Inmediatamente después de la tragedia ocurrida en la madrugada del 27 de febrero ya no nos sorprendió la declaración de un afligido vocero de gobierno admitiendo el error que algunas instituciones cometieron y que habrían evitado cuantiosos daños materiales y la pérdida de miles de vidas. Tampoco nos sorprendieron las declaraciones de una reciente auto destituida Carmen Fernández directora de la ONEMI justificando lo injustificable.