El Caballo Español- Juan Llamas

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De Laiglesia, con su opinión, redondea esta cita:

EL BRAZO

“Las espaldas llanas, anchas, libres y movibles indican agilidad y ligereza. Siendo gruesas, carnosas y redondas resulta ser el caballo cargado de espaldas y, por tanto, más aparente para el tiro y para arrastrar grandes masas que para servir de caballo de montar.”

El brazo es la región que tiene por base el hueso húmero, y está limitado superiormente por la espalda, y en la parte inferior por el antebrazo. Advertía Sampedro, en su Novisimo Cabero, que “los aficionados confunden esta parte con el antebrazo, llamando impropiamente, a este último, brazo”.

EL ENCUENTRO Llamamos encuentro a la unión de la escápula con el húmero. Antiguamente se llamó hombro. A nuestros antepasados, con su lenguaje concreto, cuando querían designar una espalda oblicua o inclinada, les bastaba hablar de un hombro alto. De ahí viene la palabra “hombríllo” para referirse a “levantes” en el pecho, como consecuencia de rozaduras del pecho-pretal o de los arreos en animales de tiro.
 espalda musculada y bien dirigida

las manos nacen más cerca de los pies que en otras razas

El juego de la escápula y el húmero: A la hora de ver un caballo español y detectar signos de posible mestizaje, creo de gran interés observar el ángulo que forma la escápula -base de la espaldacon el húmero -base del brazo-.

Asociación Extremeña de Criadores de Caballos de Pura Raza Española

Esa facilidad para avanzar se ha de ver tanto más mejorada cuanto mayor sea el ángulo que forman la escápula y el húmero. En el pura sangre inglés oscila alrededor de los 100 grados. En el árabe, que se crió también sólo para ir hacia adelante, la amplitud del

ExtremaduraPRE

A una espalda oblicua le corresponde un encuentro saliente y bien pronunciado. Es sabido que a los caballos de tiro pesado les corresponden unos encuentros muy carnosos, y a los de marchas rápidas, descarnados.
Al caballo español le corresponde, por sus características, un encuentro acusado y alto. De Laiglesia quería los encuentros “poco carnosos, pero sin ser faltos de sustancia”.

Esos dos huesos, la escápula y el húmero, están articulados de tal manera que, cuando el caballo avanza, el húmero va girando hacía adelante desde el encuentro, ampliando ese ángulo hasta llegar -sólo teóricamente- hasta los 180 grados, es decir, hasta colocarse el húmero en línea recta con la escápula. No puede pasar de ahí. Se comprende fácilmente que cuanto más verticales sean las escápulas, menos podrán avanzar los miembros anteriores, y que, por el contrario, cuanto más inclinadas sean, más posibilidades de ganar terreno tendrán los miembros anteriores.

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A. E. C. C. P. R. E.


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