Luego su madrina, Manuela Monehay Moreno, lo hospedó en su casa, donde recibió una sólida educación preponderantemente orientada hacia las artes; tal es así, que, además de escribir poemas, en 1852 estudió pintura con Antonio Cabral Belgrano y luego con su tío 2º Joaquín Domínguez, primo de su padre.

Arribo a Madrid Con dieciocho años, en octubre de 1854, se instala en una pensión de la calle Hortaleza de Madrid, contando con dos amigos muy importantes en su vida: Narciso Campillo y Julio Nombela.

José Montero Padilla en su precisa introducción a Desde mi celda (de la editorial peruana EPLA), apunta al respecto: “Se sucederán entonces días de lucha y de privación, de esperanza también y

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de proyectos ilusionados… Muchas horas suyas, hasta la de la muerte, han de transcurrir en Madrid.

La existencia del escritor tiene como escenario, además de Madrid, diversos lugares y ciudades. Algunas de éstas adquieren un especial relieve.

En primer lugar Sevilla, la ciudad natal, cuyo recuerdo constituirá siempre una dulce nostalgia para el poeta, y que conserva hoy, fragantemente vivas, resonancias becquerianas propicias al itinerario evocador: calle del conde de Barajas, en cuya casa número 22 (en la que existía entonces en el lugar) nació. La Plaza de San Lorenzo, Palacio de San Telmo, Convento de Santa Inés, Venta de los Gatos… Y muchas veces Sevilla se hace presencia emocionada en la obra del escritor…”.

ECO Y LATIDO 6 frívola en un acto y en verso —La novia y el pantalón (1856)— y adaptó el episodio de Cardenio en La venta encantada (1857), una zarzuela, también en colaboración con su amigo y con música de Antonio de Reparaz, que no se estrenó hasta 1861. Una de sus obras, adaptación de otra francesa, también escrita en colaboración y firmada como acostumbraba con el nombre de Adolfo García —La cruz del valle—, provocó una injusta y cruel crítica en la que se le acusaba de “de desenterrar comedias y dramas del repertorio francés, ya traducidos y representados, convirtiéndolos en zarzuelas más o menos aceptables, pero que vienen a producir a los exhumadores grandes ventajas, puesto que cobran el mismo tanto por ciento que por las obras originales.”

Se aboca, además, a escribir sobre la Historia de los Templos de España (idea presentada ante la reina Isabel II), un demandante trabajo finalmente inconcluso —fue publicado en 1857 sólo su primer tomo, dedicado a Toledo—. A propósito de esta obra él mismo escribió: “Para llevar a cabo este proyecto era preciso luchar con grandes dificultades materiales, y hacer estudios superiores a mi edad y ajenos a mi inclinación.”

Se dedica también al periodismo, aunque al principio con poca suerte. Intervino en el único número del semanario El Mundo, que costeó Javier Márquez. Tuvo otra incursión poco fructífera en La España Musical y Literaria.

En 1860 se suma a la fundación intelectual de El Contemporáneo, donde su labor periodística comienza a darle un mayor sostén económico. Allí publica su estudio crítico de La soledad, de Augusto Ferrán, Cartas literarias desde mi celda, y sus Cartas literarias a una mujer, donde asienta lazos afines a las que serían sus célebres Rimas.

El posromanticismo En la segunda mitad del siglo XIX, cuando se afianza la novela realista, la poesía encuentra en Bécquer la más representativa expresión del posromanticismo.

Solar natal del poeta, Conde de Barajas 22, Sevilla

Es en Madrid donde se desarrolla con ímpetu juvenil su despliegue literario. Con Luis García Luna colabora en obras teatrales fimadas bajo el seudónimo de Adolfo García. A propósito de esta etapa, Juan Alcina, en un interesante estudio preliminar de 1971 para una edición de Rimas y Leyendas (de Bruguera) nos comenta: “Otra salida la pretendió encontrar en el teatro [...]

Comenzó intentando la dramatización, en Esmeralda (1856), de la novela Nuestra Señora de París, de Hugo; sin éxito compuso, en colaboración de Luis García Luna, una comedia

Luis Cernuda opina que Bécquer tiene para la poesía española contemporánea a ese período, y a los subsiguientes, el mismo valor que Garcilaso tuvo en la lírica de los siglos XVI y XVII. Su breve pero contundente obra poética, las Rimas, escritas entre 1859 y 1868, y recién publicadas en 1871, póstumamente, son el comienzo de una poética que dará sus ricos frutos varias décadas después, repercutiendo en creadores como Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado o el propio Luis Cernuda.

La poesía de Gustavo Adolfo Bécquer tiene una gracia que no empalaga, es portadora de una sencillez musical que logra conmover desde su delicadeza, desde la emotividad de su lírica “natural, breve y seca”; tripartito criterio de estilo que el poeta profesaba, y así describía.

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Bécquer es además el escritor de cautivadoras Leyendas (1872), de pura inspiración romántica y prosa de efluvios poéticos que reviven historias populares y abarcan temáticas de ambientaciones muchas veces intrigantes y fantásticas.

Entre las más conocidas están: Maese Pérez el organista, El miserere, La corsa blanca, El beso, Los ojos verdes y La ajorca de oro, que más adelante incluimos en esta revista.

Toledo, Soria y Veruela

que yo cerraría sus entradas con una barrera y pondría sobre la barrera un tarjetón con este letrero: «En nombre de los poetas y de los artistas, en nombre de los que sueñan y de los que estudian, se prohíbe a la civilización que toque a uno dolo de estos ladrillos con mano demoledora y prosaica.»”.

Ya rememoraremos el relieve protagónico que adquiere la Catedral de Toledo en el citado relato La ajorca de oro, integrante de Leyendas.

Panorámica de Toledo

Plaza Mayor de Soria

Toledo, fue una de las ciudades fundamentales en la vida de Gustavo Adolfo. “Para él, Toledo era el sitio adorado de su inspiración”; así de categóricamente se refería un amigo y biógrafo del poeta: Ramón Rodríguez Correa, al prologar en 1871 la primera edición póstuma de sus obras.

Es que el propio Bécquer tomó varias veces el trasfondo de esa bella ciudad como escenario de sus Leyendas, amén del mencionado volumen de de su Historia de los Templos de España, protagonizado por la catedral y otros templos toledanos. De esta última obra extraemos este párrafo sobre San Juan de los Reyes, de prosa notablemente poética: “El alto silencio del abandono vive ahora en vuestros muros, entre cuyos sillares crece la yedra, que da sombra al nido de la golondrina, hecho de leves plumas sobre el dosel de las estatuas. La brisa del crepúsculo murmura un cantar misterioso en las frondas de vuestros sauces, y una tinta azulada y melancólica baña en tenue vaguedad el interior de vuestro templo. El poeta os ama, porque habéis sufrido…”.

Soria es otra de las ciudades amadas intensamente por Bécquer, a tal punto que Antonio Machado, refiriéndose a ella ha escrito: “… es una ciudad para poetas, porque allí la lengua de Castilla, la lengua imperial de todas las Españas, parece tener su propio y más limpio manantial. Gustavo A. Bécquer, aquel poeta sin retórica, aquel puro lírico, debió amarla tanto como a su natal Sevilla, acaso más que a su admirada Toledo”.

Montero Padilla apunta: “Y Toledo, tan rica de recuerdos y testimonios históricos, artísticos, de su pasado, se muestra como prototipo de ciudades arqueológicas. Al respecto y (con el) especialísimo cuidado que ellas merecen se refiere el escritor: «Toledo, para los amantes de las glorias y las leyendas de los siglos que han sido, y Sevilla, para los entusiastas de las costumbres características de un país, debieran dejárnoslas intactas siquiera para muestra…»”.

Análoga idea se encuentra, bellamente expresada, en la leyenda de Las tres flechas: “Hay en Toledo una calle estrecha, torcida y oscura, que guarda tan fielmente la huella de las cien generaciones que en ella han habitado…,

El crítico Helidoro Carpintero en Bécquer de par en par (de 1957), ha reflexionado sobre ese vínculo territorial regado de sentimentalismo: “Bécquer ha amado y ha conocido profundamente a Soria (allí también vivió)… Soria fue decisiva en la vida de Gustavo Adolfo [...]. Consecuencia natural es que Soria ejerciera influencia en la obra del poeta.”

Asimismo, José Montero Padilla cita estos versos de Gerardo Diego, que al director de esta revista literaria le recuerdan la vez primera que ingresó a Soria entre la vociferación de una entusiasta historiadora que recitaba la leyenda inscripta en el escudo de la ciudad: “Soria pura Cabeza de Extremadura”: Tu Soria pura, Bécquer contigo en el camino musical del caballo que te lleva a Veruela.

Si la cabeza vuelves, ves la amarilla muela del castillo —tan lejos— vespertino. …………………………………………………..

Poetas andaluces que soñasteis en Soria un sueño dilatado: tú, Bécquer, y tú, Antonio, buen Antonio Machado, que aquí al amor naciste y estrenaste las cruces del dolor, de la muerte…

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Es curioso ver cómo los amigos y biógrafos de Bécquer se han ensañado tanto con ella. Esa actitud despreciativa no hace más que subestimar el compromiso sentimental que los condujo al matrimonio. Más allá de que aproximadamente en 1868 se separaron, es injusto hacer recaer solamente sobre ella las culpas del fracaso. Sin embargo poco antes de la muerte del poeta, Casta —madre de sus hijos Gregorio Gustavo (1862), Jorge (1867) y Emilio Eusebio (1868)— regresó al hogar. Era la etapa más tormentosa del poeta; su querido hermano Valeriano acababa de fallecer, el 23 de septiembre de 1870, y su salud terminó debilitándose excesivamente para los parámetros naturales de su edad.

Monasterio de Veruela

Durante una estadía en el monasterio de Veruela, en donde se instaló para sanarse de una tuberculosis, Bécquer escribió Cartas literarias desde mi celda (1864), fundamental obra para dilucidar mejor su pensamiento. Como adelantáramos, fueron publicadas en el periódico El Contemporáneo, entre el 3 de mayo de 1864 y el 6 de octubre del mismo año. Montero Padilla bien considera que “estas Cartas desde mi celda son, por lo pronto, la obra de un periodista, unas admirables crónicas periodísticas. Destinadas a aparecer en la prensa cotidiana [...] contienen manifestaciones e ideas que nos acercan al periodista que fue Bécquer. Así, por ejemplo, cuando, en la calma de Veruela, hace la evocación de «aquella inquietud, de aquella actividad, de aquella fiebre fecunda del periodismo. Recuerdo —continúa— el incesante golpear y crujir de la máquina que multiplicaba por miles las palabras que acabábamos de escribir y que salían aún palpitando de la pluma; recuerdo el afán de las últimas horas de redacción, cuando la noche va de vencida y el original escasea; recuerdo, en fin, las veces que nos ha sorprendido el día corrigiendo un artículo o escribiendo una noticia última sin hacer más caso de las poéticas bellezas de la alborada que de la carabina de Ambrosio. [...] Me he comprometido a contribuir con una gota de agua a fin de llenar ese océano sin fondo, ese abismo de cuartillas que se llama periódico, especie de tonel, que, como al de las Danaidas, siempre se le está echando original, y siempre está vacío.»”

Matrimonio y musas Bécquer contrajo matrimonio el 19 de mayo de 1861 con Casta Esteban. Se supone que a ella están dedicados estos versos de 1862: Tú prestas nueva vida y esperanza a un corazón, para el amor ya muerto; tú creces de mi vida en el desierto como crece en un páramo la flor.

Rodríguez Correa así describe el último ámbito de Bécquer: “… la casa descuidada, el cuarto en desorden, la compañera del poeta que no sabe hablarnos de nada, el enfermo solo y entregado a la desesperación sorda”.

Julia Espín

El mencionado biógrafo Juan Alcina se ocupa del panorama sentimental de nuestro reseñado, dejando en claro los antecedentes idílicos que repercutieron en aquel matrimonio; la presencia platónica de Julia Espín: “Han sido ante todo las informaciones de sus amigos las que han llevado la atención sobre una mujer de su biografía como inspiradora de sus Rimas. La primera, y todavía no descartada identificación, hace coincidir la desconocida pasión de Bécquer con Julia Espín, hija de don Joaquín Espín Guillén, maestro de coros de la ópera italiana que actuaba en el Real [...]. Se quiere suponer que el conocimiento entre Julia y Gustavo tendría lugar en el otoño de 1858 en que Bécquer convalecía de una grave enfermedad. Nombela nos habla de los paseos de Bécquer en busca de sol, hacia las afueras de Madrid. Al pasar por la calle de la Flor Alta, descubrieron asomadas al balcón «dos jóvenes de extraordinaria belleza, diferenciándose únicamente en que la que parecía mayor, escasamente de diecisiete o dieciocho años, tenía en la expresión de sus ojos y en el conjunto de sus facciones algo de celestial. Gustavo se detuvo, admirado, al verla, y aunque proseguimos nuestra marcha por

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la calle de la Flor Alta, no pudo menos de volver varias veces el rostro extasiándose al contemplarla». / Consta que por esos años frecuentó la casa de don Joaquín Espín… Julia, después famosa cantante, se casó más tarde con don Benigno Quiroga y López Ballesteros.

La sobrina del poeta, Julia, hija de Valeriano, que convivió con su tío siendo niña, ha insistido en la importancia de Julia Espín y en el carácter amoroso de sus relaciones. Su propio nombre parece justificado por la devoción del poeta. Pero, ¿en qué condiciones y hasta dónde llegó Bécquer en su intimidad con Julia? ¿Amó en silencio?”

Pedro Morraquín y Aguirre sostiene (citando a Nombela en un artículo que transcribiremos más adelante) que así fue: “Gustavo [...] prefirió que no saliera a sus labios la adoración que ya sentía en su pecho por aquella gentil damita que fue la musa inspiradora…”

Por otra parte, Jesús Rubio Jiménez, en una detallada cronología, apunta sobre la relación que unió al poeta con las dos hermanas Espín: “1860: Durante este año frecuenta el salón de Joaquín Espín y Guillén, músico bien conocido en Madrid, pues dirigía los coros del Teatro Real y su esposa era hermana de la cantante Isabel Colbrand, ya fallecida, primera esposa de Rossini.

En los álbumes de sus hijas —y fechados en mayo de este año— han quedado recogidos los testimonios de esta relación: en los de Julia, una extraordinaria colección de dibujos y los autógrafos de las rimas XVI —«A Julia»— y XX, ésta cifrada: Sabe si alguna vez tus labios rojos quema invisible atmósfera abrazada, que el alma que hablar puede con los ojos también puede besar con la mirada.

En el álbum de Josefina… dibujos y el poema «¡Duerme!», futura rima XXVII, que comienza: Despierta, tiemblo al mirarte; dormida, me atrevo a verte.

Por eso, alma de mi alma, yo velo mientras tú duermes.”

Las musas, dibujo de G.A.B. en el cuaderno de Josefina Espín

Gustavo A. Bécquer, «Autógrafo de la rima XXVII» (1860) Álbum de Josefina Espín – Fotografía de R. Montesinos.

Es evidente, merced a la existencia de estos álbumes con sus preciosos dibujos y versos, que el poeta, si bien pudo sentirse más atraído por Julia, como asegura Nombela, tampoco escatimó halagos para su hermana Josefina. Todo indica que el joven Gustavo era un tímido enamoradizo que dejaba aquí y allá sus insinuaciones disimuladas tras un velo artístico. Si sentía en realidad una predilección por una de ellas, difícilmente con esas expresiones que casi por igual iba volcando en los cuadernos de las hermanas, sus intenciones podrían ser tomadas seriamente. Sólo bastaba que Julia y Josefina intercambiasen sus álbumes para comprender que estaban frente a los delirios de un bohemio poeta enamorado del amor.

Hay quienes aseguraron que ellas siempre lo trataron con cierto desdén, con esa indiferencia incómoda que a veces vierten quienes se ven en un iluso grado de superioridad, y que Julia, recién tras la publicación póstuma de las Rimas, tomó real conciencia de la hondura pasional que el poeta le profesaba.

Como de amores y musas estamos hablando, no podemos dejar de mencionar al menos brevemente en este párrafo, que —según investigaciones del andaluz Rafael Montesinos (1920–2005), galardonado con el Premio Nacional de Ensayo de 1977 por Bécquer, biografía e imagen—, la primera novia del poeta fue Julia Cabrera. La relación no se extendió más allá de la primavera y el verano de 1854. Y de ella nos llega la imagen de este cuadro de J. Cala, fotografiado por el propio Montesinos:

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* Conoció a Bécquer en 1858 y comenzó a noviar con él en 1859. *A la muerte de Gustavo Bécquer, Casta tenía 29 años y falleció a los 43 años. * No tuvo hijos antes del matrimonio. Bécquer tampoco tuvo hijos ilegítimos o naturales. * Francisco Esteban (padre de Casta y, en principio, siete hijos más) fue médico de San Felices, Torrubia, Yanguas, Madrid y Noviercas.

Se trasladó a Madrid en 1855.

— Hijos del matrimonio Bécquer & Esteban: * Emilio Bécquer; falleció en 1874 en Ágreda tenía 5 años. * Gregorio y Jorge Bécquer; se desconoce dónde murieron.”

Retrato de Julia Cabrera por J. Cala, 1854

Regresando ahora a Casta Nicolasa Esteban Navarro (de quien no se ha hallado hasta hoy ningún retrato creíble), es pertinente recurrir a una investigación minuciosa de José Gil Santander y Cristina Gil Pelerétegui. Entre las conclusiones a las que arribaron tras cotejar fidedignas documentaciones, transcribimos las siguientes: “* Nació en Torrubia (Soria) actualmente Torrubia de Soria, un 10 de septiembre de 1841. * Vivió en Torrubia, Yanguas, Madrid, Noviercas, Veruela, Pozalmuro, Ágreda, y París.

De unas “pinceladas” escritas de los pensamientos de Casta, se puede deducir parte de su convivencia con Bécquer, gracias al pequeño libro que publicó en 1884, bajo el título de Mi primer ensayo. Colección de cuentos con pretensiones de artículos. Al respecto dice Juan Alcina: “Los escritos contenidos en este libro rezuman resentimiento e incomprensión, y constituyen una disparatada colección en que «echa sobre los hombres una serie de insultos y blasfemias que interesarían a Freud» (Brown). Sólo pena suscita esta pobre mujer que indudablemente se casó enamorada (y a los 19 años). Después, quizá muy pronto, las estrecheces de la desorganizada vida bohemia de Gustavo, su apatía, su radical vencimiento, convertirían en una convivencia silenciosa la vida del matrimonio que pudo, efectivamente, salvar al poeta. La incomprensión de Casta no hundió, sin duda, más de lo que ya estaba hundido al poeta de las Rimas.”

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La muerte de los hermanos Bécquer El 23 de septiembre la muerte arrebata de este mundo a Valeriano, de treinta y seis años. En La ilustración de Madrid se publicó la despedida que Gustavo dedicó a su entrañable hermano: “Hace unos días, la nueva generación de España perdió un artista, la desgracia un alma fuerte que atormentar y la naturaleza uno de sus más inteligentes y fieles admiradores. [...] ¿Cuál fue su esperanza? ¡Ah! Vivir, trabajar, para cuando llegase un día tranquilo, una mañana abundante, un año sin tristezas, apuros, ni hambres, sentarse frente a un gran lienzo en el taller que nunca tuvo, y trocar allí, con los modelos delante, con la elevada y libre inspiración por guía, en pinceladas por la gloria, todas las que en su asendereada y trabajosa vida había dado a trueque del cotidiano pan. Pero si la felicidad nunca es perfecta, la desgracia lo es muchas veces; y ella con el frío hálito de la muerte, heló en su juventud aquel cerebro potente, aquella vista observadora, aquella mano firme y segura…”

Tan solo treinta y cuatro años contaba el poeta cuando la tan verseada muerte llegó hasta su cuerpo, aquel 22 de diciembre de 1870. El certificado de defunción indica como causal: “un grande infarto de hígado, complicado con una fiebre intermitente maligna o perniciosa”. En sus notas biográficas relata Ramón Rodríguez Correa: “¡Extraña enfermedad y extraña manera de morir fue aquella! Sin ningún síntoma preciso, lo que se diagnosticó pulmonía, convirtiéndose en hepatitis, tornándose a juicio de otros en pericarditis; y entretanto el enfermo, con su cabeza firme y con su ingénita bondad, seguía prestándose a todas las experiencias, aceptando todos los medicamentos y muriéndose poco a poco.”

Ilustración de Bécquer en su lecho mortuorio

Casi desapercibida pasó la noticia de su muerte.

La nota más extensa que se halló fue la de La Correspondencia de España: “Hoy, a las diez de la mañana, ha fallecido en esta Corte el distinguido y estimable escritor don Gustavo Bécker (sic), bien conocido en la República de las Letras. Hace mañana tres meses que murió su hermano, el apreciable pintor don Valeriano. La pérdida de ambos es bien sensible. Mañana, a las once, será el entierro saliendo el cadáver de la calle de Claudio Coello, barrio de Salamanca. Sirva este aviso para sus amigos, pues no se reparten esquelas.”

Valeriano Bécquer, por Alfredo Perea

Gustavo Adolfo, entonces se mudó junto a sus hijos y sobrinos, desde el hotel de la «Quinta del Espíritu Santo», (que fue también el último domicilio de Valeriano), hasta un piso de la calle Claudio Coello (hoy número 25).

Como relata Rubio Jiménez, Bécquer, ese mismo fatídico año de 1870, “…es nombrado director de El Entreacto, en cuyo primer número inicia la publicación del relato «Una tragedia y un ángel. Historia de una zarzuela y una mujer» (3XII). Pero en el número dos (10-XII) se da la noticia de que se ha tenido que interrumpir por enfermedad del director, que muere el 22 de diciembre, acompañado por Augusto Ferrán y por su esposa Casta Esteban.”

Más adelante, podrán consultar en palabras de Pedro Marroquín y Aguirre, un relato más detallado de los días previos a su muerte (ver “Bécquer, el poeta del amor y el dolor”, p.17). Hasta aquí, este pequeño tributo al “Poeta que ya es Poesía”…

Investigación y texto: Ariel Carrizo Pacheco, en memoria de su primo Macario Bueno González.

Referencias: Alcina, Juan, Estudio preliminar de Rimas y Leyendas de Bécquer (Bruguera, 1973).

Montero Padilla, José, Introducción a Desde mi celda, de Bécquer (EPLA, s/f).

Gil Santander, José y Gil Perelétegui, Cristina, La nueva historia de Casta Nicolasa Esteban y Navarro, esposa de Gustavo Adolfo Bécquer y familia (2020), en https://barderasdelmoncayo.wordpress.com/2020/07/28/lanueva-historia-de-casta-nicolasa-esteba Rubio Jiménez, Jesús, Cronología de Gustavo A. Bécquer, en http://www.cervantesvirtual.com

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CUANDO EN LA NOCHE… (RIMA XXV)

Cuando en la noche te envuelven las alas de tul del sueño y tus tendidas pestañas semejan arcos de ébano, por escuchar los latidos de tu corazón inquieto y reclinar tu dormida cabeza sobre mi pecho, VOLVERÁN LAS OSCURAS GOLONDRINAS (RIMA LIII)

diera, alma mía,

Volverán las oscuras golondrinas

¡la luz, el aire

en tu balcón sus nidos a colgar,

y el pensamiento!

cuanto poseo,

y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán.

Cuando se clavan tus ojos en un invisible objeto

Pero aquellas que el vuelo refrenaban

y tus labios ilumina

tu hermosura y mi dicha a contemplar,

de una sonrisa el reflejo,

aquellas que aprendieron nuestros nombres…

por leer sobre tu frente

¡esas… no volverán!

el callado pensamiento que pasa como la nube

Volverán las tupidas madreselvas

del mar sobre el ancho espejo,

de tu jardín las tapias a escalar,

¡diera, alma mía,

y otra vez a la tarde aún más hermosas

cuanto deseo,

sus flores se abrirán.

la fama, el oro, la gloria, el genio!

Pero aquellas, cuajadas de rocío cuyas gotas mirábamos temblar

Cuando enmudece tu lengua

y caer como lágrimas del día…

y se apresura tu aliento,

¡esas… no volverán!

y tus mejillas se encienden y entornas tus ojos negros,

Volverán del amor en tus oídos

por ver entre sus pestañas

las palabras ardientes a sonar;

brillar con húmedo fuego

tu corazón de su profundo sueño

la ardiente chispa que brota

tal vez despertará.

del volcán de los deseos, diera, alma mía,

Pero mudo y absorto y de rodillas

por cuanto espero,

como se adora a Dios ante su altar,

la fe, el espíritu,

como yo te he querido…; desengáñate,

la tierra, el cielo.

¡así… no te querrán!

* * *

* * *

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DEJÉ LA LUZ A UN LADO…

¡QUÉ HERMOSO ES VER EL DÍA!

(RIMA XLIII)

(RIMA LXVII)

Dejé la luz a un lado, y en el borde

¡Qué hermoso es ver el día

de la revuelta cama me senté,

coronado de fuego levantarse,

mudo, sombrío, la pupila inmóvil

y a su beso de lumbre

clavada en la pared.

brillar las olas y encenderse el aire!

¿Qué tiempo estuve así? No sé: Al dejarme

¡Qué hermoso es tras la lluvia

la embriaguez horrible del dolor,

del triste otoño en la azulada tarde,

expiraba la luz y en mis balcones

de las húmedas flores

reía el sol.

el perfume aspirar hasta saciarse!

Ni sé tampoco en tan terribles horas

¡Qué hermoso es cuando en copos

en qué pensaba o qué pasó por mí;

la blanca nieve silenciosa cae,

sólo recuerdo que lloré y maldije

de las inquietas llamas

y en aquella noche envejecí.

ver rojizas lenguas agitarse! ¡Qué hermoso es cuando hay sueño

* * *

dormir bien… y roncar como un sochantre… y comer… y engordar… y qué fortuna que esto solo no baste! * * * COMO LA BRISA (RIMA VI) Como la brisa que la sangre orea sobre el oscuro campo de batalla, cargada de perfumes y armonías en el silencio de la noche vaga; Símbolo del dolor y la ternura, del bardo inglés en el horizonte drama, la dulce Ofelia, la razón perdida, cogiendo flores y cantando pasa.

AL BRILLAR DE UN RELÁMPAGO… (RIMA LXIX)

* * *

Al brillar de un relámpago nacemos

¿QUÉ ES POESÍA? (RIMA XXI)

y aún dura su fulgor cuando morimos; ¡tan corto es el vivir!

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul;

La gloria y el amor tras que corremos

¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?;

sombras de un sueño son que perseguimos,

Poesía… eres tú…

¡despertar es morir! * * * * * *

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INSPIRACIÓN Y RAZÓN… (RIMA III) Sacudimiento extraño

la luz aparecer,

que agita las ideas como huracán que empuja

Brillante rienda de oro

las olas en tropel.

que poderosa enfrena de la exaltada mente

Murmullo que en el alma

el volador corcel,

se eleva y va creciendo como volcán que sordo

Hilo de luz que en haces

anuncia que va a arder.

los pensamientos ata, sol que las nubes rompe

Deformes siluetas

y toca en el cenit.

de seres imposibles, paisajes que aparecen

Inteligente mano

como a través de un tul,

que en collar de perlas consigue las indóciles

Colores que fundiéndose

palabras reunir,

remedan en el aire los átomos del iris

Armonioso ritmo

que nadan en la luz,

que con cadencia y número las fugitivas notas

Ideas sin palabras,

encierra en el compás,

palabras sin sentido, cadencias que no tienen

Cincel que el bloque muerde

ni ritmo ni compás,

la estatua modelando, y la belleza plástica

Memorias y deseos

añade a la ideal,

de cosas que no existen, accesos de alegría,

Atmósfera en que giran

impulsos de llorar,

con orden las ideas cual átomos que agrupa

Actividad nerviosa

recóndita atracción,

que no halla en qué emplearse, sin rienda que le guíe

Raudal en cuyas ondas

caballo volador,

su ser la fiebre apaga, oasis que al espíritu

Locura que el espíritu

devuelve su vigor.

exalta y desfallece, embriaguez divina

Tal es nuestra razón.

del genio creador, Con ambas siempre en lucha, Tal es la inspiración.

y de ambas vencedor tan sólo al genio es dado

Gigante voz que el caos

a un yugo atar las dos.

ordena en el cerebro y entre las sombras hace * * *

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YO SOY ARDIENTE…

CERRARON SUS OJOS

(RIMA XI)

(RIMA LXXIII)

—Yo soy ardiente, yo soy morena,

Cerraron sus ojos

yo soy el símbolo de la pasión,

que aún tenía abiertos,

de ansia de goces mi alma está llena:

taparon su cara

¿A mí me buscas?

con un blanco lienzo, —No es a ti; no.

y unos sollozando, otros en silencio,

—Mi frente es pálida, mis trenzas de oro;

puedo brindarte dicha sin fin, yo de ternuras guardo un tesoro: ¿A mí me llamas?

—No; no es a ti.

de la triste alcoba todos se salieron.

La luz, que en un vaso ardía en el suelo, al muro arrojaba

—Yo soy un sueño, un imposible,

la sombra del lecho,

vano fantasma de niebla y luz

y entre aquella sombra

soy incorpórea, soy intangible:

veíase a intérvalos

no puedo amarte.

dibujarse rígida —¡Oh, ven; ven tú!

la forma del cuerpo.

Despertaba el día, y a su albor primero

* * *

con sus mil ruidos despertaba el pueblo.

Ante aquel contraste de vida y misterio, de luz y tinieblas, yo pensé un momento: ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!

De la casa en hombros lleváronla al templo, y en una capilla dejaron el féretro.

Allí rodearon sus pálidos restos de amarillas velas y de paños negros.

Al dar de las Ánimas el toque postrero, acabó una vieja sus últimos rezos, Gustavo Adolfo Bécquer, daguerrotipo de Jean Laurent, circa 1865

cruzó la ancha nave, las puertas gimieron, y el santo recinto

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quedóse desierto.

y azota los vidrios

De un reloj se oía

el fuerte aguacero,

compasado el péndulo

de la pobre niña

y de algunos cirios

a veces me acuerdo.

el chisporroteo.

Allí cae la lluvia

Tan medroso y triste,

con un son eterno;

tan oscuro y yerto

allí la combate

todo se encontraba,

el soplo del cierzo.

que pensé un momento:

Del húmedo muro

¡Dios mío, qué solos

tendida en el hueco,

se quedan los muertos!

¡acaso de frío se hielan sus huesos!...

De la alta campana

......................

la lengua de hierro

¿Vuelve el polvo al polvo?

le dio volteando

¿Vuela el alma al cielo?

su adiós lastimero.

¿Todo es sin espíritu

El luto en las ropas,

podredumbre y cieno?

amigos y deudos

No sé; pero hay algo

cruzaron en fila

que explicar no puedo,

formando el cortejo.

algo que repugna,

Del último asilo,

aunque es fuerza hacerlo,

oscuro y estrecho,

¡a dejar tan tristes,

abrió la piqueta

tan solos los muertos!

el nicho a un extremo: allí la acostaron,

* * *

tapiáronle luego y con un saludo despidióse el duelo.

La piqueta al hombro el sepulturero, cantando entre dientes, se perdió a lo lejos.

La noche se entraba, el sol se había puesto.

Perdido en las sombras yo pensé un momento: ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!

En las largas noches del helado invierno, cuando las maderas

RIMA LXXXVI (En el ÁLBUM de la Sra. Doña…)

Solitario, triste y mudo hállase aquel cementerio; sus habitantes no lloran… ¡Qué felices son los muertos!

crujir hace el viento * * *

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BÉCQUER INMERSO EN LOS TEMPLOS DE ESPAÑA Por: Julio Nombela

Gustavo

acariciaba un proyecto que seguramente realizaría con creces nuestro deseo de gloria y de fortuna. No todos los editores podrían acometer la magna empresa de que se trataba. Era de todo punto indispensable un capitalista o poco menos, porque la obra que había concebido debía constar de cuatro o cinco grandes tomos, con numerosas ilustraciones; sería necesaria la colaboración de literatos, arqueólogos, dibujantes y grabadores de verdadero mérito, y aunque en su concepto el éxito era seguro, solo los preparativos exigirían una crecida cantidad de dinero. Desde luego me asociaba a su proyecto, reservándose la dirección, porque había meditado mucho sobre el asunto, habiendo trazado minuciosamente el plan de aquella obra que debía ser un monumento literario y artístico.

En cuanto se enterara de su pensamiento un editor inteligente, cerraría el trato en las condiciones que se le exigieran, porque no

solo uniría su nombre a una empresa grandiosa, sino que triplicaría o cuadruplicaría su capital. Bastaba una simple carta de presentación para el editor, que después de informarnos acerca de las condiciones de los que había en Madrid, nos pareciese mejor; y una vez elegido, no sería difícil que cualesquiera de los ilustres literatos que me dispensaban su afecto, conociese al rara avis que necesitábamos y nos pusiera en relaciones con él. Al hablarme de aquel modo despertando en mi ánimo viva curiosidad, brillaban el entusiasmo y la fe en los ojos de Bécquer, que por lo general parecían dormidos o por lo menos soñadores. Gustavo se había sentado en el catre y yo a su lado ocupaba la silla de Vitoria que estaba libre: la luz que entraba por la ventana era tan tenue, que parecía que estaba anocheciendo. En aquel medio, y no añadiré ambiente, porque faltaba el necesario para respirar a gusto, me refirió mi buen amigo su proyecto, que me pareció colosal.

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La obra debía titularse Los templos de España y contener la más amplia y detallada descripción de cuantos en nuestra patria representaban el sentimiento religioso, la devoción, la piedad y el arte bajo sus múltiples aspectos. Si acertase a reproducir el grandioso plan de la obra con la elocuencia, con el fervor, con la fe y el entusiasmo que palpitaban en sus palabras, podría el lector sorprender a Bécquer en uno de los momentos más inspirados de su vida, inspirada siempre en lo bueno y lo bello. No se trataba de un estudio pura y simplemente arqueológico, de una descripción técnica más o menos detallada como las que habían hecho algunos eruditos españoles, muy meritorias, muy documentadas; pero más labor de fotógrafo que de pintor artista. Lo que Gustavo pretendía, era hacer un grandioso poema en el que la fe cristiana, sencilla y humilde, ofreciese el inconmensurable y espléndido cuadro de las bellezas del Catolicismo. Cada catedral, cada basílica, cada monasterio, sería un canto del poema. La idea, el sentimiento estarían expresados por la fábrica con el mármol, la madera, el hierro, el bronce, la plata, el oro, las piedras preciosas al servicio de artistas arquitectos, pintores y escultores. A estas espléndidas formas darían alma la oración, la liturgia, el sencillo, severo y solemne canto llano, las melodías del órgano, los símbolos de los dogmas, la elocuencia sagrada... Con una ingenuidad encantadora, que acusaba el dominio que tenía del asunto que bullía en su mente y palpitaba en su corazón, me refirió Gustavo sin olvidar el más insignificante detalle, lo que quería que fuese aquella magna obra. Desde la más humilde ermita hasta la más suntuosa catedral; desde el sencillo motete hasta el grandioso Tatilum ergo o el terrible Dies ira; desde la sencilla oración hasta el solemne Te Deum, todo debía aparecer en su natural gradación.

Sevilla, minucioso para la vista, profundo para el pensamiento, debía aplicarse á todas las de España, que por las reseñas que había leído ofrecían tesoros de observación al pensador y supremos goces de admiración al artista. De todo aquel maravilloso conjunto, resultaría la belleza moral del Cristianismo en el grandioso marco del Catolicismo, y la obra sería a la vez histórica, filosófica, artística, patriótica y glorificaría a los que habían dedicado su fortuna, su ingenio y su piedad a enriquecer a España con magníficos monumentos religiosos.

Cuanto más comprendía la magnitud de la obra, más se afianzaba en mi ánimo la creencia de que su éxito había de ser maravilloso. Bécquer podría emprenderla y terminarla. Tampoco dudaba de que hallaría un editor inteligente con el capital necesario para acometer la empresa. Mi buen amigo me comunicó su entusiasmo y él, con diez y ocho duros por todo capital, y yo obligado a traducir artículos de agricultura a diez reales columna, nos juzgamos estar a la altura de los más poderosos de la tierra, porque nuestra imaginación veía terminada la grandiosa obra de los Templos de España, impresa con letra clara y elegante, en magnífico papel, ilustrada con preciosos grabados y no menos preciosas litografías, y los cuatro o cinco tomos encuadernados con tafilete y cantos dorados, ocupando puesto preferente en las Bibliotecas. Por las nubes andábamos, cuando se abrió la puerta del cuarto y nos devolvió a la realidad la zafia maritornes que, colándose de rondón en el cuarto y sin hacer el menor caso de mí, dijo a Bécquer:

La Religión nos recibe al nacer, nos guía, con los sacramentos nos perfecciona, nos acompaña siempre, bendice el hogar que creamos, y cuando acaba nuestra vida, nos conduce a la tierra bendita donde hemos de dormir el sueño eterno. Era preciso, en concepto de Bécquer, penetrarse de lo que representa y es la Religión en el mundo; de lo que era capaz de realizar la fe, y evocarla ante los creyentes, rodeada de su humildad y su grandeza, demostrando el poderío del arte inspirado por el sentimiento religioso. Había leído el Genio del Cristianismo de Chateaubriand, y había admirado el pensamiento de la obra; pero en relación con su proyecto no era más que un boceto, precioso, sí; pero muy reducido ante la magnitud del asunto. De cada templo había que hacer una Nuestra Señora de París, sin que una sola piedra, un sólo detalle dejase de decir su palabra enigmática y desempeñar su misión en el conjunto de la obra. El estudio que Bécquer había hecho de la catedral de

Cuatro horas nos habían parecido unos cuantos minutos. En un mísero cuarto casi a oscuras, sentado en un plebeyo catre me había revelado Bécquer un pensamiento que podía llenar el mundo y yo, en una desvencijada silla de Victoria, había escuchado con admiración el fantástico relato, seguro de que entrañaba la gloria y la fortuna del autor del proyecto y de sus colaboradores. ¡Hermosa juventud, rica de ilusiones y de esperanzas! Por el camino del ensueño, llega a la realidad donde esperanzas o ilusiones se convierten en desengaños; pero ¿quién la quita lo que he gozado esperando y creyendo?

—“Por lo visto usted se mantiene del aire. Ni ha pedido el chocolate para desayunarse ni piensa usted en comer, y eso que es la una y media. Los otros huéspedes ya están sentados a la mesa.”

Fuente: Impresiones y recuerdos. Tomo 2.

(1854 -1860).

Autor: Julio Nombela.

Edic. La última moda, Madrid, 1910.

* * *

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Monumento a Bécquer, Sevilla

BÉCQUER, EL POETA DEL AMOR Y EL DOLOR Por: Pedro Marroquín y Aguirre

No

fue Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bécquer, que tales fueron los nombres y apellidos del poeta, predilecto de los dioses, aunque sus ojos se cerraron para siempre cuando duraba aún el fulgor del relámpago que había alumbrado su cuna. De su vida afirmaba Narciso Campillo que fue sólo una mañana tempestuosa, aunque anunciaba ser un mediodía espléndido y una serena y luminosa tarde. El mismo Bécquer, en verso, que es como únicamente sabía quejarse, decía sombríamente que su vida era un erial; que la flor que tocaba se deshojaba, y que en su camino fatal alguien iba sembrando el mal para que él lo recogiera.

Así fue, en verdad. Sus padres se le murieron cuando tenía cinco o seis años. Uno de sus parientes maternos le llevó al colegio de Pilotos de San Telmo, lo que pudo ser porque era huérfano y pobre, circunstancias precisas para ingresar en él.

Pero el Estado suprimió el colegio y los colegiales

se quedaron sin amparo y sin instrucción.

A Gustavo, que llegaba ya a los once años, le recogió su madrina de bautismo, poseedora de muchos libros, que el niño leía con grande afán, gustando más de los que estaban sin hojas al principio o al fin, porque así comenzaba o concluía a su talante las novelas o historias incompletas.

En el colegio había compuesto, en unión de Narciso Campillo, un chiquillo como él, que desde entonces fue su amigo entrañable, un drama disparatado, que representaron él y otros niños de su edad. Este drama, y una novela que no concluyó fueron las primeras manifestaciones del amor que le inspiraban las letras, y que fortaleció con la lectura de los libros que poseía su madrina. El hermano de su padre, pintor de costumbres como él, le dio lecciones de dibujo y de pintura, que muy bien aprovechó Gustavo; sin embargo, notó la decidida vocación de su sobrino a la literatura, y pensó que sería mejor literato que pintor, en contra de los

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18 propósitos de la madrina, la cual imaginaba que más fácilmente vendería cuadros que versos, causando esto el rompimiento entre la buena señora y su ahijado, que al lado de ella vivía decorosamente, y que quedaría desamparado en cuanto dejara su casa. Al fin, con muy pocos dineros, que le dio el pintor su tío, se trasladó a Madrid en galera acelerada, y pudo instalarse muy humildemente en una pensión de seis reales.

En la corte fueron la pobreza y la tristeza sus inseparables compañeras. Sus primeros paseos por las calles madrileñas, con otro mozo que había conocido en Sevilla, Julio Nombela, le desanimaron sobremanera al no encontrar monumentos artísticos como los de su ciudad natal; pero le consoló el pensar que la vida intelectual de España estaba en la corte y que en ella podría encontrar gloria, dinero y ventura. Diez y ocho años tenía entonces Tan temprano habían comenzado para él las asperezas de la vida.

Decía Rodríguez Correa que Gustavo era un ángel. Jamás le oyó hablar mal de nadie, ni quejarse de sus desventuras ni de sus dolores físicos. Sus penas las lloraba hacia dentro, y se resignaba mansamente a su triste suerte. Aún no había salido de Sevilla, cuando tuvo ocasión de mostrar la delicadeza y generosidad de su espíritu. Acariciando la idea risueña de marchar a Madrid, Narciso Campillo, Julio Nombela y Gustavo hablaban de los medios que precisaban para realizar el ansiado fin. Decidieron llevar siquiera un tomo de poesías compuesto por los tres, seguros de que no faltaría un editor que por él les pagase una buena suma. Poetas los tres chiquillos y con su ilusión puesta en Madrid, ¿qué extraño era que les pareciera racional que les pagasen noventa mil reales a cada uno, ya que, según opinaba Bécquer, daría vergüenza a un editor ofrecerles menos? Había que hacer las cuentas para saber en qué emplearían ese dinero, tan fácil de lograr en seguida de llegar a Madrid.

Tanto de viajes, tanto de comidas, tanto de vestidos, tanto de carruajes, tanto de amores.

Total, doscientos diez mil reales. Sobraban sesenta mil de los doscientos setenta mil que imaginaban obtener. ¿En qué se han de gastar? —se preguntaron los tres—. Esta pregunta les parecía un problema insoluble. Fue Gustavo el que de pronto encontró en qué se habían de emplear. Trazó en la parte superior del papel una línea que rezaba: ¡sesenta mil reales, obras de caridad!

Dibujo de Gustavo A. Bécquer

Gustavo era soñador; su imaginación vestía con las más ricas galas aun las mismas pobrezas y angustias que le afligían. Como si no tuviera ojos para mirarlas, ni corazón para padecerlas, se elevaba sobre ellas hacia un mundo en el que la fantasía desarrollaba cuadros brillantes, paisajes magníficos, salones maravillosos, por los que discurrían damas y galanes y guerreros y pajes de otras remotas edades.

Vivía en constante ensueño; en su cerebro y en su corazón, sin dar importancia a las prosaicas necesidades del vivir, su alma volaba hacia regiones de infinita belleza y claridad, muy ajenas a las miserias de la tierra. Gustaba de la soledad, que él llenaba de seres y de sentimientos que formaban un mundo en el que se hallaba satisfecho.

“Después de tan generoso impulso, que es el mejor retrato moral de Gustavo, y contentos los tres de aquella generosa inspiración, se separaron satisfechos, resueltos a llevar adelante sus proyectos. Tres pobres, poco menos que de solemnidad, pensando en dar limosnas.

Decididamente eran poetas". Muchos años después, cumplidos ya los ochentas, y rendido al peso de amarguras y desengaños infinitos, me enseñó don Julio Nombela, poco antes de morir, el papel en que escribió Bécquer esas cifras y esos renglones, que en aquellos lejanos días guardó por casualidad y que después lo diputaba muy justamente como inestimable reliquia. Tal fue Bécquer como hombre.

El poeta mostrábase en todos los momentos de su vida y en todas sus actitudes. Paseando, también con Nombela, por las calles de la Flor y de San Bernardo, vieron en un balcón a dos bellísimas señoritas, una de las cuales llamó muy poderosamente la atención de Gustavo. Durante sus paseos de otras tardes siempre procuró pasar frente a esos balcones, contemplando muy discretamente, pero con vehemencia que no se ocultaba a Nombela, aquella preciosa mujercita.

Nombela tuvo ocasión de tratar a una familia muy allegada a ella, e intentó que se conocieran ambos; pero Gustavo se opuso firmemente y prefirió que no saliera a sus labios la adoración que ya sentía en su pecho por aquella gentil damita que fue la musa inspiradora, sin sospecharlo siquiera, de las rimas del poeta. Ni aun su nombre, Julia Espín y Guillén, se atrevía a pronunciar, temeroso de

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mancharlo con algo que no fuera purísima ideal adoración.

Dibujo de las hnas. Espín, por G. A. B.

Un amigo de Gustavo había obtenido para él un empleo de tres mil reales en la Dirección de Bienes Nacionales. Bécquer se entretenía muchas veces en hacer dibujos, muchos de los cuales iban de mano en mano, admirados y disputados por sus compañeros. Un día entró el director a la oficina. Bécquer estaba entregado a sus tareas. Le rodeaban aquéllos, y el director se unió al grupo, y después de observar atentamente aquel tan raro expediente, preguntó a Gustavo, que seguía dibujando:

amor, gloria, poesía!...

Una noche de diciembre, fría y desapacible,

esperaban para ir a sus casas Julio Nombela y Gustavo, en una calle del entonces naciente barrio de Salamanca, el ómnibus, único vehículo que circulaba por allí. Al llegar éste a la parada, advirtieron que todos los asientos estaban ocupados y sólo había libres tres o cuatro en la imperial. Nombela aconsejó a Gustavo que siguieran el camino a pie, charlando para así soportar mejor la temperatura glacial que se sentía. No quiso Gustavo, y prefirió subir a la imperial. Apenas hablaron; el frío intenso les obligó a esconder la cabeza en los gabanes. Al llegar a la esquina de Jorge Juan y Claudio Coello se apearon tiritando y, despidiéndose, se marchó cada uno a su casa. Ambos cayeron enfermos; pero Nombela se alivió pronto. Atacado Gustavo de fiebre infecciosa, que no pudo ya resistir, a los pocos días se apagó su vida azarosa y amarga, y el alma suya, delicada y bondadosa, volvió a su Dios que la creó.

—¿Qué es esto?

Y Gustavo, sin moverse, y señalando sus muñecos, respondió tranquilamente: —Psch, ésta es Ofelia, que va deshojando su corona; este tío es un sepulturero; más allá...

En esto observó Bécquer que todo el mundo se había puesto en pie y que el silencio era general.

El director entonces dijo: —Aquí hay uno que sobra.

Y así fue, le declararon cesante aquel mismo día.

Se alegró Gustavo, pues su alma delicada, a pesar de la repugnancia que le inspiraban los destinos del Estado, le aceptó por no desairar al amigo que se lo había proporcionado. ¡Con cuánta verdad decía Isidoro Fernández Flórez que los que habían conocido a Gustavo Adolfo Bécquer no podían olvidar al amigo; pero los que han leído sus poesías no pueden olvidar al poeta!

Bécquer había soñado una vida independiente y dichosa, semejante a la del pájaro, que nace para cantar y Dios le procura de comer; soñaba esa vida tranquila del poeta que irradia con suave luz de una en otra generación, y la realidad de su vida era una constante oposición a sus sueños; cada escrito suyo representaba o una necesidad material o el pago de una receta. ¡Cuántas tempestades silenciosas no pasarían por su frente; cuántas ilusiones no se secarían en su alma y a cuántas historias de poesía no les habría hallado una vulgaridad en su último capítulo! ¡Pobre Gustavo, que no oyó sonar en sus oídos, como él hubiera querido, las palabras

Bécquer en su lecho de muerte, por Vicente Palmaroli.

Era entonces una época crítica y tormentosa para Espada. La turbulenta regencia del general Serrano, herencia de la revolución que destronó a Isabel II, durante la cual se había luchado encarnizadamente en favor de los distintos candidatos al trono, tenía ya sus días contados; levantados en armas carlistas, socialistas y federales, se derramaba estérilmente sangre española; y fuera de la Península, potente insurrección en las Antillas exigía el envío de miles y miles de soldados para sofocarla; por todo ello, inquietos y preocupados los madrileños, ¿quién había de notar que se moría un poeta, un hombre que hacía versos, cosa tenida por muchos como inútil y aun perjudicial en la república? Y ¿quién, aparte del pequeño grupo de amigos cariñosos del poeta muerto, había de prestar atención al pobre cortejo que salía de una casa modesta de solitaria calle, la de Claudio Coello, del lejano barrio de la Concepción, en las afueras, entonces, de la villa y corte? ¿Quién, en fin, al otro día, había escrito Bécquer, en una de sus más inspiradas y melancólicas rimas, ¿quién, en fin, al otro día, cuando el sol vuelva a brillar,

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20 de que pasé por el mundo quién se acordará?

A la Sacramental de San Lorenzo llevaron sus pocos amigos los restos de Gustavo y los dejaron junto a los de Valeriano, el amado hermano, con quien había compartido en vida su exhausto bolsillo, sus esperanzas, sus muchas penas, sus cortísimas alegrías, su pobre habitación, y cuya muerte, tres meses antes, parecía haber precipitado la suya, arrebatándole la última ilusión de su entristecida vida, y con quien iba a compartir en aquel fúnebre recinto la soledad y la tristeza del cementerio, y más allá, en el no ser, los hondos misterios de la eternidad.

Del último asilo, obscuro y estrecho, abrió la piqueta el nicho a un extremo; allí le acostaron, tapiáronlo luego, y con un saludo despidióse el duelo.

En la misma semana, en la calle del Turco, caía destrozado por las balas asesinas de Paul y Angulo el general Prim; y a los pocos días, todavía bajo la tremenda impresión de la tragedia, el pueblo de Madrid veía, conmovido y curioso, pasar gallardamente por las calles de la corte, camino del Real Palacio, en brillante desfile, entristecido por la sombra del valerosísimo caudillo de África, al nuevo Monarca, el Re galantuomo, solo, a caballo, a largo trecho de sus tropas, mostrando serenamente el recio temple de su alma, incapaz de temblar ante el peligro de las armas regicidas, y que había venido a España de luengas y extranjeras tierras, como el César imperial Carlos I de Alemania y como Felipe de Anjou, a ceñir en sus sienes la regia corona del Santo Rey Don Fernando III de Castilla.

darlos a conocer a sus contemporáneos, seguros de que, conociéndolos, habían de admirarlos, y habían de admirar y amar al poeta que dejó en su poesía y en su prosa tan magnífico tesoro de suspiros y de risas, de colores y de notas, de perfumes y armonías.

Augusto Ferrán, el poeta de los cantares, que tenía coleccionado mucho de lo que hubo escrito Bécquer; Narciso Campillo, que vigiló amorosamente la impresión del libro; Casado del Alisal, que había hecho un dibujo de Gustavo en su lecho de muerte; el ministro D. Manuel Silvela, que había de allegar los elementos que le permitía su alta condición oficial; Julio Nombela, que le quería entrañablemente; Ramón Rodríguez Correa, que escribió el hermosísimo prólogo, todos, unidos cordialmente en el amor y la admiración al excelso poeta, llamaron a la puerta de príncipes y de artistas, de ricos y de pobres, de aldeanos y de mercaderes, y todos, generosos y desprendidos, dieron su oro para el libro del poeta. Y ese libro, que compendiaba la vida de Bécquer, se hizo merced a la devoción de los fieles amigos y a la caridad de muy buenísimas gentes, que así salvaron del olvido tan preciadas obras. Y fue leído y admirado; y los versos divinos de Bécquer, versos de ternura, de amor, de sentimiento, corrieron de boca en boca, de alma en alma, y humedecieron muchos ojos y estremecieron muchos corazones, y el nombre del poeta, circundado de radiante aureola, fue gloria de Sevilla, gloria de España y admiración de extraños pueblos.

En Madrid palpitaba, esplendorosa, la vida; nueva era comenzaba en los destinos de España. Allá en el cementerio de San Lorenzo, más abajo del puente de Toledo, ¡qué solos, qué tristes, quedaban los muertos!...

La pobreza en que el poeta había vivido le hizo llegar obscuro y desconocido a los umbrales de la muerte; y los hijos de su fantasía, que dormían acurrucados y desnudos en los rincones de su cerebro, esperando en silencio que el arte los vistiera de la palabra para poderse presentar decentes en la escena del mundo, hubiéranse perdido sin que nadie los conociera, si Bécquer no hubiera tenido amigos cariñosos que le admiraban sinceramente, algunos de los cuales tanto simpatizaron con él, que se habían unido casi desde niños sus vidas y sus almas.

Esos amigos de Gustavo, que habían leído mil veces las Rimas y que conocían todos sus escritos dispersos en todos los periódicos de entonces, idearon, hondamente conmovidos,

1ª Tumba de los Hermanos Bécquer, en la capilla de la Universidad de Sevilla. Foto de Rafael Montesinos

Nota de edición: Este texto es un fragmento de Bécquer, el poeta del amor y el dolor, de Pedro Marroquín y Aguirre, conferencia leída en la Unión Iberoamericana el 22 de febrero de 1922, posteriormente editada en Madrid por Jaun Pueyo (MXMXXVII).Ahí se puede leer: “Los productos de esta obra se destinan a costear la lápida que se ha de colocar en la casa núm. 23 de la calle Claudio Coello, de Madrid, en la que murió Bécquer.” * * *

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ECO Y LATIDO 6

RETRATO DE UN POETA 22

ECO Y LATIDO 6

Revista Caras y Caretas, Buenos Aires. Edic. N.º 1.363, página 72. 15/11/1924. Biblioteca Nac. de España

POESÍA CLÁSICA

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ECO Y LATIDO 6

AUTORES CONSAGRADOS

CAFÉ CANTANTE

un bailoteo tan bárbaro, con un estrépito tal,

El guitarrista aparece circunspecto en el tablado, y se sienta en una silla

que tiembla todo el estrado.

Sobre su autor, Pío Baroja:

con poco desembarazo; el cantador, cerca de él, va a colocarse en un banco, y con una vara corta que lleva a la diestra mano a su manera, sin duda, va los compases marcando.

El guitarrista es cetrino, moreno, peludo y flaco.

El cantador es un gordo con cierto aire de gitano.

Comienzan las florituras, los arpegios complicados, en la guitarra, y de pronto, empieza el gordo su canto.

Se eleva una queja extraña en el aire, como un pájaro, y cae después como cae un ave con un balazo; vuelve a subir nuevamente, otra vez, por lo más alto, y tan pronto es una queja de teológico arrebato, que llega casi a tener la emoción de algo sagrado, como parece una broma o un comentario muy zafio.

Bailan después seguidillas, sevillanas y fandangos unas mujeres morenas con grandes ojos pintados y batas con faralaes que les llega a los zapatos.

Alguna estrella del arte se menea como un diablo, y danza con tanta fuerza

Nació en San Sebastián en el año 1872 y murió en Madrid de 1956.

Estudió Medicina en Madrid y Valencia. Colaboró en periódicos y revistas madrileños.

Fue un hombre de espíritu y cuerpo viajero. Con el inicio de la Guerra Civil, se instaló en Francia, en un exilio intermitente, hasta que retornó definitivamente a España en 1940.

Fue autor de: Tierra vasca , una tetralogía que agrupa La casa de Aizgorri (1900), El mayorazgo de Labraz (1903), Zalacaín el aventurero (1908) y La leyenda de Jaun de Alzate (1922).

La vida fantástica, formada por Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox (1901), Camino de perfección (pasión mística) (1901) y Paradox rey (1906).

La lucha por la vida integra La busca (1904), Mala hierba (1904) y Aurora roja (1904).

El pasado consta de La feria de los discretos (1905), Los últimos románticos (1906) y Las tragedias grotescas (1907).

La raza está formada por La dama errante (1908), La ciudad de la niebla (1909) y El árbol de la ciencia (1911).

Las ciudades agrupa a César o nada (1910); El mundo es ansí (1912) y La sensualidad pervertida: ensayos amorosos de un hombre ingenuo en una época de decadencia (1920).

El mar es otra tetralogía: acoge Las inquietudes de Shanti Andía (1911); El laberinto de las sirenas (1923); Los pilotos de altura (1929) y La estrella del capitán Chimista (1930).

Agonías de nuestro tiempo recoge El gran torbellino del mundo (1926); Las veleidades de la fortuna (1927) y Los amores tardíos (1926).

La selva oscura incorpora La familia de Errotacho (1932); El cabo de las tormentas (1932) y Los visionarios (1932).

La juventud perdida reúne Las noches del Buen Retiro (1934); El cura de Monleón (1936) y Locuras de carnaval (1937).

Saturnales, la última, agrupa a El cantor vagabundo (1950); Miserias de la guerra (edic.

2006) y Los caprichos de la suerte (edic. 2015).

POESÍA CLÁSICA ECO Y LATIDO 6

24 FIN DE AÑO

MORIR SOÑANDO

¡Oh, cuánto nombre de grandeza vana,

Morir soñando, sí, mas si se sueña

Que se creyó inmortal, desvanecido

morir, la muerte es sueño; una ventana

Al extinguirse el último tañido

hacia el vacío; no soñar; nirvana;

Con que anunció la muerte la campana!

del tiempo al fin la eternidad se adueña.

¡Cuánto magnate de hoy, polvo mañana,

Vivir el día de hoy bajo la enseña

Que barrerá la mano del olvido,

del ayer deshaciéndose en mañana;

Como barre el simún embravecido

vivir encadenado a la desgana

Las huellas de perdida caravana.

¿es acaso vivir? ¿y esto qué enseña?

¡Qué gloria, qué poder que no sucumba?

¿Soñar la muerte no es matar el sueño?

Cuanto más alto el muro, menos fuerte

¿Vivir el sueño no es matar la vida?

Y con mayor estruendo se derrumba.

¿A qué poner en ello tanto empeño?:

Todo al fin en cenizas se convierte,

¿aprender lo que al punto al fin se olvida

Y a todos deja iguales en la tumba

escudriñando el implacable ceño

El nivel del olvido y de la muerte.

—cielo desierto— del eterno Dueño?

Sobre su autor, José Velarde

Sobre su autor, Miguel de Unamuno:

Poeta, ensayista y novelista, perteneciente a la generación de 98.

Poeta y prosista. Nació en 1848 en Conil (Cádiz). Murió en Madrid (1892). Doctor en Medicina. Escribió en El Imparcial, La Iberia, diario progresista, El Heraldo de Madrid, La Época, La Correspondencia de España.

Fue, al igual que con Reina, Ricardo Gil y FernándezShaw, un precursor del modernismo en España.

Obras: Poesías (Sevilla, 1872), Nuevas poesías (Sevilla, 1878), Teodomiro, o la cueva del Cristo, Fray Juan, La venganza, El último beso —leyenda—, La niña de Gómez Arias —leyenda—, A orillas del mar (1882), Voces del alma —poesías, 1884—, Ante un crucifijo —décimas—, Mis amores, etcétera...

* * *

Nacido en Bilbao en 1864, se licenció en Filosofía y Letras en Madrid y obtuvo su doctorado en 1884. Fue profesor de Lengua Griega en la Universidad de Salamanca, de la que luego sería rector (1901).

Fue diputado por el partido Republicano de Vizcaya y por injurias contra el rey Alfonso XII, fue condenado a prisión, siendo más tarde indultado.

Durante su etapa como catedrático en Salamanca, paralelamente tuvo una prolífica actividad literaria, con algunos artículos críticos que lo llevaron a perder su cargo de rector. Entre 1924 y 1930, durante la dictadura de Primo de Rivera, fue desterrado a Fuerteventura (Canarias).

POESÍA CLÁSICA 25

ECO Y LATIDO 6

Más tarde Unamuno retoma su actividad académica en Salamanca, encargándose de la cátedra de Historia de la Lengua. También es elegido diputado por la provincia de Salamanca. Falleció el 31 de Diciembre de 1936, tras la muerte de su mujer y su hija.

Algunos de sus libros: Poesías (1907), El Cristo de Velázquez, Rimas de dentro, Del sentimiento trágico de la vida, Romancero del desierto, Abel Sánchez, La tía Tula, Niebla, Cancionero, San Manuel Bueno Mártir. * * *

•

De: ESA LUZ ALLÁ LEJOS…

II En Lúxor, en el Valle de los Reyes, en la tumba de Ramsés II

¿Para qué este esplendor recamado, esta gloria de la piedra, lujoso monumento de un día; para qué, si en el paso del Nilo se veía, como en una clepsidra, la vida transitoria?

¡Cuánta sed de vivir más allá de la historia, oh ese junco pensante que deshilacha el viento! ¿Para qué, si la vida tan sólo es un momento, una gota perdida que desborda la noria?

Todo quedó aquí inscripto: los triunfos de la guerra, las obras, las riquezas, la fama conseguida y el juicio de los hombres en balanza de tierra;

¿para qué, si el olvido crece como el desierto, y en este colorido teatro de una vida tan sólo se dibuja la soledad de un muerto?

Sobre su autor, José Mª Castiñeira de Dios

Nació en Tierra del Fuego, Argentina, en 1920. Poeta, escritor y funcionario público en el campo de la cultura. Discípulo de Leopoldo Marechal y autor de casi una treintena de libros, entre ellos: Dos Canciones, ("plaquette", 1941), Del Ímpetu Dichoso, (1942); 1.er Premio Municipal de Literatura de Buenos Aires; Campo Sur, (1952), Las Antorchas, (1954)., El Leño Verde, (1960), El Santito Ceferino Namuncurá, (1968, 2.ª edición, 2007); con prólogo del Cardenal Jorge M. Bergoglio (luego Papa Francisco), Testimonio Cristiano, (1982), Del Amor para Siempre, (1983), Memorial de los Días, (1990), Poesías Navideñas, (CD, 2003, con música de su hijo, José Luis Castiñeira de Dios), En Loor de San Martín y los Patriotas de mayo de 1810, (2011), De Cara a la Vida (prosa), (2013), Don Orione en la conciencia social de los argentinos (2014).

• Académico Honorario de la Academia Argentina de Letras, • Académico Correspondiente Hispanoamericano de la Real Academia Española en la República Argentina.

• Académico Emérito de la Academia Nacional de Periodismo, • Académico Emérito de la Academia Nacional Sanmartiniana y • Miembro de Honor de los Institutos Nacionales Belgraniano y Newberiano.

• Presidió la Sociedad Argentina de Escritores.

• Director en el Fondo Nacional de las Artes (1973/74).

• Director de la Biblioteca Nacional (1989/92) • Secretario de Cultura de la Nación (entre 1992 y 1994, designado durante la Presidencia de Carlos S. Menem).

• Profesor honorario- Univ. del Salvador.

• Gran cruz de la Orden del Mérito Civil (España) • Caballero de la Orden de Isabel la Católica • “Caballero de la Orden de las Artes y las Letras” (Francia) • Miembro de Honor de la “Orden da Vieira” de Galicia (España).

• Falleció en Buenos Aires, en 2015. * * *

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FLORES NEGRAS

Oye: bajo las ruinas de mis pasiones, y en el fondo de esta alma que ya no alegras, entre polvos de ensueños y de ilusiones

Julio Flórez nació el 22 en Chiquinquirá, Colombia.

de

mayo

de

1867

Fue el séptimo de los diez hijos del médico liberal Policarpo María Flórez y de Dolores Roa. Cursó estudios en el colegio del Rosario de Bogotá.

Literariamente fue influenciado por el romanticismo de Gustavo Adolfo Bécquer y de Víctor Hugo. En 1900 impulsó “La Gruta Simbólica” tertulia literaria de Bogotá. ,,

yacen entumecidas mis flores negras.

En 1883 publicó Horas, su poemario inaugural, cuyo título fue sugerido por el poeta José Asunción Silva.

Ellas son el recuerdo de aquellas horas en que presa en mis brazos te adormecías, mientras yo suspiraba por las auroras de tus ojos, auroras que no eran mías.

Ellas son mis dolores, capullos hechos; los intensos dolores que en mis entrañas sepultan sus raíces, cual los helechos en las húmedas grietas de las montañas.

Entre sus obras destacan: Cardos y Lirios (1905), Manojo de Zarzas (1906); Cesta de Lotus (1906); Fronda Lírica (1908), Gotas de ajenjo (1910).

Dejó su país en 1904, exiliado ante la dictadura de ese tiempo. Residió en México, Cuba y España. Tras su retorno a Colombia en 1909, se retiró al municipio de Usiacurí, a tomar una cura de sus aguas medicinales.

En esta localidad se enamoró de Petrona Moreno, con quien más tarde se casaría. Fueron padres de cinco hijos.

Julio Flórez Roa falleció el 7 de febrero de 1923, en Usiacurí. * * *

Ellas son tus desdenes y tus reproches ocultos en esta alma que ya no alegras;

EL GRITO INÚTIL

son, por eso, tan negras como las noches de los gélidos polos, mis flores negras.

¿Qué vale una mujer? ¿Para qué sirve una mujer viviendo en puro grito?

Guarda, pues, este triste, débil manojo, que te ofrezco de aquellas flores sombrías; guárdalo, nada temas, es un despojo del jardín de mis hondas melancolías.

¿Qué puede una mujer en la riada donde naufragan tantos superhombres y van desmoronándose las frentes alzadas como diques orgullosos cuando las aguas discurrían lentas?

Sobre su autor: Julio Flórez ¿Qué puedo yo con estos pies de arcilla rodando las provincias del pecado, trepando por las dunas, resbalándome por todos los problemas sin remedio?

¿Qué puedo yo, menesterosa, incrédula, con sólo esta canción, esta porfía limando y escociéndome la boca?

¿Qué puedo yo perdida en el silencio de Dios, desconectada de los hombres, preñada ya tan sólo de mi muerte, en una espera lánguida y difícil, edificando, terca, mis poemas con argamasa de salitre y llanto?

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Volvedme a aquel descuido, a aquel sosiego en que era dable andar por los caminos pastoreando ensueños como ovejas.

Volvedme al ruiseñor de aquel boscaje, al vuelo de aquel cisne por el lago bajo la planta azul de aquella luna.

española.

Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, siendo Catedrática de Lengua y Literatura en los Institutos de Huelva, Alcoy y Murcia, trabajando también en la Biblioteca Nacional, donde realiza una importante labor en los denominados “bibliobuses”, servicio que trataba de llevar la literatura y los hábitos de lectura a los barrios marginales y periféricos de Madrid.

* * * Volvedme a la andadura mesurada al trópico dulcísimo y sedante

LA PARTIDA

de un verso con timón y cortesía donde cantar como los bucles de oro son cómplices del pájaro y la rosa, porque eso, al fin, a nada compromete y siempre suena bien y hace bonito.

Pero es vano, amigos, nos cortaron la retirada hacia seguras bases.

Están rotos los puentes, los caminos confusos,

Contigo, mano a mano. Y no retiro la postura, Señor. Jugamos fuerte.

Empeñada partida en que la muerte será baza final. Apuesto. Miro

tus cartas y me ganas siempre. Tiro las mías. Das de nuevo. Quiero hacerte trampas. Ya no es posible. Clara suerte tienes, contrario en el que tanto admiro.

los túneles cegados. No sabemos de cierto si avanzamos o si huimos dejando por detrás tierra quemada.

Pierdo mucho, Señor. Y apenas queda tiempo para el desquite. Haz Tú que pueda igualar todavía. Si mi parte

Y yo pregunto, vadeando a solas un río de aguas turbias y crueles, ¿qué puede una mujer, para qué sirve una mujer gritando entre los muertos?

Sobre su autora, Ángela Figuera Aymerich:

Fue una escritora española (Bilbao, 1902 — 1984, Madrid). representante de la denominada poesía desarraigada de la Primera Generación de Postguerra

no basta ya por pobre y mal jugada, si de tanto caudal no queda nada, ámame más, Señor, para ganarte.

Sobre su autor: José García Nieto:

Fue un poeta y escritor español, (Oviedo, 1914 — 2001, Madrid), ganador del Premio Cervantes y miembro, junto a Gabriel Celaya, Blas de Otero y José Hierro, de

POESÍA CLÁSICA ECO Y LATIDO 6

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la generación poética de la posguerra española.

En 1939 se instaló en Madrid, participando del círculo literario del Café Gijón. En 1943 fundó la revista Garcilaso.

Algunas de sus obras: Víspera hacia ti (1940), Poesía (1944), Versos de un huésped de Luisa Esteban (1944), Tú y yo sobre la tierra (1944), La red (1955), Geografía es amor (1956), que obtuvo el Premio Nacional de Poesía, Memorias y compromisos (1966), Hablando solo (1967). Premio Ciudad de Barcelona, Taller de arte menor y cincuenta sonetos (1973) Súplica por la paz del mundo y otros "collages" (1973). Premio Boscán, El arrabal (1980), Piedra y cielo de Roma (1984), Carta a la madre (1988), Mar viviente (1989), El cuaderno roto (1989, prosa).

* * *

OTOÑO

El Otoño ha llegado sin sentirlo siquiera.

Se arrastran por las calles melancólicos dejos, el familiar bullicio se ha apagado en la acera, y hay un concierto opaco como de amores viejos…

La gente ha abandonado las puertas, más temprano, los árboles se visten de espectrales tiricias…

Y la vecina pálida sentada junto al piano sueña con las teorías de las dulces caricias…

El brasero comienza a radiar las veladas y el gato junto al fuego a roznar su rosario…

Se escuchan por las calles, las notas desgarradas que gime el organillo del viejo octogenario…

¡Otoño amarillento!... ¿Qué traerás este año?... ¡Has llegado a mi barrio tan silenciosamente!... ¡Qué miedo siente el alma! Un nuevo desengaño ¿no dejará otra arruga más amarga en mi frente?...

No… no quiero. ¡Soy joven!... ¡Golpea en otras puertas, .

fantasma hecho de tedio, de hojas secas y tos!...

Aun no quedan del todo mis ilusiones muertas… ¡Que retoñe mi alma!... ¡Por el amor de Dios!...

Enrique Cadícamo

Enrique Cadícamo es un prolífico creador que, desde la poesía, la música, el teatro, la narrativa y el cine (como director y argumentista), supo interpretar fielmente el espíritu de la cultura popular. Nació en Gral. Rodríguez, Buenos Aires, Argentina, el 15 de julio de 1900. Fue el 11º hijo de un matrimonio de inmigrantes calabreses.

Dueño de un original estilo, escribió los siguientes poemarios: Canciones grises (1926), apadrinado por Leopoldo Lugones y Enrique Banchs, La luna del bajo fondo (1940, con prólogos de Juan José de Soiza Reilly, Carlos de la Púa y Cátulo Castillo), Viento que lleva y trae (1945, prologado por Nicolás Olivari y Cátulo Castillo), Los inquilinos de la noche (1977, con prólogo de César Tiempo). Además publicó la novela Café de camareras (1969), que también prologó César Tiempo, y cinco libros testimoniales: Juan Carlos Cobián (1971, prologado por Cátulo Castillo y Nicolás Cócaro), La historia del tango en París (1975, con prólogo de Cátulo Castillo), Mis memorias (1983), El debut de Gardel en París (1991, con prólogo de Edmundo Guibourg) y Los inquilinos de la noche. Prosa póstuma (su último libro de 1999, editado en 2015 por Losada, con prólogo de Ariel Carrizo Pacheco y prefacio de Hipólito Paz).

Entre tangos, milongas, valses y otros ritmos, escribió más de ochocientos temas, de los cuales cerca de seiscientos poseen colaboración musical de célebres compositores, como por ejemplo, Cobián (La casita de mis viejos, Nostalgias, El cantor de Buenos Aires, Niebla del Riachuelo, Los mareados…), Charlo (Rondando tu esquina, Ave de paso…) y Troilo (Garúa, Naipe, Pa´ que bailen los muchachos). Las piezas restantes le pertenecen en letra y música (El cuarteador, Tres amigos, Palais de Glace, Adiós Chantecler, etcétera). Su caudal de exitosa inspiración lo llevó a ser uno de los autores más interpretados del mundo.

Pompas de jabón, su primer tango, fue estrenado en 1925 por Carlos Gardel, quien llegó a grabarle 23 temas; entre ellos: Muñeca brava, Compadrón, Che, papusa, oí…!, Anclao´ en París, La novia ausente y Madame Ivonne.

Entre muchas otras distinciones, recibió el Kónex de Platino, el Gran Premio del Fondo Nacional de las Artes, el SADAIC de Oro, fue nombrado Ciudadano ilustre de Buenos Aires y Gral. Rodríguez, Hijo dilecto de Luján y Personalidad Emérita de la Cultura Nacional.

De su poemario Canciones grises (1926) En compañía de su Sra. Nelly e hija Mónica, falleció en Buenos Aires a los 99 años, el 3 de diciembre de 1999.

POESÍA CLÁSICA 29

ECO Y LATIDO 6

OCASO Mi alma se deleita contemplando el cielo a trechos azul o nublado, al arrullo de un valse delicioso.

Imita la quietud del ave que se apresta a descansar durante la noche que avecina. Bendice el avance de la sombra, como el de una virgen tímida a la cita, al recogerse el día y su cohorte de importunos rumores. Crecen silenciosamente sus negros velos, tornándose cada vez más densos, hasta dar por el tinte uniforme y el suave desliz la ilusión de un mar de aguas sedantes y maléficas.

Envuelto en la obscuridad providente, imagino el solaz de yacer olvidado en el son de un abismo incalculable, emulando la fortuna de aquellos personajes que el desvariado ingenio asiático describe, felizmente cautivos por la fascinación de alguna divinidad marina en el laberinto de fantásticas grutas.

Expiran los sones del valse delicioso cuando el sol difunde sus postreras luces sobre el remanso de la tarde. A favor del ambiente ya callado y oscuro disfrutan mis sentidos de su merecida tregua de lebreles alertas. Y al detener sobre mi frente el perezoso giro de su velo, surge del seno de la sombra el vampiro de la melancolía.

Sobre su autor, José Antonio Ramos Sucre:

El universo de la literatura parece ser tan tupido y anchuroso como la selva, existen escritores maravillosos en sus diferentes matices, algunos ya tan conocidos en la literatura universal que desde niños sabemos de memoria algunos de sus versos, otros tantos que sus rostros y letras han permanecido algo yertos en ese ámbito de celebridad, esperando el calor de unos ojos que los redescubran y les den luz a tan excelsos escenarios retóricos que han engendrado, incluso excitando las musas a nuevas creaciones.

Una virtuosa muestra es José Antonio Ramos Sucre, fue un 9 de junio de 1890 cuando la ciudad de Cumaná al oriente del país venezolano vio nacer a este escritor con dones humanísticos extraordinarios. Miembro de una familia de linaje e ilustres descendientes del gran Mariscal de Ayacucho, prócer de la emancipación sudamericana.

Ramos Sucre vivió buena parte de su infancia con un tío, quien lo llevo a vivir con él a otra ciudad iniciándolo en el mundo de los idiomas y las letras, tal fue su empeño en hacerlo un hombre culto que no tuvo tiempo para disfrutar de su niñez sumado a estar lejos de la calidez del hogar con sus padres.

Desde muy joven ya leía a grandes escritores como Walter Scott o Alejandro Dumas. Fue funcionario diplomático, poeta, docente, poliglota, abogado, traductor e intérprete. Su entorno personal fue sellado por las guerras civiles en Venezuela en tiempos de dictadura, un ser humano solitario e introvertido, su erudita faena se ve alterada por un trastorno nervioso con intenso síndrome de insomnio que lo llevo a estados extremos de agotamiento intelectual.

Temiendo perder sus facultades mentales intenta el suicidio lográndolo en su segundad oportunidad, muere en Ginebra a escasos días de haber cumplido sus 40 años, el 13 de junio de 1930.

Su data literaria es de 1911, publicadas en diferentes medios impresos de Venezuela, entre sus obras más resaltantes: Trizas de papel, 1921, Sobre las huellas de Humboldt, 1923, La torre del Timón, 1925, El cielo de esmalte, 1929, Las formas del fuego, 1929.

Su producción literaria de tinte umbrío se muestra en poemas en prosa, reflexión, ensayo breve y narración. Se identifica en ella la usanza abundante de simbolismo, mitología, personajes históricos venezolanos, lo fantástico y esotérico, el tema de la muerte invadió su registro literario. En España impactó por su excelente destreza con el idioma y sus ambientes tristones y solitarios, de lóbregos espacios por donde solía alucinar en su soledad. José Antonio Ramos Sucre, un hombre erudito, de cultura clásica y romántica, encumbra su escritura a escenarios dramáticos, encausando emociones de desolación. Su obra es una mixtura entre lo real e imaginario. Ramos Sucre es admirado por su magnífico lenguaje, identificándose en sus escritos una adjetivación regia y teatral. Este escritor por su genial originalidad no fue ubicado decisivamente en algún movimiento literario de su época, sin embargo en ocasiones ha sido considerado “pre-vanguardista”. Lo que sí es cierto es que es reconocido y revalorizado como escritor único y audaz del siglo XX venezolano.

Mireya Bohórquez, “Spring” (Venezuela) Fuentes: -José A. Ramos Sucre, Antología poética. Biblioteca básica de autores venezolanos. Monte Ávila Editores Latinoamericana.

Fecha de Impresión: Octubre 2004 -Biblioteca virtual MIGUEL DE CERVANTES: José Antonio Ramos Sucre: El insomne precursor de la vanguardia en Venezuela. Elizabeth Pérez Diner. http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/jose-antonio-ramos-sucre-el-insomne-genial-precursor-de-la-vanguardia-en-venezuela/html/ca8effa7-38cc-46ca-99292e2d8c5f63da_3.html-

Ramos Sucre: la pasión por los orígenes. Guillermo Sucre http://www.cervantesvirtual.com/portales/jose_antonio_ramos_sucre/su_obra_origenes/ -Venezuela Tuya: https://www.venezuelatuya.com/biografias/jose_antonio_ramos_sucre.htm -Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/José_Antonio_Ramos_Sucre

POESÍA CLÁSICA ECO Y LATIDO 6

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AUTORES CONTEMPORÁNEOS

SIN DEJAR EL ASIENTO

Esta memoria se va perdiendo irremediable en los ahuecados recónditos de las desazones.

Para mi avería sin remedio sigo remando a ciegas en aguas negras, asquerosamente viles.

Busco en las caricias arrugadas el rastro vestigio de algún nombre; un recuerdo lejano de infancia.

POESÍA Las matices se borran factibles Si he llegado a los portales del Turquino como inicio de esta aciaga travesía,

en la retentiva desquiciada, emprenden vuelo las mariposas.

ha de ser porque me hiciste peregrino del amor que entre tus versos se escondía.

El vacío se adueña del tiempo, la nada gobierna con las sombras;

Si subí la sacra cumbre de Los Andes

sigo asfixiada en incoherencias.

desafiando a la temible águila arpía, ha de ser porque las ansias son más grandes

Guadalupe Cisneros-Villa

que el temor de fenecer en mi osadía.

(México)

Si he cruzado el mar abierto de Ipanema afrontando mi flagrante cobardía, ha de ser porque me inspiro en un poema que quizás no se haya escrito todavía.

Si este adusto transitar no ha satisfecho mi deseo por hallar lo que quería, ha de ser porque no he hurgado entre mi pecho y es allí donde me aguardas; ¡poesía!

Manuel Bast (Venezuela)

* * * * * *

POESÍA CLÁSICA 31

ECO Y LATIDO 6

Imagina la escena donde inicia la sombra de la noche más oscura y al sol de tus sentidos, inaugura del roce de otro cuerpo la delicia.

Reinventa tus inviernos, tus veranos, el instante fugaz de esta hora, el cuerpo que a tu lado se reclina.

La flor que se estremece entre tus manos y entrega entre tus sábanas su aurora, asido a sus silencios, imagina.

Miguel Garza A UNA ESTATUA

(México)

Estatua de glorieta, mole altiva, efigie pétrea en pedestal bruñido, en tu inflamado torso sin latido simulas alma en roquedal cautiva.

La rígida expresión parece viva en tu inmutable gesto retenido; ya en la fingida piel prende el olvido y asoma una verdad definitiva: * * * Ruina serás como el mortal humano, derribo, escombro al fin tarde o temprano,

SUSURROS DE MARIPOSAS

disperso mineral, residuo inerte.

Danza con aire apacible Donde el cantal se alzó triunfó la muerte; donde cayó, una inscripción labrada:

hermosa flor inocente; suspiros evoca, ausente,

Eterna quiso ser y no fue nada.

sueño de amor imposible en la vida ineludible

Vicente Fernández-Cortés (España)

de doncella soñadora.

Su pecho abierto atesora mariposas perfumadas

* * * IMAGINA

que vuelan enamoradas, libres, buscando a la aurora.

Imagina la piel que a la caricia

Marlene2m

amolda su placer a tu ternura,

(Venezuela)

recrea su calor y su textura en la noche de amores adventicia.

* * *

POESÍA CLÁSICA 32

ECO Y LATIDO 6

Y en tu espacio madrugas auroras rogando que el sur abrace tu norte.

Tu mirada es un lienzo anhelante.

Tu duende es la alquimia del dulce vibrato que subyuga la piel sensitiva; conoces la esencia del arte y sus pasos.

Tu mirada cubista embellece las formas matéricas del dulce delirio ÉL Y ELLA

y respiras jinetes azules que pintan de añil los cantos del río.

Tus ideas, Mateo, recorren las costas del mar buscando sus puertos

Me conmueve el presunto despiste

y en tu cueva esmeralda se escucha

que emana, ante el beso, tu dorso de gato…

la arena que gira absorta en tu pecho.

Y en tu envés aletea el quetzal que abraza en su nido los besos no dados.

Y las ondas bombean el aire pintando en tus ojos un cuadro de Rothko,

No olvidéis, hijos míos, que es vuestro

y un tornado de calma consagra

el haz luminoso del verbo fecundo.

el rayo de luz que siega tu rostro.

Sois la tinta y también el tintero.

La vida es un sueño, soñadla con pulso.

Aletean las blancas palomas al filo del mundo que esculpen tus manos.

Os dirán que soñar es de locos,

Tu palabra ancestral y marina

también que soñar es cosa de niños;

es fuente que bebe del verso encarnado.

¡es el niño quien vive despierto, quien juega con fuego y aprende del frío!

La palabra sin cuerpo no es nada: un nudo de voz que nace insalubre.

Os requiere la aurora escarlata...

La gramática siempre enmudece

¿sentís ya su brisa al borde del nido?

allá donde el alma alcanza su cumbre.

Yo estaré, de algún modo, muy cerca surcando las alas del cielo y sus brillos.

Y admirado contemplo la llama Kalkbadan

que muestra desnuda su lengua carmín

(España)

y comprendo de quién son los gestos del niño miedoso que sueña ante mí. * * * Tu silencio, Lenita, moldea la pausa del viento cosido a la nieve.

DULCE ENSUEÑO DE MIS ATARDECERES

Abedules y prismas fractales, herencia callada de un hielo que hierve.

Inteligente, firme, mesurada, tolerante, gentil, embajadora

Aquel bosque tan tuyo resguarda

del perdón y la gracia redentora,

un claro que lleva la luz de tu nombre.

silente y, a la par, apasionada.

POESÍA CLÁSICA ECO Y LATIDO 6

33

Trigueña espiga, hermosa, dulce y tierna,

tengo unos pensamientos muy golosos

azucena, jazmín, geranio y rosa,

buscando eternizar tu miel morena;

esencia femenina y primorosa,

tengo siempre un poema en tu pupila.

estrella en mi alborada, luz eterna.

Líricodetrito (España) Ensueño de una noche de verano, ninfa, sirena, diosa en mis altares,

* * *

prenda y refugio de mis avatares, granado corazón, tendida mano.

Es esa la mujer por la que muero de amor, por la que vivo en mi sendero.

José Galeote Matas (España)

HABLA TEMPESTAD

No le sonrías al viento cuando se desliza erguido, en el horizonte del alba entre el seno del olvido. ..... * * *

Él toma fuerza y no ruge sobre cirros, enojado,

CANCIÓN MADRUGADORA

entre el asombro del puerto como tormenta que cruje,

Tengo la boca llena de metales

lágrimas en el desierto.

pesados como el plomo; tengo el alma,

.....

bañada en merbromina; tengo el pecho cruzado por mil hongos; y mis ojos,

En su interior lleva una daga,

parecen madrigueras de tejones.

incrustada entre las dunas, y sangra agua salada,

Tengo la lengua abierta por la arena

desde el sardinel de las dudas.

y la garganta negra como asfalto;

....

tengo la pituitaria hecha una charca por donde ya naufragan doce barcos; tengo en el corazón cien mil tornillos.

Tengo este cuerpo a punto de desguace y esta mente erigida en manicomio;

Grita, sobre altamar, libera ese huracán, no calles, te vas a ahogar, ¡desata la tempestad!

Amparo Díaz (Azalea, Colombia)

POESÍA CLÁSICA ECO Y LATIDO 6

34

El madroño es de Madrid, lugar de mí nacimiento, Jaén en mi sentimiento y el olivo es su adalid, al igual que el Mío Cid, en Castilla eché raíces y aunque con muchos matices la lavanda y el romero en este pueblo minero hacen mis días felices.

Su fragancia ella nos manda VERSOS A MI PATIO

lavanda, junto al recio, verde altivo

Familiar y solariego

olivo

es el lugar que en la sierra

y el arbusto de un retoño

en una pequeña tierra

madroño

del señor y del labriego,

en invierno, en el otoño,

al que guardo tanto apego

en verano y primavera

crecen el fresno y las rosas

crecen los tres a la vera

y a veces son tan hermosas

lavanda, olivo y madroño.

como la flor del jazmín Antonio Nieto Bruna (España)

que cubre el muro sinfín de estrellas muy olorosas.

Irregulares baldosas de piedras de gneis ajado sufren castigo pesado de una mesa y sus bancadas que esperan ser ocupadas en las tardes de verano por un cuerpo veterano curtido por mil batallas y aunque sin muchas medallas llevo el amor de la mano.

Hago un homenaje sano a mi humilde procedencia cultivando la presencia de símbolos que no en vano reflejan lo más humano de lo que nos representan puesto que en ellos se asientan los pueblos de mis ancestros y traigo con estos estros lugares donde se ambientan.

* * * A ELLOS A ellos que me llevaron al olvido les entrego todas mis ilusiones, para que acompañen canciones viejas en este puerto casi perdido.

A ellos que rasgaron mi vestido con un manto de desilusiones, les compartiré mis pretensiones para calmar este cuerpo herido.

A ellos, de palabras inmaduras, de sortilegios y otros dilemas que aman las noches inseguras;

donde las miradas son lemas de tristeza que tejen las rudas caricias que hablan otros temas.

Marián González (Guatemala)

VERSO LIBRE ECO Y LATIDO 6

35

AUTORES CONSAGRADOS

DERROTA Yo que no he tenido nunca un oficio que ante todo competidor me he sentido débil que perdí los mejores títulos para la vida que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución) que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos que me arrimo a las paredes para no caer del todo que soy objeto de risa para mí mismo que creí que mi padre era eterno que he sido humillado por profesores de literatura que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo que tengo vergüenza por actos que no he cometido que poco me ha faltado para echar a correr por la calle que he perdido un centro que nunca tuve que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo que no encontraré nunca quién me soporte que fui preterido en aras de personas más miserables que yo que seguiré toda la vida así y que el año entrante seré muchas veces más burlado en mi ridícula ambición que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo (“Ud. es muy quedado, avíspese despierte”) que nunca podré viajar a la India que he recibido favores sin dar nada a cambio que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma que me dejo llevar por los otros que no tengo personalidad ni quiero tenerla que todo el día tapo mi rebelión que no me he ido a las guerrillas que no he hecho nada por mi pueblo que no soy de las FALN y me desespero por todas esas cosas y por otras cuya enumeración sería interminable que no puedo salir de mi prisión que he sido dado de baja en todas partes por inútil que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno que me niego a reconocer los hechos que siempre babeo sobre mi historia que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo que no lloro cuando siento deseos de hacerlo que llego tarde a todo que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas que ansío la inmovilidad perfecta y la prisa impecable que no soy lo que soy ni lo que no soy que a pesar de todo tengo un orgullo satánico aunque a ciertas horas haya sido humilde hasta igualarme a las piedras que he vivido quince años en el mismo círculo que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado que nunca usaré corbata que no encuentro mi cuerpo que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme, barrer todo y crear de mi indolencia, mi flotación, mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente me suicido al alcance de la mano me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final.

Rafael Cadenas (Venezuela, 1930)

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LAS PACES

Lleguemos a un acuerdo, poema.

Ya no te forzaré a decir lo que no quieres ni tú te resistirás tanto a lo que deseo.

Hemos forcejeado mucho. ¿Para qué este empeño en hacerte a mi imagen cuando sabes cosas que no sospecho?

Líbrate ya de mí.

Huye sin mirar atrás.

Sálvate antes de que sea tarde.

Pues siempre me rebasas, sabes decir lo que te impulsa y yo no, porque eres más que tú mismo y yo solo soy el que trata de reconocerse en ti.

Tengo la extensión de mi deseo y tú no tienes ninguno, sólo avanzas hacia donde te diriges sin mirar la mano que mueves y te cree suyo cuando te siente brotar de ella como una sustancia que se erige.

Imponle tu curso al que escribe, él sólo sabe ocultarse, cubrir la novedad, empobrecerse.

Lo que muestra es una reiteración cansada.

Poema, apártame de ti.

Rafael Cadenas (Venezuela, 1930)

Rafael Cadenas nació en Lara, Venezuela, el 8 de Abril de 1930. Publicó su primer poemario en una imprenta local de Barquisimeto, con prólogo de Salvador Garmendia. Desde temprana edad combinó la pasión por la literatura con la militancia política por lo que durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez fue perseguido, por lo que se refugió en la isla de Trinidad hasta 1957.

A su regreso a Caracas escribe y publica Una isla (1958) y Los cuadernos del destierro (1960).

Dotado de una refinada sensibilidad para la experiencia poética, este singular poeta venezolano se caracteriza por crear una obra densa y estrechamente vinculada al pensamiento filosófico. Siguiendo la tradición de Hölderlin, Rilke y José Gorostiza, su poesía parece fusionar los derroteros de la actitud reflexiva con la inspiración pura.

Su poema más famoso «Derrota» ha trascendido como la marca poética de la generación de los años sesenta. Su obra más celebrada es el poemario Amante, en el que expresa toda su fina sensibilidad.

En las últimas tres décadas, sabemos que Cadenas ha publicado Dichos (1992), Gestiones (1992), Sobre abierto (2012), En torno a Bashô y otros asuntos (2016) y Contestaciones (2018). En los dos primeros nos presenta una poesía muy reflexiva y condensada, en el tercero se puede decir que vuelve a sus intereses iniciales, a su concepción de mundo en sintonía con la obra de otro poeta venezolano residente en París, Guillent Pérez, en el cuarto nos encontramos con un Cadenas que se sumerge en la intensidad de la contemplación y revisita el haiku y en su quinto trabajo, nos presenta una poesía que curiosamente entra en diálogo con las sentencias políticas o los credos ideológicos.

Cadenas ha sido distinguido con numerosos premios, entre ellos, el premio Nacional de Literatura (Venezuela) en 1985, el Premio FIL de Guadalajara (México) en 2009, el Premio Federico García Lorca en 2015 y, en 2017, el Premio de Literatura FILCAR. Y últimamente, en el año 2.018, ha obtenido el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el galardón lírico más prestigioso en los países de lengua española y portuguesa. Un nuevo reconocimiento para una de las voces más coherentes y comprometidas de las letras hispanoamericanas.

Poeta, traductor y catedrático venezolano, jubilado de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. Cadenas reside actualmente en la ciudad de Caracas en Venezuela.

BIBLIOGRAFIA: Rafael Cadenas - Wikipedia, la enciclopedia librees.wikipedia.org Lecturalia http://www.lecturalia.com/autor/4612/raf ael-cadenas PRODAVINCI “Rafael Cadenas y la poesía venezolana” por Antonio López Ortega DIGO.PALABRA.TXT

Redacción: Ana Mercedes Villalobos Pérez

VERSO LIBRE ECO Y LATIDO 6

37 DESPUÉS DE GRISES VIGILIAS

Después de grises vigilias, luz de sol en el corazón; después de un largo ayuno en el viaje, alimento; después de una profunda sed, un trago de algo bueno para colmar el alma y curar su antiguo dolor.

Alegría de mi pesar, nunca podremos separarnos; tú piensas en mí en el bosque encantado, y con una nueva música llenas la soledad por ser tan dulce como eres. Él, cuya creación te hizo a ti perfecta, me hace a mí bendito.

Oh, fogoso Ministro, en poderosas alas llévame, gran amor, a mi eterno descanso.

El cielo es estar en paz con las cosas; venga el caos ahora, y en torbellino engolfa los planetas. He visto lo mejor.

George Santayana (España, 1863 – 1952, Italia)

Filósofo, ensayista, poeta y novelista español, que se educó en los Estados Unidos. A los 48 años dejó de enseñar en la Universidad de Harvard y nunca más volvió a los Estados Unidos. Escribió sus obras en inglés, y es considerado un hombre de letras estadounidense. Su último deseo fue ser enterrado en el panteón español en Roma. Probablemente su cita más conocida sea «Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo», de La razón en el sentido común, el primero de los cinco volúmenes de su obra La vida de la razón.

Es considerado “uno de los mejores estilistas de la tradición clásica estadounidense junto con Ralph Waldo Emerson. Y el tema dominante de sus escritos es la relación entre la literatura, el arte, la religión y la filosofía. Su extensa novela The Last Puritan: A Memoir in the Form of a Novel, Londres: Constable eds., 1935 ("El último puritano. Memoria en forma de novela"), es tal vez el más grande Bildungsroman de la literatura estadounidense.”

* * *

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LA SOLEDAD ES UN ESPEJO

La soledad es un espejo que te mira con tus ojos; tomó tu rostro su cuerpo de fantasma.

Por todas partes tú, siempre tú, sin espalda, en mil espejos de su carcajada.

Inútil gritar en su trampa de silencio, prisión invisible de cosas reflejadas.

Toma tu voz su voz metálica, los pensamientos, las palabras, y se aleja con tu cuerpo dejando en el espejo tu fantasma.

Alejandro Roemmers (Argentina, 1958)

Escritor y empresario nacido en Buenos Aires (1958). A los diecinueve años, recibió su Segundo Premio de Poesía de la Universidad Autónoma de Madrid. Su primer libro, “Soñadores, Soñad”, reúne poemas escritos entre sus catorce y sus veinte años de edad.

En 1995 publicó “Ancla Fugaz” y en 1996 presentó su colección de poemas “España en mí” en la Biblioteca Nacional de Madrid.

En 2001 editó su libro “Más Allá”, que luego fue presentado en la Biblioteca Nacional de Santiago de Chile y, en mayo de 2003, el Secretario de Estado de Cultura de España –Don Luis Alberto de Cuenca y Prado– lo presentó en Madrid.

En 2006, también en Madrid, presentó una colección de “Poemas Elegidos”, y fue el primer autor hispanoamericano que recibió el premio “Cultura Viva” por su poesía. Asimismo obtuvo el premio “Alba de América” y ese mismo año presentó su poemario “Como la Arena”, en México, en Chile, donde se lo nombró miembro de honor de la Universidad de los Andes, y en España, donde recibió el Premio Internacional Sial. Su obra “El regreso del Joven Príncipe” se encuentra traducida a más de treinta idiomas.

Fuente: https://www.alejandroroemmers.com.ar/biografia/

VERSO LIBRE ECO Y LATIDO 6

39 LOS OLVIDADOS

Y tengo que olvidar también el moho del traje que ocupé cualquier otoño, los pordioseros que pasé de largo y la embriaguez cansada de aquel día.

Tengo que cometer la fiebre nocheriega

Enrique Estrázulas nació en Montevideo en 1942.

Sus novelas y cuentos fueron traducidos a varios idiomas, especialmente su ficción Pepe Corvina.

Bisnieto de Juan Zorrilla de San Martín (el autor de Tabaré, la epopeya nacional uruguaya), ejerció desde temprana edad el periodismo. Fue agregado cultural en Roma, París y Buenos Aires (donde el director de esta revista tuvo el gusto de tratarlo), y embajador de Uruguay en Cuba.

de haber amanecido casi en vano al alba azul de la canción inútil

Alfredo Zitarrosa musicalizó algunos de sus poemas.

he conocido pálidos placeres,

Su obra (mencionada a continuación) de acuerdo a calificadas opiniones, como las vertidas por Juan Rulfo, Julio Cortázar y Juan Carlos Onetti, está arraigada en la más selecta literatura latinoamericana.

gritos y lujos sólidos y enjutos,

Poesía

y tengo que olvidar nuevos ocasos.

He amado iglesias, pórticos, suburbios

lloré por ellos y de todos supe que me habría de olvidar.

Y debo de olvidar un sótano inundado, olores y cerrojos, lluvias, pájaros, fuentes,

• • • • • •

El Sótano (1965) Fueye (1968) Caja de tiempo (1971) Confesión de los perros (1975) Poemas de amor - Madrigales, Blasfemias (1979) Claroscuros (antología, 2013)

tengo que recibirme de olvidado, untar las mangas con la frente abajo luego cambiarme el traje callejero, vociferar y parecer un hombre que piensa como todos.

Ya me levanto y piso, ya estoy calzado y adherido al cuello, a la corbata, al saco, a los relojes, ya soy un hombre que transita el tiempo,

Novela • • • • • • • •

Pepe Corvina (1974) Lucifer ha llorado (1980) El ladrón de música (1982) El amante de paja (1986) Tango para intelectuales (1990) Los manuscritos del Caimán (Sudamericana, Buenos Aires, 2004) Espérame Manon (Planeta, Montevideo, 2009) El sueño del ladrón (Sudamericana, 2013)

un olvidado más entre los que se olvidan.

Cruzo la calle y corro

Cuentos

en medio de la lluvia.

• • • • •

Enrique Estrázulas (Uruguay, 1942 – 2016)

Los viejísimos cielos (1975) Las claraboyas (1975) Cuentos fantásticos (1984) Antología personal (1984) La cerrazón humana (Seix Barral, Montevideo, 2007)

Ensayo • • • •

La canción de la mugre (1970) Mientras viva un poeta, un ladrón y una puta ensayo sobre Carlos de la Púa (1970) El canto de la flor en la boca (1978) Alfredo Zitarrosa, cantar en uruguayo

Teatro • • •

Borges y Perón (1998) La puta y el sacristán (2008) Gardel en Santamaría (2010)

VERSO LIBRE

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ECO Y LATIDO 6

LOS NOMBRES

Su obra: Poesía

Dos veces se muere; Primero en la carne, después en el nombre.

La carne desaparece, el nombre persiste pero perdiendo su casto contenido –tantos gestos palabras silencios–.

• • • • •

A Cinza das Horas - 1917.

Carnaval - 1919.

O Ritmo Dissoluto - 1924.

Libertinagem - 1930.

Estrela da noite - 1936.

Hasta que un día sentimos Prosa

con un golpe de espanto (¿o de remordimiento?) que el nombre querido ya no suena como los otros.

Santita nunca fue para mí la mujer sin pecado.

Santita era dos ojos miopes, cuatro incisivos claros a flor de boca.

Era la intuición rápida, el miedo a todo, un cierto modo de decir “válgame Dios”.

Adelaida no fue para mí Adelaida solamente, sino también Cabellera de Berenice, Innominada, Casiopea.

• • • • • • • • • • • • • •

Crônicas da Província do Brasil - 1936 Guía de Ouro Preto - 1938 Noções de História das Literaturas - 1940 Autoría das Cartas Chilenas - 1940 Apresentação da Poesia Brasileira – 1946 Literatura Hispano-Americana - 1949 Gonçalves Dias, Biografía - 1952 Itinerário de Pasárgada - 1954 De Poetas e de Poesía - 1954 A Flauta de Papel - Río de Janeiro, 1957 Itinerário de Pasárgada - 1957 Andorinha, Andorinha - 1966 Itinerário de Pasárgada - 1966 Colóquio Unilateralmente Sentimental – 1968

Adelaida, hoy apenas sustantivo propio femenino.

Fuente: Wikipedia

* * *

Los epitafios también se borran, lo sé pero más lentamente que las reminiscencias de la carne, menos inviolables que las piedras de

ARTE POÉTICA

las tumbas.

Un poema debe ser palpable y silencioso Manuel Bandeira (Brasil, 1886 – 1968)

como fruta redonda.

Mudo como viejos medallones al tacto.

Silencioso como la piedra de la moldura en la ventana

gastada por el roce de la manga, donde el moho ha crecido.

Un poema debe ser sin palabras como el vuelo de los pájaros.

Un poema debe ser inmóvil en el tiempo mientras la luna asciende.

Dejando, mientras la luna libera, ramita por ramita la enmarañada noche de los árboles.

Poeta, crítico literario y traductor brasileño, perteneciente a la llamada "Generación de 1922", o primera generación del Modernismo brasileño.

Su poema Os Sapos abrió la Semana de Arte Moderno de São Paulo en 1922.

Junto con escritores como João Cabral de Melo Neto, Paulo Freire y José Condé, es uno de los autores literarios más importantes del estado de Pernambuco.

Dejando, como deja la luna detrás el invierno, memoria tras memoria en el recuerdo.

Un poema debe ser inmóvil en el tiempo mientras la luna asciende.

VERSO LIBRE ECO Y LATIDO 6

41

Un poema debe ser semejante a:

ves la que soy.

No verdad.

No creas que te miento.

Para la historia del dolor una entrada vacía y una hoja de arce,

Si ves a una mujer que tiene hijos,

para el amor,

amor, un puesto lucrativo,

los pastos inclinados y las dos luces

un hogar confortable,

sobre el mar.

un auto cómodo y veloz,

Un poema no debe significar

un dinero en el Banco,

sino ser.

un viaje a Europa, una rueda de amigos.

Archibald MacLeish (EE.UU, 1892 – 1982)

los versos y la música, la esperanza sin mengua, la paz de cada día, dos o tres árboles y el cielo, estás mirando lo que tengo.

No lo dudes.

Si ves a una figura prisionera detrás de sus ventanas que ya no sale a regar su jardín, una ruin autómata que cumple sus deberes Poeta y escritor estadounidense. ocasiones el Premio Pulitzer.

Ganó

en

tres

MacLeish admiraba a T. S. Eliot y Ezra Pound y sus trabajos muestran la influencia de ellos. Sus primeras obras aceptaron la concepción modernista tradicional, de un poeta aislado de la sociedad.

A su más conocida obra, Ars Poetica, pertenece el poema aquí presentado que plantea un tema clásico del modernismo ascético, con el que más tarde rompió, cuando participó en la vida pública y consideró que ello no sólo era apropiado sino inevitable para un poeta.

con una máscara pegada a sus facciones, una suicida que controla y palpa sus arterias para resolver en qué lugar dará el certero tajo, y enseguida se cubre los harapos y se pone la diadema para salir al escenario y representa lo que ya no es, lo que ya no cree ella ni cree nadie, porque ya no existe la juventud,

Fuente: Wikipedia

* * * SONATA

ni el amor, ni el futuro, todo pasado y pisado, y se comprime las sienes en la oscuridad

Si ves una mujer alta y sonriente de suelto braceo en el andar, la frente libre y amplia, el pensamiento claro, impresionable, activa, creadora, de llanto fácil, de espontáneo jugar,

y se arrodilla, por la vieja y servil costumbre de rogar, y sabe que la vida no es cierta, porque no es cierto lo que no es eterno, pero en el fondo sabe que todo vale y es verdad, la juventud, el cielo,

VERSO LIBRE ECO Y LATIDO 6

42 la esperanza,

BALADA DEL BUSCADOR DE TESOROS

que la llave maestra la perdió

(Fragmento)

y dónde está ahora el secreto de toda trascendencia,

I

y que si un día sólo, y por favor, sacarse la mortaja

Nadie supo su nombre:

y desandar con sus dos piernas el camino

era solo un ojo gris y una pipa apagada.

del propio funeral;

Doscientos años antes,

si ves, repito, a esa mujer,

todos hubiéramos creído que era un viejo pirata.

ese fantasma que sólo tiene en común con la otra

Su casa frente al mar,

la inconmovible lucidez,

era apenas un techo y una tapia.

no creas que soy yo.

A veces, parecía menos viejo,

Mentira.

hablando de tormentas y de islas lejanas…

Es una infamia.

—No, no, ya no hay tesoros;

Nelly Vargas Machuca (Argentina, 1942 – 2016)

yo lo sé bien, decía y suspiraba.

El humo de la estufa lo hizo toser de pronto, cuando quemó sus mapas.

Buscador de tesoros, le crecieron las manos en el pico y la pala.

Cien años removiendo litorales de olvido, y nunca encontró nada…

II Jorge Luis Borges y Nelly Vargas Machuca (en su casa de Villa Ballester, aproximadamente 1985)

Nélida Luna de Vargas Machuca, nació en Buenos Aires. Profesora de letras, egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, poeta, narradora, actriz y cantante. Discípula de Borges.

En 1989 su poemario Señales de vida, del que procede la poesía transcripta, obtuvo la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).

Crítica, columnista, conductora de programas culturales (“El Caldero”, “Todo el Tango”), creadora de espectáculos (“Borges por Milonga”, “Del Sena y Del Plata”, “Con Motas en la raíz”), colaboradora en la revista Ser en la Cultura e integrante del grupo literario “Los imaginantes”. Poemas suyos han sido musicalizados por los maestros Juan Carlos Figueiras y Andrés Pedro Risso. Su obra figura en varias antologías tanto argentinas como de otros países.

Coordinó desde 1988 el Taller Literario “El Caldero”.

En noviembre de 2000 disertó en el Primer Encuentro de Escritores de la Red de Brasil, como representante de su comunidad. En 2003 asumió como Subsecretaria de Cultura del Municipio de Gral. San Martín (Bs. As.).

Cuando murió, en un sueño, la canción del domingo movía las campanas.

Se quedó para siempre con las manos vacías.

Su pipa estaba rota debajo de la hamaca.

El cementerio de los pescadores era un muro de conchas al final de la playa.

Aquella noche subió el mar.

Fueron sesenta cruces humildes bajo el agua.

Y dijo el cura: —Hay que enterrarlo aquí, en el patio de la casa.

(Sin pipa en la boca parecía más viejo.

Yo le eché en un bolsillo su cuchara de plata).

VERSO LIBRE

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ECO Y LATIDO 6

LOS DESGRACIADOS

Algo tembló en su mano, al olor de la tierra y al ruido de las palas.

Y nosotros cavábamos la fosa, con el largo de un remo, con el ancho de un ancla.

Ya va a venir el día; da cuerda a tu brazo, búscate debajo del colchón, vuelve a pararte en tu cabeza, para andar derecho.

Y sabedlo: allá abajo,

Ya va a venir el día, ponte el saco.

Miska, el grumete cojo, vio una cosa oxidada.

Y era un cofre, sabedlo:

Ya va a venir el día; ten

y fue un fulgor de joyas, cuando saltó la tapa.

fuerte en la mano a tu intestino grande, reflexiona, antes de meditar, pues es horrible

José Ángel Buesa (Cuba, 1910 – 1982, R. Dominicana)

cuando le cae a uno la desgracia y se le cae a uno a fondo el diente.

Necesitas comer, pero, me digo, no tengas pena, que no es de pobres la pena, el sollozar junto a su tumba; remiéndale, recuerda, confía en tu hilo blanco, fuma, pasa lista a tu cadena y guárdala detrás de tu retrato.

Ya va a venir el día, ponte el alma.

Ya va a venir el día; pasan, han abierto en el hotel un ojo, azotándolo, dándole con un espejo tuyo... ¿Tiemblas? Es el estado remoto de la frente Nació en Cruces, Cuba. Tras realizar sus estudios en el Colegio de los Hermanos Maristas de Cienfuegos se trasladó a La Habana, donde entró en contacto con los grupos literarios existentes.

y la nación reciente del estómago.

Roncan aún... ¡Qué universo se lleva este ronquido! ¡Cómo quedan tus poros, enjuiciándolo!

En 1961 partió de Cuba, y, tras vivir en las Islas Canarias y El Salvador, se asentó finalmente en Santo Domingo, donde se dedicó a la enseñanza, ejerciendo como catedrático de literatura en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Sus restos fueron trasladados a Miami.

¡Con cuántos dioses ¡ay! estás tan solo!

Ya va a venir el día, ponte el sueño.

Ya va a venir el día, repito

Sus principales obras son:

por el órgano oral de tu silencio

• • • • •

y urge tomar la izquierda con el hambre

• • • • •

La fuga de las horas (1932) Misas paganas (1933) Babel (1936) Canto final (1936) Oasis, Hyacinthus, Prometeo, La vejez de Don Juan, Odas por la victoria y Muerte diaria (todas publicadas en 1943) Cantos de Proteo (1944) Lamentaciones de Proteo, Canciones de Adán (ambas de 1947) Poemas en la arena, Alegría de Proteo (ambas de 1948) Nuevo oasis, Poeta enamorado (ambas de 1949) Poemas prohibidos (1959)

* * *

y tomar la derecha con la sed; de todos modos, abstente de ser pobre con los ricos, atiza tu frío, porque en él se integra mi calor, amada víctima.

Ya va a venir el día, ponte el cuerpo.

Ya va a venir el día; la mañana, la mar, el meteoro, van en pos de tu cansancio, con banderas,

VERSO LIBRE

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ECO Y LATIDO 6

y, por tu orgullo clásico, las hienas

¡Mas ya nunca veréle afeitándose al pie de su mañana;

cuentan sus pasos al compás del asno,

ya nunca, ya jamás, ya para qué!

la panadera piensa en ti, el carnicero piensa en ti, palpando

¡Hay que ver! ¡qué cosa cosa!

el hacha en que están presos

¡qué jamás de jamases su jamás!

el acero y el hierro y el metal; jamás olvides que durante la misa no hay amigos.

César Vallejo (Perú)

Ya va a venir el día, ponte el sol.

Ya viene el día; dobla el aliento, triplica tu bondad rencorosa y da codos al miedo, nexo y énfasis, pues tú, como se observa en tu entrepierna y siendo el malo ¡ay! inmortal, has soñado esta noche que vivías de nada y morías de todo...

César Vallejo (Perú, 1892 – 1938, Francia)

* * * Vallejo en Berlín

PIENSAN LOS VIEJOS ASNOS César Vallejo Mendoza nació en Santiago de Chuco, Perú, el 16 de marzo de 1892.

Ahora vestiríame de músico por verle, chocaría con su alma, sobándole el destino con mi mano, le dejaría tranquilo, ya que es un alma a pausas, en fin, le dejaría posiblemente muerto sobre su cuerpo muerto.

Podría hoy dilatarse en este frío, podría toser; le vi bostezar, duplicándose en mi oído su aciago movimiento muscular.

Tal me refiero a un hombre, a su placa positiva y, ¿por qué no? a su boldo ejecutante, aquel horrible filamento lujoso; a su bastón con puño de plata con perrito, y a los niños que él dijo eran sus fúnebres cuñados.

Por eso vestiríame hoy de músico, chocaría con su alma que quedóse mirando a mi [ materia...

En 1915 se graduó en la Facultad de Letras (Universidad de Trujillo), con la tesis El romanticismo en la poesía castellana, y ejerció como profesor.

Su primer poemario, Los Heraldos Negros, fue publicado en 1919. Dos años después obtuvo el Premio de Cuento Nacional por Más allá de la vida y la muerte.

Su obra poética cumbre, Trilce, es de 1922. Al año siguiente viajó a Europa (asentándose principalmente en Madrid y París), de donde ya no regresó. Allí continuó escribiendo sus poemas (que muchas veces expresan su angustia por las dolencias sociales) y artículos periodísticos.

En 1934 se casó con la escritora francesa Georgette M. Philippart Travers.

Otros de sus libros que podemos mencionar: Escalas melografiadas (relatos, 1923) Fabla salvaje (novela, 1923), El tugsteno (novela, 1923), Hacia el reino de los Sciris (nouvelle, 1928), España, aparta de mí este cáliz, (poemario de 1939), Poemas humanos (1939).

Póstumamente se publicaron cuatro obras teatrales suyas, que no habían sido estrenadas.

Falleció en París el 15 de abril de 1938, a causa del paludismo.

* * *

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AUTORES CONTEMPORÁNEOS

que viene y va desconcertada, sobre su forma vana, solitaria y blanca.

Hermosa y pálida, como un lirio de hielo, quieta, como la sangre casi azul que hay en sus venas.

Sale desde sus ojos profundos como un recuerdo, más que una pena, CLASES DE GEOMETRÍA

toca mi corazón con sólo un dedo y se devuelve tenue, delicada y breve,

Somos una curva del espacio

para alejarse al fin, con una vida más,

que se extiende eterno a todas partes

como un rayo de luz entre la niebla.

de figura cósmica, sin figura Manfred Selenschek (Venezuela)

tal vez sin sentido ni destino.

* * *

Somos un segmento dos puntos de inexistencia encontrados.

MARTES El tiempo es cosa de circunstancias lo que está siendo ahora

Dice que barra desde afuera hacia dentro

lo que existe en la forma de aquí.

para que vuelva como vuelve la mala suerte acumulando tierra bajo los pies.

Somos la posibilidad del infinito

Prefiero dispersar el polvo por la casa

una especie de justificación

moverme al son de la música ennegrecida

somos triángulo tan cuadrado

resguardar este canto sobre ollas hirviendo.

tan romboide sin cerrar…

Me explica que al piso de madera

Somos el universo mirándose los pies.

también se le saca brillo: pasas tanto el trapo que puedes sentir

Gustavo Parada Aguirre (Chile)

la transpiración salir del espacio entre la nariz y la boca.

* * *

Intento dejar todo bien limpio pues sufrimos, pero nos sobra cloro

POEMA A LA AUSENCIA

y con eso alcanza para toda la semana.

Tan dulce su cuerpo, allí,

No nos ponemos de acuerdo

sobre el acero frío, yerto,

somos dos acribilladas en la misma cocina.

como la imagen en un Haiku.

Sus manos llenas de hendiduras

Su mirada abierta, llena de vacío,

predicen mi futuro, entonces ella debiese

con el alma intranquila

ser una carta del tarot

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pero sólo sabe de encierro, gas y parafina.

las lagartijas a rombos, y los plazos de las hiedras;

Dice, que somos dueñas de esta casa

los juegos de los tucanes, por los rincones de las [ tabernas…

y parece su lengua condenada a la sentencia,

esos vicios dulces, que se elevaban con el humo…

mientras tanto remojo más que mi cuerpo en agua con sal.

los gatos mundanos, y los correos de las promesas; Catalina Espinoza (Chile)

el hermano, con nuestro ajedrez por las ramas, y la novia, que espera, junto a las guitarras del barrio.

* * * TribuZen (España)

* * *

LAS GUITARRAS DEL BARRIO

TODO UN MUNDO DE ROSALES

Y mientras los pajarillos, garabatean el cielo…

Perdí la piel unos momentos,

los nidos de las lealtades, y los árboles de la

y saben qué me encontré? Encontré

[ resistencia;

las sábanas perdidas de las nupcias

las locomotoras, llenas de abalorios, por los [ hoteles…

de mi madre, los lienzos colgados tan decentemente de sus pernos, que

las tribus , ebrias de las espumas del mar,

ahogaban el calor circundante. Las paredes

y los caballos que se reúnen al fondo de las

manchadas de fino terciopelo, los macizos

[ caracolas… todo se agolpa , para sentir…

galaicos de los mapas de mi infancia.

Encontré maizales superpuestos, donde entraba a hurtadillas y robaba, árboles frutales,

y todo, sería siempre a tope contigo…

secos pastizales llenos de arroz y flor lavanda.

las exuberancias de los parques,

Al volver a estar en mi piel, estiré como un demonio

el rezo del tacto,

el cuerpo y me dije, ''che, chavo, debes

las musas en la utopía,

airearte más a menudo''.

y los diagramas de la ciudad; Ben (España)

las panteras perfumadas, por las montañas , y los embarcaderos de niebla, más densos… * * *

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HOY NO FUE AYER

—verdes, rosas, grises como

un halo sin porvenir—.

Algunos días todavía son ayer,

Hay diez aventuras en tu dorso

pero no hoy.

y un puñal de amapolas en la sílaba que vas dejando en mis sueños.

Hoy no amaneció tarde ni el día tardó en irse; es más, no se ha ido a buscar ser de mañana

Si oyes el aullido del mar calla,

porque aún espera algo,

si la piedra llora el agua del silencio

no sé exactamente qué,

piensa en las fuentes que manan sin esperar la luz.

pero parece que la lluvia Hay ráfagas de tiempo donde somos el color.

tiene una urgencia íntima de mojarse en formas secretas

Está aquí el sonido de tu ausencia,

y trajo una penumbra tibia

ya llega, ya llega su sinfonía de libélulas,

que encendió temprano las lámparas

su crisálida dulce, el misterio que envuelve la

que no se apagarán en los charcos

[ memoria

ni en los rostros que pasan

con las guirnaldas viejas de un yugo marchito

en su encendido instante de pasar

que solo ansía desandar la noche.

rumbo a no sé dónde.

Ramón Carballal

Porque a veces no me acuerdo del olvido,

(España)

hoy no fue ayer, y sonrío con letra grande bajo el paraguas

* * *

y camino sin prisa hacia alguna parte donde todavía no estoy pero donde ya me aguardo para andar conmigo sin que nadie más me falte en el uno a infinito del infinito a uno de mis posibilidades.

Martín Vera (México) VOLVERÁS * * * Volverás una mañana, EL SONIDO DE TU AUSENCIA

cuando yo esté sentado a la puerta de mi casa, el bastón entre las manos,

Amanecí en tu perfil y no supe encontrar el adiós.

Me gustaba el ejercicio de las mariposas al anunciar el vuelo exacto de tu nombre.

la boina calada.

Miraré hacia la colina, aquella por la que el sol se levanta, donde el camino de tierra guarda

Me gustaba la lluvia como un arco iris

las huellas de los carros,

donde escondías la cicatriz del deseo.

aquellos, mi vida, en los que tanto te gustaba subir.

Te precederá el canto de los pájaros;

Todos los atardeceres escriben palabras de lujuria

vendrá la calandria que anida en el roble viejo,

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48 cantando para posarse en el alféizar de la ventana.

Presencias,

En el suelo se arremolinarán los gorriones,

las de siempre,

jugando, saltando, en sus cortos vuelos que tanto

como si la incertidumbre

[ te gustaban.

no las hubiera tocado jamás

Escucharé el rumor de las encinas del monte,

sonrientes, confiadas

meciéndose con el viento,

esperaron...

avisándome de un algo, para mí incierto

abiertos siempre sus generosos brazos

y madrugarán las mariposas para cubrir el cielo.

carentes de pesadas resacas.

Con mis manos temblorosas, sacaré mis lentes del bolsillo del chaleco,

Tibieza que envuelve

y tardaré en colocarlas sobre mis ojos cansados.

abrigando mis huesos vagabundos.

Una silueta se recortará contra la luz del firmamento y llenarán mis oídos los ecos de una canción que yo [ conocía.

Poco a poco te acercarás

Estoy de nuevo en casa.

Ana Clara Bonilla, “Alma etérea” (Uruguay)

y llegará un momento en que des sombra a mis ojos y yo te vea la cara.

* * * ESCAPE

Me llamarás por mi nombre y me sentiré ligero.

Furia,

Me darás la mano y me iré contigo,

ladran los cerberos

adelante, por el sendero.

en la puerta de mi infierno.

Luis Á. Ruiz Peradejordi (España)

Se abre la luna roja derramando fieras hogueras.

* * * Cae una sombra sin sonido, mis manos con humedad tibia me hablan de pecados que enraízan en la carne.

El silencio es patria de las estrellas.

Yo solo oigo el tañer fúnebre de mi sangre.

A mis pies tu sombra se enfría RETORNO

Luz cálida, aromas mezclados

mientras el viento cesa para percibir el vuelo de tu alma hacia nuevos dédalos sin tiempo.

a pino y horneado, sonidos amables

Y el acero abre

corrientes

un escape para mis venas.

cotidianos.

Khar Asbeel (México)

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AUTORES CONSAGRADOS

CARACTERES DE LA LITERATURA ESPAÑOLA Por: Ramón Menéndez Pidal

Las

dificultades al querer señalar rasgos característicos de la literatura española en general son muchas, empezando porque se quiere negar la existencia de caracteres perdurables a través de los tiempos, Arturo Farinelli, por ejemplo, lleno de fe individualista, cree imposible una continuidad característica nacional; toda creación literaria es para él el soliloquio de un alma.

Pero nadie hace literatura para soliloquiarse, sino para dialogar; y para entenderse dos es necesario que entre los dos medie una tercera fuerza que los una en ideas, sentimientos y tradiciones, que haga posible, en fin, el mutuo entendimiento.

No nos detendrá la afirmación del origen forzosamente individual de toda producción humana; hay que pasar más allá y ver la enorme coacción que sobre el individuo ejercen, no sólo sus contemporáneos, sino, y tal vez más, sus antepasados.

Más dificultad hace el pensar que hay sucesos de tal magnitud y de tal trascendencia que indudablemente hacen cambiar de raíz las características de las grandes épocas literarias.

Por ejemplo, el Renacimiento, para los críticos

del siglo pasado, Schlegel, Durán, Ticknor, Milá, dividía en dos mitades opuestas, o poco menos, toda la vida intelectual de España, como dividía la de Europa entera, y tras él no creen que perduren en España los rasgos generales de antes.

Mas por otra parte, en Alemania mientras los críticos católicos, como L. Pfandl o Hatzfeld, siguen concediendo importancia al renacimiento español, algunos protestantes, exagerando una idea de H. Morf, sostienen que España no ha vivido un renacimiento y nada ha cambiado con él.

En realidad tenemos que admitir las dos tendencias, destruyendo la una de lo otra lo que de extremo tiene, y debemos considerar, no ya dos, sino varias épocas, muy diferentes, sí, pero enlazadas por caracteres comunes. A través de la dramática renovación de los años se destacan siempre ciertos rasgos que perduran como base de la personalidad nacional. Pero después no escojamos rasgos poco duraderos y huyamos de buscarlos en lo posible fuera del territorio literario. No nos fijemos, por ejemplo, con Ticknor, en el monarquismo revelado por los escritos del siglo de oro, ni digamos que “resplandece constantemente

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en la literatura española”, pues no existía en la Edad Media ni en gran parte de la moderna existió.

Otra dificultad consiste en saber hasta qué punto los caracteres que señalemos serán totalmente españoles, o más bien hijos sólo de una región.

Muy a menudo se da el caso de que lo que hoy tenemos como propio de España entera, fue en su origen algo exclusivamente castellano viejo, algo que diferenció a la Vieja Castilla de las demás regiones. La epopeya es una clara muestra de esto. La épica (salvo alguna excepción, como la leyenda de Rodrigo) nació cerradamente castellana, hostil a León y extraña a los otros reinos peninsulares; pero con el tiempo, las leyendas forjadas en el alfoz de Lara, en San Esteban de Gormaz, en el valle de Arlanza, con caracteres locales muy pronunciados, acabaron derramándose por la Península entera, y en todas partes fueron recibidos sus héroes como héroes propios.

Nuestro teatro no sale de vacilaciones y tanteos, no produce obras de tipo robusto y decidido, hasta que Lope de Vega, venciendo su batalla interior contra los preceptos neoclásicos que atenazaban a Europa entera, escribió sabiamente para «el vulgo necio». Y ese feliz vulgo vio popularizados en el teatro, no sólo los temas propios de su epopeya y de su historia, sino los de la antigüedad clásica, las tradiciones extranjeras, las cuestiones teológicas, los problemas morales, todo lo que más hondamente conformaba la vida ideal de la nación.

Y podríamos recordar, entre otros muchos, el hecho de la acogida que los cantos populares hallaron frecuentemente en la poesía de corte: cancioneros del siglo XV, Gil Vicente, víhuelista del XVI, Lope de Vega y su escuela, cancioneros del tiempo de los Felipes, teatro del siglo XVIII, poesía contemporánea.

De ahí que la poesía popular en España tenga manifestaciones más cultas que en otros países; y la poesía culta las tenga más populares.

La epopeya, reveladora de características españolas Me ha movido a señalar algunos caracteres diferenciales de la literatura española el ver que cosas tenidas por mí como evidentes y llanas, han tropezado con la incredulidad razonable de críticos extranjeros. Si esos supuestos —dicen— no se producen en otras literaturas, no es razonable que los admitamos para la española. Y este argumento es el que primeramente nos ha de llevar a señalar algunos de los caracteres más típicos y diferenciales de la literatura española: aquellos que habían sido negados o extrañados por los que fundan su incredulidad en la comparación con otras literaturas.

Estos caracteres que vamos a considerar, aunque orientados particularmente a la historia de la épica, son fundamentales para el estudio de la historia literaria española en general. La epopeya, por lo mismo que es producto de épocas primitivas, nos revelará caracteres de niñez y juventud, épocas las más espontáneas, confiadas y veraces; así que, aunque atenuados después de mil causas, estos caracteres los veremos apuntar siempre.

Ramón Menéndez Pidal

Popularismo en el gusto literario El verso asonantado Hay un carácter de la literatura española muy tenido en olvido: el popularismo, y es uno de Ios que se hallan más hondamente impresos en las principales manifestaciones españolas.

El popularismo presupone una compenetración entre el autor y su pueblo. Pero «pueblo» no es «plebe», como algunos creen. Cervantes, aunque maldice mil veces del vulgo, se enorgullece de que su Quijote es manoseado por los niños, leído por los mozos, meditado por los hombres y celebrado por los viejos.

Y entrando en pormenores de este popularismo, nos encontramos en primer lugar con la métrica.

La poesía española usa más que otras las formas de verso menos artificiosas.

La epopeya en España, como en Francia, nace revestida con una versificación sencillísima, es el simple asonante; la variedad de éste es muy poca: no se combinan diversas clases de ellos, sino que un mismo asonante se prolonga a través de muchos versos.

ENSAYO ECO Y LATIDO 6

51 Pero hay dos diferencias muy notables entre las dos epopeyas. En primer lugar, el asonante español es más primitivo que el francés, mezcla terminaciones graves y agudas: padre es buen asonante de mar. En segundo lugar, las gestas españolas usan siempre el asonante, hasta el siglo XV, en que muere este género; mientras que las gestas francesas procuran abandonar la sencillez primitiva y convierten desde el siglo XII el asonante en consonante.

La inartificiosa asonancia responde tan bien al popularismo de la literatura española, que no sólo se conservó dominante en estos géneros viejos, sino que se impuso en otros que habían nacido en un ambiente culto, con rimas llamadas perfectas, y así este metro de romance invadió la escena, al constituirse ésta en arte verdaderamente nacional, desterrando combinaciones estróficas consonantadas del teatro primitivo, para hacerse uno de los metros dominantes por el que nuestras comedias toman ese aire de llaneza tan alejado del encopetamiento que el verso alejandrino da al teatro francés.

Castilla y uno de Navarra, concuerdan en un verso sujeto a regulares alternativas de mayor o menor número de sílabas. Y no sólo los cantares de gesta; los poemas de todas clases escritos en León, en Aragón o en Castilla, como «Elena y María», la «Razón de Amor», la «Vida de Santa María Egipciaca», los «Reyes de Oriente», o «Cántica de Velador», de Barceo, son todos anisosílabos.

Es preciso reconocer que el verso desigual de tantos manuscritos no es una deformación debida a malos copistas, sino que fue forma normal empleada conscientemente por los juglares españoles. Pero, además, el gracioso argumento de «esto no es así en ningún, otro país», no sólo es ineficaz, sino inexacto también. El verso anisosílabo, que debió ser el primitivo románico, se usó en otras literaturas; así, irregular en sílabas es el Cántico de las criaturas de San Francisco de Asís; irregular es el verso de los poemas francoitalianos y de los anglonormandos, a pesar de que unos y otros juntan poemas franceses de verso isosílabo; irregular es la canción épico-lírica piamontesa.

Y, por otro lado, vemos hoy infinidad de escuelas poéticas de técnica refinadamente artificiosa coincidir con aquellos juglares en no querer entorpecer el libre desenvolvimiento de la expresión con trabas numéricas.

Así, en fin, la versificación anisosílaba del Poema del Cid y de casi toda la poesía medieval española no es algo aislado y casi inconcebible en la literatura románica; es sólo la excepción más importante, y que, aunque sólo fuese por esta su importancia, revela la tendencia extremamente popular que señalamos como característica de la literatura española.

Anonimia

Métrica irregular La medida silábica de los versos nos da un rasgo más típico aún que el asonante, y es para algunos algo increíble y hasta escandaloso.

El manuscrito del Poema del Cid nos ofrece versos de medida constantemente irregular que oscila entre diez y veinte sílabas, y en ello muchos no supieron encontrar sino el resultado de la inhabilidad y descuido del copista. Alguno llega a decir que es inaceptable la idea de que el poeta no contase las sílabas, porque «un verso amétrico de esa clase no fue usado en ningún otro país». Como si cada literatura no tuviese algún carácter particular, y éste no pudiese aparecer en particularidades que faltaban en otras literaturas.

Hoy el anisosilabismo del metro épico español es indiscutible. Los cuatro manuscritos de cantares de gesta conservados, tres procedentes de

El popularismo no sólo se manifiesta en el gusto, esto es, en el uso de formas literarias, según venimos viendo, sino también en la creación misma de la obra, y en cómo ésta se transmite al público inmediato y al futuro.

Es llamativo desde luego cuánto abundan las obras de autor desconocido en la literatura española. El desconocerse el autor dice, por lo general, que quien las creó se quiso confundir entre su público, y también, tal vez, que en ellas colaboraron después varias personas más, acaso varias generaciones, por lo que su autor no es otro que el grande, el inescrutable anónimo de la multitud.

Anónimos de este último modo son todas las producciones de la epopeya que llenan cinco siglos por lo menos de nuestra literatura; anónimas las grandes «Crónicas Generales de España» , desde la que disfraza su anónimo con el nombre de Alfonso el Sabio hasta las que se producían dos siglos después; anónimo también el Romancero; tal cantidad de

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anónimo, y de tal valor, no se encuentra en ninguna otra literatura.

En cuanto al anónimo inicial, nos choca que a menudo el autor culto realiza su esfuerzo para bien propio y de los demás, sin que la fama le preocupe lo más mínimo. Muy revelador es el hecho de que en plena exaltación renacentista de la personalidad, obras como «La Celestina» o «El Lazarillo» salieron a luz envueltas en el anónimo. Son obras capitales de un arte original; rebosan, cada una por su estilo, personalidad que marca rumbos nuevos en la literatura española que influye en la universal, y, sin embargo, el autor se anonada en la belleza de su obra con complacencia. En nuestro teatro clásico, creaciones tan descollantes como «El Condenado» o «El Burlador» aparecen con padre dudoso, discutiéndose su atribución a Tirso; y esta duda, ¿se concibe respecto a las obras capitales del teatro francés? Muchas comedias de los siglos de oro españoles se publicaron firmadas por «Un ingenio de esta corte», y a menudo los grandes autores de entonces repudian las comedias que les atribuyen o reclaman las que les hurtaron; en fin, de un modo u otro vemos múltiples fenómenos de anonimia, semejantes a los que dominan el primer momento de la producción de una poesía tradicional.

Colaboración Al lado del anónimo está la colaboración, no sólo manifiesta en obras medievales, como en las «Crónicas Generales de España», por ejemplo, en cuya formación trabajaron historiadores latinistas, romancistas y arabizantes, y de cuyos borradores proceden refundiciones innumerables. Pero pasada la Edad Media, época más propicia a las obras colectivas, en los siglos de oro de la literatura española aparecen hechos parecidos, principalmente en el teatro, y, aunque en menor grado, también en los otros géneros.

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ellas y júntanlos con otras escrituras y publícanlo todo en los títulos del libro por cosa mía».

El arcipreste de Hita, lejos de ambicionar respeto para la paternidad de su obra, desea que intime con ella todo el que la lea, y cualquiera que sepa trovar, enmiende y añada lo que le venga en gana.

Cuando la obra personal aparece marcada con el carácter de poesía colectiva, al transmitirse al público, se entrega a él y en él vive, porque su belleza no es estática, de expresión agotada por su autor, no es belleza de gesto inmutable, sino que vive cambiante con su público. Ahí está el libro anónimo de «Amadís», ahí el Infante Don Alfonso de Portugal que lo lee con apasionada emoción y que. por piedad de la doncella Briolanja, al verla desdeñada, manda alterar el texto.

El público entero toma interés activo en la obra tradicional que le recrea; tan suya la hace cada lector, que no duda en rechazar como equivocado todo lo que le disuena, sintiéndose coautor de la obra, tan dueño de corregirla como el primer redactor. Este fenómeno de la refundición menuda y múltiple de una obra en su transmisión escrita se presenta en todas las literaturas, principalmente en las medievales, pero en las españolas es particularmente frecuente e importante.

El teatro por sí solo nos ofrecería los mejores ejemplos de esta transmisión colectiva. Basta el caso de Lope de Vega, que no se preocupó de imprimir sus comedias hasta que vio publicados ocho tomos de ellas, de las cuales se habían apoderado los impresores como de bienes comunes.

Unos representantes hurtaban a los otros las comedias, recomponiéndolas o destrozándolas a su modo, y el autor, al recibir impresas las obras que así habían rodado por el mundo, veía con pena «a seis renglones suyos, ciento ajenos».

A menudo, tres autores famosos se reúnen para escribir los tres actos de una comedia; y frente a la colaboración simultánea, encontramos la colaboración sucesiva, la refundición; y refundían no sólo los poetastros como Claramonte. Bien sabido es que dos de las más famosas obras de Calderón, «El médico de su honra» y «El Alcalde de Zalamea», son en gran parte simples refundiciones de obras de Lope.

Persistencia de temas poéticos

También se da a menudo el caso de colaboración y refundición anónimas en la obra de autor conocido. Fray Luis de Granada se decide en 1579 a publicar sus obras porque «muchos toman algunos pedazos de

Las obras literarias españolas las vemos hundirse a montones en el olvido; pero los temas que las inspiran sobreviven a tanta pérdida y perduran en el tiempo; lo 'individual es borrado constantemente, para sobrevivir inalterable y renovado el espíritu de Ia especie.

Algunas ediciones de Menéndez Pidal

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53 Y éste es otro de los rasgos más salientes de la literatura española: la persistencia tenaz de los temas poéticos. Esto es en parte consecuencia de lo anterior. El espíritu popular tiene menos vacilación de gustos que el aristocrático; conserva por más tiempo un canto, un traje, una costumbre.

Observa bien Pío Rajna que con ninguna otra producción artística, fuera de la española, se puede formar una antología como la «Gesta del Cid» de A. Restori, que, ciñéndonos a una sola tradición poética, reúna obras pertenecientes a la vez a todos los siglos y a la mayor parte de los géneros literarios.

y de monorrima; otras veces internos, como cierta continuidad de inspiración en que sobresalen la austeridad épica, el realismo y un hondo sentimiento de dignidad; pero indudablemente esa dignidad se muestra de modo más evidente en la madurez tardía y en el perdurar a través de los tiempos las memorias histórico-nacionales, presentes al recuerdo de todos, y de las que decía Luján de Sayavedra: «Por tradición andan de lengua en lengua y es menester más habilidad para ignorallas que para sabellas.» Por eso decía George Moir que «el mérito de la poesía española no se cifra en bellezas aisladas, sino en ese noble espíritu nacional que enlaza y armoniza su, conjunto». Y encareciendo la unidad nacional que domina en ella, decía Federico Schlegel que «bajo el aspecto de su valor nacional, la literatura española ocupa el primer puesto, y la inglesa acaso el segundo».

Sobriedad

Fijándonos en el aspecto más estrictamente ético de esa continuidad e inspiración, encontramos, a través de todas las edades y todos los tiempos, una austeridad moral marcadísima, que podríamos jalonar por dos hechos culminantes de la novelística.

Frutos serondos Hemos visto ya la vida multisecular de algunos géneros literarios medievales: epopeya, crónicas nacionales, romancero; otras veces un género llevó vida obscura, subterránea, en la Edad Media, y sólo brotó en siglos posteriores, cuando ya en otros países su fruto se había secado por causa de roturas con el, pasado traídas por el Renacimiento. En España, esta rotura apenas se produjo, y algunos viejos géneros pudieron florecer después, dando frutos que, precisamente por su tardía madurez, son estimados.

Frutos tardíos de géneros literarios ya secos en el resto de Europa son las más destacadas actividades de nuestros siglos de oro: los libros de caballerías se propagaron a otras literaturas' precisamente porque en ellas había muerto ya el linaje de Tristán y de Lanzarote; la mística tuvo también gran repercusión en Occidente porque en él había muerto dirección semejante; los autos religiosos, reflorecimiento del teatro primitivo, fueron escritos para un público educado en una escolástica nueva.

Carácter nacional de la literatura española La unidad personal de la literatura española se manifiesta en otros muchos fenómenos, unas veces externos como la favorita persistencia del verso de romance extremadamente tradicionalista por su primitivismo de asonancia

La imaginación adormecida de Europa, despertada un día por las caravanas que llegaban cargadas con todos los tesoros de la imaginación del Oriente, produjo en Occidente dos tendencias principales: una, cómica, cuyo eje era la liviandad femenina; otra didáctica, fundada en casos ejemplares. Italia y Francia se prendaron de la parte cómica y sacaron de sus cuentos populares la cínica desenvoltura que florece en los fabliaux y en las narraciones de Boccaccio, la cual se propaga a través de los siglos, bastando recordar en el XVI los nombres de Lasca y Straparola, de Despériers y de la reina Margarita. Pero España no fijó sus ojos en esa provocativa algazara exterior; mirando más hondo, se enamoró de la belleza didáctica que ennoblece el cuento oriental, y este amor llegó a producir el «Libro de Patronio», animado de ese espíritu moralizador que igualmente inspira las narraciones del rey Sancho IV o del arcipreste de Talavera, y que perdura en los siglos de oro amargando la sátira que brota con la novela picaresca. Esta bifurcación de dos grandes corrientes novelísticas que se personifican en dos grandes prosistas coetáneos, don Juan Manuel, y Boccaccio, es bien reveladora de un carácter.

Como segundo hecho significativo, ahí está el modo como España contribuyó a enriquecer la novela de Bretaña. Europa entera se embelesó con las historias de «Tristán» y de «Lanzarote», náufragos atraídos por la fatal sirena a los abismos de amor adúltero; pero España, al dar su fruto en esta cosecha,

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produjo el «Amadís», donde esa poesía cortesana se purifica del pecado antisocial de los modelos franceses para convertirse en la poesía del amor primero, sublimado por la más inquebrantable fidelidad. Y el «Amadís», nimbado con esta luz tranquila, obscureció el fulgor de sus modelos y halló admiración en las literaturas renacentistas: y así cuando Bernardo Tasso transportaba los libros de' caballerías españoles al poema épico, estima que los poetas españoles sobrepasaban a los franceses por su concepción del amor como hábito noble y constante de la voluntad. Y aun más: el mismo conde de Gobineau, puesto a buscar un símbolo de 'la humanidad aria en lucha con las razas espurias, desechó a Tristán y a Lanzarote y no acertó a hallar en toda la Edad Media otro héroe personificador más grande que este doncel Amadís, nacido en la literatura española.

Escasez de elementos maravillosos

Al recorrer la epopeya y el romancero vemos como al pasar una figura del escenario francés al español tiene que comportarse aquí ante el nuevo público de modo distinto a como allí lo hizo. «La bella mal maridada», que en Francia trata a su engañado marido en cómico, en España es la que pide a su esposo la muerte como castigo que merece.

En cien pastorelas francesas la zagala burla a su zagal con el caballero, pero en el romancero «La mal casada del pastor» permanece fiel al que en Francia tienen por despreciable marido.

Y no es que la literatura española sea ajena a este gusto universal por la ficción; bien claro lo dicen los libros de caballerías; pero tales ficciones suelen tropezar con un sentimiento de despego y desdén, manifiesto especialmente en la frecuencia con que los elementos maravillosos ya existentes son suprimidos.

El realismo de la literatura española se manifiesta particularmente en la escasez de elementos maravillosos. El único rasgo maravilloso del «Myo Cid» es la aparición del ángel Gabriel en sueños al Campeador; mientras en el Roland, los ángeles intervienen en la acción y no sólo en visiones; la naturaleza se conmueve en prodigios, y hasta los hombres son sobrenaturales; el mundo heroico se aleja del mundo humano.

Y lo irreal que aparece en la literatura española es tratado de un modo tan particular, tan como cosa real, que para Vossler es precisamente esta agilidad para pasar continuamente de lo terreno a lo celeste sin dificultad ninguna la esencia del realismo español; y llamar realismo a esta familiaridad con lo sobrenatural sorprenderá sólo al que no sabe que el mundo de acá y el de allá son igualmente reales para el creyente.

Al lado de la austeridad ética podemos colocar otras cualidades semejantes. La raza española fue alabada de antiguo por su sobriedad. Sus ideales son pocos y mantenidos con tenacidad; algunos, el contrarreformista por ejemplo, fue fatalmente seguido por ella durante los siglos con altiva resignación de muerte.

En el arte, esta sobriedad, además de aquella sencillez de forma que ya dejamos dicha, determina un especial realismo. Lo mismo que el lenguaje español, comparado al francés o italiano, es esquivo a expresiones de afectividad íntima, entregándose a las más objetivas y directas, la poesía rehúye manifestar la intimidad fantástica, prefiriendo encubrirla en la representación de la realidad objetiva. Claro es que en último término lo objetivo como percepción también cae dentro de la subjetividad, pero ésta es ya la común, la de todos, por donde el realismo se toca con el popularismo.

Busto del autor

Con este afán por desvirtuar lo sobrenatural se relaciona el gusto, tan arraigado en los artistas religiosos españoles, de reducir a un nivel común lo divino y lo humano, unas veces, siempre dentro de la más sincera piedad, contemplando humanamente atrevidos lo sagrado con ojos profanos; otras veces, al revés, tratando en modo divino los temas profanos en boga, aun los rufianescos que más pudiesen herir lo sagrado, sin retroceder ante la extravagancia de un «Divino Escarramán» o una «Gallarda espiritual».

Después tenemos que apuntar la frecuencia con que en nuestra literatura se elimina totalmente lo maravilloso. Ya hace mucho tiempo que se notó como nuestros romances desechan el artificio maravilloso con que se pretenden adornar los poemas y cuentos franceses o italianos, de donde aquéllos derivan o de quienes son semejantes.

ENSAYO ECO Y LATIDO 6

55 La austeridad artística del español quiere conseguir la belleza con la mayor sobriedad de recursos.

místicos, no pueden gloriarse de filósofos. La pasión por el trabajo no conduce en el español al esmerado perfeccionamiento de la obra, sino al renuevo de la producción.

Literatura de acción. La aventura Los sucesos culminantes de la historia de España son todos aventuras gigantescas: la parte preponderante tomada en disputa del mundo entre cristiandad e islam, la expansión catalanoaragonesa por el Mediterráneo, la portuguesa por el océano Indico y el Atlántico, la castellana por el Atlántico y el Pacífico, la política europea de contrarreforma, la guerra de la independencia.

Para terminar, téngase muy en cuenta (lo repito recordando y previniendo objeciones) que estas características señaladas son las que creo más perdurables a través de todos los tiempos de las literaturas españolas, pero el que ellas perduren no quiere decir que no surjan enfrente muchas excepciones individuales, y reacciones colectivas en contra; y es más, sería natural suponerlas, si es que no las conociésemos.

La acción descuidada de la perfección caracteriza lo mismo nuestras grandes empresas históricas que nuestras manifestaciones artísticas. El primer ímpetu, la improvisación, es el genio de toda nuestra actividad. La espontaneidad indómita suele brillar en las obras capitales de los españoles; la disciplina les es antipática. Así, al lado de grandes

Ramón Menéndez Pidal (1869 – 1968) Filólogo, historiador, folclorista y medievalista español (La Coruña). Impulsor de la escuela filológica española, fue un miembro erudito de la generación del 98. Estudió en la Universidad de Madrid, donde en 1899, obtuvo la cátedra de Filología, que habría de conservar hasta su jubilación, en 1939. El Rey Alfonso XIII en 1904 lo designó Comisario general en el laudo arbitral de la cuestión de límites entre Ecuador y Perú.

En 1925 fue elegido director de la Real Academia Española. Durante la Guerra Civil Española vivió en Burdeos, Cuba, Estados Unidos y París.

Fue un autor fecundo y talentoso: Leyenda de los siete infantes de Lara (1896), Catálogo de las Crónicas Generales de España (1898), Antología de prosistas castellanos (1898), Antología de prosistas españoles (1899), Notas para el romancero del Conde Fernán González (1899), Poema de Yuçuf (1902), Manual elemental de gramática histórica española (1904), El dialecto leonés (1906), La epopeya castellana a través de la literatura española (1910), Cantar del mío Cid: texto, gramática y vocabulario (1908–1912), Orígenes del español (1926), Flor nueva de romances viejos (1928), La España del Cid (1929). La idea imperial de Carlos V (1938), El idioma español en sus primeros tiempos (1942), La lengua de Cristóbal Colón (1942), La lengua de Cristóbal Colón y otros ensayos (1942), Historia y epopeya de los orígenes de Castilla (1942), Historia del Cid (1942), Toponimia ibero-vasca en la Celtiberia (1950), Reliquias de la poesía épica española (1952), Toponimia prerrománica hispana (1952–1953), Romancero hispánico (1953), Toponimia prerrománica hispana (1953), Castilla, la tradición, el idioma (1955), Poesía juglaresca y juglares (última redacción de 1957), En torno a la lengua vasca (1962), El Padre Las Casas: su doble personalidad (1963), Crestomatía del español medieval (1965–1966), Historia de España (iniciada en 1935).

Falleció en Madrid a los 99 años. Una multitud asistió a sus exequias (arriba, ver portada del ABC).

ENSAYO

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ECO Y LATIDO 6

Góngora

Machado

García Lorca

Tres poetas junto al río Por: Alonso Zamora Vicente

Los

ríos son, en todas partes —perdón por empezar dogmatizando—, motivo primordial de la lírica. Según sea el cariz de la moda literaria reinante, así es el aire de ese río. Ríos tranquilos, balsámicos, de cauce lento y duro, en la pastoral.

Ríos espumosos, difíciles, de sesgos encontrados, en la lírica barroca. Ríos cordiales, cercanos, limpios, en la voz sincera de cualquier tendencia literaria. En todas las literaturas, estoy seguro, aparece siempre un río, como un inesquivable tema de poesía. La literatura española, claro es, no podía escapar a este aguijón. No pienso ahora en esos logros totales, a lo Jorge Manrique: “Nuestras vidas son los ríos…”, no. Pienso en la aparición de ríos concretos, reales, con su nombre y su luchar acostado a la búsqueda del desenlace.

Ríos de España en la literatura en español.

“España, tal es como el Paraíso de Dios… riégase con cinco ríos cabdales, que son: Ebro, Duero, Tajo, Guadalquivir, Guadiana…”. Éstos. Los que andan y desandan lo andado sobre la tierra de Dios.

No sé ahora, cuando escribo esto —ni me lo he propuesto tampoco—, qué ríos han sido los preferidos por la poesía española. En un país de tan acusados perfiles, de agravados localismos, la patria chica ha debido suponer mucho en numerosas ocasiones. Los poetas han pensado, seguramente, en dar una resonancia universal al sediento arroyuelo junto al cual nacieron. Por otra parte, los ríos de la Península Ibérica no son, ni con mucho, los grandes ríos de la Europa central.

Sus caudales suelen ser bastante más modestos, y sus riberas no tan acogedoras. Hace falta una evidente superación poética para convertir sus caminos pobres, heroicos, en lugares de quietud contenta. Se me dirá que estas cualidades encierran otra vertiente de poesía. Sí, ya lo sé: es

la del Romancero, la de los viejos poemas: valle del Jalón y gleba del Arlanza en el Cid, o el destierro del Valpirre en el Fernán González.

Pero aquí, en esta ladera poética, los ríos están minados por su propio dramatismo, como personajes íntegros que exhiben su noble fuerza antigua. Es el Duero que ha visto y enseñado Antonio Machado. El río de las tierras altas, tristes, el de la curva de la ballesta en torno a Soria.

Otro tipo de cauce poético es el del Tajo. Río que arrastra arenas de oro, y que, de añadidura, desemboca en el extremo de un mundo multisecular, los poetas le traen y le llevan, sobre todo como término de comparación y de evocador de distancias. El Tajo equivale a “fin del mundo”. Y, después, el mandato de Garcilaso, dulce como pocos, de una resonancia tan pura y tan leal, le convierte en un canon irreemplazable. La espesura toledana —Toledo, capital espiritual de España— es un clisé lírico que se va a repetir infatigablemente. Tajo solemnísimo, barbado, con su bagaje de ovas y de ninfas, en una esmerada irrealidad. Todavía en el siglo XVIII se podrá reconocer este módulo en algunos poetastros de una Arcadia trasnochada. Pero yo, ahora, sin que pueda precisar bien por qué, he pensado en el Guadalquivir. “Ay, río de Sevilla, cuán bien pareces”, dice la sevillana antigua. Y la antigua sevillana lo unge de ramos verdes, de velas blancas.

Es muy probable que sea mi recuerdo actual del Guadalquivir un simple espejismo del paisaje de Buenos Aires. La lisura verde de la pampa, con sus altas manchas de eucaliptos, recuerda, en

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57 seguida, la marisma sevillana (digo recuerda, no digo se parece. La pampa se parece sólo a la pampa, y éste es el mejor elogio a la austeridad y a la desolación de su horizonte). Es la misma hierba recrecida, oscura, el mismo salto de caballos y reses (allá bravas, erguida la cabeza en gesto agresivo), y la misma luz tibia, húmeda, de un rosa pálido. Aquí el campo es ancho, sin reposo inmediato; allá, cortado pronto por las lomas suaves. Sí; por allí va el Guadalquivir. Río grande, solemne, al pie de catedrales gallardas y debajo de puentes romanos.

Y cuando ya el desenlace se acerca, la memoria transida evoca el día inicial, tan incierto, tan lleno de alegría pura y clara: Un borbollón de agua clara debajo de un pino verde eras tú, ¡qué bien sonabas!...

Y la meta está ya ahí, al filo salado de las olas: Como yo, cerca del mar, río de barro salobre, ¿sueñas con tu manantial?

Frente a este río íntimo, de hondura atormentada, la visión del río brillante, luminoso, en movimiento, de García Lorca. Los atributos externos, de belleza cuajada en árbol y en sesgo, en orilla y en vela: Para los barcos de vela Sevilla tiene un camino…

El Guadalquivir desde una ventana de la Torre del Oro, Sevilla, por Ariel Carrizo Pacheco, Director de Eco & Latido.

El Guadalquivir es esencialmente andaluz. De los montes de Cazorla a la playa de Sanlúcar. Corto, conoce del paisaje de olivos y naranjos y se deja remontar por los barcos hasta Sevilla, esos barcos despaciosos que suben en la primera luz del alba, por el silencio duro de la marisma. Tres poetas andaluces han dado tres notas leales de cariño, de ese cariño por la patria chica, traspasada de nostalgias. Y claro está que en la evocación de la patria buscaban el elemento que pudiera tener una trascendencia total: el Guadalquivir. Góngora, Antonio Machado y García Lorca. Tres modos distintos de soledad, al borde de su río.

El río lorquiano acoge la multitud de rasgos dispersos, bajo el aire desgarrado de una copla popular. Copla de Andalucía, preñada de soledad y de tristeza. En el propósito del poeta, los dos ríos de Granada se añudan al Guadalquivir para dar la visión certera de los cielos y horizontes exactos: El río Guadalquivir va entre naranjos y olivos.

Los dos ríos de Granada bajan de la nieve al trigo.

Y así se unen de nuevo las sierras levantadas de Góngora, la Cazorla espectral de Machado y la nieve del Mulhacén, en esta voz de hoy, tan lograda y rotunda. Río Guadalquivir, río grande, de arenas nobles, al pie de los naranjos y de los eucaliptos, allá, por la marisma que tanto recuerda el campo bonaerense.

Sobre su autor:

Góngora lo evocó con una voz de sentidos ecos en el soneto a Córdoba, tan conocido: ¡Oh, gran río, gran rey de Andalucía, de arenas nobles, ya que no doradas!...

Es, todavía, un poco el río de los mitos clásicos, engolado, henchido de atributos literarios. La ciudad misma está un poco esclava de la moda estilística. Torres coronadas de honor, de majestad, de gallardía. Plumas y espadas. Pero, de pronto, entre ese acervo de la época, se asoma agudamente la soledad sincera, intransferible. Si ese recuerdo no ha sido alimento permanente, nunca merezcan mis ausentes ojos ver tu muro, tus torres y tu río, tu llano y sierra, ¡oh patria, oh flor de España!

Para Machado, el Guadalquivir es como un símbolo de su propio vivir, encerrado en su cauce, deslizándose a lo largo de un paisaje inalienable.

Alonso Zamora Vicente (Madrid, 1916 — San Sebastián de los Reyes, Madrid, 2006) fue y es un escritor y filólogo, discípulo de Ramón Menéndez Pidal, autor de Presencia de los clásicos (libro de 1951 al que pertenece esta nota ensayística), Estudios de dialectología hispánica, De Garcilaso a Valle-Inclán, Lope de Vega: su vida y su obra, Camilo José Cela (acercamiento a un escritor), Smith & Ramírez, ¡Estos pobres diablos! y Mesa, sobremesa, entre sus tantos otros títulos.

Fue profesor de Lingüística Románica en la Universidad de Salamanca, de Lengua española en la Universidad de Buenos Aires, profesor extraordinario, en la Universidad Nac. de México, y dictó clases en la Universidad de Puerto Rico. En Buenos Aires fundó y dirigió la revista Filología.

Fue nombrado académico de honor de la Real Academia de Extremadura y Doctor Honoris Causa de su Universidad, y la Asociación APLEX 'Patrimonio Lingüístico Extremeño' le distinguió con el título de Socio de Honor en el Primer Congreso Internacional APLEX 2004.

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AUTORES CONTEMPORÁNEOS

Reflexiones sobre el poema Por: Felipe Fuentes García (España)

Las obras de arte son objetos sometidos en un momento dado a unas reglas estéticas y que acaban por conseguir ese estatus artístico.

Digamos desde ahora, como no puede ser de otro modo, que el arte es una labor humana, es decir, no puede ser producido por una máquina por ejemplo. Así que en el arte tender a la perfección es necesario, pero no suficiente. Por tanto, lo que luego serán obras de arte, en el momento de su creación son tan sólo propuestas que con el transcurso de un tiempo más o menos dilatado serán consideradas como tales obras de arte.

Pero, ¿quién define esas reglas y con qué criterio se eligen? Los eruditos, los versados, los analistas, los críticos, en definitiva, los expertos crean un modelo estético, un patrón de exigencias con el denominador común de las obras precedentes al que han de someterse las obras candidatas para ser consideradas como un objeto de arte. Construyen tal modelo a partir, como digo, de un legado cultural consagrado en etapas anteriores, tratando de abarcar los aspectos comunes, las regularidades bajo las que se presentan y de incorporar los aditamentos del momento que son considerados o admitidos como “bellos”.

Este proceso es el mismo cuando nos referimos, en particular, al arte poético. Los expertos tratan de abarcar las regularidades estéticas —incluidas las imperfecciones o licencias— de los poetas para configurar un conjunto de normas, un corpus doctrinal al que deben someterse las obras construidas con un determinado lenguaje para ser incluidas en la categoría de arte. Y para facilitar su estudio, clasifican en grupos a los autores y crean generaciones. El lenguaje poético es una construcción específica del lenguaje cuyo material es la palabra poética, siendo sus cualidades fundamentales, a mi modo de ver, la autenticidad,

la singularidad, la literalidad y la durabilidad. El ‘poema’ es la obra de arte individual realizada con el lenguaje poético y que encierra un enigma. Por tanto, en el momento de ser escrito es una simple propuesta de poema por más que “apunte maneras”. Es preciso el transcurso de algunas generaciones para que tal propuesta adquiera la consideración de poema. Así pues, convengamos que el poeta es, no ya la “persona que escribe obras poéticas” (a menos que delimitemos primero qué debemos entender por ‘obras poéticas’), sino “aquélla con capacidad o talento para escribir poemas”. En cada generación unas pocas personas adquieren esa condición. Los demás autores de poesía, por muy dedicados a la escritura que estuvieran, no pasarán de ser en su futuro más que unos meros artesanos de la palabra, versificadores o “versoetas”. Y así ocurre en todos los periodos. El poema —decía— encierra un enigma y éste es tan esencial en aquél que, si no existe el enigma no hay poema.

Hay cuestiones que bien planteadas tienen solución, pero el poema, mientras mejor “planteado” esté menos solución tiene, porque no hay manera de resolver el enigma. El lector de poesía lo busca con tenacidad: esa es la razón por la que un poema sea polisémico, que siempre esté llamando a su relectura. Ya Paul Valéry decía: “Mis poemas tienen el sentido que se les dé”.

Con la “aparente” incoherencia del poema el autor transfigura la realidad, materializa con la palabra una intuición del mundo. Por eso la poesía en su hondo sentimiento es filosofía. Y no hay inconveniente en decir que la filosofía verdadera es poesía, pues ésta la abarca dentro de su ámbito, especialmente a la filosofía antisistemática o literatura reflexiva. Y la sistemática, a su vez y por su parte, invade el horizonte poético al volverse poética y narrativa, sobre todo a partir de

ENSAYO 59 Neitzsche. Así que la dilogía filosofía—poesía se arrastra precisamente desde Platón. Metáfora y concepto son dos formas distintas de percibir la realidad, pero la primera alcanza una cima a la que el concepto no puede llegar. El poema es un esfuerzo creativo del poeta que ahonda en el retorno del hombre a su estatus primigenio. En palabras de O. Paz este esfuerzo es “el acto mediante el que el hombre se funda a sí mismo”.

Según M. Zambrano, “El logos, —palabra y razón— se escinde por la poesía, que es la palabra, sí, pero irracional. Es, en realidad, la palabra puesta al servicio de la embriaguez. Y en la embriaguez el hombre es ya otra cosa que hombre; alguien viene a habitar su cuerpo; alguien posee su mente y mueve su lengua; alguien le tiraniza. En la embriaguez el hombre duerme, ha cesado perezosamente en su desvelo y ya no se afana en su esperanza racional. No sólo se conforma con las sombras de la pared cavernaria, sino que sobrepasando su condena, crea sombras nuevas y llega hasta hablar de ellas y con ellas. Traiciona a la razón usando su vehículo: la palabra, para dejar que por ella hablen las sombras, para hacer de ella la forma del delirio. El poeta no quiere salvarse; vive en la condenación y todavía más, la extiende, la ensancha, la ahonda. La poesía es realmente, el infierno". La capacidad del poeta para enunciar pensamientos sin necesidad de argumentación racional o lógica es a lo que Platón da el nombre sagrado de “inspiración”. Así el filósofo "dice" verdades pensando y el poeta "dice" verdades sin pensar, ya que está en un "estado de inspiración".

Esta separación de los horizontes de la poesía y de la filosofía fue cuestionado ya por Nietzsche y Heidegger y, más actualmente por otros autores (como Gadamer, Deleuze, etc. ) quienes han tratado de restablecer el concepto de verdad de la literatura.

Pero volvamos al poema. ¿Qué circunstancias adicionales lo configuran como tal, es decir, como objeto artístico? Una de las principales es la transgresión, la imperfección respecto a la norma, la condición de sobrepasar el modelo, lo que es muy diferente, sin embargo, a simplemente incumplirlo. La preceptiva no puede abarcar la pléyade de imperfecciones de los poemas para construir un modelo monolítico, por mucho que incorpore en su seno un gran número de desviaciones o figuras. De modo que la realidad no sólo es a la vez el punto de partida del modelo, sino que siempre lo supera. La transgresión a la que me refiero es la ‘imperfección premeditada’, la que marca los lindes de la libertad creadora.

Esta circunstancia está en el borde mismo de la creación poética. Su manejo es un arma de dos filos: el ripio, la transgresión por incumplimiento del modelo, y el arte, la transgresión como medio para sobrepasar el modelo. Así, como ejemplo, el empleo de la imperfección concreta del antirritmo en el verso no sólo puede ser útil, sino que puede conseguir una meta artística insuperable (pensemos ahora en el verso “un no sé qué que queda balbuciendo” del Cántico Espiritual de san Juan de la Cruz), o bien ser la causa de un detrimento de la composición. ¿Y no debiera la propia preceptiva incorporar a sí estas

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imperfecciones o defectos que están fuera del conjunto de figuras? Sin duda no es posible, sería como encaminar a que el modelo fuera por delante en la creación. Por otra parte, ¿qué marca el camino para que el escritor se decante por la imperfección como herramienta del arte? La respuesta no es otra que la capacidad creadora, es decir, el talento poético. Convengamos a este respecto que el contenido del poema no está en las cosas reales o ficticias, sino en la mente del poeta que las mira, estando capacitado poéticamente para comunicarlas a los demás. Los elementos que constituyen el fondo del poema son siempre, de un modo u otro, los mismos y abarcan fundamentalmente los valores antropológicos del hombre en su más amplia consideración. Es la forma, la manera de decir, la manera de componer el lenguaje poético lo novedoso, lo válido, el hallazgo que permite el legado.

La elección creadora del lenguaje poético es pues clave en el ensamblaje del poema. Son muchos los elementos que lo configuran como tal. Me referiré ahora al uso del epíteto en poesía, es decir, al “adjetivo calificativo atributivo no restrictivo”, en palabras de G. Sobejano. En el poema no interesa que el adjetivo cumpla con la función que le asigna la gramática y que se reserva a la prosa, sino la transgresión o ruptura de tal función, lo que origina su consideración como desvío o figura. Solo así el poeta puede romper las barreras de la lógica y emprender su labor creativa. Esa ruptura de su función o figura del epíteto se produce habitualmente en dos direcciones: la redundancia y la impertinencia. La redundancia es tan sólo aparente, no es ramplonamente una tautología, pues toma el todo por la parte con repercusión en la función y en el sentido. Por tanto, es una figura. F. G. Lorca, por ejemplo, habla de “dulce miel” en ‘A Vicente Huidobro’; de “noche oscura” en ‘El cruzado’ y en ‘Elegía del silencio’; de “noche negra” en ‘Balada Interior’; de “luces claras” en ‘Alba’; de “verdes praderas” en ‘Un niño acaba de nacer’; de “caliente verano” en ‘A Carmela Cóndon’; de “remanso quieto” en ‘Cantos nuevos”; de “pámpanos verdes”, de “cicutas amargas”, de “plata brillante” y un largo etcétera. ¿Qué distingue la escurridiza frontera entre el atributo redundante y el ripio? La respuesta vuelve a ser el talento poético. Pero si el epíteto alcanza carta de naturaleza en poesía es mediante la impertinencia. La combinación sustantivo—atributo en este caso origina un objeto nuevo, a menudo, inexplorado y sorprendente. Esta circunstancia facilita la labor del poeta. Los poemas atesoran notables combinaciones de este tipo, y vuelve a ser, dentro de la libertad, la capacidad creadora del autor la que define la diferencia entre el hallazgo y la asociación sustantivo—atributo espurio en la propuesta poética. En ambas formas de epíteto y en palabras de L. Carreter: “El resultado más importante para la semántica consiste en probar que tanto la impertinencia como la redundancia aparentes del epíteto coinciden en referir el lenguaje poético a un destino común: la metáfora”. * * *

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T. Balabaud

Desde la locura de los pasos Por: César Figueroa Vergara (México)

Me di cuenta de que existían los pasos; en mí, los pasos, parte de mí. Primero un paso atrás y volver; luego hacia el frente y volver. Pasos, descubrir los pasos. A cada paso la perspectiva cambia: algo de magia hay en ellos, es como un juego con la luz, con la sombra, con el viento, con el tiempo. Aún el paso de retorno es nuevo paso, el tiempo ha transcurrido y todas las circunstancias son diferentes, lo que ocurre también sin dar un paso, de ahí que con paso o sin paso siempre se avanza, al menos en ese misterio que llamamos tiempo.

Me di cuenta que estar ahí era inevitable, y que aunque parecía conocer de dónde venía, realmente no sabía de dónde, ni a dónde iba más allá del paso, del siguiente paso o de la siguiente inmovilidad física.

Mi entorno está despierto: repta, vuela, nada, su infinito visible consume mi atención, alimenta mis autismos.

Lo que vuela, como todo lo demás, busca y huye a la vez y el motor de sus empeños es el hambre.

Yo miro y pienso. Y también puedo dar pasos.

Doy pasos.

Mis pasos van al abismo como búsqueda y experiencia de caminante. Me precipito, me confronto con el vacío temporal. El lenguaje de las rocas se percibe en mi cuerpo, el fondo del abismo me castiga con su muro de polvos

eternizados. Mis ojos miran la sangre derramada, es mía. Y el suspiro se agota de caminar en ritmo.

Se hace el silencio y sobreviene la nada porque soy un alma pura que no ha bebido paradigmas; y aún con ellos: la nada.

Vuelvo sobre mis pasos como si el abismo no existiera.

Ahora camino sobre la senda donde marchan los hombres. Hay un lenguaje que debe ser aprendido al andar en paz entre los hombres: ver tan solo sus externos, sus maquillajes, sus vestiduras, es un juego tácitamente aceptado, miradas livianas que no buscan más allá de los vestuarios. La felicidad de un mundo sin espejos termina siempre en dolor después de la desnudez. Y es que la desnudez es apetito extraño.

Rostros.

Cada ser se moldea por su forma de rostro, de su cuerpo: la sensual, la bonita, el feo; y su miedo, sus tabúes; quién, de la reclamación, del abuso, de la queja hace una forma de vida: vocación de amargura. Abre una puerta brillante y dentro del ambiente, viene y decora con ambientes de amargura. La amargura es su realidad y niega todas las otras realidades, cuando la amargura llega el dolor hace su cuna y se adormece y se bebe.

Rostros que invitan, un lenguaje sin palabras ni

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61 sonidos. De lo bello a lo erótico: las bocas que incitan los sentidos, los ojos que parecen embrujar y que seducen. Las formas, juguete de los genes, voluptuosidades con que natura juega.

Y los rostros que encierran los sueños y los deseos en una prisión involuntaria de abstinencia obligada, que no invitan por sí mismos al encuentro sensual.

Vuelven los pasos y buscan más veredas, llegan al mar. He ahí otro rostro que la mirada desnuda: un apacible oleaje que se colma en encantos de arena y cielos limpios, vuelos que arroban el alma idealizando el externo paisaje. Pero dentro, la pluma alada busca con su insaciable motor de hambre. Bajo el manto de aguas azules o verdosas la batalla existe, desde el planton hasta la ballena gigante. Todo se consume en el voraz intento de la vida breve que no sabe cómo volverse eterna.

Ay alma mía. Qué gran anhelo surge para romper el molde que nos contiene y que busca refugio en el pensamiento.

Mi paraíso es un paso invisible y misterioso. Viene el verbo para consolarme, para pensar que no siempre fue así. Que hubo un molde viejo que fue transgredido y por tanto perdido. Se bebe el romántico ensueño como elixir que consuela y que promete mientras mueren los pasos. ¿Un sol en cuántos días? Entérate, miles de soles son. Alimento sagrado que se endulza con dosis de ignorancia. Ignorar es felicidad: la magia, el infierno es la sabiduría.

He ahí el sustentador cansado de alabanzas, que abre la puerta para que el caminante sienta el desamparo. El hambre, que le alimenta con el ruego, le provee una adoración mayor, sacia su apetito divino en la pequeñez y el miedo: el desamparo.

Pasos que están marcados por la brevedad. He ahí la cuna de mis misterios, para que las preguntas se inventen sus propias respuestas y se vuelvan colectivas, se vuelvan paradigmas hasta el siguiente paso.

Desde mi Yo no Soy que se parece al tuyo Por: César Figueroa Vergara (México)

Desde

mi Yo no Soy, conjeturo respuestas extrañas para explicar las formas profundas y oscuras del abismo. Este hábito no es mío aunque nace hoy en mí, en lo que parece el mí cuando te escucho a ti. Aunque aún no resuelva lo que es mí despojado de ti.

Desde mi Yo no Soy me cocino el almuerzo con los trozos de bestia leviatánica, y a sus fauces

oscuras me asomo, al destello de velas, para invocar al ogro que habita en sus extrañas. Solo para saber, para auscultar las sombras con la poca de luz que absorben mis pupilas, para salir del mundo de tinieblas que sujeta a creer sin ver cuerpos de nada.

En la casa del genio de la sabiduría hay una sola

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luz para tantas preguntas. Los rituales se envuelven con los vestidos místicos que lo resuelven todo a su manera. Las cabezas cuadradas, las oblongas, las esféricas, los cuerpos transparentes.

¿Es la luz universo que contiene a la sombra, o es la sombra universo que contiene a la luz?

Venas, raíces, cirios, fuentes.

Desde mi Yo no Soy de vida tan pequeña siento volverme luz por un instante, para volverme sombra eternamente, porque esa es la visión que se percibe desde mi Yo no Soy y desde el tuyo, a pesar de los cuencos de promesas que se asumen veraces sin más pruebas.

Y es la única luz la ineludible fuente, la que muestra el detalle que cobijan las sombras donde se muda el miedo que alienta al fanatismo.

Desde mi Yo no Soy habla mi inquieto morador de inquietudes que se asemeja al tuyo, como si fuera tuyo.

Bien podemos matarnos por respuestas como si fueran credos sacrosantos más allá del orgullo.

Más no esta tarde, no.

Esta tarde ha venido sobre su propio pie, con cuerpo de fantasma, la poderosa sombra.

Seguida por la luz, su inseparable escolta. Esta tarde es de voces teñidas y amorosas, como los cantos suaves que suenan a tertulia.

Ambas desnudas solas, ambas abiertas todas, dispuestas al morboso ritual de las preguntas.

Luz y Sombra. Ante mi Yo no Soy que se parece al tuyo.

¿Se confronta la sombra con la luz, o la luz con las sombra?

Se quedan las respuestas del mí mismo, que mi este Yo no Soy, ha podido entrever a la presencia de fantasmas expuestos a la vista que no se ven con ojos ni miradas, en el mundo virtual del uno mismo.

La luz permite vislumbrar el espacio que entornan sus destellos en el cuerpo de sombra.

La sombra contiene en sus entrañas infinito saber que se escudriña a la luz de una vela mientras mi (tú) Yo no Soy vuelve a ser Yo Soy. Los arcanos dan miedo pues son fosos profundos, parecen leviatanes feroces al espectro del alma que se muda de trajes tras mirada y mirada, construyendo moradas poderosas para que habite en ellas, entre pompas y cortes, la quisquillosa dama de los mitos banales.

Desde mi Yo no Soy que se parece al tuyo, quiero encontrar las venas de colores que alimentan las formas invisibles que parecen ser sombras. Sacudirlas del miedo para que sean alfombras del castillo de dudas con que asustan a este mi Yo no Soy que se parece al tuyo.

Y aunque el tiempo no basta, por lo lánguido suyo de tan breve premura que es nuestro Yo no Soy: avanzo la pregunta que se vuelve respuesta que genera pregunta nuevamente para el símbolo claro de la luz que le deja ser cuerpo de algo suyo la misteriosa sombra. ¿Hay más sombra que luz?

(Nota de redacción: César Figueroa Vergara, firma también como Melquíades San Juan) Obra de Marta Minujín (artista argentina nacida en 1943)

El genio de la sabiduría modera este debate, con las únicas reglas que habitan las preguntas: inquietud sin respuestas. ¿Es la luz el símbolo perfecto de la sabiduría? ¿Puede dibujar su presencia una luz sin las sombras? ¿Qué tanto hay en las sombras que no inunda la luz?

Obra de Marta Minujín

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Catedral de Toledo

LA AJORCA DE ORO Por: Gustavo Bécquer I

II

Ella era hermosa, hermosa con esa hermosura

Él la encontró un día llorando, y la preguntó:

que inspira el vértigo, hermosa con esa hermosura que no se parece en nada a la que soñamos en los ángeles y que, sin embargo, es sobrenatural; hermosura diabólica, que tal vez presta el demonio a algunos seres para hacerlos sus instrumentos en la tierra.

—¿Por qué lloras?

Él la amaba; la amaba con ese amor que no conoce freno ni límite; la amaba con ese amor en que se busca un goce y solo se encuentran martirios, amor que se asemeja a la felicidad y que, no obstante, diríase que lo infunde el Cielo para la expiación de una culpa.

Ella era caprichosa, caprichosa y extravagante, como todas las mujeres del mundo; él, supersticioso, supersticioso y valiente, como todos los hombres de su época. Ella se llamaba María Antúnez; él, Pedro Alonso de Orellana. Los dos eran toledanos y los dos vivían en la misma ciudad que los vio nacer.

La tradición que refiere esta maravillosa historia acaecida hace muchos años, no dice nada más acerca de los personajes que fueron sus héroes.

Yo, en mi calidad de cronista verídico, no añadiré ni una sola palabra de mi cosecha para caracterizarlos; mejor.

Ella se enjugó los ojos, lo miró fijamente, arrojó un suspiro y volvió a llorar.

Pedro, entonces, acercándose a María le tomó una mano, apoyó el codo en el pretil árabe desde donde la hermosa miraba pasar la corriente del río y tornó a decirle: —¿Por qué lloras?

El Tajo se retorcía gimiendo al pie del mirador, entre las rocas sobre las que se asienta la ciudad imperial. El sol trasponía los montes vecinos; la niebla de la tarde flotaba como un velo de gasa azul, y solo el monótono ruido del agua interrumpía el alto silencio.

María exclamó: —No me preguntes por qué lloro, no me lo preguntes, pues ni yo sabré contestarte ni tú comprenderme. Hay deseos que se ahogan en nuestra alma de mujer, sin que los revele más que un suspiro; ideas locas que cruzan por nuestra imaginación, sin que ose formularlas el labio, fenómenos incomprensibles de nuestra naturaleza

PROSA ECO Y LATIDO 6

64 misteriosa, que el hombre no puede ni aun concebir. Te lo ruego, no me preguntes la causa de mi dolor; si te la revelase, acaso te arrancaría una carcajada.

Cuando estas palabras expiraron, ella tornó a inclinar la frente y él a reiterar sus preguntas.

La hermosa, rompiendo al fin su obstinado silencio dijo a su amante con voz sorda y entrecortada: —Tú lo quieres; es una locura que te hará reír; pero no importa; te lo diré, puesto que lo deseas. Ayer estuve en el templo. Se celebraba la fiesta de la Virgen, su imagen, colocada en el altar mayor sobre un escabel de oro, resplandecía como un ascua de fuego; las notas del órgano temblaban, dilatándose de eco en eco por el ámbito de la iglesia, y en el coro los sacerdotes entonaban el Salve, Regina. Yo rezaba, rezaba absorta en mis pensamientos religiosos, cuando maquinalmente levanté la cabeza y mi vista se dirigió al altar. No sé por qué mis ojos se fijaron, desde luego, en la imagen; digo mal; en la imagen, no; se fijaron en un objeto que, hasta entonces, no había visto, un objeto que, sin que pudiera explicármelo, llamaba sobre sí toda mi atención… No te rías; aquel objeto era la ajorca de oro que tiene la Madre de Dios en uno de los brazos en que descansa su Divino Hijo… Yo aparté la vista y torné a rezar… ¡Imposible! Mis ojos se volvían involuntariamente al mismo punto. Las luces del altar reflejándose en las mil facetas de sus diamantes, se reproducían de una manera prodigiosa. Millones de chispas de luces rojas y azules, verdes y amarillas, volteaban alrededor de las piedras como un torbellino de átomos de fuego, como una vertiginosa ronda de esos espíritus de las llamas que fascinan con su brillo y su increíble inquietud… Salí del templo; vine a casa, pero vine con aquella idea fija en la imaginación. Me acosté para dormir; no pude… Pasó la noche, eterna con aquel pensamiento. Al amanecer se cerraron mis párpados, y, ¿lo creerás?, aún en el sueño veía cruzar, perderse y tornar de nuevo una mujer, una mujer morena y hermosa que llevaba la joya de oro y pedrería; una mujer, sí, porque ya no era la Virgen que yo adoro y ante quien me humillo; era una mujer, otra mujer como yo, que me miraba y se reía mofándose de mí. ¿La ves? parecía decirme, mostrándome la joya. ¡Cómo brilla! Parece un círculo de estrellas arrancadas del cielo de una noche de verano. ¿La ves? Pues no es tuya, no lo será nunca, nunca… Tendrás acaso otras mejores, más ricas, si es posible; pero ésta, ésta, que resplandece de un modo tan fantástico, tan fascinador…, nunca, nunca. Desperté; pero con la misma idea fija aquí, entonces como ahora, semejante a un clavo ardiendo, diabólica, incontrastable, inspirada sin duda por el mismo Satanás. ¿Y qué? Callas, callas y doblas la frente… ¿No te hace reír mi locura?

Pedro, con un movimiento convulsivo, oprimió el puño de su espada, levantó la cabeza, que, en efecto, había inclinado, y dijo con voz sorda:

—¿Qué Virgen tiene esa presea?

—La del Sagrario, murmuró María.

—¡La del Sagrario! —repitió el joven con acento de terror—. ¡La del Sagrario de la Catedral!

Y en sus facciones se retrató un instante el estado de su alma, espantada de una idea.

—¡Ah! ¿Por qué no la posee otra Virgen?

—prosiguió con acento enérgico y apasionado—. ¿Por qué no la tiene el arzobispo en su mitra, el rey en su corona o el diablo entre sus garras? Yo se la arrancaría para ti, aunque me costase la vida o la condenación. Pero a la Virgen del Sagrario, a nuestra Santa Patrona, yo…, yo, que he nacido en Toledo, ¡imposible, imposible!

—¡Nunca! —murmuró María imperceptible—. ¡Nunca!

con

voz

casi

Y siguió llorando.

Pedro fijó una mirada estúpida en la corriente del río; en la corriente, que pasaba y pasaba sin cesar ante sus extraviados ojos, quebrándose al pie del mirador, entre las rocas sobre las que se asienta la ciudad imperial.

III ¡La Catedral de Toledo! Figuraos un bosque de gigantescas palmeras de granito que al entrelazar sus ramas forman una bóveda colosal y magnífica, bajo la que se guarece y vive, con la vida que le ha prestado, el genio, toda una creación de seres imaginarios y reales.

Figuraos un caos incomprensible de sombra y luz, en donde se mezclan y confunden con las tinieblas de las naves los rayos de colores de las ojivas donde lucha y se pierde con la oscuridad del santuario el fulgor de las lámparas.

Figuraos un mundo de piedra, inmenso como el espíritu de nuestra religión, sombrío como sus tradiciones, enigmático como sus parábolas, y todavía no tendréis una idea remota de ese eterno monumento del entusiasmo y de la fe de nuestros mayores, sobre el que los siglos han derramado a porfía el tesoro de sus creencias; de su inspiración y de sus artes.

PROSA ECO Y LATIDO 6

65 En su seno viven el silencio, la majestad, la poesía del misticismo y un santo honor que defiende sus umbrales contra los pensamientos mundanos y las mezquinas pasiones de la tierra.

La consunción material se alivia respirando el aire puro de las montañas; el ateísmo debe curarse respirando su atmósfera de fe.

¿Qué había pasado entre los dos amantes para que se arrestara, al fin, a poner por obra una idea que sólo al concebirla había erizado sus cabellos de horror? Nunca pudo saberse. Pero él estaba allí, y estaba allí para llevar a cabo su criminal propósito. En su mirada inquieta, en el temblor de sus rodillas, en el sudor que corría en anchas gotas por su frente, llevaba escrito su pensamiento.

Pero si grande, si imponente se presenta la catedral a nuestros ojos a cualquier hora que se penetra en su recinto misterioso y sagrado, nunca produce una impresión tan profunda como en los días en que despliega todas las galas de su pompa religiosa, en que sus tabernáculos se cubren de oro y pedrería; sus gradas, de alfombras, y sus pilares, de tapices.

Entonces cuando arden despidiendo un torrente de luz sus mil lámparas de plata; cuando flota en el aire una nube de incienso, y las voces del coro y la armonía de los órganos y las campanas de la torre estremecen el edificio desde sus cimientos más profundos hasta las más altas agujas que lo coronan, entonces es cuando se comprende, al sentirla, la tremenda majestad de Dios, que vive en él, y lo anima con su soplo, y lo llena con el reflejo de su omnipotencia.

Otro ángulo de la Catedral

La catedral estaba sola, completamente sola y sumergida en un silencio profundo. No obstante, de cuando en cuando se percibían como unos rumores confusos: chasquidos de madera tal vez, o murmullos del viento, o, ¿quién sabe?, acaso ilusión de la fantasía, que oye y ve y palpa en su exaltación lo que no existe; pero la verdad era que ya cerca, ya lejos, ora a sus espaldas, ora a su lado mismo, sonaban como sollozos que se comprimen, como roce de telas que se arrastran, como rumor de pasos que van y vienen sin cesar.

Órgano de la catedral de Toledo

El mismo día en que tuvo lugar la escena que acabamos de referir se celebraba en la catedral de Toledo el último de la magnífica octava de la Virgen.

La fiesta religiosa había traído a ella una multitud inmensa de fieles; pero ya ésta se había dispersado en todas direcciones, ya se habían apagado las luces de las capillas y del altar mayor, y las colosales puertas del templo habían rechinado sobre sus goznes para cerrarse detrás del último toledano, cuando de entre las sombras, y pálido, tan pálido como la estatua de la tumba en que se apoyó un instante mientras dominaba su emoción, se adelantó un hombre que vino deslizándose con el mayor sigilo hasta la verja del crucero. Allí, la claridad de una lámpara permitía distinguir sus facciones.

Era Pedro.

Pedro hizo un esfuerzo para seguir en su camino; llegó a la verja y siguió la primera grada de la capilla mayor. Alrededor de esta capilla están las tumbas de los reyes, cuyas imágenes de piedra, con la mano en la empuñadura de la espada, parecen velar noche y día por el santuario, a cuya sombra descansan por toda una eternidad. ¡Adelante!, murmuró en voz baja, y quiso andar y no pudo. Parecía que sus pies se habían clavado en el pavimento. Bajó los ojos, y sus cabellos se erizaron de horror; el suelo de la capilla lo formaban anchas y oscuras losas sepulcrales.

Por un momento creyó que una mano fría y descarnada lo sujetaba en aquel punto con una fuerza invencible. Las moribundas lámparas, que brillaban en el fondo de las naves como estrellas perdidas entre las sombras, oscilaron a su vista, y oscilaron las estatuas de los sepulcros y las imágenes del altar, y osciló el templo todo, con sus arcadas de granito y sus machones de sillería. ¡Adelante!, volvió a exclamar Pedro como fuera de sí, y se acercó al ara; y trepando por ella, subió hasta el escabel de la imagen. Todo alrededor suyo se revestía de formas quiméricas y horribles; todo era tinieblas o luz dudosa, más imponente aún que la oscuridad. Sólo la Reina de los cielos,

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suavemente iluminada por una lámpara de oro, parecía sonreír tranquila, bondadosa y serena en medio de tanto horror.

Sin embargo, aquella sonrisa muda e inmóvil que lo tranquilizara un instante concluyó por infundirle temor, un temor más extraño, más profundo que el que hasta entonces había sentido.

Tornó empero a dominarse, cerró los ojos para no verla, extendió la mano, con un movimiento convulsivo, y le arrancó la ajorca de oro, piadosa ofrenda de un santo arzobispo, la ajorca de oro cuyo valor equivalía a una fortuna.

Ya la joya estaba en su poder; sus dedos crispados la oprimían con una fuerza sobrenatural; solo restaba huir, huir con ella; pero para esto era preciso abrir los ojos, y Pedro tenía miedo de ver, de ver la imagen, de ver los reyes de las sepulturas, los demonios de las cornisas, los endriagos de los capiteles, las fajas de sombras y los rayos de luz que, semejantes a blancos y gigantescos fantasmas, se movían lentamente en el fondo de las naves, pobladas de rumores temerosos y extraños.

Al fin abrió los ojos, tendió una mirada, y un grito agudo se escapó de sus labios. La catedral estaba llena de estatuas, estatuas que, vestidas con luengos y no vistos ropajes, habían descendido de sus huecos y ocupaban todo el ámbito de la iglesia y lo miraban con sus ojos sin pupila.

Altar Mayor de la Catedral toledana

Santos, monjes, ángeles, demonios, guerreros, damas, pajes, cenobitas y villanos se rodeaban y confundían en las naves y en el altar. A sus pies oficiaban, en presencia de los reyes, de hinojos sobre sus tumbas, los arzobispos de mármol que él había visto otras veces inmóviles sobre sus lechos mortuorios, mientras que, arrastrándose por las losas, trepando por los machones, acurrucados en los doseles, suspendidos en las bóvedas ululaba, como los gusanos de un inmenso cadáver, todo un mundo de reptiles y alimañas de granito, quiméricos, deformes, horrorosos.

Ya no pudo resistir más. Las sienes le latieron con una violencia espantosa; una nube de sangre oscureció sus pupilas; arrojó un segundo grito, un grito desgarrador y sobrehumano, y cayó desvanecido sobre el ara.

Capilla de San Blas, anexa a la Catedral de Toledo

Cuando al otro día los dependientes de la iglesia lo encontraron al pie del altar, tenía aún la ajorca de oro entre sus manos, y al verlos aproximarse exclamó con una estridente carcajada: —¡Suya, suya!

El infeliz estaba loco.

* * *

Sala Capitular, Catedral de Toledo

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De El Tesoro de la Juventud (Enciclopedia de Conocimientos), Tomo IV, W. M. Jackson, Inc, Bs. As., 1956.

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El hombrecito del azulejo Por: Manuel Mujica Lainez

Los dos médicos cruzan el zaguán hablando en voz baja. Su juventud puede más que sus barbas y que sus levitas severas, y brilla en sus ojos claros. Uno de ellos, el doctor Ignacio Pirovano, es alto, de facciones resueltamente esculpidas. Apoya una de las manos grandes, robustas, en el hombro del otro, y comenta: Esta noche será la crisis.

—Sí, responde el doctor Eduardo Wilde; hemos hecho cuanto pudimos.

—Veremos mañana. Tiene que pasar esta noche. . . Hay que esperar...

Y salen en silencio. A sus amigos del club, a sus compañeros de la Facultad, del Lazareto y del Hospital del Alto de San Telmo, les hubiera costado reconocerles, tan serios van, tan ensimismados, porque son dos hombres famosos por su buen humor, que en el primero se expresa con farsas estudiantiles y en el segundo con chisporroteos de ironía mordaz.

Cierran la puerta de calle sin ruido y sus pasos se apagan en la noche. Detrás, en el gran patio que la luna enjalbega, la Muerte aguarda, sentada en el brocal del pozo. Ha oído el comentario y en su calavera flota una mueca

que hace las veces de sonrisa. También lo oyó el hombrecito del azulejo.

El hombrecito del azulejo es un ser singular. Nació en Francia, en Desvres, departamento del Paso de Calais, y vino a Buenos Aires por equivocación. Sus manufactureros, los Fourmaintraux, no lo destinaban aquí, pero lo incluyeron por error dentro de uno de los cajones rotulados para la capital argentina, e hizo el viaje, embalado prolijamente el único distinto de los azulejos del lote. Los demás, los que ahora lo acompañan en el zócalo, son azules corno él, con dibujos geométricos estampados cuya tonalidad se deslíe hacia el blanco del centro lechoso, pero ninguno se honra con su diseño: el de un hombrecito azul, barbudo, con calzas antiguas, gorro de duende y un bastón en la mano derecha. Cuando el obrero que ornamentaba el zaguán porteño topó con él, lo dejó aparte, porque su presencia intrusa interrumpía el friso; mas luego le hizo falta un azulejo para completar y lo colocó en un extremo, junto a la historiada cancela que separa zaguán y patio, pensando que nadie lo descubriría. Y el tiempo transcurrió sin que ninguno notara que entre los baldosines había uno, disimulado por la penumbra de la galería, tan diverso. Entraban los lecheros, los

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pescadores, los vendedores de escobas y plumeros hechos por los indios pampas; depositaban en el suelo sus hondos canastos, y no se percataban del menudo extranjero del zócalo. Otras veces eran las señoronas de visita las que atravesaban el zaguán y tampoco lo veían, ni lo veían las chinas crinudas que pelaban la pava a la puerta aprovechando la hora en que el ama rezaba el rosario en la Iglesia de San Miguel. Hasta que un día la casa se vendió y entre sus nuevos habitantes hubo un niño, quien lo halló de inmediato.

Ese niño, ese Daniel a quien la Muerte atisba ahora desde el brocal, fue en seguida su amigo. Le apasionó el misterio del hombrecito del azulejo, de ese diminuto ser que tiene por dominio un cuadrado con diez centímetros por lado, y que sin duda vive ahí por razones muy extraordinarias y muy secretas. Le dio un nombre. Lo llamó Martinito, en recuerdo del gaucho don Martín que le regaló un petiso cuando estuvieron en la estancia de su tío materno, en Arrecifes, y que se le parece vagamente, pues lleva como él unos largos bigotes caídos y una barba en punta y hasta posee un bastón hecho con una rama de manzano.

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Martinito estudia su traje negro de revuelta cola, con muchos botones y cintas, y a gorra emplumada que un moño de crespón sostiene bajo el maxilar y estudia su cráneo terrible, más pavoroso que el de los mortales porque es la calavera de la propia Muerte y fosforece con verde resplandor. Y ve que la Muerte bosteza.

Ni un rumor se oye en la casa. El ama recomendó a todos que caminaran rozando apenas el suelo, como si fueran ángeles, para no despertar a Daniel, y las pardas se han reunido a rezar quedamente en el otro patio, en tanto que la señora y sus hermanas lloran con los pañuelos apretados sobre los labios, en el cuarto del enfermo, donde algún bicho zumba como si pidiera silencio, alrededor de la única lámpara encendida.

—¡Martinito! ¡Martinito!

El niño lo llama al despertarse, y arrastra a la gata gruñona para que lo salude. Martinito es el compañero de su soledad. Daniel se acurruca en el suelo junto a él y le habla durante horas, mientras la sombra teje en el suelo la minuciosa telaraña de la cancela, recortando sus orlas y paneles y sus finos elementos vegetales, con la medialuna del montante donde hay una pequeña lira.

Martinito, agradecido a quien comparte su aislamiento, le escucha desde su silencio azul, mientras las pardas van y vienen, descalzas, por el zaguán y por el patio que en verano huele a jazmines del país y en invierno, sutilmente, al sahumerio encendido en el brasero de la sala.

Pero ahora el niño está enfermo, muy enfermo. Ya lo declararon al salir los doctores de barba rubia. Y la Muerte espera en el brocal.

El hombrecito se asoma desde su escondite y la espía. En el patio lunado, donde las macetas tienen la lividez de los espectros, y los hierros del aljibe se levantan como una extraña fuente inmóvil, la Muerte evoca las litografías del mexicano José Guadalupe Posada, ese que tantas "calaveras, ejemplos y corridos" ilustró durante la dictadura de Porfirio Díaz, pues como en ciertos dibujos macabros del mestizo está vestida como si fuera una gran señora, que por otra parte lo es.

Portada de la 1ª edición de Misteriosa Buenos Aires, que incluye “El hombrecito del azulejo” (1950).

Martinito piensa que el niño, su amigo, va a morir, y le late el frágil corazón de cerámica. Ya nadie acudirá cantando a su escondite del zaguán; nadie le traerá los juguetes nuevos, para mostrárselos y que conversen con él. Quedará solo una vez más, mucho más solo ahora que sabe lo que es la ternura.

La Muerte, entretanto, balancea las piernas magras en el brocal poliédrico de mármol que ornan anclas y delfines. El hombrecito da un paso y abandona su cuadrado refugio. Va hacia el patio, pequeño peregrino azul que atraviesa los hierros de la cancela asombrada,

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apoyándose en el bastón. Los gatos a quienes trastorna la proximidad de la Muerte, cesan de maullar: es insólita la presencia del personaje que podría dormir en la palma de la mano de un chico; tan insólita como la de la enlutada mujer sin ojos. Allá abajo, en el pozo profundo, la gran tortuga que lo habita adivina que algo extraño sucede en la superficie y saca la cabeza del caparazón.

La Muerte se hastía entre las enredaderas tenebrosas, mientras aguarda la hora fija en que se descalzará los mitones fúnebres para cumplir su función. Desprende el relojito que cuelga sobre su pecho fláccido y al que una guadaña sirve de minutero, mira la hora y vuelve a bostezar. Entonces advierte a sus pies al enano del azulejo, que se ha quitado el bonete y hace una reverencia de Francia.

La Muerte se inclina, estira sus falanges y alza a Martinito. Lo deposita, sacudiéndose como un pájaro, en el brocal.

Al fin —reflexiona la huesuda señora— pasa algo distinto.

Está acostumbrada a que la reciban con espanto. A cada visita suya, los que pueden verla: los gatos, los perros, los ratones, huyen vertiginosamente o enloquecen la cuadra con sus ladridos, sus chillidos y su agorero maullar. Los otros, los moradores del mundo secreto, los personajes pintados en los cuadros, las estatuas de los jardines, las cabezas talladas en los muebles, los espantapájaros, las miniaturas de las porcelanas, fingen no enterarse de su cercanía, pero enmudecen como si imaginaran que así va a desentenderse de ellos y de su permanente conspiración temerosa. Y todo, ¿por qué?, ¿porque alguien va a morir?, ¿y eso? Todos moriremos; también morirá la Muerte.

Pero esta vez no. Esta vez las cosas acontecen en forma desconcertante. El hombrecito está sonriendo en el borde del brocal, y la Muerte no ha observado hasta ahora que nadie le sonriera. Y hay más. El hombrecito sonriente se ha puesto a hablar, a hablar simplemente, naturalmente, sin énfasis, sin citas latinas, sin enrostrarle esto o aquello y, sobre todo, sin lágrimas. Y ¿qué le dice?

Mujica Laínez, por Aldo Sessa

—Madame la Mort...

A la Muerte le gusta, súbitamente, que le hablen en francés. Eso la aleja del modesto patio de una casa criolla perfumada con alhucema y benjuí; la aleja de una ciudad donde, a poco que se ande por la calle, es imposible no cruzarse con cuarteadores y con vendedores de empanadas. Porque esta Muerte, la Muerte de Daniel, no es la gran Muerte, como se pensará, la Muerte que las gobierna a todas, sino una de tantas Muertes, una Muerte de barrio, exactamente la Muerte del barrio de San Miguel en Buenos Aires, y al oírse dirigir la palabra en francés, cuando no lo esperaba, y por un caballero tan atildado, ha sentido crecer su jerarquía en el lúgubre escalafón. Es hermoso que la llamen a una así: "Madame la Mort". Eso la aproxima en el parentesco a otras Muertes mucho más ilustres, que sólo conoce de fama, y que aparecen junto al baldaquino de los reyes agonizantes, reinas ellas mismas de corona y cetro, en el momento en que los embajadores y los príncipes calculan las amarguras y las alegrías de las sucesiones históricas.

—Madame la Mort...

La Muerte consulta el reloj. Faltan cuarenta y cinco minutos.

Martinito le dice que comprende que su misión debe ser muy aburrida y que si se lo permite la divertirá, y antes que ella le responda, descontando su respuesta afirmativa, el hombrecito se ha lanzado a referir un complicado cuento que transcurre a mil leguas de allí, allende el mar, en Desvres de Francia. Le explica que ha nacido en Desvres, en casa de los Fourmaintraux, los manufactureros de cerámica "rué de Poitiers", y que pudo haber sido de color cobalto, o negro, o carmín oscuro, o amarillo cromo, o verde, u ocre rojo, pero que prefiere este azul de ultramar. ¿No es cierto? N'est-ce pas? Y le confía cómo vino por error a Buenos Aires y, adelantándose a las réplicas, dando unos saltitos graciosos, le describe las gentes que transitan por el zaguán: la parda enamorada del carnicero; el mendigo que guarda una moneda de oro en la media; el boticario que ha inventado un remedio para la calvicie y que, de tanto repetir demostraciones y ensayarlo en sí mismo, perdió el escaso pelo que le quedaba; el mayoral del tranvía de los hermanos Lacroze, que escolta a la señora hasta la puerta, galantemente, "comme un gentilhomme", y luego desaparece corneteando...

PROSA 73 La Muerte ríe con sus huesos bailoteantes y mira el reloj. Faltan treinta y tres minutos.

Martinito se alisa la barba en punta y, como Buenos Aires ya no le brinda tema y no quiere nombrar a Daniel y a la amistad que los une, por razones diplomáticas, vuelve a hablar de Desvres, del bosque trémulo de hadas, de gnomos y de vampiros, que lo circunda, y de la montaña vecina, donde hay bastiones ruinosos y merodean las hechiceras la noche del sábado. Y habla y habla. Sospecha que a esta Muerte parroquial le agradará la alusión a otras Muertes más aparatosas, sus parientas ricas, y le relata lo que sabe de las grandes Muertes que entraron en Desvres a caballo, hace siglos, armadas de pies a cabeza, al son de los curvos cuernos marciales, "bastante diferentes, n'est-ce pas, de la corneta del mayoral del tránguay", sitiando castillos e incendiando iglesias, con los normandos, con los ingleses, con los borgoñones.

Todo el patio se ha colmado de sangre y de cadáveres revestidos de cotas de malla. Hay desgarradas banderas con leopardos y flores de lis, que cuelgan de la cancela criolla; hay escudos partidos junto al brocal y yelmos rotos junto a las rejas, en el aldeano sopor de Buenos Aires, porque Martinito narra tan bien que no olvida pormenores. Además no está quieto ni un segundo, y al pintar el episodio más truculento introduce una nota imprevista, bufona, que hace reír a la Muerte del barrio de San Miguel, como cuando inventa la anécdota de ese general gordísimo, tan temido por sus soldados, que osó retar a duelo a Madame la Mort de Normandie, y la Muerte aceptó el duelo, y mientras éste se desarrollaba produjo un calor tan intenso que obligó a su adversario a despojarse de sus ropas una a una, hasta que los soldados vieron que su jefe era en verdad un individuo flacucho, que se rellenaba de lanas y plumas, como un almohadón enorme, para fingir su corpulencia.

ECO Y LATIDO 6

pesar del riesgo y merced a la ayuda de los delfines de mármol adheridos al brocal, descender al patio, y escapa como un escarabajo veloz hacia su azulejo del zaguán. La Muerte lo persigue v lo alcanza en momentos en que pretende disimularse en la monotonía del zócalo. Y lo descubre, muy orondo, apoyado en el bastón, espejeantes las calzas de caballero antiguo.

—Él se ha salvado —castañetean los dientes amarillos de la Muerte—, pero tú morirás por él.

Se arranca el mitón derecho y desliza la falange sobre el pequeño cuadrado, en el que se diseña una fisura que se va agrandando; la cerámica se quiebra en dos trozos que caen al suelo. La Muerte los recoge, se acerca al aljibe y los arroja en su interior, donde provocan una tos breve al agua quieta y despabilan a la vieja tortuga ermitaña. Luego se va, rabiosa, arrastrando los encajes lúgubres. Aún tiene mucho que hacer y esta noche nadie volverá a burlarse de ella.

La Muerte ríe como una histérica, aferrada al forjado coronamiento del aljibe.

—Y además... —prosigue el hombrecito del azulejo.

Manuel Mujica Lainez (Bs. As., 1910 — 1984, Córdoba)

Pero la Muerte lanza un grito tan siniestro que muchos se persignan en la ciudad, figurándose que un ave feroz revolotea entre los campanarios. Ha mirado su reloj de nuevo y ha comprobado que el plazo que el destino estableció para Daniel pasó hace cuatro minutos. De un brinco se para en la mitad del patio, y se desespera. ¡Nunca, nunca había sucedido esto, desde que presta servicios en el barrio de San Miguel! ¿Qué sucederá ahora y cómo rendirá cuentas de su imperdonable distracción? Se revuelve, iracunda, trastornando el emplumado sombrero y el moño, y corre hacia Martinito. Martinito es ágil y ha conseguido, a

Los dos médicos jóvenes regresan por la mañana. En cuanto entran en la habitación de Daniel se percatan del cambio ocurrido. La enfermedad hizo crisis como presumían. El niño abre los ojos, y su madre y sus tías lloran, pero esta vez es de júbilo. El doctor Pirovano y el doctor Wilde se sientan a la cabecera del enfermo. Al rato, las señoras se han contagiado del optimismo que emana de su buen humor. Ambos son ingeniosos, ambos están desprovistos de solemnidad, a pesar de que el primero dicta la cátedra de histología y anatomía patológica y de que el segundo es profesor de medicina legal y toxicología, también en Ia Facultad de Buenos Aires.

PROSA 74

Ahora lo único que quieren es que Daniel sonría. Pirovano se acuerda del tiempo no muy lejano en que urdía chascos pintorescos, cuando era secretario del disparatado Club del Esqueleto, en la Farmacia del Cóndor de Oro, y cambiaba los letreros de las puertas, robaba los faroles de las fondas y las linternas de los serenos, echaba municiones en las orejas de los caballos de los lecheros y enseñaba insolencias a los loros. Daniel sonríe por fin y Eduardo Wilde le acaricia la frente, nostálgico, porque ha compartido esa vida de estudiantes felices, que le parece remota, soñada, irreal.

ECO Y LATIDO 6

fragmentos del azulejo que en el fondo descansan. Lo único que el pozo le ofrece es su propia imagen, reflejada en un espejo oscuro, la imagen de un niño que llora.

El tiempo camina, remolón, y Daniel no olvida al hombrecito. Un día vienen a Ia casa dos hombres con baldes, cepillos y escobas. Son los encargados de limpiar el pozo, y como en cada oportunidad en que cumplen su tarea, ese es día de fiesta para las pardas, a quienes deslumbra el ajetreo de los mulatos cantores que, semidesnudos, bajan a la cavidad profunda y se están ahí largo espacio, baldeando y fregando. Los muchachos de la cuadra acuden. Saben que verán a la tortuga, quien sólo entonces aparece por el patio, pesadota, perdida como un anacoreta a quien de pronto trasladaran a un palacio de losas en ajedrez. Y Daniel es el más entusiasmado, pero algo enturbia su alegría, pues hoy no le será dado, como el año anterior, presentar la tortuga a Martinito. En eso cavila hasta que, repentinamente, uno de los hombres grita, desde la hondura, con voz de caverna: —¡Ahí va algo, abarájenlo!

Representación del hombrecito del azulejo. El original, conservado en la Casa Museo Mujica Lainez de Córdoba (visitada por el Director de Eco y Latido), es el reproducido al comienzo:

Una semana más tarde, el chico sale al patio. Alza en brazos a la gata gris y se apresura, titubeando todavía, a visitar a su amigo Martinito. Su estupor y su desconsuelo corren por la casa, al advertir la ausencia del hombrecito y que hay un hueco en el lugar del azulejo extraño. Madre y tías, criadas y cocinera, se consultan inútilmente. Nadie sabe nada. Revolucionan las habitaciones, en pos de un indicio, sin hallarlo. Daniel llora sin cesar. Se aproxima al brocal del aljibe, llorando, llorando, y logra encaramarse y asomarse a su interior. Allá dentro todo es una fresca sombra y ni siquiera se distingue a la tortuga, de modo que menos aún se ven los

Y el chico recibe en las manos tendidas el azulejo intacto, con su hombrecito en el medio; intacto, porque si un enano francés estampado en una cerámica puede burlar a la Muerte, es justo que también puedan burlarla las lágrimas de un niño.

Manucho, en su predestinada Casona “El Paraíso”, Córdoba, Argentina, donde falleció en 1984.

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AUTORES CONTEMPORÁNEOS

Foto: A. Conde

LA CASA DEL PROMONTORIO Por: Vicente Moret Bonillo (CHU) (España)

Siempre me llamó la atención aquella casona del promontorio que desde el pequeño cabo en que se asentaba dominaba las playas de Mera y de Espiñeiro. Su estilo modernista contrastaba con la geometría cartesiana de sus jardines casi versallescos. Presentaba un moderado aspecto de abandono y deterioro, más evidente en la mansión que en los jardines, pero su imponente estampa y su peculiar ubicación seguían destacando en la bahía.

Desconozco la historia de esa casa pero lo que sí consta en las hemerotecas es que fue testigo de grandes y de pequeñas tragedias… En plena Costa de la Muerte podría haber firmado la ejecución de cientos (tal vez miles) de pescadores que se habían acercado demasiado a las rocas de La Marola, o a los acantilados del Seixo Branco, para chivear robaliza… ¡Mala mar es ésa, pero hambre obliga!

También disfrutó desde la primera fila del patio de butacas de espectáculos desastrosos de proporciones colosales, como el naufragio del carguero que dejó desperdigados por la costa todos los barriles de mercurio que transportaba,

o los accidentes —algo más recientes— del Urquiola y del Mar Egeo, que tiñeron durante años las playas de la bahía con el crudo destinado a la refinería de petróleos de La Coruña.

Pero no solo era eso lo que me fascinaba.

Recuerdo que en mi niñez tardía, y en mi juventud temprana, solía ir —unas veces con mi padre y otras con amigos— a pescar múgeles y anguilas a la laguna salobre del pueblo de Mera.

Entonces las construcciones de primera línea de playa no existían y los ventanucos de la torre de la mansión se nos clavaban en el cogote… Sin duda nos estaba vigilando.

Dejé de frecuentar aquellos parajes algo después de entrar en la universidad pero de vez en cuando, quizás en sueños, la imagen de la casona aparecía nítida en mi memoria, como un “flash” que me recordaba que todavía seguía allí.

Años más tarde, tras una vida itinerante y con un punto de bohemia, volví a la laguna. Estaba vallada y los alrededores aparecían acondicionados como zona de esparcimiento

PROSA 76 con comederos para los patos. También habían limpiado el canal que comunicaba la laguna con el mar y habían construido un puentecillo de madera desde el que los niños echaban miguitas de pan a los peces, que se arremolinaban para conseguir su ración. El sitio perdía el encanto salvaje que suponía apartar los juncos para echar la caña. A cambio, era más accesible para unos usuarios que, probablemente, no llegaban a disfrutar del entorno tanto como yo lo había hecho tiempo atrás.

El restaurante “La Perla” y las casuchas de marineros que le rendían pleitesía ya no estaban. En su lugar habían edificado una hilera de bloques de mediana altura cuyos bajos estaban ocupados por terrazas playeras y chiringuitos más o menos finos. No estaba mal del todo, pero el sabor del pueblecito de pescadores había desaparecido para no volver.

Sin embargo la casona del promontorio seguía allí, resistiendo el paso del tiempo con el mismo porte y la misma fascinación de siempre.

Cuando me detuve a contemplarla se cerró una persiana en la torre. La mansión me guiñaba un ojo.

Mientras saboreaba una copa de Albariño con unas sardinas fritas en el Bar del Puerto, recordé que siempre había pensado que la casa del promontorio no estaba habitada. Imaginaba que sus dueños simplemente se ocupaban de un mantenimiento mínimo. Seguramente tenía razón, y eso era precisamente lo que estaba ocurriendo cuando cerraron la persiana de la torre. Salí con mi copa de vino y me senté en el poyo del bar para disfrutar de los colores del ocaso, de la suave brisa y del murmullo de la resaca de un mar de julio casi en calma. Miré hacia el norte. La silueta de la casa se recortaba contra el arenal y los bosques de Espiñeiro. Las luces del porche estaban encendidas.

Al día siguiente no madrugué. Desayuné con calma en la cafetería de siempre y luego saqué a la perra a dar su paseo. El día era bonito pero fresco. Metí un par de bañadores y una toalla en mi mochila de batalla y me subí al coche. Pensé que sería buena idea dar un paseo por la costa, entre las dos playas, y echarle un vistazo a la casa, por la que forzosamente tenía que pasar.

El alcalde se había tomado en serio lo de ‘humanizar el pueblo’, y lo que antes era un sendero con tojos y retamas ahora se había convertido en un ‘paseo marítimo’ de ladrillos rojos, macizos y rústicos, que recorría el contorno del promontorio protegido por una sólida barandilla de troncos.

La singular obra le había robado a la casona su recoleto mirador que, con su banco de piedra semicircular y su fuentecilla, había sido integrado en el paseo. El muro de la mansión, que originalmente llegaba hasta el borde del acantilado, había sido retranqueado pero habían tenido el detalle de dejar una puertecilla de acceso. Animado por la curiosidad giré el pomo pero la puerta no se abrió. Continué mi camino hasta la playa.

ECO Y LATIDO 6

El arenal de Espiñeiro es de una belleza sublime. Completamente resguardado de los vientos del norte, sus aguas parecen de montaña: transparentes, y de un color entre azulado y verdoso, caen abruptamente para buscar un fondo rocoso abundante en cuevas, sargos y fanecas. Desde allí la bahía de La Coruña parece un lago cerrado. Justo enfrente se dibuja la ciudad presidida por la Torre de Hércules y más hacia la izquierda están la península de Breixo y el puerto pesquero.

Siempre me gustó el agua muy fría, y aquel día disfruté. Sobre las dos y media recogí mis cosas y me volví al pueblo para comer algo. En uno de los chiringuitos de la playa solían tener zorza y unos pimientos de Padrón excelentes. A esas horas apenas había gente en el paseo. Cuando llegué a la puertecilla del mirador vi que estaba apenas entornada. No pude resistir la tentación y entré.

De la misma puerta arrancaba un sendero de piedras irregularmente dispuestas que llevaba directamente a la casa y del que partían varios ramales de tierra muy pisada que se perdían por los jardines. De cerca se percibía el abandono evidente de la fachada. No quise acercarme mucho y me desvié por uno de los ramales que, encajonado entre setos de boj, parecía conducir hasta unos grupos de camelias, azaleas y hortensias.

—Lo siento —dijo una voz que venía de mi derecha—. Tiene que marcharse. Está usted en propiedad privada.

Un hombre de unos cincuenta años, moreno, y con un rastrillo en la mano, salía de un macizo de rododendros.

—Buenas tardes —contesté—. Es que vi la puerta abierta y entré a curiosear por los jardines. Me gustan mucho las plantas ¿sabe?dije tratando de mostrarme simpático e inofensivo.

—Ya, pero tiene que marcharse —replicó el hombre ignorando completamente mi supuesta pasión por la jardinería—. Venga conmigo — añadió.

Me acompañó hasta la puertecilla y sin decir una sola palabra esperó a que saliera antes de cerrar con llave.

—¡Adiós, hombre! —dije desde el paseo—… y muy bonitos los jardines —le espeté con sorna.

Un silencio absoluto me respondía desde el otro lado del muro.

Aquella noche no dormí bien. Aunque tampoco puede decirse que durmiera mal. Sencillamente no dormí en absoluto. Me había propuesto averiguar por qué la casa del promontorio ejercía sobre mí tal fascinación, por qué se había convertido en una obsesión angustiosa. Tenía que conocer más detalles sobre la mansión.

PROSA ECO Y LATIDO 6

77

El pueblo había cambiado mucho y ya no conocía a nadie: “La Perla” había desaparecido, los dueños del Bar del Puerto estaban muertos hacía tiempo, y la profunda metamorfosis experimentada en el ayuntamiento había alcanzado también a sus habitantes: ya no había nadie de mi pandilla, el trabajador autóctono había sido sustituido por mano de obra inmigrante (vamos, que Pepe, el camarero del bar ‘La Boina’, había sido sustituido por Dimitri, un estudiante Erasmus rumano. El mismo bar ‘La Boina’ ahora se llamaba ‘The Scotish Kilt’), y los pocos que vivían allí todo el año utilizaban sus casas sólo para dormir. En esas condiciones era difícil conseguir información. El mes de agosto estaba celebrando sus fiestas y yo estaba sentado en una terraza de Santa Cristina tomándome un café. Un par de mesas más allá identifiqué un rostro familiar, al que -no obstantetardé algo en situar.

Resultó ser un cabo primero de mis tiempos de sargento de milicia universitaria. Me acerqué a saludarle y él me comentó que había cambiado el uniforme verde por el azul. Cuando se vio obligado a dejar el ejército (por puro agotamiento de reenganches) se hizo policía local del ayuntamiento de Oleiros. Bromeamos un poco.

—Recuerda que entre compañeros no nos puteamos —le dije—… así que te voy a pasar mi móvil y la matrícula del coche por si algún día aparco “raro”.

—Lo mío está pagado ya. Hasta otra.

—Hasta la vista —y volví a mi asiento mientras él desaparecía al doblar la esquina del hotel—.

Al día siguiente fui a dar un paseo por lo que quedaba del antaño espectacular bosque de Mayanca, que había sido convertido en zona residencial y parque recreativo. En lugar de sus frondas de carballos autóctonos, castaños, fresnos, alisos, olmos y abedules, encontré chalés individuales, pareados, adosados y zonas infantiles con columpios, toboganes, caballitos armados sobre muelles… Por supuesto no había niños allí (si acaso alguna mamá joven, o alguna abuela también joven, con su carrito de bebé).

Estaban todos metidos entre los helechos jugando a “polis y cacos” o al escondite.

Aburrido de tanto cemento y de tanto colorín quise regresar al pueblo, pero me despisté y me metí en una carretera desproporcionada y grande por la que no circulaba nadie. Anduve unos cuatro o cinco kilómetros hasta que encontré una rotonda todavía sin acabar, gracias a la cual pude salir a la pista vieja de Meirás, que conocía perfectamente.

Todavía era pronto así que me fui dando un paseo hasta la casona. Esta vez buscaba la entrada principal, que es accesible desde el camino del faro.

—Oye, Mera pertenece al ayuntamiento de Oleiros ¿verdad?

Un muro de piedra del país parcialmente cubierto de hiedra limitaba la propiedad. Por encima del muro sobresalían las copas de algunas coníferas, mayormente cedros y araucarias. Y algo más lejos había palmeras. La puerta era de doble hoja y madera de castaño macizo con cerradura de hierro. A la derecha de la entrada sobresalía un blasón de granito, y encima de la puerta había una inscripción con números romanos. Saqué una foto, y al llegar a casa, después de estudiarla, escribí en un papel:

—Pues sí…

~ XIV – – CMXCIX + DCCCXCIX + LIX + I ~

—Dime una cosa ¿conoces la casa grande que hay entre las playas de Espiñeiro y Mera?

—¡Bien! —pensé— parece un rompecabezas.

—Me da que no va a valer de nada —replicó—… yo soy del departamento de urbanismo y medio ambiente.

Un relámpago pasó inmediatamente por delante de mis ojos.

—Curiosidad simplemente. El otro día pasé por allí y me di cuenta de que para construir el paseo habían tenido que expropiar parte de la finca. —respondí prudente—.

Asumí el reto con entusiasmo y traté de buscarle sentido a todo aquello. Lo primero que me llamó la atención fue el espacio vacío que había entre lo que yo creía que era ‘el segundo bloque numérico’. Quizás el tiempo había borrado las cifras. Tendría que volver allí para comprobarlo.

Por el momento decidí llamar al hueco “?”. De esta forma el supuesto mensaje quedaba:

—Pues no lo sé.

~ XIV – ? – CMXCIX + DCCCXCIX + LIX + I ~

Me dio la impresión de que mi comentario le había puesto algo nervioso.

Luego separé los bloques y los traduje a números arábigos:

—Bueno, mi sargento —dijo levantándose—… me alegro de haberte visto después de tanto tiempo. —Y me tendió la mano—.

XIV = 14 ?=?

CMXCIX = 999 DCCCXCIX = 899 LIX = 59 I=1

—¡Claro que la conozco!

—respondió sorprendido—. ¿Por qué lo preguntas?

—¿Puedo invitarte? —ofrecí—.

PROSA 78 No parecía significar nada. Empecé a darle vueltas con más calma hasta que me di cuenta de que había tres signos de separación: ~, -, +.

Decidí que el signo “+” era realmente lo que parecía. Si mi suposición era correcta tenía que sumar los números conectados por la cruz, y sólo ésos… por el momento.

999 + 899 + 59 + 1 = 1958. Las cosas comenzaban a encajar. La inscripción decía ahora: ~ 14 – ?

– 1958 ~.

Algo debía haber ocurrido el día 14 de “algún mes” del año 1958. Claramente esta fecha no debía ser la de construcción de la casona por varios motivos: en primer lugar, la fecha estaba completa (cuando lo habitual es señalar únicamente el año); en segundo lugar, la casa —incluso su eventual reconstrucción— era claramente anterior a 1958; por último, en la arquitectura modernista no es costumbre grabar la fecha de un edificio con números romanos. Por lo tanto, si el planteamiento era correcto, la inscripción debía ser posterior a la edificación y algo de importancia (quizás un naufragio) tenía que haber ocurrido el día señalado.

Realicé algunas averiguaciones y comprobé que la casa estaba oficialmente datada en 1898, y no constaba en ningún sitio reforma alguna. Pude verificar también que el muro había sido construido al mismo tiempo que la mansión, lo que sin embargo no excluía la posibilidad de un grabado posterior (o incluso anterior si la pieza de granito procedía de algún otro sitio).

Llamé a Miguel, un amigo mío con conocimientos de cantería, para que me ayudase con el dintel. Le conté una milonga vagamente relacionada con mi verdadero interés por la inscripción y nos fuimos para allá.

—¿Y bien? —le pregunté cuando estuvimos delante de la puerta—. ¿Qué ves ahí?

—Pues lo mismo que tú, supongo —contestó mi amigo—. Lo que no sé es para qué cojones han puesto eso —añadió—. Esto es lo que hay —y me pasó el papel en el que acababa de escribir: ~ XIV – – CMXCIX + DCCCXCIX + LIX + I ~.

—¡Qué lástima que haya signos borrados! — exclamé—.

—Ahí no hay nada borrado —replicó—. Está todo tal cual.

— ¿Quieres decir que no hay nada entre los dos guiones?

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no habían grabado entre los guiones: porque no había nada que grabar… Pero entonces ¿qué podía significar aquella inscripción?

Seguramente me había equivocado. La secuencia ~ 14 – 0 – 1958 ~ no podía ser una fecha aunque tuviese toda la pinta.

—¿Puedes aventurar cuándo fue grabada la inscripción? —pregunté—.

—¿Estás de coña? —respondió Miguel— Lleva tiempo pero no cientos de años (por decir algo). De todas formas esa “cosa” puede formar parte de un dintel que haya sido reutilizado para construir el muro. En este caso la inscripción sería anterior al muro, y presumiblemente anterior a la casa. Pero también puede que haya sido hecha después de levantar el cierre. Una cosa sí te puedo confirmar: No ha habido retoques. Se cinceló una vez y así quedó.

Miguel, después de sorprenderme con su intuitivo “0”, no hacía más que confirmar lo que yo ya sospechaba. Nos fuimos a tomar unas cañas y me despedí de él sobre las diez.

Estaba disgustado. No me gusta equivocarme, pero tenía que rendirme a la evidencia. Aún así mi cabeza seguía trabajando y yo estaba convencido: aquello “era” una fecha.

Cuando llegué a casa me pegué una ducha, me hice una tortilla de patatas que cené sin darme cuenta de que no le había echado cebolla, puse las cosas en el lavaplatos, pasé un trapo ligero y me fui a la cama.

Siempre tengo en la mesilla de noche cuatro o cinco libros abiertos que leo y releo sin solución de continuidad. Esa noche “Brida”, “¿Está usted de broma, señor Feynman?, “2001: Una odisea espacial” y “Luces de Bohemia” me estaban esperando. Iba a coger “Brida” (porque era el primero) pero al final me dije que ya había tenido suficientes aquelarres ese día.

Cogí el de Clarke… me fascinaba HAL el supercomputador inteligente de la nave. De repente di un salto en la cama: Como Arquímedes ¡Lo había encontrado!

Cuando se escribió la odisea espacial Clarke bautizó a HAL pensando en el gigante informático de la época, la todopoderosa IBM. La relación entre ambos nombres es evidente: H precede alfabéticamente a I, A precede a B y L precede a M. Por otra parte HAL es ficción mientras que IBM es real. Por lo tanto, para pasar de la realidad a la ficción basta con retroceder una letra en el alfabeto. Y para pasar de lo fantástico a lo verdadero basta con avanzar una letra en el alfabeto. Aplicando una lógica similar a mi problema debería obtener la fecha que estaba buscando sumando “1” a cada grupo de la secuencia. De este modo obtenía “~ 15 – 1 – 1959 ~”

—Nunca hubo. Se grabó exactamente igual a como está ahora. Nada de nada, nothing, rien du tout… vamos, que cero patatero.

—¡15 de enero de 1959! —exclamé en voz alta—.

¡Claro, eso era! —“CERO”—… un guarismo inexistente en la numeración romana. Por eso

En todo caso era una fecha fácil de recordar para mí. Yo mismo había nacido un 15 de

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79 enero. Subí corriendo las escaleras de mi despacho, me conecté a “internet” y estuve más de tres horas indagando en la red qué cosas interesantes habían ocurrido aquel día de 1959 que además pudieran tener alguna relación con la casa del promontorio. Pero no encontré nada.

—¡Lástima! —pensé—. Parecía tan buena idea… y me fui a dormir. Pronto caí en un agitado sueño.

Me encontraba en uno de los parterres de los jardines de la casa del promontorio. Vestía un chaleco de labrador y mi mano derecha empuñaba un rastrillo viejo. Conforme avanzaba hacia la casa las persianas de la torre se abrían y se cerraban con un ritmo cada vez más frenético. Era de noche y las luces del porche estaban encendidas. En la rotonda de la entrada había diez o doce coches de época estacionados. Por el camino principal caminaba un militar cuyo rostro me resultaba familiar.

interrumpiendo a la orquesta.

—Un momento de silencio, por favor… Acaba de llegar.

Se apagaron las luces y un foco iluminó el techo. Allí, encaramado a un andamio, un hombre vestido con mono azul, con un cincel y un mazo de cantero, grababa sobre el estuco un enorme “9” y luego otro, y otro…

Mientras, los asistentes a la fiesta, los músicos, el militar, el hombre del chaqué, todos vueltos hacia mí, repetían sin cesar: —¡Tenemos que hacer algo: Fíjate en los nueves! ¡Tenemos que hacer algo: Fíjate en los nueves! ¡Tenemos que hacer algo: Fíjate en los nueves…!

Cuando me desperté eran cerca de las once, estaba sudando y tenía la boca seca, pero no me dolía la cabeza.

—Buenas noches, mi sargento —me dijo cuando llegó a mi altura— ¿No vienes a la fiesta?

Después de la pesadilla mi estado de confusión mental era absoluto, pero mi subconsciente había estado trabajado mientras dormía (¡Tenemos que hacer algo: Fíjate en los nueves!) Volví al despacho y revisé mis notas.

En ese momento me percaté de la música que provenía de la mansión. Me dirigí hacia la puerta de la casa algo sorprendido por la violencia con que se abrían y se cerraban ahora las persianas de la torre. Quise girar el pomo para entrar pero me abrió desde el interior un hombre moreno de unos cincuenta años vestido con un chaqué verde.

XIV = 14 ?=?

CMXCIX = 999 DCCCXCIX = 899 LIX = 59 I=1

—Venga conmigo —me dijo—. Y me hizo pasar a un salón enorme en el que desde una tarima una orquesta animaba con un “fox” el baile de los asistentes.

Algo en mi interior me decía que no siguiera con aquello, pero mi curiosidad podía más que mi prudencia. Al ver de nuevo las notas un escalofrío recorrió mi espalda: Ya había hecho las cuentas mentalmente.

En la mesa del buffet había decenas de botellas de Albariño y bandejas de sardinas fritas. Me serví una copa. Las parejas giraban y giraban al ritmo de la música, que era cada vez más vivo. Una negra muy guapa entró en el salón, cogió un micro que yo no había visto antes y empezó a cantar “I Want Survive”. Las luces espectaculares de las arañas del salón fueron gradualmente sustituidas por haces intermitentes de colores azul, verde y rojo, y por destellos blancos intensísimos. Alguien se me acercó por detrás y me dijo al oído: —Tenemos que hacer algo.

La leyenda de la puerta estaba distribuida en seis bloques, tres de los cuales terminaban en “9”. Aquello era una descomposición numérica.

Había cometido un error: era a cada bloque de la inscripción a lo que tenía que sumar “1”. En otras palabras, el símbolo “+” era, a la vez, una operación y un separador. El análisis correcto era el siguiente: XIV = 14 (+1=15) ? = 0 (+1=1) CMXCIX = 999 (+1=1000) DCCCXCIX = 899 (+1=900) LIX = 59 (+1=60) I = 1 (+1 = 2)

Sonaba ahora la música de Nirvana y sobre una pared vacía de cuadros se proyectaba una diapositiva de la laguna en la que unos cuantos ancianos estaban pescando con un chiquillo de unos catorce o quince años.

La traducción de la leyenda era ~ 15 – 1 – 1962 ~… El dintel perpetuaba la fecha de mi nacimiento. (“Tenemos que hacer algo.” ¿Pero qué podía hacer yo?).

La música tenía ahora el ritmo machacón y monótono del “Hip Hop”, y el murmullo incesante de la gente me agobiaba. El hombre moreno del chaqué verde se subió a la tarima

Caí en una profunda depresión de la que nunca me recuperé. Ahora estoy escribiendo estas notas desde el psiquiátrico en que, con toda seguridad, voy a terminar mis días. Mientras

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espero mi cerebro se sigue deteriorando por la vejez y la enfermedad…

Cerré el diario de mi padre. Encendí un cigarrillo y salí al balcón. Fumé despacio, pensativo.

Cuando acabé el pitillo entré de nuevo en la sala, y movido por la nostalgia saqué de uno de los cajones de mi escritorio el álbum de recuerdos y busqué su esquela: Don Víctor Martínez Borrazás, Licenciado en Biología. Falleció en Santiago de Compostela, el 1 de enero de 2050, a los 87 años de edad…

Mañana iría a recorrer los sitios descritos en el diario.

Ya no había laguna. Un inmenso parking ocupaba el lugar en el que me habían dicho que estaba. El pueblo se había convertido en una mezcla entre ciudad dormitorio y aberración turística, y ambas partes se hallaban físicamente separadas por una carretera de cuatro carriles que enlazaba con la autovía Coruña-Ferrol. El antiguo proyecto de conectar ambas ciudades con una vía rápida había sido resuelto mediante un puente de 25 kilómetros que atravesaba la bahía coruñesa y la Ría de Ares.

Distinguí el promontorio, aunque no la casa, y hacia allí me encaminé por la vieja pista del Seixo, que más tarde se bifurcaba para llegar al faro. A ambos lados de la pista se veían bloques de apartamentos baratos. Una pequeña cuesta me condujo directamente hasta el alto de una loma. A la izquierda había una alambrada con un letrero: “Finca Particular. Prohibido el Paso”.

Entré de todos modos. Me tuve que abrir paso entre una densa maraña de tojos que me hirieron piernas y brazos. Al final llegué hasta un muro de piedra medio derruido. Salté y me metí en lo que podían haber sido los jardines —ahora asilvestrados— de la mansión —ahora en ruinas—. De la casa sólo quedaban tres paredes grises y muchos escombros. Allí no había nada que ver. Regresé. Llegué hasta el muro pero en esta ocasión no tuve necesidad de saltar: me había desviado algo y, por casualidad, había encontrado el portón de entrada. La puerta de madera hacía tiempo que había desaparecido pero los tres bloques de granito del marco resistían. Salí del recinto y, antes de enfilar la pista, me giré para contemplar aquella desolación por última vez. Fue entonces cuando reparé en la leyenda grabada sobre el dintel: ~ – – MCMXCIX + XLIX ~ Respiré aliviado. Por lo menos ahora tenía la certeza de que mi padre descansaba en paz.

Fin

* * *

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HB Mc Line Por: Luis Agustín Martínez “Agus Mcpoets” (Argentina)

Durante el día habita en una cajita rectangular, forrada con tela y escudo de un conocido Clan Escocés, junto a dos bolígrafos, azul marino y verde inglés, una goma de borrar dos tercios roja y un tercio azul, algunos clips de colores, una ergonométrica tijera y una cinta, ambas de la afamada marca Scotch. Se trata de un HB, fino y largo, su interior es mina cilíndrica mezcla de arcilla y un grafito especial, proveniente de Cumberland, lo que le da un toque de linaje original. Es una mina HB vestida de un cuerpo hexagonal de madera de cedro de incienso, suaves aristas, tres lados azules y tres lados plateados. Para más detalle podemos decir también, no es muy dura y tampoco muy blanda, como que tiene el equilibrio justo. A pesar de esto, HB no deja de ser simplemente un lápiz.

Cuando se acerca la noche y el frío se hace presente en aquella acogedora sala de escritorio bien decorada, con una ventanita donde hay que dibujar con el dedo para apreciar la vista a los acantilados, con dos bibliotecas, una mediana y ordenada con libros notables y otra más pequeña

totalmente desordenada, con papeles sueltos de bosquejos y escritos, semejante a un rincón de metáforas y sueños dibujados...

Alguien enciende los leños del augusto hogar y el rústico marrón predominante de paredes y techos se va haciendo más dorado rojizo, parecen desprenderse crujidos del escritorio y sus singulares adornos medievales, el calor empieza a abrasarse en esa atmósfera que comienza a resplandecer. Después del momento señalado…

Con el soniquete de los hielos de un escocés en las rocas, llega el mágico instante donde tres dedos lo despiertan: ¿Puede que HB vaya a cobrar vida?

Entonces… un lápiz?

¿Puede HB ser

algo

más

que

Ahora es un lápiz especial, empuñado por su inseparable amigo, compañero de nostalgias escritas y sorprendentes bocetos y dibujos, en su mayoría de un hermoso rostro femenino. En su mano ya no es el mismo, está en movimiento,

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deslizándose magníficamente sobre papel, haciendo extraordinarias acrobacias en trazos.

De vez en cuando también bebe, cuando lo mojan en olas doradas, percibiendo exquisitos aromas, parece casi emborracharse, toca y golpea los hielos y da vueltas en el whisky de quien lo empuña. Su dueño sonríe, siente y se emociona con su mejor compañía y lo hace parte de un platónico amor que por las noches solo se plasma en los papeles. Sir Mc Line se llama quien le da vida, Sir está muy enamorado y ocurre que su lápiz —amigo entrañable de su bohemia— se ha contagiado, parece que ya no es solo un lápiz, es un «lápiz enamorado» y hasta tiene un nombre tallado, ya no es solo un HB, es un «HB Mc Line».

Una de esas noches, luego de que estos inseparables crearon en papel aquel bello rostro otra vez, sonó el timbre y el milagro se hizo realidad. Aquella Lady, tantas veces dibujada está visitando a Sir. El amor ya no es nostalgia, la bella Lady ya no se plasma en papel, se plasma en su piel, se perfuma en su ser y se dibuja en sombras, se oye en dulces voces y suspiros, la ventana se empaña aún más por dentro, los leños parecen solo pequeñas brasas comparadas a dos cuerpos fundidos que se besaron, acariciaron y amaron hasta encontrar el amanecer. Cuando Lady está por irse, Sir Mc Line, recoge varios rostros en papel y ella con los ojos brillosos y llenos de amor los refleja en sus pupilas, entre miradas y sonrisas, no queriendo despedirse, solo falta que peine su hermoso cabello. Es cuando Sir, que atesora con sus dedos a su amigo inseparable, sonriendo, con media lágrima por caer, le dice en silencio: “Es tiempo de que conozcas algo más, es tiempo de que experimentes el más hermoso de los secretos que solo a ti te confié alguna vez, es tiempo de que ya seas algo más que «mi lápiz», algo más que mi «HB Mc Line enamorado»”. Y es cuando suavemente por detrás de Lady se desprende de su inseparable amigo, para dejarlo en un rodete de cabellos de Lady. Ya no es solo un lápiz, ya no es solo el lápiz enamorado de Mc Line, ahora es el * «Hair Pin Mc Line enamorado de Lady».

* Hair Pin = Un pasador de horquilla de pelo. Accesorio utilizado desde hace mucho tiempo para mantener el cabello de una persona en su lugar. La creación de diferentes peinados, especialmente entre las mujeres, parece ser común a todas las culturas y todos los períodos, y muchas sociedades pasadas y actuales usan pasadores de pelo.

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BIBLIOGRÁFICAS POEMAS CON CIERTO AIRE NIPÓN Tercerillas y Quintillas De Felipe Antonio Santorelli Tenemos el agrado de presentarles un nuevo libro de uno de los autores que publica en nuestro portal Mundopoesia.com.

Felipe A. Santorelli nació en Caracas el 24 de Noviembre de 1960, hizo sus estudios básicos en el Liceo Caracas, luego estudió por dos años en la Escuela Naval de Venezuela. De allí partió a Italia donde realizó estudios en Biología en la “Universitá degli studi di Napoli”. Ha viajado mucho dentro y fuera de su país natal. Vivió en Boconó, Edo Trujillo y en Tovar Edo Mérida.

Ahora reside en la provincia de Napoli, Italia.

Poemas con cierto aire nipón (JustFiction! Edition) contiene haikus, tercerillas, poetrix, tankas y quintillas, estilos poéticos muy al estilo oriental, de contemplación a la naturaleza y al espíritu. ¡Felicitaciones y éxitos!

ESTIGIA Nº 3 En marzo de este año 2020 se editó el tercer número de la Revista digital y gratuita Estigia, dirigida y editada por Luis Adolfo Izquierdo del Águila, fundador en 2017 de Eco y Latido.

En ella podrán hallar poemas de Julio Martínez Mesanza, Juan Pablo Zapater, Ángela Álvarez Sáez, José María Prieto, Luis Martínez-Falero, Antonio Manilla, Diego Medina Poveda, Verónica Aranda y Carlos Aganzo. También una semblanza biográfica de cada uno de estos autores contemporáneos le aporta a la publicación un encuadre informativo, matizado siempre por certeras ilustraciones alusivas.

Enlace de descarga: https://issuu.com/luis-izquierdo/docs/estigia_n__3 Números anteriores: https://issuu.com/luis-izquierdo/docs/estigia_n_mero_2_1 https://issuu.com/luis-izquierdo/docs/estigia_digital-1

MELISA LA POETISA, ¡AY, QUÉ RISA! De Pilar Zamora Este poemario infantil es definido por su autora, la española Pilar Zamora, (integrante de Mundopoesia.com desde 2016), como “un conjunto de diversas poesías: El Sol, El yayo Cayo, El pollo Pello, Don Jubilín Jubilete, Dona la Tardona, La lila Lali, La abuela Lola, La tía Teresa... En varias de ellas se practican la pronunciación y ortografía de sonidos de cierta dificultad para los niños. Los dibujos, en blanco y negro, pueden ser coloreados por ellos.”

Esta selecta recopilación de “Poesías para hoy, para mañana y para toda la semana” tal como Pilar (Pilliza) nos aclara desde el subtítulo, deleitará a pequeños y adultos. ¡Enhorabuena!

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LA AGUJA EN EL PAJAR De Carmen Boullosa Este poemario de la escritora mexicana Carmen Boullosa (colección Visor de Poesía Nº 1087) obtuvo el XIX Premio Casa de América de Poesía Americana, 2019.

“El Poema es la piel, la reacción sensorial, y la reacción racional a la percepción, placer o dolor. El Poema quema o resarce, sacia, aviva o escalda. Sabe ser el ruido o la música armónica. Es el número negativo, lo que huye atrás del cero; todo número (negativo o positivo) es fatídico porque sustrae, arrebata, acumula, y conduce al fin. Conduce al principio, es nuestra raíz, nuestro origen; es la Gramática que sostiene las más de mil lenguas humanas. No miente, tampoco es probo, y pone en duda la Verdad. Es el huracán, y no acepta descripción. Así este libro, escrito entre el México doliente, y el Nueva York de la vergüenza trumpiana”.

EL ALJIBE DEL ALMA De José Soriano Simón (*) En septiembre de 2019, José “Pepe” Soriano publicó su tercer libro: El aljibe del alma con el noble propósito de recaudar fondos para la Fundación Síndrome de Down de Madrid. El prólogo, escrito por Salvador González Moles, y la generosa colaboración de la excelente pintora Coral Canela en sus ilustraciones, nos hacen anticipar el gran éxito de esta verdadera joya.

Este poemario nos emocionará con las experiencias de vida que nos relata su autor, en versos de métrica clásica, sonetos, romances, serventesios, sin descartar algunos poemas en verso blanco, con su especial sensibilidad y maestría. (*)

Escritor nacido en 1951 en Huáscar, Granada. Siendo un niño se muda a Barceloona, allí completa sus estudios hasta culminar con su carrera profesional, titulándose en Dirección de Marketing y Comercial, en el Instituto de Empresas. Ha sido directivo en varias multinacionales y se ha desarrollado como profesor a tiempo parcial en prestigiosas Escuelas de Negocios de España. Desde hace veinte años reside en San Agustín, cerca de Madrid, donde disfruta de su gente y del entorno con su especialmente apreciado Moncalvillo. Tiene publicado dos libros: “Poemas”, y la antología “Mi corazón necesita tu corazón” Miembro de Mundopoesía.com, recientemente se ha sumado al equipo de Eco y Latido.

(Por consultas y pedidos, escribir a: elaljibedelalma@gmail.com).

INGENIERÍA Y POESÍA De Salvador González Moles Doble es en esta ocasión la dicha al presentar este libro inaugural; pues no solo por la certeza de su calidad poética, sino por la abundante estima que su autor ha sabido cosechar en su siempre entusiasta paso por Mundopoesía. Como él mismo señalara: “Tuve el inmenso honor de dedicarlo a nuestros queridos y admirados Julia y Maramín y a través de ellos a todas las compañeras y todos los compañeros de este maravilloso Portal. Se trata de un pequeño libro en el que se incluyen poemas ya publicados en los distintos foros. Los poemas tienen todos en común que se adaptan a alguna estructura clásica. Se pueden encontrar sonetos, décimas, seguidillas, romances, una canción italiana, etc…” González Moles (Lesmo, en su alias al reverso), quien fue “Director adjunto” de esta revista, es un sevillano que sabe marcarle el pulso al lirismo. ¡Para él, nuestras felicitaciones!

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GANADORES DEL CERTAMEN DE LITERATURA INFANTIL MARÍA ELENA WALSH

Tengo el agrado de anunciarles a los Ganadores del Certamen de poesía y narrativa infantil, en honor a la escritora argentina María Elena Walsh (1930 – 2010), figura señera del género.

Se han presentado los siguientes concursantes: Dikia, Anna Politkóvskaya, Ropittella, Luzyabsenta, Cuervo4141, Rafael Prado, Pequeña Anie, Francisco Guardado, Maygemay, Caperucito, Selenschek Manfred, Joblam, Mary Mura, Bristy, Jorge Serra C., Téura, Puroamor, Alonso Vicent, Azalea, Sikus, Rubén Pepper Cano, Azalea, José Ignacio Ayuso Diez, Dragon_Ecu, Flor de Agosto, Desiré Sole y Alecctriplem. Para todos ellos va nuestro agradecido reconocimiento por haberse sumado al certamen con sus inspirados trabajos.

Especiales reconocimientos son para Mamen, Julia y Spring (Mireya Bohórquez), querida poetisa propulsora de esta convocatoria, primera constructora de las bases del concurso y diseñadora de los bonitos recuerdos de participación que podemos ver a continuación.

La administración de Mundopoesía.com, quien escribe, director del concurso, y los miembros del jurado que también desempeñan habitualmente labores como jurados del portal (Spring, Valen_tina y EBAN), le hacen llegar a cada uno de ellos sus felicitaciones y agradecimiento por sus valiosos aportes artísticos.

Ariel Carrizo Pacheco Buenos Aires, 19 de diciembre de 2019

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1º PREMIO

A ti mi niño Francisco Guardado A ti mi niño, soplando el aire.

No olvides quien eres cuando te hagas grande.

Esos ojos redondos, esa sonrisa amable, esa mueca que tiene tu carita de ángel.

Son pequeños tesoros.

Que no te los robe nadie.

Ni todo el oro del mundo, ni un mundo lleno de males.

Recuerda siempre, siempre, los abrazos de tu madre, el cariño de sus besos y su forma de mirarte.

No olvides nunca, nunca, ¡Oh! pequeño gigante, los sueños que ahora tienes cuando te hagas grande.

2º PREMIO

Luna, la sirena del mar...

Flor de Agosto Cuenta un cuento contado que en el fondo del mar salado vive una sirena llamada Luna. Nació dentro de un caracol inmenso mientras las olas mecían su cuna.

Entre algas y criaturas creció la linda sirena. Aprendió a nadar con peces, con pulpos y con tortugas.

Dicen que por las tardes en la orillita del mar se puede ver su colita cuando el sol la hace brillar. Y cuentan que, por las noches le pide permiso al mar para sentarse en las rocas y con la luna platicar.

Ella es linda y muy coqueta. Su vestido es natural. Escamas que brillan verde, amarillo y azul mar. Y cuando nada del fondo a la superficie a flotar, el sol la toca y su cola parece hasta parpadear.

Viste de moda al día, como sirena de mar. Con su pelo rizo y largo parece lucir sombrero, dependiendo de las olas siempre un estilo nuevo.

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Recoge muchas cositas que encuentra en todo lugar, ella guarda su fortuna en una caracola de mar. La usa de carterita, es accesorio esencial. La lleva consigo siempre para aquí y para allá.

Son caracolillos, almejas y galletitas de mar, todos en su carterita para luego disfrutar los tesoros que ha encontrado en el fondo de su mar con sus amigos marinos que van con ella a jugar.

Quisiera un día saber en qué lugar del mar duerme Luna, ¿Será en una caverna o entre las mismas tortugas? O quizás cierra sus ojos como los caballitos de mar, con su colita agarrada al sargazo que no deja de bailar…

Me pregunto tantas cosas cuando de ella escucho hablar… Luna, la linda sirena, que vive dentro del mar. Me parece estarla viendo sentadita en una roca esperando que yo llegue para poder conversar. Ella curiosa de la tierra y yo curiosa del mar.

3º PREMIO

Vuelan risas-mariposa (Canción de cuna para un niño pobre)

Anna Politkóvskaya De algodones y peluches, de limón, naranja y fresa vuelan risas-mariposa por barrios pobres y aldeas, en campos de refugiados, por los países en guerra, allá donde no hay abrazos ni los besos de una abuela ni el regazo de una madre ni pan ni agua ni tierra.

De oeste a este, osos panda; de norte a sur, piruletas.

Son las risas-mariposa que al poderoso molestan.

No llores mi niño pobre, ten un poco de paciencia; los días tiene contados la muy malvada riqueza.

Muy pronto —tal vez, mañana— sobre su ruina habrá fiesta.

Mientras tanto, niño mío, duérmete tranquilo y sueña con mariposas y risas de limón, naranja y fresa, con dulces de caramelo que a tu corazón alegran.

De oeste a este, osos panda; de norte a sur, piruletas.

Son las risas-mariposa que a los ricos atormentan. * * *

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* * * FINALISTAS

* * *

El zanganito repostero Sikus El zanganito Samuel es feliz en la colmena.

No hay nadie más listo que él haciendo torta de avena.

Y por eso, don Lemuel le pidió, para la cena que hiciera torta de miel con arándanos rellena.

Muy feliz se fue Samuel a buscar en la alacena la tortera de papel y un poco de maicena.

Su papito, don Lemuel avisó desde la almena que el zanganito Samuel haría torta de avena.

También puso un gran cartel, hizo sonar la sirena, ¡e invitó a todo el cuartel a venir pronto a la cena! ¡Pobrecito mi Samuel que confundiendo la avena sacó de atrás de la miel una bolsa con arena!

Y cuando probó Lemuel, pensando que estaba buena ¡era amarga como hiel por tener masa de arena!

Al final hizo un pastel de cereza y yerbabuena.

Y puso sólo el mantel, justo en la hora de la cena. ¡Qué repostero es Samuel! ¡Sí que esta torta está buena! (y a nadie dijo Lemuel lo que ocurrió con la arena).

Besos de colores Joblam La suave brisa mañanera hacía que una abejita triste danzara sin rumbo fijo en el bosque. Una ramita le sirvió de asiento mientras pensaba. Entre el ramaje entró un rayito de sol y al ver la

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melancolía de su rostro, la saludó: —¡Buenos días abejita!

Apenas, sin mucho ánimo, respondió: —Buen día.

El rayito sintió la sequedad de la respuesta y de nuevo la abordó: —¿Qué te pasa amiga?

Después de un largo silencio, con voz baja: — Estoy triste.

—¿Y eso por qué?

—Mi bosque es gris. Casi no llevo provisión a casa y mis hermanas me quieren echar.

—¡Uhm eso está muy mal! ¿Crees que puedo ayudarte?

—No puedes hacer nada —dijo la abejita.

—¡Si puedo! —dijo el rayito entusiasmado.

La cara de la abejita mostró señal de incredulidad.

—¡Prométeme que cambiarás tu rostro y compartirás el bosque?

La abejita levantó una patica derecha en señal de aceptación.

El rayito de sol habló con la lluvia, le explicó el problema y accedió a prestar colaboración. Sin pérdida de tiempo, gotas de agua a granel fueron esparcidas por el bosque por varios días. Una semana después, la abejita notó que el color de su espacio estaba cambiando. Poco a poco el gris desaparecía y era reemplazado por el verde vegetal. Nuevos brotes emergían de las ramas y el insecto entusiasmado, volaba en diversas direcciones para demostrar la alegría.

La lluvia espació la ayuda para no ahogar al bosque y flores unicolores empezaron a adornar el entorno. La abejita, en busca del néctar, besaba cada flor y de inmediato, el color cambiaba a una gama brillante distinta.

Con el paso de los días, la abejita fue recibida con jolgorio por las hermanas. La carga del néctar era abundante y la provisión de miel aumentaba. El bosque presentaba un aspecto hermoso.

Reverdecía con flores grandes, relucientes y de variados colores. La abejita, cada día, le daba la bienvenida a colibríes, mariposas, avecillas cantarinas, abejorros y a otros insectos.

Una mañana, por una rendija de la frondosa vegetación, el rayito de sol asomó. Al encontrarse con la abejita, saludó: —¡Hola abejita!

—¡Hola rayito de sol!

—¿Cómo te sientes amiga?

—¡Soy feliz, muy feliz y quiero darte un regalo!

—¿Cuál?

—¡Gracias rayito de sol!

* * *

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Pepón y el Moscardón José Ignacio Ayuso Diez — ¡Mamá, mamá, hay un moscardón en mi habitación! ¡Ven, corre!

—¡Mamáaaaaaa! ¡Está loco, se choca contra la ventana, otra vez lo ha hecho, y otra, va a romper el cristal!—gritaba aterrorizado.

—Qué gritos son esos Pepón, vas a despertar a tu abuelo.

La mamá de Pepón entró en su habitación y vio a éste de rodillas, gritando, protegiéndose la cabeza con un almohadón y en el aire revoloteando, un enorme moscardón.

El moscardón aprovechó para salir por la puerta. Empezó a recorrer la casa de un lado a otro, se chocaba con ventanas, espejos, revoloteaba alrededor de las bombillas luminosas. Volaba tan deprisa que era imposible atraparlo; la mamá de Pepón cogió un matamoscas e intentó cazarlo dando golpes, ¡Zas! ¡Zas!, contra la pared, contra las ventanas, ¡Zas!, contra las puertas, y nada, nunca le daba.

El moscardón entró en el salón, su zumbido se confundía con los ronquidos del abuelo dormilón, “ziiiisuuussssiiizzzuuu… rgrrrraaaarrrrgoooo…” hasta que de repente, se dejó de escuchar el “zzzuuusssiiiizzuuuu” del moscardón. No lo veían ni oían, miraban por todas partes y nada; hasta que Pepón, lo vio posado en la nariz de su abuelo Ramón. Entonces, con el almohadón, atizó un gran golpe, que fue a dar en la cara del abuelo, quién de un gran salto y asustado, se levantó del sillón dando gritos de terror.

—¡Socorro, socorro! —gritaba. (Soñaba que una ballena gigante en la cara le aporreaba). Cuando de repente se dio cuenta que estaba en el salón y que allí, con cara de pocos amigos estaban su hija y su nieto Pepón; la una, con un matamoscas y el otro, con un almohadón. (¿Le querían sacudir?)

—¿Qué hacéis? —preguntó—. ¿Por qué me miráis así? —y los dos al unísono señalaron al moscardón, que se había posado esta vez en el asa de un jarrón; de un jarrón de porcelana que decoraba el salón.

—¡Mira abuelo está ahí! ¡Es enorme! —y el abuelo que lo vio, les dijo: “pero todo este jaleo por este bichejo peludo, ¡dejadme a mí, ya veréis!”—. Visto y no visto, el abuelo sin pensarlo le atizó con el bastón, sin darse cuenta que estaba sobre el asa del jarrón. Y “cataplán plin plon” el jarrón en trocitos al suelo cayó. El moscardón lo había esquivado y seguía volando dando vueltas sobre el abuelo y su bastón. A la mamá no le dio tiempo a gritar (¡Cuidado con el jarrón!) con cara furiosa miró al abuelo y al moscardón. Entonces Pepón se llenó de valor, se subió al sofá y dio un gran salto volando con el almohadón yyyy… ¡Zas! El moscardón allí estaba tumbado sobre el suelo del salón, con las patas hacia arriba sujetando el bastón. No había manera, era fuerte como un toro, veloz como un avión. Pero Pepón ya no le tenía miedo y otra vez se fue a por él; con el matamoscas de su madre y el bastón de su abuelo Ramón, uno en cada mano, parecía un helicóptero sin motor, atizando con coraje, sin descanso y con tesón.

Al ver el moscardón al valiente Pepón con esa determinación, se puso de rodillas y le pidió perdón, le prometió irse si le abría la puerta del balcón. No quería molestarles, solo quería vivir en paz, y más ahora, cuando llega La Navidad. Entonces Pepón, conmovido, abrió la puerta del balcón y dejó que se marchara el peludo moscardón.

Su abuelo y su mamá corrieron a abrazarle y le besaron con cariño y ternura, que emoción al mirarles; estaban orgullosos de su buena acción, había sido capaz de perdonar a aquel moscardón, aunque fuera feo y peludo, y hubiera roto el jarrón.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado y ahora, si no os importa, me pongo a pegar el jarrón.

* * *

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Mágico azar Luz y Absenta Querido amigo, si por casualidad alguna vez te encuentras con un duende no pretendas poseer sus riquezas, ni tan siquiera interpretar sus secretos. —¡Hazte su amigo!—. Lo importante es que te narre alguna de sus mágicas historias. Ganar su amistad para que te enseñe. Esas fueron las dos premisas que yo siempre tuve presentes en mis pensamientos por si, en alguna ocasión, se produjese esa posibilidad de obtener el sueño y así alcanzar a conocer esa narración deseada.

Fue la providencia. Cierto día el encuentro se produjo. Paseando vi un hombrecillo que, no mayor que la mano, estaba canturreando mientras apasionadamente remendaba elegantes botas y zapatos para las hadas. Pensé que me asistió la fortuna…, estaba de suerte.

—¿Sería

el

anhelo

deseado

—Me

aproximé

sigilosamente.

Él

sobresaltado

replicó:

—¡Vaya, casi me matas del susto!

Delicadamente y recobrando cierta serenidad me preguntó: “¿Qué quieres de mí?” — mientras se acomodaba entre mis dedos y me miraba con unos listos ojos que muy claramente pretendían conocer mis intenciones—. Comencé a serenarle y le dije: —Realmente mi sinceridad no ambiciona ni tus riquezas y menos tus secretos, tan solo pretendo que me dejes participar de alguna de tus mágicas narraciones.

El duende viéndose más confiado y con total cortesía me invitó a reposar en un bello campo de flores acolchadas, mientras me sugería que estuviera muy atento a sus descripciones…; en ese exacto instante el comenzó a relatar: —¡Ves ahora ese calmado mar irlandés! —Plagado estaba de cantarinas sirenas. Una de ellas se enamoró de un joven pescador y todas las tardes acudía a verlo y le ofrecía sus detalles. La no correspondencia, por parte de él, resultó ser un suplicio que la sirena soportaba en silencio mientras sus tristes lágrimas empapaban la suavidad de sus bellos cabellos—.

—¡Imagínate! En ese estado y pasado un tiempo, los cielos al fin quisieron actuar frente a tal sincero amor y convertir la graciosa forma marina para que aquella sirena fuese plasmada en esta arqueada expresión de madera que ahora tú acaricias.

—¿No me crees? Bien. Te diré que la tienes en tus manos para disfrutar de esos detalles tan serenos y que tú te deleites al apreciarla.

—¡No te fías de mis palabras! Compruébalo tú mismo, rasga cada una de las cuerdas, podrás sentir que una húmeda sonoridad es tan solo el acorde de aquel amor que entre lágrimas recorría su cabello y que ahora forman parte de las esencias musicales del arpa.

—¡Has comprendido! La solución es fácil.

—Cuando en alguna duda te encuentres, acaricia cada sentimiento propio y humedécelo entre los rincones del alma, entonces un agitado resorte te mecerá entre melodías de felicidad. Te sentirás como devorado por un instinto de plena satisfacción que musicalmente te arropa.

Quedé absorto frente a su enseñanza, señalaría que muy… muy pensativo. Mientras el personajillo volvía a entonar su rítmica cancioncilla y retomaba la placentera tarea de seguir arreglando aquellos bellos zapatos de las hadas…

“Tic..., toc…

Mano, otra mano, uno, dos.

Pierna, otra pierna, uno, dos, cabeza, nariz, boca, barba, dientes blancos en mi boca.

Mano, otra mano, uno, dos…

Tic…, toc…

Lámh, lámh eile, ceann, beirt.

Cos, cos eile, ceann, beirt, ceann, srón, béal, féasóg, fiacla bána i mo bhéal.

Lámh, lámh eile, ceann, beirt...”

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Mi perrito Rintintín Puroamor Yo tenía un perrito, le llamaba "Rintintín", era blanco, y negrito, retozaba en el jardín.

Su colita era un plumero, que movía lado a lado, lo abrazaba con esmero, cuando estaba muy cansado.

Su mamá, era "Muñeca", "Firuláis", su fiel hermano, les gustaba la manteca que lamían de mi mano.

Se acostaban en el suelo, con sus patas estiradas, se miraban con recelo, con sus panzas muy heladas.

Al jugar eran ruidosos, cada cual con su locura.

Eran todos cariñosos, los amaba con ternura.

Hoy mi perro está en el cielo, alegrando a mi papá, y en la Tierra sigue el duelo: ¡los extraña mi mamá!

Una bufanda florida Maygemay Tejía la Santa Rita, al croché con los ganchillos, sus ramos sobre una reja con cadenitas y anillos.

Oyó de pronto la queja de un ciprés verde y grandote: —Estoy temblando de frío, ¿no me harías un capote?

—Tan largo se me hace lío, debo decirte que no, y aunque fuera una bufanda no alcanzo a tejerla yo.

-Verías tu propaganda como santa de este valle, flameando sobre la acera como un alto pasacalle.

—Me llaman de otra manera, según adonde me asiente: “Santa Rita” o “Buganvilla” como decida la gente.

Y también mi rama en flor roja, fucsia o amarilla, va prefiriendo color cuando asoma su puntilla.

Tú eres un árbol gigante y aunque ayudarte querría, ni con mágica varita tu bufanda acabaría.

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—Es que arriba hay mucho viento y nadie quiere hacer nido, porque siempre me lamento y a veces tiemblo de frío.

—Pero no te sientas triste, ya vendrán muchos gorriones, si la brisa trae alpiste para darle a sus pichones.

Y acariciando la espalda del ciprés como a un amigo, lo abrazó con su guirnalda y le dijo: “Estoy contigo, floreceré por tu copa, tendrás la oportunidad de estrenar alegre ropa como árbol de navidad".

Un día de lluvia Alonso Vicent Era un día como hoy, como hoy llovía a mares.

Se cerraron los colegios, Nadie salía a la calle.

Solo un perro vagabundo buscaba en los basurales algo que echarse a la boca sin ningún miedo a mojarse.

No se le escapó a la niña, asomada a los cristales, la soledad de una y otro; trabajando están sus padres.

Mientras miraba pensó hacer sitio en el garaje, acurrucarse a su lado y poco a poco acercarse.

Imaginó que era un lobo en cierto modo fiable; pensó ser Caperucita por un día y un instante.

Pero recordó del cuento un perturbador detalle: la confianza en exceso puede acabar en desastre.

Maldijo a aquel cuentacuentos por fastidiar con crueldades y siguió sola en su mundo; también se sintió culpable.

Moraleja no encontró, siguió esperando a sus padres.

*

* *

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GANADORES DEL PRIMER CERTAMEN PARA EL JURADO DE LA MUSA Buenos días estimados amigos me complace anunciaros antes de lo previsto, que ya tenemos los resultados del I Concurso para El Jurado de la Musa pero antes, permitirme que agradezca a cuantos han tenido a bien en participar en este primer evento promovido por la administración, un evento donde vuestro intelecto ha podido ser valorado como se merece ya que el cargo que ostentáis en Mundopoesía salvo algunos foros, no os permite ciertos reconocimientos. Como decía, vuestras obras presentadas no han sido nada fáciles de valorar para los jueces pues las diferencias han sido mínimas habiendo varios empates lo que les ha llevado a someterlos a quórum. La predisposición de los jueces como: Carola, Isabel, Marcos, Salvador, Luis Rubio, Felipe Santorelli, Daniel y Selenscheck en analizar y valorar los poemas aun habiendo margen de descanso ha sido determinante para este adelanto, por todo ello agradecerles de corazón su gran esfuerzo e incontestable colaboración.

Quiero dar las gracias a Juila y a Mamen por haber depositado en mi persona su confianza (que espero no haber defraudado) para llevar a cabo esta difícil tarea de organizar o dirigir un concurso que no es un concurso más sino el I Concurso para El Jurado de la Musa lo que le lleva a uno a tratar de hilar lo más fino posible.

Y por último, quiero dar las gracias especialmente a dos personas cuyo apoyo y consejos han sido muy importantes dada su experiencia que son nuestros amigos Marcos y Ariel o Ariel y Marcos, para ellos vaya mi más que sincero agradecimiento.

Luis Prieto (Organizador del Concurso)

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1º PREMIO

Ana Mercedes Villalobos

La línea de la vida La noche despertó con tu voz traías mi nombre besando tus labios.

Primera vez de tus manos con mis manos las caricias temblando en nuestra piel.

El viento nos rasgó con su canto tu boca suspiró entre mis pechos.

La primavera asomó sus colores al jardín de mi cuerpo.

Con besos de diamante fundido llenaste cada espacio entre nosotros. ¡Infantil ternura!

Tus caderas de hombre niño danzaron en mi vientre ¡crecían mariposas en mis muslos!

Tu mirada, chispas doradas, tus ojos brillantes asideros de mis ojos, profundo horizonte donde los cuerpos se vistieron de luna.

Esa noche fuimos juntos sonrisa desnuda en mitad de las pupilas y el eterno caminante que atravesó, valiente la línea fulgurante de la vida.

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2º PREMIO

Rosmery Pinilla Acosta

Sangras La negrura de la noche sabe a ti, incansablemente se mece en el pensamiento cual quiebre en la emergencia de amarte.

Pretéritamente, ya es costumbre que duelas en el anonimato de las caricias, en la imperfección de sucedernos

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96 en el vientre silencioso de la ausencia que es prostituta aún en primavera.

Ya se vuelve hábito que me faltes, en el libro cerrado, en el eco histórico, en el café que se inmola de un poco de azúcar para suavizar la amargura de no tenerte; es tan álgido, tan quemante que cada vez que pasa el primer segundo del reloj se dilata el latido y es allí donde justamente sangras.

Sangras en la espesa bruma que recubre el cielo, en los zapatos que pesan en el asfalto; sangras cuando deshabitas el equilibrio, al lado opuesto del deseo, donde te haces lágrima, te condensas noctambulo, frío como glácil que se astilla y sangras…

* * *

3º PREMIO

Guadalupe Cisneros-Villa

Plegaria para Sofía Escucha el sollozar de mi alma rota abre tus pasos hacia mis anhelos deja que la desnudez de tu cuerpo se lleve mi último aliento.

Son dos faroles distantes, luminarias que nacen sedientas.

Ven, bebe de mi boca lo que callo.

Desata desde mis labios el silencio en pétalos de jazmines.

Hilvana en tus manos morenas sueños, teje entre tus dedos rosas maduras que se peguen a tu pecho.

Desde un viento arrasador envuelve este deseo entre tu vientre, no temas ante este ardor que vivo porque todo es efímero, todo lo que muerde mi carne y desata ansias de amor no correspondido. Íntima, te llamo Sofía, íntima y nocturna vuela hacia mis sombras y quédate conmigo.

* * *

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1º FINALISTA Nancy (Darknes)

Tu claridad Trepo cada ráfaga gramatical que se apodera de tu lengua, como una odisea que me desnuda el alma; lo emocional reverbera, mientras transito, conmovida, su pregón de lumbres…

Me irradia su incesante cardumen de oro en un torrente que deslizo, desprendida del tiempo…

Paso a través de la noche en tornasolado aleteo y un atrapasueños me concede la libertad de regodearme en tus ojos…

Las plumas me gotean su arrebato y, en su arraigo, diviso el más dulce de los sueños; su germen fractal dosifica lo ignoto y me nombra entre sus pétalos impares, rebosantes de ambrosía, sólo en su ejercicio por combinar lo mío y tuyo…

Ebria de tanto dibujo resplandeciente, me entrego al frenesí de tocarte; aunar cielo y tierra y transitar lo eterno, como un volátil estallido que va a tatuarnos el silencio…

* * *

2º FINALISTA Abrahám Emilio

El abuelo ausente Con las cenizas del leño se forjará tu ruda frente, te pintaré con el barro y el agua clara, con gotas del río pintaré tus lágrimas que solían caer de tu rostro ya marchito.

Saldrá tu voz del sonido del río bravo, se acercará poco a poco tu don, se oirá a lo lejos tu último adiós y en el filo del viento se sentirá tu alma.

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Despertarás del sueño mientras se acerca el frío, será catalepsia en un mundo psicodélico; de la nieve se verá en el viento tus canas y en las raíces de los árboles se verán tus pies.

Con las plumas de las aves se tejerá tu vestimenta, las ramas de los árboles serán como tus venas, serán tus pupilas los destellos y la luna me traerá el recuerdo de tus ojos.

De pronto latirá tu corazón y estarás de nuevo conmigo en la banca, hablarás con el follaje, me acariciarás con el viento, me mirarás como antes de tu despedida y consolarás para siempre este terrible lamento.

* * *

3º FINALISTA Eban Catalán

Mujer elemental Husmear tu sombra inclinada dulce criatura.

Experimentar contigo los besos enfermos y la melancolía cedida a los espejos y al acto de ser placenta titilando en sus lenguas de luz.

El ritmo del tiempo y los dormideros giran en tu cuerpo como una leve arquitectura.

En ti descubrí las lluvias intermitentes y el sexo del silencio caminando por el polvo de las calles.

Eres más blanca que la sombra de la noche mujer elemental con sabor a melancolía.

Cédete al silencio puro de la belleza toca la mar toca la espuma toca las olas tu cuerpo es una metáfora desorbitada en el crepúsculo de la tarde.

Eres tú, la cintura en celo que berrea en el burdel de mis piernas.

Mujer frecuente mujer inmedible mujer presentida por quererte hay embates de caricias y horas sin precio iniciándose en ti.

* * *

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3º CERTAMEN DE HAIKU de MUNDOPOESIA MARCOS ANDRÉS MINGUELL (MARAMÍN) (Mundopoesia.com)

Marcos Andrés Minguell

*** Nieve en las cumbres, cercana en su esplendor la luna llena.

Sobre la caña del niño pescador, una libélula.

Maramín http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/maramin.26441/

(España)

***

Ha finalizado el 3er. Certamen en honor al talentoso maestro Marcos Andrés Minguell (Maramín), donde se han presentado en este mismo orden los siguientes concursantes: Anna Politkóvskaya, Ricardo Linares, Carorenée, Mary Mura, Master Ly 22, Dvaldés, Azalea, José Ignacio Ayuso Diez, Caperucito, FJMalpica, Bristy, José Lucena, Marlene2m, Rosmery Pinilla Acosta, Desiré Sole, y Alecctriplem.

La administración de Mundopoesía, quien escribe, director del concurso, y los miembros del jurado que también desempeñan habitualmente labores como jurados del portal (Darkness.cl, Anamer y Luzyabsenta), le hacen llegar a cada uno de ellos sus felicitaciones y agradecimiento por sus valiosos aportes artísticos.

Ariel Carrizo Pacheco Buenos Aires, 19 de septiembre de 2020.-

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1er. PREMIO:

Alecctriplem (México)

http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/alecctriplem.111648/

(26 puntos) Copos de nieve caen sobre el enebro vuelo de mirlo.

2º PREMIO:

Marlene2m (Venezuela) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/marlene2m.78548/

(23 puntos) Llega el verano.

Cortejo de flamencos bajo la lluvia.

Nota: En el trópico los flamencos esperan las lluvias para aparearse (es cuando hay alimento y pueden formar los montículos de lodo donde anidan). Esto coincide con las lluvias de verano o con las lluvias monzónicas de invierno.

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2º PREMIO:

Anna Politkóvskaya (España) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/anna-politkovskaya.105440/

(23 puntos) La blanca nieve cubre el bosque desnudo. ¡Qué suave cae!

3er. PREMIO:

FJMalpica (Venezuela) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/fjmalpica.114715/

(22 puntos) Voraz sequía; el riachuelo en silencio brilla sin agua.

FINALISTAS:

Mary Mura (Argentina) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/mary-mura.85777/

(20 puntos) Lluvia de otoño humedad en la tierra Un arco iris ***

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Master Ly 22 (Argentina) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/master-ly-22.78407/

(19 puntos) Huellas de un alce en camino nevado.

Rama se quiebra. ***

Azalea

(Colombia) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/azalea.111321/

(18 puntos) Sol de verano a la ventana llega una libélula. ***

Dvaldés (Chile)

http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/dvaldes.112972/

(18 puntos) Brota el narciso sopla gélida brisa cae la nieve ***

Bristy (Países Bajos) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/bristy.111470/

(16 puntos) Primera nieve el pequeño cachorro contento salta. #

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CERTÁMENES

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4º CERTAMEN POÉTICO EDUARDO LEÓN DE LA BARRA (Mundopoesía.com)

Ha

finalizado el IV Certamen en homenaje a nuestro recordado Amigo, Maestro, Poeta y gran compañero, "EDUARDO LEON DE LA BARRA", quien no sólo ha entregado muchos años de su vida a este Portal, brindando su valioso tiempo y conocimiento con generosidad y humildad a todos los que nos hemos acercado a él, consultando sobre poesía en general y clásica en particular. Y para homenajearlo con en este certamen, tuvimos el honor de recibir las obras de los siguientes participantes: Mary Mura, Maktu, Pepesori, Maramin, Catia-Love, Desairado Postremero, Lesmo, Sotosoto, Flor de Agosto, Manuel Bast, Capasa, Elba Nery García, Luzyabsenta, Manuel Ibarra, Lomafresquita, Nube Blanca, Martín José, FJMalpica, Rosendo, Angel Eve, Elvira Colqui Rojas, Lexema, Desiré Sole y Alecctriplen, a quienes va nuestro sincero agradecimiento, porque sin sus aportes poéticos no se podría haber llevado adelante.

La administración de MP con Julia y Mamen a la cabeza, les agradecemos a los Jurados que aceptaron acompañarnos en esta tarea: Spring, Ariel Carrizo Pacheco, Anamer, Ricardo Linares, Luis Prieto, Antonio, Ligia Calderón Romero, Selenschek Manfred, Alonso Vicente y Luis Pragmah.

Y un agradecimiento especial a Ariel Carrizo Pacheco que me ayudó en esta ardua y novata tarea para mí, que haya llegado a buen término.

Por último, va nuestro agradecimiento y felicitaciones a los Ganadores, Finalistas y a cada uno de los concursantes que han aportado sus obras poéticas. Todos tendrán sus respectivos premios, y se les añadirán en sus perfiles de reconocimientos.

Mar_ Daniel B. Argentina, 5 de Noviembre de 2020

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CERTÁMENES

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1º PREMIO (Empate)

Elba Nery García (Honduras) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/elba-nery-garcia.11214/

Al maestro "Eduardo León De la Barra" (Soneto monorrítmico de versos dodecasílabos simétricos dactílicos)

De Eduardo León nos queda su esencia, la fina instrucción, la entrega constante, su fiel amistad de humano brillante que lo destacó, lloramos su ausencia.

Fue ilustre mentor de vasta experiencia.

Sabía escribir con pluma galante y cada lector de letras amante le daba un loor y su reverencia.

Dejó su esplendor con paso florido por este portal, y el numen sentido que nos prodigó guardamos celosos.

Por buen escritor; seguro en el cielo tendrá su vergel y algún riachuelo que le han de inspirar poemas hermosos.

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José Soriano (Pepesori) (España) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/pepesori.109239/

Elegía (tercetos encadenados)

Vuela el verso que siempre fue conmigo para alcanzar tu mano generosa, y al llevarte el abrazo del amigo dejó en tu corazón la roja rosa con su aroma de pétalos y amores, y en su aire de algodón la mariposa.

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Llenarán los canoros ruiseñores con pólenes melosos tu colmena libando en los jazmines soñadores.

La tinta de mi péndola es la pena y guardo poesía en mi equipaje, la tuya, por lo mucho que me llena.

Cruzando la meseta en este viaje anhelo solamente la llegada que muestre la verdad de tu paisaje.

Se me agota, poeta, la mirada ¡cómo duele, maestro, cómo duele!, y con tanto dolor me quedo en nada.

Enséñame tu sitio donde vuele, elevado en la aurora cada día.

Que sepa de tu cielo cómo huele.

Recítame a la Luz tu poesía, que sea un aprendiz igual que aquellos, que siguieron tu voz en su porfía.

Dime ahora si habitas en los bellos parajes del Camino para verte, buscaría en la senda los destellos que tus versos dejaron tras la muerte.

2º PREMIO

Maktu (España) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/maktu.56689/

Maestro Eduardo León de la Barra (Soneto heroico)

Palabra, fue palabra su sapiencia, su verso claridad, su verbo sano, el cántico al alcance de su mano, sus sones dando son a la existencia.

Palabra, fue palabra su cadencia, su rima personal, su trazo humano; su canto desde el sitio más arcano enseña con sus letras la excelencia.

Gigante le dio sol a mi soneto dejándolo galante y bien bruñido, forjándolo sereno y más completo.

Palabra, fue palabra y buen sentido, la lírica vital —su luz un reto por el que recordar su verso henchido—.

CERTÁMENES

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3º PREMIO

Lesmo (España) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/lesmo.100949/

Poeta del ocaso (Soneto)

Tus manos, que sabían de madera, del óleo y también de poesía, las recuerdo marchando a esa ribera fundiéndose en la eterna lejanía.

Ya quisiera, maestro, ya quisiera verte ahora, y en tu ebanistería, este otoño, fecunda primavera de tu patria, bendita platería.

Dime pues, gran poeta del ocaso, que vives mi remedo romancero, adónde andar a ti con firme paso; por revivir tus versos y enseñanzas, —al Río de la Plata desde el Duero— y encauzar mi torrente de añoranzas.

* * *

Eduardo León de la Barra, junto a su Sra. Carola

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FINALISTAS 1º Finalista

Maramín (España) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/maramin.26441/

Maestro Eduardo León de la Barra (Mareilla mayor) La huella de tu paso se mantiene en nuestros corazones siempre viva, la dejaste profunda y positiva, anclada en la memoria se retiene.

Brilló tu estro en todas formas marcando normas como maestro.

Sabio y modesto con las lecciones y en correcciones amable el gesto.

Supiste, Eduardo, mostrar que hay flores de altos colores hasta en un cardo.

Tu obra conocemos, gran artista, tus cuadros nos mostraste en poesía y el buen hacer en la ebanistería.

El amor familiar quedó a la vista.

2º Finalista

Ángel Eve (Guatemala) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/angel-eve.106630/

Maestro (Soneto clásico)

En medio de los médanos de arena un hombre se acomoda su ropaje el sol abrumador rompe el celaje tratando de mirar su tez morena.

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ECO Y LATIDO 6 “Maestro, no ha acabado tu faena —dibuja sobre el polvo su homenaje— quizás ya no comprendas mi lenguaje, quizás ya ni recuerdes como suena.

Debajo de la sombra de tu olivo habitan por amor las aceitunas y escriben en las ramas un motivo: Anuncien a los pueblos y comunas, que el árbol no está muerto, sigue vivo florece en el desierto sobre dunas”.

3º Finalista

Catia-love (Argentina) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/catia-love.1123/

Al maestro Eduardo León de la Barra (Soneto clásico) Dejaste tu enseñanza memorable simiente con sus frutos, tu legado, ausente del pupitre, me has dejado eterno aprendizaje indispensable.

Dejaste en mis cuadernos, encomiable, renglones de estructuras con agrado, confiada repasando el germinado semilla que fecunda, es demostrable.

Mis versos te dedico agradecida, poema de una clásica estructura, soneto que mi pluma empedernida, escribe con la imagen que procura la línea inspirada y esculpida un lienzo que enmarcado ya es pintura. * * *

Poesía y Pintura: dos pasiones de Eduardo L. de la Barra.

Aquí, en su atelier

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GANADORES DEL CERTAMEN “POETAS DEL CIELO”

Finalizó este nuevo certamen en homenaje a poetas ya desaparecidos de la terrenal administración de los días, pero no de la admiración intemporal que los mantiene vigentes en memorias agradecidas.

Hemos tenido la dicha de recibir poemas y prosas de los siguientes concursantes: Espinas y abrojos, Pepesori, Juan Carlos Villanueva, FJMalpica, Mary Mura, Manuel Ibarra, Anamer, Turdetano, Ludmila, Lomafresquita, Capasa, Asklepios, Alma etérea, Flor de agosto, Catia-love, Nuria espinosa, Rosendo, Robsalz, Robina, Évano, Acnamalas, Fredmore, Idiot Lump, M.B.Ibañez, Danie, Mo Anam Cara, Anna Politkóvskaya, Anna, Marianne, Luzyabsenta, Carorenée, Manuel Bast, Maygemay, María José Tello, José Ignacio Ayuso Diez, Alecctriplem. La administración de Mundopoesía, el director de concursos y los miembros del jurado (Guadalupe Cisneros-Villa, Goodlookingteenagevampire, Luis Á. Ruiz Peradejordi, Maramín, Luis Adolfo, Joblam, Darkness.cl, Grace, Elba Nery García, Carrizo Pacheco), les hacen llegar a cada uno de ellos sus felicitaciones y agradecimiento por sus valiosos aportes artísticos. Todos tendrán su reconocimiento mediante el correspondiente ícono por su participación.

La demora en la publicación de los resultados, originariamente prevista para el 2 de noviembre, se debió a la ausencia de su organizador, el Sr. Daniel B., en la etapa de revisión final de este certamen, al igual que en el cierre del Concurso en homenaje a Eduardo León de la Barra.

Especialmente quiero agradecer las oportunas y siempre amables intervenciones de Carmen (Mamen), Julia y de los ya mencionados jurados que votaron con responsable prestancia.

También a Mar_, quien se ofreció a colaborar en este certamen, y así lo hizo, sin claudicar frente a los inconvenientes acaecidos.

Es para nosotros una alegre satisfacción presentar a los ganadores de este Primer Concurso "Poetas del cielo". ¡Muchas gracias por vuestra atención y un muy cordial saludo!:

Ariel Carrizo Pacheco Director de Concursos 10 de noviembre de 2020.-

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CERTÁMENES

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1er. Premio Romance de ensoñación (Romance) 152 puntos

Autora: Maygemay (Argentina) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/maygemay.106640/

"En honor a Gustavo Adolfo Bécquer" Con un libro misterioso en mi lejana niñez, un poeta recitaba en el atrio del vergel.

Desde mi hamaca del ceibo todo era brisa y vaivén, y un cielo de golondrinas me saludaba al revés; fragancia de madreselvas endulzaba la pared con ajorcas de oro y nácar y en mis labios, aguamiel.

Ya danzaban las palabras. ¿Eran xanas? No lo sé...

Ojos verdes y susurros... ¿Esa corza era mujer?

Un tétrico miserere llegaba del terraplén, entre acordes de organista, rimas de amor y desdén.

En la atmósfera de ensueño mi columpio era corcel, flotando entre los perfumes de retama y flor de té.

Don Gustavo se perdía y el amor iba con él, entre azules campanillas tras el bosque de papel, mientras yo me preguntaba: ¿me amarán así también?

***

Dibujo de G. A. Bécquer (1854)

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2º Premio El canto que perdura (Soneto) 151 puntos

Autora: Lomafresquita (España) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/lomafresquita.57995/

(Dedicado a todos los poetas que están en el cielo) Hoy perdura, poetas, vuestro canto, como sello en el lacre, como emblema, pero el eco dormido de aquel llanto, ahora imperceptible, aún me quema.

Lo mismo que las hojas del acanto quedaron en la ménsula, el poema tanto persiste en mi nostalgia, tanto, que gozo al recitar cada fonema.

Es lo hermoso del arte y de su juego con la tierra y el agua, el aire, el fuego, que tan solo brillando prevalece.

Es lo grande del verso y de su gloria que resuena a lo largo de la historia y en el tiempo indeleble crece y crece.

***

Los poetas contemporáneos. Una lectura de Zorrilla en el estudio del pintor Antonio María Esquivel (1846). Museo del Prado, Madrid.

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3er. Premio

El alma del poeta (cuartetos alejandrinos) 150 puntos

Autor: Rosendo (México) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/rosendo.113819/

(Dedicado a todos los poetas) El alma del poeta es hálito infinito que alienta los anhelos en íntimos momentos, y dicta cada frase marcando los acentos con todas las virtudes y el numen exquisito.

Está con la materia muy fuerte conjugada y juntos configuran la esencia conocida que tienen los aedos que pasan por la vida cumpliendo la encomienda que tienen destinada.

Y si la muerte llega gloriosa se desprende, quedando solamente sin vida la materia; se apagan los latidos, se estanca cada arteria, en tanto a lo insondable su viaje luego emprende.

Al éter con sus alas se eleva y se incorpora, y en esa contextura pervive su presencia, por eso, en otro espacio, su plácida existencia no muere, solo cambia las luces de la aurora.

Así es como trascienden sus mágicos destellos en letras portentosas que siempre maravillan, y con fulguraciones en el parnaso brillan plasmando sentimientos espléndidos y bellos.

Son almas portentosas con luces celestiales que en oro de centellas sus letras se derraman, y que en el pensamiento sus lampos se amalgaman quedando sempiternas en voces inmortales.

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Finalistas

A tu ceremonia de dolor en la poesía (versos endecasílabos sueltos) 149 puntos

Autor: Danie (Argentina) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/danie.85197/

En homenaje a Alejandra Pizarnik Lo sé… En tus ecos habitaba el miedo y esa noche, con furia, liberaste tus pájaros de fuego. Las estrellas lloraron lágrimas de sangre y tinta.

Marcharon en hileras esos astros escribiendo tu nombre sobre el velo del cielo. ¡Ay! La poesía la llevabas en las venas, navajas que sabían besar con un sutil desgarro hasta la recóndita piel de las serpientes.

Alejandra…, quisiera que en tu vuelo incendies las campanas del lenguaje de los ángeles para así que lloren, una vez más, las flores por tu muerte.

***

Alejandra Pizarnik (Avellaneda, Buenos Aires, 1936 – Buenos Aires, 1972)

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Nada más, que hasta el fondo 148 puntos

Autora: Anamer (Venezuela) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/anamer.108443/

En honor a Alejandra Pizarnik Sólo morir, ¡tan dolorida! con ese dolor que es puñal, afilada espada que te parte en dos. ¿Cuánto dolor puede caber en ese corazón?

Callada, con o sin palabras, eres tú.

A la orilla del silencio, a la orilla de la vida.

Contigo, con la otra que eras tú misma, como un jardín en ruinas.

“No hay una historia de amor sin amor” La esperanza se acaba, se deshace.

En la humedad de tus ojos, en la rebeldía de tus letras en el lugar en que todo sucede, en tu poesía.

Allí tramaste tu muerte, oíste su voz junto al río.

Ella te habló con su arpa y su vestido rojo, recitó tus poemas sin destinatarios, negándote la luz que tanto buscabas, en el mundo despoblado donde te sumerges.

Te habló en el lugar del amor, abrazada a tus nostalgias, a tus miserias, en el tiempo que atraviesa los cuerpos.

En tus poemas escritos en la piedra, a sangre y fuego, en ese dolor inacabable donde hallaste el motivo de tu muerte. ¡No escuchaste al poeta que te quería viva!

Todo era oscuro, todo era silencio, no hubo alegrías en tus memorias, sólo ese espacio negro, donde te dejaste caer, en la espesura de la noche.

“No quiero ir, nada más, que hasta el fondo.”

***

Tumba de A. Pizarnik y su padre.

Cementerio de La Tablada, Bs. As. Foto: C. García

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Yo nunca podré llamarme Ángel González 148 puntos

Autora: Anna Politkóvskaya (España) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/anna-politkovskaya.105440/

“En honor a Ángel González” Hay ausencia de rostros en los espejos y de cucarachas merodeando por la casa y de bares y de borracheras y de charcos reflejando en días negros mil anuncios de neón.

Ya no estás y cada día siento la necesidad de soplar en mis duras venas para respirar largamente y escucharte, mientras vanamente coso a mi alma vacía algún verso tuyo con niños que sonríen. ¿Por qué me arrebataste el descubrimiento de dios como una ironía o como un cero a la izquierda?; ¿por qué me despojaste de la realidad de la arruga, de los cuerpos trémulos, del inasible porvenir, de las obras de arte que son autorretratos o viceversa, de los miércoles que quieren ser lunes, de las pequeñas historias donde seres minúsculos juegan a ser demiurgos? ¡Oh poeta!, todo lo que dejaba un rastro carnal en los contornos de la historia era sometido a la simulación de tus sueños y convertido en materia y sedimento de la verdad.

Te acaparaste de la inocente belleza de la palabra y en mi boca estéril y en mi mano muda ya no hubo lugar para ella y yo, huérfano de verso y sin residencia, soy tan solo un viajero por confusos territorios que armado de inútiles esperanzas sigue, como un esbozo reiterativo, una estela imposible.

***

Ángel González (Oviedo, España, 1925 – Madrid, 2008)

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Íntimo cortejo 143 puntos

Autor: Luzyabsenta (España) http://www.mundopoesia.com/foros/usuarios/luzyabsenta.33734/

En honor a Luis Cernuda

Desde un mar apasionado, vienes con todas tus rimas expandidas queriendo recoger rojos vientres para mi desnudez desecada.

Orarte así, es fácil un devenir urgente de encantada soledad y extraviada blancura. ¡Tus vísceras abiertas en bancales de senos! ¡Mis desabrigos, tan solo cristal esculpido!

Desde todos los prohibidos placeres tu transparencia se hace mural de lava comprendiéndose por abismos ahogados, creando bellas alacenas deshiladas donde se pintan los idóneos divanes para penetrar con velados candiles.

Tu sonoridad aparece soplada, ritmos fundiendo noches de purificada humedad..., mis umbrales entre recepciones humeantes se estremecen junto a tus rojizos otoños.

Nota: Partiendo del libro de Luis Cernuda –La realidad y el deseo- he compuesto esta sencilla obra que trata de anclarse en sus fluidos poéticos y donde la razón se deja sobrepasar por el deseo de sus escalofríos más íntimos.

***

Luis Cernuda (España, 1902 – 1963, México)

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Premio Nobel de Literatura: LOUISE GLOUCK (2020)

La poetisa estadounidense Louise Glück

Por José Soriano Simón (España)

Su

inconfundible voz poética, esa que "hace universal la vida individual" a través de una belleza "austera", le ha valido a Louise Glück para hacerse con el Premio Nobel de Literatura 2020, un galardón que la poeta recibe tras haber publicado doce poemarios y algunos volúmenes de ensayos.

duro que ella para afrontar las ilusiones del yo", escribe en la motivación del premio el presidente del Comité Nobel de Literatura, Anders Olsson.

La poeta norteamericana Louise Glück, Premio Nobel de Literatura 2020

Las obras de Glück (Nueva York, 1943) se caracterizan por la claridad a la hora de abordar temas como la infancia y la vida familiar, para los que se inspira en los mitos y motivos clásicos, presentes en la mayoría de sus obras.

Ya desde su debut en 1968 con Firstborn, el primero de los doce poemarios que ha escrito esta catedrática de inglés en la Universidad de Yale (EE.UU.), fue aclamada como una de las voces más prometedoras de la literatura contemporánea de su país.

"En sus poemas, el yo escucha lo que queda de sus sueños e ilusiones, y nadie puede ser más

Glück es también una poeta del cambio radical

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y del renacer, como queda de manifiesto en The Wild Iris (El salvaje iris, 1992), que le valió el premio Pulitzer, cuando ya había adquirido reconocimiento en el extranjero por libros como The triumph of Achilles (El triunfo de Aquiles, 1985) y Ararat (1990).

¿para qué existo? ¿Para qué existo?

Del poemario Las siete edades (2011, traducido por Mirta Rosenberg)

"Su poesía crea como una suerte de universo textual en el que hay una intimidad tremenda.

Incluso cuando se vale de personajes, cuando echa mano de los mitos y los actualiza, está dando cuenta de una intimidad profundísima", señala el poeta y traductor venezolano Adalber Salas, que tradujo al castellano el poemario Una vida de pueblo, publicado en marzo de este año bajo el sello de Pre-Textos.

En opinión de Salas, Glück es mucho más que "una voz capital en la poesía de lengua inglesa", es una poeta "discreta" a quien no le interesa en absoluto "la escena pública" y que posee una capacidad "admirable" para crear atmósferas afectivas "devastadoras". Ella, asegura el traductor, "no teme a la crudeza".

Estos cinco poemas, recogidos en diferentes poemarios, sirven para acercarse a la obra de esta autora poco conocida por el gran público, pero muy apreciada en el mundo literario:

Madre e hijo

Todos somos soñadores; ninguno sabe quién es.

Alguna máquina nos hizo; la máquina del mundo, la familia que restringe.

Después, de vuelta al mundo, pulidos por suaves látigos.

Soñamos; no recordamos.

La máquina de la familia: pelaje oscuro, selvas del cuerpo de la madre.

La máquina de la madre: blanca ciudad dentro de ella.

Y antes de eso: tierra y aire.

Musgo entre las piedras, briznas de hojas y de hierba.

Y antes, células en una gran oscuridad.

Y antes de eso, el mundo tras un velo.

Para esto naciste: para silenciarme.

Células de mi madre y de mi padre, llegó el momento de ser fundamentales, de ser la obra maestra.

Yo improvisé, nunca recordé.

Ahora es tu turno de entrar en acción; tú eres el que pide saber: ¿Por qué sufro? ¿Por qué soy ignorante?

Células en una gran oscuridad.

Alguna máquina nos hizo; es tu turno ahora de exigirle, de volver a [ preguntarle:

Puesta de sol

En el mismo instante en que se pone el sol, un granjero quema hojas secas.

No es nada, este fuego.

Es cosa pequeña, controlada, como una familia gobernada por un dictador.

Aun así, cuando arde, el granjero desaparece; es invisible desde el camino.

Comparados con el sol, aquí todos los fuegos son breves, cosa de aficionados; se acaban cuando se consumen las hojas.

Entonces reaparece el granjero, rastrillando cenizas.

Pero la muerte es real.

Como si el sol hubiera terminado lo que vino a hacer, hubiera hecho crecer el campo y entonces hubiera inspirado la quema de la tierra.

Así que ahora puede ponerse.

Del poemario Una vida de pueblo (2020, traducido por Adelber Salas)

La canción de Penélope

Pequeña alma, siempre desvestida, haz esto que te ordeno, trepa por los estantes de las ramas del abeto; aguarda en la copa, atenta, como un centinela o un vigía. Pronto llegará a casa; te corresponde a ti ser

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generosa. Tampoco tú has sido del todo perfecta; con tu problemático cuerpo has hecho cosas de las que no deberías hablar en los poemas. Así que llámalo a través del mar abierto, del mar resplandeciente con tu canción oscura, con tu avariciosa, forzada canción: apasionada, como María Callas. ¿Quién no te desearía? ¿A qué apetito demoniaco no corresponderías? Pronto regresará de allí por donde transcurra su viaje, bronceado por el tiempo fuera de casa, reclamando su pollo asado. Ah, tendrás que darle la bienvenida, tendrás que sacudir las ramas del árbol para captar su atención, pero con cuidado, con cuidado, no sea que desfiguren su hermoso rostro demasiadas agujas al caer.

Si lo vemos de nuevo, veremos sus huesos.

La hierba se estremece un poco; tal vez el viento pasa a través de ella.

Y las nuevas hojas de los olivos tiemblan del mismo [ modo.

Ratones en los campos. Donde cace el zorro, habrá sangre mañana en la hierba.

Pero la tormenta, la tormenta la lavará.

En una ventana, hay un chico sentado.

Lo mandaron a dormir, en su opinión, demasiado temprano. Así que se sienta junto a la ventana; ahora todo está resuelto.

Donde estés es donde dormirás, donde despertarás la mañana siguiente.

Del poemario Una vida de pueblo

Del poemario Praderas (2017, traducido por Andrés Catalán) Un mito sobre la inocencia

Un verano sale al campo, como de costumbre, se para un momento en el estanque donde suele mirarse para ver si detecta algún cambio.

Ve a la misma persona, la túnica horrible de su condición de hija aún sobre sus hombros.

En el agua el sol parece estar al lado.

Ella piensa: Otra vez mi tío que me espía.

Todo en la naturaleza es, de algún modo, su pariente.

Piensa: Nunca estoy sola y hace del pensamiento una plegaria.

La muerte viene así, como respuesta a una plegaria.

Antes de la tormenta Habrá lluvia mañana, pero esta noche el cielo está despejado, brillan las estrellas.

Aun así, se acerca la lluvia, quizás suficiente para ahogar las semillas.

Hay un viento que empuja a las nubes desde el mar; antes de verlas, sientes el viento.

Mejor miras los campos ahora, observa cómo se ven antes de que se inunden.

Nadie puede ya entender lo hermoso que él era.

Perséfone sí lo recuerda, y que él la abrazaba allí, delante de su tío.

Recuerda el reflejo del sol en sus brazos desnudos.

Eso es lo último que recuerda claramente.

Después el dios oscuro se la llevó.

Recuerda también, de un modo menos claro, la terrible intuición de que ya jamás podría vivir sin él.

Fragmento del poemario Averno (2011, traducción; Ruth Franco y Abraham Gragera)

Luna llena. Ayer, una oveja escapó al bosque y no cualquier oveja: el carnero, el futuro entero. y no cualquier oveja el carnero, el futuro entero.

Si lo vemos de nuevo, veremos sus huesos.

La hierba se estremece un poco; tal vez el viento pasa a través de ella.

Y las nuevas hojas de los olivos tiemblan del mismo [ modo.

Ratones en los campos. Donde cace el zorro, habrá sangre mañana en la hierba.

Pero la tormenta, la tormenta la lavará.

En una ventana, hay un chico sentado.

Louise Glück

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Premio Cervantes 2020 para el poeta español LUIS BRINES

Por José Soriano Simón (España)

C

“ on la poesía he tratado de tantear respuestas, clarificar oscuras emociones y, así, ir tratando de ver con mayor nitidez, con mayor claridad, las oscuridades que nos acompañan en la vida. La poesía tantea las sombras para encontrar un poco de luz”.

Sirva la sencilla y profunda definición de Francisco Brines como explicación del ganador del Premio Cervantes 2020. Autor de obra breve, cincelada, nada profusa, Brines se define como un eslabón de la tradición, marcado por sus lecturas de Juan Ramón Jiménez y Luis Cernuda. “Somos poetas porque una vez fuimos lectores”.

El premio a Brines se circunscribe en una tendencia global de reconocimientos a la poesía: tres consecutivos lleva el Cervantes (Joan Margarit e Ida Vitale); dos en cinco años el Nobel de Literatura (Bob Dylan, Louise Glück), dos en cuatro años el Princesa de Asturias de la Letras (Adam Zagajewski, Anne Carson). Tendencia paradójica en un panorama general en el que la poesía esta orillada dentro de la literatura. Lo sabe bien el propio Brines: cuando con 27 años obtuvo el Premio Adonais por su primer poemario, el galardón era un empujón de prestigio suficiente para justificar una carrera.

“Los poemas salen de lo que a mí me importa, que sobre todo es el hombre, que

es tiempo. Y en la vida eso es todo: es el amor, que es la intensidad mayor del tiempo; el goce, que es el tiempo bueno”, explica sobre los temas de su obra. “También lo contrario del goce, que se baraja con lo positivo. Así es la vida: barajar cosas maravillosas con las que estamos agradecidos con otras que soportamos y aceptamos”.

Las edades de Brines El tiempo define su obra y Brines separa su yo joven de su yo maduro. “Hay diferencia entre la visión de un adolescente con la de un viejo, que es lo que deseamos ser: haber vivido el pequeño tránsito de la vida en todas sus edades, que son distintas, pero maravillosas. Esa es la gran sorpresa que hay en la vividura de la existencia.

Crean que en la vejez hay cosas buenas, como dejar de preocuparte por las cosas: eso es muchísimo”.

Con despreocupación, sostiene que no le mueve un plan para sus poemarios. “Cuando escribo los libros no tengo ninguna línea, escribo un poema, que es lo que me importa. Y luego al reunirlos veo cómo componer el libro”.

Sin vocación de trascendencia, otorga a la poesía, si no la eternidad, al menos su caricia. “Cuando escribimos un poema, lo que hacemos es recuperar el tiempo y darle una perennidad, quizá

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121 falsa, pero la única que podemos realizar los hombres. No solamente nos reflejan, sino que nos testimonian. Si algo sabemos de un hombre que vivió en el siglo XVII y se llama Quevedo, son sus poemas. Todo lo demás tiene el mismo anonimato que el de cualquier personaje descocido para nosotros”.

Dice que cada vez que le piden firmar un libro suyo, lo hace sin más. Pero cuando le piden firmar un poema concreto, se activa su curiosidad y tira del hilo del lector. “A veces en la respuesta, veo que el poema ha cumplido la razón de su existencia”.

El poeta Francisco Brines gana el Premio Cervantes 2020

A los 88 años, y justo al cumplirse seis décadas de la publicación de su primer libro, el poeta Francisco Brines (Oliva, Valencia, 1932) recibió el Premio Cervantes. Un reconocimiento que, en palabras del jurado, alababa su poesía "intimista", especialmente interesada en "la memoria, el paso del tiempo y la exaltación vital", y su condición de "maestro" de la generación del 50.

Estos son algunos poemas que pueden servir de puerta a su larga carrera:

y así saberme digno del sueño de la vida.

De cuanto fue ventura, de aquel sitio de dicha, saqueo avaramente siempre una misma imagen: sus cabellos movidos por el aire, y la mirada fija dentro del mar.

Tan sólo ese momento indiferente.

Sellada en él, la vida.

En Ensayo de una despedida (antología, 1997).

El vaso quebrado

Hay veces en que el alma se quiebra como un vaso, y antes de que se rompa y muera (porque las cosas se mueren también), llénalo de agua y bebe, quiero decir que dejes las palabras gastadas, bien lavadas, en el fondo quebrado de tu alma y, que si pueden, canten.

En Para quemar la noche (antología, 2010).

Los sinónimos

Reencuentro

Más allá de la luz está la sombra y detrás de la sombra no habrá luz ni sombra. Ni sonidos, ni silencio.

Llámale eternidad, o Dios, o infierno.

O no le llames nada.

Como si nada hubiera sucedido.

He bajado del coche y el olor de azahar, que tenía olvidado, me invade suave, denso.

He regresado a Elca y corro, no sé en qué año estoy y han salido mis padres de la casa con los brazos abiertos, me besan, les sonrío, me miran —y están muertos—, y de nuevo les beso.

De Insistencias en Luzbel (1977).

Aquel verano de mi juventud

Y qué es lo que quedó de aquel viejo verano en las costas de Grecia? ¿Qué resta en mí del único verano de mi vida?

Si pudiera elegir de todo lo vivido algún lugar, y el tiempo que lo ata, su milagrosa compañía me arrastra allí, en donde ser feliz era la natural razón de estar [ con vida.

Perdura la experiencia, como un cuarto cerrado [ de la infancia; No queda ya el recuerdo de días sucesivos en esta sucesión mediocre de los años.

Hoy vivo esta carencia, y apuro del engaño algún rescate que me permita aún mirar el mundo con amor necesario;

De Elegías a M. B. (2010).

Mi resumen “Como si nada hubiera sucedido.”

Es ese mi resumen y está en él mi epitafio.

Habla mi nada al vivo y él se asoma a un espejo que no refleja a nadie.

En Jardín nublado (antología, 2016).

Luis Brines

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Mario Benedetti (por P. Bielli /AFP/Getty Images – CNN en Español, 2007)

A 100 años del nacimiento de MARIO BENEDETTI Por: Ana Mercedes Villalobos Pérez, “Anamer” (Venezuela)

Ya

hacen cien años, el 14 de Septiembre de 1.920, que nace Mario Benedetti en la ciudad de Pasos de los Toros en Uruguay, un poeta de larga y fructífera trayectoria en el mundo de la literatura universal. Algunas de sus obras La tregua, Poemas de la oficina, Montevideanos y Primavera con una esquina rota, traspasaron las fronteras uruguayas y le dieron presencia, convirtiéndolo en un referente muy conocido por sus poemas, novelas, ensayos, críticas literario y artículos periodísticos.

Comenzó a trabajar desde muy joven, desempeñándose en muy variadas labores, que lo llevaron a conocer la realidad que luego fue tan característica de sus obras, sin embargo nunca terminó sus estudios secundarios.

En el año 1945 publicó su primer libro de poemas titulado La víspera indeleble, ese mismo año se integró al equipo del semanario Marcha.

Luego se sucedió el golpe de estado de su país (1973), y decidió exilarse para continuar con su trabajo literario y periodístico desde varios países de Latinoamérica y Europa: Argentina, Perú, Cuba y España. En el año 1.985, con el retorno de la democracia a Uruguay, regresó a su país y desde entonces alternó su vida entre Uruguay y España.

Benedetti publicó más de 80 libros, que fueron traducidos a más de 25 idiomas, según el Instituto Cervantes. Recibió múltiples galardones, entre ellos el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1999 y el Premio Iberoamericano José Martí en 2001. Obras suyas como La tregua incluso llegaron al cine.

Integrante de la Generación del 45, un grupo de intelectuales que se conocen por sus análisis críticos de la realidad, y que marcó a generaciones posteriores, donde compartió con exponentes como Idea Vilariño, Ida Vitale, Carlos Real de Azúa y Carlos Maggi, entre otros.

Muchas de sus obras han sido musicalizadas por artistas como Nacha Guevara, Daniel Viglietti y Joan Manuel Serrat, este último en su famoso álbum del año 1984, de nombre “El sur también existe”. De hecho, en ocasión de los 100 años del nacimiento de Benedetti, Serrat lanzó una antología de poemas del uruguayo seleccionados por él.

A cien años de su desaparición física, se planearon una serie de homenajes a su persona en su país de origen Uruguay, pero también países como España se han sumado a esta iniciativa. El Instituto Cervantes cuenta con una fonoteca en la que están varias piezas del escritor recitadas por él mismo, muy propicias para esta celebración de su centenario.

Murió el 17 de mayo de 2009 en Montevideo, donde miles de personas lo homenajearon en las calles de la capital uruguaya tras su fallecimiento, dejando flores y bolígrafos al pie de su ataúd. Fue sepultado junto a su esposa, con quien estuvo casado 60 años.

Bibliografía: CNN Español.

Instituto Cervantes.

Fundación Mario Benedetti.

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CORREO DE LECTORES Foro Eco y Latido, Mundopoesía

Me gusta mucho esta revista y felicito vuestra iniciativa. Me faltan algunos números que no logré bajar. Mil gracias y te envío un abrazo de año nuevo, para ti y todo el equipo.

Princesmain, Venezuela, 08/01/20

Muchas gracias, me encantó el diseño y la diagramación de este número, disfrutaré la lectura. Es un gran trabajo y expresa el esfuerzo y el compromiso. Mis felicitaciones. Un abrazo.

Ludmila, Argentina, 09/01/20

Una rápida ojeada ya me ha dado los elementos suficientes para confirmar que este 5º número de "Eco y Latido" es excelente. Muchas gracias por vuestra generosidad, esfuerzo y buen hacer a todas las personas que hacéis posible esta revista de poesía.

Saludos cordiales Ana Politkóvskaya, España, 09/01/20

Acabo de recibir la revista y he conseguido bajarla y empezar a leerla, mis felicitaciones a todo el equipo y colaboradores, resulta muy interesante, completa y bien presentada.

Maramín, España, 11/01/20

He vuelto a releer la revista, y nuevamente me quedo admirada y gratamente sorprendida de lo informativa que es. Realmente es un trabajo increíble el que realizan ustedes. No es cualquier revista, es casi una enciclopedia poética. Abarca extensamente cada tema y profundiza en él.

Además de eso, nos presenta poemas de poetas consagrados, los cuales conocemos de siempre, pero algo muy relevante, es el espacio que se le concede a los poetas "no consagrados", aunque no menos importantes, pues son las semillas que van a crecer para dar frutos en un futuro, quizás lejano, o quizás próximo, pero semillas que llevan buen camino. Me siento totalmente complacida de que uno de mis poemas de poesía clásica haya tenido el honor de figurar en las páginas de este número de Eco y latido, y vaya para ustedes mi agradecimiento. En estos momentos, estamos fundando aquí en mi ciudad, la Asociación de Escritores, y como miembro fundador, les doy mis felicitaciones y mi deseo de que sigan creciendo con el mismo empuje como el que llevan hasta ahora. Me agradaría saber como se puede compartir esta revista, por ejemplo en mi perfil de facebook, o instagram. Agradecida por vuestra atención. Abrazos.

Princesmain, Venezuela, 11/01/20

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Hace años andaba yo perdido, no sabía el qué de esta vida, mas encontré un refugio aquí, en Mundopoesía. Hace años que no escribo y continúo sin saber el qué, el dónde, el cómo de esta vida, mas sigue aquí este refugio, donde entro cuando puedo a leer a compañeros, y es gracias a personas como vosotros. Sois una pequeñez importantísima para muchísimos. Sois ese refugio cálido, ese oasis en esta vida, para algunos, desierta. Y algunos, quizás, digan que hago la pelota porque habéis incluido temas míos, y lo podéis hacer cuando queráis. Basta ser observador para ver que no figura mi nombre, sino mi avatar. Quiero decir que lo importante es ese refugio para las almas, no para los nombres.

Muchas gracias por vuestra labor altruista, pues es mucho más importante de lo que creéis. Évano, España, 11/01/20

Un excelente número, felicitaciones a todo el equipo que trabaja ardua y des.interesadamente. La comparto en las redes con mucho gusto para darla a conocer a muchas personas más, se lo merecen. Abrabesos en sus corazones, sus ecos y latidos.

Ropitttella, Argentina, 11/01/20

Me permito trasladar aquí, al foro que reúne todas las respuestas y comentarios sobre el nº 5 de la Revista Eco y Latido que inicialmente, recién descargado, envié al compañero Ariel Carrizo Pacheco quien tuvo la deferencia de invitarme a participar en ella. Mi respuesta, a título particular, se envió antes de que empezasen a publicarse las de este foro. Naturalmente coincidió con el tono elogiosos, admirativo y de agradecimiento a quienes impulsan la Revista y por eso creo oportuno que dicha respuesta, inicialmente privada, se haga pública como una muestra más de admiración, elogio y aplauso por esta espléndida iniciativa.

"Mi estimado compañero Ariel: He leído con gran sorpresa y una sincera emoción tu carta solicitando mi autorización para publicar mi relato "La casa" en el próximo número de Eco y Latido. Por supuesto que lo tienes; todo lo publicado por mí en MP está a libre disposición del foro sin cortapisa alguna. Soy de la opinión que toda obra de creación que salga de la mente del artista debiera estar a la disposición de todos. Los derechos de autor y todo lo que suponga una mercantilización del Arte es algo que no comparto. Pero yo un tipo raro.

Será un orgullo y un blasón para mi avatar, que disfrutaré yo, ver publicado en esa revista que tantas ilusiones ha concitado uno de mis relatos.

Recibe todo mi agradecimiento por esa distinción que me concedes y quedo a tu disposición para cuanto quieras y yo pueda corresponder.

Un abrazo.

Miguel (Fernando Pessoa), España, enero 2020”

Las felicitaciones maximas para esa continuada publicacion de una revista que es esencia y pilar principal del portal. la idea en su inicio fue buena, el resultado predica excelencia para difundir la literatura desde tan apreciados ángulos. ¡Ánimos para continuar!

Saludos de Luzyabsenta, España, 11/01/20

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Gracias por la inclusión. Dan ganas de volver jejeje. MP siempre será mi Alma Mater.

Arkhazul, México, 15/01/20

Por estas iniciativas es que sigo admirando a este portal. Aquí la poesía late, sigue viva y provoca hambre de aprender y crear.

Excelente la revista, mis felicitaciones a todo el equipo encargado de la misma.

Gracias por la reseña de mi libro, mi pequeño hijito de letras sigue dándome satisfacciones.

Los abrazo siempre: Brisi, Uruguay, 15/01/20

Ayyyyyyyyyyyyy ya me la he bajado la revista y la estoy leyendo y releyendo, saboreando todos y cada una de sus letras y me va dejando en el alma un regusto a labor bien hecha, a colaboración, a equipo sólido, a buena coordinación... y así ha quedado, una auténtica maravilla, ayyy, y además se ha incluído en ella uno de mis poemas, me siento rebosante de gratitud y os doy mil besazos a todo el Equipo humano de esta revista, y a tod@s l@s que vivimos en esta gran casa que es Mundopoesía.....muáááááááááááckssssssssss Lomafresquita, España, 15/01/20

Querido Ariel acabo de descargar el nº 5 de ECO Y LATIDO. He comenzado a leerla, pero su larga extensión requiere tiempo de lectura. La pinta desde luego es muy buena. Me alegra muchísimo que hayas aceptado el reto de continuar con este bonito proyecto literario, quién mejor que tú para tomar las riendas de la revista. Quiero dejar en estas pocas letras mi más sincera felicitación para Manuel (Malco) y para ti por vuestro excepcional trabajo, además de agradeceros en el alma las referencias que habéis hecho hacia mi persona como fundador de la revista junto a mi amigo, el poeta Salvador González Moles (Lesmo). De la misma manera te agradezco las referencias editoriales a la revista de poesía contemporánea que actualmente edito y dirijo, ESTIGIA, y a mi primer libro EN EL NOMBRE DEL TIEMPO. Es un honor para mí aparecer en las páginas de ECO Y LATIDO, publicación que siempre irá ligada a mí o mejor dicho yo a ella, y a la que deseo larga y exitosa vida. Desde su fundación mi idea para el proyecto de ECO Y LATIDO fue su vocación de permanencia, pues las personas solo estamos de paso y ha de ser la publicación la que tenga el protagonismo pues es la que podrá permanecer en el tiempo por muchísimos años, más en esta época tecnológica en la que vivimos. La función debe de continuar, aquí hay muchos aficionados a la poesía que pueden contribuir a ello. Recibe mi cordial abrazo junto a mi admiración y mi gratitud.

Luis Adolfo Izquierdo del Águila, España, 17/01/2020

Excelente edición, muy completa, divinamente presentada, sus contenidos e ilustraciones propios de un magnifico trabajo.

Felicitaciones a todo el equipo y colaboradores.

Spring, Venezuela, 18/01/20

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Saludos cordiales!

Mis felicitaciones a todos, equipo de producción y participantes, es una excelente revista en todos sus aspectos. Me ha dado mucho gusto tenerla a mano, le he dado un vistazo general y ahora me dispongo a leer cada apartado con más detenimiento para saborear su exquisito contenido.

Una excelente presentación y contenido, mis felicitaciones reiteradas a Ariel y a todo el equipo, muchas gracias, un millónnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn...

Ligia Calderón Romero, 18/01/20

Primera revista que leo en MP. Es decir, tantos años sin estar aquí y veo que todo ha mejorado y hay nuevas brechas por descubrir. ¡Felicidades a todos!

Zahir, México, 28/01/20

Gracias amigos queridos y esta revista me encanta por ser muy ilustrativa y su calidad literaria.

Felicito a los administradores, correctores y todos los que hacen posible cada número y sobre todo que nos la den gratuitamente.

Edith Elvira Colqui Rojas, Perú, 04/03/20

Excelente producción… Saludos cordiales, Desiré Sole, Argentina, 01/09/20

Felicidades a todos los colaboradores de la Revista por la excelente edición de éste número 5, un gran trabajo. Con mi saludo cordial: Pepe Soriano, España, 08/09/20

Maravilloso número ¡¡Me encantó!! Felicitaciones a todos esos magos poetas que la hacen posible.

Selenschek Manfred, Venezuela, 08/09/20

Rubén Darío Retrato de un poeta

Nº V

R. Darío: Vida y Obra – Modernismo – L. Lugones Poesía Clásica y de Verso Libre: Autores varios Ensayo: Alfonso Reyes – José Ingenieros…

Prosa: Darío – Swedenberg – Don Juan Manuel…

Nobel de Literatura:Tokarczuk (2018) y Handke (2019) MMXIX