EDITORIAL
El mes de las Letras y de la Cultura es el conjunto de actividades que integra y reúne la participación de la comunidad escolar marianense. Augusto Tamayo Vargas fue quien instauró abril como el Mes de la Letras en 1931 debido a que en ese espacio del año nacen y mueren grandes literatos que son recordados por sus excelsas genialidades en el marco del arte de la literatura. Constituye un reconocimiento total a quienes transmiten la belleza a través de la palabra en verso y prosa. Guillermo Cabrera Infante, dijo alguna vez que abril era un mes cruel y es conocido el refrán que reza «Abriles y yernos pocos hay buenos».
El 23 de abril es el Día del Idioma, en recuerdo del día en que murió Miguel de Cervantes Saavedra. También un 23 de abril fallecieron el Inca Garcilaso de la Vega y el dramaturgo inglés William Shakespeare. Por esas y otras razones, la UNESCO eligió esa fecha como el Día del Libro, del Derechos de Autor y del Bibliotecario. César Vallejo murió el 15 de abril de 1938 y José Carlos Mariátegui, político, esteta y una de las más altas cumbres del pensamiento político peruano murió el 16 de abril de 1930. En abril también nacieron Abraham Valdelomar y Carlos Oquendo de Amat y murieron Pedro Peralta Barnuevo y José María Eguren. En abril también nace Emile Zola, autor de la célebre serie las Tres Ciudades (Lourdes, Roma. Paris) y en ese mes fallece Daniel Defoe, autor de Robinson Crusoe; el poeta francés Charles Baudelaire, y Emilio Salgari, el italiano autor de las incomparables novelas de aventuras que alegraron nuestra infancia como Sandokan, el Tigre de la Malasia, el Corsario Negro y el Capitán SSTormenta. En la cultura se tiene en abril otros sucesos como la muerte de Pablo Picasso y Francis Bacon, pintor expresionista irlandés
En Tacna, la heroica tierra del Caplina, del Intiorko y del Arunta, fue Livio Gomez, quien cada mes de abril resaltaba los trabajos de estos grandes escritores peruanos. Aunque falleció en agosto del 2010, es recordado por el compendio de las más hermosas letras de abril, un escrito a su memoria, hecho por Fredy Gametta Uria.
Es por todos estos autores que en este mes, la comunidad marianense realiza una serie de actividades en “Homenaje al mes de las letras”.
ELOGIO DE LA LENGUA CASTELLANA
¡Oh, lengua de los cantares! ¡oh, lengua del Romancero! te habló Teresa la mística, te habla el hombre que yo quiero.
En ti he arrullado a mi hijo e hice mis cartas de novia. Y en ti canta el pueblo mío el amor, la fe, el hastío, el desengaño que agobia.
¡Lengua en que reza mi madre y en la que dije: ¡Te quiero! una noche americana millonaria de luceros.
La más rica, la más bella, la altanera, la bizarra, la que acompaña mejor las quejas de la guitarra.
¡La que amó el Manco glorioso y amó Mariano de Larra!
Lengua castellana mía, lengua de miel en el canto, de viento recio en la ofensa, de brisa suave en el llanto.
La de los gritos de guerra más osados y más grandes, ¡la que es cantar en España y vidalita en los Andes!
¡Lengua de toda mi raza, habla de plata y cristal, ardiente como una llama, viva cual un manantial!
–Juana de IbarbourouLengua Castellana
La lengua que arropara de vocablos mi cuna es la lengua brotada del solar de castilla. Del romancero a lope, sin dejadez ninguna, ofrécese en romance, soneto y redondilla.
Ni un átomo en mi forma corporal es reacio al toque rutilante, musical y perfecto de la lengua que en libro, cuartilla o cartapacio le da, por su pureza, vigores al concepto.
Levántase la lengua de clásicos sabores en los pergeñadores ciertos de la belleza. Los doctores del canto, los puristas mayores, me la sirven en cláusulas de altitud y justeza.
La lengua -voz de siglos-. A mi verbo se enlaza. No habrán de destruirla, porque es la mejor parte -lo substancial, lo eterno- del todo de mi raza. Y mi raza es, en todo, fe, dolor, amor, arte.
-Evaristo Ribera ChevremontDon libro está helado
Estaba el señor don Libro Sentadito en su sillón, con un ojo pasaba la hoja con el otro ve televisión.
Estaba el señor don Libro Aburrido en su sillón, Esperando a que viniera... (a leerle) Algún pequeño lector.
Don Libro era un tío sabio, que sabía de luna y de sol, que sabía de tierras y mares, de historias y aves, de peces de todo color.
Estaba el señor don Libro, tiritando de frío en su sillón, vino un niño, lo cogió en sus manos y el libro entró en calor.
Gloria Fuentes