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Legumbres: aliadas estratégicas en la diversificación
by Aapresid
Argentina posee excelentes condiciones agroecológicas para la producción de legumbres invernales como garbanzos, arvejas y lentejas. Se trata de productos con alto perfil exportador y gran oportunidad para abastecer a los mercados más exigentes.
En los últimos 5 años el país incrementó anualmente la superficie sembrada con legumbres hasta llegar a alcanzar unas 300.000 hectáreas y más de 560.000 toneladas entre arveja, garbanzo y lenteja en el 2021 (Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca). Estos cultivos encontraron un nicho atractivo para la producción contribuyendo a la diversificación de las rotaciones granarias y a la sustentabilidad de los sistemas.
Además de los beneficios propios de las leguminosas como son la fijación biológica de nitrógeno, buena cobertura, porosidad a través de los sistemas radiculares y control de malezas, aportan nutricionalmente un alto contenido proteico y tienen un mercado interno reducido, por lo que resulta interesante buscar mejores precios en la exportación y amortiguar riesgos económicos.

Como consecuencia de las tres Niñas consecutivas que afectaron al país, el área cayó notoriamente en la campaña pasada 22/23. No obstante, con algunas recargas de agua en los perfiles y prácticas de manejo acertadas es posible revertir ese número y volver al ruedo en los mercados internacionales.
Perfiles recargados y fechas de siembra: una alianza estratégica
En general, estas legumbres tienen un requerimiento de agua algo menor que los cereales típicos de invierno como trigo y cebada. No obstante, la producción de garbanzo necesita recarga de agua en el perfil particularmente en zonas con balances hídricos más ajustados como son el centro-norte de Córdoba, San Luis, Santiago del Estero y Salta.
En Agenda Aapresid, Ariel Masgrau (socio) mencionó que lo ideal sería llegar a la siembra de garbanzo con un 80% de capacidad de campo (CC) pero a veces, en función del precio de mercado, se puede resignar un poco de potencial sin perder rentabilidad. En años secos, como éste, es posible plantear un cultivo en secano con un 60% de CC que representan unos 150 mm.
En el caso de la arveja, en suelos Argiudoles típicos del sur de Santa Fe y noreste de Buenos Aires, es posible largarse a sembrar con unos 100 mm de agua en el perfil superior. Gabriel Prieto (INTA) explicó que las siembras en esa región van desde principios de junio (variedades invernales) hasta julio (primaverales) y al ser un cultivo de ciclo corto, tiene su mayor consumo hídrico en septiembre donde se espera que haya nuevas recargas de lluvias. Esto significa que unos 250 mm pueden ser suficientes para la exploración radicular de la arveja en el primer metro de profundidad y así poder lograr una buena cosecha que libere el lote en noviembre.
Pero además es fundamental acompañar con lotes limpios, bien drenados, sin problemas de encharcamiento y una correcta elección de fechas de siembra (FS).
Respecto a este último punto, la correcta elección de fecha de siembra es clave para definir el momento del período crítico y para escapar al riesgo de heladas que es uno de los factores ambientales que más afecta a ambos cultivos.
En el caso del garbanzo, es importante ubicar al período reproductivo fuera de los meses de septiembre y octubre, que es la fecha probable de última helada en la región centro. Las heladas tempranas en vegetativo pueden ser sorteadas con arrancadores que estimulen emergencias rápidas cuando el suelo está más caliente. La arveja contempla las mismas consideraciones, pero no se debe retrasar demasiado ya que es sensible a altas temperaturas y por encima de los 25 °C se resiente la tasa de crecimiento.
Requerimientos nutricionales y fijación biológica de nitrógeno
Desde el punto de vista nutricional, el servicio que ofrecen estas legumbres es la capacidad de fijar nitrógeno del aire. Para ello es mandatorio el agregado de bacterias fijadoras (Rhizobium) por medio de inoculantes en semillas. La fertilización con fuentes nitrogenadas es mínima y aplicada a la siembra, ya que en el resto de las etapas del cultivo las necesidades quedan cubiertas gracias a la unión simbiótica con Rhizobium.

Aunque parezca que la práctica de inoculación encarece la producción, el nitrógeno proveniente de fijación biológica es suficiente para obtener rendimientos óptimos.
El fósforo (P) también es un macronutriente importante porque favorece el desarrollo radicular, del tallo, la floración y por consecuencia, la producción. Además, se sabe que aumenta el peso de los nódulos de Rhizobium por lo que ayuda a la fijación de nitrógeno de manera indirecta. Para determinar su necesidad, lo primero que hay que hacer es un análisis de suelo. Con valores por debajo de 14 a 16 ppm, la probabilidad de respuesta al fósforo en arveja es alta y se puede cubrir con unos 5 kilos de P por tonelada de grano producida, algo inferior al de soja que es 7 kilos. En garbanzo, 8 kg de P2O5 por cada 1000 kilos de grano está dentro del rango.
Problemas frecuentes de sanidad
Otro aspecto a tener en cuenta es la sanidad. Las principales enfermedades que afectan a estos cultivos son del tipo vasculares, para lo que no hay demasiado control químico y la resistencia genética no está desarrollada. Los complejos de hongos formados por Fusarium, Pythium y Rhizoctonia son los más problemáticos en años húmedos y muy difíciles de eliminar del suelo. Las enfermedades de fin de ciclo también suelen ser muy explosivas y generan daños irreversibles en las plantas.
Protección de cultivos: infalible para el éxito
Cuando se habla de inoculación, hay que trabajar bajo dos conceptos: uniformidad y almacenaje. El primero hace referencia a que toda la semilla esté cubierta por el inóculo y todas tengan la misma carga de bacterias. Mientras que el segundo tiene que ver con la protección de estos organismos vivos frente a factores ambientales, como radiación y temperatura, que puedan disminuir su efectividad para la fijación.
Dentro de los productos que ofrece la empresa UPL en el mercado, Daniel Germinara destacó los promotores de crecimiento a base de Bradyrhizobium leguminosarum como el Legumax, que promueve una nodulación más rápida. El producto además cuenta con un bioprotector, Biopower, que es un osmoprotector y antidesecante para proteger a estos organismos vivos de las condiciones ambientales.
Respecto de las plagas, el gusano bolillero está presente casi todos los años y el ataque de chinches en granos afecta la calidad de comercialización.
Conocer la historia del lote y evitar aquellos con ciclos repetidos de legumbres facilita el control no químico de estas adversidades. Los monitoreos, las detecciones tempranas y aplicaciones a tiempo reducen significativamente su incidencia.
La inquietud por biosoluciones es cada vez más frecuente y la paleta de inoculantes y productos a base de extractos vegetales de UPL abarca desde aplicaciones a la semilla que aceleran los procesos de germinación con uniformidad de emergencia y buen desarrollo radicular inicial; aplicaciones foliares para mejorar y estimular el desarrollo de la planta; hasta productos recuperadores de estrés biótico o abiótico. Estos últimos, como el Biotrón, contienen folcisteína que acelera la velocidad de recupero del cultivo y amortigua los impactos en rendimiento.
Canales de comercialización y fijación de precios
Europa, Estados Unidos y Canadá son los fijadores de precios y los mercados más exigentes en materia de calidad comercial para consumo humano. Para estos mercados de especialidades, la trazabilidad del producto, los residuos fitosanitarios en grano y los parámetros de calidad son determinantes del precio.
En garbanzo se paga mejor por calibre: cuanto más grande el grano, mejor precio. En arveja la pureza de la variedad juega un rol fundamental, mientras que la disminución del color verde en las variedades verdes puede terminar en una pérdida de calidad y valor de mercado. Argentina produce el 80% de su arveja de color verde y eso es es un punto a mejorar para lograr que las variedades amarillas tomen impulso con el correr de los años a través de políticas nacio- nales y una ley de semillas que estimulen a las empresas a traer nuevas semillas y abrir más posibilidades para el comercio mundial.
Como los volúmenes exportables son muy chicos, no existe el mercado de futuros para estos productos y el precio se negocia entre las partes. Por eso es importante acercarse a los exportadores que son jugadores ávidos para asociarse con productores y conseguir volúmenes. Asimismo, la figura del exportador contribuye muchas veces aportando la genética a través de convenios con criaderos de semillas y ofrece estos insumos al productor. Esto es muy importante en años como éste donde la disponibilidad de semilla será una limitante muy grande.