La hora de las tinienblas homenaje del natalicio del pbro. Simón Salvatierra

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LA HORA DE LAS TINIEBLAS O DEMOCRACIA NUESTRA, GRITO FEMENTIDO Pbro. Dr. Sim贸n Salvatierra (Con presentaci贸n por el Pbro. Luis Manuel D铆az)

Homenaje a su Natalicio 1910-2010


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Al clero valenciano y carabobeño que han hecho posible que esta Iglesia Particular tenga un rostro más humano y fraterno. Al los sacerdotes que laboran en el Seminario Arquidiocesano “Nuestra Señora del Socorro” de Valencia ayer, hoy y siempre. A los seminaristas que se preparan en nuestro Seminario para recibir el Ministerio Sacerdotal al servicio de la patria.

AGRADECIMIENTO: A la Oficina del Cronista de San Joaquín, en la persona del Ing. Evencio José Díaz, por la transcripción y digitalización del libro del Pbro. Dr. Simón Salvatierra, y al Diácono Israel G. Portilla A. por la corrección hecha de la misma.


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INDICE Presentación por el Pbro. Luis Manuel Díaz I- ¿Quién era Simón Salvatierra? 1.1. Ilmo. Mons. Medardo Bacalao 1.2. Señorita María Salvatierra. II-¿Por qué su participación en la vida política? 2. 1. Salvatierra: ¿Un conspirador? 2. 2. ¿Un Cura Golpista? 2. 3. Una versión sobre los sucesos del 20 de febrero de 1964. 2. 4. La vida de Salvatierra en “opinión de un periodista” 2. 5. Algunas opiniones sobre el caso Salvatierra. III- ¿Por qué causó tanta conmoción su actividad social? 3. 1. El Cura Militar y Deportista 3. 2. Senador de la República 3. 3. La Caridad Sacerdotal. 3. 4. Sacerdote, Político y Militar 3. 5.- Carta del Padre Salvatierra

Libro del Pbro. Dr. Simón Salvatierra La Hora de las Tinieblas o Democracia Nuestra, Grito Fementido 1.- Se me Antoja un Liminar de Mal Gusto 2.- En Alas del Vértigo 3.- La Esquina de Doña Romualda 4.- La Hora de las Tinieblas 5.- Quinto Piso 6.- Al Preso lo Miran Feo 7.- El Inefable S. I. F. A. 8.- “Casos y Cosas de la DIGEPOL” 9.- Y el Tiempo Sigue su Marcha 10.- Este es Marzo 11.- Las Horas Muertas


4 12.- una carta 13.- El Caballo de Troya 14.- Tríptico Explosivo 15.- Sobre el Lomo Giboso del Tiempo 16.- Cuarto Poder 17.- Hotel de Invierno 18.- Mi amigo el Ateo 19.- Grato e Inesperado Encuentro 20.- Estatua Para un Salón Oscuro 22.- Cosas de Ancestro 23.- “Semana Santa” Democrática” 24.- DI - GE – POL 25.- Despedida o Hasta Luego? 26.- Epílogo, que a su vez podría ser Prólogo 27.- Memorandum 28.- Nota final del Padre Salvatierra de su puño y letra a su hermana, con fecha 11 de febrero de 1968.


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Presentación por el Pbro. Luis Manuel Díaz

SIMÓN SALVATIERRA SACERDOTE, POLÍTICO Y MILITAR “La historia aparece porque es la vida de un hombre que pasa por ella” Miguel Barnet “Simón Salvatierra, alegre, deportista, quizás demasiado amante de la política; pero sobre todo sacerdote caritativo, de los que cumplen el consejo del Evangelio que la mano izquierda no sepa lo que hace la derecha” (Homilía de Mons. Luis Eduardo Henríquez, 9 de septiembre de 1986).

La historia es una realidad viva y dinámica en la cual el hombre es su hacedor. Pero no es sólo su autor, sino que también es el protagonista principal de los hechos o acontecimientos suscitados en el tiempo y en el espacio. Por consiguiente, no hay historia sin la presencia viva del hombre. El hombre sigue siendo un misterio, y más aún, si éste está revestido del Ministerio Sacerdotal. Este misterio se irá develando en la medida que exista en el mismo hombre la memoria histórica. Hoy por hoy los hombres atraviesan la mayor crisis de la humanidad: vivimos en un mundo desmemoriado. Más aún, cuando se pretende conocer la historia de una persona por su actividad social o por el oficio que realiza. Todos sabemos que cada persona es diferente en su personalidad, en su forma de ser y obrar, aunque realicen un mismo oficio. De ahí la necesidad de conocer la figura y el talante de una persona que hace “la historia”. Esto también ocurre en el presbiterio de nuestra Arquidiócesis de Valencia, Venezuela. Aunque todos los presbíteros tienen una misma función o un mismo oficio, cada uno la realiza según su propio talante. No podemos hacer memoria del presbiterio sin conocer la historia de cada presbítero. Esta introducción histórica trataremos de indagar la vida de un hombre que hizo historia en nuestra Iglesia particular. No es una biografía sino una presentación de una breve trayectoria de un sacerdote que hizo posible hacer realidad a Jesucristo, el Buen Pastor, y vivir su estilo sacerdotal en medio de un mundo injusto. Ese hombre fue Simón Salvatierra. Un hombre de su tiempo. Queremos resaltar su figura Sacerdotal y su participación en la vida política. Y como decía un conocido del Padre Salvatierra, el Tte. Crnel (r) J. Elí Mendoza Méndez, “creo firmemente que la historia al recoger sus


6 actos en sus anales, sabrá juzgarlos como quiere Dios y esta Venezuela que siempre lo recordará como uno de sus mejores hijos”1. Esta introducción es sólo un intento de conocer a un hombre. Ojalá sea el inicio de un trabajo más serio para llegar a afirmar como dijo el recordado poeta e historiador Luis Augusto Núñez: Figuras como la de este sacerdote arrebatado por la vorágine de su tiempo histórico necesitan de la hondura del biógrafo, que hunde el bisturí en la carne de la época y desgarra las torturadas mutilaciones anímicas, analiza los traumas y vuelve a la superficie de la imagen con la claridad de los perfiles que han de quedar para la historia2. El presbítero Salvatierra nació en el hermoso pueblo de Bejuma, el 28 de octubre de 1910 3. Sus padres fueron: don Witremundo Salvatierra y doña Carmela Piñero e Irigoyen de Salvatierra. El Primer Obispo de Valencia, Mons. Francisco Antonio Granadillo (1923-1927), lo recibió en el Seminario Diocesano donde cursó sus primeros Estudios de Latinidad y Humanidad. Hizo la Filosofía y las Ciencias Auxiliares en el Seminario Interdiocesano de Caracas, Santa Rosa de Lima. Luego, el Segundo Obispo de Valencia, Mons. Salvador Montes de Oca (1927-1934), lo envió a Roma al Pontificio Colegio Pío Latino Americano. Obtuvo la Licencia en Teología y Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Al culminar su proceso de formación, recibió la Ordenación Sacerdotal el 25 de octubre de 1936, en la Basílica de Santa María La Mayor en Roma. Al regresar a la Diócesis de Valencia, por Decreto Episcopal con fecha 13 de noviembre de 1937, formó parte de los Jueces Prosinodales. El 20 de enero de 1940, recibió el Título de Cura y Vicario de la Parroquia Nuestra Señora de la Victoria de Nirgua. También atendió a las Parroquias: Nuestra Señora del Carmen de Miranda y San Agustín de Guacara. En 1942, después de haber ejercido por varios años el ministerio parroquial, con la aprobación del Tercer Obispo de Valencia, Mons. Gregorio Adam (1937-1961), se trasladó a Bogotá para realizar estudios de postgrado en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, donde defendió la tesis doctoral en Derecho Canónico: “Ad Nutum Ordinarii…”4. De vuelta a su Diócesis en 1946, Mons. Adam escribía en el mes de diciembre en su libro personal, lo siguiente: “Regreso del Pbro. Dr. Simón Salvatierra, sacerdote a quien por la lealtad es menester 1

Un Recuerdo al Presbítero Simón Salvatierra. Caracas, jueves 12 de junio de 1969. Recorte de prensa sin identificar. NÚÑEZ, Luis Augusto. De Norte a Sur. Simón Salvatierra, SACERDOTE Y CAPITÁN. Recorte de prensa sin identificar y sin fecha. 3 En la Parroquia San Rafael de Bejuma, en el Libro de Bautismos N° 20, al folio 369, está inserta el Acta de Bautismo de Simón Ramón Salvatierra Piñero, bautizado el día siete de enero del año 1911. Fueron sus padrinos el Dr. Luis P. Ecarri y Melanie de Ecarri. 2

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SALVATIERRA, Dr. Simón. AD NUTUM ORDINARII… (ESTUDIO JURÍDICO PASTORAL SOBRE AMOVILIDAD DE PÁRROCOS). OFI. TEC. M. D. Año 1955. Pp. 237.


7 querer mucho” (Libro de correspondencias 1941-1947, folio 67). Se desempeñó como capellán del Colegio La Salle de Valencia, del Cuartel del Batallón Carabobo e interinamente prestó su servicio en la Dirección de Servicio en la Capellanía Militar en la ciudad de Caracas. El 12 de febrero de 1947 es nombrado como Primer vicepresidente de la Junta de inhumación del cadáver de Mons. Montes de Oca (Cf. Libro de correspondencias, folio 143). El año 1958, atiende la capilla del Cuartel de Policía de Guaparo. También, en 1959, atendía la Capilla del Cuartel Anzoátegui. Fue Vicario Cooperador de las Parroquias San Rafael de Bejuma y de la Divina Pastora de Valencia. Hacia el final de su vida, ejerció el cargo de Capellán de los colegios San Antonio de las Hermanas Franciscanas de Valencia, y Betania de las Hermanas Siervas de Jesús. El año 1966 también fue Capellán de los colegios Fe y Alegría, Leopoldo Yánez y San Francisco de Sales. En 1968, en el mes de diciembre, con la autorización de su Obispo Mons. José Alí Lebrum (1962-1972), fue designado por el Estado Carabobo Senador de la República. El día domingo 25 de mayo de 1969, a las siete de la noche, falleció en la ciudad de Valencia. En su sepelio recibió Honores Militares correspondiente al rango de General de Brigada por su condición de Senador de la República5. Ante esta pequeña reseña de la vida del Padre Salvatierra, nos preguntamos: ¿Quién era Simón Salvatierra? ¿Por qué su participación en la vida política? ¿Por qué causó tanta conmoción su actividad social? Al responder brevemente a estas preguntas hacemos una introducción a su libro personal “La hora de las tinieblas o Democracia nuestra, grito fementido ”. El Padre Salvatierra es un hombre que obró la caridad más allá del ámbito eclesial.

I- ¿QUIÉN ERA SIMÓN SALVATIERRA? En esta primera parte, queremos presentar brevemente la persona del Padre Salvatierra. A través de dos intentos de entrevista realizada en el 2004, como requisito académico para el recordado y muy querido profesor Luigi Frassato, nos acercamos a la historia de un hombre admirable y discutible. 5

“En veintisiete de mayo de mil novecientos sesenta y nueve, el Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. José Alí Lebrún, Obispo de Valencia, hizo los oficios de sepultura eclesiástica al cadáver del Pbro. Dr. Simón Salvatierra Piñero, natural de Bejuma, hijo de Witremundo Salvatierra y Carmela Piñero de Salvatierra. El cadáver se veló en esta santa Basílica de Catedral, se oficiaron varias misas, se tuvo Misa Concelebrada por ocho sacerdotes presidida por el Prelado Diocesano, quien igualmente dijo la Oración Fúnebre. Asistieron en representación del Ejecutivo Federal el Ministro del Interior Dr. Lorenzo Fernández, por el Congreso Nacional el Presidente Dr. Pérez Díaz y por el Ejecutivo Estadal el Dr. Fernando Guerra Méndez, una Comisión de la Cámara del Senado, la Asamblea Legislativa del Estado Carabobo, el Concejo Municipal, representantes del Ejército; un pelotón de la Guarnición de Valencia presentó armas al paso del féretro por su condición de Senador de la República. El Pbro. Lic. Alfredo Rodríguez le impuso el Óleo de los Enfermos, la Absolución e Indulgencia Apostólica. El cadáver se enterró en su pueblo natal Bejuma. Lo que certifico. Monseñor Armando Falcón. Prot. Apost”. Libro de Entierros de la Parroquia Catedral. N° XXXIII, folios 33-34. Acta 106.


8 Superando el miedo, en cuanto a las entrevistas, nos dirigimos a Mons. Medardo Bacalao 6, quien conoció de cerca al Padre Salvatierra; y a la Señorita María Salvatierra 7, hermana menor de dicho Padre.

1. 1. Ilmo. Mons. Medardo Bacalao Hace 100 años que nació el Padre Salvatierra. Ante la pregunta ¿quién fue el Padre Salvatierra?, la mayoría del clero valenciano desconocía su existencia. El 90 % de nuestro clero esta formado por jóvenes que no llegan aún a los 40 años, o son sacerdotes venidos de otras partes del país o del extranjero. Por falta de publicación que haga memoria de los venerables sacerdotes que han trabajado en esta Arquidiócesis, también los futuros sacerdotes –nuestros seminaristas- van creciendo sin memoria de sus antecesores. Después de preguntar a varios sacerdotes sin obtener respuesta, me acerqué, en los primeros días de enero de 2004, al Presbítero de mayor edad en el Ministerio Sacerdotal: Mons. Medardo Bacalao. Mons. Bacalao fue ordenado Sacerdote el 4 de agosto de 1940, y tenía 88 años de vida. No había otro más indicado que él para hacerle la pregunta. La primera conversación con Mons. Bacalao la realicé el día martes 14 de enero, en la Reunión del Clero. Mons. Bacalao fue muy parco en la conversación. Su tono de voz era muy bajito y a veces difícil de entender. Sólo manifestó que lo conoció, “que fue un gran Sacerdote, que era nativo de Bejuma, que él mismo –recuerda- dijo unas palabras en el funeral de Salvatierra porque era en esa época Párroco de Bejuma”. Cuando le pregunté acerca de su participación en la política, sólo movió la cabeza y se quedó en silencio. Más aún cuando le insistía en qué sabía él sobre la participación del Padre Salvatierra en el gobierno de Pérez Jiménez. La segunda conversación sostenida con Mons. Bacalao, fue el 11 de febrero, y le manifesté que me interesaba hacerle una entrevista acerca de la vida del Padre Salvatierra para un trabajo histórico. Al momento le interesó, pero comenzó diciendo que no tenía tiempo por su labor pastoral. En ese momento, él recordó la pregunta que yo le había hecho la vez pasada sobre la participación del Padre Salvatierra en la política. Comenzó, como sí estaba recordando, que “el Padre Salvatierra era un hombre muy bueno, sí se metió en política… era apasionado. Estuvo preso dos años en Caracas, y yo lo visité varias veces… por meterse en política… esto era muy delicado…”. Ante otra pregunta que le hice, no quiso continuar. Al final le insistí sobre la entrevista y el día que me podía recibir. Y quedamos en una cita para el sábado 13 de marzo. 6 7

Falleció en la parroquia de Bejuma el viernes 2 de septiembre de 2005. Murió en el mismo año 2004.


9 Mons. Bacalao, a pesar de ser una persona de avanzada edad, es un hombre inquieto pastoralmente. Cuando llegó el día de la cita, me dirigí a la Parroquia de San Rafael de Bejuma, y no lo encontré. Como sabía que él atiende el Santuario Divino Redentor, en El Rincón, me dirigí al lugar, y lo encontré en su despacho. Se le había olvidado la entrevista; sin embargo me atendió con mucha amabilidad. Encontre a Mons. Bacalao leyendo la Encíclica Ecclesia de Eucharistia de Juan Pablo II. Antes de entrar en la conversación, mi gran temor era sí esta vez lo iba entender por su tono de voz. Lo primero que Mons. Bacalao me preguntó fue para qué estaba investigando sobre el Padre Salvatierra. Después de mi explicación, comenzó a fluir su intervención. Lo conoció cuando aún era Seminarista en el antiguo Seminario de Valencia, ubicado en la Pastora. Cuando el Padre Salvatierra regresa de Roma, Mons. Bacalao estaba iniciando la Teología en el Seminario Santa Rosa de Lima, en Caracas. Por eso, ante la pregunta si conocía el sitio de la Primera Misa del neo-presbítero Salvatierra, no se acordaba de nada. Es costumbre que el recién ordenado Sacerdote celebrase su Primera Misa en su pueblo natal o en su Parroquia de origen. Mons. Bacalao recuerda que para esa época estaba de Párroco el Padre Ramírez. Luego recordó que el Padre Salvatierra trabajó en la Parroquia de San Agustín de Guacara, porque él estaba encargado de la Parroquia de San Joaquín. Comenta que fue una gran ayuda tener de vecino al Padre Salvatierra, porque cuando él se enfermó de paludismo, que casi lo llevó a la tumba – expresión de Mons. Bacalao-, el Padre Salvatierra fue quien lo llevó al médico y lo auxilió en la Parroquia. El Padre Salvatierra era una persona franca, abierto, sencillo y popular. Así lo define Mons. Bacalao. Al referirse a su persona, lo expresaba con mucha fuerza y agradecimiento. Era campechano y muy jovial con la gente. Fue Capellán Militar casi toda su vida. Le gustaba muchísimo. En este momento aproveché de preguntarle sobre la simpatía del Padre Salvatierra al régimen dictatorial de Pérez Jiménez. En este tema se hacía que no sabía nada, y me decía que le preguntara a la hermana del Padre, María Salvatierra. Yo contesté que lo había hecho. Mons. Bacalao retoma el tema, y explicaba que el Padre Salvatierra era un hombre de temperamento y era muy liberal. Estuvo preso dos años, porque fue acusado de sublevación y fue juzgado en el Tribunal Militar. Mons. Bacalao, reconocía que no sabía los motivos de su participación en aquella sublevación. Debo reconocer que fue difícil comprender a Mons. Bacalao por su tono de voz.


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1. 2. Señorita María Salvatierra La otra entrevista fue hecha a la hermana del Padre Salvatierra, la señorita María Salvatierra. El primer contacto lo realicé en el mes enero, gracias al amigo Freddy Yván Hernández Peralta que la conocía. Fueron dos encuentros muy fructíferos por la disponibilidad de la señorita María. En el primer encuentro nos facilitó varios recortes de artículos de prensa y algunas fotos de un álbum familiar con avanzado deterioro, y una carta del Padre Salvatierra escrita en la cárcel. Ella se mostraba complacida y orgullosa de su hermano Sacerdote. Ella es la menor de siete hermanos. El mayor de los hermanos era el Padre Salvatierra. Los otros hermanos eran Carmen, Josefina, Manuel, Héctor y Juan. En el segundo encuentro, nuevamente acompañado con el amigo Hernández, le devolvimos los recortes de prensas. En la conversación ella manifestó que su hermano era un hombre caritativo. Tenía un temperamento fuerte y quizás por eso tenía simpatía con el Coronel Pérez Jiménez. Pero, no profundizó sobre el tema, pues ella insistía en que era muy pequeña para aquel tiempo. Nos comentó sobre el libro de la tesis doctoral del Padre Salvatierra, y de un libro más personal acerca de la vida del Padre. En el tercer encuentro, una entrevista más formal y sin acompañante, ella, ante las preguntas, emitió respuestas muy escuetas, con la excusa de que era la menor de todos sus hermanos. Cuando el Padre Salvatierra regresó de Roma ella apenas tenía 9 años. Y no se acordaba de nada. En cuanto a la vida apostólica del Padre Salvatierra, sólo recordaba que estuvo en las Parroquias de Nirgua y en San Agustín de Guacara. Volviendo al tema de la participación política del Padre Salvatierra, sólo manifestó que fue sacado de la casa en pijamas injustamente, y lo trasladaron a Caracas. “Era un hombre muy bueno”. La conversación fue muy corta por el estado anímico en que se encontraba, ya que hacía 15 días había fallecido su hermana Carmen. Sin embargo, la conversación seguía y se comprometió a prestarme el libro personal del Padre Salvatierra. En cuanto a la muerte del Padre Salvatierra, ella recordaba que sufrió un paro cardíaco en la fiesta de uno de sus sobrinos. Ya en la cárcel había sufrido de lo mismo. Pero este fue fulminante.

II- ¿POR QUÉ SU PARTICIPACIÓN EN LA VIDA POLÍTICA? En este apartado trataremos de desarrollar dicha pregunta desde algunas lecturas de artículos de prensa que hemos encontrado acerca del Padre Salvatierra. Son recortes de prensa que por el tiempo ya están deteriorados. Muchos de estos artículos no han sido clasificados ni identificados. Vamos a


11 transcribir algunos textos largos para conocer la participación política del Padre Salvatierra. Tenemos que aclarar de antemano, que algunos son relatos periodísticos con intereses particulares y otros son artículos de opinión con acentos personales acerca de la figura de Salvatierra.

Parece ser que la inclinación política del Padre Salvatierra es de vieja data. En carta del Ministro de Relaciones Interiores, Dr. Eligio Anzola Anzola, con fecha 12 de julio de 1948, dirigido al III Obispo de Valencia, Mons. Gregorio Adam, pide que “el gobierno vería con agrado el cambio de residencia del nombrado Sacerdote”. En dicha carta el Ministro transcribe un texto del Sub-Prefecto del Municipio Los Guayos con fecha 3 de junio enviado al Prefecto del Distrito Valencia, la cual fue enviada a su despacho por el ciudadano Gobernador de Carabobo:

El Domingo próximo pasado 30 de mayo del presente año, a eso de la 5 de la tarde, encontrándome yo, en compañía del ciudadano César González Montilla, Juez de este Municipio, en el Caserío Cascabel de este Municipio, motivado a que allí se estaba celebrando las fiestas patronales de Ntra. Sra. de Lourdes, patrona del lugar, con el objeto de hacer acto de presencia a los actos religiosos y demás ceremonias que para tal efecto estaban anunciadas según programa; pero el caso que nos ha extrañado sobre manera, es el siguiente: a la hora antes citada tocábale (sic) al Sacerdote Simón Salvatierra, la prédica de órden programática, y desde que éste le dio principio a sus palabras, hizo alusión de transcendencia política, que por su modo de expresarse formaba confusión y perturbación en el conglomerado que allí se formaba; prédica que hacía del conocimiento de la feligresía, no con estas palabras, sino con palabras de compañeros, palabras que bastante nos extrañaba, cuando se trataba de ser lanzada por un misionero de la Iglesia Católica; más todavía, dijo a la ciudadanía, que la desgracia más grande para los países, eran cuando se efectuaba una Revolución, no menos que la de octubre. Se refirió en partes como insinuaba a los campesinos que presentes estaban, que era el momento propicio para empuñar en sus manos el (Machete Afilado), para ir contra aquellos líderes, que estaban solicitando reivindicaciones, motivo por el cual todos los capitalistas de Venezuela vivían en su completa zozobra: porque él conceptuaba a esos tales líderes como unos fracasados en un futuro no muy lejano; queriendo decir con esto en sus palabras sencillas, que los


12 hombres componentes de la Revolución de Octubre llegarán a su fracaso total; porque el pueblo tenía que formase un concepto decidido y claro, como el concepto que los hombres fieles a la Iglesia Católica, hacían de Francisco Franco, Perón, Rafael Leonidas Trujillo y otros tantos que se abstenía de nombrarlos. Con palabras emocionadas dijo: que él se llevaba la verdadera impresión, de que el conglomerado de habitantes de ese humilde Caserío, de hoy en adelante, cambiarían de ideas a las que él había manifestado; porque el poderío de la Iglesia Católica, era su finalidad errumbar (sic) los hombres humildes por un sendero comprensivo y forjarles ideales, lejos de todo lo que hoy se llamaba unificación interna y externa. Manifestó en parte a las mujeres que hacían presencia que la libertad de la cual hoy gozaban, estaba basada en un fundamento de corrupción; que la mujer concretándose a sus oficios domésticos siempre se sostenía en su completa virginidad y resguardaría así el tesoro Inmaculado de su nacimiento. Por las expresiones del referido Sacerdote Simón Salvatierra, después de su venida hacia Valencia, el ciudadano Juez y yo, hicimos una recorrida por dicho Caserío, observando en la mayor parte de personas que habían asistido al acto, un extremo de agitación superviciosa (sic), que en todo momento y siempre las considero como hecho contra producente a la moral y órden público.

2. 1. Salvatierra: ¿Un conspirador? El Padre Salvatierra por su labor pastoral en la Capellanía Militar mantuvo una estrecha relación con el gobierno dictatorial de Pérez Jiménez. Por esta razón, sostuvo sus propios ideales, quizás por la amistad con dicho gobierno. Al ser derrocado este régimen, seguirá manteniendo sus ideales en oposición públicamente del gobierno entrante. Todo movimiento del Padre Salvatierra será catalogado como conspirador. El 10 de enero de 1959, en el diario capitalino La Razón, aparecía el siguiente titular: “VALENCIA: CAPITÁN Y UN CURA PRESOS”8: En medios católicos y políticos ha despertado inquietud la reciente detención en Valencia del Presbítero Simón Salvatierra y la de un capitán Pernía, de quienes personas que están al tanto de lo que ocurre en el país suponen, -no 8

VALENCIA: CAPITÁN Y UN CURA PRESOS. La Razón. N 3. Caracas, enero 10 de 1959. Año I.


13 sabemos con que base,- complicados en alguna subversiva.

maniobra de índole

La detención del sacerdote y del militar mencionado han causado revuelo, porque coinciden con rumores de complots para impedir la toma de posesión del Presidente señor Betancourt. Ante esta noticia, el día siguiente el Padre Salvatierra declaraba que no estaba preso. En artículo de prensa con fecha 11 de enero de 1959, sin identificación, decía lo siguiente: No ha sido detenido el Pbro. Capitán (A) Simón Salvatierra Sacerdote que desempeña la función de Capellán de las Fuerzas Armadas en la Guarnición de Valencia. La versión sobre la presunta medida en torno a la persona del funcionario eclesiástico-castrense, fue dada en un matutino de Caracas ayer, como ocurrido en esta ciudad. Con el propósito de verificar tal versión acudimos al Agrupamiento Militar N 3 en pos de la fuente autorizada, No nos fue posible ver en ese momento al Comandante del Cuerpo, Coronel José Saúl Rosales. Personeros del Comando, se abstuvieron por razones obvias de informar en torno al caso, pero sí indicaron que el Pbro. Capitán Salvatierra, no estaba sometido a detención alguna y que él estaba en su casa. Allí el sacerdote dijo al reportero León Arocha, que estaba altamente sorprendido con la noticia periodística y no poco desagradado por ella, de lo que presentaba evidente demostración. Explicó el sacerdote que dentro de las funciones castrenses siempre se había limitado al cumplimiento de la misión espiritual que le corresponde; que jamás ha intervenido en cuestiones políticas y mucho meno en conspiraciones. (…) En otro artículo de prensa, se titulaba: “No Está Detenido El P. Salvatierra”: El Pbro. Cap. (A) Simón Salvatierra declaró esta mañana que se hallaba sorprendido por la noticia publicada por un diario de Caracas donde se informaba sobre un supuesto complot en el cual se le sindicaba de agente activo. El Padre Salvatierra fue entrevistado por el periodista a mediodía cuando regresaba a su domicilio. Dijo el sacerdote que la noticia lo había sorprendido sobre todo porque en estos últimos días ha estado dedicado a su trabajo en la Circunscripción o en el Comando del Agrupamiento N 3. Preguntando sobre el motivo que originaría la especie dijo que de momento no se le ocurría ninguna porque tampoco ha salido en los últimos días fuera de Valencia.


14 Antes de hablar con el Padre Salvatierra, Mons. Álvarez, Secretario de la Curia Diocesana, había dicho que no era cierto que estuviera detenido. Otro artículo tenía el siguiente titular: ¿SIGUE CONSPIRANDO EL CURA-CAPITÁN?, con fecha 13 de enero del mismo año; el periodista Reyes Maita escribía: Hoy se aseguró aquí, en fuentes serias y dignas de todo crédito, que en el sitio conocido con el nombre de Barrio “El Carmen” y en la casa marcada con el número 97-47, se han venido reuniendo con regularidad un grupo de personas con ideas conspirativas. La información fue obtenida por este enviado especial de una manera extraoficial; pero al mismo tiempo las personas que la suministraron, están ligadas a organismos oficiales de la localidad, lo que hace que la misma esté revestida de la más absoluta seriedad. Entre las personas que frecuentan las reuniones del Barrio “El Carmen”, se menciona al Presbítero y Capitán Asimilado por su condición de Capellán de la Guarnición Militar de Valencia, Simón Salvatierra, quien como se recordará, ya ha sido apuntado como conspirador en publicaciones aparecidas en diferentes diarios nacionales. Se dijo hoy aquí, que el Capitán asimilado, Simón Salvatierra, ha frecuentado esas reuniones, en las que ha llevado la palabra. También se aseguró, que el Capitán de la Guarnición Militar de Valencia, ha tratado de hacer contactos con un grupo de militares de Maracay, a los que está tratando de interesar en la aventura de un golpe para derrocar al señor Rómulo Betancourt, cuando éste tome posesión de la Presidencia de la República, a la que fue elegido por voluntad popular. La persona que suministró los datos a las autoridades, ha sido identificada como Andrés Aldana Rivero, y según las fuentes que suministraron la información a este periodista, aquél logró asistir como parte “interesada” a varias reuniones en la casa N 97-47, de donde pudo sacar una información detallada con respecto a los planes de conspiración, del grupo del que forma parte el Capellán Simón Salvatierra. La conspiración contra el nuevo orden de cosas que impera en Venezuela, debió estallar el día seis de enero; pero luego fue pospuesta la fecha para el día diez del mismo mes. En vista de que nada dio resultado los conspiradores, según nuestros informantes, decidieron posponer una vez más la acción y se proponen realizarla quince días después de haber tomado posesión del Gobierno el señor Rómulo Betancourt. Muchas de las personas que han asistido a las reuniones del Barrio “El Carmen”, lo han hecho amparándose detrás de nombres supuestos, lo que ha entorpecido las investigaciones de las autoridades de la localidad. En la lista que está en manos de organizaciones políticas de Valencia, figura por ejemplo, un señor de nombre Antonio Bolívar y otro de nombre Julián Bustamante; pero


15 sin duda, como lo apuntamos arriba, nadie cree que éstos sean los verdaderos nombres de los sujetos. Al enviado especial de LA RAZÓN, se le dijo, que ya la denuncia había sido introducida por ante el Ministerio de Relaciones Interiores, e incluso se afirmó, que hasta las Presidencias Nacionales de varios partidos políticos en Caracas, se han enviado informes completos de las actividades ya descritas. Mientras el reportero trataba de encontrar estas informaciones, oyó de boca de gente seria y responsable de esta ciudad, muchas recriminaciones contra el Capellán Simón Salvatierra, a quien no se tiene miedo de señalar como una de las personas que a raíz de los sucesos del 1 de enero, y que culminaron con la caída de M. Pérez Jiménez, trató de quitarle la idea del pueblo valenciano de intervenir en esos acontecimientos, (roto) entregándolo en la Plaza Bolívar con estas palabras: “No hagan caso a los que están contra el Gobierno, ya que son únicamente unos saboteadores. Obedézcanle sólo al Ejército”. Indiscutiblemente, que aunque el Presbítero Simón Salvatierra siga negando toda participación en intentos de conspiración, aquí en Valencia, se tiene la seguridad de que sí lo está haciendo, y la gente, se acoge a un viejo y sabio proverbio: “cuando el río suena, piedra trae…”. A través de estos artículos de prensa, podemos concluir que el Padre Salvatierra aparecía como un hombre emblemático por su condición de Sacerdote y Militar. En un pequeño artículo decía lo siguiente:

El Padre Simón Salvatierra, Capitán (a) en la Guarnición de Valencia, es un cura militante que parece sacado de una novela de Valle Inclán. Quiere una cruzada antiadeca, aunque le cueste la cárcel y el exilio. Parece que ha conseguido lo primero en pequeña dosis. Pero sigue trabajando a la luz pública, en la sombra o en la penumbra, para lograr sus fines. Como un guerrillero carlista de la pandilla del Cura Santa Cruz, (roto) da la batalla en todos los terrenos, con sotana o sin ella.

2. 2. ¿Un Cura Golpista? El día lunes 20 de febrero de 1961, en la madrugada, se produjo en la ciudad de Caracas el frustrado golpe contra el Gobierno Constitucional de Rómulo Betancourt. Entre los implicados se


16 encontraba el Padre Salvatierra como conspirador y golpista, en el llamado “Madrugonazo”. El caso fue llevado por el Ministro de Relaciones Interiores Dr. Luis Augusto Dubuc9. “EL PBRO. SIMÓN SALVATIERRA Y ENRIQUE RINCÓN CALCAÑO IMPLICADOS EN LA CONSPIRACIÓN DE VALENCIA”. Así titulaba Últimas Noticias; el periodista escribía: Pese al hermetismo de las fuentes oficiales en cuanto al número y nombres de militares y civiles implicados en los sucesos de Valencia sobre los cuales informó anteayer por la tarde el Ministerio de la Defensa, trascendieron en círculos enterados los de Enrique Rincón Calcaño, Teniente Coronel (r), Presidente del Círculo Militar de Maracay; el Pbro. Simón Salvatierra, exCapellán del Ejército y un Mayor Ramírez Méndez. Otro reportaje del diario capitalino Últimas Noticias, con fecha jueves 23 de febrero de 1961, explicaba que: El proceso contra el Padre Salvatierra y los demás implicados en la conjura se está adelantando por ante el Juzgado Militar Segundo de Instrucción, el cual está completando de manera urgente la formación del sumario, mediante las respectivas declaraciones de testigos y demás personas que en una ú otra forma puedan tener relación con los hechos. Los periodistas fueron informados, ayer, por otra parte, que el padre Salvatierra, en los primeros interrogatorios a que ha sido sometido ante la DIGEPOL, ha negado rotundamente su participación en los sucesos, indicando que, en realidad, fue a la Policía Militar, pero engañado. En otras palabras, dijo que varios soldados lo llevaron a punta de ametralladora a la Policía Militar, y trataron de hacer que se convirtiera en Jefe del grupo allí congregado. Sobre su presencia en Caracas dijo, que había venido para ver a una hermana suya de nombre Carmen Salvatierra, que se encuentra enferma. La dama en cuestión ha sido citada por las autoridades para que informe sobre el particular.

2. 3. Una versión sobre los sucesos del 20 de febrero de 1961 En un artículo de Últimas Noticias, posiblemente con fecha 6 de marzo de 1965, se narraban los sucesos del 21 de febrero de 1961, con estos términos: (…) A la una justa se toman, en certero golpe de comando, la Escuela Militar, el Palacio Presidencial de Miraflores y “Radio Rumbos”. También, brigadas civiles toman estratégicamente a la ciudad. A la 1 y 10 minutos sale al aire, 9

SE ESPERA APRESAR EN BREVE A TODOS LOS RESPONSABLES DEL MADRUGONAZO. Últimas Noticias… sin fecha.


17 por los canales de la emisora capturada, un boletín dando cuenta de los sucesos y una proclama-arenga-programa dirigida a las FAN y al pueblo… “Nuestra fe en la patria grande, de todos los venezolanos nos obliga a tomar esta solemne determinación contra patria empequeñecida, vilipendiada que quieren darnos sus malos hijos”, así desde la radio tomada en duermevela se enteraba de los sucesos. En la Escuela Militar, son apresados los Oficiales de planta, entre ellos, el hoy Coronel Carnevalli Rangel y en el Palacio de Miraflores son hechos prisioneros todos los oficiales y sub-oficiales. Edito (Coronel Edito Ramírez) y un grupo de civiles (se ha dicho que más de 300 civiles) están en la Escuela Militar: a la 1 y 15 suena la alarma y el Cuerpo de Cadetes se apresta a recibir órdenes. Los efectivos rebeldes se distribuyen, toman posiciones para “entrar en acción”… y comienza una larga espera: “¿Qué se tiren Maracay, valencia u otras unidades de Caracas?. No lo sabemos. El tiempo pasa, quemante e inexorablemente. La Escuela de Formación de Oficiales de la FAC, en el edificio contiguo, no ataca, como tampoco se pliega al movimiento. Todo es incertidumbre, aunque desde la radio la arenga incendiaria no cesa. ¿Se sumarán otras fuerzas? Sin embargo, todo parece indicar ventaja. En Miraflores el Padre Simón Salvatierra, con algunos efectivos de tropa y civiles, logran controlar al Cuartel de la Policía Militar y allí sigue la espera. ¿Habrá otros comprometidos que deban insurgir? ¿Será de nuevo embarque?… Edito cumplió, Salvatierra, Bond, éstos cumplieron, pero ¿Dónde estaban los otros? Al Cuartel de Miraflores llegan refuerzos leales al Gobierno, y los insurrectos, sin pelear, en desbandada y a la hora justa del “motín”, deponen las armas. Maracay, Valencia, ¿por qué no respondieron? La radio deja intempestivamente de emitir los boletines y proclamas rebeldes. Sólo quedan Edito, sus Cadetes y algunos civiles. Pese a que es de madrugada, la ciudad de alguna manera se siente solidaria con aquel movimiento. A la Escuela Militar llegan desde todas partes, civiles, militares retirados, profesionales, etc. Pero tres horas y media después, el Jefe del Cuerpo de Cadetes se escapa de la Escuela Militar para regresar más tarde con órdenes expresas del Presidente de lograr la rendición de la insurrección y que de lo contrario el Batallón Bolívar atacaría a la Escuela y “aniquilaría, si no había otra salida, a sus efectivos”. Pero no fue necesaria una operación de tierra arrasada. En medio de la paralización del Comando Insurgente, el enemigo realiza una “operación Caballo de Troya” y un Comando de Cadetes hace prisioneros a los civiles que quedaban en la Escuela. Después serían detenidos Edito y sus principales lugartenientes: el Licenciado Enrique Bond y el Mayor Roberto Ruiz. Era otra madrugada que fallaba en la turbulenta historia militar del país, pero quedaba a salvo, otra vez, el valor sin mancilla de Ramírez. He aquí cómo uno de los conjurados de esa madrugada, escribe a Edito:


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-“La angustia del vencido se pintó en su cara, pero su valor humano impidió una lucha innecesaria. La lucha hubiera sido un suicidio. Un solo disparo hubiera sido suficiente. La anarquía reinaba en las filas de los leales al Gobierno, pero nosotros tampoco sabíamos cómo actuar. Sólo Edito conservaba el aplomo y con la dignidad de un Oficial de Escuela, aceptó el reto del destino: la Institución Castrense primero. Asumo la responsabilidad de esto. “Aquí no hay más complicados que yo: dejad ir a los civiles” – había dicho Edito, al fin de su insurrección que tuvo más de 90 minutos de duración en la madrugada del 20 de Febrero de 1961.

2. 4. La vida de Salvatierra en “opinión de un Periodista” En un artículo realizado por el periodista Raúl Verdecia, titulado “LO QUE OPINAN EN VALENCIA DEL CURA SALVATIERRA”, con tono irónico y con algunas insinuaciones, comentaba que: Algunos sacerdotes se acomplejan y son más cachuchas que sotana. Estas del Padre Salvatierra –refiriéndose a una fotografía- permanecieron colgadas durante mucho tiempo. El sacerdote vestía entonces completo uniforme de militar. Cuando el cura Simón Salvatierra fue dejado cesan…(roto) como Capellán del Ejército sufrió uno de los reveses más duros de su vida. Desde hacía más de diez años había colgado la sotana en un rincón de su habitación y se paseaba por valencia vestido de completo uniforme militar. Demostraba con ello su extraordinaria vocación castrense y daba entender que cuando piso el Seminario eclesiástico para …(roto) la carrera sacerdotal, en realidad había extraviado el camino. Su puesto, al parecer, estaba en los cuarteles y durante… (roto) oprobiosa década de la dictadura se sintió a sus anchas, desempeñando el cargo de capellán del Ejército, primero en Maracay y después en Valencia. Salvatierra, pues, no se distinguió precisamente por su repudio a los desmanes del dictador, sino por el contrario guardó un discretísimo silencio, como si no hubiera estado ocurriendo. El sacerdote Salvatierra vivía días muy felices. Su existencia discurría apaciblemente. Cumplía sus obligaciones sacerdotales, daba algo de lo que ganaba a los pobres, pero permanecía de espalda al drama nacional. Pero como una cosa pensaba el dictador y otra muy distinta el pueblo venezolano, llegó el momento de la rebelión que daría al traste con el régimen. El 23 de enero de 1958 fue un día ácido para el cura Salvatierra, y lo que tal vez pensó con amargura en la soledad de su habitación, se materializó repentinamente: la cesantía. Volvió a sus hábitos, pero no dejó de ser fiel a sus antiguos amigos y recién caída la dictadura asistió a un mitin en la Plaza Bolívar de la ciudad de Valencia en el que no pudo terminar su defensa de la dictadura porque el pueblo lo echó de la tribuna.


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Salvatierra se alejó precipitadamente, pero la amarga experiencia no le serviría de nada. Continuaría atizando el fuego de la protesta, hasta el punto de que una vez que se apareció a una fiesta que se ofrecía en el cuartel de Valencia se le prohibió cortés, pero enérgicamente la entrada. -No vuelva más por aquí, le dijeron. Pero parece que el sacerdote no perdió por eso las esperanzas de volver a pisar otra vez el campamento. Los atributos militares le atraían demasiado y no se iba a dejar vencer por los contratiempos tenidos. Luego de estas aventuras no se habló más de Salvatierra aunque es de presumir que las autoridades no lo perdieran de vista. Un largo período de silencio envolvió su nombre. Pa…(roto) iglesia de San José, retirada del centro de la ciudad de Valencia, ayudaba en los oficios de la misa. Había solicitado …(roto) merced del Obispo y éste lo complació. Muchas veces …(roto) partía su dinero con algunas familias pobres que viven… (roto) arriba de donde está ubicada la iglesia. Pero también algunas noches se iba hasta el hotel Carabobo, estaba unos minutos allí y cuando salía entablaba largas conversaciones con unos amigos en un lugar aledaño al hotel. En Valencia una persona que no quiso revelar su nombre nos confesó que esas conversaciones giraban invariablemente en torno al Gobierno. La madrugada del lunes 20 un grupo de militares y civiles irrumpía en los estudios de la emisora Radio Rumbos y a punta de pistola se apoderaba de la estación. Una cinta magnetofónica en la que se decía que el gobierno constitucional había sido derrocado interrumpió las trasmisiones habituales de la emisora. El nombre del Padre Simón Salvatierra emergía de la oscuridad. Las autoridades lo sindicaban como la persona que arengó a los soldados del Departamento Militar de La Guaira. Se dijo…(roto) igualmente que la (borrado) grabada en la cinta magnetofónica que se pasó por Radio Rumbos Como consecuencia de estas acusaciones, en la medianoche del martes miembros de la Digepol llegaban a la casa marcada con el número 106-82 de la calle Comercio, en Valencia. Allí vive Simón Salvatierra. El presunto conspirador dormía. Los agentes tocaron a la puerta y cuando uno de los inquilinos de la casa abrió, al Padre Salvatierra ni siquiera le dieron tiempo de vestirse y en pijama como estaba lo condujeron a Caracas. Concluía así una búsqueda que se había iniciado el mismo día en que fue debelado el complot contra el gobierno.

2. 5. Algunas opiniones sobre el caso Salvatierra Siguiendo el artículo anterior, en la segunda parte, el periodista realizó algunas entrevistas sobre los hechos ocurridos con el Padre Salvatierra, y comentaba lo siguiente:


20 En la ciudad de Valencia no hubo consternación ni sorpresa cuando se conoció que al Padre Salvatierra se le acusaba de estar complicado en una asonada para derribar al Gobierno. El hecho se comentó al principio en los más variados tonos. Unas cuantas decenas de amigos de la familia se presentó en su casa para averiguar la suerte que había corrido el sacerdote y otras tantas personas llamaron por teléfono con igual propósito… casi unánimemente los valencianos convienen que un sacerdote no tiene nada que hacer en la política, mientras que muy poca gente piensa que no tiene nada de grave que se inmiscuya, aunque, desde luego, esas mismas personas expresan que nadie debe conspirar contra un gobierno legítimamente elegido. (…) Una pobre mujer que vive en uno de los ranchos de las afueras de Valencia se abstuvo de contestar. Dijo que no sabía quién era el Padre Salvatierra y que ignoraba todo lo que se relacionaba con la política (…) El pintor Luis Eduardo Chávez estaba muy ocupado cuando lo encontramos, pero fue muy claro en su exposición. –El Padre Salvatierra merece un castigo ejemplar si es que se le prueban los cargos que se le hacen-. Luego se sonrió y dijo con agria ironía: -Aquí cuando ciertos sacerdotes se acomplejan son más cachuchas que sotana-. Dio la espalda al reportero y se fue para el fondo del taller. Una emisora local dio a la publicidad una nota redactada en estos términos: “La Iglesia debe expulsar de su seno a quienes la traicionan, atetando contra los intereses populares”. Sin embargo, la Iglesia no tomará ningún tipo de medida contra el Padre Salvatierra. Cuando más lo reprenderá benignamente, puesto que para sancionarlo el sacerdote hubiera tenido que haber violado alguno de los cánones eclesiásticos. Así al menos lo declaró Monseñor Rincón Bonilla y nos lo ratificó el Padre Toledo, Párroco de la iglesia San José, en la que el presunto conspirador ayudaba en el oficio de la misa. -Como sacerdote, dijo el Padre Toledo, la conducta de Salvatierra no desmerece. Es un sacerdote digno. Me consta que repartía su sueldo entre algunas familias pobres. Sus andanzas políticas las desconozco. (…) –Yo no soy partidario de que los sacerdotes intervengan en la política. Nosotros no podemos parcializarnos porque nuestra misión es auxiliar espiritualmente a todos nuestros feligreses y éstos pertenecen a todos los partidos que operan en el (roto)… Únicamente es válida nuestra acción política cuando… (roto) de combatir una doctrina que va contra las esencias…(roto) nismo, aunque ni siquiera en estos casos podemos…(roto) cumplir nuestro ministerio espiritual (…) Una de estas sobrinas, Ofelia, estudia Comercio y está indignada por las acusaciones que se le hacen a su tío. –Mi tío ha sufrido mucho con este gobierno. Él es inocente de todo lo que se le acusa. De aquí lo sacaron en pijama, pero estoy segura de que no le pasará nada, pues él no salió de Valencia en todos esos días. Mi tío invertía su tiempo entre la iglesia y la casa.


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Perdomo, un maracucho que lleva veinticinco años en Valencia y que es Inspector de Espectáculos del Estado Carabobo, nos dijo sin embargo. –Mire, aquí siempre se ha dicho que el Padre Salvatierra es un conspirador. En otras oportunidades se le ha acusado, pero se le perdonaban sus pecados. Lo de ahora parece que es verdaderamente grave. -¿Es verdad que los adecos de Valencia en otras ocasiones salieron fiadores de la conducta de Salvatierra?. -Eso es falso, dijo visiblemente molesto. Estoy seguro que eso se lo dijo un copeyano. Efectivamente, el informante pertenece a las huestes del doctor Caldera. El Padre Simón Salvatierra ha declarado que lo llevaron engañado al cuartel de La Guaira, que vino el domingo a Caracas para interesarse por la salud de una hermana que está enferma y que es inocente de todo. En Valencia algunas personas consideran que el sacerdote no tuvo nada que ver con la intentona golpista del lunes, pero otras muchas lo señalan como un conspirador permanente. Es importante resaltar, algunas razones dadas, en el artículo titulado “No hay Derecho a Injuriar a un Detenido”, cuyo autor es Ignio Roccha, sobre las acusaciones contra el Padre Salvatierra, con fecha 20 de marzo de 1961:

1- Porque se lo calumnio y maltrató moralmente por un órgano de prensa, que abusó de la libertad democrática imperante en el país. 2- Porque no hubo respeto para con su hogar. 3- Porque se difamó de su vida privada. 4- Por la forma como fue separado de su hogar. 5- Por la burla hecha a su deontología sacerdotal. 6- Porque no se esperó conocer el veredicto que la ley tenga reservado. El Pbro. Dr. Simón Salvatierra puede haber faltado, contra el Poder Civil: de ello aún no se conocen pormenores, porque los tribunales de la República no han determinado, pero esa falta aún presumible, no autoriza a nadie para entrometerse en su vida privada y sacerdotal, para deprimirlo y maltratarlo en su moral; como ocurrió lamentablemente, debido al celo gubernamental que ahora está demostrando ELITE.

III- ¿POR QUÉ CAUSÓ TANTA CONMOCIÓN SU ACTIVIDAD SOCIAL? La vida del Padre Salvatierra estuvo llena de muchas actividades sociales. Su carisma de buena gente lo condujo a involucrarse y a compenetrarse con la sociedad valenciana. Participó activamente en el campo deportivo y cultural. Además, fue un deportista. De él se recuerda su caridad para con los


22 más pobres. Aunque profesaba un ideal político, que lo llevó hasta las altas esferas, mantuvo su caridad sacerdotal.

3. 1. El Cura Militar y Deportista Desde el inicio de su vida sacerdotal, el Padre Salvatierra siempre se desempeñó como Capellán Militar. Era una labor pastoral fascinante que requería dedicación y amor. Salvatierra hizo lo que el Apóstol San Pablo decía: “Hacerse todo para el todo”. En el artículo citado del Tte. Crnel. (R) J. Elí Mendoza Méndez, éste testimoniaba la labor del Padre Salvatierra: Todo fe, esperanza y amor fue en su vida nuestro inolvidable sacerdote de la Patria venezolana, Simón Salvatierra. Esa fe, esa esperanza y ese amor constituyeron el horizonte de su vida y fueron las lecciones cotidianas de su existencia. Fe en la mística que con honor profesó a lo largo de su duro trajinar; fe en los principios que amalgamaron su lucha; fe en la grandeza de la Patria; fe en la sagrada Institución Armada, a la que con amor entrañable dedicó largos años de su vida y a la que quiso más que a su propia existencia. En un recorte de prensa sin fecha y sin identificación, decía lo siguiente: Pbro. Cap. (a) SIMÓN Salvatierra ha rumorado que el popular y apreciado deportista carabobeño, será designado Sub-Comisionado de Deportes en Carabobo. Sería un acierto tal nombramiento, ya que es de todos conocidos el dinamismo que caracteriza las del querido ´Cura´ deportista y militar. El Padre Salvatierra presidió por espacio de algún tiempo el Instituto Nacional de Deportes de Carabobo. La escritora María Clemencia Camarán, daba testimonio del Padre Salvatierra: Yo, que fui amiga fraternal del Padre Salvatierra, puedo asegurar que era un venezolano patriota, democrático y desinteresado; y que si le deleitaban los doctos, los artistas y los libros, también le complacía regresar cansado y sudoroso de una cancha deportiva, después de haber participado en un juego de pelota con los hijos del pueblo10. Un articulista desconocido y amigo del Padre Salvatierra escribía estas palabras: Apartando sus convicciones ideológicas, las cuales supo sostener con fe monolítica y voluntad inquebrantable, el Padre Salvatierra era un hombre que hacía de la amistad un culto. Era un deportista integral y desde 1949 en la Asociación Deportiva de Carabobo (ADC), hasta su fecunda gestión como 10

CAMARÁN, María Clemencia. Simón Salvatierra, Sacerdote y Senador. Sin fecha.


23 miembro fundador del Directorio del Instituto Nacional de Deportes, donde tuve la grata oportunidad de trabajar a su lado, fui testigo de su dinamismo y entusiasmo desinteresado, por todas las manifestaciones del deporte. Su carácter franco y desprovisto de esa hipocresía tan generalizada hoy en día, le conquistó muchos amigos y también algunas enemistades. Era combativo y no eludía responsabilidades, siempre abordaba las cosas de frente pasare lo que pasare. Era un hombre de una sola cara, se le quería o se le odiaba, pero con él había que definirse. Sin embargo unido a su carácter recio, poseía la pasión de hacer el bien a sus semejantes, sin tomar en cuenta defectos o virtudes. Muchas veces le oí llamar a un amigo adeco, para que se escondiera, porque la Seguridad Nacional lo andaba buscando, como también muchas veces entró a sacar de la misma Seguridad Nacional a personas que ni conocía, pero que amigos y familiares le habían pedido su intervención seguros de que no se las negaría. Para ese entonces se desempeñaba como Capellán del Ejército y lucía a menudo su vistoso uniforme de Capitán asimilado. Luego fue perseguido y encarcelado por su posición opuesta al régimen de Acción Democrática, estando a punto de extrañársele Del país, pero la intervención de amigos influyentes lograron que la medida no se cumpliera en atención a su precario estado de salud.

3. 2. Senador de la República En las elecciones del año 1968, el Padre Salvatierra decide participar en un grupo político llamado Cruzada Cívica Nacionalista, fundado por el dictador General (R) Marcos Evangelista Pérez Jiménez. En estas elecciones sale electo como Presidente de la República, el Dr. Rafael Caldera, quien triunfa con el 27 % de los votos. El 11 de marzo de 1969, Raúl Leoni le entregó el poder a Caldera. Su eslogan era: “El cambio va”. En cuanto a la agrupación política Cruzada Cívica Nacionalista, ésta lanzó como candidato al Senado de la República al Padre Salvatierra, quien salió electo como Senador por el Estado Carabobo. Un recorte de prensa sin fecha y sin identificación presenta al Padre Salvatierra como fundador del partido Cruzada Cívica Nacionalista. Fue el primer sacerdote Senador de la República Para recibir la investidura de este cargo público, el día 07 de diciembre de 1968,

el Padre

Salvatierra envió una carta al Excmo. Mons. José Alí Lebrún, Obispo de Valencia, para solicitarle su licencia o su autorización11:

11 El Código de Derecho Canónico promulgado el año 1917, en vigencia para la época, permitía la actividad política. El canon N 139, en su parágrafo 4, al tenor de su contenido, indica: “No soliciten el cargo de senadores o de oradores parlamentarios, llamados comúnmente diputados, ni lo acepten sin licencia de la Santa Sede en aquellas regiones donde haya prohibición pontificia; ni intenten esto mismo en las demás regiones sin licencia, tanto de su Ordinario como del Ordinario del lugar en que se ha de efectuar la elección”. La Comisión Intérprete, en relación a este parágrafo, determinó en el numeral 2, que: “Los Ordinarios han de mostrarse más bien severos que fáciles en otorgar la licencia a los sacerdotes que desean presentar su candidatura para diputados (23 abril 1922).” Por eso, la solicitud que hizo el Padre Salvatierra. El


24 Habiendo sido postulado en las presentes elecciones por la Cruzada Cívica Nacionalista, movimiento del Gral. Marcos Pérez Jiménez, muy respetuosamente me dirijo a su Excia. Rvdma. a tenor del parágrafo 4 del canon 139 del Código de Derecho Canónico y pautas de la Instrucción Pastoral (N 166) con el fin de recavar de su Superior Autoridad la debida anuencia y aprobación para aceptar la candidatura de Senador por esta Entidad Federal, si es que su Excia. lo estima conveniente y cree que pueda yo realizar allí una labor provechosa a mi Iglesia y a mi pueblo. Sea cual fuere su decisión la acato desde ya convencido de que así cumplo con la voluntad de Dios y las normas de la Iglesia. De su Excia. Affmo. Pbro. Simón Salvatierra.

La respuesta de dicha carta fue positiva. Era de esperarse. Salvatierra era un hombre que tenía una gran trayectoria sacerdotal. El día 12 del mismo mes y año, recibió la autorización: Refiriéndome a su atenta comunicación del 7 de diciembre próximo pasado en que de acuerdo al canon 139 parágrafo 4, solicita mi permiso para desempeñar el cargo de Senador en el Congreso Nacional, le comunico que de acuerdo al derecho le concedo esa licencia. Con sentimientos de consideración y aprecio, le bendice; Mons. José Alí Lebrún Obispo de Valencia. La participación del Padre Salvatierra como Senador de la República era la oportunidad de trabajar con mayor ahínco por el bienestar social de los más pobres. En un artículo del Padre Martín Corera O. P., comentaba que: Por él supimos que, si aceptó postularse como senador de la nación lo hizo para intervenir más directamente a favor del pueblo; para mejor defender su causa; para dotar a la nación de una legislación más justa que tenga en cuenta la triste situación de quien gana el sustento con el sudor de su frente sea obrero o campesino. (…) su primera quincena como senador de la Nación la distribuyó íntegra en gentes necesitadas… No es de extrañar acudiera el pueblo en masa a su Código de Derecho Canónico promulgado el año 1983, derogatorio del anteriormente citado, prohíbe relativamente la actividad política a los Sacerdotes. En su Canon N° 287, parágrafo 2, establece: “No han de participar activamente en los partidos políticos ni en la dirección de asociaciones sindicales, a no ser que, según el juicio de la autoridad eclesiástica competente (negrillas nuestras), lo exijan la defensa de los derechos de la Iglesia o la promoción del bien común”. No obstante, el parágrafo 3 del Canon N° 285, contempla: “Les está prohibido a los clérigos aceptar aquellos cargos públicos que llevan consigo una participación en el ejercicio de la potestad civil”.


25 entierro. Eran miles y miles de personas que rendían su último tributo a la bondad de aquel sacerdote y senador que, como ministro de Cristo y como miembro de la Alta Cámara había tenido su mirada fija en el pueblo12. En un artículo titulado: “Vida del Senador Salvatierra”, escrito por Antonio Armas Camero, se resumía su actividad: Se enfrentó leal, sincera y valientemente a Betancourt. No transigió y estoicamente resistió la furia de cuatro certeros ataques al corazón. No pidió cuartel. Llevó su dignidad a las rejas del gorilismo betancourista. Después, cuando el perejimenismo decidió agruparse, saliendo a la palestra política, él fue uno de los más entusiastas propulsores; y en las elecciones pasadas, cuando Rafael Caldera insurge como un predestinado para rescatar la democracia en el país, él sale electo Senador. Senaduría obtenida en gallarda lid, porque en Carabobo habremos de verlo de plaza en plaza, de barrio en barrio, llevando su voz encendida de patriotismo, envuelta con un sentido humano, con un sentido vigoroso, fresco, que habrá de calar hondamente en el electorado carabobeño. Pero el Padre Salvatierra, por encima de todo, era fundamentalmente un sacerdote. Un trabajador social que llevaba su palabra bondadosa, piadosamente cristiana a las masas. Y desde el púlpito se caracterizó en todo momento por la prédica de Jesús. Por esa razón, aunque metido en la política, para él lo principal era su misión apostólica. Su misión de ir llevando ese mensaje universal de “amaos los unos a los otros”. Sorprende la muerte al ilustre Senador, cuando ya estaba en plena actividad parlamentaria; y sus honorables colegas saben de cuántos proyectos legislativos él tenía. Su actuación en el Parlamento fue efímera, pero en el poco tiempo de ella, dio demostraciones de aptitud, idoneidad y competencia. Cuando surgieron dificultades para lograr un entendimiento en el Congreso Nacional a fin de elegir al Contralor, la prudencia y la habilidad del Padre Salvatierra jugaron un papel muy importante, no sólo en el seno del Capitolio, sino en el seno de su Partido Cruzada Cívica Nacionalista.

3. 3. La Caridad Sacerdotal Las huellas de un hombre quedan impregnadas en la historia cuando su vida es capaz de soportar los contrastes humanos. Y estos contrastes son las pruebas y el dolor que debe enfrentar ante la adversidad de la vida. Bien decía el Excmo. Mons. Gregorio Adam, en un artículo fechado el año 1958: “Al sacerdote digno le persiguen más cerca y, las espinas, como a su modelo en el Pretorio, se clavan con refinada crueldad por aquellos mismos favorecidos y mimados con su caridad”13. Muchas 12 13

CORERA, Martín. El Padre Salvatierra, una Figura Vertical. Sin fecha. ADAM, Gregorio. PBRO. DR. SIMÓN SALVATIERRA. El Carabobeño, marzo de 1958.


26 veces, el Padre Salvatierra fue acusado injustamente por el supuesto delito de haber torturado a detenidos políticos en los calabozos de Seguridad Nacional14. Sobre este caso, la historiadora María Clemente Camarán, en artículo titulado “Simón Salvatierra, Sacerdote y Senador”, expresaba: “… puedo decir que cuando fue Capellán del Ejército, lo fue más bien del alma de la Institución Armada; y que con la limitada influencia que tuvo en Miraflores –o con su audacia habilidosa- evitó muchos encarcelamientos, torturas y destierros”. En el citado artículo de Mons. Adam, su excelencia escribía y daba testimonio de la persona de Simón Salvatierra: “Simón pertenece al honorable patrimonio de la Diócesis, su mente esclarecida, su lealtad tan precisa, su decoro de varón de Dios y, por sobre todo esto, su inconfundible caridad de la que he quedado asombrado” 15. Mons. Adam, hombre profundo y conocedor de su Diócesis, dibujó la figura Sacerdotal de Salvatierra a través de un párrafo de una carta enviada a la Curia Episcopal: Quien no vive sino para ejercer la caridad, como el Padre Salvatierra. Quien todo lo dá. Quien forcejeó para conseguir la libertad de tantos. Quien vapuleó la tiranía y fue tenido como desafecto a la tiranía. Quien se echó a los ríos llevando el viático a los enfermos y se prendió de calentura en los más retirados vecindarios. Este hombre ¿resulta ahora víctima propiciatoria y en comparsa con los torturadores?. Conozco el temple moral del Doctor Salvatierra, amigo decidido, hombre integérrimo, a quien jamás se le oye una murmuración solapada o asume una actitud sombría. Valiente, incapaz, absolutamente incapaz, de un atropello. Dios lo ha encontrado maduro para este zarandeo artero y provocador, feliz del Padre Salvatierra, mi sacerdote, mi amigo del corazón y el honor de mi clero, feliz del que convierte el dolor y las humillaciones en una plegaria amorosa por sus perseguidores. ¿Acaso Dios no cambiará el corazón de los que llevan el dolor a sus semejantes, con la eficacia del perdón? Nunca será más preciosa la plegaria que cuando brota de un corazón que sufre y perdona16. Otro testimonio sobre la caridad del Padre Salvatierra, aparece en el artículo ya mencionado de Ignio Roccha: El Pbro. Dr. Simón Salvatierra tiene en su haber virtudes que lo dignifican, entre ellas la de la caridad cristiana y social. Me consta que es manía de él 14

El día 11 de marzo de 1958, los hermanos del Padre Salvatierra, Josefina Salvatierra de Pérez y Héctor Salvatierra, introdujeron una demanda contra aquellos que acusaban al Padre Salvatierra. Dicha demanda fue entregada a los doctores Donato Pinto y Francisco Melet. 15 ADAM, Gregorio. PBRO. DR. SIMÓN SALVATIERRA… 16

Idem.


27 compartir sus pobres economías con los hijos de la miseria y por otra parte en las tribulaciones de los grupos sociales sin importarle nunca los cálculos negativos ha sabido siempre dar cumplimiento a sus compromisos de amistad. Y si a la política nos remitimos, más de un perseguido político por el régimen de Pérez Jiménez encontró en el padre Salvatierra la mano franca que le solucionó un problema. Otro periodista escribía: “Hombre cordial y siempre atento a las necesidades de los pobres, anduvo por los caminos de cristo, enseñando su doctrina y amando a sus semejantes”17. En palabras de Mons. Armando Falcón Morales, siendo Párroco de Catedral y Vicario General de la Diócesis de Valencia, al conocer el fallecimiento del Padre Salvatierra, dejó escrito: “Se distinguió siempre por su acendrada vocación sacerdotal, espíritu de servicio, ejemplar desinterés y profunda caridad que abrazó a todo el que veía en necesidad sin excepción alguna”.

3. 4. Sacerdote, Político y Militar Esta introducción histórica que hemos tratado de realizar puede y debe servir para conocer la figura y el talante de un Sacerdote que se encarnó en la realidad histórica de su tiempo. Todavía queda mucho por indagar. A las preguntas: ¿Quién era Simón Salvatierra? ¿Por qué su participación en la vida política? ¿Por qué causó tanta conmoción su actividad social?, nos parecen satisfactorias las respuestas de los entrevistados y de los recortes de prensa de la época. El Padre Salvatierra ante todo fue un Sacerdote muy humano y cordial con sus semejantes. Por eso, tenía el don de gente de participar en diversas actividades sociales. ¡Qué lastima cuando los gobiernos de turno confunden como actividad política la participación de los sacerdotes en la problemática social de la gente sencilla! El Padre Salvatierra era un hombre de una sola talla en manifestar sus ideales y su amor por la patria. Testimonio de esto es la carta que redactó en la cárcel: En esta encrucijada de contradicciones, que es la cárcel, encontré la verdad desnuda, con un dramático saldo positivo que aquilata mi temeridad, reafirma mi posición y disipa alguna antigua duda peregrina. Convencido, definitivamente, que no trillé sendas de ciega y loca aventura, mi pensamiento se dirige a ustedes, de quienes tanto esperan Dios y la patria. Mejor dotados que yo, con una fe más firme y robusta, con la ventaja que les dá un ascendiente conquistado a base de abnegación e integridad, sin duda alguna son más capaces de inclinar la balanza hacia la justicia y la verdad, función que no se desvirtúa ni menoscaba por el simple hecho de constituir deber y obligación.

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Artículo titulado: “Fallecimiento del Pbro. Simón Salvatierra”. Sin fecha.


28 Gracias a la señorita María Salvatierra publicamos el libro personal del Padre Salvatierra que había titulado “La hora de las tinieblas o Democracia nuestra, grito fementido”. Con esta lectura conoceremos su propia versión de los hechos acaecidos en 1961 y su estadía en la cárcel. Decía la escritora Camarán, que: Las opiniones, explicaciones y razones de la vida ciudadana del Padre Salvatierra, se encuentran en el manuscrito del libro que se le publicará con el título De la Cárcel al Senado; obra que elevará su personalidad de sacerdote político por encima de toda negación y de toda incomprensión. La vida del Padre Salvatierra siempre fue un signo de contradicción, como lo fue su Modelo Eterno del Buen Pastor. Decía el poeta Luis Augusto Núñez, que: La infantil vocación, madurada en años de estudio, le hace soldado en las huestes de Cristo. Y en la legión del Nazareno se acostumbra a poner el oído en el corazón de los humildes. Por este camino llega paradojalmente a la rebelión… Un afán de reparar injusticias se va desdoblando junto a su condición de levita. Una nueva inquietud le taracea los pulsos. Y un día se estrechan en su camino su misión espiritual de guía de almas y su pasión humana de catalizador de injusticias… Y en su carácter de sacerdote es Capitán asimilado del ejército. Es el signo astral que le conduce. Y este encuentro de rumbos, que en otro pudiera haber sido un detalle somero, un hilo circunstancial y frágil del destino, toma en la vida del presbítero Simón Salvatierra la plenitud de un signo vital18. Estas bellas palabras del poeta Núñez, nos llevan a entender la razón de su participación en la política. Ciertamente, que fue su época, que no podemos juzgar con mucha presteza. Con razón llegó a decir la citada escritora Camarán, que: El Padre Salvatierra amaba a Venezuela con un nacionalismo acendrado; y si no comulgó con todos los gobiernos, no hay por que condenarlo, porque no puede ser posible que la totalidad de la ciudadanía acate como si fuera una masa de ilotas, a cada uno de los ejecutivos que han regido y rigen al país; ni que todos, en un conjunto “apilonado” tengamos que colectivizarnos con todos los credos y las filosofías políticas que se turnen en Miraflores. Por eso, por íntegro, por dueño de sus actos y por haber estado siempre en uso de sus derechos naturales, fue a la cárcel, y allí se le partió el corazón!!… Un amigo de Seminario del Padre Salvatierra, Ricardo Mandry Galíndez, testimoniaba lo siguiente: “El Padre Salvatierra sufrió cárceles bajo el gobierno democrático de los adecos, como también las

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NÚÑEZ, Luis Augusto. De Norte a Sur. Simón Salvatierra, Sacerdote y Capitán.


29 soportó numerosas, su compañero de prisiones monseñor Bernardo Heredia. Dos infartos minaron entonces la recia constitución de Salvatierra; pero su espíritu continuó erguido”19. Toda la vida sacerdotal de Salvatierra fue un morir por el sueño de una patria más democrática. La disciplina y el cumplimiento de su deber lo aprendió en el Seminario, y lo ejercitó en su entrañable amor en la Capellanía Militar. Al igual que los grandes levitas de la Independencia y de la era republicana, Ignacio Méndez, Guevara y Lira, Montes de Oca y tantos otros, el Padre Salvatierra mantuvo su adhesión filial a la Iglesia. El Padre Salvatierra mereció muchos elogios, no solo por su muerte inesperada sino en su pleno vigor en el ejercicio ministerial de su sacerdocio. De ahí, para terminar, las palabras del citado poeta Núñez: Coincido con Antonio Oswaldo Marvez Sosa, cuando dice emocionado: “Su cabeza pudo haber ceñido, con lujo de capacidades, la mitra, pero fue la corona de espinas del Maestro la que tiñó de rojo su frente”. Y yo agrego: Se repite el pasaje de “Los Miserables”, de Víctor Hugo. El hubiera sido aquel obispo de la obra inmortal, Monseñor Benvenu, que no sólo perdona a Jean Valjean, sino que le regala, espléndido, los candelabros que el fugitivo acababa de robarle a la casa episcopal, donde Monseñor le había brindado su hospitalidad. El símbolo, que algunas veces se reitera en el hilo de los tiempos, (…)

3. 5.- CARTA DEL PADRE SALVATIERRA Cárcel Modelo de Caracas, 19 de abril de 1962. A LOS SACERDOTES DE MI PATRIA Amigo y hermano mío Sacerdote Segregado por más de un año, como a un leproso, bajo la constante amenaza de un juicio amañado y encerrado en este pequeño mundo de la ruin venganza, donde campea el arbitrario encono y no la ley, disfruto de un tesoro vedado a los que el fatigoso ministerio distrajo todo tiempo y limitó toda actividad. Y si, gracias a Dios, aquí puedo pensar meditar, fueron los mismos hombres malos los que se encargaron de iluminar mis pensamientos y fecundar mi meditación. Lo que afuera es rumor aquí es triste realidad tangible, que no podrán nunca desvirtuar, ni todos los medios de que dispone la inescrupulosa y mezquina maquinaria gubernamental, ni la mefistofélica tesis goebeliana, echada a rodar con toda pujanza y malicia. En esta encrucijada de contradicciones, que es la cárcel, encontré la verdad desnuda, con un dramático saldo positivo que aquilata mi temeridad, reafirma mi posición y disipa alguna antigua duda peregrina. Convencido, definitivamente, que no trillé sendas de ciega y loca aventura, mi pensamiento 19

MANDRY GALÍNDEZ, Ricardo. Salvatierra: Un Sacerdote Prestado a la Política. Sin fecha.


30 se dirige a ustedes, de quienes tanto esperan Dios y la patria. Mejor dotados que yo, con una fe más firme y robusta, con la ventaja que les dá un ascendiente conquistado a base de abnegación e integridad, sin duda alguna son más capaces de inclinar la balanza hacia la justicia y la verdad, función que no se desvirtúa ni menoscaba por el simple hecho de constituir deber y obligación. Venezuela, tradicionalmente cristiana a pesar de su indecisa inclinación a la timorata y enfermiza práctica de su credo religioso, sí desciende hasta consentir o tratar de explicar o simplemente tolerar esta rara y casi apática actitud de un denso sector, se rebela y sacude con violencia cuando observa vestigios de este ancestro en la conducta ambigua de los conductores y representantes de su espiritualidad. El pueblo nuestro quiere a sus Sacerdotes, verticales en el cumplimiento de sus obligaciones, íntegros en la defensa de los principios inmutables, arriesgados y valientes en la exposición de la doctrina, consustanciados con las preocupaciones y problemas de la gran masa, donde primero fructificó la simienta y compenetrados con los altos ideales que la animan como conglomerado de selección. Si el Sacerdote enmudece, se aísla o claudica, porque vino a menos o por miedo a las consecuencias de su definición, no lo abomina pero sí lo compadece. Por principio o por lucro, sólo los que trabajan en las tinieblas a favor de intereses inconfesables, insurgen contra el Sacerdote Activo y luchador que se enrumba y difunde por todos los caminos del diario devenir tras la solución de los angustiosos problemas que atribulan al rebaño. La porción selecta y el grupo consciente no sólo justifica sino que empuja y obliga a sus Pastores espirituales a vivir en Paz con sus conciencias a través del cumplimiento exacto de un deber ineludible que ligaron a su vocación bajo juramento. Más allá y más acá de Bonifacio VIII y de su imponderable “Unam Sanctam”, el acerbo cristiano delimitó, en principio, fronteras civiles y fronteras religiosas, como resonancia a la frase de Cristo de dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es de César. Sin embargo, más que aventurado resulta exsacrable, entre los modernos sociólogos, levantar el carcelario muro liberal que circunscribe y tiraniza la acción del Pastor de almas a un mero rito confidencial y secreto. A medida que el tiempo transcurre la exégesis deja de ser violenta y el concepto político evoluciona, debilitando su rigidez de actividad tabú para el hombre del altar. Significativas son las frases iniciales de esa maravillosas Encíclica “Mater et Magistra” del Pontificado felizmente reinante y, aún, en el campo profano, el criterio del mismo exMinistro de Educación, Dr. Pizani, tiene diafanidad de tesis moderna inobjetable: “A nadie se le puede vedar la política; basta que cualquiera se dedique y encariñe con una sola de las cuestiones sociales para que, automáticamente penetre en ese mundo discutido”. Lo que sí se le prohíbe al Sacerdote y el exMinistro aconsejaba al estudiante, es no inmiscuirse ni realizar mercenaria actividad partidista, por el peligro de odio y anti-patriótico proselitismo que engendra y fomenta. Débil e insignificante esfuerzo tiene que realizar el Sacerdote para observar los cánones en toda su claridad meridiana, al marginar los partidos políticos de su apostolado, observando los estragos que éstos han venido produciendo en las sociedades venezolana, donde ya casi se impone la interpretación estricta y literal de las postreras palabras del Libertador: “Si mi muerte contribuye para cesen los Partidos… bajaré tranquilo al sepulcro”. Aunque estuviesen clausurados para el sacerdote, todos los caminos que conducen al campo político o regimentada su participación en aquellas cuestiones menos adulteradas o menos desvirtuadas por el abuso, nadie osará negarle ni su real derecho ni su sagrada obligación de ser eminentemente patriota. La conquista de la mística ciudad eterna presupone el cumplimiento religioso de los ineludibles compromisos con la ciudad eterna. Aún al simple fiel se le enseña y aconseja complementar el amor a Dios con el amor a la Patria, que es faceta de amor al prójimo. Estas letras, que ni siquiera tienen el valor de un mensaje, que pueden pecar de incoherencia y falta de galanura, pero nunca de insinceridad, van dirigidas a mis amigos y a los que no necesitan martirizar su capacidad con acopio de argumentos


31 para convencerse, definitivamente, de la triste situación de nuestra Patria y de la oscura amenaza en que está envuelto su futuro próximo. Y si bien, el Maestro por excelencia, avisoró circunstancias, en las cuales, cerrada toda salida y agotada todo recurso, había de venderse la túnica para comprar la espada, ellas no involucran una vulgar incitación a utilizar la fuerza bruta, aunque en los actuales momentos de burla descarada, desprecio de todo derecho, humillación de toda dignidad e implantación de todo terror, sigue constituyendo única vía de escape y único medio de persuasión. Sólo se pide estar más cerca del Pueblo y sus necesidades, blindarse ante el engaño y cultivar con tesón y constancia, la viril rebeldía que nos libre del fatídico entreguismo y del miedo pusilámine, reñidos con la autentica libertad de los hijos de Dios. Por mi parte sigo pensando que los que no pudimos conquistar la perfección a través del ejercicio de virtudes eminentes, tenemos que contentarnos con la práctica de elementales principios, a los que las circunstancias están rodeando de peculiar heroicidad. Basta una sucinta y rápida ojeada al desencantado panorama que nos rodea, para darnos perfecta cuanta (sic) de que estamos en presencia de un espectáculo bochornoso, que a diario se incrementa amenazando destruir todo fundamento, trastonar todo orden y conducirnos a un abismo caótico, donde toda reacción resulte nula o imposible. Especificar más sería superfluo y solo una ceguera absoluta, hija del fanatismo o del inescrupuloso interés, podía hacernos dudar de que la Nación vive, tal vez, la hora más tormentosa de su historia. Ustedes, mis amigos, y con ustedes la gente sana y consciente, no pueden negar esta pavorosa realidad, y estoy seguro, que si no han logrado reaccionar en forma terminante y masiva, es por el temor a un futuro incierto, con presagios más catastróficos. El espanto del siglo se alza amenazante, presto a aprovechar y explotar hasta la saciedad cualquier convulsión. Sin embargo, al mismo tiempo que ponemos en tela de juicio nuestras maravillosas reservas energéticas nos obstinamos en pensar que es más inofensivo, para la causa del bien, el monstruo que nos despedaza y devora que el espantajo agasapado en el mundo de los posibles. Este es tan real que nos descoyunta y asfixia; el otro con todo lo horrible que sea es sólo una amenaza, más fácil de conjurar y vencer, porque privado de los medios que le otorga el dominio. Además, quien niega, a estas alturas, que un Régimen que provoca todas las penalidades, todo los desquiciamientos que produce el comunismo, en la práctica no es más que un vulgar disfraz de la misma materialista interpretación de la historia. El bárbaro que soñamos descendiendo de la estepa norteña está a nuestras puertas. Desde que se echó a rodar la diabólica consigna de utilizar la democracia, coexistir pacíficamente, como manera de ganar tiempo, adoptar tácticas aparentemente persecutorias a un nombre, ante el cual la América sufre de alergia y levantar estandarte que tienen el embrujo de maniatar o apaciguar los ánimos, nosotros sino somos ni ingenuos ni torpes, debemos observar los frutos para catalogar al árbol, como manda Jesucristo. Seguir inquiriendo, seguir esperando es morir de inanición, antes de morir, definitivamente de angustia. No creo necesario advertir que en nada influye mi condición de preso y desafecto al Régimen, para hacer este especie de diagnóstico y crítica, que contados intentarán contradecir y desvirtuar. Este convencimiento, no obstante, es algo tan personal e íntimo que es mi propósito firme evitar toda controversia inútil, aún con el grupo minúsculo, que aunque tal y en tal posición no disminuye mi afecto fraternal. Cualquir (sic) discusión, es esta emergencia, constituiría una rémora que prolongaría la espera, daría pábulo a la arbitrariedad y consolidaría el desafuero. Lejos de mi pretender llevar al ánimo de mis hermanos, como quien lleva agua al río, un convencimiento científico de los malos tiempos que vive el País, presagio de una tormenta mayor, como tampoco intentar violar la consciencia (sic) del que se encastilla en sostener la ortodoxia de una tesis de abstencionismo y tolerancia. La misión del Sacerdote lo convierte, de hecho, en antena fidelísima que capta todas las ondas y su acuciosa preparación le ilumina el sendero para asentar el pié


32 con firmeza, confianza y seguridad. Enmarcado el Sacerdote en tan insoslayable posición, vituperable aparecería abstraerse frente al destino en peligro de la religión y a la Patria y si a otros se le recrimina con acritud no afrontar decidida y valientemente esas contingencias nefastas, al Sacerdote, Ministro de dios y del Pueblo, puente de oro entre lo temporal y lo eterno, esperan por lo menos, lo más severos epítetos de los hombres y del mismo Dios, naturales contactos de su misión sobre natural. Se tacha y acusa a los venezolanos de la hora actual, de incorregibles comodines, pescadores en río revuelto; se les reprocha la maravillosa lucidez con que intentan malabarear cuando el temor femenil o el interés bastardo se cruza en el cumplimiento de sagrados deberes que imponen sacrificios y hasta se anatemiza el económico “Laisse Faire” francés, hecho criterio criollo desde que se nacionalizó para convertirse en desvergüenza, y es, sin embargo, contra el Sacerdote que se acumulan responsabilidades y diatribas, como si Venezuela toda fuese una moderna tribu de Levi. Pero, hoy, cuando la nación se levanta como un gigante en defensa de su historia y de su dignidad conculcada, dando demostraciones palmarias de querer entrar definitivamente, en el carril de su destino auténtico, en ninguna parte luce mejor la bandera de la libertad, que en las manos ungidas del Sacerdote. El que espera, que otro realice ese acto heroico, perdió su dignidad y, sin duda alguna, nació para esclavo. Afectísimo (sic), Pbro. Dr. Simón Salvatierra.


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LA HORA DE LAS TINIEBLAS20 O DEMOCRACIA NUESTRA, GRITO FEMENTIDO

“HAY CÁRCELES CON BARROTES, GRUESOS BARROTES QUE PUEDES AGARRAR Y SACUDIR CON RABIA, CÁRCELES EN LAS QUE OS DICE CON LA SONRISA EN LOS LABIOS: PERO SI SOIS LIBRES, LA PUERTA ESTÁ ABIERTA…..” Y UNO SABE QUE ES IMPOSIBLE HUIR”.

Michel Quoist.

Pbro. Dr. Simón Salvatierra.

20

Job 15,23 (Biblia de Jerusalén).


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DEMOCRACIA NUESTRA, GRITO FEMENTIDO

POLÍTICA,

en

teoría,

es

él

arte

de

vivir

en

sociedad,

organizadamente;

DEMOCRACIA, “gobierno del pueblo y para el pueblo”. Las dos, política y democracia, en la práctica, con su desviada exégesis la una y con su absolutismo disfrazado la otra, conforman en nuestra pobre tierra un día gris, de luto y dolor para la Patria. Cínica actitud y amarga mofa que pretende “purificar la sangre de los hombres y elevar la naturaleza humana.” De esta misión generalmente se encargan las barreduras y desperdicios de nuestra flamante sociedad. —

Cárcel Modelo, 1961.


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1.- SE ME ANTOJA UN LIMINAR DE MAL GUSTO Las rejas están acerrojadas, más frías que nunca… y las paredes, muros de contención, tienen la impresionante blancura de un sudario escalofriante... Las sombras pasan y pasan en una interminable procesión, que se refleja en el fondo, convertido en macabra pantalla borrosa. Viéndolas, con desgano, desfilar, concilio el sueño a duras penas, hasta que me sumerjo en un mundo fantástico, que es burla del presente antagónico. El reino de Morfeo es un refugio liberador de la tortura del tiempo extenuante y obra el milagro de trocar el paisaje. Muellemente reclinado en una mentirosa nube, disfrazada de gasas y tules, dialogo, en sueños, con la serena y argentina luna, hija predilecta de la noche. La incansable viajera, inspiración de los poetas y amiga infantil de los que perdieron la libertad, —los encadenados del ensueño y las víctimas de la cruel sevicia—, detiene su marcha de siglos y me presta una atención de abuela complaciente, tolerante, cariñosa como ninguna. Yo, con una ansiedad nunca antes probada, me atreví a decir, como si hablase ante un excepcional y selecto auditorio: El hombre, gigante microbio de la tierra, condenado hoy a la reja como el de ayer remachado a la galera, podría raciocinar, reflexionar y hasta coordinar sus ideas al compás de sus sentimientos, pero no lo hace, apenas habla y escribe; adelantándose siempre la lengua y el lápiz al cerebro y a la prudencia. Todo, casi mecánicamente, dentro de un mundo brumoso, enrarecido, asfixiante como el cráter de un volcán, que se hubiese aprestado a entrar en acción. ¡Pesadilla de todas las horas! Las más de las veces habla y escribe más de lo que hubiese pensado, más de lo que es preciso y conveniente; siempre, por encima de lo que puede permitir la inmisericorde y mordaz crítica del hombre y del tiempo; al margen o aventado lejos del inseguro y voluble sentir humano. ¡Como si fuera el último varón sobre la tierra...! Yo, por ejemplo, me siento casi enemigo de la humanidad, de la grande humanidad que forma rebaño, con los desperdicios del ocio, de la intriga y de la melidicencia. ¿Quien acaso, desea complacer o agradar a un enemigo entrañable y repugnante….? No hay silencio que no quiebre con los gritos más destemplados y desafiantes, ni papel que no emborrone con frases tan libres que muy bien podían escandalizar y enrojecer al menos timorato. A veces, pienso que mis aventuradas expresiones podían exhalar un ingrato olor que no escaparía a los olfatos puritanos, ya definitivamente dedicados a indagar si llevo dentro de mí, algo que hubiese muerto. Como hombre común, sin la más mínima cualidad que me inflase en un ridículo orgullo, mi ingenua fantasía también tuvo la flaqueza de construir uno que otro castillo dorado de ilusión. Sin embargo, nunca me abandonó la maravillosa suerte de tener conmigo y sobre mí, la dura mano de la realidad, que a otros hizo llorar. Ella, desmenuzó uno por uno, todos los castillos fantásticos. Al morir y agotarse las engañosas ilusiones, sobre cada ruina emergió siempre mi viejo ideal, vibrante y solemne, como un canto de victoria. A mi edad, con esa dura aspereza que proporciona el devenir del tiempo, ya me parece haber conquistado el derecho, por lo menos, a decir lo que quiera, a pensar lo que se me antoje. Por esos, no quiero expresarme como un “hombre—sepulcro”: en mi espíritu hay murmullo de cascada y en mi carne, rumor de enjambre.


36 No me arreda ni me intimida el clásico “Scripta manent!”, lo escrito queda; anadvertida e insensiblemente, me hice, entre cadenas, a la santa “libertad de los Hijos de Dios”, que tiene su asiento permanente en el alma, a donde no llega la humillante y dura frialdad del hierro. Siempre tuve la rara, la extravagante pretensión de que mis errores fueran exclusivamente míos, como mis éxitos nunca parecidos a los triunfos de nadie. De nadie...! Al principio fue el caos y el vacío, pero en ellos se engendró la idea, que fue como el rayo milagroso de la acción palpitante. Entonces había vida y cariño…Hoy el silencio es vacío y esterilidad. Sin embargo, difícil resulta aislarse en este tiempo en que también la convivencia vino a ser hasta un punto programático del enemigo. Ya no hay inocentes……. De las cosas más simples se difunden noticias y se tejen comentarios más que suficientes, para que todos se sientan instruidos y nadie esgrima excusas de no haber sido informado. Solamente nosotros, encausados de un crimen que todavía, después de mucho tiempo permanecerá sin nombre, somos los repudiados, los ignorados, más que aquellos que fueron relegados a la infamia del olvido. Todo el mundo sabe de todo y de todos, menos de nosotros y de nuestra causa. Todo el mundo, aún con odio pide justicia; la justicia no llega a nosotros ni con odio, ni siquiera viciada de parcialidad. Hemos cometido un pecado nefasto. Más grave falta, más horrible crimen es caer en el desafecto, insultar o insurgir contra Rómulo Betancourt, que despilfarrar los dineros de la Nación, robar los caudales de las FF. AA., vender secretos militares, traicionar a la Patria, derramar sangre inocente y convertirse en continuo sobresalto para todo un pueblo. Nuestros nombres se han desintegrado en el corazón de los que se decían amigos y fueron tachados en los registros civiles, sociales y eclesiásticos. Nosotros y nuestras familias, involucrados en una misma infamia y en un mismo desprecio, no tenemos nacionalidad, ni casta, ni religión; no somos venezolanos ni creyentes. El Gobierno, los hombres de este Gobierno, con un falso, premeditado y calumnioso motivo; la Iglesia,-los hombres de esta Iglesia-, sin ninguna razón que los asista, permanecen: rencorosos y revanchistas los primeros, indiferentes y abstraídos, los segundos. Siento un odio entrañable y un desprecio cordial por los gobiernos que haciendo caso omiso del oficio histórico que deben desempeñar por destino, utilizan el poder para bajas maquinarias y una lástima invencible por los pastores, que cubriéndose con el manto de una cobarde prudencia, que más bien es miedo, dejan al lobo destrozar el rebaño encomendado21. El Gobierno, cualquier Gobierno, cuando el orden, la seguridad o la independencia están en peligro; la Iglesia, cualquier Iglesia, cuando se siente sola, aislada, despreciada o perseguida, condenada al “Sambenito” o a la catacumba, recurrirán a nosotros y nos llamarán a voces, con borbotones de palabras incoherentes, donde se distinguirán, inmancablemente entremezclados: “sacrificio, obligación, patriotismo, deber...” Entonces, recordarán con gran lucidez, en la salmodia de un “ritornello” que tienen hijos y tienes súbditos. Los padres que sembraron las bases de la nacionalidad y de la fe, tuvieron corno primera regla de conducta política y social, no ponerse en contradicción consigo mismos. Los que hoy actúan, desvirtuando los heredados, se esfuerzan en suavizar el remordimiento con una idea, extraída a duras pena de aquella pedagogía trasnochada que aconsejaba castigar con sevicia a los díscolos.

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“Cuanto pecan los prelados que comen mudos los bienes eclesiásticos” Libro XXII- Los Murales de Gregorio Magno. “Cuan malo es educar a los pecadores” Libro L.XVIII Cáp. IV. (Notas del Padre Salvatierra).


37 Y para castigarlos, se pisotea la justicia y el derecho, las reivindicaciones y conquistas de ayer y de hoy; actúan sin arreglo a las más rudimentarias leyes y prescindiendo del severo pero justo marco de los normales procesos, porque es la hora del ensañamiento y la revancha, del predominio largamente esperado. Pudimos ser héroes, la causa prestaban y hoy nos condecorarían con medallas relucientes nos llamarían “hijos preclaros”’. Los que en esos actos de reconocimientos teatrales aplauden, nos rodearían hoy zalameramente, como las moscas al panal. Pero, aunque no fuimos vencidos ni los seremos nunca, porque nuestra bandera no se arriará jamás, caímos y hoy se nos repudia y segrega como indeseables y contaminados. Fríos están y abandonados nuestros hogares.... Tristes, desorientadas como sonámbulas, las heroicas mujeres... Famélicos, desnudos, sin disciplina y sin cariño, los hijos... Indeseables y descartados nuestros familiares y amigos... Burlados nosotros mismos, cuando nuestros ideales nacionalistas, el haber preferido a Venezuela y su gloria; al despreciar a los grupos, creados para el despojo; el arrojar lejos un trapo engañoso, que nada decía para envolvemos en el tricolor, que arranca marciales notas, produjo burlas y risas histéricas en los que se creen dueños del mundo. No importa: aquí estamos y estaremos todos lo años que el gobierno quiera y el déspota determine; que una sociedad fatua y decadente conscienta, y que una Iglesia, pusilánime y asustadiza, poco sensible y poco misericordiosa, tolere. Los pueblos se remozan y renuevan como los árboles y nosotros estamos seguros de nuestro MAÑANA, que avizoramos luminoso y pujante, con más fe que nunca y tan patriota como en los albores de la nacionalidad, regado hoy con sangre y fortalecido con sacrificios sin cuento. El mañana, el mismo mañana de lo sueños libertarios…………………… Lo que creí pudiera ser un diálogo, se convirtió en un fatuo pero inofensivo monólogo, un acomplejado soliloquio. Sin embargo, la Luna se tiñó de rojo, como cuanto en la tierra se desencadenan grandes incendios. Apenas se dignó susurrarme, mientras se alejaba: ”Pobre hombre, no hables, pero si escribes, hazlo para ti……” Y siguió su marcha triunfal, ascendente y eterna, no sin antes prodigarme la más ancha sonrisa del firmamento, que me hizo despertar.... Para advirtiese y constatase qué tétrico, qué frío, qué solo quedaba el Calabozo 41, donde pago la aventura que a diario añoro reeditar, mientras mi pequeño mundo tenga tinieblas..., y mis venas, sangre.-

2.- EN ALAS DEL VÉRTIGO La casa de Mariángeles, la bordona de la familia, es mi casa; aquí vivo, y todos, menos yo, creen que es mía. Las escrituras que duermen en los anaqueles del Registro Público, desmienten a los demás y me dan a mí la razón. Sin embargo, yo vivo aquí a mis anchas, sin que me asalte el más leve temor de yerme obligado a abandonarla, como si mi permanencia en ella dependiese de una cláusula legal imposible de desconocer. A pesar de su ubicación en la Calle Comercio, bajo el N° 106—82, arteria vital de la regurgirante ciudad, formando con la calle Andrés Bello, la histórica esquina de “Flor de Mayo”, es


38 una casa con la imponencia y seriedad que le da la pátina del tiempo, eminentemente pacífica, como el barrio en donde se encuentra enclavada. En ella nació, allá por la segunda mitad del siglo pasado, uno de los últimos caudillos de nuestra tormentosa Historia Patria: el General Antonio Paredes Domínguez, fusilado en Ciudad Bolívar, por orden de Cipriano Castro, el Restaurador. De ella hablan con cariño, como de una reminiscencia infantil, los López, especialmente Luís Felipe y Carlos Enrique. Su estructura claustral, todavía frecuente y abundante en la ciudad del Cabriales, se presta para la meditación en el penumbroso silencio. Fuera de la voz “varonil” de tía Mercedes y la risa moderadamente bulliciosa de las sobrinas que de cuando en cuando me visitan, hasta los perros, mis inseparables amigos, “Chiquito” el más pequeño y más viejo a quién los demás respetan solo sus canas: “Sultán”, el mimado de María, y “Rintin”, el de la voz impresionante, colaboran con su educación a esa apacible tranquilidad, que los pájaros hacen bucólica. Y aunque la radio y la televisión funcionan a medio volumen, cuando funcionan, no me considero un ogro ni un misántropo neurasténico, ni tampoco mi carácter se presta para el retraimiento; sigo teniendo, la casa de Mariángeles la bordona, como un refugio contra la charlatanería de una sociedad bofa y decadente y contra el ruido de una calle sin autoridad y sin gobierno. La noche del martes 21 de febrero de 1961, fue una noche de excepción en la apacible casa claustral de “Flor de Mayo”, comparable solamente a las noches aciagas de las Guerras Civiles, cuando Valencia también se convertía en campo de batalla, emulando los días de sus cercos famosos, que la hicieron “ciudad histórica”. Ruido de motores, golpazos de puertas, traqueos de armas, revuelo de pisadas y carreras, de escándalo de voces, más fuertes que las voces bulliciosas de las sobrinas y la de la autoritaria tía Mercedes juntas. Salgo en pijamas, como lo deseé el Maestro Gallegos, con toda la serenidad de quien trata de infundir confianza y al mismo tiempo aparentar no haber estado esperando. - El Padre Salvatierra? - A la orden. - De parte de la Dirección General de Policía - del Ministerio de Relaciones Interiores-de Caracas. El enunciado lo hacen tres, como si estuvieran dosificando el aliento. Sin exigirlo, presentan carnets, y ocupan lugares estratégicos de la casa pero me dan tiempo para echarme encima la bata blanca y tomar mi breviario. Desde la puerta me despido de las viejas y de Mariángeles, con un gesto que quería fuese reconfortante. Lejos de mi mente siguiera el más leve presagio o presentimiento de que ese gesto fuese la postrer despedida, el adiós definitivo a mi querida viejecita Lucrecia, la imborrable “Luca”, quien antes de convertirse figura intangible, formó con Trina y Mercedes la amable trilogía que ocupara por muchos años el lugar de la Madre muerta. Quien se expuso sin titubear a la venganza revanchista y la crueldad, quien desafió feroz crítica, quien despreció la comodidad de la vida, está a punto de lamentar haber arriesgado el afecto; pero la Patria es una intransigente tirana que se impone sin medir exigencias, las cuales de ordinario llevan el sello de mandatos perentorios e inapelables. Cuando su voz augusta se hace presente desde un nuevo Sinaí, hoy como ayer, entre rayos y centellas, las otras voces enmudecen y el horizonte se convierte en una montaña de fuego que borra todos los caminos para la fuga o la excusa. La cacería fue más fácil de lo que se hubiera podido esperar y ni la presa ni la jauría sudan o jadean.


39 Al enmarcarme en el dintel del alto Portón observo, en despliegue “alentador”: una camioneta, tres carros, muchas ametralladoras y pistolas. No voy solo, aunque sea el único preso. Este despliegue lo llama alguien “prudencial precaución” y pone un alivio reconfortante, en un hondo suspiro, la orden de partida, entre chirridos de cauchos. Héroes de una misión extraña, realizada con un gusto que se adivina, devoran velozmente las calles y a los pocos segundos de carrera desenfrenada estamos deteniéndonos violentamente a la puerta de la Seccional de la Digepol Valenciana, hija abortiva de la capitalina. Descendemos y porque se trata de un pájaro de cuentas, hay cuchicheos maliciosos y en las caras iluminadas por el neón, la alegría incontenible del campesino que logró fijar contra el muro tosco, al ave de cazada la sementera. Además, es un punto valioso y un probable elogio que se gana ante los señores de Caracas, supremos árbitros de todos sus desvelos y actividades. Eternos minutos de enojosa espera, requisa general y abundantes planillas con los datos corrientes: edad, nacionalidad, profesión, etc; el pobre secretario, atolondrado o poco agradado, a veces se contesta a sí mismo, los datos que podrían estimarse importantes. La mayor parte de los empleados de turno son casi amigos míos, pero esta noche nadie me conoce y parece que nunca me hubiesen visto.-Finiquitada la intermediaria tramitación, volvemos a los carros y desde ese mismo punto de partida como en una formidable competencia, iniciamos de nuevo la veloz carrera, ésta vez hacia Caracas, en medio del más profundo silencio. Alcabalas de San Blas, Los Guayos, Guacara y tantos puntos nostálgicos que por años y años, por la vieja carretera o por la moderna autopista familiares, desfilan veloces bajo éste vértigo, que es el mismo vértigo qué enloquece a Venezuela. Esta gente no se siente bien en el poder y está afanada por llegar lo antes posible a una meta que le parece tan lejana, tan difícil, tan inconquistable, por un camino abrupto. Es el deseo incontenible que acosa al ladrón de respirar aire de calle, de campo, de mundo, cuando se encuentra encerrado en la casa donde entro furtivamente. Dejado atrás el pueblo de Guacara, mi antigua Parroquia, de la que no podido desprender definitivamente nunca, ligada como está a tantos recuerdos gratísimos y a la indestructible amistad que me une con Bernardo Heredia, mi hermano, víctima también de Acción Democrática, interrumpo la monotonía: “Que hubo! ¿Uds., cómo que son los presos?” Me abruman los pensamientos y cortó así de tajo, el desfile martirizante de cuadros dolorosos que forman un drama de largo metraje. En alas fantasía, el desfile se inicia aquí mismo, en las callejuelas queridas de estos pueblos y se interna en la brumas de pasado, para hacerse presente, de nuevo en lo de hoy, mi casa, mi gente, mis amistades y la pobre Venezuela. Empiezo a conversar con los tres, que estrechamente, me acompañan asiento trasero. El chofer y dos más van adelante, adormilados y cansados también, según comentan; sin embargo tercian en la conversación y uno en son de guasa pregunta: “¿Es verdad, Padre, que los que se meten con los Curas se empavan?” La pregunta como que resulta interesante por la atención que todos prestan a mi respuesta. -“El pueblo, contesto, creador de una vieja Ciencia, asegura que carne de Cura revienta. No me atrevería a contradecir al pueblo pero de los que si estoy seguro es que eso no va con Rómulo Betancourt quien posee la fuerza superior de un formidable pacto con militares con políticos y con el diablo, que lo inmuniza”. Desde un rincón, uno sin ningún miramiento a su condición de policía: “Me dijeron, de fuente seria, que ese señor trabaja con los espíritus. . .“! Zape!” contesta un coro, como en solemne amén.


40 Lo que para el resto de la humanidad fue y es discutida hipótesis muchos venezolanos de hoy es convicción y tesis inobjetable: La suerte o buena estrella de un hombre puede tener origen en poderes sobrehumanos y tenebrosos. -“ Esa pava, observa el chofer volviendo tema truncal, no va con nosotros, que no hacemos sino cumplir órdenes y nos lavamos las manos”. Se quedan serios y pensativos cuando sentencio: “como Pilatos? Ojalá no se solidaricen con las injusticias, para que eso sea una excusa saludable en el futuro....” Y volvemos a caer en el largo y enojoso silencio que el vértigo de velocidad acentúa. Cuando se creía estar pensando en otra cosa muy distante y distinta, el vecino inmediato me dice, a manera que todos oigan: -“Explíquenos eso que acaba de decir, Padre” -“Pero si yo no he dicho nada”. -Otro ayuda: “No Padre, lo último que dijo, eso del “ojalá. Al quite que hace el chofer cuando afirma: “Eso es demasiado claro, le hago yo a mi vez otro, que me resulta sugestivo: “Miren muchachos, déjenme a mi pasar una mala noche y no la pasen ustedes…” Todos ríen con una risa marcadamente nerviosa y el acelerador se va a fondo. Superando cortinas de niebla, esquivando los chorros de luz de los contrarios, sintiendo el latigazo de los pontones en serie, devorando rectas, curvas, llanos y montañas y hablando de todo como cotorras, pasamos raudos la gran carretera hasta embestir finalmente lo que desde lejos, simuló ser un formidable incendio: Caracas.En las calles, en las avenidas, no se disminuye la velocidad; “somos Gobierno y las leyes de tránsito, como el amasijo heterogéneo de las demás normas que pretenden regular la vida de la Nación se hicieron para los enemigos y para los tontos que no pudieron descubrir el maravilloso talismán de un carnet milagroso”. Otros piensan: “Llevamos un preso y la satisfacción que le proporcionaremos a nuestros jefes nos inmuniza”… El carro reedita el mismo frenazo brusco de la primera estación en Valencia y culmina así esta carrera desenfrenada en alas del vértigo.

3.- LA ESQUINA DE DOÑA ROMUALDA Esta es la temible, la horripilante “Esquina de la vieja Romualda”, convertida en el antro del odio, de la venganza, de la sevicia cruel del viejo Rómulo; la esquina que con toda su jactanciosa arquitectura, en vez de progresar, degenera, gracias al oscuro destino que se le impone. Al abrir la puerta del automóvil, que por el recalentamiento sigue bufando como un monstruo, aún después de detenerse, me ciegan los “flashes” de los fotógrafos de diarios y revistas, que me rodean como vampiros en la noche, unidos a los ocupantes de los dos carros que me acompañan y a los guardias que vomita la odiosa guarida, matarifes a sueldo de un patrón carnicero. Bajo fuerte escolta soy conducido hasta la “Oficina de Registro o Información” y en los primeros instantes descubro, sin mayor esfuerzo, que no hay una sola cara que pueda ser tenida por amiga y que a todos retoza por fuera la mala intención de molestarme y humillarme, aunque sea para demostrar adhesión y fidelidad al Régimen y a los jerarcas. -“Párase ahí..., colóquese allá póngase aquí.. -“Quítate eso. .“-tuteándome, manda altanero el capataz; refiriéndose a la bata que visto. -“No” -respondo secamente y ya alterado agrego: “Si quieren, quítenmela”.-Olvidando, adrede, mi propia condición y convencido de que cualquier acto de humildad tiene que ser tergiversado por estos cobardes, en el sentido de interpretarlos como debilidad y falta de hombría, en mi interior estoy


41 resuelto y eso tal vez se trasluce, a marcar para toda la vida al primero que se me acerque, sea cual fueren las consecuencias, que en estas ocasiones no se miden. Afortunadamente, uno de los que me acompañaron desde Valencia se interpone y aclara: -“Ya en Valencia fue requisado”. Y quedan contentos con que solo me desabotone parte de la clerical vestimenta. Así caigo en manos de estos sayones, refinados en la crueldad a través del ocio en que sirven y actúan, émulos de los bellos ejemplares de nuestra fecunda fauna, empeñados en vengar una imaginaria afrenta personal , que después de hacerme pasar noches y días muy completos, de penalidades y humillaciones insospechables, sin hacerme en ninguna ocasión, a menos de dos metros de distancia, pudieron jactarse, con toda verdad, de no haberme tocado ni siquiera uno solo de los pocos cabellos que me quedan. No se necesita tocar, ni maltratar violenta y físicamente a uno para provocarle lo trastornos que sentí; el enervamiento general, la descomposición total, la deshidratación y fiebre que produce vértigos; veintisiete horas consecutivas de pie en un solo lugar, forzando a uno a hablar ininterrumpidamente, son más que suficientes, para constituir una tortura como el antiguo potro o los suplicios de la checa. No permitirme comer, beber ni realizar necesidad fisiológica alguna por cinco días consecutivos me produjo una tremenda intoxicación y un intenso dolor de cabeza, de todo lo cual aun me quedan vestigios. Horas enteras en un piso hediondo y húmedo, en un ambiente tan insoportable, me produjo náuseas incontenibles, a mí que me jacto de tener un estómago de cirujano; un mes después quedaba fijo y persistente en el olfato el tremendo hedor. Un periodicucho, habitual incensador del sátrapa de Guatire, da la noticia de mi detención con una satisfacción tan marcada, que me siento halagado: “Por fin cayó!” Desde hace tiempo, mucho tiempo, estaba arteramente armada la trampa y de manera milagrosa escapé a ella durante el oscuro trienio. Betancourt, así engaña al crédulo pueblo de Venezuela por varios períodos más y resulte tantas veces más, presidente, siempre será un miserable de pasiones pequeñitas como su estatura moral y de enfurruñamientos histéricos, propios de su dudosa condición psíquica. Avizoré esta mala hora de hoy con precisión y exactitud, desde el día en que el pusilánime y mediocre general Régulo Pacheco Vivas, encargado del Ministerio de Defensa, en ausencias del borrachín consuetudinario Josué López Henríquez, me anunciaba mi retiro de las Fuerzas Armadas, haciéndose, como un despreciable grámofono, eco de una ridícula expresión de Betancourt: “Por desafecto al régimen “ Más grave falta, más horrible crimen es insultar, insurgir o ser desafecto a la persona de Rómulo Betancourt, que despilfarrar los caudales de la Nación, robar al presupuesto de las FF. AA., vender secretos militares, traicionar a la Patria, derramar sangre inocente o convertirse en continuo desasosiego y sobresalto para todo un pueblo. Para Soublette, el gran demócrata, más grave que faltarle al Presidente era la burla que éste pudiera hacer del pueblo. El siete de noviembre de 1960, ante la granizada que empezaba a arreciar, escribí a Monseñor Pellín: “Mi querido Monseñor: Si en realidad no estuviese viviendo una de las horas las horas más convulsas de nuestra historia, le iniciaría estas líneas con el rutinario “que le parece, compadre” hoy convertido, por virtud de las circunstancias, en título de skech de radio y televisión. Sin embargo, Ud. comprenderá que no estoy para chistes aunque el pensamiento del Kempis: “No serás más, porque te alaben, ni menos, porque te vituperen”, y adoptado como económica filosofía, me haya hecho insensible, haciéndome virtualmente indiferente.


42 No estoy detenido como dice la Prensa indocumentada y escandalosa y no lo estaré hasta tanto el Gobierno, al no encontrar una base legal y jurídica, se haga de nuevo cómplice de las maquinaciones y calumnias de maleantes inescrupulosos que juegan con la fama ajena como un objeto de abyecta distracción. Nuestro pueblo, en un alarde de ancestral contradicción, por excelencia orgulloso hasta regatear méritos tolera y cultiva una fauna de aduladores, que es mancha y vergüenza de gentilicio y basta que el afecto del mandón de turno distinga a cualquiera para que ellos, en honor de éste, se deshagan en ditirambos y elogios encomiásticos. Si por el contrario, con proverbial facilidad, entre los secretos de palacio se cuela la especie de que fulano o zutano no es del agrado del Presidente, de él se hará plato exquisito para el banquete de los buitres. Un día cualquiera y si quiere más precisión, muy poco tiempo después de la toma de posesión del señor Betancourt, el entonces Encargado del Ministerio de la Defensa, Coronel Régulo Pacheco Vivas, me notificó que debía abandonar la Capellanía Militar, desempeñada con total dedicación en diversos cuerpos y dependencias durante doce años consecutivos, desde: que ingresé, con la anuencia de mi Obispo y por voluntad y exigencias del inolvidable Comandante Carlos Delgado Chalbaud, figura señera de las Fuerzas Armadas. Al indagar los motivos se me contestó a secas: “Es orden del Presidente y por tenerlo él a Ud. como desafecto a su Persona.” En mi espíritu conturbado hubo estruendos de torres que se derrumban, porque hice del Servicio inmediato de mi Patria mi segunda vocación y por que hace mucho tiempo sueño con los tan decantados nuevos procedimientos, donde sean las leyes y no los hombres los que digan siempre la última palabra. Nunca pensé que un vocablo tan insignificante, “desafecto”, me abriría las compuertas a todas las infamias y a todas las calumnias y que en el concepto de los que viven incensando al régimen yo no podría ser, en adelante, más que un vulgar conspirador. La monotonía de mi trayecto entre la Iglesia de San José, donde sirvo y mi casa no es escenario suficiente para desarrollar pasmosas actividades, por eso fue necesario crear fantásticos viajes por soleadas carreteras con indumentarias carnavalescas, tan en boga en el año 48 y en los años de clandestinidad. Tengo una mortificante curiosidad, casi morbosa, por tener en mis manos una sola de mis famosas e incendiarias cartas enviadas al exterior. A no ser que se trate de una carta escrita al estilo de aquella del Mayor Alirio Márquez... Forzando la imaginación y la fantasía, me he visto a mí mismo juramentando oficiales para asesinar a superiores jerárquicos: tenía la cara de Frankestein, la barba de Fidel Castro, los colmillos del hombre lobo y saliendo de una de las cavernas del Guacamayo legendario, Que ideas tan estúpidas e imbéciles tienen ciertos civiles de los militares. El hombre de la disciplina como mística siempre actúa por principios y nunca se dejará arrastrar por el consejo mefítico o la insinuación interesada. Pero... cosas veredes, Sancho! Esta es la democracia nuestra esta es la “Libertad absoluta”, que anatematizó nuestro Libertador. Libertad absoluta, que quien sabe a donde nos llevará! Y dejo para último lo que pudo ser primero. Lo felicito y me alegra sobremanera haya vuelto a nuestra casa común “La Religión” donde su presencia espiritual nunca se extinguió y donde su recuerdo nunca pudo morir. Feliz timonel, aunque vuelva en una hora de tempestad. Salúdolo y bendígame, Pbro. Dr. Simón Salvatierra”. Ya en mayo de 1959 ante la negativa a publicar de todos los diarios de Caracas y Valencia había lanzado una hoja volante, en los siguientes términos:


43 “Frente a una decisión injusta y cómplice.- Con la disciplina que inculqué a los soldados de mi Patria por doce años ininterrumpidos, con toda prudencia y con una paciente resignación, superior aún a lo que podía exigirle a mi naturaleza rebelde, soporté la granizada injusta de un reportero sin freno ni escrúpulo, dócil instrumento de enemigos solapados. Pensé con el discutido inglés Oscar Wilde, que “mi mejor defensa era no defenderme”, pero finalmente opté hacerlo por el camino silencioso y doméstico de mi órgano regular, para evitar un escándalo que perjudicaba a otros más que a mí, persona sin historia y sin importancia, contra el sacerdote y el militar, binomio demasiado molesto para cierta gente. Mi defensa, aunque razonable y contundente, no tuvo éxito, porque llego tarde y porque hemos estado viviendo una época, a veces contradictoria que oscila entre el “terror francés” y “la patria boba”. Mis enemigos habían madrugado en su siembra maquiavélica y tuvieron la suerte de encontrar una tierra abonada para la intriga más que para la verdad y la justicia. Cuando quise reforzar personalmente mis argumentos incontrovertibles, nacidos de mi misma inocencia, todas las puertas estaban cerradas. Una hora mala, que a nadie falta. He leído a Fouché, pero ni sus consejos ni el ejemplo de su vida anecdótica me sirvieron mucho para hacerle frente al ambiente político venezolano, público o privado, donde todo el mundo, después de lanzar la piedra se hace el loco, sin miramiento a su posición, jerarquía o dignidad. En manos de mis antiguos superiores está mi defensa razonada si es que a estas horas no ha sido relegada al cesto de los deshechos. Ahí se desenmascara la calumnia, se desmenuza la infamia, se ridiculiza la fantasía enfermiza y haciendo caso omiso a la baraunda, se ponen las cosas en su puesto, todo en orden para la madura consideración cuando las aguas tornen a su cauce inevitable. Y me voy, esperanzado y convencido de que aunque la justicia cojea, siempre llega. Con resultados negativos di un tiempo prudencial para que se meditase en los catastróficos resultados que ineludiblemente trae convertirse en cómplices de una infamia. Enterado de la última decisión superior, me encontré de nuevo frente un dilema: o me retiraba en silencio, cargado con el pesado fardo de la infamia o llevaba adelante mi causa de inculpabilidad hasta encontrar finalmente una autoridad que hiciese justicia. La primera resolución era halagadora para mis futuros intereses materiales, pero dejaba mal parados mi reputación y mi honor presentes. Hasta se me dijo en la esfera de mis amigos, que guardando un prudente silencio podría recuperar en tiempo no lejano, el” puesto” perdido, la posición conceptuada envidiable. Pero como personalmente estimo más mi pequeño honor, que todas las prebendas y distinciones en defensa de él estoy dispuesto a sacrificarlo todo y exponer todas las contingencias, aunque se trate de una infamia, ya común en nuestro medio, que podría borrarse tan solo palabras adulonas, pero en el caso presente va directamente contra lo más querido de mi vida. La ratificación de una pena por parte de la Superioridad está haciendo caso omiso a la verdad de unos argumentos incontrastables y de una justicia que no puede pisotearse. Y lo que es más inexplicable, está justificando ampliamente acusaciones inverosímiles y calumniosas tan fáciles de desmenuzar, que solo los interesados, pudieron darle crédito. He de dirigirme al sector de la Prensa que todavía se preocupa por la verdad y se duele de las injusticias y si fuere preciso también recurriré al Soberano Congreso de la Nación, donde espero encontrar la ecuanimidad y comprensión que otros me negaron. Dos años antes de su lastimosa caída dije en presencia del General Pérez Jiménez, que “una injusticia, de un milímetro de longitud, era suficiente para derribar un imperio”. Entonces él estaba bajeado por la zalema vizcosa de los áulicos y tenía a sus pies medio pueblo genuflexo. Por eso y porque tal vez no había tenido la suerte de tomar en sus manos un texto de Filosofía de la Historia, me respondió con una sonrisa burlona, que hoy recuerdo como una mueca. La misma mueca que le hubiese hecho a la célebre frase de Le Bon “el héroe llevado con entusiasmo al Capitolio será precipitado con el mismo entusiasmo desde la Roca Tarpeya”.


44 Mientras que en nuestra Patria perduren los antiguos procedimientos de impartir justicia bajo el nefasto influjo del chisme callejero, del rencor personal o de la reacción etílica, siempre estará presente el fantasma de la inestabilidad política dando zarpazos inconstitucionales y creando un clima de zozobra colectiva. Los ambiciosos dictadores saltan como buitres dañinos y voraces sobre el cadáver de la Nación cuando los malos gobiernos la pudren con sus extravíos, injusticias y claudicaciones. No tengo temor a nada ni a nadie y con ese valor, la única prenda de que puedo gloriarme sin jactancia, defenderé siempre al sacerdote por vocación y al militar por acindrado cariño. Conozco la oscura historia de la maniobra que pudo ser de franco optimismo en un futuro mejor, no podría tener reservas en desenmascararla, así quedasen deslucidos nombres que el rastacuerismo exalta. Yo tengo tanto derecho a mi honor como ellos, y no lo presto para que sirva de escala dorada a nadie; sin embargo me sentiría intensamente feliz y satisfecho si yo pudiese ser, en esta interminable cadena de desahogos pasionales, la última víctima del Moloc de la intriga política, para que haya la paz que se busca, con afán, por todos lo caminos, menos por el de la verdad y la justicia. Valencia, 25 de mayo de 1959. Pbro. Dr. Simón Salvatierra”. La emergencia actual la suponía y la esperaba, como también lejos de preocuparme, me ha llenado de una sincera satisfacción y de una alegría incontenible. Esta actitud mía, en el fondo no la cultivo ni la sostengo de manera intransigente y fanática; antes, parece mentira, mi mayor anhelo sería estar equivocado y verme obligado a destruir con un acto público de sincera retractación, el monstruo de la soberbia que todos llevamos dentro. Quisiera no fuese tan penetrante y tan elocuente este cúmulo de tristes realidades, esta montaña de argumentos, que día a día confirman y cimientan mi convencimiento, como también me obligan y constriñen a ratificar mi posición ante un propósito. Observo tan probado mi aserto, tan diáfano el peligro, tan desnudo el objetivo, tan infantil la cortada en el uso de medios tan lógicos que me repugnaría acusar a mis adversarios de tramposos, engañadores o falsos. Esta gente trabaja honradamente en el mal y en la implantación de sus principios mefíticos; sin máscaras, sin ardides, a plena luz. Los estimo tan francos y leales que considero solo se engañan los que quieren ser engañados o aquellos a quienes les convenga ser engañados. No gusto de las afirmaciones categóricas y dogmáticas que llegarían colocarme en el plano del desbocado fatismo que odio. En el campo de los ditirambos encomiásticos oí decir que Rómulo Betancourt, el Bachiller Rómulo Betancourt, era un talento. Estuvieron a punto de afirmar que era un genio. Una y otra cosa sería laborioso probar, aunque alguien en sutil sátira se atrevió a escribir que: “En Venezuela el talento es verdolaga... De lo que si no me puedo convencer, a pesar de haber tratado de sugestionarme a mí mismo, es que Rómulo Betancourt sea inteligente; si lo fuese hubiera hecho algo que lo demostrase o se hubiese abstenido de hacer ciertas cosas que demuestran lo contrario, una carencia absoluta de entendimiento. Solo posee cualidades instintivas, eminentes si se quiere, pero que no pasan una disposición natural de ser vivo “para obrar teológicamente’.! Utiliza la sagacidad que es atributo de los hijos de las tinieblas pero también cualidades que especulan eminentemente las zorras.


45 “La inteligencia, la sensibilidad y la sensatez, escribió un gran pensador, siguen siendo virtudes eminentes”, diría excepcionales aunque se sigan considerando comunes o cualidades de muchos22. A veces actúa de una manera tan torpe que hasta precisados nos vemos a limitar a pocas, aquellas diez cualidades, enumeradas por José Félix Rivero, para el candidato de “entendimiento animal”. A mejor ilustración, como una simple curiosidad transcribo las cualidades que le dieron el reinado al Sietecueros en la famosa fábula: 1) Autoritario y guapo, como el león; 2) Vivo y sinuoso, como el zorro; 3) Demagogo y gritón, como el mono; 4) Parlachín, como el loro; 5) Audaz y valiente, corno el tigre; 6) Temible, como el mapurite; 7) Avieso y Artero, como la culebra; 8) Simulador y embustero, como el camaleón; 9) Rápido, como el venado; 10) Calmado y reflexivo, como el morrocoy. Rómulo Betancourt, de ordinario trabaja con las cartas sobre la mesa, aunque éstas sean marcadas. Sin embargo, cuando se le cuela o traduce alguna torpeza, no se altera, la justifica o prosigue inmutable e impertérrito, como si nada sucediese, demostrando palmariamente que en política la vergüenza, no solamente es una cosa inútil, perjudicial o comprometedora, sino que la desgüenza o sinverguenzura es necesaria a veces y vital para el éxito. La Democracia abre un compás tan exagerado y extravagante que uno, por lo visto, sin el menor miramiento a la dignidad de la Nación o a la autoridad que se detenta, puede aparecer, si así conviene aparecer, si así conviene a la incomprensible maquinaria política, como un fresco, como un “conchudo” en el argot colombiano, lo que en definitiva le abra de par en par las puertas del más cretino cinismo. La vergüenza de Rómulo Betancourt, como la de Rafael, en el pintoresco decir del pueblo, es verde y se la comió un burro... Por eso, cada día que transcurre, nos convencemos más y más, lo detestable que es la política y lo despreciable que son los políticos, en esta tierra. “La mentira, dice Julio Amaya, nunca es buena para gobernar; la mentira es siempre el mejor medio para insultar y envilecer al pueblo a quien se intenta dirigir; la mentira es la mejor manera de hacer fracasar la historia…” En teoría y en la práctica, no siempre los partidos políticos postulan para puestos de responsabilidad o para la primera magistratura de la Nación a sus más destacados y combativos líderes, sino aquellos que poseen condiciones y virtudes para desempeñar tan difícil misión, con honradez, brillo y elegancia. Y es que todos entiende, como algo tan simple que no admite discusión que no es lo mismo ensaltar mentiras una tras otra, lanzar a dar gritos destemplados o poner a aplaudir, hasta rabiar, si se quiere, a una masa informe y fanatizada, que distribuir equitativamente un presupuesto anual de cien mil millones de bolívares entre siete millones de infelices. Para esto se necesita vergüenza y sentir la responsabilidad como una aguda espina. 22

”Hay hombres estúpidos escribió Paul Fabori que poseen amplio conocimiento y la extraordinaria abundancia de conocimientos a menudo disimula la estupidez” (Notas del Padre Salvatierra).


46 Le hago frente con coraje, a esta hora menguada, que sigue siendo para mí una hora gris en la esquina de Doña Romualda, porque a mí alrededor impera la maldad, el engaño, la más rayana imbecilidad y…. es de noche.

4.- LA HORA DE LAS TINIEBLAS Si no tuviese conmigo el magnífico cronómetro que me obsequiaron, allá por los tiempos de las “vacas gordas “ que vivió Venezuela, en este momento me sería sumamente difícil adivinar la hora. Faltan veinte minutos para las seis de éste jueves, veintitrés de febrero, que empieza a amanecer. Traspuse los umbrales de está repugnante Digepol a la una y media de la madrugada de ayer y en veintinueve horas largas ya me he familiarizado con el ambiente nauseante, con las miradas llenas de odio, con las burlas y groserías que brotan a borbotones de las sucias bocas de estos desalmados. Mis carceleros están definitivamente convencidos de que conspiré e in surgí contra ellos, poniendo en peligro su bienestar, sus salarios y sus “arepas”. Mi acción criminal, afortunadamente, sólo llega hasta allí, nada más, esto es lo único que lamentan, lo único que me reclaman. Requisas minuciosas e íntimas, capciosas preguntas en interminables interrogatorios, retratos de perfil y de frente, planillas, órdenes humillantes, amenazas y el colofón, colgando como un chicote en el ladio de un sucio:”je…cura de…”.A la fuga o retirada de los “pesados” suceden, con ritmo intermitente, las incursiones de los peones. Estos últimos son pobres hombres a veces casi analfabetas o extremadamente brutos, para quienes la prosodia, la síntesis y la ortografía son ilustres desconocidas, sin que esto obste para que actúen con un desparpajo de catedráticos; con esa seguridad y firmeza que otorga el poder. Los errores mas garrafales con el tono y cantinela de las distintas regiones del País, los repiten con una seriedad e insistencia que destruye toda burla y alejan hasta el más leve gesto de conmiseración: “Lo que es este cura del c.... se fuñó” “Tus compañeros te tiraron al pajón.” “Mirá, tu no conocéi al pelotero Pelayito Chacón, a un tal Luís Cortés, a…” “Si no te acordai, ya te vas a acordá…” El que funge de secretario, un pobre estúpido sin gracia, quiere ser gracioso y al llenar una de las planillas pregunta, modulando malintencionadamente las voz: “Soltero o casado”? Al contestarle, “soltero todavía, por propia voluntad…” se incomoda y machaca, con fingida severidad: “Este es un acto serio…”A lo que contesto: “Con Uds.? No me parece....” Desde que tomé asiento en el primer vehículo de la Digepol, como preso político, he intentado muchas veces sugestionarme de que debía sentir temor, miedo o por lo menos cierta reserva prudente contra cualquier oscura maniobra. Francamente, podría jurarlo, no me ha sido posible conseguirlo, y ni siquiera cultivar esa saludable providencia; este gobierno no me inspira el más leve temor, lo que podía hasta constituir un elogio para él. Sé que me pueden infligir todos los castigos, todos los atropellos que he visto y sabido le infieren a otros, porque no son errores sino crímenes los que cometen estos malhechores, disfrazados de autoridad. Sé también, que esta gente es capaz de inventar los más descabellados e inverosímiles accidentes, con toda sangre fría, pero no me atemorizo ni me inmuto. Tenerle miedo a este régimen equivaldría, en fin de cuentas, a temerle a Rómulo Betancourt y a una cáfila de degenerados y eso me da una vergüenza tremenda.


47 Cosa seria es cuando los hombres se desacreditan, aunque la humanidad siga lamentando más el descrédito de las mujeres.... Ante el diluvio de insultos, desahogo histérico de la chusma que me rodea, se me revela la parte humana y quisiera recordar todas las groserías que aprendí en las calles de mi pueblo. Estimo de oro este trance, sin virtud, para arrojar estiércol sobre estos rufianes, pero recuerdo que esto me paragonaría a ellos, abismo donde no he pensado caer nunca. No sé ni me imagino, cuantas horas pasaré al lado de esta cloaca rota, de pie en este sótano inmundo, poblado de miasmas y respirando el hedor insoportable de este recipiente perforado, que pretende guardar orines y excrementos de los pobres miserables que hace poco salieron de aquí. Fon el mitológico, creación de fantasías sádicas. Hay una capa una capa, húmeda y espesa, asquerosa mugre en el suelo, podrida y pegajosa, donde se hunde el pié. Ni siquiera los encargados de interrogar soportan mucho tiempo el asfixiante vaho y se turnan a breves intervalos. Al fin me dejan solo y este hecho lo tomo también como un recurso, de origen diabólico, con magnífica resonancia en los verdugos, arteramente preparado, con el fin de descansar ellos, sin interrumpir la encomendada misión. Así lo confiesa el mas ingenuo: “Para que piense... Y descansemos” En efecto, en la soledad puedo rumiar y comprender mejor mi actual situación y todo el alcance del castigo, copiando el cuadro que me rodea en este “destoyéuskico” sótano número tres. No lejos se oyen entremezclados, gritos, risas, frases horribles, protestas, blasfemias, e insultos; de cuando en cuando lamentos que se convierten en maldiciones y alaridos. O el grito soez que se destaca como la más grande aberración de este tiempo de infamia: “Ese nuevo... échamelo pa acá” Una robusta rata, más que mansa, boba, pero compasiva, sale por enésima vez de la cloaca rota y me hace una compañía que mi actual situación de no creer en nadie, atribuye a burdo interés de estómago y no a cordial amistad. Sin embargo, su asquerosa presencia me es más simpática y tolerable que la de los gamonales. El concepto de persona, de dignidad y de los derechos humanos, con los cuales se trafica tanto en curules y cátedras, en periódicos, revistas y libros corretea también por los suelos, como las sabandijas. Cuanta mentira y falsedad en las alocuciones presidenciales, en los arrebatos teatrales de líderes políticos, en la prensa, en la radio, en las Escuelas... Cuanta vana ostentación en las disertaciones culturales, en las leyes demagógicas, en las discusiones bizantinas del Congreso. Afuera se rumora y hace apariciones esporádicas, aquí se ve y se palpa la desvergonzada mentira de este régimen que nació y se desarrolló para el embuste chabacano, del cual es máximo exponente Rómulo Betancourt, formado bajo el inmoral patrón de la seudo ética marxista, y a la vez indiscutible creador del bochinche legalizado en Venezuela, torturador del Trocadero y abanderado conductor de una oscura pandilla. Pero pienso, como los militares que no pueden justificar su miedo con razones de peso, que Venezuela merece este castigo y algo peor. Si es que pudiere haber algo peor! Con mi Breviario, tengo en las manos una Constitución, que ya sirvió de mofa a los que me custodian. La leo, repetidas veces, para llenar este mi tiempo turbio y vacío, porque pienso que tarde o temprano habremos de civilizarnos o por lo menos llegar a tener un gobierno decente patriota, humano y veraz, intermedio entre el tanque terrorista de los autócratas y la Democracia estúpida, dañina, desacreditada, incapaz e inepta de Rómulo Betancourt. Creo que lo único que pasará a la historia, con algunas correcciones, entre todos los desafueros y vergonzosas claudicaciones del desgobierno actual, es esta Constitución, nacida en el fango, como flor de loto. Tiene artículos y párrafos que, en esta situación mía, tan peculiar, me parecen maravillosos, y que incrustados en un discurso cualquiera puede servir hasta para ser declamados en un recital literario como pieza vibrante de grito revolucionario. Artículos como los 58, 60 y 61. etc. etc.,


48 que esta vez sirven de chiste y producen una hilaridad incontenible a estos carceleros, tan preocupados por las leyes y el honor nacionales.., En el liminar de la Constitución, promulgada el 23 de enero de 1961, el soberano Congreso de la República “en representación del Pueblo Venezolano, para quien invoca la protección de Dios Todopoderoso”, hace público el propósito de...“amparar la dignidad humana, promover el bienestar general y la seguridad social...” En pleno cuerpo de la Carta magna, en el artículo 58 se asienta: “El derecho a la vida es inviolable’, para agregar en el artículo 59: “toda persona tiene derecho a ser protegida contra los perjuicios a su honor, reputación o vida privada”. Digna especial atención es la literatura y contenido del artículo 60, especialmente su párrafo 3; “Nadie podrá ser incomunicado o sometido a tortura ni a otros procedimientos que causen sufrimiento físico o moral. “Es punible todo atropello físico o moral inferido a personas sometidas a restricciones de su libertad”. El comentario de un irreverente empleaducho a este párrafo, es criollo y gráfico: “Esa Constitución está fuera de perol… y es clandestina”. ¿Qué entiende este gobierno de leyes, de códigos, de procedimientos, de justicia, si desde hace rato, precisamente, dejó de ser constitucional, por que creyó que toda la fuerza y objetivo de la Carta Magna estribaba en colocarlos en la silla de los privilegios o sobre el potro del poder omnímodo?...Para ellos es democrático el gobierno que tenga origen aparentemente democrático y nada más. Venezuela, como toda nación civilizada, necesita leyes, normas respetables que regulen las relaciones ciudadanas. Pero por encima de todo necesita subsistir. Vivir en Venezuela se ha convertido en gracia especial habiendo desaparecido la seguridad personal y el respeto a los derechos humanos, garantías que son pisoteadas no solo por los ciudadanos sino también por el mismo gobierno, con un descaro y cinismo que aterra. Las ideas absurdas, la demagogia escandalosa y la conducta brutal de un gobierno e inescrupuloso pueden llevar a todo un pueblo al más nefasto desorden, a la degeneración más fatua y a la definitiva destrucción. Recuerdo haber leído, porque la tengo en mi casa, una magnífica obra impresa “por orden de la presidencia”, sobre el pensamiento político Venezolano del siglo XIX. “Doctrina conservadora, Doctrina Liberal, Cecilio Acosta, Pedro José Rojas, Tomás Lander, etc.” Este último tiene un enjundioso artículo sobre las cárceles y especialmente las tan deficientes de nuestro País. Lo que se escribió hace cien años, hoy podría meditarse con insignificantes correcciones. Pero estas son obras que el señor Betancourt permite reeditar, para que los lean, pues el y su beatífico Ministro de Justicia están muy atareados, pero muy atareados, con tantos viajes, exhibiciones y recepciones… Estas cosas entristecen, pero a mí no me amilana la tristeza y me siento con unas energías extraordinarias para sufrir todas las pruebas, vencer todas las asperezas y soportar todos los vejámenes. Que bien dice N. Weyl en su obra “La estrella roja sobre Cuba”; “En los países atrasados, estos tres procesos institucionales (la libertad individual, formales y la democracia) muchas veces no marchan en direcciones paralelas y el triunfo de la “democracia” puede significar el mando de una mayoría poco inteligente, la eliminación del derecho a discutir el avasallamiento de los derechos civiles, la violación de los procesos legales y la opresión de los individuos realmente creadores y constructivos de la sociedad”.-O.A.C. A estos serviles instrumentos de abyección, dóciles pagados a sueldo de un régimen podrido, se lo he gritado: “Uds. no tienen ni siquiera imaginación para ser crueles y se someten a repetir lo que ya se hizo en el tiempo de Gómez, en el primer período trunco de la infame A. D. y en la Seguridad Nacional; agudicen y refinen en mí sus métodos salvajes; tengo la piel dura y un gran deseo de sufrir


49 por esta Patria que está reclamando sacrificios, para no afeminarse definitivamente en manos de la libertina A. D.” Un bichito insignificante, algo menos que un pobre hombre, me interroga o mejor, me insulta. A pesar de la repugnancia que me provoca, lo nombro: se llama R. Valenzuela. Es bruto y extremadamente cobarde. Uno de esos hombres acomplejados que carecen de méritos aún para desempeñar oficios denigrantes y quieren con el desenfado, cubrir la ausencia de condiciones: hombres que al fin, porque para nada sirven, tendrán que ser abandonados y dejados de Dios y del diablo. Igual al otro inflado Gualberto González, el “coco” fatuo con cuyo anuncio se me estuvo amenazando desde que penetré en éste repugnante edifico. Este pobre desgraciado, intenta amedrentarme con groserías y crudezas ridículas; lo freno con solo un amago de desafío, pierde con la serenidad los estribos y opta por retirarse, llevándose como recuerdo, mi despedida cruda y grosera: Cómo puedes pensar, miserable, que un hombre se intimide ante zoquetes, a quienes manda un zoquete?”. Valenzuela, el imbécil liliputiense, no encuentra que interrogar ni que decir y se va por la tangente para no permanecer mudo. Según este agudísimo y sagaz detective yo cometí el horrible crimen de haber sido “confesor”, mentor y padre espiritual” de Doña Flor, la esposa del “execrable tirano” como llaman al G. Pérez Jiménez; soy nada más, ni nada menos que una especie de Rasputín criollo. Quise reír en silencio las trasnochadas invenciones de este tonto, pero al fin opté por contestarle: “Juro que nunca confesé a esa digna señora aunque en verdad, como sacerdote puedo absolver a una honorable dama como es la señora de Pérez Jiménez o a un.., como tú, si es que se arrepienten.” Mientras traté con decencia y educación a estos galfaros y corrompidos, soberbios en el minúsculo poder que detentan, perdí el tiempo y llevé siempre las de perder algo más, como quien arroja perlas a puercos, ahora cuando me rebajo y contesto en el mismo tono, optan por huir, como lo hizo González y lo hace en este momento Valenzuela. Podría escribir un capítulo como aquel de los “Jinetes de Mongolia” que tendría idéntico título: “Cómo me convertí en grosero”. Antes de descender a este infierno que son los sótanos, estuve o me llevaron al tercer piso donde prosiguieron las maniobras de las planillas, me tomaron huellas digitales y me retrataron con un carteloncito en el pecho. No tuve curiosidad de leerlo pero no debe haber sido un elogio. Al salir, creo que definitivamente este antro, llega un tropel de presos que me piden los bendiga, sin que ninguno ría. Entre ellos se destaca un marihuanero loco, todo cubierto de porquería. Pero a todos, sin mover los labios ni articular palabras, les oigo decir distinta y claramente: “Qué bicho raro será este”! Estamos en el centro de Caracas, en el corazón de la gran metrópoli del lujo y de la lujuria. Millón y medio de autómatas ignoran o simulan ignorar lo que sucede en la esquina de la Romualda, un edificio de nueve pisos, muy lindo por fuera... A la ciudad novelera pasa inadvertido este pequeño infierno, donde los diablos de la “democracia marxista” y de la “democracia cristiana”, en híbrido consorcio, escenifican “la hora de las tinieblas”. En la mañana asiento la frase de Bismark: “Esta noche no he dormido. Me la he pasado odiando”. De lo que tengo que arrepentirme, así me cueste un mundo vencerme y olvidar.


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5.- QUINTO PISO Uno más, porque son varios los motivos que me impulsaron a pergeñar estas desgarbadas anotaciones, es salirle al paso a una muy común y corriente jugarreta del travieso e inexorable tiempo. El principal embrujo de esta maquina fatídica y sin freno es provocar una torpe amnesia y adormecimiento invencible en nuestras facultades con relación aún a las cosas que más estremecieron nuestro espíritu sensible y sentimental. Y yo no quisiera olvidar nunca; más que por las cosas que me hicieron sufrir, por las que he visto sufrir a los demás, a quienes me liga un afecto indestructible de destino común. Por eso las escribo sobre la marcha, cuando todavía están frescas y es la palpitante realidad la que las dicta y no, la oropelesca galanura literaria. Después de salir de donde se quedan cribados tantos compañeros, quien esta cuando, estoy tentado a pensar, ensayando juego de palabras, pobremente ingenioso, que dejo un recinto dantesco para ingresar en este que empieza a parecerme… de quinto piso. Molido, encandilado, como un autómata, con un asco tremendo, como quien de un largo viaje al mundo donde se pudren juntos, la materia y el espíritu, a pesar del realmente nulo confort que a ninguno estimularía, lo encuentro iluminado, aireado, maravilloso, espléndido; eso, de Quinto Piso, frase gráfica, decidora, de la gente del pueblo, dotada de una fantasía confiturera y expresiva. Vivimos bajo el signo fatal de la materia y sometidos al imperio de los sentidos; por eso, aunque todavía siga sufriendo el espíritu atormentado, a estas alturas, se le abre un reconfortante paréntesis de alivio y descanso al cuerpo, al deleznable cuerpo. Aún cuando aquí funciona, día y noche, la flamante “División de delitos contra las personas” con su peculiar efervescencia de gusanera o si se quiere, en una figura menos atrevida, con su actividad de laboriosa colmena, por lo menos se puede respirar, saber cuando amanece y cuando anochece, permitiendo también a la vista, expandirse y extenderse más allá de la tétricas cuatro paredes. El mismo castigo humillante que se me impone, francamente, ni me parece sentirlo ni lo interpreto en todo su malévolo significado, recordando el penoso y oscuro recorrido y lo que es peor, la desesperante situación de brutal hacinamiento en que se quedan mis demás compañeros. La compañía aumenta y seguirá aumentando de manera prodigiosa porque ya no son solamente los amigos y hermanos de causa sino también estos nuevos clientes del edificio, entre los que se destacan los marihuaneros soñolientos, que ahora me miran alelados. Las horas transcurren, entre uno y otro interrogatorio, de un modo tan continuado que parecen constituir el tiempo de una sesión y en realidad, es una sola el acta que se levanta, para descanso del mecanógrafo y fastidio del reo. Admiro la tenacidad disciplinada de esta gente; siempre las mismas preguntas, dichas de la misma manera, con el mismo énfasis y entonación: “Cuándo vino a Caracas, dónde llegó, con quién trató, que hizo en Miraflores… ¿conoce Ud. la Quinta Canta Rana?”. A todo respondo lo que debo responder sin la precaución al uso que puedan darle a mis declaraciones y con la libertad de quien presupone una rectilínea justicia y buena voluntad. Son ellos los empeñados en demostrarme lo contrario y aunque entiendo puedo acogerme al “Precepto Constitucional” no tengo intención de hacerlo, si bien, para hacer rabia a Gualberto González, empeñado en negarme esa garantía, le machaco: “pero me acojo....”. El interrogador continúa furioso: “Ud., no puede acogerse a ningún “precepto constitucional”, porque no está ante ningún Juez ni esto es un Tribunal… además Ud., no puede negar nada y si lo hace está perdiendo el tiempo porque ya nosotros sabemos toda la historia, con sus pelos y señales; Uds., son unos pobres conspiradores que ni siquiera saben con quienes andan, lo que constituye una locura


51 en asunto de tanta trascendencia; sus compañeros han denunciado todo lo que sabían y lo que ignoraban… su misma familia afirma entre otras cosas, que Ud., llegó de madrugada a la “casa” !Eso es mentira “le enrostro”!. -“Mentira?.., que salgan los familiares de este señor”, grita. Y aparecen, mi cuñado Pedro Castillo y Pedro José, mi sobrino, como estuvieran esperando, entre bastidores, la señal del apuntador. Ellos afirman lo que tienen que afirmar y los retiran. Pero ni González ni Valenzuela, ni los otros que lo acompañan saben explotar este inesperado e infeliz éxito. Logró enredarlos y no encuentran otra vía que el insulto procaz; a las calumnias y pobres artimañas de imbéciles obcecados por el odio, respondo con subterfugios y salidas estudiadas que los desquician y no solo no logran envolverme sino que hasta quedan en ridículo. Después de todo, revolviendo el inmediato pasado: sienten el temor que tiene el cuero, el hombre que mató al tigre: no habiendo tenido la malicia de preparar coartadas no me explico como hubiera podido salir ileso. Estoy en mis cabales; no pierdo, ni por un momento mi serenidad, sostenida duras penas, como única tabla de salvación y sé todo lo que debo responder, pero mi posición se torna por momentos amenazada e insegura con tantos falsos testimonios contrarios y acordes, paradójicamente.¿Qué otra interpretación se le podría dar?. De cierto, ellos y yo sacamos una conclusión indiscutible: yo no fui a un concierto de gala bajo cordial invitación, ni ensayando suerte, ni a una “parada criolla buscándole salida a mi situación penosa o desesperada: pensé porque tengo edad, razoné, porque me parece tener facultad para hacerlo y me decidí sencillamente porque estoy plenamente convencido de que tengo razón, suficientes energías y brío,. Pero mientras tanto este selecto e inteligente jurado anda por las nubes, obsesionado por una historia fantástica con la que nada tengo que ver. Desde hace dos días están intrigados por no poder descubrir algo que no existe y probablemente les apena desistir; o será que quieren hacerse los tontos y los locos, ya que esto hace muchísimo rato está decidido y para mí como para ellos, es todo un hecho cumplido. El jefe de la Sección, Erasto Fernández Betancourt, una ensalada de bondad y cobardía, de sinceridad y astucia, dañado, en descargo de él, por la mala compañía, me hace preguntas capciosas y su brusca seriedad inicial la suaviza, dejando traslucir, sin embargo la sensación de actuar hipócritamente. Dándole un sezgo inesperado al repugnante y molesto cuadro, me insinúa convincente: “Ya que todo se sabe, diga algo para que lo dejen en paz; con alterarse o persistir en el tal precepto nada gana sino alargar esto inútilmente…” -“Y si saben, para qué insisten en preguntar?. -“Ud. sabe, las actas, la constancia de que fue interrogado. -“Diga cualquier cosa, aunque sea en su defensa -“Por ejemplo, el chiste ese que inventaron Uds., de que fui a confesar heridos al cuartel? -“Si quiere.” -“Pero sucede que yo dejé de ser Capellán Militar hace tiempo”. -“Pero sigue Cura....” -“Si yo declaro eso; Uds. lo asientan?” -“Si Ud. lo firma, sí”. Pero cómo firmarlo y ratificarlo siendo una mentira tan torpe y estando ya socavadas las bases de cualquier defensa, con el testimonio elaborado, de mis compañeros y falsos testigos? Mi sobrino Pedro José, en un alarde de varonil sinceridad que me llenó de satisfacción, aunque me perjudicara notablemente; había dicho: “Por la verdad murió Cristo, tío, y yo tengo que decirla... “ La natural nerviosidad de Carmen, mi hermana, primeriza en estos asuntos policíacos, guillotinó mi único recurso que hubiera podido esgrimir como honesta coartada, casi terminando por sellar mi suerte, al afirmar que yo había llegado en la madrugada, cosa nunca vista antes.


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Tan pronto salen le alargo a uno de los que me interrogan la Constitución Nacional, señalándole el Art. 60, parraf. 6 que dice textualmente: “Nadie podrá ser obligado a prestar juramento ni constreñido a rendir declaración o a reconocer culpabilidad en causa penal contra sí mismo… ni contra sus parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad”. El que lo lee se encoje de hombros y me devuelve el folleto. Ni siquiera contesta lo que el otro: “Esto no es un Tribunal, ni causa penal, ni cosa parecida....” No cabe duda que siempre tuve el santo de espaldas, aunque algunos me consuelan afirmando que jamás tuve tanta suerte. No como un vencido o derrotado, sino como a un indiferente que llegó a ese estado de ánimo por camino de la consciente resignación, ya no hablo ni reclamo, ni contesto, así me lancen los improperios más insultantes y ofensivos. “El hombre se siente como se sienten sus pies” escribió alguien, y los pies me pesan una tonelada; el dolor de cabeza apenas me deja ver, tengo la garganta reseca, pero todavía no logro infundir lástima y no me permiten sentarme ni tomar agua. “Ud. no sabe lo que es nada” me grita el vigilante, a quien le exijo primero un Cafenol y después, dejarme ir al baño. Terminado el último interrogatorio de esta noche que amanece como 24 de febrero, me dejan de pie en un rincón en la zona señalada y demarcada por una página de periódico, muy cerca de la puerta por donde empiezan a transitar empleados y detenidos. Los ladrones, criminales, marihuaneros y morfinómanos, invertidos, sádicos y escandalosos, me observan con curiosidad y a veces con cierta lástima prosaica. Un burlón observa en voz alta: “Estamos bien acompañados; si a uno de estos brutos de la Digepol, se le pasa la mano….moriremos cristianamente...” Graciosa observación que nadie celebra. Oigo la única protesta formal de labios de un muchacho andino, de apellido Vivas Zambrano, empleado de la Sección, que a simple vista se distingue de los demás por su porte serio y su educada manera de tratar. De contextura atlética y conversación refinada lo imagino una interesante mezcla de estudiante y boxeador. Su desagrado es patente por la condena que se me impone y que él cataloga de “castigo para muchachos malcriados y no para hombres”, reprochando de paso el “antidemocrático trato, con absoluta prescindencia a la más mínima consideración de la simple persona humana”. Por vez primera desde hace tiempo, oigo nombrar a la persona humana y me suena tan extraño en este ambiente pesado y salvaje, que me quedo repitiéndolo como el estribillo de un eco en hondonada. Un muchacho, de esos que, a primera vista, tienen la pinta de alocados, concepto que el tiempo atenúa y llega hasta a desvirtuar totalmente, se comporta bien conmigo y observa una especial corrección desde el momento en que le tocó hacerme el interrogatorio. Tampoco parece estar muy de acuerdo con sus superiores en el procedimiento que me aplican y aunque no tiene decisión y rebeldía de Vivas, me tolera y celebra desahogos contra el régimen importándole poco las medidas disciplinarias que puedan tomar, contra manera de ser y actuar. Aunque se trata de uno de esos muchachos indescifrables, asiente a muchas cosas mías, y en mi misma presencia no tiene empacho en contestar, de manera desenfadada, a sus superiores, que yo “no tengo nada que confesar”. Estando todavía de pie en el rincón, se me acerca, por primera vez, mala oportunísima y providencial María, toda bondad, valor y ternura. Me un poco de agua y un sabroso café que le agradezco con toda el alma, por el gran alivio que me provoca y por su pública decisión a correr con las consecuencias. Una hora después me ofrece un dulce de pasta que rechazo cortésmente, observándole: “Si esto te perjudica, no lo hagas” A lo que ella contesta de inmediato: “No importa Padre, aunque me perjudique, estoy a sus órdenes…” Todos la oyeron y ella no pudo disimular el placer que le produjo el silencio que se hizo en el largo salón. Al alejarse, haciendo una enorme dad, recordé a María de Magdala o a la afortunada


53 Samaritana. No será la última vez que observe más valor y menos respeto humano en una pobre mujer en muchos hombres, hechos y derechos. En la tarde, una hora después de iniciadas las labores y tareas de rutina, llega el Director Fernández Betancourt y me permite sentarme en una silla colocada en el mismo rincón donde me encuentro desde la madrugada. Ahora observo y descubro, por vez primera en mi vida, los pies enormemente recrecidos, desbordándose el empeine sobre el zapato y al mismo tiempo envaramiento de todo el cuerpo, me produce un agudo dolor que se localiza preferentemente en el cerebro y en la región lumbar; la fiebre me reseca más y más la lengua y la garganta. He fumado mucho y volver sobre la costumbre ya olvidada me produce un sudor frío y molesto, seguido de vértigos y náuseas. Apenas puedo dominar estremecimiento nervioso que agrava y agiganta cualquier vulgar novedad, y continuo pensando, como alivio o como una nueva tortura, en los compañeros sótano que siguen abajo, semejantes a esclavos remeros de una galera pirata. Me consuela un poco la idea de que son hombres de veras y además, en compañía, que tanto conforta. Los aventajo, hasta ahora, en que yo he estado solo, ante las furiosas envestidas de estas fieras. Entrada la noche, se me asigna una camita vieja y destartalada, colocada contra la pared en un rincón lleno de chécheres, trastos viejos, sillas y escaparates sobrantes, arrumados en desorden y solo dejando un claro de entrada al W.C.; una cama sin colchón, sin almohada, sin sábanas. En ella dormiremos, sentados y apoyados en el frío muro, mi compañero y yo, un hombrecito raro y misterioso, más viejo en apariencia de lo que en realidad es. No logro saber de inmediato el nombre del misterioso personaje y al preguntárselo me contesta como si estuviera amoscado, pero en realidad, para hacerse importante: “Ya tendremos tiempo suficiente para conocernos…! “Y Ud. cree que voy a pasar la noche tranquilo, durmiendo con un desconocido?” Le observo y él contesta poniéndose firme desgalichadamente: “También eso es verdad; Chafardet, a la orden”. El pobre amigo Chafardet está acusado de brujo y me voy quedando dormido, sabiendo su nombre y oyéndole su caprichosa historia. Me confiesa que le fallaron los espíritus y cayó “preso é bola”. “Ese fulano Paramaconi... todo y que estaba maravillosamente para mí, que nada me pasaría, que el aviso que me trajo la Comadre y que eran falsos rumores.., y ya Ud. ve si en vez de hacerle caso a Paramaconi le hago a la Comadre, no estaría.., dispense la grosería pero malhaya sea!”. Las circunstancias y la observación que hago de su maravillosa e ingenua sencillez, nos hacen buenos amigos aunque él me advierte que deberá tratarme con mucha prudencia, para no complicarse la vida más de lo que la tiene. Sin embargo, yo se que un mes después, no tres días como le dicen a él los espíritus burlones, volverá a su mundo de humo y tinieblas, de temblequeos, incoherencias y disparates, rociados con patchoulí y ni siquiera recordará que estuvo preso, en tan mala e indeseable compañía. Esta primera noche me ofrece muy serio: “Cuando salga en libertad le haré un buen trabajito para que viva tranquilo todo el resto de su vida”. Yo le ruego que para hacer ese trabajo no se busque a Paramaconi, a quien yo también le tengo idea… Duermo mal la noche a pesar de que hace tiempo no lo hago. Varias veces tengo que empujar a Chafardet hacia el otro lado, porque sin almohada y sin cobija, se me arrecuesta buscando calor en este frío tan intenso de febrero. Precisamente cuando empezaba a dormitarme, me llaman para otro interrogatorio por más de tres horas y cuando vuelvo, estoy aterido y muerto de sueño. Quedo rendido al sentarme en la cama23. 23

“Abrumado por un día pesado y por la perspectiva de un día siguiente triste”, para mí, como para Marcel Proust, el irme a acostar constituye “un espectáculo y un drama”. (Notas del Padre Salvatierra)


54 Con la luz del día (6. a. m.) despierto y para poder levantarme, retiro una vez más, a Chafardet que ronca como un bendito. No traje ni tengo nada conmigo y con el sucio pañuelo que me acompaña desde que llegué, me enjugo la cara después de lavarme. El que barre, un negro barloventeño, alto, flaco y mal encarado pero bueno como el pan, me ofrece el mejor café que he tomado en mi vida. El negro, mientras trabaja afanosamente, como lo hace de ordinario pan insultar indirectamente a los demás, que no hacen nada, me habla con cariño y ponderando la bondad de sus paisanos, las gentes de su tierra acogedora: Barlovento. Bautizo al nuevo amigo: “Mamporal”. Después de dos años sin fumar, fruto de un propósito que hice al constatar que la agradable hierba me perjudicaba la salud, empecé de nuevo en el sótano, como único medio para ahuyentar, el mal olor y distraer la agobiante soledad. Me excedí y hoy pago el tributo del ratón con una tos, persistente y fastidiosa, que hace pensar a los demás en algo grave y contagioso, a pesar de mí aparente salud. Pero no cabe duda que en medio de todas las calamidades presentes o que me puedan sobrevenir, después del sótano, es un consuelo y un triunfo este quinto piso. Aunque encadenado por una estricta y rígida incomunicación, esto tiene sabor de libertad. La exigua y dosificada libertad de un poco de aire y un poco de luz, lo único que puede otorgar la magnanimidad de un régimen policiaco, esclavizante y vengativo.

6.- AL PRESO LO MIRAN FEO Estos son estertores de un mes sin suerte y que pudo ser el mejor de todos los meses del año. Me está resultando el mes más largo, siendo tan breve; interminable, siendo el más corto de todos. Este veintisiete de febrero empezó, para mí, a las seis de la mañana. No me distrae el tumulto de los que entran y salen, que quienes apenas me saludan con un gesto displicente y salpicaduras de forzada cordialidad. Esto me hace pensar en el vacío que sobrevendrá a mi incierta libertad, si las cosas siguen en su mismo punto. Soy un segregado en un rincón y todas temen dirigirme la palabra porque existe una orden terminante de incomunicación anticonstitucional. Mi molesta presencia disipa grupos y disuelve reuniones. Nada se de mí casa ni de nadie e imagino y rumio la tristeza y angustia de los míos. Afuera hay sol, alegría, movimiento, la gente está tan dicharachera como siempre, pero el espíritu sigue estático, plomizo y sombrío. Vivas Zambrano, el más amable y decidido entre estos hombres me pasa, subrepticiamente una página del periódico atrasado, que habla del golpe del Coronel Edito Ramírez. Gruesos epítetos, noticias fantásticas, muchas mentiras y muy poco de la verdad. Los reporteros y críticos se adelantan a los jueces al calificar, Sentenciar y pedir años, gavera de silos, contra los “Criminales inadaptados que no pueden vivir en este ambiente Democrático de seguridad, de respeto y autoridad”. Como tengo tiempo, transcribo párrafos de la escandalosa “Últimas Noticias”: SE ESPERA APRESAR EN BREVE A TODOS LOS RESPONSABLES DEL “MADRUGONAZO” Así informó a los periodistas el ministro de Relaciones Interiores Dr. Luís Augusto Dubuc. “El Despacho de Relaciones Interiores tiene ya en su poder importantes documentos que comprometen a numerosos individuos como participantes activos en el golpe sedicioso de la madrugada del lunes. Algunas de esas personas ya han sido capturadas, pero otras permanecen aun escondidas y están siendo perseguidas.


55 “El Dr. Luís Augusto Dubuc, Ministro del Interior, dijo ayer a los periodistas que el proceso de investigación continúa y que el Comando en breve espera apresar a todos los responsables del “madrugonazo”. “Aún cuando algunas informaciones periodísticas han adelantado cifras de detenidos, el doctor Dubuc dijo que su Despacho dará a conocer la lista a su debida oportunidad y una vez que estén concluidas las labores de investigación. “Se abstuvo el Ministro de responder a varias preguntas que le formularon ayer al mediodía los cronistas parlamentarios cuando acudió al Palacio Legislativo, para informar a la Comisión Delegada del Congreso, en relación con los sucesos callejeros de octubre y noviembre del año pasado y los detenidos por ese motivo. “¿Se ha comprobado que los conspiradores tenían contacto con el gobierno dominicano o con la gente de Pérez Jiménez? ¿Hay otros detenidos militares? ¿Sabe el Despacho si entraron otros conspiradores por la frontera colombiana? ¿Qué otros planes, además de los debelados tenían los sediciosos? “Ninguna de estas preguntas fue respondida por el Ministro, recalcó que todo está en proceso de investigación. “Lo único sensacional ya Uds., lo publicaron, la captura del P. Salvatierra. “No dejó claro o aclarado el Ministro quién fue el verdadero jefe del grupo de individuos armados que tomó la Radio Rumbos la madrugada del golpe. “Todo esto lo sabrán, cuando terminemos nuestras labores dijo una vez más, mientras descendía las escaleras del Salón Elíptico. “Adelantó que daría respuesta al telegrama que le dirigió el Partido Socialista Venezolano en relación con la detención del doctor J. T. Rojas Contreras”. Alguno de estos adecos adulantes, añora y hecha de menos la pena de muerte; lo considero consanguíneo y familiar, tal vez, del valiente pichón de jefe que como un energúmeno, gritaba en los corredores del Cuartel de Miraflores, la noche del 19. “El que consiga al Cura, que lo mate en el acto”. Varios curiosos, oficinistas o extraños, simulan buscar algo cerca del lugar en que me encuentro y me lanzan miradas compasivas o saludos apenas perceptibles; sin duda alguna he conquistado una importante categoría de bicho raro, espécimen cazado por la democracia. Me asomo, una o dos veces a la ventana y observo cierto revuelo entre los “musiúes” del comercio de enfrente, como también entre las enfermeras de una clínica vecina. Un muchacho fornido, con sweter azul, a quien no reconozco, entrelaza las manos en alto en un saludo eufórico y deportivo. Contesto el saludo y vuelvo a mi rincón. No tengo el más insignificante deseo de ser popular. Nunca en la vida lo he tenido y mis aspiraciones se han circunscrito a un programa mínimo; ser útil al pueblo. El director Fernández ha llegado cerca, advertido por mí por lo menos dos veces; pero se hace el desentendido, como si no me tomara en cuenta para nada; María y Vivas, en cambio se afanan en ser amables. Terán también se acerca, me presenta a su hermano, Aquiles, que está en otro piso y me trae razones y noticias de los que están en el noveno piso y en los sótanos. Buenos muchachos estos hermanos Terán: Hipólito es un atolondrado extremadamente simpático, por eso y por encontrarme preso le tolero ciertos juegos pesados que él utiliza y que para distraer mi “macerada atención”. Inquieto y saltarín se mete con todo el mundo, pero a todos sirve con gusto. En este momento llega la mujercita de Chafardet y la gente sonríe en presencia de los amapuches de ambos. Se me acerca contentísimo y me pide la observe “desde lejos”.Una pareja ideal, tal para cual; que Dios los bendiga y Paramaconi los proteja. La despedida es otro show; a un intruso que le grita que esa despedida es censura “B” le contesta el viejito, alterado y descompuesto: “y que..... y si la quiero....., no le parece , mi Padre?”


56 Hay algunos detenidos y detenidas, inmigrantes y criollos, de distintas condiciones sociales, pero no puedo hablar con ellos, ni logro saber el motivo de sus detenciones, lo que tampoco me interesa mucho; tan solo me distraigo viendo, observando y oyendo las referencias que hacen los demás. Así transcurre el día, con más pena que gloria y a las nueve de la noche se me acerca Chafardet y se sienta en la cama con sumo cuidado. Aquí tengo más de media hora sentado, descansando o con ánimos de dormir. El ruido no nos lo permite y hablamos en voz baja, como quienes murmuran. La política lo horroriza y le “quiebra los huesos”; “prefiero dice, seguir hablando con mis muertos, así me tengan por brujo y tenga que volver a este lugar”. De repente se pone de pie, con un movimiento brusco y resuelto y cambiando el tono de la voz recita: “Al preso político lo miran feo, así sea bonito”. Se entusiasma evocando a la Reina, a Guaicaipuro, Yaguarí, el negro Felipe y otros; como también tiene un sentido recuerdo para el compañero que llevaron al Psiquiátrico, precisamente dos días antes de salir el para la Digepol. “Se le debilitó el coco, al pobre”. Frente a la cama nuestra, se encuentra disperso en una mesa, el cuerpo de su delito: un busto de indio, un retrato de María Leonza, un Jesús cautivo, un S. Marcos de León, la Trinidad, unas botellas de refrescos, unos huesos, una rama de tabaco, paquetes de velas y no sé cuántas cosas más. Chafardet manosea con cariño “sus fierros” como los llama el incrédulo Veitía y exclama banbolendo la cabeza, “esta gente no entiende, allá ellos”. …“Anoche, mientras Ud., dormía hablé con la Reina. Me dijo muchas cosas buenas de Ud, y lo macho que era... ella lo admira mucho y me dijo de Ud, que saldría pronto. “Yo salgo dentro de tres días; ni uno más ni uno menos. Guaicaipuro no falla.” “Los zoquetes estos”, “me dice bajando inverosímilmente la voz,” creen que voy a pasar un mes aquí, se a caen de un coco... se lo aseguro por ésta”... pero él mismo, con la izquierda desbarata el puñado de cruces mientras agrega: “no, sin juramento”. Hoy a distancia, mientras con su paso menudito se afanaba en aparentar ser un empleado más, avergonzado de ser un preso, he podido observar detenidamente a Chafardet. Nada tiene que ver con los célebres campeones Emilio y Enrique, tocayos en el apellido y descaramente antagónicos en la naturaleza y contextura somática; éste es diminuto y flaco y en la manera de desenvolverse tiene un lejano parecido con el célebre Chales Cháplin; viste ropa raída y un sombrerito viejo de paño que usa en forma de cachucha; los pantalones de tela fina tienen dos remienditos redondos y simétricos en cada una de las posaderas, dos ojos siempre abiertos, atentos y asustados, como el dueño. Chafardet, es un alma de Dios, que lo conforta y un pozo de nervios que lo tienen siempre intranquilo o en sobresalto. Haciendo de tripas, corazón, me obsequia un poquito de sopa, alabando la limpieza y aseo de su mujercita. Me apena no aceptarle el ofrecimiento y él insiste entonces, en alargarme un potecito de yukery, acompañado de la misma observación elogiosa: “Tómelo sin cuidado, me lo trajo mi mujercita, que es muy aseada...” Es el primer alimento que tomo desde el 21 de febrero, un potecito de yukery, de la aseada mujercita de Chafardet, a las 11 de la noche del 27 de este febrero inolvidable. Sobre la atención del pobre Chafardet, escribe la inhumana prensa; “Capturado el Brujo de Petare por la Digepol”. Chafardet es realmente Luís Alberto Azuaje Chafardet: de el se dice que tiene 53 años y fué preso bajo la acusación de brujería, agragando que en la Dirección General de Policía informaban ser un “sujeto dedicado a recetar, cobrando hasta 20 bolívares por cada consulta”. La mayor parte de los infundios y calumnias difundidas por la prensa amarilla son creaciones monstruosas de esta oficina. He perdido el sueño; el escándalo de la oficina se renueva cada media hora con los clientes que llegan y mientras Chafardet ronca, arrecostado sobre mí, divago en mi fantasía por todas las veredas del mundo, que siempre me llevarán a las calles de Valencia y anclan irremediablemente en mi casa, con los míos, que creo puedan ser los únicos que hasta ahora me


57 recuerdan y piensan en mi suerte. Oigo la una, las dos, las cinco...y termino por pensar desesperadamente que ni los míos están conmigo porque una razón poderosa se interpone, como tremenda e inevitable fuerza de ley, la distancia. “La nostalgia del hogar lejano nació en la caverna”; el pensamiento no es mío, lo leí en alguna parte que mi memoria no precisa y ni seguro estoy si agrego o suprimo alguna palabra. Rumio la soledad y ella me conduce de la mano a través de un viaje infinito y aleccionador. Como el autor de “Le mie prigioni” “quien” pativa al doppio la solitudine” estoy íngrimo, pero como todo un varón y lleno de orgullo. Porque la muerte los perdonó, como a mí, yo tengo todavía muchos y compañeros, con quienes amansé el pobre e incómodo banco de la escuela de D. Pepe, la mejor escuelita de mi Pueblo; unos son políticos y otros comerciantes, que en fin de cuentas son los mismos, de la alta política y del alto comercio. Tengo compañeros de aquel Seminario Diocesano que se inició, como mi escuela, en la pobreza del solar de la casa del Obispo y continuó en el vetusto claustro del Liceo de la Pastora. Unos, ascendieron al Altar y otros los tragó el vértice del mundo. Compañeros y amigos del Interdiocesano de Caracas, dispersos en los cuatro ángulos de la Patria, pobres párrocos de pueblos oscuros, rectores de Parroquias importantes, dignatarios en palacios Episcopales y los endandilados por las luces de la ciudad que hoy son profesionales y artistas. Una pléyade de hermanos y colegas de toda la América, desde el Río Bravo hasta Cabo de Hornos, educados conmigo en aquel vivero del saber que es la Universidad Gregoriana de Roma y en la no menos famosa Universidad Javeriana de Bogotá. Más de doce años en contacto permanente con Jefes, Oficiales, Sub-Oficiales, jefes y Soldados de las Fuerzas Armadas, que entonces me demostraban aprecio y amistad. Más de veinte años en la ingrata actividad deportiva, sirviéndole a sus federaciones y Asociaciones, bajo la constante granizada de los filtrados comerciantes creadores del “maraonismo”. Más de.... pero, a que seguir enumerando? Esta es la realidad; los únicos que están conmigo en espíritu, son las míos, los del minúsculo hogar que me queda, ya que, al preso político, lo miran feo, así sea bonito”.

7.- EL INEFABLE S. I. F. A. Muy temprano me dan una mala nueva e inicio marzo con un viaje al Servicio de Información de las Fuerzas Armadas (S.I.F.A.). “Arréglese porque se va”, había sido la orden. “Llévese todo lo que tenga” el complemento de esa orden. ¿Hacia dónde por la literatura, cáustica y altivante del “mandamás” y por la entonación sombría de su voz, el viaje lo adivino largo. Esta genta goza, sádicamente, con las impresiones desagradables o efecticistas de aquellos, a quienes sindicaron definitivamente como enemigos. Otra vez transito las calles de Caracas pero ya sí sé hacia donde voy; en la puerta me lo anunciaron: “va para el S. I. F. A”. Con un bártulo de ropa sucia bajo el brazo y una bolsa de mercado llena de chécheres, desciendo del carro, subo al ascensor y espero en el pequeño recibo del cuarto piso, durante cinco horas, el flamante interrogatorio. A una distancia prudencial a través de la puerta entreabierta, Rodríguez Urdaneta, la única cara conocida, me hace señas, que traduzco perfectamente, mientras camina inquieto, también esperando su turno; ya maduraba su arriesgada fuga.


58 Mi interrogatorio dura cuatro horas largas y la cordialidad de oficiales y empleados destruye toda nerviosidad y aprehensión; me cuesta tanto pensar que estas atenciones de antiguos amigos y compañeros sean parte de un teatro y están chorreando hipocresía..... Las peores referencias, las más denigrantes afirmaciones contra esa gente las oí en la Digepol entre sus personeros más destacados y contra los individuos de más categoría de éste cuerpo Militar. El criterio que se tiene de ellos es que además de ser crueles son unos fatuos libertinos que nada entienden del empleo que desempeñan y que están servilmente entregados a la voluntad de un degenerado; lo que si no tuvieron tiempo ni quisieron hacerlo fue aclararme quien era el degenerado, si Rómulo Betancourt o Márquez Añez. Un chofer de este último, preso y acusado de doble homicidio, me contaba horrores del jefe del S.I.F.A., como habitual visitante de los bajos fondos. “Ese señor si bebe pá la cara”, me había dicho. “La noche la pasa de dancing en dancing con muchachas alegres y no suelta un vaso de Wisky”. Lo demás, que no se puede referir, es largo y no apto para nadie. Mientras esperaba varias horas en el saloncito de recibo, se me acercó un individuo a quien nunca había visto antes. Se me insinúa como acérrimo enemigo del régimen y preso desde hacía tres días. Hace referencias de los elogios que en la calle hacen a mi persona y de mi “gesto” y termina despotricando contra Rómulo Betancourt y los fatuos libertinos que lo apoyan; López Henriquez, Rodríguez Landaeta, Márquez Añez, Pérez Guerrero, a quien cataloga de sucio e inmundo, Gonzalo Barrios, Raúl Leoni, Dubuc, etc.... Este último, según él, tiene un hijo afeminado que se pinta como mujer..., Nombra y deja mal parado a mi amigo el Capitán Parra Pinelou, de quien dice que es un beodo consuetudinario. “Yo lo conocí un hombre bueno, dedicado a sus trabajos, serio y si bebía no supe que lo hiciera con exceso” le digo. “Pues la democracia lo degeneró”, contesta. Si la conversación de este individuo era un peine perdió el tiempo, porque durante la hora que estuvo hablando, no dije ni siquiera esta boca es mía, en materia política, me río cuando pienso que esto se llame aquí política. Me interrogan varios, entre los que se destacan el Mayor Rendón y un muchacho andino que funge de Secretario. A decir verdad se actúan dentro de la mayor corrección, adelantándome cortésmente que si deseo acogerme al Precepto constitucional puedo hacerlo; lo que tantas veces se me negó en la democratísima Digepol. El interrogatorio, que como dije, duró más de cuatro horas, pudo reducirse a 20 minutos si no me hubiesen dejado solo tantas veces y no hubiesen perdido el tiempo haciéndome leer una proclama ante un micrófono para ser grabada y confrontada con otra, en reserva, como cuerpo del delito. De inmediato pensé fuera una trampa que pudiera después utilizarse en mi contra porque estos hombres son capaces de todo, pero ya nada me importa, ni las consecuencias más fatales me preocupan. A propósito no le di entonación y traté de equivocarme cada frase pero si los puse a cavilar hubiera escogido los párrafos más insultantes y cáusticos. No salen de su asombro cuando al preguntarme cuánto tiempo hace que hablé por última vez con el Coronel Edito Ramírez tengo que contestarles “Hace más o menos, treinta años”. ¿Exactamente treinta años?” No, espere, treinta y uno, exactamente. El año mil novecientos treinta salí para Roma, en viaje de estudios y no lo vi más” Uno, insinúa con malicia: “No le traen recuerdos los pasillos y corredores de este edificio? “Oh!, sí, sí muchos, respondo; e imborrables” La dirección del Servicio de Capellanía, que en mi condición de encargado, desempeñé más de un año, está en el último piso, pero en ese tiempo me familiaricé con todo esto”. Parece que quisieran


59 averiguar más pero, tal vez convencidos de que no hace falta optan por dejar las cosas así, según dice uno. El último que habla soy yo y me dejan, para que resalte la diferencia entre la Democracia y los métodos totalitarios... Haciendo sin embargo, un esfuerzo sobrehumano para disminuir la violencia y el rencor, continúo: “y qué más tienen que averiguar si esta teatralidad para nada sirve fuera de hacerlos quedar bien a Uds., frente al amo?”. “Aquí como en las cosas de Dios, todo obedece a un orden, a un programa o a un designio; el omnipotente vive enfrente.” “Pero nosotros nos hemos portado decentemente con Ud”, observa uno un poco amoscado. “Y como tenían que portarse?”, le respondo. “¿Cómo lo hicieron con otros compañeros míos?”. En la Digepol y ahora aquí se le está dando mucha importancia a mi caso. Esto es simple: yo no soy político ni nada tengo que ver con los políticos; sin embargo si no caía en esta ocasión tenía que caer en otra. Rómulo Betancourt es antojadizo como mujer en cinta y yo le caí mal.” “Me absuelvan Uds., o los Tribunales, permaneceré preso mientras él lo tenga a bien, esto no es difícil para un hombre, que afincado en un poder que compró con engaño, sostiene con demagogia y con una finalidad de venganza, a diario burla la justicia; el que hoy sale después de cumplir una condena, en la misma puerta de la Modelo, la Digepol lo apresa de nuevo, con la Ley o sin la Ley. Es el mismo hombrecito disfrazado de Presidente, que de una manera arbitraria me expulsó de las Fuerzas Amadas por considerarme desafecto a su persona”. Este es un disco que lo he repetido y lo repetiré hasta la saciedad a los señores de la Ley, de la Justicia, de la constitución, de la Democracia. De buen grado hubiese observado el evidente malestar y desasosiego del Mayor Rendón; como si del asiento mullido hubiesen rotado las puntas de mil afiladas tachuelas. El Mayor Rendón me parece un hombre bueno y simple, cordial y humano, hasta sincero. No así el tal Bastidas Balza, flamente Juez instructor de la flamante Justicia Militar. Para no desperdiciar pólvora en zamuro lo defino cómo un perfecto idiota, hipócrita y asustadizo. Lo que son las cosas; descubro esto cuando me lleva al Bar a tomar un café!- que podía habérselo agradecido. En el trayecto me dice con el mayor sigilo: “yo he librado o salvado a más de un Sacerdote, comprometido en estos asuntos políticos y en más de una oportunidad saque de líos a Hernández Chapellín”. Se esponja cuando le digo: “A Ud., le es fácil, por la importancia de su cargo y la vara alta que tiene con sus jefes” Estuve tentado de ofrecerle dinero, pero nada tengo y la tentación se esfuma. Retorno a la Digepol, cerca de las siete de la noche, con una inmensa satisfacción: he tenido la maravillosa suerte de no tropezarme con Márquez Añez, ni con los asquerosos Briceño Briceño y Fajardo Lobato. De Márquez Añez, quien no quiso recibirme en cierta ocasión y lo que solo tomo en cuenta por el tiempo que me hizo desperdiciar vanamente, me han contado historias tan sucias y degradantes, que su apellido me asquea, a pesar de que todavía guardo un leve recuerdo amistoso por su hermano Nicolás. Briceño Briceño y Fajardo Lobato el destino los llevó al mismo - lugar, para desacreditar definitivamente al Cuerpo que tuvo la desgracia de recibirlos o para ver si se lograba descubrir quien se destacaba sobre el otro, en una competencia de maldad o infamia todavía inconclusa. Criminales de la más baja ralea, vergüenza de las Fuerzas Armadas y del gentilicio; cobardes, miserables, serviles lacayos de un digno patrón. El haber llegado tarde la celebre noche dio mucho que pensar pero no les privó cubrirse de mucha gloria. Con fiereza de hienas y arrebatos esquizofrénicos se abalanzaron


60 contra valientes muchachos, desarmados, maniatados e indefensos, ensañándose en ellos como energúmenos, a golpes, pistoletazos, patadas e insultos, propios de rameras histéricas. Solo salvó de la muerte a estos heroicos jóvenes una gran presencia de ánimo, una resistencia vigorosa y la oportuna intervención de los pocos que todavía piensan que “ver un crimen en calma es como hacerlo o convertirse en cómplice”. ¿Dónde se esconderán, dónde se sepultarán estas carroñas de la humanidad, el día de la cuenta?........ “Ante el Kremlin, dice Mironov, uno siente allí, la presencia de una bestia invisible”. Ante el S.I.F.A., uno siente la presencia invisible de una manada de bestias. Descartado el exiguo grupo que por extraña suerte nos haya podido dispensar buen trato puedo dispensar que a mí apenas me gruñeron pero no puedo dejar de sentir profundamente el incalificable atropello perpetrado contra mis compañeros de cárcel. Además, me cuesta olvidar, que fue allí, donde se tejió la urdimbre, se armó la trampa que me llevó a los seudo tribunales democráticos, lo que equivalía conducirme a la cárcel donde entra un poco de sol, pero no la justicia.

8.- “CASOS Y COSAS DE LA DIGEPOL” Sigue agonizando febrero y sus últimos días, sus últimas horas, se distorsionan lentamente como los anillos de famélica boa, ahogándome. Esta mañana, al despertar, no encontró a Chafardet y oí a lo lejos, su voz chillona y atiplada, enfrascado en una seria discusión con el soñoliento guardia, a quien acusa de ocultarle la orden de libertad. “Esa orden no ha llegado ni llegará todavía, aunque se la anuncien todos los indios muertos y todas las reinas juntas”, termina insolente el Guardia, ya fastidiado de la insistencia del viejo. Chafardet es un fanático convencido del espíritismo; el pobre; a cada fracaso le inventa una explicación, de manera que siempre los espíritus salgan airosos y triunfantes, así le sucedan a él las cosas más contrarias y desagradables. Por eso retorna a mi rincón, festivo y alegre y me susurra: “Tengo que aparentar buen ánimo, me conviene” Pero jura y perjura, esta vez sí por un puñado de cruces, que “ya llegó la orden”, que todavía ni sueñan en darle. Una vez más la Reina y su corte se han equivocado, pero Chafardet se resiste a aceptarlo; “Ella no se equivoca, como Paramaconi......” Es lo último que me dice con relación a sus diálogos y revelaciones. No puede ocultar su disgusto cuando le digo “Amigo Chafardet, ustd, como que me engaña. Tengo entendido que para Ud., ponerse en contacto con esos espíritus no necesita otra persona que ustedes, llaman “Médium” o es que, Ud., ha inventado otro procedimiento? Serio contesta: “Yo tengo otro procedimiento; los espíritus me comunican directamente lo que tienen que decirme, aunque también trabajo con “médium”. Paso algún tiempo sin ver ni hablar con mi único compañero pues la Dirección reiteró la prohibición de comunicarse conmigo y aunque Chafardet lo hace con gran reserva le adivino un miedo pavoroso que me resulta cómico. Me instalo en un escritorio sobrante que Vivas Zambrano me asegura puede utilizarse; en el paso las horas, silencioso, leyendo el Oficio y alguna revista vieja, abandonada en su interior. Lectura preterida es la nueva Constitución que viene inserta en las páginas interiores del semanario “A.D.”; subrayo intencionalmente y de manera destacada el artículo de la Constitución que prohíbe de manera terminante, incomunicar a los detenidos y la dejo en lugar visible. Algunos observan mi indirecta y sonríen comentándola favorablemente.


61 También me distraigo leyendo un Anteproyecto de Reglamento de la Dirección general de Policía, que encontré abandonado en el escritorio.- Leo y estudio artículo por artículo y me parece perfecto, sabio. Le subrayo, también un artículo en el que se prohíbe a los integrantes del cuerpo pertenecer a partidos políticos y menos hacer proselitismo partidista; disciplina que viene a ser como una resonancia del articulo constitucional.- Más tarde, este mismo artículo me servirá para causarle un gran disgusto al “tísico” Hernández Vera, empeñado en cantar las glorias del Partido Blanco, las realizaciones que por ninguna parte se observan y negar los desastres que tal agrupación ha producido en Venezuela. De él se valdrán muchos independientes para silenciar la propaganda de los fantásticos, no solamente de los partidos del Gobierno sino también de la oposición. “Una ayudita que nos hacía falta; porque aquí todo el mundo estaba convencido de que debía pertenecer a algún partido político” observa. Vivas Terán y otros más asientan cuando lo expresa. Estos días me he sentido si no pagano con violentas sacudidas espirituales, como quien se interna en una tempestad de alta mar. Para nivelar un poco las reacciones de odio que me provocan tantas cosas contrarias y repugnantes, aprovechando tanto tiempo vacío, me doy el lujo de rezar el Oficio divino, obligación diaria de todos los sacerdotes, dos veces al día. Esto me calma y sosiega, y cuando son los salmos davídicos los que me enardecen, dejo a Dios la venganza. Compadezco a los pobres materialistas que no cuentan con tantos recursos como los que otorgan la religión y la fe. Aquí los he visto desesperados, inconformes, maldicientes, deseándole los desastres más horribles a sus enemigos y ligando su propia muerte,. A veces, a uno también le acosan tentaciones y sentimientos de violencia ante las injusticias y sobre todo ante el descaro con que se utiliza el poder; pero todo el mundo sabe hasta donde puede llegar un hombre que tenga el freno de la fe. Yo he deseado la muerte de Rómulo Betancourt y sus corifeos, pero ¿ha sido mi deseo cordial y sincero?. Aún sintiendo las cosas que sentimos, sufriendo lo que sufrimos, hoy hemos recurrido al chiste: «!Señor que se muera, aunque se salve!”. Y otros podemos hacer nuestra la bella frase de Renán, pensando en cristiano: “Cuando nuestros adversarios han sido mayoría nos han aplastado a nombre de esa mayoría, nosotros seremos más generosos, nosotros reclamamos la libertad para los que la han negado cuando eran fuertes”. Mientras prosiguen los interrogatorios, el tiempo sigue sobrando. Los encargados de llamarme y de llevar a cabo este desagradable oficio conquistados o temerosos, ya empiezan a demostrar cansancio y algunos abierta repugnancia. Entonces hablamos de deportes, de los casos que se ventilan en la Digepol y hasta de política. Todo un interrogatorio de tres horas, en la alta madrugada, lo dedicamos al escándalo mayúsculo que constituye la pérdida de prendas y alhajas, por valor de más de cien mil bolívares, sustraídas de una casa requisada por la Digepol. El asunto lo ventila la Copeyana P.T.J. y está comprometida una comisión presidida por el mismo jefe de la Digepol, que todos estiman adeca, y que en realidad lo es, en sus dirigentes o directores. “Tan serio que me parece Fernández?” observo sinceramente extrañado; a lo que a se me contesta: “Aquí entre los pesados no hay hueso sano y cuando se trata de ñereñere no hoy gente seria”. Es la mayor debilidad. A las diez de la mañana llega el “hombre” de quien hablamos esta madrugada, Fernández Betancourt y en el rostro le adivino que desea decirme o aclararme algo. Le llevaron el cuento de que estoy en huelga de hambre, el natural desgano que me produjo el prolongado ayuno para ratificarle mi voluntad de no probar bocado hasta saber cómo están mis otros compañeros. “Ya pasó todo y se toman medidas contra los abusos, me dice y manda por comida especial, que no toco. Fernández B. toma en serio mi huelga de hambre y me hace llamar de José Luís Gutiérrez, el jefecito. Este simula cierta preocupación y hace esfuerzos por ser amable conmigo. Hipócrita y falso, como todos los adecos; en tiempo de P. Jiménez lo conocí en Valencia, meloso y adulante como un perro hambreado. Aunque en ese tiempo no lo sabía, la noticia de que


62 fuese del partido blanco no me cayó extraño, porque su conducta ya lo había denunciado; su teatralidad afectada, más que un hombre bueno lo hacía parecer un zoquete, casi con el significado que el cura Hernández le da a esa palabrita. Ahora se da ínfulas de hombre atareado y gran señor, más la pelambre lo descubre. Nunca fue ni será más de lo que aparenta, un pobre hombre tan mediocre, que ni siquiera la Seguridad Nacional, que hizo mártires de tontos, lo estimó apto para víctima. Aquí se dice que en su vida privada y pública es un inmoral; borracho, jugador, etc., y sin duda alguna que “el puesto le permitirá otras cosas”. Buena ficha en el partido de la honestidad y magnífico servidor de este régimen de pulcritud! Según refieren los criticones de oficio en la prensa “lamentaba J. L. G., con socarrona burla y ridícula sorna “la actitud deprimida de los detenidos políticos”, “temblorosos y arrepentidos, dispuestos a confesarlo todo”. Esto debe ser tan verdad, como lo que en casa de un amigo mío refería sobre captura. Según esta pequeña versión para la historia a mí me cazaron lloroso y compungido, ya cerca de Naguanagua, el pueblo foráneo de Valencia, en precipitada fuga hacia Puerto Cabello; los lamentos, pidiendo y rogando que no me hicieran nada, por poco no so oyeron en el vecino Cuartel Anzoátegui...... Pedro Gutiérrez, más digno de lástima, que de crítica y desprecio, descuidó los beneficios de una educación que otros no tuvieron; sólo tiene como débil excusa a su favor el tremendo complejo que lo enerva y ridiculiza. ¿Cuando podrá pasarle, aunque sea como un fugaz aletazo de tentación, a este pobre cobarde, siquiera realizar lo que se nos atribuye, hacer lo que de nosotros se refiere? ¿En qué se basarán esos señores para criticar a P. Jiménez y a su régimen, si con el mayor descaro, la mayor ostentación y desvergüenza, ellos lo están haciendo peor?. Por diez años vivieron genuflexos y serviles y ahora reeditan los robos, los crímenes, la malversación de fondos, los saraos y borracheras que criticaban; los perejimenistas obsequiaban y servían a un hombre, en fin de cuentas. Es la misma desvergüenza farsa de Copei. Lanzaron contra A.D. un diluvio de insultos y acusaciones, entre la que se destacaba siempre la de su origen y naturaleza marxista, para después aliarse con ellos. Tomaron como bandera las encíclicas papales y los principios cristianos para hacerse fríamente los abstraídos cuando la misma Iglesia, en una sabia norma prohibió todo arreglo, comercio y componenda con los Partidos marxistas, declarados o solapados. Ahora salen con la torpeza de que existía un pacto previo. ¿Por qué hicieron ese pacto? ¿Si uno jura o se propone robar, incendiar o matar debe hacerlo, porque lo juró?. Al subir al “‘Quinto piso” de nuevo, son los mismos amigos y compañeros que se empeñan en que debe comer y al efecto me han hecho traer expresamente de la calle dos sándwiches, uno de queso y otro de jamón arreglados como lo saben preparar los italianos del restaurant vecino. Condesciendo mientras llega como un aguafiestas, Hernández ve el fanático adeco, que ajeno a todo lo que sucede, aprovecha para su habitual propaganda demagógica: “Cuándo en la Seguridad Nacional 50 iban a permitir extras? Este hombre raquítico y consumido por la mala intención, “desmejorado por los vicios”, con su semblante de tuberculoso en convalecencia, vive amargado y lleno de odio; se quiere dar una autoridad que nadie acepta ni acata y esto lo mortifica y subleva. A mí me cae como un purgante de ricino y pienso que si mañana lo botan de aquí volverá a ser un pobre diablo, mezcla de pavo y maleante. Tomo nota de alguno de los miles de casos que en esta oficina se ventilan y si quisiera referir todo lo que me relatan, tendría suficiente material para escribir un libro como el que leí hace muchos años, cuando era estudiante en Bogotá, cuyo título todavía recuerdo: “Revelaciones de un juez de menores” por mi profesor de Derecho Romano, el Dr. León Rey. La comidilla diaria de la Digepol y probablemente de las otras oficinas de organismos represivos son los escándalos que a diario en ella se ventilan. Aquí no se sabe ni siquiera lo que es ética profesional. Cuando no abundan o se agotan los casos extraños se recurre aún a los familiares o se calumnian mutuamente; cada uno sabe la historia de cada quien, de sus íntimos y de los desconocidos, y como


63 recurso de última hora, los compañeros de los demás pisos, en serie interminable, que se suspenden y continúan entre café y café, entre flirteo y flirteo y entre papeles emborronados y llamadas telefónicas. Maravillosas son las oportunidades cuando sale el Jefe a tomar aire, y a éste parece que con mucha frecuencia le falta ese elemente. Aquí como en toda Venezuela, desde que apareció esta mezcolanza ridícula y nociva, de partidos políticos, que se llama “Pacto de Punto Fijo”, todo el mundo sabe que existen dos o tres grupos perfectamente antagónicos que se “tiran a la finca” y que sólo están de acuerdo los quince y los últimos para cobrar religiosamente el sueldo; de resto viven “sapiándose” mutuamente y de esto han hecho su más distraído deporte. Uno, cuyo nombre tengo a buen recaudo, se jactaba de haber asegurado su puesto, tan sólo, con el conocimiento que tenía de los secretos de la Digepol, y rubricaba orgulloso: “Yo sé de mucha gente enterrada, que no está en el cementerio”....... A los crímenes de la Casa gris y del Sifa, dedicaban secciones especiales y capítulos apartes, con nombres, apellidos y fechas. “No sé, concluía otro, donde se meterán ciertos individuos que conozco, si esto cae”. Y otros; “Si el camino del Junquito, las carreteras de Baruta y Ocumare, si el río Tuy y la Urbina hablaran”... A veces en esta Oficina se ventilan asuntos típicos y graciosos. Cerca de nosotros, está inquieto y parlanchín un español que ha venido a poner una denuncia. Observo que denunciante y denunciado se quedan o los dejan. Pregunto y me informan que no hay tal robo, ni chantaje, ni cosa parecida. La “Cotorra” como el monstruo Palma, llama al español, entregó al otro, al denunciado, diez mil bolívares para un negocio muy lucrativo, pero nada honesto; la construcción de una máquina de acuñar billetes falsos. El acusado, se guardó los diez mil; con tanta plata le pareció inútil el invento y nunca pensó que el otro fuese tan ingenuo, para traer el caso a la Digepol. En la noche cierro un pacto amistoso con Chafardet que él mismo propone, “para que yo descanse”. En adelante, mientras tengamos un techo común como yo dije, dividiremos la noche de la manera siguientes: uno dormirá hasta la una de la madrugada y el resto, hasta la mañana, el otro. Inicio yo y a la una en punto, me llama, pero el sueño ya iniciado apenas hace dos horas es un magnífico aperitivo que me permite seguir durmiendo sentado en mi escritorio, a pesar de la molestia, del ruido infernal y del frío. En la mañana siguiente nos damos mutuos parabienes, por el invento y el ejemplo que hemos dado de “pacifica convivencia”. Cuando veinte o más días después, finalmente le llegue la tan anunciada libertad, se despedirá de mí tres veces; la última tiene que devolverse casi de la puerta para declamar en voz alta; “lo ofrecido...pero ya sabe, no se meta más en conflictos”. Anoche, en el escritorio, después de las dos, se me fue el sueño y pude constatar como es realidad el servicio nocturno ola guardia nocturna de la Digepol. El teléfono no cesa un instante en su molesto repiqueteo y los portazos se suceden ininterrumpidamente toda la madrugada. Llegan a todas horas sucesos escalofriantes y casos escandalosos que se ventilan a todo grito como en el lugar donde se escenificaron; también aquí, con el ligero disfraz de los paños menores. Es un desfile heterogéneo y curioso, donde toman parte desde la mujerzuela alegre hasta la dama encopetada, desde el ebrio pacífico hasta el borrachito guapo, desde el hombre del pueblo hasta el universitario, el doctor; desde el pobre hasta el rico. Una dama aristócrata de Bello Monte estaba “profundamente” angustiada porque el esposo podía regresar a casa antes que ella. Había sido sorprendida mal estacionada, con un aventurero, cuyo puesto peligraba como el del esposo, que era también destacado miembro del Partido, si se descubría el pastel. De estas damas “mal estacionadas”, han caído estos días varias señoras de la high, muy decentes ellas, dos muchachas universitarias, una liceísta y una de un Colegio de Religiosas, entre otras; aquí reposan sus direcciones y números telefónicos.


64 A la dama aristocrática la viene a buscar su propio marido y se quedan burlados los que esperaban presenciar y disfrutar de un show de media noche; se abrazaron, besaron y fuera de los gimoteos de la doña y del esposo compungido, sólo se oyó el claro reclamo paternal de éste ultimo, dopado por las copas: “Pero mi amor, como te dejaste cazar por la policía”? Un tema que ni para comedia de radio sirve y sin embargo es un drama palpitante que desgraciadamente se hizo corriente y vulgar en esta pobre sociedad desquiciada. Ortega y Gasset escribió; “que una sociedad sea inmoral, tenga contenga inmoralidad es grave, pero que una sociedad no sea una sociedad, es más grave”. Pronto me provocó asco tanta degradación y al desentenderme de te do esto pude dormir. Pero soñé que el Ávila se había arrojado contra la Cota 905, haciendo un gigantesco sándwich. Me viene a la mente la frase de Milton en su Paraíso Perdido: “Cuando sobre la ciudad descienden las sombras los espíritus del mal deambulan por sus calles.....” “La cuestión que se plantea es saber como todo esto fue posible en pleno siglo XX y en regiones que pasan por ser las más civilizadas del universo.” Citado por los autores de El Retorno de los Brujos Pag. 234.

9.- Y EL TIEMPO SIGUE SU MARCHA Lo que pudo ser un adiós definitivo se convirtió en un brevísimo hasta luego. Anoche, a mi vuelta, desaparecieron la cama y demás accesorios y tuve que dormir en un pupitre; lo que no me privó de un sueño sosegado y tranquilo. En la mañana a medida que la espaciosa oficina se inunda de empleados y parroquianos, aumentan las demostraciones de afectuosas sorpresas. Muchos creían que ya no volvería más o porque se me solucionase satisfactoriamente el asunto o porque, en el peor caso pasaría a la Modelo, de manera definitiva. Según me refieren, y esto me satisface, el tema obligado entre los “amigos”, durante la tarde de ayer fue mi traslado al S.I.F.A. y sin yo averiguarlo me dicen que aún los indiferentes hicieron buena ausencia de mi persona. No he tenido la curiosidad de investigar que dice el horóscopo de este día, pero debe ser maravillosamente optimista. Uno me dice con toda ingenuidad: “Hubiera querido coger palco para presenciar su encuentro de ayer”. Sin duda hubiera vuelto desilusionado porque todo se desarrolló mejor de lo que presagiábamos. Otro observa: “fue que Ud., los agarró cansados o eso... el horóscopo lo ayudó”; fatalismo que aquí es un desagüe o desahogo de moda. Descontando raras excepciones, prosigo mi laborioso trabajo de hacerme amigo de casi todo el personal, aun de los que, en un principio me demostraron poca cordialidad y hasta aversión, discutiendo amigablemente con ellos, cuando las circunstancias lo permiten en un audaz reto a la terminante prohibición de dirigirme hasta el saludo. Nosotros los venezolanos, y este es el gran defecto ancestral, somos muy desordenados e indisciplinados. El riesgo se hace costumbre, y atenta la incomunicación, aunque Vivas Zambrano fue alejado de mi rincón por quebrantar estas disposiciones terminantes. Tengo que agradecerle a Gómez (Gallito) servicios y atenciones; en cambio, cuando él Juega le facilito algo de lo poco que tengo, que religiosamente devuelve y cancela. Aunque unos lo niegan él se hace pasar por mártir guasinero, es de mucha confianza en la Digepol y hasta lo toman muchos de los detenidos como padrino y defensor. Es una de las efectivas palancas y se rumora que gana mucho dinero en el desempeño de esa “función filantrópica”. Lo tienen como blanco fanático pero me tolera


65 inventivas contra el Partido. Parece que perteneció a la “Sagrada” de Betancourt cuando ésta estaba integrada por viejos guasineros, suplantados por las “muchachos”. Conmigo es correcto y cordial, siempre me saluda con afecto, me presta libros, revistas y hasta me deja de cuando en cuando, su radiecito de transistores. Seis u ocho días de mi llegada a la Digepol una mañana muy temprano me recibió con una frase tonta: Ud., como que está más joven de lo que yo imaginaba!” Desconectaron el teléfono olvidado en el rincón y que nosotros habíamos ocultado con el cuidadoso sigilo de una cosa clandestina; lo use una o dos veces para hablar con mi hermana Carmen pero siempre con la anuencia de Terán o de algún otro amigo de confianza. Muchas veces lo utilizamos para chequear conversaciones que nos interesaban y hasta elaboramos una lista de sapos y soplones que comunican regularmente sus noticias y denuncias a la Digepol. Con este fracaso sí nos encontramos rigurosamente desligados del exterior y el único consuelo contra el aburrimiento, lo constituyen los compañeros, que por una razón u otra son detenidos en este quinto piso. Unos, como Rafael Rodríguez, Narciso Gudiño, Balbino Blanco, el poeta y declamador, enredado en un asunto de faldas y algunos otros más de manera temporal, por breves días, de los días de permanencia forzada, siempre habrá que descontar el primero y hasta el segundo o por el aturdimiento que conlleva la pérdida de la libertad o simplemente por la incomunicación impuesta. Por eso no descuidamos los pequeños temas, siguiendo el consejo de Manuel Rodríguez Cárdenas en su “Ferrocarril de las Hormigas”: “Observamos de cierto tiempo para acá, que los venezolanos pensamos solo en las cosas dramáticas. Tenemos una psicosis de la importancia y dejamos de ver la menudencia donde por cierto se encuentra la sal y hasta el condimento de la vida”. Las conversaciones y paliques con estos hombres en desgracia transitoria, sin duda distraen y hacen olvidar los problemas que torturan. Las intervenciones del ex-fundador de la Criminológica Dr. Francisco Pérez Simanca, detenido preventivamente, son extremadamente amenas y de mucha instrucción; la desilusión y el disgusto que le produce lo ingrato de la política agudiza más su natural ingenio y da soltura a su lengua. Yo le oigo a distancia y prestándole atención atenúo un poco el desagrado que me produce la interminable función de los borrachos, ladrones, atracadores, paqueteros, escandalosos, mantenidos y complicados que aquí se monta día y noche, como casos típicos de la Chicago de Sur América y trabajo peculiar de esta Oficina. Parte de este mismo Show son, de noche, las interminables y estúpidas conversaciones, vulgo “cebos” por teléfono, que entablan los oficiales de guardia con las niñas sin oficio que hacen de esta morbosa diversión su deporte predilecto y favorito. En estas largísimas e inconcebibles charlas se tratan los temas más sucios y escabrosos, con la procacidad más descarada, con las frases más soeces y en un tono de voz sensual declamadores de media noche. Si de la abundancia del corazón habla la boca, estos hombres que hablan y estas mujeres que oyen deben estar podridos hace rato por que apestan. Sin embargo alguno me asegura bajo juramento de que muchas veces son niñas bien de familias decentes “de aquí mismo del Paraíso”. A veces el guardia de turno, acicateado por repetidas insinuaciones del exterior, de las cuales todo el mundo aquí se da cuenta, deja su obligación en puesto acéfalo o en manos de un compañero alcahuete, medio celestino, que le permitirá a él, mañana o después, aprovechar también una cita, “un chance” o levante” como dicen ellos, con la mayor desvergüenza y cuya aventura, relatará indefectiblemente con todos sus pelos y señales, nombre de la dama, apellido, categoría, dirección, teléfono, horas libres, datos, todos que irán a engrosar la libreta de apuntes. En este ambiente capitalino “hombres y mujeres deshechos” exaltan la apoteosis del fango. Sobre la ciudad no hace falta que llueva fuego del cielo, basta con Rómulo Betancourt.


66 Como ya insinué, a los pocos días de haber ingresado a este maravilloso quinto piso de la Digepol, sede de la émula de Scotland Yard, “La división de delitos contra las personas han venido llegando detenidos, como yo, en depósito, distintos, a los que aquí mismo serán sancionados. Unos, por tiempo tan breve, que apenas logro conocer sus nombres o en líneas generales el motivo de sus detenciones. Uno, el nombrado Dr. Pérez Simanca, me dispensa cordialidad y con fianza y se me pone a las órdenes; lo mismo un abogado ex-acesor jurídico de la P.T.J. cuyo nombre no tuve el acuerdo de anotar, lamentablemente porque fue muy decente conmigo. Pelayito Chacón; el pelotero acusado de acompañarme a Valencia con mi sobrino Pedro José, está aquí. En desconocimiento y desligado totalmente de toda complicación, en los interrogatorios y mientras estuvo en el sótano, “cantó” más bien, como dice un compañero tomándole el pelo, todo el viaje, con todas sus señales, sin la menor sospecha de perjudicar a nadie. Piensa que el sufrir cárcel de un modo tan accidental, fortuito y extraño podía tener un significado para su futuro. Le causaron tan desagradable impresión los primeros días de encierro que no lo creo con verdadero espíritu y vocación revolucionario y por lo que veo sale teniéndole tanto pavor a la cárcel como cuando entró. Narciso Gudiño; es el nombre de un amigo que, según me cuenta, trabajaba en la Cárcel Modelo. No está tan complicado que se diga y es uno de esos casos corrientes en que soga revienta por lo más delgado. Es silencioso, prudente y no le llama la atención la política. Estuvo ocho días preso, al término de los cuales se me presentó muy alegre haciéndome el anuncio: “vuelvo para mi cárcel”. Miguel Ferro Pacanis (Teniente), una larga historia que empieza casi con López Contreras. Paso horas interminables en amigable coloquio con Miguel y repasamos tantos temas que la conversación se hace siempre muy amena. Al saber que tiene aquí en el edificio a su papá también preso, le catalogo de miembro de una familia conspiradora pero él me aclara: “Al viejo lo detuvieron cuando me buscaban”. Rememoramos pasadas épocas y entrelazamos historias verídicas con anécdotas, chistes y cuentos. Recordamos la Plaza Venezuela, el Pent-House del edificio frente al Estacionamiento, las carreras por las urbanizaciones, etc., etc...Llegó a la Digepol arrastrándose penosamente, doblando el cuerpo como un anciano, con una barba cubana abandonada, que daba lástima. Habló de torturas inenarrables y alguno observa que se le podía poner el apodo de “Redivivo”. Nosotros sus amigos lo estimamos mucho y apreciamos su auténtico y gran interés por la causa. Ahora de que es un artistazo, merecedor del “oscar”, lo es, con una cara de mártir que administra a las mil maravillas. Guillermo García, quien conozco por referencias, desde Maracay, tiene una conversación sumamente interesante, después que perdió el miedo y la prudencia que trajo a este quinto Piso. Hecho al patio, habilitado al mundillo del que le toca formar parte, su repertorio se hizo inagotable y lo remontó hasta más allá de los días en que tuve las primeras noticias de sus a andanzas. Entonces estaba detenido por la Seguridad Nacional, con motivo del “affaire” de los radio—telegrafistas, en el cual fueron encarcelados muchos. Por intermedio de Fco. José conocí a su señora en aquellos angustiosos días. Recuerdo que hice muchas diligencias por su libertad, de las cuales, él probablemente no tuvo noticias ni yo quise mencionar. Guillermo está ahora detenido de nuevo pero esta vez por la Democracia a quien con tanto entusiasmo y sacrificio defendió. El lo refiere sin amargura y hasta con humor: “Me suelta el chingo y me agarra el sin nariz”. Estoy de malas.........” Magnífica persona este Guillermo, sin embargo los tiempos, las circunstancias y la cárcel lo han convertido en un hombre medroso y desconfiado.


67 El Negro Robles.- El negro Robles es desconcertante. Desde el primer momento de su arribo se interesó por mi soledad, olvidando su propia desgracia. Me cuenta que es policía y está preso por haber dado muerte a dos “pete jotas” que quisieron arrebatarle un preso, confiado a su custodia. En el primer descuido dos amigos de la Digepol me soplan que es un espía o sapo , como dicen ellos y trocando la fábula que el otro me contó afirman, pero entre mil contradicciones, que está preso por hurtar la dama” a un prominente jerarca del Partido. Cuando el Negro tiene que presentarme la Dulcinea de la querella con firma parte de la versión de los malévolos informantes. Los dos me dan suficientes datos hasta para escribir un articulo escandaloso que titularía: “N.N. el Prófumo de Venezuela”. Se porta muy cordial y decente conmigo y por ninguna parte observo interés en saber nada de mí, ni de mis actividades. Si venía con una misión, la olvidó o quiso olvidarla. Cristóbal Rodríguez, dueño del garaje “Caracas”, a quien no conocía antes, ni de nombre; hacemos tan buena amistad que llegamos a intimar y él me confía hasta sus problemas familiares. Cuando sale en libertad se me ofrece incondicionalmente a la orden y me regala una cobija nueva, que todavía me presta sus buenos servicios, pero nunca mejores que los prestados en el friolento Quinto piso. Tabaquito, Una noche se forma un escándalo de... quinto piso, superior a los corrientes que es lo mismo que catalogarlo de extra y mayúsculo. Una voz gangosa de borracho, en el último grado, grita, golpeando fuertemente la mesa del guardia de turno; “si me encuentro a ese... lo mato y remato mil veces”, Cariñosamente como si se tratara de un familiar consentido, algunos empleados traen al nuevo compañero; una burda copia, en el físico del incomparable Chafardet, tal vez un poco más alto. Es “Tabaquito”, chofer y con tanta autoridad como cualquier miembro de la omnipotente Digepol. Acaba de matar a tiros a un compañero de tragos, por una causa estúpida, que él, en se no juicio, por considerarla así, tendrá buen cuidado de omitir. Mañana contará otra historia, completamente distinta o adulterada, que será la que ha de asentarse en el expediente y llevarse ante los tribunales, Si es que va, porque más de uno asegura que todo se quedará en familia y “Tabaquito”, ni siquiera pisará la Modelo. Eso sí, seguirá siendo mi compañero cuando los otros tengan que partir hacia la libertad, pero será como un empleado en vacaciones. Él no tiene, por su puesto, la culpa; la tiene el sistema y él solo aprovecha. Su mamá, una ancianita muy seria y buena, su esposa y sus hijos, entre los cuales hay uno que sirve al gobierno, me tomen cariño y la visita que la hacen a “Tabaquito”, la comparten conmigo. Gorsika García, estaba en otro piso y de la noche a la mañana aterrizó en este, como un transeúnte accidentalismo y se fue quedando Gorsika García, es graduado en N. América de Ingeniería mecánica, con las versiones que la crítica le hace. Tal vez saldremos de aquí y le recordaré como amigo y buen muchacho, víctima del tiempo. De origen árabe, educado, de buena presencia, de magníficos sentimientos, a veces se hace incomprensible por sus modales alocados de pavito inquieto. Según cuentan los que saben, está muy enredado social y econonómicamente porque esas son las versiones principales que tejen sobre su detención; el agrega una tercera, de índole conspirativa, tal vez para ocultar las otras, para no sentirse extraño o para participar de nuestro pequeño orgullo. El hecho es que nos hacemos grandes amigos y aunque me cuenta intimidades de su vida que todos saben, por ejemplo haberse casado tres veces y a los veintitrés años incumplidos, preparar el cuarto matrimonio con la chiquita que a diario lo visita varias veces, no logro saber, de donde vino ni adonde va. Estos días lo he observado más nervioso que nunca y hasta con una tristeza inconsolable. Él me refiere el motivo; encima de todo esto, como remate de tantas desgracias, la dulce noviecita, que le hacía menos insoportable el encierro, con sus frecuentes visitas, ya no vuelve y tuvo la crueldad de avisárselo. Yo en vez de consolarlo le salgo con una torpeza: “Esto te habrá sucedido tantas veces que ya, hasta acostumbrado estarás”. Pero él me contesta en un tono sentimentalista y meloso de novelita Rosa: “Si supiera Padre, cuando uno quiere, quisiera querer para siempre o le parece no haber querido nunca”.


68 Para no quedarme en silencio y declararme vencido respondo: “Es que Uds., modelitos de nueva ola, llaman querer a cualquier cosa...”Este muchacho me parece tan bueno e ingenuo que lo considero tan sólo un pobre loco y termino por lamentar su mala estrella, aunque tanto él como yo convengamos de una manera risueña, que su historia no es rara, sino una más entre el millón y medio de esta “Ciudad Desnuda”. Poco acostumbrado a veces resiento el malestar que provoca la quietud y la vida sedentaria; no sólo el ambiente sino también el pavimento, las paredes, tantos vidrios, la altura, todo, con su permanente frialdad de nevera, entumecen los miembros y a la larga producen una crónica cefalalgia y bronquitis tan agudas y molestas que dificultan toda actividad intelectual y hacen abortar toda iniciativa. Terminadas las diarias labores y ya ausente el personal, remuevo los escritorios de la oficina contra la pared y así despejo un considerable trecho que utilizo a manera de pista para marchar y correr, como también para realizar mis pequeñas prácticas deportivas con bolas de papel. El primer día fue una sensación y hasta oí uno que murmuré: “Ahora sí, el Cura se puso loco...” Insisto, a pesar de la crítica; logro entrar en calor y hasta duermo bien, desde entonces. Me acompañan en estos entretenimientos: Pelayito en el beisbol y Gorsika en el fútbol. Pelayito saldría primero, al pobre Gorsika lo encontré de nuevo en los pasillos de la Modelo. “Todavía”? “Todavía, Padre, pero hoy con muchas esperanzas fundadas”. Parecen que sí eran porque no le he vuelto a ver más. En la cárcel como en los barcos se estrechan las amistades en un tiempo increíble. Después del primer contacto amistoso, descubrí en Gorsika un vivo retrato del incomparable tarambana “Boy”, novelado por el Jesuita Coloma. Este como aquel no rezaba mucho porque” no quería ser pesado o fastidioso ni con Dios”... Estos son los amigos de la cárcel, que dan pábulo a tan contradictorias aseveraciones, predominando aquellos para quienes la amistad de la cárcel es como amores de estudiantes, flores de un día. Así es y seguirá siendo por mucho rato la humanidad, hoy se critica y lamenta el olvido de los que están en libertad, y mañana seremos nosotros los que utilizaremos ese olvido contra otros y que “para evitar complicaciones”... “Se puede engañar a una parte del pueblo todo el tiempo o a todo el pueblo una parte del tiempo, pero no puede engatarse a todo el pueblo todo el tiempo” Lincoln.

10.- ESTE ES MARZO Ayer pasé el día como los anteriores, aunque ya más acostumbrado a mi infeliz situación. “Parece que se acabaron los interrogatorios”, me anuncia Terán con no disimulada alegría. Yo también tengo mi pequeña satisfacción, parece ser que empiezo a dejar de ser un escándalo de proporciones en la Digepol. Fuera de alguna pobre vieja que abre desmesuradamente los ojos como un mochuelo asustado cuando me ve, los demás empiezan a observarme como parte del pasaje, como personaje secundario de la escena. Y yo me acostumbro con todo y casi todos los que me rodean; con el desasosiego de los borrachitos y marihuaneros enratonados, con el desparpajo de los ladrones y atracadores, (con la seriedad) que se creen héroes, con el mutismo calculador de los estafadores y desfalcadores, con la seriedad de los políticos gobierneros, venidos a menos en descuadro de cuentas. Pecado capital de los políticos que se creen patrocinados y apoyados. Sólo estimo, como el más terrible castigo la repugnante compañía de los invertidos y afeminados, tan descarados que se creen amigos del régimen y hasta llaman telefónicamente a


69 personeros del Gobierno para que intercedan por ellos. “Sin escrúpulos, los lanzarla al vacío desde este quinto piso y a los que afuera atienden sus llamadas los degollaría”, observa furioso un compañero amigo, partícipe de mi cordial aversión. Vivas Zambrano, quien no respeta la incomunicación, vino varias veces a hablar conmigo y programa mudarse más cerca, a un claro que está vecino a mi escritorio; si lo consigue no esteré aislado y la vigilancia mi incomunicación será más difícil. Excelente muchacho éste Vivas Zambrano; sumamente sano, gran deportista, desde el principio hemos cordializado y me cuenta que piensa dedicarse a la pesca submarina, aunque en este deporte ya ha pasado varios sustos con tiburones. Estudia y trabaja y va con frecuencia a Maracay donde tiene familiares; le alabo que no pertenece a ningún partido político. Me consiguió una camita que mucho le agradezco, porque me permite rescindir el trato y pedirle el “divorcio” a Chafardet. En la noche me traen un colchón, sucio y rugoso como un empedrado una almohada mugrienta y una sábana con manchas de color indefinido, útiles ya usados por los elementos transeúntes que duermen en el suelo. De todo este apestoso obsequio hago un voluminoso atado o bojote y lo arrojo por la ventana sobre un camión estacionado en la acera; el chofer no advierte ni siquiera la risa de los curiosos espectadores y se lo lleva. Anoche me acosté vestido sobre el alambre desnudo y aunque amanecí molido y maltrecho, pude dormir casi toda la noche sin tener que sostener en equilibrio el carapacho de Chafardet y sus innumerables espíritus. En la mañana, mientras cierro la cama y rezo las oraciones, oigo de labios de un compañero una extraña plegaría: “Dios se lo pague a la mujer providencial madre de Rómulo Betancourt, que le permite a Venezuela vivir en la tristeza, probablemente su hora más gloriosa. “Como la oigo la copio con el amén unísono de un coro trasnochado. Arriesgando una vez más la confianza que me dispensan los que serán mis amigos en adelante, escribo dos cartas, cuyos párrafos principales emborroné en el W.C. y las envío fuera. Sin mucha literatura, sin protocolo y sin la presentación que exigen los personajes a quienes se le dirigen pero hablando claramente de las irregularidades que he observado. Une de la comisión del Congreso que vendrá días después, me hablará de estas cartas y hasta tratará de criticar que hayan sido escritas con exageración. Le observo que la Comisión del Ilustre Congreso dio tiempo, como siempre, más que suficiente, para corregir ciertas deficiencias; “En esto Uds. se parecen a la policía, siempre llegan retardados. o no llegan”. María aprovecha la ausencia del Director, se detiene (charal) charlando conmigo algo más de lo corriente y me cuenta su pequeña historia, que tiene sabor de tragedia vulgar. La abandonó su esposo con dos hijitas ahora vive con un viejo a quien no sabe si quiere o no, pero a quien tiene que agradecer ayuda y representación. La pobre aquí en este antro, tiene que tolerar juegos y libertades demasiado pesados..., especialmente de Veitía, pero como ya esta acostumbrada o la necesidad la hizo acostumbrarse, ríe a estas cruda sandeces. Hablo también con otra empleada, una señora andina viuda de un político que murió hace poco en España. Es muy religiosa según lo manifiesta y trabaja aquí por su crítica situación económica, tiene una niñita pizpireta y alegre, que según observo, molesta a medio mundo cuando viene acompañando a la madre, lo que hace con cierta frecuencia. A mí no me molesta a y me demuestra cariño y confianza, hablándome incoherencias en su media lengua. Algunos empleados se me acercan a saludarme, después de cerciorarse de la ausencia del Director y de los soplones; de estos últimos debe quedar algún camuflado, porque la orden de aislamiento e incomunicación se renueva más severa, en la noche. Vuelvo a quedar solo y hasta Chafardet me tiene un miedo cerval; en la noche hace que reza más de lo ordinario para no hablarme y rezonga como quien habla dormido. “Cosa seria es ser político...un enfermo contagioso....” Mientras llega el sueño, pienso en el animal político de que habla Aristóteles. Carezco de libros, revistas y periódicos; sólo puedo leer el semanario adeco A.D. Aquí casi nadie lo compra, ni siquiera para quedar bien con la superioridad; esta dirigido por el negro, Héctor


70 Stredell “El Cafre insurrecto”. Es un publicación gobiernista de la vieja guardia como la llaman, plagada de insultos y de avisos ministeriales, demagogia y mala intención síntesis perfecta del grupo de marras’ nada científico ni constructivo, todo un señor pasquín gubernamental. Sobre el pupitre, escritorio o “bufete” como lo llamo, me han aparecido dos revistas de la China Comunista; ya antes la había visto rodar de mano en mano y parece que tiene libre circulación, en este edificio. Aquí no hay comunistas, que yo sepa y si los hubiera no creo exista motivo alguno para que lo oculten; los adecos de estas latitudes resultan peores y más fanáticos. Los (ogi) oigo desde lejos; entablan encendidas polémicas y defienden el marxismo con una intolerancia rayana en furor; cuando atacan a Stalin es para exaltar a Lenín, con lo epítetos más en encomiásticos. Por ahora la obsesión es el socialismo, punto según ellos, a donde converge el mundo, de manera incontrolable. Que malos políticos los comunistas! Con sólo disfrazarse de acciondemocratistas les bastaba, para realizar cómoda y tranquilamente su programa de dominio y catequesis Un ingeniero amigo, detenido con nosotros pero tratado con más libertad y consideración, puesto que recibe visitas y puede comunicarse con el exterior, pregunta a uno de estos furiosos partidarios de las dos letras cómo explicar su posición oficial, adversa el comunismo, teniendo ideas tan materialistas y revolucionarias y aquel le responde con todo descaro “Es cuestión de enfoque, de convicción y de táctica, como podía hacerlo Mao o Tito frente a Kruschev”. Este mismo amigo, más que independiente, indiferente, ha encontrado manera más caritativa de distraerse como sabe y crítica mi incomunicación, ingeniosamente se las arregla para entablar discusiones a prudente distancia de donde me encuentro, en las cuales aunque yo no hablo, tomo parte indirecta. Gorki había asentado que en Rusia “no existe ni aún el derecho de pensar en silencio”. Esto aquí todavía tiene remedio porque aun tenemos y disfrutamos de ese derecho. Y en silencio tomo nota de una larga ya acalorada discusión de los amigos presos. Acción Democrática según ellos se ha ido desmoronando paulatinamente; cuando era un bloque, más de un alto Jerarca se confesó marxista y al fraccionarse el primer grupo (M.I.R.), resultó marxista de capirote; el segundo Ars, que amenaza con el cisma entre titubeos y ansiedades tendrá que confesarse también embarrado o refugiarse en la prudencia diabólica que tanto éxito le dio al tronco. Falta la G. V, a quien se le haría un gran beneficio si nunca se le preguntase ni se le pidiese definición alguna, porque le costaría mucho negarlo. El mal es viejo y el microbio antiguo, desde cuando era P.D.N u Orve. Una reacción descarada e insultante provocó en ellos una hojita que conservo, con las siguientes frases del inmortal Pío XI: “Considérese como doctrina, como hecho histórico o como acción social, el socialismo si sigue siendo verdadero socialismo, aun después de haber cedido a la verdad y a la justicia en los puntos indicados (abolición de la propiedad privada y lucha de clases) es incompatible con los dogmas de la Iglesia Católica, puesto que concibe la sociedad de una manera sumamente opuesta a la verdad cristiana. (Cuadragésimo anno, 117). “Si acaso el socialismo, como todos los errores, tiene una parte de verdad (lo cual nunca han negado los Sumos Pontífices) el concepto de la sociedad que le es característico y sobre el cual descansa, es incompatible con el verdadero cristianismo. Socialismo religioso y socialismo cristiano son términos contradictorios; nadie puede al mismo tiempo ser buen católico y socialista verdadero (Ibid. 120). Para estos fanáticos obcecados, la Iglesia y específicamente Pío XI, “están mal informados una frase que me recuerda a Lutero, el fraile apóstata. Y como si la Iglesia tuviese que someterse al estupido criterio de estos ignorantes, machacan audaz y temerariamente: “La Iglesia no debe meterse en estas cosas.” El amigo rubricaba “lástima que el Cura no puede hablar, si no nos diría si se puede ser marxista sin ser comunista o viceversa. “Pero aunque no se pudiera por la perfecta identificación a que


71 han llegado, los adecos venezolanos resolvieron el problema inteligentemente al obrar” el prodigio de ser comunistas y anticomunistas a la vez”. No se como van a terminar los inquilinos de esta novísima Torre de Babel que se denomina A.D. sobre todo con la suave y tierna ayudita que le da todo un pueblo que implora de Dios los confunda más y más, cada día. En el semanario del Partido de la honestidad, cuyo título es la bendita sigla de marras (A.D.) acaba de salir calzado con la firma del ‘Orejón” Prieto, un artículo muy bien confeccionado, pero lleno de inventivas contra los míricos marxistas-leninistas. Sin embargo en la reunión de esta tarde, varios amigos de Paz Galarraga entre los cuales se destacaba un negrito bachiller que tiene la rara cualidad de hablar poco, nos dejaron a todos más confundidos que nunca cuando defendieron acaloradamente a Lenín contra el “criminal Stalin”.- “Ustedes”, rubricó uno que les echó en cara la inconsecuencia, “no solamente están confundidos sino que quieren confundir a los demás”. A.D. siempre ha sido un manicomio, semillero de locos donde se incuban los vagos y maleantes adueñados del poder, soñando en una revolución proletaria, bajo el numen inspirador de Carlos Marx, que no se llame comunismo. Hace tiempo no hacen ostentación, como años atrás, de ser marxistas o socialistas, imbuidos y dedicados como están en una actividad que por toda una vida persiguieron con ahínco; MANDAR. Y para lo cual nunca tuvieron vocación ni aptitudes; con su falta de patriotismo y honestidad.

11.- LAS HORAS MUERTAS Para quien una gran parte de la vida tuvo una permanente tersura de lago, enjaulado en un horario, heroicamente ininterrumpido hasta crear costumbre, los días vacíos y las horas muertas en desesperante sucesión, vienen a convertirse paulatinamente en una tremenda y asfixiante tortura. Frente a la indiferente apatía de los hastiados o absorbidas por la melancolía, hasta los temas se agota el cerebro se entenebrece y el carácter se agria. Sin embargo ya estamos embarcado mar adentro, y mientras el bajel no naufrague se impone la esperanzada lucha con las olas, como también hacerle frente a la angustiosa y mortificante “calma chicha”. Rueda el tiempo inexorable y un día supera al otro de una manera tan silenciosa e insensible que a veces paso la pena de preguntar la fecha, celebrando un día feriado; de los diez de que habla el vulgo, yo estoy entre los nueve que no saben ni la hora ni el día. Por una concesión espacialísima y de una manera tan breve y dosificada que pareciera más bien de contrabando, donde la subsistencia y seriedad de la Digepol está interesada, dejan pasar a mis familiares más intimas, como son mis hermanas Carmen, Josefina, y Maríangeles, con las que se cuelan en una o dos oportunidades, Esperanza, Domitila, Rosa, Queta, Cecilia, Amparo y Eunice. A pesar de los contados instantes, menos de cinco minutos, estas visitas me llenan de indecible satisfacción, como si volviera a la vida después de una despedida definitiva o hubiesen transcurrido siglos desde el último adiós. Casi me importa poco se alargue mi cautiverio pues me siento revitalizado y rejuvenecido para empezar de nuevo; sólo cuando se van, vuelvo a sumergirme en un mar de silencio y pensamientos tristes. Alguna vez tuve la rara oportunidad de saludar accidentalmente más que como una licencia que me tomó como una concesión fuera de orden, amigos como el buen Padre Sánchez, Antonio Lovera, José León y alguno que otro más. Aunque los considero auténticos amigos me causó tanta admiración verlos que me parece mentira “todavía queda valor en la tierra de D. Juan,” una versión aproximada del bíblico: “todavía hay fe en Israel”. Mi ingenio para comunicarme con los míos, más como una necesidad inaplazable que como una burla a la arbitraria incomunicación y encuentro en la bondadosa María un medio seguro, eficaz y


72 de confianza para enviarle a Carmen algún recado o encargo. El Director restringe la amabilidad con que me atiende y sirve, trasladándola como a Vivas Zambrano, a un escritorio más vecino al suyo. Desde entonces las noticias escasean y las razones que me trae de mi familia son demasiado contadas y esporádicas. El cambio se verifica un día cualquiera y Carmencita ocupa el escritorio de María, como encargada del Control de autos robados. La nueva empleadita es muy joven y agraciada; a su alrededor giran los moscones, atraídos por su “garbo”, su cara y su sal, y cosa rara, su seriedad de pie para que los malpensados y envidiosos le inventen cuentos calumniosos. Este mundo nadie lo entiende, si son, porque son y si no, porque no son. Lo de Gar-Mar en “Sugerencias” ¡Ay! porque hay. ¡Ay! porque no hay. Carmencita conmigo es como todas las demás, afable y respetuosa; me obsequia como María, café, dulces y con frecuencia me consulta sobre temas serios, demostrando en sus preguntas gran interés de saber e investigar, cosas raras en las loquitas de este tiempo, en cuyo grupo inserté de manera temeraria a Carmencita. Extraña coincidencia si el nombre no fuese tan corriente; Carmencita es la protagonista a quien se le dirigen las cartas a una muchacha sobre “temas de Derecho Civil” cuyo autor es Ángel Ossorio. Obra amena y moderna dedicada a todas las muchachas, con ánimo de despertar en ellas interés sobre los temas que la afectan. A la pobre María se le interpreta mal su cordialidad con todos, como también su excesiva tolerancia con las indecencias de Veitía, el ex luchador. Cuántos casos en Caracas, semejantes en todo al de esta pobre señora, expuesta a tantos peligros, exigencias y vulgaridades, sólo por el hambre y la miseria. Paso las horas muertas mirando la calle, de día y de noche surcada por una interminable hilera de vehículos y personas que corren desoladas en todas direcciones como buscando algo que hace tiempo perdieron. Cuando la vista se aturde y se cansa de contemplar los edificios que de cerca y de lejos rodean a este gigante de la esquina de Romualda, huyendo de la angustia y del vacío, se enrumba, buscando paisajes más atractivos, hacia el Ávila lejano. Ante el recuerdo desaparece el Humbol, el Teleférico, las moderna quintas, que desde lejos más bien parecen una úlcera en la naturaleza agreste; ahora me vienen a la memoria las esquinas de Caja de Agua y Truco, el Guanábano y su puente de tablas, Dos Pilitas, el inmenso casquillo de San José del Ávila, donde aprendí a patinar, Sabana del Blanco, los Hijo de Dios, los Mecedores con sus peñas y acantilados, los Castillitos con sus ruinas y Galipan con sus flores y su fino, paseo forzado en los días de asueto. Añoranzas imborrables de la niñez y juventud en el Arquidiocesano y en el Interdiocesano. Externado con Gabriel Osio y Pepito Ayala, con Manuel Tello y otros, que no volví a ver nunca pero que nunca los he podido olvidar, ligados como están a lo más precioso de la vida. Internado con Carlos Rodríguez Uzcanga, Eduardo Príncipe, Ramón Lizardi, Luís Rotondaro, Ricardo Mandri, Luis Eduardo Henríquez, Bernardo Heredia, Carlos Sánchez Espejo, Ramón Parada, José A. Chacón y tantos otros. El cariño de aquel tiempo por la gran ciudad, dio paso a la inexplicable aversión presente por esta Caracas desquiciada de hoy que no la cambio por el pueblote de ayer con su “Sol” y su “Heraldo”, con su grito del Pueblo” con sus “huevos de Pájaras” con sus tranvías y con su Metropolitano. Con su Beneficencia Nacional entre Mercedes y Salas, donde fui monaguillo; con su cumaco y su burriquita, con su Sarría y Tierra de jugo. Cuando llegué a Caracas todavía observaban flores frescas en la esquina de Amadores; donde cayó el Dr. José Hernández su amigo y compañero el eminente Dr. Luís Razetti me curó más de una gripe. No me gusta esta Caracas, turbulenta y aciaga como la bíblica Babilonia; me incomoda vivir aquí, aunque no estuviese preso me parece una ciudad ajena. Desde mi alta almena, sobre mi torre de marfil, oteando las vías de acceso, cazo afanosos la llegada de los míos y quisiera tener facilidad mímica de mudo para entender a cabalidad lo que


73 quieren decirme y poder yo comunicarles lo que deseo; aunque también este inocente desahogo y pasatiempo queda descartado por una orden terminante de los cancerveros. De lejos recibo el cordial saludo de los familiares de mis compañeros detenidos en los sótanos y en los demás pisos; este saludo las más de las veces, es un anticipo de presentación que culmina en “Los Pinos” de la modelo. Cuando haciendo equilibrio, quiero saludar a los que se asoman por ventanas o desde la terraza, siempre tengo la satisfacción de tropezarme con caras conocidas, entre las que se destacan la de Serrano Mérida, Pedro José, Víctor López, H. Gonzalo Veloz Mancera, Alí Dáger Aparicio, José R. Pulido Barreto, González Giacopini, Tc. Romero Sánchez, Armando Suárez, Mier y Terán, Cap. Lorenzo /Rodríguez, Régulo Díaz, los hermanos Africano, Dr. R. Hernández Miliani, Dr. José Gutiérrez, Gustavo Chirinos Julio García y otros. Abajo en los otros pisos y dependencias, están recluidos el Dr. Víctor López, Dr. Rj Rojas Contreras, el querido viejo Drayer (más loco que nunca) el Mayor Antolinez y el padre de Ferro Pacanis. Me angustia la soledad y tristeza en que vive mi pequeñito hogar reducido a mis dos ancianas y achacosas tías y a mi heroica y maravillosa hermanita Mariángeles; para ésta, como también para Carmen y las sobrinas se está convirtiendo en aventura peligrosa y arriesgada, traerme de tan lejos lo que el cariño preparó entre privaciones. Yo las oigo en silencio y bendigo la santa ignorancia que tienen del tremendo drama que las rodea; para ellas, Caracas siempre está tranquila y se baila y se goza como en los mejores tiempos; “lo que pasa es que los políticos exageran mucho”. Me doy cuenta de como es realmente efectiva la propaganda goebeliana del Gobierno y en el fondo, no se si envidiar el brío y arrojo de la mujer moderna, criticar la fatuidad de nuestro pueblo o catalogar este riesgo de insensatez, superficialidad y locura. Mariángeles tiene que venir sola desde Valencia en esta poca tan insegura y erizada de peligros y esto, sin duda constituye una temeridad. La demagogia gubernamental, con desvergüenza y descaro típicos, no se cansa de pedir al pueblo, fe y confianza en sus dirigentes. ¿Qué fe se puede tener, en Rómulo Betancourt y en los embusteros que integran su gobierno, amaestrados para el ensaño en las toldas blancas y verdes de una coalición mercachifle?. ¿Qué confianza puede Infundir un hombre que ni en sí mismo tiene confianza, tan inseguro en su palabra que un día no tuvo reparo ni empacho en jurar ante las cenizas de la madre muerta no inmiscuirse más en política para tres meses después lanzar su candidatura Presidencial en medio del asombro de sus mismos comilitones?. No se necesita ser profeta ni pitonisa para vaticinar un período tormentoso de inseguridad, malestar y bochinche, mientras este hombre nefasto detente el poder. Todas las naciones del mundo, ante semejante situación, tienen el recurso de un cambio de gabinete que equivale a un cambio de gobierno. Hablar de un cambio de gobierno es blasfemia para los timoratos esclavos de la Ley, en Venezuela. Para el inmortal Pontífice Pío XII, no puede haber auténtica democracia, “si no está revestida del poder de mandar CON AUTORIDAD VERDADERA Y EFICAZ”. Y mientras no exista esa autoridad “verdadera y eficaz” proseguirá este caos, donde hay “demasiadas madres que lloran, demasiadas esposas sin consuelo, demasiados niños con hambre” (J.M. Ganuza); en donde se sintetiza la grave alarma de la Prensa Nacional; “sin exageración de ninguna naturaleza, proclamamos que no hay, ni en el orden material, ni en el orden moral, un riesgo a que no se encuentre expuesta miserablemente la vida y los intereses de los venezolanos en este tiempo”. Rómulo Betancourt es, simplemente, un hombre con suerte, no se le puede negar; para nosotros, tal vez una suerte conquistada y apolcada con tenacidad, para el pueblo una suerte supramundana y tenebrosa. Inconcebible suerte.


74 Sus defectos, para los amigos que explotan y saben especular su buena estrella, son humanos y tolerables, pero para sus adversarios convertidos en enemigos y aún para los indiferentes, son defectos y deficiencias insufribles y detestables. Rómulo Betancourt tiene sólo en su haber que se hace odiar como los grandes, aunque el no pueda odiar así. Aún, sinceramente arrepentido y retractado, sería antipático y por su trayectoria ondulante y sinuosa ya se hizo definitivamente odioso y repugnante aun ante el voluminoso sector que ayer se enfatuó con sus malabarismos de prestidigitador profesional. A un hombre así no se le puede creer nunca, así se le obligase a decir la verdad. Nunca será excusa de tamaña pérdida de reputación el que en política todo es maleable y quebradizo y lo que se dice hoy se desdice mañana con un cinismo que para sí lo hubiese deseado Antístenes”. Para una formal retractación o para emitir un juicio distinto y favorable, tendríamos que sentarnos a esperar, quien sabe cuánto tiempo, hacia que lado cae y su caída definitiva dará la pauta; antes no es posible, sus habituales y crónicos esguinces de filigrana no lo permiten. Mientras tanto merece un monumento, este héroe legendario, timonel de un pueblo que desmenuza cadenas y liberta naciones hermanas, flotando sobre un lago de petróleo o erguido sobre una montaña de hierro, puede darse el lujo de dejar en suspenso a todo un Continente... Las noches sin sueño, enmarcado en la ultima ventana que tomo por asalto veo fugarse las horas, meditando sobre la gran Ciudad, ajena e insensible a su propia tragedia. Sin reclamo y sin esperanza, porque si hoy no la conmueve ni le preocupa su propia desgracia, el abandono, el desorden, el robo, la sangre derramada, el hambre, la despreocupación de todo, la desocupación, el asalto; ¿que se le podrá pedir o exigir en favor de unos hombres a quienes la ojeriza política margina como indeseables e inadaptados? Caracas tuvo en el donoso decir de Armas Chitty, “Caminos vírgenes para la hazaña”. Hoy sólo tiene liviandad y lujo, despreocupación y miseria, teatros y cines, juegos, donde se dilapida el dinero que reclaman los miserables; prostíbulos donde se consumen las pocas energías de la juventud, luces y diversión loca, carros, muchos carros, porque la locura es movimiento y velocidad. Caracas, es un estupendo laberinto donde hasta los desgraciados hacen alarde de ser felices. Los ranchos inmundo con techos de latón carcomidos por el orín ostentan en el horcón que apenas los sostiene, magníficos radios que difunden todo el día, esa locura de moda, que es la música moderna, mueca y fondo de una danza híbrida donde cada movimiento es una descarada “seña” con el cuerpo. Música de bajo fondo, canonizada por la sociedad ya convertida en sacerdotisa de Baal. Música excitante de los lejanos villorrios que oyen hablar de Casa Blanca como del París-africano. Ruido sensual que no deja dormir en Puerto Príncipe y en los niños de la Habana. Nuestra ciudad alegre y despreocupada, que día a día se ablanda y afemina, tienen un ejemplo nefasto en sus hombres de milicia y gobierno atareados unos en el placer y otros en una rebatiña de botín sacrílego, bajo la infeliz batuta del supremo conductor de quien dijo su colega Neruda “para ser hombre nunca tuvo tiempo”. Pero Caracas siempre fue y será siempre para todo el pueblo venezolano, como una luz radiante o una estrella en el camino de una ambicionada grandeza, realidad perennemente renovada en las estrofas vibrantes del himno Patrio. “Gobernar ha dicho el dominicano Juan Bosh, es ordenar; agitar es confundir. El gobierno regula, el que agita confunde”. “La forma de un gobierno está íntimamente ligada con el tipo de sociedad que rige; no es la misma en la tribu que en la República parlamentaria. Pero la esencia de conceptos de gobierno no ha variado: el gobierno debe su existencia a su capacidad de coerción”. Y más adelante añade: “Robespierre inquietó a todos los grupos sociales de Francia porque era un agitador, no un gobernante; y el resultado es harto conocido; el cuello del incorruptible fue pasto de la guillotina que el mismo había armado”. Rómulo Betancourt ha sido toda la vida un mal agitador,


75 nunca un revolucionario y menos el gobernante Republicano que Bolívar describe como un “individuo aislado en medio de una sociedad, dedicado por entero a contener el ímpetu del pueblo hacia la licencia”. Del mismo Bosch, político y periodista mencionado antes, son las frases siguientes: “.....agitar es mantener al pueblo en un estado permanente inquietud; es sostener soliviantadas a las masas revolucionarias. Lo que sigue los destaco en cursiva porque es el vivo retrato de lo que está sucediendo en la Venezuela de Rómulo Betancourt. “La causa más frecuente que agitación en América Latina desde Belzú hasta nuestros días, se haya en que algunos jefes revolucionarios (en nuestro caso seudo— revolucionarios) llegan al poder con la idea de que REALMENTE EL PUEBLO DEBE GOBERNAR Y QUE POR TANTO ELLOS DEBEN COMPARTIR CON EL PUEBLO LA FUNCION DE GOBERNAR. Las masas no gobiernan ni pueden gobernar....” (MOMENTO, Ed. 148-15/10/59.—) Las masas lo saben y nunca han reaccionado contra quienes valientemente se lo anuncian, pero si contra quienes demagógicamente y con mentiras los halaguen. A veces tengo profunda lástima la Cuna del Libertador, empeñada en olvidar su destino y su propia historia. Algunos lloran sobre ella como Cristo sobre Jerusalén; otros la defienden afirmando que, la ignominia vino de la montaña, de la llanura ilimite o del Oriente lejano, pero que nunca fue caraqueña. Lo único cierto es que de seguir las cosas como van, no esta lejano el día en que sentiremos vergüenza de nuestro ilustre patronímico y la Patria que nos entusiasmó e hizo vibrar, con su gesta luminosa pueda perder todo interés para nosotros. Si es que no convierte su humillación en gloria, en cuya tarea Caracas tiene que ser la abanderada y que la Nación siga siempre su ejemplo. La Ciudad heroica y rebelde dio paso a la Ciudad postrada en la humillación, a la Ciudad fatua, a la Ciudad del bochinche y de la frustración. En estos días se incendió el Ávila, que se obstina en no ser verde, pero sobre su falda hay un permanente cendal de nubes que cubre el color indefinido de las cenizas. ¿Qué será de la Familia, de las mujeres, de los niños que no pueden defenderse en este ambiente de pestilencia y gradual degeneración?. En toda la prensa, ya definitivamente convertida en prensa amarilla y vehículo de escándalo, se multiplican las morbosas descripciones y aquí mismo, como un desaguadero de cloaca, hasta altas horas de la no se ventilan los infundios de la “gran ramera”, émula de Babilonia. Caracas tiene su virtud, tiene su heroísmo y tiene sus sueños, pero la maldad los asfixia y sofoca. Un considerable puñado de hombres y mujeres, viva representación de la Ciudad que no puede morir, vive inquieto, sobresaltado e insomne; Rómulo Betancourt, apoyado en sus hordas, goza como el buitre en la carroña y la rata de la inmunda cañería. Qué hacen las Fuerzas Armadas? Qué dice la Iglesia? Qué actitud asumen las Fuerzas vivas de la Nación, si es que esta pobre Nación tiene Fuerzas vivas? Venta, miedo cerval y participación activa en la rebatiña del botín..... De cada diez sacerdotes, de cada diez, militares, de cada diez industriales, periodistas, escritores, artistas, hombres de negocio, ocho o nueve temen el presente y tienen pavor al futuro. Sin embargo todos creen que la salvación está en la Democracia... ésta, tiene que ser esta la Democracia? Dejo, hoy como ayer, como siempre este marco desencantado, agujero por el que se mira un mundo prostituido y cobarde, y vierto sobre el papel una mínima parte de la hiel que me atociga y envenena. A Caracas la envuelve un sudario de complicidad. Y por eso antes de retirarme hecho una miradita al cielo estrellado, para recordar una vez más la “Noche serena” de Fray Luís. Los hombres que miran las estrellas olvidan las miserias de este mundo.


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12.- UNA CARTA Mi tiempo es oro, oro del bueno, de elevados kilates. En un ambiente de temas baladíes, el pensar constituye una hermosa distribución que me depara la suerte. Pienso en Venezuela y en la Iglesia y cualquiera de las dos es un tema apasionante. Por eso me aventuro a escribir a un buen amigo que se alimenta de idénticos sueños e ideales. “Dirección General de Policía. Quinto Piso Febrero de 1.961. Ciudad. Mí apreciado Doctor: Bien hubiera querido dirigirle ésta carta, por lo menos un mes atrás, para tener en mi deseo de un feliz Año, la amable introducción que espiritualmente estamos necesitando todos en el dintel de un año de promesas que se inicia y en el adiós a un año de calamidades que por fortuna desaparece y ojalá definitivamente. A falta de motivo tan rutinario pero simpático, recurro al tema tantas veces trajinado que se bifurca hacia el bien de la Patria y nuestra propia libertad y que aunque enrareciéndose por la tardanza, no deja de tener entre muchos su vedad de viejo sabor de fiesta de Año Nuevo. Envidio la fría indiferencia de mis compañeros y la gran facilidad con que distraen su atención de los problemas vitales y trascendentes, para engolfarse en la mediocre rutina diaria, sin sentir en sus conciencias el menor reproche. Los envidio de veras, porque si hubiera conquistado esa, no sé si saludable indiferencia mi cárcel transcurriría plácida y hace tiempo me hubiese librado de ese acicate insoslayable que día y noche me inquieta y martiriza. Pero cada instante que transcurre veo más claro al camino y más diáfano y tangible el ideal. Añádase a esto el empeño que constantemente ponen los enemigos de civilización y de la Patria en robustecer nuestras razones y en justificar nuestra actitud. Esta carta no se la hubiese dirigido nunca sino lo considerara a Ud., dueño de fervor que lo condujo a tomar una decisión de franca rebeldía ante el insulto procaz a la Patria que significaba la presencia de un rufián en la Presidencia de República y el despojo de que ha sido víctima toda la Nación a manos de su desgobierno, lo sé, todavía acorazado de una patriótica preocupación y ausente a esa actitud seudo - oposicionista de los más que se complacen en limitar su amor a la historia y a la verdad, que es el amor a la Patria, a solo sacudir la conciencia de quienes no tienen ni pueden tener escrúpulos. A pesar de mi constante preocupación y mis deseos de estar al corriente de tolo que avive la esperanza, hace tiempo no tengo noticias concretas y especificas ni de Ud., ni de los demás compañeros que constituyen el nervio vital del movimiento llamado a salvar estos restos de naufragio. Después de enterarme de la organización y fines que conforman el estupendo programa que los preocupa, me ha sido sumamente difícil pensar todo haya muerto en su período de gestación y el desencanto hubiese, una vez más, realizado una de sus más traviesas jugarretas. Entiendo lo escabroso y difícil de la situación y especialmente lo ingrato de una labor que por incomprensión, poca seriedad, cobardía y hasta mala fe de aquellos en quienes pusimos toda nuestra confianza, pudo constituir una razón imponderable para la entrega, la deserción o simplemente, el aplazamiento indefinido. Trabajar en un ambiente de pusilanimidad o tiznado de sucia traición siempre ha sido crisol y forja de grandes ideales. Nunca he sido un derrotista y sinceramente le doy gracias a Dios haberme dotado una naturaleza frondosa que me obliga a soñar aun cuando los horizontes padecen la más tenegrosa cerrazón. Mientras las aventuras no sean imposibles, aunque se enmarquen dentro de un campo


77 supremo de sacrificio, si el ideal es digno y obligan- nada importan los obstáculos, ni el tesón y coraje que se impongan para superarlos. Nuestro pueblo, mi querido doctor, no puede haber perdido, en tan limitado tiempo de superficialidad y afeminamiento, aquella maravillosa eclosión de virilidad independientista , aquella exuberante e incontenible pujanza más allá de las fronteras en las guerras intestinas, aquella increíble fe y resistencia en la afanosa búsqueda de un destino mejor. Simplemente no ha tenido suerte, a pesar de que sus hombres providenciales, que lo crearon Nación, le hablaron de sus reservas inagotables y en páginas inspiradas, le marcaron un derrotero de luz. El oficio de la nueva generación, la cansada de engaños y de fatuas experiencias, es desempolvar códigos añejos y desenterrar tesoros sepultados en la Historia, secretos de su luminosa regeneración y triunfo. Nuestro afán y desvelo no serán nunca estériles porque la tierra es fértil y la semilla óptima y sólo necesitamos algo de integridad y el total despojo de todo interés egoísta, que inicie una nueva modalidad, distinta y aun contaría, a la estilada sistemáticamente en el campo rutinario de un político ancestral . El partido político no sólo no es deshonesto y antipatriótico por naturaleza sino que es una necesidad social y cívica de los pueblos libres y civilizados. Esta convicción me va, aunque nunca perteneceré a fracción política alguna, a la exégesis más mitigada de las postreras palabras del Libertador al interpretarlas como un reclamo cariñoso y paternal a la cordura y buen sentido que colocan al hombre al margen del odio destructor. Exigir, pues, el cese de los partidos, equivale a racionar y limitar su fogosa actividad y no significa, en manera alguna, decretar su muerte y total eliminación, para que sobrevenga un silencio de templo o una paz de sepulcro. Las palabras testamentarias del Padre de la Patria seguirán teniendo el valor de una clarinada sonora, lanzada a los vientos con todas las fuerzas y energías que le restaban, para imponer un alto en la dura lucha fratricida y limada toda aspereza, consolidar la unión.” Las circunstancias aciagas y lamentables que viven la Nación, que tienden a hacerse crónicas por la incompetencia y perversidad de los dirigentes, día a día ratifican en nosotros la firme convicción, remachada por un cúmulo de razones incontrastables, de que nuestra peculiar pugnacidad política es desastrosa para el individuo y fatal para la misma República. Pero no es necesario barrer, a manera de vendaval lo que la maldad, descuido o poca inteligencia desvirtúo, se impone tan sólo paréntesis, una pausa, un receso para la intensa educación cívica, medida y providencia que puede ser voluntaria, si a todos nos anima un espíritu de abnegada comprensión o en caso contrario, tendría que ser inconsultamente establecida e imantada, haciendo caso omiso a los aspavientos de los eternos traficantes de la política, que afortunadamente son pocos. No se desanime, mi querido Doctor, y si se sintiese deprimido por las desilusiones que abundan, con razón o sin ella, todavía restan mucho tiempo y sobradas energías para culminar satisfactoriamente una empresa en que está envuelta nuestra propia salud y comprometido el destino de la Nación. Tiempo suficiente tenemos los privados de libertad, hasta para el balance metódico y formal que nos permite no solamente dilucidar y esclarecer los más ingenuos escrúpulos y los errores más abultados sino también meditar y estudiar, con sosegado detenimiento, el método más correcto y afectivo para el éxito de presentes y futuras actividades. Comportarse de manera diversa significaría admitir la derrota y reducirnos a la humillante situación de presos comunes, sin aliciente y sin idea, condenados a sólo saldar una deuda con la justicia ordinaria. No son sueños vanos de encarcelados, ni fantasías, nacidas de la ociosidad; es fruto en sazón, arrancado con propia mano de ese árbol del bien y del mal que se llama experiencia.


78 A veces, cuando observo tan elevado número de compañeros de ideal rumiando mi propio oscuro destino y peso y estudio sus innegables cualidades, adornadas una maravillosa capacidad de trabajo y resistencia pero llegados a este infortunado lugar en una oportunidad distinta, pienso con tristeza que otra sería nuestra común realidad si unificados en la ambición patriótica nos hubiésemos también unido acción heroica. Yo sigo confiando ciegamente en nuestras F.F.A.A. y probablemente será porque es mi mayor ambición, el último en desencantarme de ellas. Segregado bajo las consecuencias de la presente incomunicación estoy en ayunas de los actuales sentimientos y deseos íntimos de la familia militar, que en el voluble vaivén de esta época laberíntica pudieron sufrir menoscabo, pero tantos años de feliz y amistosa convivencia cuartelaria me obligan a pensar que un elevado porcentaje de mis antiguos compañeros pudieron conservar en el desastre su cariño la Patria y su devoción a la dignidad de la Institución. Y ciertamente no será por entreguismo y venta, ni menos cobardía y miedo, sino tal vez por estralimitado y casi farisaico concepto que de la disciplina y subordinación, table salvadora en la tierra del “bochinche” que han adoptado esa actitud de aprobación y respaldo a un hombre, que todos saben su más acérrimo enemigo, y a un régimen, que empuja la Nación al caos y a la muerte. En la vida civil o ciudadana, vemos claro o creemos ver claro, cuando la Institución Armada debe afrontarse o intervenir en el arreglo de los entuertos de ineptos o nocivos gobiernos que a veces equivale a intervenir en el arreglo de mal gusto del pueblo, pero en ética militar, también a veces, esto no se presenta tan honesto o convincente y de puertas a dentro insurgen los escrúpulos ansiedades. El militar dice sí a todo, pero sólo actuará cuando el criterio maduro y no el bolsillo sufre, como piensa la gente, que en esto de juzgar los hombres de uniforme siempre se lanza por los atajos de manera desbocada. Los vocingleros y charlatanes con frecuencia olvidan la estructura humana del cuerpo castrense que siente, presiente y raciocina dentro de la mayor normalidad y prestan a la caza de cualquier falla con ánimo de explotar hasta la saciedad el mínimo desliz y arrojar estiércol y una fuerza útil y gloriosa pero que les molesta y frena sus insanas apetencias. A nosotros nos toca pensar y raciocinar civil y militarmente y como el momento es convincente, poco nos basta martillar para obtener la ansiada decisión que obliga y favorece por igual. Mientras le escribo y en estos precisos momentos, Pueblo y Ejército todavía tan en las calles de Caracas cuadros de fiestas Navideñas, pero esta vez no inofensivos fuegos artificiales; Marte eliminó el pesebre, callaron los ángeles y ya ni se sabe si en el mundo quedan hombres de buena voluntad. Las noticias y las especies saturan el ambiente soñador del la cárcel, como un eco a los mil rumores de la calle. Es el triunfo apoteósico de la fantasía sicopática. . . Se habla de golpe de fuga en masa hacia las Embajadas y hacia el exterior, de revolución popular, “ahora sí”, y se tejen los mil comentarios que engendrarán el triste y lacrimoso desencanto de mañana mismo. Cuando empecé a escribirle y a medida que transcurre el tiempo, mi espíritu estaba y sigue ausente a todo esto aunque viviéndolo intensamente en el deseo. Es lo que nos obstinamos en no comprender ni admitir aunque tarde o temprano tengamos que aceptarlo. En nuestra tierra y en toda época han sido los movimientos militares, solos y apoyados por el beneplácito del pueblo, los que han triunfado; nunca y menos ni movimientos populares divorciados, ni estos con la simple anuencia de un sector de las F.F.A.A. Cualquier movimiento de esta índole tiene para una inmensa mayoría, para el Tío del Norte y para el mundo, aire de son cubano con barbas; la prensa y la literatura pueden divagar a su antojo y tergiversar a capricho, pero la historia, no. Por eso, lo mejor es esperar; no tanto, que después sea tarde, ni tan pronto que de cabida al posible fracaso que trae la improvisación. He llenado mi tiempo sin casi advertir que dañaba el suyo, precioso y estimable Usted sabrá dispensar y tomar esta ligereza involuntaria como un gaje más de su misma preocupación patriótica,


79 tan

llena

de

sinsabores

pero

también

bordeada

de

hondas

satisfacciones

Aftmo. Amigo Pbro. Dr. Simón Salvatierra.

13.- EL CABALLO DE TROYA Estoy solo y hace rato entiendo a perfección el desesperante y mísero significado que esa palabrita encierra, la cual hace temblar al más animoso, al menos social. En mi mundo “las paredes están vacías”, como en el mundo de Joseph Lanowsky, personaje de una novelita barata que me cayó al acaso. Más crítica no puede ser mi situación actual teniendo “el enemigo cerca y las manos atadas” como diría Maquiavelo. Entendiendo también al filósofo griego de la famosa lámpara, Diógenes. Sin embargo me reconforta la frase del padre del psicoanálisis: “Nunca tuve mejor compañía que la soledad.” Atizo desde lejos la encendida discusión, pasándoles con toda libertad dos páginas explosivas que me entregaron subrepticiamente amigos de esta misma oficina, tal adquiridas en alguna requisa. La primera es una carta de Blas Roca, escrita días antes del “Bogotazo” y la otra frases de un libro de José Vicente Pepper, que tiene título; “La Tripleta marxista del Caribe.” La carta de Blas Roca, es la siguiente y fue publicada en Caracas, allá por el 1949 en el mes de junio. Camarada, Luís Cardona y Aragón. Hotel Granada. Bogotá, Colombia. “Apreciado camarada; hoy se inicia el mes de probar el período de nuestras consignas; la suerte nos acompaña veremos flamear nuestra rábana en Méjico, Venezuela, Chile, República Dominicana, Panamá, Ecuador, Perú, Brasil y el resto de Centro etc, etc. Con el triunfo del camarada Mora Valverde, en Costa Rica, derribaremos a todos tiranos de Centro América, de esta manera, automáticamente, tu patria gobernará estos sufridos países centroamericanos. Viendo José colmadas las esperanzas que añora, en bien de estos pueblos hambrientos. Respecto a Panamá te diré que automáticamente tiene que ser abarcada por la Unión Centroamericana. A Panamá no hay que tenerle compasión; salir de Arias, en Venezuela todo está listo para el lunes 12. Todos sus campos petroleros están manejados por agentes del camarada Betancourt. Los campos petroleros de Oriente y Maracaibo están que trinan por un cerillo, el oro negro corre allá como agua en el río, para que naden los gringos con todo su poderío”, que a la vez son el yugo de estos países que pronto veremos libres de los déspotas del Norte. Por aquí te diré que todo está rábano; del camarada de la piedra está que trina con la hortaliza que obtuvo en la presente cosecha. Ni misión será ir a Santo Domingo saludar a Capita.- (Mira que lo haré bien.) Al gringo Marshall y al negro Gaitán hay que andarles rápido, antes que tome Carlos la llamada Conferencia de Bogotá y sea tomada en cuenta, todas nuestras concesiones están listas para el lunes 12, para vernos orgullosos de nuestros esfuerzos ya realizados, ondear nuestra rábana el 1° de mayo. Como te digo, nuestra rábana, ondeará en todos los países orgullosa de su triunfo. De inmediato a no dejar de Bogotá teja donde alojarse un canario. Ya nuestro orgullo, el camarada Betancourt, a estas horas debe de haber introducido a esa la gente necesaria y entrenada para tal fin. El decrépito Ospina Pérez no hará resistencia de media hora; pero de todas maneras hay que destruir a Bogotá para que nos imiten los demás países, a la vez el incendio se pondrá de moda. El mundo civilizado verá como se destruye una ciudad moderna en corto tiempo, sin ayuda de los déspotas del Norte a la vez que sirva


80 para moderarle las malas costumbres y esos mal nacidos colombianos que presumen hablar el mejor castellano del mundo. Recibí carta del camarada Salvador Ocampo, me dice que Rómulo le envió buena hortaliza a Mora Valverde y que nuestro triunfo, bien cimentado en Costa Rica, se lo debemos a él y a Juan. Verdaderamente tu patria no dispone de dinero como Venezuela, pero sacrifica el bienestar de los indios, por ver el Continente americano libre del yugo de los gringos que nos oprimen y quieren desintegrar. El Calvito por intermedio de la Aeropostal, nos envió buena hortaliza; nos vino muy bien esa gruesa suma necesitábamos con urgencia. El Calfario se porta a la altura: es el Ministro más querido de Venezuela, me dice que oye misa, y se confiesa con el camarada Mons. Pellín” Blas Roca. Esta carta viene precedida de una nota de redacción que dice así: “El Colombiano” es un diario conservador de la ciudad de Medellín cuyo propietario, Julio C. Hernández, es cuñado del Presidente de la República de Colombia, señor Mariano Ospina Pérez. El mencionado diario publicó una carta del Secretario General del partido Socialista Popular de Cuba, señor Blas Roca, dirigida al conocido poeta Luís Cardoza y Aragón, quien estuvo en Bogotá como delegado de Guatemala a la Novena Conferencia Internacional Americana, cuyas deliberaciones fueron interrumpidas transitoriamente por los sucesos que siguieron al asesinato del doctor Jorge Eliécer Gaitán, jefe del liberalismo, colombiano, ocurrido el 9 de abril pasado. Por el texto de la carta se señala al ex-presidente de nuestro país señor Rómulo Betancourt y al Ministro de abajo, Raúl Leoni como autores del complot para dar muerte al jefe liberal colombiano. Mientras los demás a poca distancia, charlotean y divagan, perdidos en la enmarañada jungla de la política, yo escribo: En la política nacional e internacional, desde Alaska hasta la Patagonia, la torpeza continental se ha hecho tan proverbial y patente, que nunca en los anales de la historia, se la había dado tanto fundamentos de verdad la discutida frase: Nuestros pueblos superan a sus conductores” Todos, han descendido a la arena que el enemigo astutamente escogió, precisamente porque allí, todo favorece y nada le inquieta. Nos acusaría inmisericordemente de atrevidos y audaces, si sindicáramos de imbécil y torpe una actitud que la buena educación y caridad cristiana apenas osan catalogar de ingenua e infantil. Pero ¿por qué no se sostiene el mismo e idéntico criterio cuando juzgamos de temerario, idiota o de loco al que le hace frente con una brillante página de Demóstenes, de Cicerón o de Bossuet en las manos al bandolero sin escrúpulos que nos sale al encuentro provisto de mortíferas armas? En este campo del mordaz engaño, donde las palabras apenas tienen sentido unilateral, desde el nefasto día que se inventó la patraña de la “mano tendida” y se echó a rodar el principio de que el fin justifica, toda lucha leal tiene aspecto prohibitivo sino la acoraza una saludable desconfianza. Que por ninguna parte se advierte. Para cualquier hombre de la calle medianamente observador, el mundo de hoy, sacudido por mortales bascas, danza grotescamente al borde de un volcán o corretea con fieros cachorros salvajes, de afilados dientes, Mientras los líderes hablan, hablan y sueñan.... Nadie investiga, nadie otea el horizonte, nadie indaga ni averigua y en la oscuridad, como hábiles y veteranos ladrones, los enemigos asechan y actúan sin moral, sin escrúpulos. Está sobre el tapete de todas las discusiones, con el signo interrogante de la duda, un hecho básico y fundamental de como una tesis puede ser reducida a un corriente y vulgar punto de cuestionario. Los últimos sucesos del mundo y especialmente de la América, obedecen a una consigna programada o es parte de una campaña tan antigua como el marxismo?. Cuando en 1957 se rumoró con insistencia una tensión alarmante en las relaciones chino-


81 soviéticas, o mejor entre los dos grandes bloques comunistas, era en realidad una consecuencia de la violenta imposición de la tesis de Mao—Tze—Tung y sus colaboradores, que afloraba a la superficie de manera cismática y victoriosa. En la sesión inicial del célebre Congreso de ese año, resonó como un latigazo, la acusación de un alto Jefe, quien sin embargo, sólo se limitó a preguntar: ¿Qué ha hecho el Comunismo ruso en cuarenta años?. Ante la respuesta negativa y decepcionante de muchos líderes del mundo allí congregados se llegó al acuerdo unánime de una perentoria “reafirmación de principios” y la inmediata e “inaplazable adopción de novísimos métodos de acción, que según el líder chino, conforme al estado de la sociedad actual, “presagiaba un rotundo éxito.” Las “conclusiones” de esa magna asamblea son sencillamente maravillosas sin llegar a ser ni extraordinarias ni geniales y hoy, cuatro años después, forman la corona más refulgente sobre las sienes del hombre fuerte de China, Mao-Tze- ang, quien dio más victorias relampagueantes al Comunismo, en poco tiempo, que todo los líderes inspirados durante los cuarenta años anteriores. A diario se ponen en marcha una tras otras las artimañas de este conciliábulo satánico, ante la mirada estúpida y complaciente de las mismas naciones y de los mismos conglomerados, previamente seleccionados para el brutal y alevoso experimento, No todo allí es nuevo pero las circunstancias peculiares se han encargado de hacerlas siempre efectivas y el éxito conquistado les otorga un poder avasallador que la insistente perseverancia contra toda oposición aumenta y concretiza de manera innegable. Ante la imposibilidad de estudiar estas “conclusiones” que me llegaron truncas y dispersas, voy a entresacar algunas, como mostrario, que no produce asombre pero sí infunde terror. Conclusiones. El comunismo es sustancialmente internacional; su meta es la conquista del mundo 1) bajo la bandera de la “materialista interpretación de la historia se ” que legaron Marx, Engels, Lenín, etc. y las “adiciones prácticas” de sus líderes eminentes. El obstáculo que presenta la incómoda situación geográfica, donde el factor distante es predominante, se soluciona con el “acercamiento a ultranza” o con la utilización del método siempre antiguo y siempre nuevo del “Caballo de Troya”. La ingenuidad china prosigue con un poco de “fantasía oriental” y se hace gráfica con elaboración de “mapas zonales” de influencia, para el “control y dominio” de la parte norte de América y sur de Estados Unidos (nicaragua y Costa Rica) de la cuenca del Caribe (Cuba) del sur de las Américas (Paraguay y Bolivia). Un aletazo de incrédula duda sacudió en entrecejo de muchos delegados americanos para quienes las zonas seleccionadas como campo de experimento y trabajo, estaban erizadas de peculiares dificultades “especialmente Venezuela y Cuba”. (P. Jiménez y Batista). La fogosa y técnica intervención del jefe de la campaña de proselitismo y cedulación de los Balcones, cuyo traslado a la América fue decidido en sesión, resultó concluyente y su programa mínimo aprobado, por estar calcado en las generales de la magna y excepcional campaña. Simpática es la llamada referencia que se hace a estas alturas del punto donde se establece: “campaña intensiva sin provocar polémicas” para dejar asentado todo gobierno militar es dictatorial y pro - capitalista (?). En la América latina la palabra comunismo todavía sigue siendo “terrorífica. La vecindad de los imperialistas del norte, la colonización de la “retardataria” España, el fanatismo religioso, la historia y el ancestro hacen de esta filosofía “algo tabú” para la América hispana. Durante muchos años los intentos de penetración e infiltración resultaron vanos “Precisamos apretamos el antifaz” para una efectiva” utilización de la democracia” en esas tierras, llave de oro para “abrir el cofre de los tesoros”. Nosotros entramos o entraremos triunfantes a América en otro carro


82 (distante) distinto al nuestro”. Con la palabra democracia se puede “comerciar” libremente y con ello se aglutinaría grandes masas americanas para la revolución mundial. Los centros comunistas actuales de las América Latina, con su crónica natural debilidad y su falta de “punch”, debido a su minoría estacionaria de edad, están inficionadas de nacionalismo, como Yugoeslavia y Egipto, y pueden ser “atacados y perseguidos” con magníficos resultados de confusión. En estas normas específicas, hay algunos que si no llegaba a ser geniales, se ha dicho, revelan un gran espíritu de observación. Es necesario y elemental martillar con prédicas continuas que América latina se encuentra, hoy más que nunca, frente a dos “mostruos que intentan devorarla: el capitalismo imperialista y el comunismo”. “A nosotros ya se nos tiene cierta reserva odiosa” y poco nos perjudica una campaña más, que si es inteligentemente “aceptada” nos recabará incontable beneficio, Tantos, que al despertar el odio al enemigo más relacionado y vecino podría hasta constituirnos en próximos aliados poderosos para la programada destrucción. Los partidos democráticos de izquierda, en quienes se tiene no pocos puntos de contacto, por actuar sistemáticamente contra “Instituciones históricamente adversas” o por haber asimilado “puntos filosóficos doctrinarios nuestros”, pueden ser utilizados como punta de lanza para la destrucción del “concepto raquítico” de familia, como célula católica, la anulación de la influencia de la Iglesia, es especialmente en cuestiones sociales, el desconocimiento del principio burgués de propiedad y con especial énfasis, el descrédito y desmembramiento del Ejército, maniobra inaplazable como “contra una fuerza física de primer orden”. Esto lo llaman “simple operación de abono”… Al comunismo siempre lo han desvelado dos fuerzas: la fuerza física o Ejército y la fuerza moral o Religión. La última “conclusión” que poseo se refiere a los partidos de “extrema izquierda demás colaboradores accidentales del partido”. El “apoyo irrectricto” a las líneas básicas de los partidos revolucionarios y extrema izquierda, continuando la nueva táctica, puede permitir “estudiados razonamientos” y “aparentes actos exposicionistas”, deben ser, sin embargo, eliminados tan pronto amenacen lesionar las “amistosas e inalterables” que nos unen. Para el marxista doctrinario y convencido es cosa de tiempo, descartada e inobjetable, su victoria terminante y definitiva. Con esta alianza formidable, contradicionales enemigos que hasta hoy no ha sido ni desvirtuada, ni denunciada, antes por el contrario, aceptada sin reservas, como una etapa de evolución mundo. No caben dudas que el triunfo es seguro. Ellos así lo estiman. Y si es seguro el triunfo de nuestros irreconciliables enemigos, podrá ser tardía pero también segura nuestra vergonzosa derrota. La ruina acecha la casa cuando el ladrón está adentro, y sólo, tenemos como defensa” el veneno de las frases vacías que anunció lapidariamente Aureliano Sánchez Arango. Ellos no creyeron nunca, ni aún cuando un gran sector de la humanidad hubiese legado, después de afeminarse, al semejante grado de estupidez de tejer con sus propias manos la cuerda que habrá que estrangularla y aniquilarla. Ayer, con un acto de coraje se pudo vencer, hoy se vence únicamente con un extraordinario acto heroico, jugando el todo por el todo. Ojalá hubiese una excepción en la ley de que los actos heroicos no se improvisan.


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14.- TRÍPTICO EXPLOSIVO Entre los hombres y mujeres de esta sede represiva, variada fauna de una jungla heterogénea, hay una persona excepcional que nunca nombraré en resguardo a su seguridad, la única que me inspira una absoluta confianza y cuyas muestras de aprecio y amistad no he de olvidar nunca.Esa persona entendió que yo, en esta tremenda presión de mar de bajo fondo, necesitaba respirar, desahogarme, dar pábulo a mis sentimientos encadenados y a la vez, midió con exactitud matemática los resultados sumamente comprometedores de mi lógico desahogo. Por eso, burlando, una vez más la estricta vigilancia, con una sinceridad que se le retrataba en el rostro, se atrevió a decirme: “Padre, sentiría una gran satisfacción si Ud. pusiese a prueba la amistad y lealtad que le profeso.- Escriba lo que quiera y yo se lo guardaré como mi mejor secreto....” Así fue como fueron a parar a sus manos todos estos alocados y desgarbados apuntes después de cerciorarme de que esa apreciable persona no sufriría ningún detrimento, única cosa que podría mortificarme.Sobre el viejo escritorio, en las prolongadas horas de tediosa soledad; en el ambiente nauseante del sucio W.C., durante el ajetreo ¿bullicioso de las horas de labor, escribo todo lo que se me antoja, con una libertad nunca antojada y bajo la inspiración de esta cruda realidad, nunca antes probada.- Es una experiencia gráfica y personalísima que nadie podrá desvirtuar ni contradecir, porque no se me narra ni se me falsea, ya que la estoy presenciando y viendo, palpando y viviendo, con la terrible verdad de actor y espectador que toma nota aún de las cosas más simples y baladíes.Mi “caja fuerte” guardará religiosamente estos documentos sin valor ni virtud intrínseca hasta que llegue la libertad para sólo ostentar el mérito de quien los conservó y libró de la furia destructora de la Policía Militar.Esa misma persona se encargará, más tarde, de catalogar de “inofensivos” unos y de “riesgosos” otros de mis escritos y anotaciones, dedicándole un especial cuidado a los que estimó comprometedores, entre los cuales se encuentra este tríptico explosivo y subversivo, que a diario releo con deleite porque ninguno como él retrata y traduce mi estado de ánimo de entonces.VERGUENZA NACIONAL El tema central del palique vespertino de hoy fue, una vez más, la figura siniestra de Rómulo Betancourt. Y asómbrense ustedes, la batuta y voz cantante la llevó en esta ocasión y durante todo el tiempo un acérrimo defensor del “Partido de la honestidad...” Abre la “sesión” con una afirmación, triste, decepcionante gráfica: “Rómulo jugó sucio! antes, para mí y para muchos fue un luchador incansable y tenaz, para una inmensa mayoría del Partido es un farsante que conduce un rebaño al precipicio...gajes del poder mal adquirido.., se guardó el programa de toda su vida en no sé que lugar, para especializarse en la distribución del botín de la victoria entre sus favoritos... Y su vida privada, eso lo saben todos, nunca ha sido edificante que se diga, aunque en honor a la verdad, probablemente, son consecuencias de su devaneos juveniles o restos de su época “sarampionosa”, como el mismo denomina. Lo cierto es que escaló el poder aprovechando la táctica de la sorpresa, aun contra la voluntad de nuestro propio Partido...” Todos nos mirarnos las caras atónitos, perplejos, pero blindados con la saludable desconfianza de pasadas ingenuidades. Desde mi flamente escritorio enborrono cuartillas, ya desligado de la maraña de la intriga, sin poder sin embargo fugarme del tema. Ya no es un opúsculo, ni un artículo aislado, ni una hoja volante solitaria sino un amasijo informe y alegre de sensatos y documentados ensayos que han venido a mis manos por la intrincada vía clandestina, único sendero que burla la mordaza de la


84 censura dictatorial, alambrada a la libertad de expresión.- En ellos ponen mis amigos, los críticos de la presente gestión gubernamental, versatilidad de periodistas y vibración de patriotas, un cúmulo abrumador de motivos y argumentos incontrastables dirigidos a empujar ineluctablemente a las gloriosas Fuerzas Armadas de la Nación y al ya considerable grupo de civiles incorruptos, a intervenir activa y decididamente en el desesperado caso de la salud de la Patria. Aún para los medianamente optimistas, Venezuela cruza una procelosa tormenta y el fatídico vendaval amenaza convertirla, en época no lejana, en la tierra del caos, de la extenuación y de la muerte. Unos con literatura vibrante y otros con lenguaje sencillo pero donde aflora la atribulada angustia, observan con diafanidad meridiana, una manifiesta y elocuente invitación a la rebeldía inmediata en esta danza marcaba al borde de un cráter, en esta rapacidad sin escrúpulos, en esta inmoral y desenfrenada corrupción administrativa, en esta brutal política revanchista, en esta incalificable indiferencia ante las necesidades más perentorias y en este libre trafico del embuste chabacano, hecho política oficial, todos son argumentos decisivos e inobjetables y para muchos puede que sean las últimas palabras e incentivo poderoso a la acción terminante y radical. Pocos esgrimen, sin embargo, una razón imponderable que para mí y quien sabe para cuantos más, tiene sobre todas la fuerza avasallante de una vertiginosa corriente: la inexplicable presencia en el poder del monstruo del engaño, Rómulo Betancourt. Este seudohombre, moral y físicamente insignificante y negativo arrellanado en el solio del más portentoso genio de América, SIMÓN BOLÍVAR, constituye el más descarado y escandaloso reto a la vergüenza, dignidad y pundonor de los venezolanos. Es inconcebible que esta sabandija tan asquerosa y de pasado tan negro haya logrado escalar, en una Nación como la nuestra, semillero de la virilidad y heroísmo, las alturas que nosotros teníamos reservada a los destacados y selectos de la hidalguía. Desde la más tierna infancia se nos inculcó, con la tremenda seriedad de defenderla y cultivarla como herencia de vida o muerte, la repulsa categórica hacia los vicios nefandos y vergonzosos que degeneran, caló en nosotros tan hondo tal enseñanza, ejemplo y recomendación que no nos detuvimos en odiar el vicio sino que trascendimos hasta la cordial aversión de tales vicios. Y es que hasta hoy, los venezolanos hemos vivido en el más infantil o cruel de los engaños, cuando se nos narra una historia heroica y apasionante que es prototipo en las gestas legendarias de América. Hechos a ésta historia heroica hemos tolerado hasta ser sometidos al vaivén incierto de los tiempos, cuando tuvimos que soportar las desviaciones de ambiciosos engreídos, lombrosianos, ladrones, borrachos y hasta payasos de feria pero nunca, porque eso ni se soñó el Solio Presidencial, silla augusta en su origen glorioso; había soportado vilipendios y profanación como la presente, cuando es un megalómano degenerado el que sin ningún miramiento y consideración a una tradición clara y generosa y solamente presentado con ribetes oropelescos de falsa legalidad, el fraude de unas elecciones espúreas y amañadas, ante el atónito estupor de propios y extraños, asalta la Primera Magistratura. Una de las nauseantes historias más públicas y divulgadas, como surgidas de las trastornadas fantasías de Musset, es la manchada trayectoria de Rómulo Betancourt, por que toda ella esté empedrada de excesos y escándalos inenarrables. Jalones de esa vida contaminada son: Guatire, donde nació por una cruel jugarreta del destino, que ningún paisano comenta por vergüenza, Caracas, Barranquilla, Curazao, Costa Rica, México, Cuba, Estados Unidos, Puerto Rico y Santo Domingo. Vergonzosa fue su fuga de esta última nación después del sonado “affaire” de bananos, en que demostró ser más avezado ladrón que el mismo Chapita Trujillo a quien robo. En este tortuoso itinerario de aventuras nada edificantes, el abre boca de los menú hoteleros son los relatos y picantes referencias pormenorizadas, con lujo de detalles enverecundos, de saraos, juergas y bochornosos devaneos de éste fauno incorregible. Los extraños son los primeros en acompañarnos en este abismo de vergüenza Nacional y en lamentar que en el cielo de la Patria de Bolívar, Sucre, Páez, Miranda y demás héroes que dejaron al mundo pasmado con sus proezas y limpias ejecutorias, cabalgue esa nube de bochorno e ignominia. Este insulto humillante a la Patria


85 desprevenida y engañada es obra y gracia de “Acción Democrática”, rebaño de antipátridas que forma redil con el deshecho de la sociedad y se estructuró, como los aluviones, por la yuxtaposición de moléculas de descontentos, ambiciosos, llenos de codicia, parásitos, ineptos y embusteros. Hace algunos años encaramados en el poder por el camino ilegítimo de la traición, el pueblo descubierta su ineptitud y felonía, les dio la espalda y le negó su confianza. Despechados en una clandestinidad servil de genuflexos, juraron venganza, bajo venganza propia de las almas ruines y miserables; la revancha de “AD” fue contra Venezuela, la que sólo aman para la inescrupulosa explotación. Necesitaban un instrumento y ninguno más adecuado para la ruindad y la burla que Rómulo Betancourt. A las naciones, más que a los individuos se les exige un mínimo de decencia; cuando se rompen los límites de esa mínima exigencia, tambalea la fe pública y se llega fácil al abismo que degrada, sin esperanza de regeneración. Rómulo Betancourt ha tenido suerte, una suerte poco envidiable. Su desvergüenza y facilidad para el engaño y el manejo turbio le ha permitido en una tierra, crédula e ingenua, utilizar la mentira con innegables resultados positivos. La pose histriónica, tanto tiempo ensayada y su naturaleza de prevaricador empedernido, le permite hacer las más solemnes y juradas promesas, con una serenidad reyana en descaro. Nunca cumple, queda campante y prosigue hablando de otra cosa, como los locos. Un día jura muy serio ante las cenizas de la madre no inmiscuirse en política y dos meses después lanza su candidatura a la presidencia, ante el asombro aún de muchos de sus copartidarios. Este promiscuo enredo de sangre y de razas nos ha hecho un pueblo proclive al desorden o en la denominación bautismal del precursor MIRANDA, “al bochinche”. La mocedad anárquica del bachiller Betancourt y la poca seriedad de su madurez le restan toda autoridad para criar confianza e implantar órdenes. Por eso tendrá que contentarse definitivamente con su obra nefanda de constitucionalizar entre nosotros el libertinaje del “laisse—faire”, el “dejar hacer” francés. Cuenta la historia que cuando el célebre y simpático bandolero Pancho Villa, después de abrirse paso a sangre y fuego, como un huracán, por los caminos de México, llega al majestuoso salón del Palacio de Chapulteped y ya frente a la silla Presidencial, que honrara el indio Benito Juárez, gloria de su estirpe, se detuvo horrorizado exclamando: “esto... .Yo no se lo hago a México...” Rómulo Betancourt, más indigno que el varonil salteador azteca, sí se lo hizo, sí se lo está haciendo a la postrada y humillada Patria nuestra. Cuando la Nación toda se estremece de angustia y miseria, el entona como Nerón, el otro sicópata, un canto de victoria sobre las ruinas humeantes. Pareciera que el desorden oficial, implantado un día de abstracción y descuido estuviera convirtiendo a los hombres de este suelo en miserables espectros, ajenos a la tragedia que los rodea y humilla. Triste y sombría es la época que vive nuestra Patria porque la honda melancolía que embarga el corazón todavía no es suficiente para pulsar la fibra del patriotismo adormecido. No obstante esto es mil veces menos lamentable que la aberración que sufrimos por la continuidad de una Ley que desde hoy será maldita y detestable. El ambiente palaciego, los errores y los vicios, la vida muelle y poltrona, la reinante injusticia social han podrido la tierra para producir el inmundo gusano que se arrastra y nunca la policroma mariposa que revolotea en piruetas imposibles y vistosas, criando vida y alegría en el jardín. El numen de nuestros libertadores, sin embargo, obrará el milagro. Cuando la masa sea montaña, cuando la tierra se estremezca y los ríos salgan de madre, aunque los hombres irresponsables enmudezcan, los humildes sentirán el aletazo de su fiero patriotismo y mientras el tricolor se despliega al viento, habrá redoble de tambores en los corazones palpitantes. Nuestra tierra se purificará a través de un diluvio de lava sobre el lago de cieno, para que resplandezcas la prístina gloria. Y nos estrujaremos los ojos anhelantes los pechos, como quien sale de una horrible pesadilla. Entonces podremos vivir con orgullo y la frente alta ante la misma tierra, bendiciendo la patria, bendiciendo a Dios….


86 IRA OLOROSA A POLVORA Este pueblo nuestro, el pueblo de Venezuela, el auténtico, el inmutable a estar de la pena que por siglos le agobia, alma entrañable y sinceramente la democracia. Con un cariño y una devota adhesión, heredado de los Padres Libertadores y regados con sudor, lágrimas y sangre, a través de su ya largo peregrinar. Por esa democracia, en sus sentidos auténticos, todos absolutamente todos, patronos, obreros, profesionales, soldados, los hombres de la ciudad y del campo que no fueron engañados, en una sola vanguardia, porque la discriminación es atentaria, están inquebrantablemente decididos a partirse el pecho y a abocarse a todos los sacrificios, hasta derramar en aras de ese ideal su sangre generosa. Por que esta palabra “democracia”, involucra una idea que es acreedora a todos los esfuerzos y sacrificios, ya que es el único sendero honorable que le queda a la dignidad humana hacia la verdadera libertad. Sin embargo, ante la caricatura, ridícula y despreciable de una farsa teatral que utiliza todos los engaños y mentira en su bochornosa compra y venta de conciencias ciudadanas y trafica con un concepto tan elevado a manera de vil mercenaria, hace sentir su más enérgico y violento repudio a tan execrable maniobra, negándose rotundamente a dar un paso siquiera en su defensa. Por eso se quedarán solos los que en nombre de un sistema tan honesto de gobierno ultrajan la persona humana, pisotean su dignidad, conculcan su libertad, crean el caos, dividen la familia, permiten el despojo, el crimen, la barbarie, el escándalo, el insulto procaz, practican el robo, dilapidan los fondos de la Nación, crean enemistad y zozobra en las naciones amigas, pisoteando descaradamente los viejos tratados que regulan una pacífica convivencia entre los pueblos y entre bastidores contratan la venta de la Patria a sus más encarnizados enemigos. Solos, en derrota humillante, odiados y repudiados por todos, se quedarán definitivamente los que con un descaro, rayano en cinismo, se erigieron en árbitros absolutos del destino nacional, haciendo caso omiso a su propia ineptitud e incapacidad y olvidando que ellos fueron los primeros en quebrar, por ambición, la constitucionalidad, que ellos fueron los creadores de las sádicas torturas, abriendo campos de concentración, que ellos mismos, lejos de corregir los yerros detestables de un oscuro pasado, están repitiendo las hazañas de coaccionar y silenciar la prensa honrada, de detener y expulsar periodistas, de inventores, de tener la insólita audacia de acuñar el termino “PEREZJIMENISTA”, como ayer el término “MEDINISTA”, para usarlo como una marca de infamia contar auténticos demócratas, de sembrar terror con allanamientos, torturas y amenazas, de proteger y patrocinar las rachas de incivilización e incultura que vive nuestra Nación, de burlar la confianza pública y esquilmar a los ingenuos con una ley mostrenca de peculado y enriquecimiento ilícitos, y hasta de revivir la infamante venganza de Gómez, enviando a trabajos forzados en carreteras a patriotas honrados que desafían sus iras histéricas. Ni un paso dará nuestro pueblo para abonar la raíz podrida, la semilla exótica y la mala planta, que ultraje el sentimiento más puro hacia una tradición secular. No importa, ni es necesario que este ruin gobierno confiese su connivencia con el marxismo internacional. Por sus frutos se conoce el árbol y no son suficientes todos los disfraces y todas las mentiras para que el engaño prolifere y llegue a ser total y ni siquiera afecte a una mayoría. Ya Venezuela creció y su naturaleza adulta le veda caer en la trampa infantil. El enemigo tiene sellos inconfundibles y lineamientos que los descubres sin esfuerzos. Todas sus luchas y campañas nefíticas temprano y a pesar de, las mil piruetas imposibles vinieron a caer a la bifurcación inevitable: lucha “ejército y al atentado a la educación, la fuerza física y la fuerza moral de los pueblos. Distraídos y embobados en este deshonesto pasatiempo olvidaron darle pan al pueblo y el hambre que provocaron los llevará a morder el polvo en la más abyecta derrota. El pavor a la justicia que se avecina, amenazadora como nunca, los hace recurrir a todos los


87 sofismas y a todos los leguleyos argumentos cuando son ellos los primeros en burlar la voluntad de los pueblos. En treinta años de oscuro proceder la conveniencia interesada y el apego al fácil lucro personal los lleva a dirigir en su angustia la vista hacia las leyes que pisotearon. La voluntad mayoritaria de que estúpidamente alardean, por ninguna parte se advierte y sí resuena como un trueno, la maldición que provocaron por haber ultrajado la buena fe y la esperanza por lo menos en nuevos procedimientos. En la calle no estará presente el escamoteo de las urnas y la explotación de la ingenua credulidad, porque será el brazo vengador del pueblo y del Ejército unidos que trazará la rúbrica inconfundible como lección a la posteridad y severa advertencia a los embusteros y traidores de siempre. Aunque jamás nuestra Patria hubiese tenido necesidad de recurrir a la fuerza para salvar su dignidad integral, esa miserable pandilla está justificando plenamente medida tan extrema y hasta dolorosa para la historia. Pero se piensa correctamente que mañana habría que lamentar un desastre mayor y porque el mal se arraiga con obstinación, el remedio sería con posibilidades negativas del éxito que requiere la salud del pueblo. Es indiscutible que el mundo avanza hacia fórmulas nuevas respetando lo indestructible y lo inmutable. Ninguna fuerza dentro de lo humano, es capaz de paralizar la marcha forzada y triunfal de la historia. Pretender darle vida a los problemas caducos del siglo XIX, de un liberalismo inoperante y de un capitalismo egocentrista, es como pretender contener el desbordante ímpetu de un río, poniéndole una débil palizada de bambúes.Los pueblos están dispuestos a no ser los “invitados de piedra” en la marcha evolutiva de las naciones y piden sentarse en la mesa de los legítimos derechos. Ejercito de Venezuela, pueblo venezolano, la historia les reclamará no la justificación, que en un sano criterio no puede existir, sino la simple indiferencia ante el gran despojo de las glorias de la Patria que se viene realizando sistemáticamente.- Oídlo bien, solo el puñado de vendepatrias sin escrúpulos a base de sofismas desvergonzados, nunca con las armas en la mano porque la cobardía los atemoriza están dispuestos a defender este gobierno corrompido.Queda en pie, palpitante, un gráfico principio con fuerza de vendaval “el fácil desencanto para la ficticia Ilusión”.Ya lo saben, miserables traidores, por ustedes y en apoyo de sus felonías ni un dedo moverá nuestro pueblo, porque ya los mercenarios están negociando la entrega cobarde, y la ira se desborda, olorosa a pólvora.LA VOZ JOVEN DE VENEZUELA Qué difícil resulta, Pueblo nuestro, dirigirte la palabra aunque ella arranque de el más genuino amor patrio y de la más honda sinceridad.Después de tantos engañosos espejismos y de tantas falsas promesas es natural esta guardia permanente y esta dolorosa desconfianza, este blindaje ante cualquier halago y este escepticismo ante todo lo que pueda significar astucia y traición.- Con un Presidente indigno y embustero, con un gobierno que explota la trácala, en contubernio bochornoso con Partidos Políticos que nacieron para la demagogia sin escrúpulos, no es raro que el pueblo deambule aturdido y extraviado como un pobre hombre sin suerte y sin esperanza. Y a pasar de que sabemos que el pueblo vive esta dura situación de lógica incredulidad, hay algo tan difícil de dominar, algo incontrolable y tan imposible de callar, que aunque lo hiciéramos, las piedras gritarían y además, los que hemos sufrido, los que estamos sufriendo, nos sentimos hoy, más que nunca, sangre de la sangre, y alma del alma del pueblo.


88 Pueblo en un sentido luminoso y amplio, vigoroso y palpitante, no limitado y circunscrito por banderías ni perniciosas discriminaciones. Pueblo que dice: “Presente” cuando habla la Patria. A ti nos dirigimos en la ilimitada confianza de que nuestra palabra, voz inconfundible que arranca de la misma entraña de la Historia, será oída y aceptada, con las credenciales que la acompañan, como un urgente reclamo de vida y muerte. Huelgan y están de más los epítetos que retratan, describen y clasifican la tenebrosa hora presente. Pueblo Nuestro, tú que la vives y la sientes como nadie, descríbela; o mejor, no lo hagas para que tu dolor no se convierta en irremediable desesperación. No hablamos a los que están cómodamente sentados en el banquete, porque hace tiempo la opípara mesa distrajo su atención y pintó paisajes ajenos a la común realidad. A ustedes, los que son árbol y montaña, arena y playa, los que martiriza la holgura ajena a base de rebatiña y botín, los de la angustia cuotidiana, los que amanecen y no saben si anochecerán, los de pupila desorbitada que no duermen, ideando el milagro de multiplicar un exiguo y desquiciado presupuesto, a ustedes, los famélicos que ligaron en suerte el mendrugo y la brizna que caen de las mesas, los que hicieron propia la miseria y el dolor extraños, los sin libertad o amenazados de perderla con odio y sin justicia. A ustedes, a ti, Oh pueblo, nuestra voz, la voz de Venezuela. Y esa voz, sin ser anárquica, es perentorio y obligante: este gobierno debe ser derribado, destruido, arrancado de raíz, como edificio en ruinas, como puente inútil que no cumple su cometido, como un muro que amenaza muerte. Otras veces, cuando así se ha gritado en Venezuela, en las oquedades resonaron ecos. Algunos militares balbucearon: La Institución...la disciplina...el deber! o aquello de: “tú lo quisiste, fraile mostén, tú lo quisiste, tú te lo ten. Los políticos vociferaron: La Constitucionalidad... la ley....el libre juego...Un minúsculo coro musitó: “No somos políticos...el principio de autoridad...San Pablo...Santo Tomás de Aquino”. Este gobierno ha cometido tantas felonías y amenaza causar tan grandes desastres, que a su caída no le acompañará la más leve frase de defensa, Por eso nosotros, los venezolanos, Pueblo, Clero y Ejército, en un coro formidable, gritaremos con toda nuestra energía…. “primero es ser, después filosofar”. Malditas las Instituciones que prefieren y anteponen cobardemente, sus bastardos intereses a los de la Patria. Antipatriota y detestable es el ideal que se circunscribe a un grupo egoísta, con menoscabo de la sociedad y del pueblo. Despreciable es la interesada y torcida interpretación que se hace de una doctrina de luz que fustiga la injusticia, que condena la claudicación y obliga al cumplimiento por encima de los turbios arreglos. Los hombres que se enamoran de palabras y no descienden al fondo de las cosas, encontrarán siempre vanas e indescifrables las palabras del Libertador: “Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos” y las otras no menos practicas y elocuentes: “El sistema de gobierno más perfecto es aquel que proporciona mayor suma de felicidad posible...seguridad social y estabilidad política...” Como todavía el tronco está sano y de las raíces asciende la antigua savia que proporciona verdor y vida, en las filas de las Fuerzas Armadas, en los cuadros del autentico pueblo, en los miembros del Clero, en la Banca, en el Comercio, en la Industria y en la porción privilegiada de su campesinado, la voz de Venezuela debe ser vida, recogido su reclamo y obedecidas sus órdenes.- La piqueta está en manos de todos, los pechos palpitantes anhelantes, y el turbión se incube incontenible en cada rincón de la Patria que resurge porque necesitamos crear algo digno de nuestros antepasados y destruir lo que a la Historia abochorne.-


89 Y si no lo hacemos, que también nosotros desaparezcamos, confundidos en el polvo y en la escoria.-

15.- SOBRE EL LOMO GIBOSO DEL TIEMPO Aún antes que Acción Democrática se hiciese al poder, aguijoneada por la insistencia psicópata de Rómulo Betancourt, ya estos habían dado señales de una terrible inclinación a la ingerencia en asuntos extranjeros. Intrigantes los condenados.La voz quebrada, en las asambleas y reuniones internacionales, denunciaban su poca convicción, su poca fe en postulados que otros querían asentar como sagrados en el corriente intercambio político de las Naciones. Desde 1958 para acá, Venezuela ha sacudido la concordancia entre los Pueblos hermanos, bajo la férula de estos enfermos mentales. Cuando nadie lo esperaba porque carente de méritos para ello, Rómulo Betancourt se erige en supremo árbrito de América en la Jactanciosa soberbia de saltar por encima de los límites nacionales, S. Domingo, Paraguay, Perú, la misma Argentina sufren la incalificable intromisión de este hombre que nada ha podido hacer en su tierra y aspira crear un nuevo orden en el mundo. Por supuesto que para realizar tan portentosa hazaña, tiene que crear en los pueblos de América una fama distinta a la que hasta ahora lo ha hecho conocer. Ridícula, como su grotesca figura de fauno, ridícula, como su ebria trayectoria pública, ridícula, como su desvergonzada vida privada, es la pantomina de nuevo cuño, escenificada por el barato comediante de feria, Rómulo Betancourt, en la estudiada actitud ante la hermana República de Cuba. Rómulo Betancourt, antipátrida por doctrina, traidor por vocación, e insensible por degeneración, se convierte en un instante en inconsolable plañidera porque se ha “insultado a la Patria”, insultando su augusta persona...Su arrebato freudiano de ayer fue contra S. Domingo, hoy es contra Cuba. Mañana contra, quién será, si su megalomanía inveterada es inmiscuirse en todo, desconocer toda frontera, ignorar todo derecho y burlar toda Justicia? Cualquiera que tenga la desgracia de oírlo y no lo conozca, se engañará miserablemente pensando que es un auténtico árbitro y prototipo de los defensores de la libertad, de la democracia, de la dignidad y derechos humanos; cuando todas estas cosas las pisotea con olímpico desprecio y enfermizo placer. De nuestra conciencia sacudida y vulnerada se escapa nuevamente el grito: hasta cuando tendrá que soportar nuestra Patria los gestos histriónicos de este bufón de oficio! Todo el mundo sabe que no es contra Fidel Castro, amamantado en la misma ubre, ni contra su gobierno, perdido en un laberinto de ensayos y calcomanía gemela del que nos tiraniza, sino contra la fraternidad continental, pesadilla que tanto desvela y molesta al marxismo sembrador de odios, que ha osado insurgir este subvertor insaciable desde su atalaya sectaria. Sin embargo el subconsciente lo ha traicionado infantilmente, mentecatamente. En el Caribe, escenario de sus correrías corsarias, en Colombia y Perú, en E.E.U.U. y en todas las naciones donde su pequeña historia se refiere, se ha puesto en duda su falso arrepentimiento como político desquiciado y su regeneración como hombre venido a menos. Su más que tambaleante condición varonil no se inmuta ni sacude aún ante los insultos más procaces. Ahora salta histérico ante la simple insinuación de ser un instrumento ocasional del Imperialismo norteamericano. Parécenos verlo, con las menos que sufren su petulante Jactancia, mezclarse los cabellos exclamando: “!Que dirá Niñita!” A este pobre hombre sin personalidad que pudo refugiarse en la tan manoseada y discutida tesis de que Venezuela, país subdesarrollado, tenía que depender económicamente de alguien para poder subsistir, le parece el insulto más insólito, grosero e intolerable, la sola insinuación de simpatizar con el país del Norte. Fidel Castro bailotea de gusto, a manera de oso gitano, porque ahora sí está seguro, con certeza indiscutible,


90 que aquí tiene un verdadero camarada, un fanático camarada, que para mayor satisfacción, lo aventaja en astucia y sagacidad; la sagacidad y astucia que reclama Mao Tse -Tung, para la revolución universal. Rómulo Betancourt, religiosamente, con una pasmosa disciplina y exactitud que abisma, ha venido cumpliendo el novísimo método de penetración ideado por los jerarcas del marxismo ateo y materialista, desde las mínimas sugerencias hasta los preceptos y normas más trascendentales. Para él todo es importante y merece admiración la diabólica manera como aprovecha todo descuido, toda falta, toda circunstancia. Es un programa que se inicia con el antifaz democrático y probablemente terminará con una solemne y pública profesión de fe religiosa, pasando por la declaración fuera de ley del Comunismo y sus afines. “Entraremos triunfantes a América en un carro distinto al nuestro” había dicho el Congreso comunista de China por boca de Mao Tse-Tung. No puede haber duda de que, caballo de ese carro, es el mismo antiguo y dinámico miembro del Cominorn del Caribe, Rómulo Betancourt. Rómulo Betancourt, ésta mascarada ¿quien te la creerá?... El pueblo, el auténtico pueblo nuestro; el Ejército, el auténtico ejército nuestro, ya no comen cuentos...aunque Venezuela agonice, su pensamiento, su deseo y anhelo es vivir libre.. De su consigna, grabada en el muro ominoso por mano vigorosa e insobornable, no la distraerán tus piruetas ridículas de mono viejo. Ni el rictus de tu belfo ni tu seriedad asustada logrará ocultar ya tus colmillos ambiciosos y por debajo de las blancas sábanas asoma la inconfundible pelambre de tu cola. El descrédito de tus años vacíos ya no tiene reparo y menos ese del chabacano embuste y del imbécil malabarismo. En estos últimos días del mes de marzo se recrudece la campaña, sostenida e insistente, encaminada obtener la extradición de P. Jiménez. A estos enemigos, enanos y egoístas, molesta cruelmente viva en Miami como un “paschá”. Aunque este hecho no sea óbice para dedicarse a todos los excesos que critican en el otro. Entre los mismos amigos, asiduos comensales de su mesa e invariable participantes de su administración, se observa cierta despreocupada indiferencia. Para unos porque creen tenga éxito el gobierno y logre cristalizar la maniobra y para otros, porque fructificó en ellos la especie de que está tan enfrascado en el disfrute de “lo que se llevó” que no tiene tiempo disponible para preocuparse de la actual situación del País ni de favorecer ninguna reacción que pueda, de nuevo encauzarla hacia la grandeza de su real destino. El gobierno está tan convencido de ganar el pleito que ya, hasta fija ficha, como lo hace cierto sector de la prensa, para celebrar tan resonante y “justa victoria diplomática”, debida, sin duda alguna al genio: esclarecido y perseverante de Rómulo Betancourt; la sevicia adeca se regodea con el sólo pensamiento de que la “inmunda alimaña” pueda ser exhibida y paseada, en una jaula, a través de los Estados y pueblos venezolanos... La ociosidad y la indignación me llevan a escribir con mi nombre y apellido, una carta el Minist. de Relaciones Exteriores, cuya copia envío a Rugieri Parra, haciendo mofa de sus “deseos e intenciones irrealizables” No creo que Norte América asienta y por el contrario, estoy casi seguro se niegue rotundamente a condescender a ser cómplice de un capricho injusto y morboso. En este caso, estimo, se dejó a un lado la justicia para dejar paso libre a la pasión revanchista, olvidando “el médico, cúrate a ti mismo” del Evangelio; si es que éste número de feria no se está utilizando como una manera entre mil para distraer la atención hábito y costumbre invenerada de estas gentes. En favor de la negativa, priva una razón básica, enojosa y molesta para este gobierno de megalómanos e inflados, que no admiten contradicciones ni discusiones como si fuesen infalibles. Los argumentos documentos e instrumentos no son suficientes ni si quiera para crear una simple duda o engendrar una tenue credibilidad. Las historias fantásticas y calumniosas inventadas de prisa después del 23 de enero, como vulgar desahogo, las acepta nuestro pueblo bajo la presión del odio inyectado por la demagogia inescrupulosa; pero en este caso, la costumbre malsana obnubila la mente al gobierno y no le da tiempo para recapacitar que se dirige a una Nación, donde las leyes y no los


91 hombres los que, en definitiva, dicen la última palabra. Los entendidos y especialistas afirman que en la jurisprudencia internacional no existen precedentes aplicables en relación a su causa de extradición, y que para ellos es difícil crearse una opinión exacta sobre el desenlace final del sonado caso. Venezuela inició este proceso de acuerdo con el tratado entre los E.E.U.U. y el gobierno de Gómez, firmazo en 1922 y puesto en vigor en 1923. En este tratado se especifican los delitos por los cuales pueda otorgarse la extradición, pero excluye, de manera terminante y especifica, los delitos políticos. Amplísimos son los términos de la convención y no permiten el reclamo de extradición por ningún delito ni infracción de carácter político, ni por actos relacionados con tales delitos e infracciones. La cuestión judicial básica que debe esclarecerse y dilucidarse en sí P.J. cometió delitos políticos exentos de la extradición. El hecho de que exista una gran dificultad para diferenciar entre los delitos ordinarios y comunes de las infracciones políticas, demuestran que los procesos de extradición siempre han constituido la fase más complicada e imprevisible del Derecho Internacional como también el concepto que se tenga de la soberanía nacional y el que tales casos siempre ya han abarcado consideraciones diplomáticas y legales. En la conferencia de México de 1901, firmada por 17 naciones, en la sexta conferencia Panamericana de la Habana, en 1938, se trató de modificar tradicionales principios de extradición, mediante el llamado “Código Bustamante de Derecho Internacional Privado”. En enero de 1920, el Consejo Supremo que representaba a las potencias aliadas, reclamó la entrega de Guillermo de Hohenzollern, el ex-canciller de Alemania y Holanda apenas pudo ofrecer solamente que impediría el retorno del Canciller a Alemania. Célebre fue también el caso del fugitivo Castión, que Inglaterra no pudo entregar. Recuerdo que cuando P. Estrada y Vallenilla Lanz estaban engolfados y empeñados en extraditar a Rómulo Betancourt, el gobierno americano hizo caso omiso de un cúmulo de argumentos y pruebas fehacientes, ordenados por peritos de gran valía y esgrimidos por los interesados. A Venezuela se devolvieron dos voluminosas sacas de expedientes, testimonios y fotocopias, considerados no suficientes por los jueces americanos para una sentencia en firme. Hombres de indudable fama y nombradía en Asuntos Internacionales, pero tal ves, afectados por mismo mal que consume a los adecos recopilaron con acucioso esmero, pruebas tras pruebas, sobre la participación directa de los jerarcas del gobierno adeco, en los crímenes de los Teques de Coro, de los Andes, del Oriente, de las torturas del Trocadero, de lo salvajes atropellos de Guasina, (ellos la inauguraron) del Obispo y de todas las cárceles de la República. Dinero sonante y contante, se invirtió para adquirir fotocopias de los libros de Banco de Canadá y EE.UU. donde estos hombres, tan honestos, tenían depositados sus “pequeños ahorros de millones. Nada se obtuvo de los tribunales americanos y Rómulo Betancourt con su flamante camarilla gitana, pudo proseguir sus infatigables andanzas cabareteras, “comiendo el duro pan del exilio”. Si no sucede una sorpresa, que no puede descartarse en la repugnante política internacional de la época, P. J. seguirá en su real mansión descansando del susto. Sin embargo en estos tiempos modernos se observan cosas tan extraña y la política exterior del Coloso del Norte, a veces resulta tan enigmática e indescifrables que no queda otro camino sino esperar lo que diga el tiempo siempre el tiempo, el eterno aliado de nuestras desgracias, pero también sepulturero de tantas cosas enojosas para la historia. “Vivimos en un mundo absurdo”; escribía Martínez Márquez, “a veces lo imprevisto por inverosímil aparece” como solución histórica. En un mundo donde se admite la posibilidad de la existencia de lo irreconciliable, no queda en la sombra algo increíble. Ya el discutido Oscar Wilde afirmaba que el mundo está dividido en dos grandes grupos: “el de los que creen lo increíble y el de los que hacen lo inimaginable”.


92 Todos los vejámenes, sufrimientos y penalidades, pocos todavía para pagar mis cuentas personales con Dios, todo el riesgo y exposición de esta corajuda aventura para quedar bien con la Patria, todas las justas o in justas consecuencias que me puedan sobrevenir las ofrezco y resignadamente las soporto en desagravio por un mal paso de ayer. Conspirar contra el Gral. Marcos Pérez Jiménez para entronizar aunque sea por equivocación un fetiche como R.B. es pecado que no se lavará con un mar de lágrimas y sangre.

16.- CUARTO PODER Hoy se enriqueció mi depauperada “biblioteca carcelaria” con dos maravillosas adquisiciones: “un bello ejemplar” de “Elite” compañera de “Venezuela pornográfica” y la escandalosa “Ultimas Noticias”. La primera tiene fecha de marzo 4 y la segunda 23 de febrero. En ambas abundan graficas de mi fotogénica figura, apuntes y anotaciones sobre mi sonado caso, donde campea el espíritu de retaliación, hermanado con el prurito de hacer leña del árbol caído, distintivo de los cobardes de todos los tiempos. También la prensa inficionada del confusionismo que vino con la democracia, especula este medio ambiente de río revuelto. Las revistas más serias tradicionalmente, se han convertido en extravagantes libelos difamatorios y en cada edición ejecutan piruetas de cuerda floja para encender un cirio a Dios y otro al diablo. Cuando no es un motivo tan triste como caer en gracia del Régimen, “el incienso abyecto” de que habla J. Yosenine, es el aliciente invencible del “allmyty dollar” que plaga sus páginas de “artículos y croniquillas insulsas”. Cuando llegó a mis manos la “Elite” del día 4 de marzo ya había saciado la curiosidad de un noventa por ciento de los habitantes de este famoso nido de águilas. El último que me la entrega hace una síntesis del pensar general en una frase sin estudio. “Lo pusieron muñeco para echarle su poquito de porquería”. Repito que estoy en un mundillo de infamia pero no me hacen mella ni las aventuradas incursiones de los seudo sicoanalistas ni las fantásticas aseveraciones, llenas de petulancia, e incoherencias de improvisados cronistas. Se inicia este reportaje con una afirmación categórica que el autor quiso lapidarla: “Cuando Salvatierra piso el Seminario para seguir la carrera eclesiástica había extraviado el camino.....” Los mismos que cuando les conviene asientan enfáticamente de que el Cura debe ser todo un hombre, cuando no, lo quieren un medio hombre fatuo y blandengue que se solace como los pobres de espíritu. Pobres de espíritu en este sentido acomodaticio inventado por el pueblo cuando es asesorado por la ignorancia del significado auténtico del verdadero vocablo. Extravié el camino, porque no es Dios, sino ellos, los iluminados de nuevo cuño que están llamados a marear derroteros. Menos mal que en tono dubitativo prosigue el cronista de marras: “al parecer su verdadera vocación era castrense”. La foto de Capitán y unos roquetes colgados en la sacristía de S. José son elementos incontrastables e indiscutibles para estos embadurnadores de cuartillas... La Capellanía militar que desempeñé por más de diez años me hizo querer entrañablemente la misión castrense por no sólo estar reñida sino muy conforme con mi vocación sacerdotal, que estimo sobre todas las cosas, ya que es mi función específica. Sin que esto signifique ni desprecio ni una subestimación; no cambio mi sotana por todos los uniformes del mundo. Ninguno es más glorioso que mi pobre sotana, palabra de honor.


93 No podía faltar en este reportaje la velada infamia a que están ya habituados los asalariados de la “cadena judía”. En la última página aparece la foto de una cama y al lado esta sucia y maliciosa inscripción: “La cama donde dormía el P. Salvatierra es amplia y cómoda. El reportero gráfico (digno acompañante del cronista) se llevó una gran sorpresa cuando la vio”. A este sátiro enfermo sólo le faltaron los consabidos puntos suspensivos, escudo de los intrigantes. Cada ladrón juzga por su condición, y como éste es un degenerado todo lo mira bajo el prisma ahumado que su degradación coloca ante los ojos. Esa cama es de mi hermano Juan quien no quiso usarla más desde que su esposa, acosada por grave trastorno mental, se suicidó. Pienso al salir de aquí, destinarla a mi uso personal, aunque sea para probar el pecado nefando de dormir en una cama “amplia y cómoda” que sorprende a los eternos babosos. Pero, así escribe esta gente, así está escribiendo sobre el escándaloso “affaire” del P. Biaggi, el pobre hermano mío en el sacerdocio, condenado a sufrir lo indecible para saciar una inconfesable maniobra gubernamental, la sevicia de los desalmados y la avaricia insaciable de los especuladores de honras. Ante la actitud esfíngica de “magistrados cristianos; obispos y sacerdotes”. La prensa ha sido llamada en verdad y justicia, cuarto poder; hace tiempo efectivamente adquirió esa categoría. No fue un impromptu teatral de Montalvo el ecuatoriano, su vigorosa y enfática exclamación ante el cadáver de García Moreno: “Mi pluma lo mató!”. Las plumas construyen y destruyen, dan vida y matan, exaltan y derrumban, crean la paz o la guerra. La prensa sostiene tiranos y derriba sátrapas, pero hace tambalear y socava también gobiernos e instituciones honestas. Como arraiga vicios y erradica virtudes. El Código de los Delegados al Primer Congreso Panamericano de (Periodistas) realizado en abril de 1926 asentaba: “Nadie debe escribir como periodista lo que no pueda decir como caballero.” La prensa tiene su ética y está obligada a ejercer una acción constructiva y no destructora. Dentro de su programa mínimo está el suministrar informaciones objetivas, no deformaciones, sin desfiguraciones tendenciosas, ocultaciones o invenciones. La actitud permanente de la prensa debe ser reverente ante todo aquello que merece respeto, defensa valiente de la justicia, esfuerzos honrados por la paz, dentro de esa misma justicia. Defensa insobornable de la verdad. En Venezuela, siempre la prensa pornográfica ha inclinado la balanza hacia el abismo, como la cobardía celestina ha contribuido de manera decisiva al afianzamiento de todas las tiranías. Cuando la prensa se hace eco del llamado pueblo podemos estar seguros de que las afirmaciones propaladas tienen, casi siempre un origen único: la siniestra pasión de un desorbitado o el irrefrenable apetito de un traficante. Pero hay tan poca formación de conciencia ciudadana en algunos lectores que siempre tendrán la idea del último periódico o de la ultima revista que leyeron. “Ociosos inagotables” que leyeron golosamente, sin antídoto y sin defensa. Las más de las veces la Prensa no hace otra cosa que difundir y propagar las falsas y malevolas especies de personas o grupos insignificantes que la toman como vehículo deshonesto de sus deletéreos e inconfesables pensamientos. Cuando su misión y oficio verdaderos no son otros que exponer la verdad y publicar el común sentir de los que tienen recto criterio. Los únicos que tienen derechos a dirigir. La ambigüedad, la insensatez, y el espíritu de contradicción palpitantes en este reportaje, conducen en fin de cuentas, a los lectores del quinto piso a una indescifrable ansiedad de pensar, como ellos me lo confiesan, si en realidad, soy un bandolero, un santo o un héroe. Si supieran que ninguna de las tres cosas.


94 Yo, soy yo. Un hombre que lleva un tesoro en un vaso de barro, en sus manos una divina misión y en el alma muchos defectos e imperfecciones. Contra los cuales lucho, tengo que luchar.

17.- HOTEL DE INVIERNO Todavía tengo porque gloriarme de ser venezolano y al venezolano habrá que machacarle la cabeza para que se ponga triste. Somos naturalmente alegres o si se quiere superficiales y despreocupados; resto de castañuelas ibéricas en el espíritu criollo. Nosotros no tenemos razón para tomar licor con el fin de alegrarnos, ni menos para emborracharnos, lo que es, hoy en día, un exceso aceptado y común, cuando el noventa por ciento de estos monos que nos rodean, hasta bien vestidos, se convierten en manada de tigres o piara de chanchos. Este grupito de presos del Quinto piso está haciendo de la miseria y de la angustia un motivo de diversión, produciéndoles por su puesto rabia incontenible a los carceleros. Ya para finalizar la primera quincena de marzo se realiza un censo ordenado por el Gobierno. Religiosamente cumplimos dos, los demás ni caso le hicieron a la tal medida “cívica”, tan explotada por los soberbios autócratas desde el tiempo de los romanos; la profecía de que Cristo naciera en Belén se cumplió gracias a esta medida imperial. Pero también es una novedad venezolana para distraer la atención de un pueblo revoltoso y famélico. Las calles están vacías de transeúntes y apenas cruzadas por un sensor en función o una ambulancia solitaria, sin que falten las eternas carreritas a la casa de enfrente o al vecino del lado. Se observan caras extrañas, nunca vistas en los ahora poblados balcones y tengo mi primer contacto con el exterior: la familia vecina; cuya terraza es una continua incitación a la fuga porque está apenas a dos metros de mi ventana, y porque para ningún preso existe ningún lugar del mundo de donde no se pueda evadir; más cuando la prisión es injusta y arbitraria. Pero estoy aquí porque Venezuela lo quiere y lo necesita. Se me escapa decirles que no soy empleado de la Digepol como ellos suponen sino preso político y escurren el bulto casi de una manera imprudente, negándome desde entonces hasta las miradas extraviadas con que antes me favorecían. Si los grandes tienen pavor que raro lo tengan los pequeños... Sin embargo se me presenta una ocasión magnifica para probar la sinceridad y amistad de los que me acompañan, guardias o detenidos. La plana mayor de la Digepol, como si la ley no fuese para ellos, charla animadamente en la esquina del edificio. Haciendo ostentación como buenos venezolanos de su autoridad y aprovechando de paso la forzada soledad de la calle. Asomados a las ventanas los observamos, sin mayor curiosidad y uno comenta, lo cómico que sería bañarlos. Hago caso omiso de las peligrosas consecuencias que anuncian los pesimistas casandras y ganó una apuesta de dos fuertes, tan sólo con el pequeño esfuerzo de lanzar un balde de agua que da en el blanco…o en los blancos. Nadie me denunció pero tengo que lamentar descargaran la rabia y pasaran la cuenta a los compañeros del noveno piso. Siguen llegando compañeros y el macabro hotelito de invierno aumenta, recargando el trabajo de “Maporal”. Esto se llena de camas y de cuchicheos, con frases duras fuera de escala contra el gobierno. Ya logré instalarme confortablemente con el amigo Gorsika y hemos podido hacer una suntuosa celda con los escaparates y pupitres sobrantes.


95 Las diuturnas comidillas y paliques se han convertido insensiblemente en sanas y fructuosas discusiones, que si no aportan mucha luz a los adelantos modernos y a la ciencia, a nosotros nos sirven para descuartizar el tiempo y cosa rara, estamos desilusionados, hastiados y estragados de una actividad tan desacreditada por el abuso. Al versado o especializado, le oímos con atención sus disquisiciones sobre la materia que domina y al torpe lo rechiflamos sin ningún miramiento ni caridad cristiana. Porque aquí en esta fecunda tierra no falta el “toero”, que todo lo sabe y habla, de todo discute y en el fondo nada dice ni nada entiende; de esos hombres, hasta de fácil palabra, que en cada período si no dice diez disparates, se deja caer suavemente con veinte tonterías. Uno de estos ejemplares, ayer sostenía muy serio, que cualquiera puede discutir sobre cualquier tema, así sea de psicoanálisis o de teología y esto con precisión y exactitud “porque uno en el fondo, siempre sabe de todo”... La consecuencia que le extraen Terán y la bachillera Carmencita es que estudiar y especializarse, según esa teoría extravagante sería perder el tiempo o que el criterio de Einstein y “Mamporal”, de Freud y Chafardet sería igual y con el mismo mérito. Guillermo rubrica; “si tienen el mismo mérito y valor se les debe el mismo crédito y fe”. Chafardet se resiente y protesta: “Yo se tanto como esos señores que Uds., acaban de nombrar”. Terán lo calla instantáneamente: “De les nombrados, el único con quien Ud., puede compararse es con Mamporal; y si sabe tanto ¿por qué no se escondió cuando nosotros fuimos a buscarlo...? En esta arca de Noé que es el “Hotel d invierno” hay de todo, representación de muchas ideas, de muchas castas, de muchas condiciones. La casual presencia de un anticlerical que nos visita y que se las da de ateo y cabeza caliente, revive la llama de la discusión y le da cierto tinte de acaloramiento. Según él, “los curas, así en general, predican una cosa y practican otra muy distinta; por ejemplo: hablan, exaltan y aconsejan la pobreza y se les nota, por encima una marcada inclinación a la comodidad y a la riqueza..., hablan de la unión y caridad y se despedazan mutuamente entre sí. Por la Digepol, la Casa gris, el S.I.F.A. pasan comunistas, masones, ateos, ladrones, atracadores, y tantos, cuya fama podía perjudicar a los que se interesan por ellos! sin embargo sus compañeros desafiando peligros y burlando complicaciones no sólo preguntan sino que vienen personalmente a visitarlos, así estén incomunicados. A Ud., y lo dice dirigiéndose a mí, que tiene veinte días aquí, ningún Cura lo ha visitado y ni siquiera preguntan por su salud. Uds., tienen Cardenales y Obispos amigos del gobierno, para nada”. No me da tiempo a responderle, sino apenas: “no ve que estoy incomunicado?..., porque la señora viuda del político muerto en España, eminentemente religiosa como dije, da un salto en su silla y exclama en medio de la hilaridad de todos: “quien tuviera un barril de agua bendita para bañar a este señor...” Además lo llaman con urgencia desde afuera y el exabrupto es tan sólo un tema para una larga y amistosa conversación, donde más de uno hace alarde de sus conocimientos de lógica, de hermenéutica y de Religión. Se habla de sacerdotes sabios y santos, caritativos y populares como un Mons. Montes de Oca, un P. Machado, un P. Mendoza, Franquiz, ejemplos inmortales de suprema dedicación al bien espiritual y material de tantos. Y en la nómina de Curas del pueblo resaltan nombres que todos recuerdan con cariño y veneración. “La polémica, escribe Nicomedes Zuloaga, hijo, sólo puede cumplir su función orientadora de la opinión si se lleva a cabo entre personas civilizadas, mediante razonamientos”. “Quienes todavía hoy comulgan con el credo marxista son fanáticos que no pueden razonar. La discusión con ellos es inútil”. Tengo oportunidad de discutir sobre la libertad y libre albedrío, origen del mérito de las acciones; de la obligación de dar ejemplo y del mandato de predicar. Hago hincapié en que la deficiencia o caída de muchos sacerdotes, generalmente depende de los pueblos o de ciertos individuos que crean en el ánimo del pobre Sacerdote, novato e inexperto, la idea de una falsa popularidad.


96 Con relación a la ausencia de sacerdotes, en mi caso, aseguro que vendrán a visitarme, aunque eso sea muy venezolano, dejar a uno sólo en casos como estos y el Sacerdocio no trastorna la naturaleza de los hombres. “Y si no vienen, concluyo, lo único que daría a entender sería que soy poco popular o que tengo muy pocos amigos.” Recuerdo, que por pura curiosidad tomé nota de los presos que logré arrancarle a la temible Seguridad Nacional, teniendo, como tenía, facilidad para ello por mi oficio de Capellán del Ejército o en mi condición de Encargado de la Dirección de Servicio de Capellanía de las FF/ AA. En mi libreta de apuntes aparecen más de cien nombres y apellidos, señalados los días en que por ellos sólo y en los que obtuvieron la libertad. Pedro Estrada, en cierta ocasión y en mi presencia se quejaba al Gral. P. Jiménez de que yo le “estaba saboteando la S.N. “con eso de pedir la libertad de ciertos presos y hasta complicándome, sin darme cuenta”. Ese día estaba de buenas el G. Pérez y contestó: “déjalo, Pedro, el es Cura y cree que esa es su misión y obligación”. “A nosotros, sin embargo nos toca negarle lo que pueda contravenir el orden y perjudicarme al pueblo”. Aunque P. Jiménez en su frase, indirectamente admitió la posibilidad de que yo pudiera exigir, cosas que contravinieran el orden y perjudicaran al pueblo, no me defendí y de las cosas de ese tamaño. Y quien sabe si el hombre tenía razón, Sin darme cuenta y sólo, guiado por un sentimiento de natural humanidad equivocadamente estaba haciendo un gran mal a Venezuela, y a su pueblo. A decir verdad Pérez Jiménez fue siempre indiferente y complaciente con A.D. como agrupación, a quien consideró condenada a desaparecer sin violencia, de muerte natural, como también, tal vez brutal e inhumano contra los adecos que trastornaban el orden público, que conspiraban contra él o contra los que fueron descubiertos en actos y manejos revolucionarios. También pudimos observar lo que sucedió en Venezuela con mucha frecuencia, cuando la mano dura de la represalia se hizo sentir sobre aquellos, sin suerte, que tuvieron la desgracia de tener alguna cuenta pendiente con algún “cacique del régimen”. Cosa admirable, los que ayer fueron perseguidos más cruelmente y con más encono, los que sufrieron cárceles y persecuciones sin descanso, hoy son los más olvidados porque los eternos espectadores de la política tuvieron mucho cerebro y poca vergüenza para interponerse estratégicamente y de una manera muy oportuna, el día de la repartición. Yo que nada sé de política ni quiero saber, con los conocimientos históricos que tengo de simple observador ocasional conjeturo que éste sea el motivo, básico y fundamental, del derrumbe, del desmembramiento y la división escandalosa de Acción Democrática. Por encima de todas las cosas, hechas todas las obstracciones, hoy veo claramente lo profundamente negativa que fue mi acción misericordiosa, que repetiría, aún después de ésta triste experiencia. En este tiempo democrático nadie se atreve a interceder por nadie como si se hubiesen cerrado definitivamente las fuentes de la liberalidad y se hubiesen abierto las del miedo y de la ruindad. Cada quien da lo que tiene y estas gentes no se hicieron para las virtudes eminentes que ennoblecen. Pedirle nobleza a Rómulo Betancourt es pedirle peras al olmo, como caer en sus manos es despeñarse por un precipicio. A más de un compañero soñador he visto hundirse lamentablemente en el fondo del más negro pesimismo como si todo contribuyera a su ruina sin la más leve esperanza y aliciente. Es lo que ellos dicen: “el que pelea contra un mapurite, así triunfe siempre quedará mal oliente”. Pero yo pienso que hoy triunfan porque las Naciones también tienen como los deportistas, sus “slumps”, marcados descensos en una línea histórica, cuando afloran las desvergüenzas colectivas de las que nadie se ruboriza. Como dice Gorsika, “en este Hotelucho de invierno todavía se piensa, pero son ideas que se pudren en un desbarajuste diario”.


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18.- MI AMIGO EL ATEO Muy de mañana tuvimos hoy la ingrata pero interesante visita del “amigo ateo”, que ayer dejara inconcluso su desahogo bilioso, por causa de la inoportuna presencia de un peje gordo. Tan pronto se hizo dueño del patio, cosa fácil para quien detenta un reluciente revólver y esa otra arma más mortífera todavía que es el carnet del partido, sin aclararse la voz, inicia otra encendida perorata, tan sectaria y apasionada como la anterior. Ensayando poses de todos los calibres, desde la insinuante y mística hasta la belicosa de artillería pesada, despotrica sus anchas contra el imperialismo yanqui, la opresión capitalista, los curas y una maravillosa gama de temas que le mereció el remoquete de “Toísta integral”, con que lo bautizó Guillermo o de “saltimbaqui equilibrista”, como lo denomina Veitía. Según él mismo tiene la ingenuidad de confesarlo, es “ateo materialista” porque “todavía no ha tenido la suerte de ver a ese Señor Dios”. Además “sus conocimientos de política” lo han “llevado de la mano hasta el socialismo, única tabla de salvación para un mundo egoísta”, por eso se hizo “marxista, nacionalista y adeco”. Esto ultimo, tal vez, por negocio. Hoy prosiguió la discusión, una discusión unilateral, sobre la religión “opio del pueblo” y los curas. Ausente se encuentra la viuda del político que ayer lo amenazó bañarlo con agua bendita.Lo dejamos hablar y desahogarse, yo por fuerza de circunstancia, los demás por curiosidad. Además él mismo tuvo el ingenio de encerrarse en un círculo vicioso, de donde nadie logró sacarlo. Yo, pluma en ristre y haciendo de la escritura corriente una taquigrafía, logro fijar algunas ideas, con las cuales, ciertamente, el mundo no se enriquecerá. “Hay curas buenos y muchos curas malos” “La mayoría?” le interrumpe un intruso. “No llevo cómputos ni estadísticas, pero sí debe ser la mayoría”. Uno retruca: “Si el cura no estuviese oyendo, de seguro que afirmaba ser malos todos los curas.” “Los curas buenos, prosigue impertérrito el leader, se circunscriben a no hacer mal, mientras que los malos especulan la ignorancia ajena y el oscurantismo”. Aquí una nueva interrupción: “Si eso fuera verdad ya lo hubieran especulado a Ud...” Como siempre, sin hacer caso a los intrusos, casi declamas: “El cura que se destaca en la zorrería y en la adulación, convirtiéndose en maestro de artimañas, lo hacen Obispo y hasta Cardenal. Los que por ese camino expedito no logran ascender, lo deben a su mala estrella y poca suerte, más que a los escasos cargos que existen”. “Hay curas que se pasan toda la vida embistiendo trapos morados, sin llegar a ensaltarlos. Pertenecen a la casta de los curas miuras. Son los que poseen una “columna vertebral versátil... y una sonrisa de bondad a flor de labio”. “Estas dos cualidades obran prodigios o como dicen los mismos curas, “Milagros”. “Los facilones maleables, dice abrogándose la paternidad de la expresión, dicen amén a todo, tal vez por la práctica frecuente de pronunciar esa palabra. No tienen ni criterio ni juicio propio, después que descubrieron la maravillosa alquimia de semejante actitud lucrativa.” Mientras yo pienso y evoco a Joaquín Trincado, el energúmeno neurótico explorador de raros misterios, un audaz “satirista” interrumpe brevemente: “No cabe duda que los adecos y los comunistas se han hecho a una filosofía, o como ellos dicen, a una dialéctica eminentemente sutil y sofisticada,...” Recorro los rastros del pequeño auditorio y ellos me dan una nueva prueba palmaria de que estos hombres arrastran y convencen o por lo menos crean esa duda que es a veces más dañina y perjudicial que un error venenoso.


98 “Los hombres, dice en tono enfático, y declamatorio, pero dirigiéndose a mí, que adoptan posiciones definidas como Ud., son tenidos por estos vividores como pobres diablos, ingenuos, engañados que no saben especular la vida. Sin embargo, me gustaría saber corno actuaría Ud,, en la hipótesis de que tuviese una posición destacada en la jerarquía eclesiástica, porque en Venezuela preferentemente, una cosa se piensa arriba y otra, muy distinta, abajo, en la arena. Uno rezonga “cada ladrón juzga por su condición....” “Tengo entendido, ataja un viejo amigo, que el Padre Salvatierra fue pesado y no se le observó ningún cambio, entonces. Aún más, el haber actuado de manera libre e independiente durante la dictadura le proporcionó sinsabores que son del conocimiento de todos....” “Sería curioso, interrumpe otro, aprovechando el breve receso del orador, saber qué diría o qué escribiría el Padre Salvatierra si estuviese bajo la piel del Cardenal Quintero....” A lo que respondo: “Si la invencible curiosidad de Uds., los lleva a esa cascorva hipótesis, para mañana puedo elaborarles, que de suficiente tiempo dispongo, una Carta Pastoral confidencial y secreta con las ideas del monstruo que Uds., están creando, el Cardenal Quintero bajo la piel del Cura Salvatierra o a la inversa....” Por supuesto, que todos recibieron con la carcajada que se merece, tan descabellado anuncio y ni yo ni nadie le dimos la más mínima pisca de seriedad. Y así fue como, cumpliendo esa extravagante promesa, también en chiste de mal gusto me introduje en el alma de su Eminencia el Cardenal Quintero, no bajo su piel, como insinuó el amigo, para calzar con su nombre esta Pastoral Clandestina”, dirigida al excéntrico y alocado rebaño del quinto piso de la Digepol. Acción que podría caer bajo la Ley, si es que a nosotros los enrejados nos pudiesen importar la Ley. Para elaborar esta inofensiva róchela, sin el más mínimo cariz de irreverencia, aunque fruto de la ociosidad carcelaria, me leí algunos discursos de tan distinguido y destacado personaje. He aquí la flamante Carta Pastoral (Confidencial y secreta...!) Amados hijos en N.S. Jesucristo: Nuestro Santísimo Padre el Papa Juan XXIII, felizmente reinante, en su maravillosa e inspirada Encíclica “MATER ET MAGISTRA” emuló del Código de los Obreros, como fue llamada la “RERUM NOVÁRUM” del inmortal León XIII, asienta que la Iglesia, Madre y Maestra de los pueblos es columna y fundamento de la verdad, a quien ha confiado Jesucristo, su divino fundador, una doble misión: engendrar hijos por la gracia y educarlos y regirlos, guiando con materno cuidado la vida de los individuos y de los pueblos, cuya gran dignidad miró ella siempre con el máximo respeto y defendió con solícito interés. Aunque la Iglesia tiene como primordial misión, el santificar las almas y hacerlas participe de los bienes del orden sobrenatural, sin embargo es también un deber sagrado e ineludible preocuparse con solicitud “de las exigencias del vivir diario de los hombres’, como agrega el mismo Romano Pontífice. En vano han intentado los errores modernos, con el Liberalismo y el Comunismo a la cabeza, encadenar a la Iglesia, encadenar a sus Ministros, y circunscribir su misión a una actitud pasiva y complaciente, relegada a la vida íntima y familiar. En vano se ha intentado amedrentar a los predicadores de la verdad con el Sambenito de políticos y politiqueros; siempre hubo de obedecerse primero a Dios antes que a los hombres y de manera valiente y heroica, por su medio a la Maestra por excelencia desafió los errores en todos los campos de la actividad humana. Desde que el Señor desde la zarza, nos arrancó de nuestras montañas, las que a diario añoramos, para encomendarnos una misión difícil y sañuda, semejante a la de Moisés, no hemos titubeado un sólo instante en hacerle frente al espíritu del mal, encarnado en hombres sin fe y sin sentimientos, que desde las alturas del poder pretenden arrebatarnos el precioso tesoro de la fe y destrozar el rebaño que se nos encomendara apacentar, guiar y defender.


99 En extremos difíciles han sido las circunstancias, a manera de oleaje embravecido, por las que atraviesa la Patria y la Iglesia, los dos grandes amores de nuestra vida. Este pueblo nuestro, tan bueno, sencillo e ingenuo, en un instante de incomprensible obnubilación y ceguera, sufrió el engaño más fatal de su tormentosa historia, condenándose así mismo al hambre, a la ignominia y colocándose en una encrucijada de muerte, que si bien no fue suficiente para hacernos enmudecer de modo definitivo bajo la presión del escándalo de los pusilánimes, al menos frenó temporalmente el ímpetu y el coraje de que debe revestirse todo Pastor honrado y vocacional, al ver en peligro su grey. Ayer cuando llamábamos la atención gobiernos y pueblos sobre la peligrosidad de los modernos errores, lo hacíamos con el desvelo y ternura de padre, hoy nos vemos precisados a amonestar, insistir y denunciar, con la decisión y firmeza apostólica del Pastor, porque lo que ayer era una simple amenaza, hoy es una terrible y triste realidad. El error nunca sería temible si se presentara francamente; pero él busca disfrazarse con el ropaje de la luz de la verdad. Tal es la táctica que han seguido fielmente los líderes y personeros sostenedores e integrantes del actual régimen. Es una verdad innegable que en nuestros días, mientras se aparenta perseguir sistemas repudiados por la conciencia nacional como contrarios a la verdad, a la historia y a una tradición gloriosa, entre bastidores se les dan a esos errores perniciosos, las más amplias garantías en el campo magisterial, en el campo estudiantil, en el campo agrario y obrero y en el campo sindical. Apoyados en normas de la más férrea y vergonzosa dictadura, perpetrando toda clase de crímenes y adoptando toda clase de ardides, engaños y falsas promesas, porque se ha llegado a entender por bien todo lo que contribuya al éxito de la llamada revolución que se pregona, careciendo del temor de Dios, cuyo nombre nunca mencionan por respeto humano o porque apoderados de la autoridad y de las armas no es raro que se dediquen a venganzas y retaliaciones y a excesos de todas clases, ya que el hombre cuando en su corazón desaparece el sentimiento de responsabilidad, se trueca en la más perversa y despiadada de todas las fieras. Las ideas no permanecen inactivas en el cerebro humano; ellas tienden a manifestarse en la conducta, a traducirse en las actividades de la vida. De aquí que, cuando queramos apreciar el valor y la verdad de una gestión, de una actitud o de una doctrina, nos sea perfectamente lícita fijarnos en los actos a que ellos conducen. “El árbol se conoce por sus frutos; no puede un árbol bueno dar frutos malos ni un árbol malo dar frutos buenos”. Por tanto, para emitir juicio acerca del actual estado de cosas, a que nos asiste, no sólo la gran responsabilidad del cargo sino aún la simple condición ciudadana, nos bastaría observar despasionadamente lo que hasta el presente se ha hecho en el panorama local y nacional. Huelgan y están demás las descripciones que clasifican la tenebrosa hora presente. A diario llegan a nosotros las noticias y pormenores que nuestra preocupación inquiere, sobre los males que afligen a la Nación y sólo una paciencia a toda prueba y una prudencia heroica, unidas a la esperanza de una leal retractación nos han detenido en el cumplimiento de nuestro deber de protestar, que un gran sector mayoritario aguarda con loable y justa razón. Aún en el caso presente, nos hemos visto obligados a dirigiros estas letras por la vía confidencial y secreta, no porque nos domine el miedo o la vergonzosa cobardía, sino para evitaros a vosotros mismos mayores males a los que os deprimen y agobien. Ya sabemos por la misma experiencia hasta donde pueden llegar los enemigos de Cristo y de la verdad en sus programas de violencias y venganzas. No creáis, amados hijos, que ignoramos, si nos dejan de torturar, los sufrimientos indecibles que padecéis en las cárceles inhumanas, sin esperanza de amnistía o juicios legales; la vigilancia y persecución en nuestros mismos hogares; el hambre extenuante que atormenta a vosotros y a vuestros hijos, por no poder trabajar, la inseguridad y tribulación en la ciudad, el atropello en los campos el despojo de que sois víctimas, el envenenamiento de la conciencia de vuestros hijos en manos de educadores extraviados y el cúmulo de males que a diario os hacen la vida insoportable; todas estas cosas las sabemos y en silencio las rumiamos y al compadeceros esperamos que también vosotros nos compadezcáis. Tened valor y confianza y depositad vuestros sufrimientos en las llagadas manos de Cristo. El solucionará esta situación


100 angustiosa y mitigará muy pronto vuestros quebrantos y ya que fuerzas dispersas, por numerosas que sean, jamás lograrán un efecto armónico y útil, efectivo, convincente, todos debéis agruparos en una común obra de defensa, como lo exige nuestro cristianismo vivo y militante. Derecho inalienable os asiste, amados hermanos, aún como individuos, a defenderos de las injustas agresiones y sería tan torpe y pobre vuestra filosofía si no ascendiera a otorgaros idénticas prerrogativas como miembro de una sociedad perfecta. El pacífico viandante que se aventura por los meandros de la selva y es asaltado por facinerosos tiene, no sólo derecho sino deber y obligación, de defenderse con todos los medios a su alcance; cruzarse de brazos, lejos de constituirlo mártir lo sindicaría suicida. ¿Y que valen la salud, los haberes y la vida misma ante la familia, la Patria y la religión, los dones más preciosos de Dios?... Nos consta de vuestro amor sincero a la libertad de los hijos de Dios y lejos de condenar, aprobamos y exaltamos vuestra meridiana actitud de franca rebeldía ante el entreguista compromiso que menoscaba vuestra dignidad y que tiene un origen más elevado que el vituperable culto a la irrazonada y sistemática oposición. Factores determinantes de vuestra resuelta conducta son: la aguda crisis catalogada por economistas de renombre como “unas de las pocas que en la historia de los pueblos reviste verdaderamente carácter decisivo” y el trastorno social predominante en todos los sectores, no como consecuencia de una normal evolución hacia positivas conquistas, sino como resultado de una consigna y de una política errada. La posición digna de un pueblo a quien no pervirtió el halago ni amilanó el terror, es la más sólida piedra angular de unificación cristiana, muro de contención contra todo error, contra toda injusticia, contra toda deslealtad. He aquí como lograremos, después de unirnos, nuestras máximas aspiraciones: Con fe que ora y trabaja; con fe, que no sólo acompaña a Nuestro Señor Jesucristo en el triunfo del Domingo de Ramos sino que está dispuesto a seguirlo hasta el Viernes Santo; con fe firme y agresiva que vende la túnica para comprar la espada cuando las campanas de la conciencia tocan a rebato. Esto es, amados hijos, lo menos que puede exigirnos el dictado de nuestro carácter pastoral, en esta hora signada por el debate y la angustia y lo menos que esperáis vosotros del que ha sido colocado por Dios para velar y vocear cuando los demás duermen y enmudecen. Que sepan todos como Nosotros los acompañamos con nuestras simpatías y nuestras plegarias. (Firmado). José H. Cardenal Quintero. Sin audacia me atrevería a pensar que su Eminencia al Cardenal José Humberto Quintero, figura cimera de la inteligencia nacional, no solamente cultiva muchas de estas ideas, puntitos insignificantes en la vasta erudición, sino que alberga en su pecho pastoral, sentimientos y deseos que la peculiar circunstancia de su vida actual le impedirá siempre exteriorizar. Aún más, nosotros sabemos la sacudida violenta que produciría a su alrededor el sólo dejarlo traslucir; el trastorno y el cúmulo de factores e ingratas consecuencias en este desgraciado y vacilante ambiente de hoy. Sin embargo, así son las cosas. En este tiempo anárquico y profundamente superficial, todos con una ligereza que abisma, se creen con derecho a insurgir osadamente contra figuras que cimentaron posiciones y contra criterios tan maduros y rectilíneos que en el campo de la sosegada realidad, jamás sufrirían el menoscabo de la crítica. No deberíamos olvidar nunca que estos hombres, en contacto directo con la Historia, Maestra de la vida, según Cicerón, encuadran sus actos y decisiones en el aleccionador patrón de la experiencia del pasado, su gestionándose fácilmente con el discutido aforismo de que “la historia se repite”. Ya Venezuela vivió o sufrió una época parecida a la nuestra; aún más, esta que nos toca soportar parece calcada en aquella tormentosa de 1870. Entonces empuñaba el timón de los destinos


101 de la Arquidiócesis de Caracas y Venezuela una de las figuras más luminosas de la Patria creyente y combativa: Mons. Silvestre Guevara y Lira. El Card. Quintero, habitual investigador del pasado, debe estar sumamente impresionado por los hechos lamentabilísimos de aquel lapso de tiempo que se inició el 26 de septiembre de 1870 bajo Guzmán Blanco, el autócrata irreductible de quien escribió Bolet Peraza: “La justicia no tuvo nunca altares en su conciencia”. El gran Arzobispo Guevara y Lira, al rechazar la orden-decreto del endiosado dictador que lo obligaba “a cantar un solemne “Te-Deum” en acción de gracias por los recientes triunfos alcanzados en Occidente por el heroico Ejército federal sobre los obcecados enemigos de la paz pública, contesta enérgico e irrebatible: “.....Por otra parte, no podemos menos de significar a usted que sentiríamos punzantes remordimientos en nuestra conciencia episcopal y sufríamos horribles torturas en nuestro corazón de pastor si nos resolviésemos a ordenar en Nuestra Santa Iglesia Catedral una manifestación solemne de regocijo, a la hora misma en que se encuentran en las cárceles muchos de nuestros diocesanos y en que derraman, por eso mismo, lágrimas amargas tantas madres desoladas, tantas esposas, tantas hijas y hermanas consternadas. Padre espiritual y Pastor de congratulemos con unos mientras los otros gimen, que nos alegremos con aquellos, mientras éstos lloran”. Hablar así le valió al valiente apóstol criollo ser extrañado a S. Thomás, en un ridículo e inseguro carguero, apenas veinticuatro horas después, mientras en las calles de Caracas relinchaban, de orgía en orgía, los eternos aduladores de siempre. Fue el inicio inmediato de la más dolorosa y aciaga persecución que haya sufrido la Iglesia Venezolana. De Mons. Guevara y Lira es la celebre y conocida frase: “La represión y el rigor son necesidades tristemente impuestas a quien no se encuentra bastante poderoso para confiar en su triunfo.” Del Cardenal Quintero se puede decir lo que Giovanni Papini afirmaba de San Ignacio de Loyola: “Non e popolare.....” Con frecuencia oigo endilgarle a él una culpa que pertenece distributivamente al pueblo o en última Instancia a las FF.AA. o a las tales fuerzas vivas de la Nación. Me consta la malquerencia, gratuita o no, que siempre tuvo o tiene AD. por su persona. R.B. específicamente no lo ha visto con buenos ojos nunca y ya desde el nefasto trienio lo hizo blanco de sus infundados ataques, después de haberlo extrañado de las FF.AA., donde era un lujo su servicio. El Cardenal Quintero, lo sabemos todos, es Arzobispo y Cardenal contra la voluntad de AD; lo es por su virtud y méritos personales, por voluntad de la Iglesia, por el querer de Dios. Ni siquiera es del agrado de Copei, partido cuya doctrina defendió en más de una oportunidad. Los desentrañadores de misterios e inconsecuencias tienen en él una preciosa mina para la historia, la verdadera historia que dejara a más de uno abismado y que ha quedado tapizada en la debacle de los valores patrios, durante esta época de abyección y miseria. El Cardenal Quintero está enmarcado dentro de un hecho histórico que de una manera involuntaria y simplista se quiere olvidar y desconocer. No se puede dejar de pensar que la fe enferma y raquítica de la Venezuela moderna, no tiene energías para defender, ni menos para realizar gestos heroicos.Sin el aliciente de un apoyo irrestricto y sincero, qué puede hacer aún todo un señor Eminentísimo Cardenal?


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19.- GRATO E INESPERADO ENCUENTRO Tempranito se me anuncia: “arréglese que tiene que salir” y sin más pormenores; al demandar si debo llevar conmigo las pocas cosas personales que utilizo, se me contesta; NO, a secas... Las antesalas y esperas del preso son siempre eternas y la mejor manera de valorar el tiempo; uno deduce fácilmente que este es el grande enemigo del don más codiciado del hombre, la libertad. Después de medir a zancadas un reducido espacio ciento de veces como un animal que consume las últimas reservas de nervio que le restan, ya bien alto el sol, se me conduce a la puerta de entrada en el piso bajo, donde me espera un automóvil con escolta. En el Ejército me familiaricé con toda esta clase de armas y no siento la inquietud que ha adivinado en las caras de mis compañeros ante estos mismos instrumentos de muerte. Me llevan de nuevo al S.I.F.A., el ya nombrado servicio de inteligencia de las Fuerzas Armadas. En el camino me hice mil conjeturas, como quien tiene sacudida y vulnerada la fantasía, pero ninguna de ellas resultó exacta, pues apenas llegado se me conduce a una amplia oficina, distinta a las visitadas anteriormente, donde me espera el Ilustrísimo Mons. J. Ma. Pellín, quien desde hace muchos años me honra con su afecto y amistad. Como siempre me saluda cordialmente y amable; su presencia representa para mí un gran alivio, una satisfacción y estímulo. Nosotros los venezolanos somos poco consecuentes con la verdadera amistad, tal vez por la poca sinceridad que anima a nuestra exigua vida social. Se vive de engaño, de mentira y desde que en el mundo aparecieron las excusas nadie ha quedado mal. Mañana vendrán con una sucia hipocresía y falsedad a exponer razones ficticias, extraídas de esa misma tendencia que tenemos a la burla para explicar una ausencia inexplicable o un olvido e inconsecuencia sin fundamento. Pero esta mi mala hora, y me alegra la visita del amigo y hermano a la que le doy categoría de agradable excepción en esta dura emergencia. Ha venido a nombre propio y del Eminentísimo Cardenal Quintero, uno qué también ya sufrió en carne propia las consecuencias del fanatismo adeco. Hablamos ligeramente sobre temas corrientes y sólo hace un esguince relámpago cuando tocamos el tema de las torturas. Me parece entender que no clasifica ni conceptúa de torturas las penalidades físicas a que he sido sometido y no insisto, aunque siempre le observo irónicamente y dentro de la confianza que me dispensa: “esta inflamación de los pies, esta bronquitis, que amenaza convertirse en crónica, las noches insomnes el hambre, el frío “impuesto”, son acaso resultados de torturas morales o providencias admitidas para arrancar una confesión?”. Le agradezco de todas maneras, su delicadeza e indiscutible muestra de afecto y le aseguro no olvidar nunca ésta su bondad para conmigo. Le ruego, igualmente hacerme el favor de llevar mi agradecimiento al Eminentisimo Cardenal Quintero y a los compañeros que me enviaron saludos. En este traslado al S.I.F.A. tuve oportunidad de tropezarme con oficiales y civiles conocidos, entre ellos al hijo del maestro Duque hoy empleado del S.I.F.A.- Lamentaron mi situación y me obsequiaron un café. Retorno temprano a la esquina de Romualda, a continuar la rutina de los días sin noche, para ser más preciso, las noches sin días. La amena charla con M. Pellín arroja un haz de luz y saco en claro algo que me conforta sobremanera; que no todo es entreguismo y miseria. La demagogia no ha logrado convencer definitivamente y de manera integral en el mismo centro de la gran gusanera, queda todavía algo tan sano que puede ser un principio de salud y regeneración.


103 Cuando el envejecimiento suprime la ansiedad y el miedo, la decisión será un hecho y el valor moral engendraría el valor físico. Lo nuestro no fue una locura o por lo menos siempre habrá que esperar la definitiva crítica del tiempo. Hubiera querido ahondar el tema que me apasiona, pero Monseñor con mucha prudencia, no me da pie para ello, Si entiendo que según su claro criterio, lo sucedido hasta ahora debe atribuirse a la contingencia de esta vida irregular de la Nación, trastornada y convulsionada como nunca. Sin embargo a él le cuesta creer que de una acción violenta pueda salir algo bueno, en acecho como está el comunismo, con la conquista lograda. Sin duda alguna, insensiblemente, a pesar de toda la prudencia y diplomacia de Mons. llegamos a un punto clave y precisamente en un lugar inapropiado, y si ya sin temor, ambos lo abordamos, será de un modo inconexo e incompleto, aunque ambos también estemos de acuerdo en que la actual oposición al comunismo es demasiado superficial para ser sincera y efectiva. Para finalizar, rubrico con todo el énfasis posible: Rómulo Betancourt pondrá a la Nación en manos del Comunismo, sin lucha, pacíficamente, democráticamente. “Crees tú?” me dice Mons., sin dar tiempo para más pues de acercan algunos de la Oficina y termina la visita. Para esta fecha del encuentro con M. Pellín, estaban distantes las declaraciones del diputado Cramer, de Florida, aunque ya para entonces era noticia vieja, común sentir o estaba en el subconsciente de gran parte del pueblo la firme e indiscutible convicción, de que R.B., el comunista disfrazado e el marxista secreto, estaba representando una comedía que podía convertirse de un momento a otro en horrible tragedia para Venezuela. Desde Washington llegó una noticia, bajo la responsabilidad de la A.P. que decía así: “El diputado Willians C. Cramer, republicano por Florida, dice que el gobierno del Presidente venezolano R.B. está dominado por los comunistas y amenaza convertirse en otra Cuba”. “Estoy seriamente preocupado...pues la fecha para la conversión de Venezuela al comunismo está peligrosamente cerca”, dijo Cramer en una declaración insertada en el diario de debates del Congreso; “Fuimos engañados por Castro y hoy debemos pagar por eso colosal error;” afirmó Cramer. “Acaso estamos siendo engañados en forma similar en Venezuela; país exhibición de la Alianza para el Progreso?” pregunta. “Ha llegado el momento, expresó, en que debemos llamar a las cosas por su nombre y basar nuestra política en toda la América Latina en realidades y no en idealismos”. Cramer dijo, que Betancourt había negado toda relación con el comunismo Internacional pero le ha dicho claramente a sus camaradas que estaba tomando esta acción para disfrazar e introducir el comunismo en Venezuela. Cramer añadió que “el terrorismo comunista y los robos y asaltos a plena luz del día se realizan en toda Venezuela. Si el gobierno de Betancourt es incapaz de controlar esta actividad criminal por parte de los comunistas ¿cuánto tiempo tardará para que los comunistas se hagan cargo del control del país? Cramer dijo que “el Congreso y la mayor parte de los departamentos gubernamentales están dominados por comunistas declarados o por medio de los miembros de partidos satélites”. Muchos de los hombres principales son antiguos camaradas comunistas de R.B. de los días en que era líder activo de la operación Roja en la zona del Caribe y cuando confesó públicamente, que llevaba orgulloso una tarjeta de identidad comunista, “agregó Cramer”. “Entre estos antiguos camaradas están Raúl Leoni y Ricardo Montilla” afirmó. Dijo que eran Senador y Consejero de R.B., respectivamente. “Otro de los viejos camaradas de 1930 es el Consejero económico de Rómulo Betancourt Carlos D’Ascoli indicó Cramer, y añadió “El hombre que Betancourt seleccionó como su Embajador en los Estados Unidos tiene un largo historial de actividad comunista. Asistió a una Escuela de adiestramiento comunista en Moscú y fue condecorado con la orden de Lenín”.-


104 Cramer se refería a José Antonio Mayobre, ex-embajador de Venezuela en los Estados Unidos que ahora es funcionario de las Naciones Unidas. La nota periodística está calzada con la firma de N. Gilbride, en fecha 15 de octubre de 1962 desde Washington. Tiene un origen inspirado la frase; “No hay nada nuevo bajo el sol...“ Con la insignificante diferencia de años que pueden contarse con los dedos de una mano y sobrar dedos, tal vez estemos presenciando sobre al mismo tablado y con los mismos personajes, el hecho de ingenua torpeza observado en el régimen de Pérez Jiménez; elementos y fichas valiosas de agrupaciones marginadas y aun perseguidas detentaban cargos de responsabilidad enchufados en ministerios y gobernaciones, amparados en un tecnicismo que camuflaba la acción clandestina. Ayer lo hicieron preferentemente los adecos, hoy lo hacen sus congéneres los comunistas, amamantados en la misma ubre marxista. Sería la más suave excusa, la más caritativa disculpa que podríamos ingeniar en favor de los pocos blancos que aún queden de buena intención de buena fe. En ese libro magnífico, escrito por la vigorosa y combativa pluma de Nathaniel Weyl, bajo el título “La Estrella Roja” sobre Cuba” o “El asalto soviético al Hemisferio Occidental” en su introducción leemos: “Observadores sinceros y admisiblemente competentes del escenario cubano presumen que Fidel Castro es histérico, paranoico, ciclotímico, psicópata, epiléptico o adicto a las drogas, o que sufre alguna otra alteración mental. Deducen de ello que no puede ser tomado seriamente como líder comunista y que los verdaderos comunistas sin duda, acechan en segundo plano, esperando que los parlachines se retiren del tablado, en cuyo momento tomaran ellos mismos el mando para blandirlo de manera más siniestra aun”, Así pues, dentro de poco tal vez, tendremos los venezolanos sobre escena el mismo drama, con una pequeña variante en la nómina de los personajes actores. Durante todo el tiempo estuve adivinando cierta ansiedad en las expresiones de Monseñor, como quien tiene algo que decir que en el fondo pueda significar o una aprobación absoluta o una reprobación categórica. Su diplomacia y caridad lo colocan en ese justo medio que los latinos llaman “virtus” y que en el juegan un papel de primer orden ya que las cultiva con solicitud y en grado eminente. Porque reconozco en él éstas cualidades insignes me afané en descubrir que pensaba de mí en el presente caso; una excepción, absolutamente aislada, porque nunca llegué a preocuparme lo que pensase la gente aferrado como estoy al piloto seguro que me ofrece el Kempis: “No serás más porque te alaben, ni menos porque te vituperen”. En el mar de confusión en que nos debatimos, hemos logrado discriminar dos grupos de la humanidad que nos rodea; uno, los puritanos, intransigentes, fanáticos, en su dogmatismo, que sólo miran el reverso que les interesa: para los cuales uno no es más que célula de un grupo, exiguo o numeroso de inadaptados y recalcitrantes que alucinados por una idea que obscurece la verdad hacen caso omiso de la majestad de la ley y la conculca, arrastrados por insanas apetencias. Para los otros, somos una especie de héroes de leyenda, especimenes excepcionales dentro de un rebaño de entreguistas y pusilánimes y hasta representantes de la selección que salva la dignidad histórica. Ante tan marcada disparidad de criterios y opiniones, permanezco indiferente y ni me halaga el elogio de unos, ni me desquicia el insulto de otros. No por virtud sino por convicción y diría, hasta por negocio desde que observo que al que ayer encumbraron desde el Capitolio, hoy lo despeñan desde la Roca Tarpeya. Así como la vida del Sacerdote, aun para muchos cristianos resulta, algo incomprensible y hasta misterio indescifrable, ante la obstinada resistencia a considerarla enmarcada dentro de lo común en la humanidad reivindicada por el sacrificio de Cristo, se impone la obligación de aventar no sólo los


105 conceptos que denigran sino también aquellas interpretaciones atrevidas o falsas que lejos de exaltar el Ministerio, robustecen la tesis liberal del acorralamiento aislante. A veces para nosotros es fácil cosa predicar pero nos resulta tremendamente difícil actuar conforme a lo predicado. Método simple y ágil sin perder la ortodoxia primitiva, seria una lucha ejemplarizante que desmantele tanta aberración e ignorancia, motivo de escándalos farisaicos. Caprichoso es el destino, abultando los defectos que más nos repugnan, en personas que más amamos, como cuando tenemos que soportar tan insistentemente las incursiones y merodeos de principios o ideología que trastornan nuestra paz interior. Mi independencia política hubiera querido llevarla hasta la indiferencia por la gran aversión que siento hacia la actividad divisionista y socavante que se palpa claramente. Entiendo la razón de ser de las fracciones políticas pero si en vez de existir una rotunda prohibición en cánones eclesiásticos existiese una recomendación o un simple partido político que agrupe a todos los clérigos, me costaría afiliarme a él. Copié al acaso una frase, sin indicar el origen, que retrata mi idea al respecto: “Si teóricamente el partido político responde a un fin de interés general, en la práctica ese principio sufre detrimento”. Desnudo de compromisos con nadie, con aquella libertad de los hijos de Dios que nos coloca por encima de los intereses creados y de las bastardas pasiones humanas, tengo que enfrentarme a la realidad de los hechos, pidiendo y reivindicando la justicia ante las desigualdades sociales injustas, porque mi silencio sería una traición. No empujar esta formidable acción social de la Iglesia significaría ayudar a los enemigos y les daría la razón cuando critican al Catolicismo de no ocuparse de esta vida, predicando siempre resignación y entrega. Circunscribir la acción del Sacerdote al sólo Altar equivaldría a considerarlo sólo espíritu, un elogio mezquino que limita el amplio campo de apostolado señalado por Cristo. Recuerdo que antes de iniciar aquella acción tildada de alocada y suicida por algunos, un grupo de muchachos me preguntó: “Ud., se atreve a acompañarnos Padre?”. A lo que de inmediato respondí: “Aunque no me atreviese estoy obligado a acompañarlos. ¿No es para Uds., esto un peligro? No seré yo quien los abandone a la suerte como probablemente harán otros... Yo estoy convencido de algo que la gente comprende pero que le cuesta aceptar: Al Sacerdote sólo se le exigen actos de virtudes, porque los actos de arrojo en el concepto de muchos, sólo son para los militares y civiles. Pero cuando claudican los llamados y el patronímico, la tradición, la herencia y el honor están en peligro, cualquiera invierte la ley ésta que no comprendo ni acepto, así trinen los timoratos. Inestable y voluble, indescifrable y asustadiza esta menguada humanidad

20.- ESTATUA PARA UN SALÓN OSCURO Dejaron cerca y lo encontré al acaso el “Barco de Piedra” de Andrés Eloy Blanco. Aunque lo he leído más de una vez, como las cosas buenas, en esta ocasión despierta en mi desconocida inquietud. Tuve mi primer y único contacto personal con el Dr. Blanco o Andrés Eloy como venimos a llamarlo todos los venezolanos, el día que retornaban a la Patria los despojos mortal de un gran Obispo a quien quise mucho: Mons. Salvador Montes de Oca. La admiración y aprecio por las obras inmortales del eminente poeta de América no fueron óbice para que ese día me decidiese a tratarlo con ilimitada confianza, haciendo también caso omiso a su alta posición política.


106 Recuerdo haberle dicho entonces: “Cómo es posible, Doctor, que Ud., perteneciéndonos a todos como nos pertenece, se empeñe en formar grupo con aquellos que trafican con algo tan reñido y contrario a su naturaleza e ideal, como es la política partidista”. Mi improntu lo tomó “fuera de base”, como él mismo campechanamente confesó y después de ensayar sin esfuerzo, con su brillante y esclarecido ingenio, algunas inteligentes excusas, rubricó: “Ojalá tuviese una manera de soslayar la política para siempre... Pero ya estamos en alta mar y frente a la tempestad...” Hoy, a tantos años de aquel día, devoro de nuevo las páginas magníficas de una de sus obras, mientras estoy asido al recuerdo de aquel ardoroso mediodía, cuando una circunstancia casual me puso a su lado, bajo la sombra protectora de un árbol del malecón porteño. Precisamente, teniendo de espaldas al mar. Absorto en la sabrosa lectura, pasajero en la proa de este “Barco de Piedra” me distrae el cuchicheo de un amigo imprudente: “Ud., no conoce a ese señor trigueño, medio calvo, que está sentado allá. Es Balbino Blanco, el declamador....” Ya lo había observado antes y me parecía una cara conocida pero uno aquí no tiene mucha prisa en entablar relaciones, blindaos como estamos de desconfianza. En su caminar inquieto de fiera enjaulada, me pasa cerca y me dirige la palabra para referirme la historia de su detención que debe ser verídica, pues ya la ha repetido varias veces sin agregar ni quitar nada: Un hotel....una niña histérica.., unos escándalos. En la aridez y aburrimiento del quinto Piso algunos piensan especular sus innegables dotes de declamador de poemas negroides pero Balbino no está para bollos y su esfuerzo para aparecer sosegado y tranquilo se hunde en el problema que lo embarga. Aunque tengo tiempo en abundancia no tengo oportunidad para intimar con él ya que, por lo visto no está decidido a quebrar la incomunicación que se me ha impuesto. Y ni interesado estará. Convencido de lo lerda que es la justicia venezolana y juzgando que su compañía pudiera ser más prolongada, me propuse garabatear, eso me faltaba, un y que “poema”, inspirado en el libro que estoy leyendo, el “Barco de Piedra”. Cuando lo termino ya el poeta, por fortuna para él, respira aires de libertad, sumergido en su farándula. He aquí el tal poema, que nadie declamará, porque ni Balbino preso se echaría encima tamaño cargo de conciencia. Estatua para un salón oscuro


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21.- A BORDO EL “BARCO DE PIEDRA”

Yo te admiro, hombre virtuoso Paladín de la bondad Arquetipo de elegancia Que adornas frecuentemente Una página social.

Amigo del nuevo orden que está abortando esta paz y amamantando quietud en el negocio voraz de la diaria compra-venta del hombre y de su conciencia, que ya es un negocio lícito y es un comercio normal de esta humanidad contenta.

Mientras muchos forcejean en una lucha titánica y se están muriendo de hambre tantos pobres miserables Tú engordas como madama y gozas como salvaje. En derroches y festines tu estás ya más que cebado y tu panza se dilata porque Dios te la bendice mes tras mes, año tras año ya que el “palo marranero” te lo tiene preparado, a ti y los que están pensando en nada más que ser buenos....

El dinero que te gastas, sin saber como ni cuando, apenas ya si te alcanza para sostener tu fama y acrecentar tu virtud, Porque la justicia fiera


108 que no logras sobornar, paso a paso se te acerca produciéndote ansiedad produciéndote inquietud.

Enjambre de muchachitos por la miseria engrillados a las cárceles inmundas sin clemencia son llevados mientras los pavitos tuyos, cual pollos de incubadora, rollizos y molletudos escupen a los que abajo viviendo su mala hora la amargura están rumiando.

El niño pobre, es beato al menos ama su madre; tus hijos se acostumbraron a querer más a su aya, porque la infeliz deambula calle arriba y calle abajo, esclava de la exigencia de los relajos sociales, del té canasta benéfico y las modas inmorales.

Matan al hombre del campo, lo explotan, o peor, lo engañan con programas demagógicos o miserables patrañas; sin fuego la olla ranchera, permanece abandonada en un rincón de cocina cubierta de telaraña y tú, permaneces mudo, a flor de labio tu risa. A la mujer se le ultraja con cerco de liviandades y en mercados se le expone como mercancía barata, porque saben que ella es


109 baluarte de los hogares y ya tienen entendido, sin mucho filosofar, que al corromper lo mejor corrompen la sociedad. Quien dijo, santo babieca, buey mudo de amplio testud que nuestra Patria se salva se engrandece y acrecienta con tu gesto de avestruz? No sabes que Venezuela, la única, la inmortal, reclama nervio viril y el grito airado del pecho que la ponga a palpitar Oh, venerable egoísta, es tu virtual pensamiento y la razón de tu vida por sólo puro interés siempre barrer para dentro. Con esa base mezquina tú eres un pobre juguete, a manera de pelota que en manos de los políticos rueda aquí, allá rebota. Tú y la cárcel se saludan desde lejos y nomás; no quieras nada con ella porque ella y que te perturba ese ocioso bienestar; no la odias, por temor, pero no llegas a amarla ni en tu pequeño cerebro tú llegarás a apreciarla como forja ni crisol. Tras este terrible muro, tras la reja inexorable, no existe cama mullida, ni la sabrosa poltrona, ni los muebles confortables, ni la pensión quincenal, ni la comida a la carta, ni champañas espumantes, ni las hembras generosas ni escándalos en la playa.


110 Ahí está tu patriotismo y tu credo religioso; la base de tus argucias y el argumento angular de tu quemante lirismo. De allí depende el calor con que tú estás defendiendo tu incolora “no ingerencia” en casos de vida o muerte, como estos de la Nación. Hay que ver como te expresas en algo que no convence y el énfasis que le pones a tu lengüita embustera para resultar airoso en maldición y anatema de lo que ayer bendecías, en las mismas asambleas, con otras caras distintas a las que hoy tú cortejas. Tú eres la Constitución, el Código y el Derecho; el hombre institucional que es pesadilla y antojo en todo tipo anormal. Santo señor de la entrega y reducto del temor que destruye la discordia y salvaguarda la paz que es vida de la Nación. Mojón altivo y fantástico en los límites lejanos del mundo de las quimeras, donde una palabra es todo, y el todo, sólo un vocablo; mundo, donde un hombre libre se convierte en un esclavo por la malhada exégesis que hacen los hombres tarados de leyes y de sistemas. Saltimbanqui y leguleyo, comerciante del sufragio, que estás haciendo de urnas, más que sagrario de votos, amuleto y relicario


111 de fraudes y trapisondas, de miriñaque y engaño, para explotar al ingenuo que todavía está esperando hacer de la tierra, cielo. Tanto que tú has releído volúmenes tras volúmenes, artículos tras artículos, para aclarar las ideas que señalan el camino y no has tenido la suerte ni siquiera tropezar con el principio axiomático de que “primero hay que ser y después filosofar’....

Un mundo abstracto te absorbe tu seso de fariseo y las espesas tinieblas van reduciendo su cerco y obscureciendo la tierra; tierra que hiciste tu herencia cuando convertiste en ídolo la irrefrenable tendencia de fatigar por ti mismo y aumentar tu patrimonio. Desleído en esos sueños, y vuelto a la realidad con manos encadenadas y en una actitud hierática balancearás en el cráter del más goloso volcán, cuyas lavas las atiza la furia de un vendaval que engendró la acción estúpida de tu torpe santidad. No eres célula flotante en espacio sideral; eres miembro de familia en todo el mundo extendida formando un todo social. Deja ese grupo egoísta que bebe, come y se ufana con una sigla maldita


112 que a más le hizo con suerte dueño de comercio y banca. Tu cristianismo simplista, socarrón, parasitario, no puede tener su origen en el verbo libertario de un Evangelio de luz que nació de aquellos labios que no pudieron cerrar las fuerzas confabuladas del judío y del romano.

Tú suerte está ya lanzada: los dados ruedan y ruedan en una danza macabra que signará para siempre lo que el destino depara a los que, en la jugarreta de bogar entre dos aguas nunca tuvieron valor para proferir un Sí! o lanzar vibrante un No!....

22.- COSAS DE ANCESTRO Esta gente de la Digepol tiene muchas cosas en que distraerse y aunque no me den ningún motivo para extrañar la actitud apática que a veces me dispensen tengo forzosamente que pensar en lo molesto que sea un extraño en la familia. Por eso, aunque leo y escribo, la ventana sigue siendo mi refugio. Y eso que mi función de hombre de otra época sobre todo en mi hábito de criticón de liviandades, he in surgido en más de una oportunidad contra las “ventaneras”, De los ventaneros forzados nadie ha dicho nunca nada. Prohibieron las señas y saludos a los familiares y amigos que desde lugares estratégicos de la calle tenían ese minúsculo consuelo. Esta intransigencia y extralimitación de autoridad es motivo de crítica sin resultado positivo, porque el que manda, manda. A Fernández Betancourt lo sustituye, mientras cumple una misión en Oriente el Dr. Erberto Uzcátegui, nombre que he tenido que preguntar más de tres veces, por la facilidad con que lo olvido. Durante el tiempo que tiene frente a la oficina le he visto muy raramente y aunque tanto Carmencita como María me hacen buenas referencias de él me parece que no le agrado mucho, aunque estoy tentado a pensar que este sea de los que mucho se cuidan, temiendo desenlaces fatales para el cambur. En fin de cuenta durante el poco tiempo que cubre la Dirección, nada tengo que agradecer le, ni nada que recriminarle y entre los dos no hay más relación que la de preso y carcelero. Desde que llegué, con mucha frecuencia se filtran contadas noticias de actividades conspirativas y cuando no son las señas de la terraza o del tercer piso, son los mismos empleados que, en tono misterioso me anuncian que “la cosa está mala”, frase que ya me acostumbré a traducir por esta equivalente: “la cosa está buena”.


113 Indefectiblemente, cuando se acentúan los rumores, como por obra de magia, los empleados y en especial los adecos, cambian su semblante serio y adusto, improvisan un forzado afecto y hasta se auto elogian un buen trato imaginario para con nosotros los presos. Es una oportunidad de oro para conseguir de ellos lo que en otra ocasión resultaría esfuerzo inútil. Descargas cerradas de armas cortas y largas, en cierta fría madrugada fueron interpretadas como un ataque en grande a la Digepol siendo un encuentro corriente entre policías antagónicas: la P.T.J. y la de Cotiza. Sin embargo esto preparó el ambiente para que se rumorase, con acentuada insistencia, de que los terroristas programaban volar el edificio o hacer un ataque en masa a la oficina. No durmieron esa noche y no escatimaron medidas de seguridad, pero lo más maravilloso del asunto fue el descaro con que reclamaban o casi imploraban nuestro apoyo y colaboración. Uno, temblando o muerte de miedo me ofreció su ametralladora y varios peines cargados, mientras él se quedaba con una pistola “Beretta”. Días después pasó a mi lado sin saludarme siquiera, como si nunca me hubiese conocido, avergonzado, sin duda, de lo que yo quise creer, un momentáneo descontrol. En cambio un muchacho del Sifa, me expuso pormenorizadamente, un plan para apoderarnos de todo el edificio, sincronizado con un ataque exterior, Si era una treta con mala intención, murió mientras se gestaba, porque el muchacho lo pasaron a la P.T.J. a pesar de mi decidida voluntad de llevar esto hasta el final. Con gusto hubiera caído en esa trampa. Superadas esas tempestades, nuevas medidas nos aíslan más y las noticias del exterior y de mis compañeros del noveno piso se hacen en extremo difíciles. Poco antes supe que algunos fueron trasladados a la temible Casa Gris y me imagino tantas cosas porque no he tenido más noticias de ellos, Hermes Colmenares D. y Serrano, salieron expulsados; con señas me despedí de ellos y por conducto de Terán, les envié lo que me quedaba, cien bolívares. En cierto modo los considero más felices que nosotros ya que esta tierra se ha hecho árida, ingrata, hasta inadecuada para vivir. Se me ofrecen facilidades para viajar al exterior y sin embargo las rechazo porque todavía queda el asidero de las leyes, la Constitución, que no me explico porque estos conculcadores de la misma, todavía quieren respetar. El artículo 64 de la Constitución vigente desde el 23 de enero de 1961 reza…“ningún acto del poder publico podrá establecer la pena de extrañamiento del territorio nacional contra venezolanos, salvo como mutación de otra pena y a solicitud del mismo reo”. Desde mi celda carcelaria puedo hacer tanto bien y desempeñar tan importante papel como en el disfrute de plena libertad. Y no es por miedo ni entreguismo que ha subvertido lo que otros asentaron como pensamiento civilista al preferir “la esclavitud tranquila” del presidio a la libertad peligrosa y denigrante de la calle. Señalo con especial satisfacción y asiento como algo inolvidable para el futuro, la visita de los pocos que como familiares y amigos se me acercaron haciendo heroica demostración de afecto. Especialmente las Machado Salvatierra, las Sotomayor y las Ojeda García. Vencieron la incomodidad y la distancia, dominaron la natural timidez femenina, soportaron la adustez y grosería de los carceleros, se enfrentaron a posibles habladurías y humillaciones tan sólo para llegar a este Quinto piso de la temible Digepol. Sus voces y su presencia en el gran olvido que me rodea y afronta realmente el peligro que significa para su propia seguridad, dan un poco de alegría a este derrotismo y desilusión de las horas interminables del degrado. Síntesis magnífica de lealtad y de fiel constancia, cincelan aun más el cariño de siempre como una resonante victoria en la vida, tan llena de amargas verdades y realidades tan tristes e insospechables. Nuestra ingenuidad construyó castillos que se desvanecieron como los encantos de cuentos de hadas y sobre sus ruinas, o sobre el vacío que dejaron sus figuras, manos piadosas colocan flores más significativas que las que lucen sobre las tumbas. Como sacerdote estoy condenado a una perenne novedad o a una soledad aterradora y aunque quisiese desandar caminos y me llegase a sumergir entre la alocada multitud siempre seguiré siendo un tras-humante y encadenado a la vez. Por eso tengo forzosamente, que maravillarme cuando vuelven los


114 que se alejan o retroceden los que pasaron de largo. Son tan pocos y contados, que las más de las veces para reeditar un momento y saborear una antigua gota de miel es imprescindible recurrir al recuerdo, a la añoranza o a la sandade nostálgica. Aunque esos recuerdos, tal vez por que hijos de la fantasía que tiene origen volcánico, son los que precisamente, levantan a veces tempestades huracanadas en el alma, producen sacudidas violentas como sismos destructores y dejan un sedimento de lástima rabiosa contra nosotros mismos, por haber sido tan infantiles y crédulos en cosa de tanta trascendencia, como es el fuego sacro que lamo las paredes del corazón. Ya para los antiguos la verdadera amistad fue un tesoro invalorable y los tesoros no se encuentran al acaso ni a flor de tierra; conquistados deben perdurar o morir con nosotros. Lo lógico, lo natural es responder con olvido a los que nos olvidan, de la misma manera que darnos un gran valor al recuerdo y atención de los que se acercan y nos alargan la mano cuando estarnos caídos. En la cárcel no obstante pensamos intensamente en los que debieran estar a nuestro lado como alivio reconfortante y no están. ¿Será miedo a la soledad, cobardía ante el embate o desconfianza de nosotros mismos? o “cosas del medio ancestral”? Aquí sin embargo, me siento más humano que nunca y atribuyo el silencio y olvido de los que creí míos, a la despreocupación atolondrada que trae la algarabía de la ciudad borracha. La ciudad atacada por la curiosa enfermedad que Luís Felipe Ramón y Rivera diagnosticó: “variados aspectos de cáncer alegre”. Y los que lleguen acapararán mi afecto….

23.- “SEMANA SANTA” DEMOCRÁTICA” Para la Caracas antañona y tradicional, insomne vigilante de un tesoro de herencia, esta semana de patéticos misterios fue siempre motivo de profundo recogimiento y seria meditación. Las funciones religiosas, donde palpita un hondo significado; los “pasos”, prácticos sermones de unción sagrada, tan elocuentes como los de los púlpitos; la “Soledad”, el “Sepulcro”, la “Humildad y Paciencia”; para las parroquias, y para el alma de la ciudad, el amable Nazareno de S. Pablo”, el que inspiró las devotas coplas de Andrés Eloy Blanco, hecho entonces más que nunca, trovador del pueblo, significó siempre un acercamiento a Dios, en la vela encendida y un reverdecer de piedad, en el mastranto y la manzanilla. No fue el simple sentimentalismo con retoques morbosos, ni inconciente resabio atávico con fuerza de torpe costumbre, sino recia tradición que se alegra y palpita con el chinesco navideño, se satura en Mayo y Junio con el aroma de los altares convertidos en jardines de piedad, se eleva con el incienso del “Corpus—Christi” y que, en resumen, pisoteando el respeto humano, se hace presente aún por cualquier motivo baladí, obligada como está a perdurar, bajo reclamo histórico a través de todos los avatares. Para esta cárcel provisional, que algunos entienden retén de emergencia la Semana Santa transcurre, sin importancia peculiar, como una semana más. Inclusive el viernes Santo, los días se deslizan más bien parecidos a la época de Carnaval, con muy poca diferencia y según refiere un viejo servidor de esta Oficina, estos días aquí tienen trajín mayor que los días corrientes del año. Un vulgar trajín de mercenarios y locos. Lo que afuera se demuestra con júbilo pagano, desnudez de playa y lujuria de montaña, bailes y saraos en unos, con funciones religiosas y rezos tradicionales en otros, aquí repercute en la frecuencia


115 con

que se suceden los portazos y tumultuoso arribo de clientes. Desde el Domingo de Ramos, la Digepol trabaja ininterrumpidamente, porque aquí se refleja la historia que se está escribiendo en el seno de una sociedad paganizante, que hizo del placer la suprema aspiración programa. Ya es del dominio de todos el que no hay diferencia entre los escándalos del dios Momo y los escándalos de los cristianos de nuevo cuño, celebrando los “días santos......” El Viernes Santo se bebe más aguardiente porque aguardiente es wisky, brandy, champaña que en cualquier día de fiesta del año y los excesos se multiplican de una manera tan descarada y escandalosa que constituyen el más insultante desafío y reto a la Divinidad. Son las provocaciones que atraen esta ira de Dios que se manifiesta, no en un cataclismo que trastorna la naturaleza sino en la estabilidad y permanencia de gobiernos como el presente. Algunos empleados, como muchos de la ciudad, desempolvan el programa de Carnaval y se van a la playa; las chicas ridículas, tan abundantes hoy más que nunca, especializadas en supercherías y artimañas que culminan en la cacería de un tonto, suben a las azoteas en traje de baño para broncear los cuerpos y aparentar días de ausencia en el Litoral. Sin embargo no todo es miseria y pecado profanación y sacrilegio. Varias mujeres y un grupito de hombres, dignos de todo elogio por los tiempos que corren y más por el lugar donde se realiza el gesto, han pensado un poco en las cosas del espíritu y en el augusto significado de estos días. Oímos varios sermones de las “Siete Palabras” y me veo obligado a olvidar la mala impresión de tantas cosas incorrectas para fijarme y alentarme con el fervor como algunos las oyen; precisamente como una grata y placentera equivocación en el concepto sobre aquellos a quienes estimaba más superficiales. Gajes de este misterioso e incomprensible carácter venezolano, creado y formado en un mundo repugnante de contradicciones e inverosímiles licencias. Sin ningún miramiento y más bien haciendo una sana y valiente ostentación, algunos anuncian que se confesaron y comulgaron en estos días. Los políticos irreductibles, que esperaban oír “valientes críticas” al gobierno, se desilusionan y cuando no atribuyen a silencio cómplice es al miedo que obliga a los sacerdotes a desperdiciar una ocasión tan propicia. Yo los excuso, y defiendo pero hay tan poca convicción en mis palabras que me temo no deje entrever lo que íntimamente estoy sintiendo. En realidad tengo que admitir que se dan muchos rodeos, se seleccionan mucho las ideas, se pulen demasiado las palabras hasta se ensayan posiciones para expresar ciertas doctrinas básicas y fundamentales. De los principios conculcados en nuestro tiempo y lindantes con la política, se habla, pero con mucha prudente diplomacia como sobre un asunto tremendamente peliagudo y escabroso. El último sermón de Mons. Pellín, salva la tarde, como diría un taurino y lo esgrimo a manera de dormidable argumento contra las barrabasadas de esta gente, acostumbrada a flagelar la lógica, personalizando y de casos aislados, sacando conclusiones generales. La profanación que en la calle y en los hogares se realiza durante estos días santos se observa y comprueba en el inusitado movimiento de esta oficina. La noche del Viernes Santo se denunciaron dos casos de adulterio y se ventilaron cinco ultrajes a menores. Uno de los casos de adulterio y tres de ultrajes a menores tuvieron lugar en la playa, entre familias bajadas de Caracas. Tome nota de un caso que refiero, por supuesto omitiendo nombres y apellidos. Pasaba vacaciones en su casa, durante la Semana Santa, la menor de las dos hijas de un matrimonio, muy aficionada al deporte y fanática desde pequeña, a la divisa del Caracas; que todas estas cosas salen a relucir aquí, con lujo de detalles que a veces tienen que avergonzar a cualquiera. Estando en la playa, en compañía de familiares y dos amigos deportistas tuvo que volver a su quinta de Santa Mónica y para eso invitó a estos dos últimos, siguiendo la insinuación de la madre. Llegados a la casa, pasa al interior solitario con uno de los jóvenes, el cual, media hora después sale fuera a indicarle al que había permanecido vigilando en el carro que podía entrar. Retornaron muy tarde a la


116 playa pero en estos días el tráfico es la mejor excusa para todos los retardos. Hoy la muchacha, llorosa y desesperada contó a los beatíficos padres la desgracia y la Digepol no había podido localizar hasta esta noche los “simpáticos y traviesos don juanes” autores de esta “muchachada”.- “En tu mismo pecado la penitencia llevas” rezan los gimoteos del tango de ayer y ocho personas están aquí, devanándose los sesos para evitar el escándalo que amenaza enclaustrarlos y alejarlos del bullicio de la sociedad por una semana o quince días, que el dinero no permitirá más. Sin embargo, por ahora no dejan de pasar todos, su sofocón. Cuando la madre de la muchacha habla de matrimonio, como una salomónica solución, los dos muchachos dicen a coro: “no”, que es como la señal de ataque en el cúmulo de insultos que se propinan los dos bandos. La Digepol, representada por dos sátiros soñolientos, da por terminada la sesión y envía a los contrincantes donde debió enviarles desde hace dos horas; a sus casas o a los tribunales. ¡Cómo salvar un mundo que se empecina en vivir su vida y desgraciarse o que se obstina en no querer ser Salvado! Un mundo que ni Jesucristo ha podido distraer de su alocada carrera hacia el abismo, durante tantos siglos de paternales advertencias, de suaves insinuaciones, de luminosas enseñanzas, de amor misericordioso!. Mientras tanto aquí se queda esta postal de Viernes Santo caraqueña, como una defensa para la bondad de Dios, el día que le sobrevenga un terremoto u otro desastre como el actual, a la ciudad prevaricadora.

24.- DI - GE – POL Dirección General de Policía: un juego trágico de sílabas iniciales compendia una sigla de terror y de muerte: Digepol. Los que sólo por referencia, tal vez exagerada por una propaganda que interesa, conocemos a la antigua Seguranal, encontramos en su hijas tras un marcado parecido y lineamientos vaciados en el terrorífico molde: en el personal que la integra y en los métodos que utiliza, que nunca en la inteligente organización. Eso sí, aprendieron de memoria y a diario repiten el clásico juramento: “el arma que portas te confiere derecho de vida o muerte” y lo interpretan literalmente, al pie de la letra. Oficialmente se cacarea otra cosa para salvar un respeto a la persona y a la dignidad humana, vigente sólo en la fantasía y en un programa demagógico elaborado como carnada. Nadie sabrá jamás, cual de las dos, la Digepol o la Seguranal, habrá cometido más tropelías, injusticias, barbaridades y crímenes. El fanatismo gobiernista no permitirá, ni siquiera, se tome este punto de comparación como tema de disputa. La intransigencia colocó una piedra dogmática e indiscutible: “ésta es toda una señora democracia”!. Aquí en la Digepol, dentro de un falso ambiente de palique familiar que lo constituye sondeo, todos viven sobre aviso; se admiten deficiencias que son algo más que errores y simples excesos, pero ellas siempre le darán el carácter de “mal o de mal menor”. “Estamos empeñados en creer un paraíso que implica tanto sacrificio!!! Un paraíso, cuyas delicias gozarán hasta saciarse, los que queden.., O los hijos de los hijos de los que sobrevivan. Síntesis de una tesis y antítesis necesaria. Y no son marxistas! En estos días con ocasión de un “suicidio” se ha especulado este tema. Sentado en mi escritorio y aprovechando el raro silencio de la oficina, leía distraído una revista, cuando veo descender verticalmente, como un celaje, un bulto oscuro, proveniente de los pisos superiores, Distinguí, claramente, el golpe típico contra el pavimento, de un cuerpo desprendido a considerable altura y las


117 consiguientes carreras y murmullos de curiosos transeúntes. Me asomo a la ventana y observo en la acera de la esquina del edificio, un hombre tirado boca abajo y sangrante. Gente que se arremolina a prudencial distancia e inmediatamente la noticia oficial, explicativa de la tragedia: “Un marihuanero, mientras era “interrogado” se lanzó al vacío”. Leve movimiento de las extremedidades inferiores me indican que vive aún y sin embargo nadie lo toca. Desde mi puesto de observación le doy la absolución condicionada y dejo a Dios lo demás. Este infeliz muchacho de dieciocho años, se troncha su vida en flor y sobre su trágica determinación se tejerán los consabidos comentarios unos atribuirán su fatal determinación a la droga maldita y otros, por el contrario, dictaminarán socarrona o malévolamente:” como lo habrán solado....” que en el argot involucra todo un proceso de checa. Y es que todavía, en la digepol, especialmente en sus sótanos inmundos y tétricos, ronda siniestra la sombra de Nereo Pacheco o de los sabuesos de Pedro Estrada, bajo otros nombres, pero con aquel mismo sadismo que después del 23 de enero, abultó y especuló tan morbosamente la prensa. Aquí las heridas, fracturas, escoriaciones y hematomas no son simples accidentes, ni los suicidios, auténticos atentados contra la propia vida. Como observa un parlanchín imprudente: Aquí, han suicidado a más de uno.....” Claro que la violencia y refinada crueldad, con los tiempos se han hecho científicas o típicas y a diario, la incomunicación y el aislamiento, flagrantes burlas a la ley, impiden cualquier denuncia y cualquier justificación de una denuncia; el tiempo borra los rastros. ¿Quién además osa denunciar o protestar, bajo un ambiente de garantías permanente suspendidas o si él también sabe que está definitivamente inscrito en la lista negra, religiosamente guardada, que lo titula y signa indeleblemente enemigo y desafecto al régimen, en Venezuela, desgracia desastrosa de incalculables alcances? No falta quien tenga el descaro de amedrentar con una simple observación: “Usted, como que no ha tenido noticia del accidente fortuito o casual al doctorcito que pretendió poner, en duda la honestidad de las elecciones y declararlas fraudulentas? Ud., no ha oído hablar de la “ley de fuga”, ni de la autodefensa, contra las agresiones de esposados y amarrados?...” Terán se aleja canturreando, a media voz: “La vida no vale nada”...y la entrelaza con la melodía popular de moda: tengo una pena en el alma. “pero esto a todo pulmón, porque aquí, no hay lugar para el luto y la consideración, ya que todos son extraños o enemigos. Y evoco la frase desafiante de Eudes Rodríguez: “A mi no me botan ni botándome....Yo sé mucho!!!!!!” Para que la vida y la muerte sigan siendo, en ésta heredera de la Rotunda y de la Seg. Nacional, simples accidentes, sin ninguna trascendencia; nunca misterios que sobrecogen y abruman.

25.- DESPEDIDA O HASTA LUEGO? Estoy de nuevo en el dintel, pero como quien pasa de una estación a otra en el mismo víacrucis. Se fue el ardoroso marzo y hoy, cuando me dieron una fecha de abril lo recuerdo como si tuviera hombre de año. Abriendo el mes de abril, Carmencita, entre esguíncos, rodeos y después de preguntarme si me han dado alguna noticia, me anuncia secamente que me confirmaron el “auto de detención”. Noticia falsa, por cierto, pero que aún siendo verdadera me tendría sin cuidado ya que a estas alturas ya nada me...sobresalta ni inquieta; desde el principio entendí que esto era largo, y que era odio, venganza y revancha.


118 ¡Qué maravillosamente bien trabaja y discurre la justicia adeca, la justicia romuliana, la justicia democrática! Democracia...frontispicio de todas las desgracias de Venezuela.... Democracia...vocablo que los hombres se encargan de desvirtuar en su significado de idea y organización y postulado y bandera, con la finalidad de burlar la salvaguarda de los derechos inherentes a la personalidad humana, encarnados en el individuo, como vida, libertad, bienestar; para que la odiemos toda la vida, nosotros los que fuimos víctimas de tal profanación y desafuero. Como ayer la Federación, la Democracia de hoy, es un grito fementido, convertida de principio en azote, erigida en bandera de crímenes, en bandera que empuña un ignorante, acá un estúpido ambicioso, allá un cualquiera sin significación político-social, más allá un traidor, el criminal, o el malo de todas nuestras épocas calamitosas Sin embargo esta noticia me abre las puertas de la Modelo, la “Casa Grande” de los hampones. Mis compañeros los ladrones, los atracadores, los incendiarios, las niñas alegres, las caminadoras, los indeseables y escandalosos de la sociedad, han ido desfilando hacia la calle, hacia el hogar, hacia la vida. Los últimos fueron los políticos, reclamados por sus partidos, agrupaciones y sindicatos. Uno, viendo que me quedo sólo, comenta indiferente: “De aquí sale primero un ladrón que un político de derecha”. Entonces recuerdo que yo soy eso, o eso dice la gente que soy yo; un político de derecha: si izquierdistas son los que rigen los destinos del país, si son los que han llevado a Venezuela a esta situación de angustia y agonía, tal denominación la acepto y no me apena como el ilustre Jefe de Copey, quien quiso para sí y su partido la “posición del corazón; centro, ligeramente inclinado hacia la izquierda”. Yo soy un reaccionario y siento una gran satisfacción en gloriarme de ello. Si para mi la religión no fuese un norma sagrada y respetable o si se quiere un freno que limita y controla mis sacudidas violentas; yo sabría como contestarle a las ostentosas demostraciones de desprecio de los seudo-revolucionarios de último cuño. Cristo es el auténtico subvertor, probablemente el único que realmente merece el título de arquetipo revolucionario, pero los enemigos saben la lealtad y honestidad que él y sus seguidores observan en la defensa de sus principios inmortales. Y mientras los apóstoles del bien se circunscriben a normas fijas e intransgredibles, los del mal tienen sus fines perversos. Equiparamos a ellos, equivaldría igualarnos a ellos, a restarle fuerza a la posición ortodoxa, y Cristo no lo quiere así, quedando en pie su doctrina, su bandera y su consigna, con un formidable sentido de lucha, ardorosa y sostenida, sin ventaja alguna que la demerite. Escribiendo estas líneas cayó en mis manos el excelente y palpitante artículo del veterano periodista cubano José I. Rivero, director del “Diario de la Marina” escrito para el diario A.B.C. de Madrid, bajo el sugestivo titulo: “Por que me llaman reaccionario”. Gustoso lo transcribiera íntegramente si no fuese por la naturaleza sintetizada y comprimida de estas notas. Pero no puedo menos de ceder a la tentación de extraer algunos párrafos con los cuales me siento consustanciado y compenetrado en todo. Helos aquí: “Me llaman reaccionario los comunistas y reaccionario me llaman también los que a ellos se parecen. Pero no siento miedo a la palabra. “Las razones agudas son ronquidos para los oídos tontos,” y yo tengo más buenas razones para que no me espante el adjetivo”’. “Me llaman reaccionario porque saben que estoy acostumbrado a vivir bien definido, que soy fiel a mis principios, que piso en firme, para no resbalar en el intrincado, en el turbulento camino que hemos de recorrer”. “Soy lo que soy y no me avergüenzo de serlo. El hombre se deprava desde el momento que abriga en su corazón un sólo pensamiento que sea obligado a disimular, Si me llaman reaccionario será porque no disimulo mis ideas; y no las disimulo porque no soy un depravado. Los inútiles y los muertos son los únicos seres que no reaccionan. Yo reacciono porque estoy vivo porque quiero serle


119 útil a mi causa. Me he convencido de que el mundo hay fuerzas diabólicas, cuerpos sin alma, pero de carne y hueso, fanáticas que Llamándome reaccionario (porque reacciono ante sus desmanes) ejercen una acción demoledora sobre los intereses legítimos y sagrados de nuestro mundo, felizmente aún libre “conejillo de India” para sus experimentos”. “Quien no quiere pensar, es un fanático, quien no puede pensar es un idiota; quien no osa pensar es un cobarde”. Como no soy fanático ni lerdo, ni cobarde, reflexiono desde que me levanto hasta que me acuesto. Y cuando pienso que me llaman reaccionario porque reacciono y no me rindo en la lucha por la defensa de mi ideal, llego a la conclusión de que reaccionar es lo digno y capitular o cruzarse de brazos lo indigno. “Precipicios por donde se derrumba la humanidad, puede haber muchos, sendas de perdición hay infinitas. Faro, uno sólo; Puerto, no más que uno. Los reaccionarios llamamos a ese faro, “Dios, a ese puerto, Patria y hogar. Sí, lo llamamos amorosa, comprensivamente; con orden, con derecho.” Los ladrones, tahures y comerciantes de la política viven en manada y por ellos se intercede masiva y mutuamente; yo vivo sólo, con mi fe, que no es fórmula rígida sino hálito y energía. En política soy apolítico y si no gusta el giro, independiente, con la aclaratoria que le hace Shael a esa posición: “De allí que a nuestro juicio los llamados “independientes” no son eunucos políticos, ni lerdos, ni retrasados mentales....sino que aspiran vivir dentro de un “status” que haga posible la menor subordinación a los intereses y objetivos o ambiciones de terceras Personas que no siempre son las menos capaces o los que aman más a Venezuela.....’ Hoy cuatro de abril me anuncian pero no de manera oficial, que debo irme preparando a partir. ¿Hacia dónde? Esto lo sabe un niño, No fue hoy, será tal vez mañana. Ya me estaba acostumbrando a este horario rutinario y estúpido, a muchas caras de imbeciles, a estas conversaciones insulsas y superficiales; a este dormir apenas y vegetar a medias. Me estaba acostumbrando como a un mal conocido, siempre preferible a uno por conocer. A otro mal, porque mientras Rómulo Betancourt siga ultrajando la silla augusta del Libertador nada bueno puede esperar ni a la Patria ni a ninguno de sus hijos. Con este hombre nefasto en el poder no hay paz, ni concordia, ni justicia, ni libertad. ¡Que bajo hemos descendido! El mundo de Rómulo Betancourt, está enmarcado dentro de los límites egoístas de su desgraciada fracción política y ha hecho acto de presencia en un momento en que todo un pueblo anhelante se despereza soñando en alargar su horizonte. El destino de una gran nación no está, no puede estar al alcance de una camarilla llena de odio. Cien o más años de lucha frastricida deben bastar aún para el pueblo más goloso de revancha. Ante la inminente partida, sin embargo puedo parodiar a D. Segundo Sombra, el gaucho argentino; “Angina como no hay caminos sin repechos, no hay desgracias sin suerte”. El grupito inicial, ampliado por el frecuente trato con una pequeña dosis de comprensión, da muestras de lamentar mi ausencia y adivino que con sinceridad, desean hubiese salido libre. El aire cargado y el ambiente prosaico se han vuelto románticos y una garganta femenina entona, a media voz la antigua endecha: “Dicen que no son tristes las despedidas, dile a quien te lo diga, que se despida...” y el eterno tomador de pelo rubrica socarronamente;”las despedidas son tristes, aunque sea por poco tiempo!” Aquí se sabe todo y creen cumplir con un deber de intimidad amistosa revelarme lo que se desde hace rato, que seré trasladado a la Modelo tarde o temprano, también de la Modelo he de salir con la frase que siempre nos acompaña en los malos ratos, como síntesis magnífica de filosofía popular: “No hay mal que dure cien años...” Para mí ahora esta no es la Digepol de hace un mes, ni lo que es para los nuevos que inician su Calvario. Fácilmente puedo distraer mi atención en lo repugnante, de lo que me desagrada aquí.


120 Me encuentro frente a una prueba más de que el hombre es un perfecto animal de costumbre. Tal vez, porque se aprecia más lo que más cuesta o lo que más nos hizo sufrir, se impone ampliar el pensamiento del poeta, cuando escribió: “Cómo al olmo se adhiere la hiedra, pobre corazón, así tu te adhieres con suave lazada, donde hallas amor.....” Y también el corazón se adhiere, con muy fuertes lazadas a las cosas que lo hicieron sangrar. Me voy con un mundo de recuerdos, amargos y dulces, de este antro del resentimiento y probablemente estimo que pueda llegar el día de conceptuar felices los momentos transcurridos en la esquina de la vieja Doña Romualda. En fin de cuentas, aquí no descubrí nada nuevo, pero sí muchas cosas interesantes; esta pequeña humanidad es un trasunto fiel de la gran humanidad, mezcla híbrida de bondad y malicia, de generosidad y retrechería, de turbulencia de infierno y placidez de desierto, de sinceridad de amigos e hipocresía de soplones. Hasta hoy como “Fiebre”, la novelita que me distrae las horas tristes, no he visto tribunales ni jueces, sino gansteres tropicales, y carceleros que amenazan, que torturan, que insultan. Personajes siniestros, abyectos y crueles, que hubieran desempeñado con éxito y bizarría el papel de cabos de presos en la Rotunda y en Palenque. Después de haber estado, varias veces tan cerca de la muerte, “tengo un inmenso deseo de vivir,” como aquel protagonista de “Los hermanos Karamazof”. Pero no he de olvidar nunca, a los que me hicieron bien y a los que me quisieron bien; digno de notarse en un ambiente donde muchos quieren mal. Los que me desearon e hicieron mal? Alguna vez he cometido la torpeza de nombrarlos, pero con marcada y bien definida repugnancia, ya que ni siquiera merecen el obsequio de un recuerdo; el recuerdo, grato o ingrato, en cierta manera es una forma de valorar las cosas. Me voy de la Digepol, y nadie sería tan temerario que apostase un centavo a que mi despedida sea definitiva........ Yo sé que esa puerta siempre quedará abierta para mí, sin cariño. Mientras gobiernen los antipátridas, seguiré siendo un inadaptado y un recalcitrante. Y sin necesidad de olvidar que soy Sacerdote recordaré todos los días que soy venezolano, contra los que creen que hay repugnancia en lo dos vocablos y contradicción en los términos. Después de calcarlo en el inmutable patrón del Evangelio, estoy convencido de que ya no hay tiempo para que yo trueque ni distorsione el humilde concierto del ideal que me deleita. En mis manos humanas tengo una misión divina que cada amanecer, me da un nuevo coraje para seguir esperando contra toda desesperanza. Sé, ahora sí, con una fe rayana en fanatismo que el adversario inficionado de soberbia y torva ambición al querer hacerse apóstol de una filosofía que es traición o al intentar penetrar en el santuario de la libertad ajena y abarcarla toda, se quedará sin nada. Sin nada! El triunfo del mal, en la economía de Dios, siempre será temporal y momentáneo, así se jacte y alardeé soberbiamente, de rotundas y definitivas victorias.


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26.- EPÍLOGO, QUE A SU VEZ PODRÍA SER PRÓLOGO Esta es una ingeniosa anécdota de Madame Stael. En la época en que Napoleón no era todavía más que general, se encontró en una tertulia en la que la hija de Neker acababa de emitir un juicio acerca de los diversos partidos que habían sucesivamente gobernado a Francia. Todos fueron de su parecer y la aplaudieron, excepto Bonaparte y ella lo notó. “Y bien general, no opina Ud, así? “Señora no he puesto atención porque no me gusta que las mujeres se mezclen en asuntos políticos.....” “Tiene Ud., razón,” respondió amablemente la inteligente interlocutora, “pero en un país, donde se les corta la cabeza es natural que por lo menos tenga curiosidad de saber por qué.....” Ya no llevo allá mis motivos ni mi limitado ingenio me lo permite, pero en el cataclismo y desbarajuste que sacude y extremese a la geopolítica patria, desde el uno al otro horrorizado confín, la especie de que un sacerdote provinciano sea acusado de subvertor del orden, no es ridículo ni siquiera extraordinario. La democracia aventurera llegará más allá y en ésta caja de Pandora falta mucho que encerrar, más cuando un notable sector del país la aupa e incita desvergonzadamente, así esté en juego el pasado, el presente y el futuro de la Nación. También es cierto que en una sociedad, que todavía es la nuestra, no podemos mirar con indiferencia el cataclismo que todo lo estremece ante nuestros ojos y en el que también nos ha tocado nuestra notable parte de penosos sufrimientos. La indiferencia bajo esta peculiar circunstancia sin duda alguna constituiría motivo de pecado y de vituperable prevaricación. “La paz, ha dicho el colombiano Rafael Nuñez, es nuestra bandera porque de la paz surge todo lo bueno, como de la guerra todo lo malo, pero el más benévolo de los hombres se defiende cuando es atacado”. En sonora resonancia, nuestro deseo de armonizar el timbre delicado del lenguaje con la vibración del reposado pensamiento, a veces se me escapará, involuntario o forzado, para que haga irrupción tal o cual nota dísona, porque cuando el gladiador está en la arena y recibe heridas del adversario, no se le puede exigir que el asestar sus golpes se sujete, con estoica frialdad, a las reglas estéticas del movimiento. La descarada hipocresía de la política vernácula hace que todavía resuenen las aulas, la clásica amonestación de que nuestro adversario político, no es nuestro enemigo personal; sin embargo, comerciar con este consejo, haciéndolo unilateral, construir laboriosamente y con refinada mala intención, una montaña de agravantes, en las que emergen picos inconquistables, como el que ninguna raza sabe odiar como la nuestra, para olvidar y omitir que aquí han faltado las absorbentes de distracciones y paliativos que en otras partes consuelan y enajenan la atención, como serían los grandes intereses comerciales, la abundancia del trabajo, la vida de la industria, del movimiento, de los negocios, y sobre todo la presencia definitiva y total de la inteligencia, de la honestidad, de la hombría, es tan constituyendo, una traba casi legalizada aún a los principios de rudimentaria humanidad. Muchos se befan de la justicia porque la justicia se ha desacreditado y sigue desacreditándose de una manera tan bochornosa y lamentable que de reina de virtudes de la que cada quien se beneficia se ha convertido en desahogo de bastardas pasiones a través de instrumentos indignos y venables. Que raro pues, que reste y sobre tanto tiempo para pensar en las derrotas y recordar los agravios recibidos, escogiendo precisamente un tiempo de paz, para convertirlo en foco de odios y resentimientos. Sigue siendo natural y justificable que mientras un partido o una pandilla de sortarios vividores están en el poder, otro grupo numeroso de resentidos o patriotas, conspira o caza la oportunidad para las zancadillas. Ayer, hoy y siempre son los mismos vencedores, ebrios en el triunfo, y perdido el


122 sentido en su soberbia estúpida, que se esmeran en obligar a los vencidos a no aceptar hechos sumados, ni a salir de un estado de horosa rebeldía permanente, temerosos de hacer desaparecer una costumbre de ancestro que desde ya, les garantiza a ellos a futura y exitosa revancha. Las formas sintomáticas no han podido desaparecer y los mismos fenómenos demuestran a las claras que el problema continúa en vigor. Ronco se quedaría hoy el profeta de ayer que gritaba a los hombres de buena voluntad: “Una injusticia pequeñita derrumba un imperio...” Ya las injusticias no se consideran aisladamente, que mientras Dios parece dormir, los hombres las beben en vasos gigantes que desbordan, cuando una sola, una íngrima, era hasta suficiente para demostrar palmariamente que no adelantamos. El país, lo creemos ingenuamente, tiene suficiente savia moral para fecundar esfuerzo regenerador que reclama, porque la turbación y el desconcierto que su manera de ser revela a todos los ojos medio abiertos a la luz, han dejado todavía intactos los más íntimos y cardinales resortes de la conciencia. Por eso no damos un paso atrás, ni capitulamos, menos nos entregamos y a diario amaneceremos protestando de la bochornosa inmutabilidad y calma de todos los días, hasta que despunte entre clarinadas el reservado a la Patria; cuando todos, sólo pensarán en ella y por ella sufrirán y gozarán. CIUDADANO PRESIDENTE Y DEMÁS MIEMBROS DEL CONSEJO PERMANENTE DE GUERRA Acabo de leer, quien sabe si con un poco más de atención de la que realidad merecen, los cargos Judiciales, formulados por el ciudadano Fiscal en una causa fantasma, que se me inició hace no sé cuanto tiempo y que por lo simpática y atractiva, hubiese merecido nuestra más fervorosa aceptación, si hubiese sido más original, menos tenebrosa, aunque encajada en esta época presente, aciaga y laberíntica. Sin embargo, con el derecho que me asiste, si es que violentamente no se me rebata, lo que no me extrañaría lo más mínimo, constatada la carencia absoluta verdad, la flagrante mala voluntad y pésima fe de quien hoy tiene triste oficio de formularlos, autorizo a plenitud, a mi abogado defensor, para que los rechace de la manera más categórica y terminante. La parte técnica, pues, de mi defensa, la que lamentablemente, no tengo reparo en considerar inútil, la asigno y dejo confiada a la ingenua y maravillosa testarudez de mi invalorable amigo Dr. Julio Santander, empecinado como está, en creer en la raquítica Justicia venezolana y en la imaginaria vigencia de normas jurídicas, que hace rato emigraron de esta desventurada tierra. Para esta pantomima, que sería ridícula y vergonzosa si no hubiera salido de un molde de tragedia, incrustada en el gran drama que, aterrorizada presencia la Nación; el ciudadano Fiscal, en un gesto de autómata incondicional, pisoteando una larga historia de ecuanimidad, verdad y justicia que nació con el Derecho mismo, afincó descansada como en los días más oscuros de torpe autoritarismo e insoslayable del terrible Amo, pero reservándose un resto de vergüenza, ante tan cobarde claudicación, montó ésta infeliz comedia; parto laborioso de su pobre fantasía en apuros. La novela del ciudadano Fiscal se enreda en este tiempo triste con el destino de un interés inconfesable o difícil de divulgar; ayudarlo a él, a salir airoso de su compromiso, donde lo sepultaron su aventurera ambición y su vieja sujeción servil, hija también de su antigua costumbre de no contradecir a los poderosos. Lo que balbuceó medrosamente el Fiscal se hunde aquí o si acaso augurándole la existencia más prolongada, tendrá el oscuro final de las obras sin valor y sin importancia, que es saciar la voracidad de las trazas y polillas.


123 Lo que los perseguidos y ajusticiados por la cobardía, prefieren en la muda elocuencia de su silencio, no arrancará aplausos febriles ni el gesto se bañará de sol en alas de una propaganda mercantilista, pero si tendrán la virtud de sembrar semillas de esperanza cierta en el alma de los oprimidos. No tendrán la gloria de herir paredes de augustos recintos, ni invadir bibliotecas con vestidos preciosos de ediciones de lujo pero se internarán por todos los caminos iluminados, hasta llegar al alma del pueblo, fuente energética y vital de la Nación. Irán, se difundirán; como tantos estremecimientos de rebeldía aborigen, como tantos centellazos de libertad, disparados desde el corazón del pueblo, en la historia de sus luchas contra las injusticias o en su afán de no dejarse esclavizar nunca. Condenado o absuelto, libre o encadenado, yo sigo, como lo he sido hasta ahora, un simple espectador o un atónito testigo presencial del indestructible coraje criollo, en su maravillosa empresa de crear espectáculos que nos bañan e inundan de optimismo en las horas grises de la Patria; o si quieren también, un acusador infatigable e inclemente contra la zafia y arbitrariedad de un gobierno que se dice demócrata, pisoteando la libertad del pueblo, entronizando la más brutal revancha y teniendo como lanarilo fiel o indescartable, el engaño, la mentira más descarada. Mi “pequeña historia” infinitamente menos importante que la nacida de la famosa pluma de Alejandro Lerroux, se quedará en las tinieblas del simple anonimato, porque la suerte de un hombre común poco o nada importa ante la suerte de un conglomerado, pero el gesto, inconsulto y tiznado de chocante injusticia de un Fiscal que está al margen de la hora nacional, en un mundo de abstracción que nunca podrá servir de excusa justificante, trascenderá más allá de este tiempo de maromas inverosímiles y de arriesgadas piruetas, para caer a plomo y con justeza sobre un hombre y sobre un régimen. Los pecados de sus aláteres, de su jenízaros y de su sabueso, en nuestro patio familiar, los seguirán pagando: J. V. Gómez, M. Pérez Jiménez y Rómulo Betancourt porque esa es la ley penate, sancionada por ininterrumpida tradición. En esta cascorva economía provinciana o parroquialista, convertida por el uso y la costumbre en economía nacional, se basan y cimentan los indefinibles funcionarios públicos, que en los estrados tribunalicios juegan con la fama y libertad ajenas, para actuar y lanzar su decisiones de viciosos trasnochados, sin importarles un bledo el cúmulo de fatales consecuencias con tal quede contento el César que dio la orden o profirió la amenaza. Esta actividad morbosa y denigrante no permite pensar ni filosofar, y para los que así actúan les será muy difícil concluir que sea preferible deambulen libres, diez criminales culpables, que siga encerrado un detenido político desafecto al régimen. Manuel Osorio Calatrava, eminente observador, con su típico y Peculiar estilo escribe: “Es evidente que a ninguno de los filócratas criollos les gustaría que ese sistema político venezolano fuese modificado; ellos aman el poder tal y como se ejerce en el país: macro - eje - cutivista, jurídicamente atrófico, con mucho de primitivismo recubierto con retoriqueta de demagogia trasatlántica. Dialécticos “historicistas” creen marchar de frente al futuro sin arrojar el lastre ideológico del tradicional sistema de hechos...” Con la crueldad y torpe insensatez que distingue a esta época prostituida se le seguirá prestando poca o ninguna atención a este permanente foco infeccioso de acentuado e innegable malestar nacional. Y el pueblo alucinado seguirá creyendo en una seudo - justicia tan falsa como la democracia criolla, que tarde o temprano aparecerá desnuda, mostrándose tal cual es, la más flagrante arbitrariedad al servicio de un tirano disfrazado. Si los que pueden frenar esta avalancha de lodo, si los que pueden poner coto a tamaños desafueros, aún más, si los llamados a corregir tan chocantes y brutales deficiencias se sienten más que incapaces, apenados para intentarlo, por las inconfesables conexiones secretas que los atan, aquí no quedan sino dos caminos con categoría de dilema: O distraerse presenciando apáticamente como estos malhechores de nuevo cuño se esmeran en husmear sofismas y excusas baladíes para justificar lo


124 injustificable o propugnar un cambio radical de hombres y procedimientos, el eterno sueño de la Patria defraudada. El primer caso nos constituye espectadores pacíficos pero cómplices de un crimen de lesapatria-historia y el segundo nos colocaría sobre el carro ese que llámanos con sigiloso miedo: Revolución. Claro que si consultamos nuestros sentimientos patrióticos y abrimos nuestros oídos al formidable grito de los antepasados ni tiempo tendríamos para la ansiedad; hundirnos y aniquilarnos sería infinitamente preferible antes qué claudicar, convencidos como estamos de que vida así no merece vivirse, ni una historia así, escribirse y legarse a la posteridad. Cómo hubiera querido confiar al silencio y al olvido esta prolongada e interminable serie de atropello, este cúmulo de casi tres años de arbitrariedades, realizados con la cínica seriedad de quien representa un papel cómico, haciendo justicia con el criterio comercial que se tiene de esa virtud cardinal. Pero no era posible, aunque yo sólo me hubiese ofrecido como plato exquisito o bocado condimentado para los que odian entrañablemente a los dos instituciones que se dignaron recibirme en su seno, el poder moral de la Iglesia, y el físico de la F. F. A. A. , éstos no se hubieran dado por satisfechos ni su odio revanchista complacido. Cuadro trágico que traeremos continuamente a la memoria para recordar a este desgobierno infame, creador de una crítica situación de angustia y zozobra, nunca probada por nuestro pueblo. Venezuela, y este es un criterio recogido en la prensa nacional representada por sus sectores pensantes, tiene forzosamente que rechazar gobiernos como el actual, muchas de cuyas actuaciones son comprobadas, reiteradamente negativas...”La profunda crisis moral aparejada al desastre escondido es un producto de la inconsecuencia y de la insinceridad descarada, de la abierta contradicción entre la palabra y el hecho”. Si es verdad la denuncia hecha, a voz en aquello, en el mismo recinto parlamentario del Congreso de que existe “una cadena de corrupción, vicios y robos dentro de la Administración Pública” si es una triste e innegable realidad, la proliferación milagrosa del crimen, del soborno, del contrabando, del fraude, del atraco, del sadismo refinado de la procacidad inverecunda en las costumbres que demuestran el descrédito total de un gobierno; si la “Reforma Agraria, se ha convertido en negocio que favorece a todo el mundo, menos a los propios campesinos”, si en los actuales momentos, como apunta el Cardenal Quintero, siempre tan parco y prudente en sus expresiones, “la moral sufre las arremetidas más feroces de toda su historia”, que justicia se puede esperar, sino esta claudicante, apasionada y vengativa, donde no son las leyes ni su espíritu, los que predominan; sino los hombres con todas sus malvadas inclinaciones de tarados. Aunque no podamos acostumbrarnos, esto no es nuevo en su universalidad monótona y enfática. Ayer no más, y cuando decimos ayer nos referimos a 1948, el actual Ministro copeyano de Justicia escribió en el “Gráfico” “Quienes vivieron para sembrar odios y dividir la familia venezolana cayeron por su propio peso, por su incapacidad absoluta para atender y resolver los graves problemas nacionales....” Y más explícito todavía, fue el mismo Jefe de Copey, Dr. Rafael Caldera: “La delicada situación desarrollada a través de los últimos acontecimientos es indudable consecuencia del cúmulo de errores e injusticias, cometido por Acción Democrática en tres años de gobierno”. Pareciera que tanto este partido nefasto como sus integrantes, fueran intrínsecamente malos. Esta es una continuación, un vivo retrato, calcado en el mismo fracaso de ayer, con su comercialización de la política, con su irrefrenable tendencia a la más detestable demagogia. Por eso es común el sentir de que estos males son muy difíciles sino imposibles de erradicar, dificultad que tiene su origen en la incapacidad y carencia de honestidad de los que por oficio, están llamados a poner en práctica una cruzada de saneamiento, eminentemente patriótica y humana.


125 Yo desde mi almena apolítica, que no lo constituye la cárcel sino mi condición y mi convencimiento, utilizo un patrón distinto a los demás, que me permite sosegadamente emitir un criterio, que es el mínimo que siempre utilicé para mi propia economía. Esto anda mal desde hace rato largo, pero la filosofía política del gobierno apresuró la total descomposición: Acción Democrática, partido marxista desde que era P.D.N. y O.R.V.E. se dedicó con ahínco inusitado, a oficializar el bochinche, denunciado por el Precursor Miranda. Y se creó no solamente un credo sino también un ambiente, con todo el confort necesario, para que el desorden se arraigue definitivamente. Con ideologías calcadas en ese patrón, con principios así, los gobiernos a más de inútiles, se convierten en nocivos y degeneran en un vulgar materialismo, capaz de destruir toda una luminosa tradición. Aquí, hace mucho el gobierno tiene vergüenza y respeto humano de nombrar a Dios, como si esto fuese signo de debilidad o no respondiese al beneplácito de una descollante mayoría; esto a más de ser un síntoma revelador de sedante influencia de esa idea en la vida pública, en un detestable ejemplo que desciende de lo alto, como aguas embarradas de lluvias primerizas y explica a las claras porque el país corre alocado en todas direcciones y las montañas están plagadas de guerrilleros y salteadores. Palabras y frases del Cardenal Quintero son las siguientes: Si se examina la última causa de éstos procederes se advertirá que son la consecuencia fatal del ateísmo… Negado Dios, supremo Legislador y supremo Juez, todo freno moral eficaz desaparece y el hombre fácilmente se deja dominar por las pasiones y bajos instintos, por sus apetitos insaciables y por sus tendencias utilitarias.....” Rómulo Betancourt está cosechando lo que sembró, por eso él y el rebaño que le sigue sumiso, son los únicos que hoy están bien en Venezuela. El hombre que detenta el poder, en medio de una desesperante ansiedad, encerrado en un castillo de misterio nada misterioso todavía no ha sido interrogado en relación al verdadero origen de sus ideas políticas y tememos produzca la misma deprimente desilusión que producirá una confesión de parte si fuesen interrogados los dirigentes de la parcialidad política a la cual pertenece. Con A.D., nació la duda prudente inclinada a la opinión y a medida que el partido se hacía adulto, la duda se agigantaba sin perder su naturaleza, pero haciéndose nacional con aspiraciones cósmicas. A pesar de la artimaña, de los esguinces, de la sagacidad y astucia zorruna, a pesar del ingenio y de la seriedad con que se inician auténticas y fogosas campañas, encaminadas a neutralizar y borrar la enojosa duda, ésta subsiste en toda su plenitud. El líder y el partido se acostumbraron de una manera tal, que hoy desvergonzadamente hasta la especulan. Casi todos, excluyendo por supuesto, a los que se empeñaron en ser engañados, si no están convencidos totalmente, si tienen graves sospechas de que la duda es fundada y que a diario las razones se multiplican para llegar a un pleno convencimiento. Pleno convencimiento que no llegará nunca porque difícilmente A.D., y su líder máximo arrojarán una máscara que les proporciona tan jugosos dividendos, en el juego de política. Pero, ¿cómo explicar la virulencia de tantas intervenciones agresivas a través de las cuales se hace ostentación de una guerra clamorosa contra los grupos criollos extravagantes que despreciaron la bandera patria para envolverse en un trapo rojo, soñando con la conquista del mundo? Nathaniel Weyl, el comunista de la célula del Alger Hiss que retornó a la civilización asqueado del odio, escribió hace muy poco su magnífico estudio sobre el asalto soviético al hemisferio occidental, bajo el título: “La estrella roja sobre Cuba”. En este libro concienzudo, verdadero documento para la historia, no queda muy bien el Sr. Betancourt, de bracete con Fidel Castro, el carnicero de la Perla del Caribe, convertida hoy en el infierno de América. Hasta Weyl no llega la duda que atenaza a Venezuela; él aprendió hace mucho tiempo, que en el marxismo-leninismo, la teoría difiere y debe diferir de la práctica; aparte que R.B., en el “Programa


126 mínimo, de Penetración” había asentado: “Hemos de presentar a Lenín y Stalin a estos pueblos (latinoamericanos) con vaselina. Debemos forjar un apasionado odio contra la propiedad privada y una determinación vital y activa para despojarnos del sistema capitalista. Podemos hacer todo eso sin utilizar la palabra que exhala sulfurosos vapores: comunismo. Para que se cumpla el fatídico anuncio de Mao - Tse - Tung: “Entraremos en América en un carro destinto al nuestro”. Aparte de que posee argumentos y documentos irrebatibles para probar la colaboración de R. B. con las fuerzas del comunismo internacional, sus planes para subvertir el gobierno constitucional de Colombia y su complicidad en la intentona de disolver la Novena Conferencia Panamericana; aparte que era propósito ostensible de Betancourt, formar una sólida falange de regímenes izquierdistas en el Caribe para acrecentar el poderío de su organización revolucionaria y proteger al régimen izquierdista de Venezuela frente a un posible golpe de estado. En esto Betancourt contaba con el apoyo de la Legión del Caribe, de los gobiernos izquierdistas no comunistas de Figueres en Costa Rica y de Prío Socarrás en Cuba, del régimen influido por los comunistas de Arévalo en Guatemala y de la Confederación de Trabajadores de América Latina, dominada por los soviéticos y dirigida por Lombardo Toledano. Los defensores del Sr. Betancourt admiten su participación con la horda roja paro solamente durante “dos años” Ahora documentos de Weyl lo localizan y ubican luchando aferrado a esa bandera de 1936, en 1940 formando parte del Cominflor e integrado la “tripleta marxista del Caribe”, en 1948 en la Conferencia de Bogotá y nosotros para rellenar estas fechas recordamos muy bien la lista de los 56 que fueron expulsados por López Contreras. R.B. y Acción Democrática, la vieja, la del Puente o la del MIR se vistan de blanco o negro, se declaren pro o anti - comunistas, revisionistas con Kruschew o anti-resionistas con el execrado Stalin, son marxistas. Lo demás es como ellos dicen en privado cuestión de enfoque y de circunstancias. Son a última hora las diabólicas conclusiones del Congreso presidido por Mao - Tse -Tung, utilizando “el caballo de Troya” de Giorgio Dimitrof, en plena acción rítmica para engaño de los mentecatos. Estos son los genios domésticos de concentración sombría, de previsiones ominosas, de férreas voluntades, acatados por los temidos que son con su apretado antifaz, demócratas en la lucha sobre la arena eleccionaria. Y autócratas irreductibles en la paz y en la altura del poder. Lo que ayer fue instrumento para la implantación y sostenimiento de la dictadura y de la arbitrariedad, la Democracia, curada en salud, lo utiliza sin preocupación y sin escrúpulos, con audacia, con descaro, con insolencia, enunciando orgullosamente que ellos le quedan grande a la pobre y esmirriada Venezuela; frase que es desprecio y al mismo tiempo una confesión de su irrefrenable tendencia al internacionalismo que nació en la ambición de las estepas del Norte... ¡Mísero destino el nuestro! La noche que viene de los siglos pasados amenaza proseguir su marcha impertérrita y adentrase en los siglos futuros, como nube preñada de siniestros horrores, con su inmodificable barbarie, con su esclavitud primitiva, con los humillantes escándalos del despotismo, con los turbiones de la anarquía, con los feudalismos encastillados en sus torres para infundir espanto en la comarca, con la miseria gimiendo alrededor nuestro y llamándonos a voces para preguntarnos si sus manos han sido hechas solo para ser encadenadas... Las conflagraciones del siglo pasado siempre fueron tan interminables y desastrosas porque no tenían revulsivo y el esfuerzo titánico de pocos, en vez de servir de dique dio vigoroso pábulo a la presa vencida y al torbellino sin control, invadiendo heredades. Nosotros acabamos de salir de una concentración dura y dictatorial para entrar de lleno e incautamente en una situación descuadernada y estúpida, mezcla salvaje de Revolución francesa y Patria boba.


127 En el abrazado arenal de la política, la sangre sube con frecuencia al cerebro y nubes de polvo se interponen, diariamente, entre nuestros ojos y la realidad de las cosas; creemos a veces divisar oasis o entrever una cumbre y de repente, nos hallamos al borde de un abismo. La palabra de orden, en estos días malos, es enteramente anárquica: “Sálvese quien pueda” y de la mejor comunidad ambicionada y soñada tantas veces, no quedan ya sino fragmentos dispersos que unos pocos desesperados tratan de reorganizar, proclamando ideas elevadas que neutralicen la disolvente acción de las aspiraciones pequeñas, contradictorias, insaciables. El tiempo sigue corriendo atiborrado de leyes como de oráculos que no se cumplen y al dejarlo caer sobre las horas, las horas se hallan sin fuerzas para devolverlo. De esta negligencia, llamémosla así, por una parte y la absorción personal por otra, nació el que hoy, las leyes fuesen solo letra muerta; las garantías individuales, promesas vanas, los estado feudos sumisos, las Fuerzas Amadas, policía, la Iglesia militante, momia; el erario patrimonio; la Constitución, baraja mareada en un juego de monte, en que solo el montero gana. En junio de 1968 se cumplirá un siglo exactamente, de que el gran Cecilio Acosta escribía: “El estado político de Venezuela es el que sigue; una revolución inmensa, un gobierno sin prestigio y todas las fuerzas y todos los intereses precipitándose hacia la una, como centro absorbente y abandonado al otro, como punto paralítico. El. Gobierno ha llegado al caso en que nadie le cree, en que nadie espera de él, y en que conserva el nombre sin lo que significa.... La revolución, por el contrario, es el gran foco, el blanco de todas las esperanzas, la lazada de todos los compromisos, el gran hecho social, la inmensa crisálida donde duerme la ninfa de la transformación santa y gloriosa”. Y para que el cuadro contradictorio se asemeje más a la desencantada realidad democrática de hoy, añade: Nada queda; descrédito fuera, mengua dentro; propiedad que fue, industrias que no son; campos yermos, cortijos abandonados, el derecho sin fuerza, la ley muda, la justicia impotente, la nación esclava, el hogar sin fuego, las familias sin pan, el hambre en las calles, la vergüenza en la cara, algunos ricos que ríen, todos los demás que lloran, silencio por paz, servidumbre por amor, tumbas por orden y linfa, linfa pura en vez de sangre en el cuerpo social.” En un articulo de Edmund Stevens leí la siguiente frase: “Los rusos tienen un dicho según el cual, la gente habla de lo que más le duele”, acertada observación que tiene un estrecho parentesco o una suave resonancia en el adagio - tesis de la psicología de ayer: Excusa no pedida, acusación manifiesta”. Este Gobierno no pierde tiempo ni oportunidad para hacer alarde de un amor a la justicia y un respeto a la Ley que no se observa por ninguna parte y antes por el contrario, parecieran que elaboraran leyes para saciar el prurito de conculcarlas ante la faz de un pueblo que ya ni energías tiene para escandalizarse. Esto se podía expresar de muchas maneras porque nuestro lenguaje se presta para filigranas, pero aquí lo más llano y simple es lo más elocuente porque ya la sola enunciación crea una idea exacta y descriptiva de una realidad que todo el mundo conoce. Estamos cansados de oír machacar, con ostentosa desvergüenza, que el Poder Judicial conserva intacta la autonomía que le dan las leyes de la República y que el Poder Ejecutivo, solo hace raras veces,”amigables y respetuosas sugerencias” que lo dejan en perfecta libertad de actuar. Estas sugerencias las llama, de la manera más ingenua, el Sr. Betancourt: “pedimentos” Historias repugnantes y repulsivas, radiografías de un cuerpo en des composición, vuelan de boca en boca en los mismos mentideros oficialistas, antes de hacerse a la calle. Así por ejemplo, no es un secreto retenido sino comidillas de escaleras pasillos, para satisfacción de los inadaptados, que el flamante Juez Primero de Instrucción del D. F., dicta autos de detención sin fórmulas de juicio y solo siguiendo instrucciones de Santos Gómez con un desconocimiento absoluto del contenido de los expedientes en cada caso.


128 El “juez – policía” como han venido a llamarlo amigo y enemigos, permanentemente custodiado por la Digepol, para realizar más expeditamente su denigrante papel, tiene acopio de autos de detención, firmados en blanco. Y es que el mal viene de lo alto, envuelto en un grotesco y pésimo ejemplo que lo disfraza de alto oficial. Si las líneas telefónicas de Miraflores pudieran hablar porque conservarán impresas las especies, repetirían lo que dicen las indiscretas cintas magnetofónicas, que atrevidamente las interceptaron. Órdenes terminantes, pero con todas las reservas, recibidas en los privados de los Ministerios, de los Institutos, de los Servicios, de los Consejos Municipales, de las Oficinas que se jactan de una autonomía imaginaria., para enchufar al fulano, para despedir a zutano, para remitir informes contra tal empleado independiente o de otro partido, o simplemente para que se le otorgue un puesto jugosos y de importancia al Dr. tal consanguíneo, pariente o a llegado a fulana, presunta amante del jefe. Personalmente, durante las frecuentes libaciones o a través de ese hilo cómplice e infiel, se han tramitado flagrantes injusticias en tan abrumadora cantidad que su recopilación superaría holgadamente a la paciente e ingeniosa de los “Cuentos de Acero”, desahoga a la rabia contra el fenómeno telúrico. Inmediatamente después del atentado de los Próceres, la furia histérica del Gobierno se desbordó en tropelías, sancionando indiscriminadamente, ante la ineficacia ridícula de sus múltiples policías. El Dr. Antonio Malave, teniente asimilado, fue detenido bajo la falsa acusación de tomar parte en el atentado, sin embargo probada su diáfana inocencia, fue destituido de su cargo, despedido de las Fuerzas Armadas, donde prestaba sus servicios, eran órdenes. En el mismo voluminoso expediente aparece el nombre del Mayor Alberto Padilla Castillo. La causa del Mayor se enuncia y resuelve en un complicado trabalenguas: “Detenido, porque alguien dijo, que le habían dicho, que él había dicho, que podían contar con él, a raíz del intento de magnicidio”. Tal vez, ante una razón tan raquítica y ya resueltos a no dejar en libertad al preso, acusaron lo de haber querido trastornar el régimen republicano, porque el crimen de conspiración no está tipificado en el Código de Justicia militar de Venezuela. El Capitán Luís Tirado Alcalá es uno de los compañeros que tiene más años privado de la libertad. Sobre él pesa la incomprensible o ambigua acusación de “haber vendido al Cáp. Omaña”, muerto haciéndole resistencia a la Segur. Nacional de Pedro Estrada. La razón última, la prueba incontrovertible y el argumento indestructible para sepultar en las mazmorras de la Nación hasta por toda la vida a este digno oficial, es una declaración, de Santos Gómez, el degenerado pandillero Jefe de la Digepol, cuerpo émulo de la S. N. Al Cap. Tirado nada le ha valido una montaña de pruebas fehacientes avaladas por el hecho indiscutible de encontrarse hospitalizado, cuando ocurrió el desgraciado accidente de la muerte de Omaña. Pero Santos Gómez, empírico malo al frente de una oficina con el diploma que le dio su partido triunfante y un régimen constitucional empírico, es testigo, es la parte y es el acusador. Dejo ultimo mi caso, pero no como broche ya que la fuente de arbitrariedades del Gobierno quedará libre y caudalosa hasta el último día de su nefasto mando. Cuando a los pocos días, ni quince habían pasado, de tomar posesión de su largamente soñada y ambicionada presidencia, el Sr., Betancourt, me expulsó del Servicio de Capellanía de las F.F. A.A. donde serví por más de doce años consecutivos, a mi demanda, el Cor. Dávila Briceño asomó el motivo dado por el mismo Presidente: “Por desafecto al régimen”. Siendo esa la más triste y desconsoladora realidad, me costó creerla hasta que no hube confirmado su veracidad con la ratificación indubitable del Ministro Encargado Gen. Pacheco Vivas y el Director del Servicio Mons. Lizardi.


129 Ya hoy acostumbrados a los casos que prodigiosamente se multiplicaron, en lo más mínimo nos llama la atención se engaveten indefinidamente expedientes, se trasladen del Hospital a la Cárcel, individuos sometidos a riguroso tratamiento médico, sólo con órdenes ejecutivas o policiales, preventivo del juez de la causa; juicios con dos horas para promover pruebas que exigían veinticuatro o más; detenciones indefinidas con carácter preventivo, agravadas con la anticonstitucional incomunicación, flagrante desprecio al Par. 3 del Art. 60 de la Carta Magna; ni siquiera este sádico esperpento de aplicarle VEINTE AÑOS de presidio al Sargento Ramón A, Argüelles, pena que no se les aplicó a los directamente complicados en las cruentas asonadas de P. Cabello y Carúpano. Pero es que aquí, los tribunales militares que fueron puestos y colocados en alto por el mismo Presidente como ejemplo a seguir por los tribunales civiles, están integrados por oficiales en retiro, en disponibilidad activos que no encontraron cargos donde ser ubicados y a pesar de su innegable desconocimiento de leyes y códigos, con una ligereza e irresponsabilidad que abisma, con un desparpajo que ni la jugosa remuneración justifica, aceptaron tan tremendos cargos de conciencia. Como si ante la historia y ante sus propias conciencias tuviese valor la excusa de impartir justicia de acuerdo con instrucciones recibidas de superiores mediatos o inmediatos. La vida es integral y todas sus actividades, como su historia tienen que serlo. Pero así como nuestros historiadores no tuvieron ojos sino para las glorias militares, nuestros políticos no han tenido ojos y oídos sino para los que gobiernan, desgobiernan o mandonean. Continuadores de una misión incompleta y falsa de una patria reducida y minúscula, que cada uno engendra a su antojo, porque es lucro y negocio. Sin valor personal, sin libertad individual, sin autonomía, sin la emancipación definitiva de ajenas influencias, sin el desarrollo vigoroso del sentido de la responsabilidad y sin la justa sanción de una opinión pública, fuerte y decidida, un juez en cualquier materia, especialmente penal, deja de ser conquista para convertirse en peligro y amenaza. “A la verdad, escribió Rojas vigorosamente para defender a América del cargo que se le hace, me bastarían sus códigos y sus costumbres; aquellos códigos son el repertorio de todas las conquistas de la civilización.” Pero hoy, yo puedo estampar la frase de Gil Fortoul denunciándole a su amigo el sabio Lisandro Alvarado, el atropello sufrido en una céntrica calle de París: “Ya ve Ud. lo que puede sucederle a uno en el centro de un país civilizado” Todavía sigue prolongándose, propagándose la misma política, en boga y casi crónica en siglos pasados, cuando un adagio era un resumen y una síntesis magnifica y al lado de aquel ingenioso dicho, convertido en economía de que “el que no manda con los suyos se suicida”, desfilaba triunfante el otro: “No hay otro Ministerio posible que el de los corderistas. Con él.” No hay más! Todas estas cosas suceden y seguirán sucediendo “cuando la fuerza de la perversidad se junta con la fuerza del poder”. Frase filosófica y profunda que leí en una circunstancia feliz. Feliz porque ella es ya una inobjetable explicación de tantos fenómenos, incomprensibles por otro camino. Y parodiando una frase de estos tiempos brumosos y aciagos, viviente imagen del que estamos condenados a vivir hoy, concluyo: ¡Ciudadanos! ¡Roguemos por el alma de la justicia y el eterno descanso de la Democracia venezolana!


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27.- MEMORANDUM POSICIÓN IDEOLÓGICA 1.- Aunque avocarme a cualquier problema social significa entrar automáticamente en el campo político, soy decididamente apolítico. Las normas canónicas son terminantes y especifican este apoliticismo; no puedo pertenecer a ningún partido político. 2.- Simpatizaría con la política en general que respetase sinceramente mi religión y otorgase a la Iglesia su carácter de poder espiritual absoluto o a lo menos autónomo en sus funciones específicas. 3.- Como públicamente lo he declarado en repetidas oportunidades estoy definitivamente dispuesto y decidido a defender, aún con riesgo de la libertad y la vida los postulados de mi credo religioso contra las incursiones de los políticos, teorizantes o empíricos, 4.- No me arredran las amenazas ni me hacen desistir los injustos castigos, porque estoy firmemente convencido de que este es mi deber, mi sagrado e ineludible deber. 5.- Los enemigos de la Iglesia de Cristo son taimados y cobardes, siempre tendrán el astuto cuidado de evitar un ataque formal; ésta es la razón por la cual se ceban en algunos de sus ministros, en nosotros, los menos importantes, los menos poderosos, según el criterio del mundo. 6.- Los partidos políticos que por conveniencia aspiran crear un clima de tolerancia y pacífica convivencia, ni han abjurado de sus principales mefíticos, ni han desautorizado la conducta deshonesta y fanática de sus miembros desquiciados; inescrupulosamente signen aferrados a sus teorías demagógicas por puro espíritu sectario, sin importarles nada los rotundos fracasos sufridos por sus temerarias incursiones por los parajes ignorados o desconocidos. 7.- Nosotros los que estamos al lado de Cristo y su doctrina, somos los protagonistas, tal vez sin pensarlo, de una época intensa, condenados a vivirla con usura y con heroísmo. Época triste y gloriosa a la vez que ha de ser forzosamente de transición cual conviene a la humanidad, colocada en una encrucijada. 8.- Hay momentos en la vida de los hombres y las instituciones, en los cuales hay que tomar serias decisiones, fundadas en los genuinos intereses propios, sin tener en cuenta ni aún las opiniones de los amigos. “Si hay que elegir”, ha dicho el Jefe Supremo de una Nación “, entre arriesgarse a no sobrevivir, el país debe arriesgarse”. “Como consecuencia a la idea que defiendo y también por propia seguridad en más de una ocasión tuve y tendré que arriesgarme. POSICIÓN HISTÓRICA 1. Desde mil novecientos cuarenta y seis (1946), año del retorno a la Patria por misión y por encargo de mi Obispo, tuve que enfrentarme al partido Acción Democrática, desde el tristemente célebre 3 - 2 1, hasta los insultos propinados, por primera vez y de manera oficial a la Santa Sede y a los principios del Evangelio, desde los estrados del Congreso Nacional, pasando por la seudo - justicia social de los líderes adecos y las persecuciones y calumnias sufridas en carne propia y contra otros sacerdotes, fueron razones más que suficientes para no desmayar en la lucha contra la posición ideológica y práctica de rancio sabor marxista.


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2.-. Hundido A.D. en el año 48, más por su descomposición integral que por la ambición personal de otros, utilicé toda la influencia ganada en razón de circunstancia a favor de presos y perseguidos políticos. Acción muy definida y sostenida a ultranzas, porque nunca fui enemigo de nadie sino leal adversario de ideas, que me llevó a sufrir, finalmente, también la malquerencia de algunos del gobierno del general Pérez Jiménez. Después de haber desempeñado la jefatura del Servicio de Capellanía de las FF.AA., fui relegado a simple capellán de tercera. Y esto por influencias del general Rómulo Fernández y Mons., Lizardi. 3.- Participé decididamente, lo que no me apena, con el general Fuentes y los coroneles Jesús María Castro León y Ferrer en la preparación y ejecución de los golpes del 1° y 23 de enero de 1938. Estimé en aquellos días desgarrados y laberínticos del 25 en adelante, que era indigno de la condición humana y reñido con el respeto de su dignidad de depender de una manera omnímoda de la voluntad y capricho de un hombre enceguecido por la soberbia de autócrata engañado. Como patriota siempre he anhelado para mi digna y gloriosa Nación un Gobierno justo e imparcial, término medio y virtuoso entre el carro triturador de la dictadura y la democracia criolla, mezcla de “patria boba y terror francés”. 4.- A pesar de mi convicción interior de que A.D. no tenía la más leve voluntad de modificar los principios que me habían llevado a luchar en su contra, decidí dedicarme por entero a mis obligaciones de Capellán Castrense y marginarme definitivamente de toda actividad política, con la firma creencia de que si esta fuese necesaria, otros la realizarían con conciencia, de manera más efectiva. Temía además que al hacerlo yo pudiera ser muy tachado de oposicionista de oficio, por prurito o por a manía. 5.- No lo logré, mi intento no satisface mi deseo. El partido en función de gobierno retractó sólo lo que le convenía y reedité los desafueros de otros tiempos. El mismo presidente Rómulo Betancourt, pocos días después de haber ocupado la primera magistratura me destituyó del puesto de Capellán, creando un fácil incentivo a los que esperaban ansiosamente esta coyuntura. Cuando exigí la exposición del motivo se me contestó llanamente que el Sr. Presidente había declarado tomar esta medida drástica por considerarme “desafecto a su persona”, así me lo trasmitieron el Sr. Minist. de la Defensa, su Secretario, el Jefe de las Fuerzas Terrestres y el Director del Servicio de Capellanía. 6.- En esa difícil situación sufrí de nuevo toda clase de vejámenes y difamaciones de la prensa oficialista y de los líderes, en reuniones privadas y mítines públicos. Se me despojó de la pensión que por ley me pertenecía ya que mi permanencia en las FF/AA., fue de más de diez (10) años. Se me desconoció el ahorro en la Caja de Previsión Social de las Fuerzas Armadas y el derecho de propiedad de una hacienda legalmente adquirida con la ayuda, no del gobierno, sino de mis parientes. 7.- No pretendo justificar posiciones por el simple hecho de sufrir menoscabos en mi persona y en mis exiguos bienes. Los enuncio como atenuantes o como argumentos fáciles de interpretar desde el punto de vista meramente humano. Se que estoy embarcado en una lucha titánica de ideas contra los cuales los egoístas utilizan la fuerza bruta y arbitraria. En este plano de desigualdad manifiesta tengo hasta un racional temor de defenderme, por la inutilidad que representa esa actitud después de observar personalmente la flagrante burla de las leyes y de la justicia. 8.- Así las cosas y los hechos hasta llegar al mes de febrero de 1961 en la descripción reporteril o periodística, desde el descubrimiento policial de un foco de conspiración cualquiera hasta los pormenores y detalles imaginarios de los actos terroristas que sacudieron la sensibilidad nacional, mi


132 nombre salí a relucir y mi persona sufría las consecuencias de extrema vigilancia, bajo arrestos en mi casa y en la Iglesia donde presto servicios. Como era natural nunca se me pudo probar nada, ya que las fuentes de información o recogían la especie de fanáticos interesados en perjudicarme o recurrían a los calumniadores de oficio en diarios y revistas. 9.- En el expediente amañado y viciado del juicio que se me sigue corre inserta la narración minuciosa y verídica de mi participación en los hechos que se investigan. Como expreso al final de ella nada tengo que añadir; lo que tendría que agregar es tan vergonzoso y de tanto descrédito para un gobierno que hace alarde y se ufana de ser legal y constitucional que estoy plenamente convencido no permitirán ni siquiera ser expuesto y menos ser escrito y asentado. Caracas, abril de 1961. Pbro. Simón Salvatierra 28.- Nota final del Padre Salvatierra de su puño y letra a su hermana, con fecha 11 de febrero de 1968. Valencia 11 de febrero de 1968 Te obsequio, querida, para que la aceptes con cariño y comprensión, esta extraña creatura que engendré tras la reja de un ergástulo. Están feilla y extravagante que mande uno, de eso que abundan, la estimara aborto monstruoso. La pobre nació en un lugar mucho más despreciable que un pesebre. Lo digo? un escusado! (W. C. sería demasiado decente y elegante para designar aquello). Se libró de la destrucción, no la un cesto de “mimbre embetunado”, sino en el seno de una mujer del pueblo, a quien el hombre zarandeó a su antojo. Se desarrolló en muy mala e indeseable compañía copiando la influencia del bajo fondo, donde retozarlas sabandijas. La oscura carrera culmina gloriosamente en tus manos, un destino que a la creatura exalta y a mi me lleva de una indecible satisfacción. Solo te exijo que no permitas la corrijan ni la retoquen; tiene el pobre mérito de haber sido escrita precipitadamente, sobre la marcha, al compás de los hechos que la hicieron pequeña historia y retrato fiel de una época y sus hombres, que la constituyen aberración. Ah! Puedes hacer de ella lo que te plazca o lo que a bien te venga, ya que su insignificancia e ínfimo valor no me permiten hablar de reservas y derechos. Aftmo. Pbro. Simón Salvatierra.


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