El pasado 5 de agosto asistimos a unas de las tragedias mineras más estremecedoras en la historia contemporánea. 33 mineros quedaban atrapados a más de 700 metros de profundidad en la mina San José que, con el pasar de los días, sería profusamente cuestionadas por la prensa, el Gobierno y la opinión pública, debido a las mínimas condiciones de seguridad que otorgaba a sus trabajadores para una de las faenas de más riesgo potencial a nivel mundial y, paradójicamente, fuente de mayor ingreso económico en nuestro país: La extracción minera.