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Dehesa, Juana Inés
Y yo que pensé que al menos al salirme de la oficina me iba a poder liberar del celular. Estaba segura de que no podía haber ningún tipo de emergencia ni causa urgente para una persona cuyo trabajo consiste en revisar que su casa y sus hijos estén completos y en orden.
Contra todos mis pronósticos, ahora estoy más esclavizada que antes. Ahora pertenezco sin posibilidad de negarme al grupo de WhatsApp del salón de los gemelos. Y cada vez que me asomo me aterra que mis hijos vean mermado su desarrollo porque yo me niego a pasar diariamente los ojos por bendiciones, quejas en contra de Miss Tere e inquisiciones en torno al estado civil del maestro de música.
Y también estoy condenada a contestar cuando recibo llamadas como la de ayer…