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#ENTREVISTAS El productor siempre siembra, a pesar de tantas cosas que no le gustan
by Aapresid
Por: Leonardo Stringaro - Periodista investigador de String agro
Raúl Crucianelli es presidente del directorio del Grupo Crucianelli S.A. y un referente del sector de la maquinaria agrícola en el país. Su pasión por los fierros es parte de su ADN y esto incluye al automovilismo, que lo sigue desde siempre.
Raúl Crucianelli
Presidente del directorio del Grupo Crucianelli S.A.


El empresario oriundo de la localidad santafesina de Armstrong, Raúl Crucianelli, es un pionero de la maquinaria agrícola del país, específicamente en el rubro sembradoras. Su pasión son los fierros y eso incluye al automovilismo que lo sigue desde toda su vida, al igual que las sembradoras que fabrica. En esta entrevista, el presidente del directorio del Grupo Crucianelli, comparte su recorrido dentro de la firma que fundó su padre así como los desafíos y logros de ser parte de una de las firmas del agro número uno del país.
Han pasado muchos años, ¿quién empezó con todo esto?
Hace más de 65 años, mi padre Nazareno Crucianelli fundó la empresa (entre 1965/66), mientras trabajaba en un taller metalúrgico. Cuando se independizó, comenzó con las reparaciones de máquinas agrícolas y a los pocos años ya había desarrollado el primer arado de rejas. Yo comencé a ver todo esto después de 1948, porque a los pocos años de mi nacimiento iba a jugar a la planta. Eso se extendió hasta los 10 años. A partir de ahí, empecé a hacer los mandados por el pueblo que me encargaba mi padre y me fui quedando.
¿Podríamos decir que prácticamente nació y vivió en la fábrica?
Tal vez. Desde los 15 años hasta los 65 estuve ahí todos los días y de forma constante. Los primeros años con mi padre, después un largo período solo y actualmente son mis hijos quienes siguen adelante. Con mis nietos formados en carreras industriales, estamos iniciando la 4ta generación de Crucianelli.
Todos estos cambios y desarrollos, ¿siempre se sucedieron en la misma ciudad?
Sí. Es bueno recordar que mi padre era italiano y llegó al país con mi abuelo. En ese entonces, él tenía 4 años de edad y su padre (mi abuelo) se instaló en el campo de los alrededores de Armstrong. Por una gran inundación que se registró en el año 1945, deciden mudarse al casco urbano de la ciudad, en una zona de quintas que -por ese entonces- tenía el pueblo.
De a poco, allí donde fue nuestra casa, mi padre inició sus actividades con un pequeño galpón, al que luego le sumó otro y así fue creciendo.
¿Quiere decir que en poco tiempo logró montar una industria?
En un tiempo moderado. Él se dio cuenta de que todo lo que hacía, poco a poco iba tomando forma y eso le dio la visión de continuar proyectando una serie de galpones alineados, con espacios auxiliares, áreas de descanso (patios) y demás.
Este lugar que está recordando, ¿no es donde actualmente está emplazada la firma?
No. Hubiese sido imposible seguir ahí ya que posteriormente se dio un fuerte crecimiento del ejido urbano de Armstrong. Todo cambió, ya nadie estaba cómodo y los movimientos que generaba la fábrica comenzaban a entorpecer la vida urbana de la ciudad. Fue entonces que en 1981 nos mudamos a la nueva planta que se ubica en el kilómetro 397 de la ruta Nacional Nº 9.
¿Fue una buena elección?
Arriesgada, en un principio. En ese lugar no había nada, aunque después se instaló la cooperativa eléctrica y se dio el desarrollo del parque industrial que nos terminó incluyendo.
Lo llevo a un tema netamente de su sector, ¿cómo ve el desarrollo de la maquinaria agrícola en Argentina?
En un tiempo existía un implemento que todo productor debía tener en su campo y que era el arado de rejas. Uno podía no tener una sembradora, pero sin el arado no eras chacarero. Después vino la época de la mecanización agrícola y la importancia de los tractores. Posteriormente se sumaron los arados de discos, los discos múltiples y ahí vinieron las sembradoras. Es decir, en aquellos años la agricultura era tradicional hasta que apareció la bendición de la Siembra Directa (SD) y en poco tiempo, el sistema colocó al país a la vanguardia por su adopción y desarrollo.
A diferencia del resto del mundo, donde el sistema ingresó por la urgencia de recuperar el suelo, acá avanzó por la necesidad de cuidarlo, prevenir su deterioro, conservar la humedad, generar mejores condiciones y acompañar los procesos de sustentabilidad del planeta. Pero también hubo una gran diferencia entre nosotros y el resto del mundo: la adopción de la SD en el país nos llevó a ser más eficientes.
En otras regiones agrícolas, cuando la actividad anda mal, los gobiernos la subsidian o subvencionan. En Argentina, no hay lugar para los productores ineficientes o incapaces. La SD fue una explosión que nos llevó por el camino de la eficiencia, la prolijidad y el desarrollo productivo, de la mano de la tecnología, el crecimiento y la innovación permanente.

Lo llevo a una pregunta global y de importancia, ¿qué le falta al país, a Argentina?
Yo veo gente muy sacrificada, y me lamento por ver que, cada vez más, se están separando las clases sociales. Falta una nivelación hacia arriba. Creo que es necesario entender bien qué es la ayuda social, sin perder de vista la cultura del trabajo. Yo estoy mucho más preocupado por las marcadas diferencias sociales, que por la cuestión económica.
En nuestra empresa se genera equilibrio para más de 400 personas, todo con trabajo genuino que se refleja en la alegría de los trabajadores. Es importante el buen clima laboral, eso da tranquilidad y bienestar.

Nosotros armamos una Fundación, que lleva el nombre de mi padre, Nazareno Crucianelli, cuyo objetivo es ordenar nuestra participación social en Armstrong. Contribuimos con la salud, el deporte y la seguridad de la región, y ahora también sumamos la educación.
¿Su gran pasión es la fábrica?
Es una entre muchas, sin dudas. Ahora, la primera pasión es la familia, luego el trabajo y en tercer lugar el automovilismo.
¿De qué forma se relaciona con este deporte?
Muchísimo, esta actividad está relacionada con las carreras de autos. La viví como acompañante de pilotos, desde boxes, junto a mi hijo y ahora también con mi nieto. Atesoro autos de colección y tengo algunos que admiro, cuido y los uso para salir a dar una vuelta. Los fierros son una pasión para mí, en ambos sentidos.
Usted dijo que ya no está en los asuntos diarios de la empresa, ¿a qué dedica el tiempo ocioso por estos años?
Bueno, con 74 años, he decidido caminar a gran ritmo 5 días a la semana. También participo en algunas maratones y doy vueltas en bicicleta. Soy bastante motoquero y me gusta andar en cuatriciclos por las montañas. Hago de todo.
Si tuviera que empezar de nuevo, ¿volvería a hacer lo mismo?
Sin ninguna duda. Elegiría Argentina, Armstrong y volvería a ser fabricante de sembradoras. Yo veo algo en común en las 3 generaciones que transitaron por la empresa: lo visionario de mi padre, la pasión hacia la actividad y el gusto por el trabajo diario para que todo salga bien.
