90 Disonancias - Número 1

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15 Pero el hecho de verte obligado a transcribir ciertas cosas, el poder escucharlas tú mismo y poder corregirlas, es un aprendizaje directo que es necesario. La interpretación wagneriana me ha enseñado mucho, y aunque Wagner puede parecer muy lejano en el tiempo, su tratamiento de las armonías para mí sigue siendo revolucionario. El tomar decisiones como la reducción de una obra de tres horas y media a sólo una es algo muy complicado. Y también al revés, extender una obra de media hora a una hora, por ejemplo. No se trata de copiar y pegar , hay que tomar decisiones como compositor, buscar cómo seguir un discurso musical coherente… Se ha de aprender a tomar decisiones y a no saltarse las reglas que uno mismo se ha puesto. Enlazando con el estreno de su versión de Tannhäuser, ¿qué opina acerca de que se programe para esta temporada en el Teatro Cervantes sólo una obra compuesta en estos últimos 50 años? Creo que estamos en un momento muy complicado para la composición y para la música en general, donde el público demanda cada vez un repertorio más reducido. En Gran Canaria hemos hecho un esfuerzo muy importante de aumentar el repertorio, y aún así el público ha respondido con nosotros. En Sevilla también, hemos intentado ensanchar este repertorio, pero es realmente difícil el encontrar esa comunicación con el público, que les haga ser curiosos ante nuevas obras. Creo que no se debe de entender la comunicación de la orquesta con el público de una manera unidireccional. Se puede trabajar desde muchos otros aspectos, y considero

que la educación musical es muy importante, y las actividades pedagógicas que se pueden realizar desde una orquesta son muy productivas. El encontrarte con un dato así es difícil, y refleja que realmente tenemos que hacer un esfuerzo por interesar al oyente, que éste no se encuentre con una obra nueva y le provoque una sensación de rechazo, sino que se despierte en él una sensación de curiosidad. Esto no es una solución de un día para otro pues requiere mucho esfuerzo y mucha imaginación. Debemos hacer un esfuerzo en preguntarnos qué se puede hacer desde una orquesta y también desde lo que rodea a una orquesta. Es decir, ¿qué ámbitos de comunicación se pueden utilizar para acercarse a un público nuevo? He tenido muchas ideas respecto a este tema, y creo que la educación familiar, no sólo en las escuelas, es importante. Tenemos que conseguir que los padre vayan con sus hijos al cine, al igual que tenemos que conseguir que los padres asistan con sus hijos a un concierto, o que las familias vayan a los museos. Pero esto no se trata de conseguir que sean actividades pedagógicas, las cuales quedan archivadas como si fuese una tarea más, el trabajo creo que debe requerir de mucho más esfuerzo por parte de todos. El amor por la naturaleza, por ejemplo, no se inculca yendo a una granja y viendo a un caballo. Esto resulta igual de obvio en la música. Un hijo no puede acudir a un concierto a escuchar una sonata de Mozart que sus padres afirmen que ha escuchado música. Mozart es un apartado fundamental de la música, pero no es “la música”, sino algo muy pequeño. Creo que nos estamos haciendo cada vez más pequeños en nuestros intereses, cuando debería

ser justo todo lo contrario. Enlazando con esto último, ¿puede tener el compositor actual la culpa? Creo que no debemos hablar de culpas en este sentido, porque estaríamos atajando el problema por donde no debe ser. El compositor debe tener la libertad de escribir aquello que él siente. La libertad artística de componer aquello con lo que uno puede estrellarse o no, tiene que ser respetada siempre. Si hablamos de que los compositores son culpables por haber escrito aquello que ellos creen, creo que tomamos el problema desde una vertiente que no es correcta. Sí creo que los compositores deben acercarse de una manera más pedagógica a la relación que tienen con las orquestas o la relación que tienen con su propia música. A veces nos encontramos con que los lunes por la mañana hay una obra de un compositor en los atriles, cuyo estreno corre a cargo de la orquesta sin que haya habido una preparación previa por parte del compositor con el director, del compositor con la orquesta, sin asimilar la importancia del evento, ni tener en cuenta la relación que va a tener esa orquesta con el público cuando se interprete… Creo que hay todavía muchas formas de mejorar en este sentido, y tenemos que darnos cuenta de que cada vez que se interpreta un estreno, o una obra importante, no se le da la importancia que tiene, y el compositor debe sentirse responsable de algo muy importante. ¿Qué opina del reciente invento de la UMA, un ordenador que compone? ¿Consideraría música esto?

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