Concierto Sinfónico 11

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viernes 23 marzo 2012, 20.30 horas

CONCIERTO SINFÓNICO 11 sábado 24 marzo 2012, 20 horas

SÁBADO SINFÓNICO 4 Auditorio Manuel de Falla

Carlos Mena contratenor ANDREA MARCON director

Con el patrocinio de

Este concierto se repetirá el día 11 de abril de 2012 dentro del VII Ciclo Sinfónico de Fundación Caja Madrid en el Auditorio Nacional de Madrid (19.30 horas). www.fundacioncajamadrid.es


I Joseph HAYDN

(1732–1809)

Sinfonía en Mi menor, Hob.I/44, “Trauersymphonie” (Sinfonía del dolor)

(22’)

Allegro con brio Menuetto – Allegretto Adagio Finale – Presto

Antonio VIVALDI (1678–1741) Stabat Mater, secuencia en Fa menor para contralto, cuerda y bajo continuo, RV 621 Stabat Mater – Largo Cuius animam – Adagissimo O quam tristis – Andante Quis est homo – Largo Quis non posset – Adagissimo Pro peccatis – Andante Eja Mater – Largo Fac ut ardeat – Lento Amen – Allegro

(20’)


II Wolfgang Amadé MOZART (1756–1791) Sinfonía núm. 35 en Re mayor, KV 385, “Haffner” Allegro con spirito Andante Menuetto Finale – Presto

Carlos Mena contratenor ANDREA MARCON director Con el patrocinio de

(18’)



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Sinfonías con voz propia

El auge de la sinfonía clásica permanece ligado a la consolidación y desarrollo de la orquesta. La aparición de nuevos y mejores instrumentos amplió, a veces de forma espectacular, las combinaciones sonoras, los matices y los efectos. En los precursores del modelo clásico, como el italiano Giovanni Battista Sammartini (1698–1755), y, más adelante, en la crucial aportación del checo Johann Wenzel Anton Stamitz (1717–1757), aparece ya una actitud verdaderamente sinfónica en la plasmación de ideas musicales que exigen orquestas cada vez mejores, plantillas más nutridas e instrumentistas de mayor virtuosismo, precisión y homogeneidad. No en vano Stamitz dirigió la mejor formación de su época, la Orquesta de Mannheim, para la que compuso más de setenta sinfonías, escuela instrumental que deslumbró a sus contemporáneos por la precisión, la uniformidad en el movimiento de los arcos y la riqueza dinámica.

La torre del Altes Rathaus (Ayuntamiento antiguo) de Salzburgo. Siegmund Haffner, para quien Mozart escribió su Sinfonía 35, fue burgomaestre de la ciudad.


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El programa que dirige Andrea Marcon muestra de forma rotunda el salto cualitativo desde el Barroco, la consolidación de una orquesta que ganaba identidad propia y mayor peso en la vida concertística. Y con ella se iba modificando el valor del término sinfonía usado en el Barroco para designar todo tipo de música que requería un número variable de instrumentos, en especial piezas que servían de introducción a oratorios, cantatas y óperas. El modelo del Clasicismo fijó la estructura de la forma sinfonía dividida en cuatro partes o movimientos en los que va ganando protagonismo el principio de contraste como valor expresivo y dramático. La nueva forma orquestal triunfó también en la Escuela de Viena. Uno de sus representantes, el organista y compositor austríaco Georg Matthias Monn (1717–1750), utilizó ya en 1740 el minueto —estilización de la danza cortesana homónina— como tercer movimiento de su Sinfonía en Re mayor, elemento que acabará siendo característico del Clasicismo. Así, con la adición del minueto, se configura el patrón sinfónico rápido–lento– moderado–rápido, asociado al Clasicismo. La Baja Austria fue cuna de compositores que ayudaron a consolidar el género sinfónico en la vida musical, antes y después de Wolfgang Amadeus Mozart (1756–1791) y Joseph Haydn (1732–1809). Y a la hora de analizar la evolución de la sinfonía, una de las experiencias más apasionantes es observar las influencias recíprocas entre Haydn y Mozart. Antes de que el genio salzburgués alcanzara fama como compositor, Haydn, que era 24 años mayor, había escrito ya muchas sinfonías. Su corpus sinfónico ejerció influencia como modelo en el aprendizaje del joven Mozart. Pero, a su vez, Mozart también influyó en Haydn en sus últimos años con sus últimas sinfonías. En su larga y fecunda ocupación al servicio del príncipe Paul Anton Esterházy, Haydn perfiló las caracteristicas de su lenguaje sinfónico. Su segundo periodo en Esterházy (1766–1774), marcado por la asunción de otras responsabilidades propias del cargo de Kapellmeister, se corresponde en el plano estilístico con un cambio singular: su música gana un acento más introspectivo, la expresividad cobra nuevos perfiles, el uso de tonalidades menores introduce tensión a la armonía, el contrapunto juega un papel cada


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vez más relevante, busca en definitiva más contrastes, hay más luces y sombras en su música. Para acotar este cambio estilístico, los estudiosos denominan a su segundo periodo en Esterházy Sturm und Drang (Tormenta y presión), reflejo del impulso del movimiento literario así llamado que abrió puentes hacia la futura expresión romántica. Un buen ejemplo de la rica expresividad de este periodo lo tenemos en la Sinfonía en Mi menor, Hob. I/44 Trauersymphonie (Sinfonía del dolor), que figura en el catálogo Breitkopf de 1772, aunque parece que fue escrita un año antes. El subtítulo responde, según una anécdota, tal vez apócrifa, al deseo expresado por Haydn de que el Adagio de esta sinfonía fuese interpretado en sus propios funerales. En todo caso, no se respetó la supuesta voluntad del compositor en los funerales celebrados en junio de 1809, aunque sí pudo escucharse en septiembre de ese mismo año en un concierto en su memoria celebrado en Berlín. La música adquiere un vigor dramático imponente, y Haydn logra cautivar la atención del oyente con un despliegue de recursos que aseguran la tensión y los contrastes del discurso sinfónico. Desde el potente unísono de cuatro compases que abre el Allegro con brio y la aparición de la primera idea cantable, Haydn configura un primer movimiento que parece trazado con un impulso único merced a la homogeneidad del material. De hecho, en la coda, el tema principal es enunciado en forma canónica. Haydn prepara así al oyente para lo que va a venir, un segundo movimiento Menuetto–Allegretto escrito estrictamente en canon que, a pesar del rigor, no rompe el clima de tensión, aunque cambie el carácter de la música, ahora menos violento, pero muy inquieto. El tiempo parece detenerse en el soberbio Adagio en Mi menor y, como explica Domingo del Campo en su libro dedicado a Haydn (Guías Scherzo–Península) “las cuerdas en sordina crean una sonoridad transfigurada premonitoria de la evocación del paraíso de la Introducción a la tercera parte del oratorio La Creación, en igual tonalidad de Mi mayor. El acompañamiento fluido y continuo de tresillos es un ejemplo paradójico de inmovilidad conseguida gracias a una actividad incesante”. La conclusión de la obra es un Presto de gran fuerza en el que la tensión constante de la sinfonía alcanza su punto culminante.


Fachada de la Iglesia de Santa Maria della Pace de Brescia, donde fue interpretado por primera vez el Stabat Mater de Vivaldi.


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Las casi cincuenta sinfonías de Mozart suponen un lógico salto evolutivo desde el estilo galante de las primeras obras hasta el más agitado espíritu de sus últimas sinfonías, lleno de contrastes y claroscuros que anuncian las futuras pasiones románticas. La sinfonía evolucionó en Mozart hasta convertirse en una obra de arte autónoma, dotada de grandeza, coherencia y subyugante fuerza expresiva, pero, volviendo a la comparación con su admirado Haydn, esa evolución dio sus pasos más geniales entre 1780 y 1788, es decir, en un lapso de sólo ocho años en los que compone sus siete últimas sinfonías. La Sinfonía núm. 35 en Re mayor Haffner KV 385 es la primera de sus sinfonías vienesas, aunque no fuera compuesta para Viena: su origen está en una petición del padre del compositor, Leopold Mozart, para festejar el ennoblecimiento del salzburgués Siegmund Haffner, en julio de 1782. Mozart ya había escrito seis años antes una serenata para festejar la boda de su hija, Elisabeth, bautizada como Serenata Haffner. Aunque su primera idea fue escribir otra serenata, optó finalmente por una concepción sinfónica. Mozart siempre se sintió, ante todo, como compositor de óperas y esa pasión por el canto, impregna toda su música. De hecho, el espíritu de El rapto en el serrallo, ópera que acababa de estrenar en ese fecundo y feliz 1782 —fue también el año de su matrimonio— parece colarse en la Sinfonía Haffner, donde el genio salzburgués mantiene el carácter de la serenata tradicional, pero renovada con nuevas energías. Es música de enorme plenitud y absoluta perfección, de carácter festivo, encomendada a una rica plantilla que incluye clarinetes, trompetas y timbales. Mozart indicó que el Finale–Presto que remite a una de las grandes arias de Osmin, la del eunuco que vigila el serrallo con mano de hierro, debía ser tocado “lo más rápido posible”. Entre las dos sinfonías, la música de Antonio Vivaldi proporciona un bellísimo contraste. Su Stabat Mater, secuencia en Fa menor para contralto, cuerda y bajo continuo RV 621, nos sitúa de lleno en el corazón de la producción sacra de un compositor célebre por sus óperas y sus piezas concertantes. Música siempre marcada por el juego de los contrastes, por el virtuosismo vocal —la pieza exige una técnica impecable y un sentido barroco de la ornamentación, ligada siempre a la


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expresividad— en un terreno, el de la música religiosa, que en la Italia del primer settecento unía a su función litúrgica un uso cultural más ligado al disfrute lírico. El consumo desenfrenado de música convertía en esos años el banco de iglesia en palco de ópera con pasmosa naturalidad, con un clero más satisfecho cuanto más generosas fueran las aportaciones económicas a sus conciertos. Vivaldi recibió muchos encargos de música religiosa y supo cumplirlos con talento e inspiración. El Stabat Mater, estrenado en la Iglesia de Santa Maria della Pace de Brescia el 18 de marzo de 1712, es en este sentido un admirable ejercicio de austeridad instrumental, con unos efectivos reducidos que, curiosamente, juegan a favor de una expresividad más reveladora, más austera en su escritura, pero profundamente conmovedora. El equilibrio entre espiritualidad profunda y teatralidad, el uso de fascinantes recursos vocales combinados con el refinamiento de una escritura para orquesta que, a pesar de su sobriedad, potencia la expresividad, explican el éxito inmediato de esta emotiva partitura. JAVIER PÉREZ SENZ


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ANTONIO VIVALDI Stabat Mater I. Stabat Mater dolorosa Stabat Mater dolorosa Iuxta crucem lacrimosa, Dum pendebat filius.

Estaba la Madre dolorosa junto a la Cruz, llorosa, de la que pendía su Hijo.

II. Cuius animam gementem Cuius animam gementem Contristantam et dolentem Pertransivit gladius.

Su alma gimiente, entristecida y doliente fue atravesada por la espada.

III. O quam tristis O quam tristis et afflicta Fuit illa benedicta Mater unigeniti Quae maerebat et dolebat. Et tremebat, cum videbat Nati poenas incliti.

¡Oh cuán triste y afligida estaba la bendita Madre del Unigénito! Languidecía y se dolía y temblaba al ver las penas de su Hijo divino.

IV. Quis est homo Quis est homo qui non fleret, Matrem Christi si videret In tanto supplicio?

¿Qué hombre no lloraría viendo a la Madre de Cristo en tal suplicio?

V. Quis non posset Quis non posset contristari, Piam matrem contemplari Dolentem cum filio?

¿Quién no se compadecería de la Madre que contemplaba a su Hijo sufriendo?

VI. Pro peccatis suae gentis Pro peccatis suae gentis Jesum vidit in tormentis Et flagellis subditum. Vidit suum dulcem natum Morientem desolatum Dum emisit spiritum.

Por los pecados de su gente vio a Jesús en el tormento y doblegado por los azotes. Vio a su dulce Hijo muriendo en la desolación al entregar su espíritu.

VII. Eja mater fons amoris Eja mater fons amoris, Me sentire vim doloris Fac ut tecum lugeam.

Oh, Madre, fuente de amor, hazme sentir tu dolor, haz que llore contigo.

VIII. Fac ut ardeat Fac ut ardeat cor meum In amando Christum Deum, Ut sibi complaceam.

Haz que mi corazón arda en el amor de Cristo Dios y en cumplir su voluntad.

IX. Amen Amen.

Amén.


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Carlos Mena Nacido en Vitoria–Gasteiz (1971), se forma en la Schola Cantorum Basiliensis de Basilea (Suiza) con los maestros Richard Levitt y René Jacobs. Su intensa actividad concertística le lleva a las salas más prestigiosas del mundo: Konzerthaus de Viena, Teatro Colón de Buenos Aires, Alice Tully Hall del MET de Nueva York, Kennedy Center de Whashintong, Suntory Hall y Opera City Hall en Tokyo, Osaka Symphony Hall, Sydney Opera House, Concert Hall de Melbourne... Ha interpretado la ópera Radamisto de Händel (Radamisto) en la Felsenreitschule de Salzburgo, Dortmund Konzerthaus, Musikverein de Viena y Concertgebouw de Ámsterdam, en producción del Festival de Salzburgo, dirigido por M. Haselböck y H. Grazer. Otras de sus interpretaciones a destacar son Orfeo de Monteverdi (Speranza) en la Festwoche de Innsbruck y en la Staatsoper de Berlín bajo la dirección de R. Jacobs/B. Kosky, Il Trionfo de Händel (Disinganno) en la Grosses Festspielhaus de Salzburgo y Europera 5 de J. Cage en el Festival de Flandes. En 2005 y 2006 canta Oberon en A Midsummer Night’s Dream de Britten en el Teatro Real de Madrid dirigido por I. Marin y de P. L. Pizzi, Ascanio de Ascanio in Alba de Mozart en el Barbican Center de Londres y Tamerlano de Bajazet de Vivaldi en Bilbao, ambas con Europa Galante dirigidas por F. Biondi. En 2007 estrenó Viaje a Simorgh de Sanchez–Verdú en el Teatro Real de Madrid y en 2008 Apollo en Death in Venice de Britten en el Teatro Liceo de Barcelona. Sus casi 25 recitales grabados para Mirare y Harmonia Mundi han logrado diversos premios como el Diapason d’Or 2002, CD Compact al mejor disco de Renacimiento en 2004, Internet Classical Award 2004, Editor’s Choice de Gramophon, 10 de Repertoire, Choc de Le Monde de la Musique o Excepcional de Scherzo. Ha estrenado varias obras de compositores contemporáneos como Libro del Frío y Libro de las Estancias de Sánchez–Verdú para los Festivales de León y Granada, y Tres sonetos de Michelangelo de Erkoreka. Carlos Mena está interesado en la pedagogía Waldorf y apoya específicamente el centro Geroa Eskola–Escuela Libre de Trokoniz. Entre sus próximos proyectos destacan sus recitales con la Orquesta Barroca de Sevilla, con Ricercar Consort en Aix en Provence, La Pasión según San Mateo en Musikverein de Viena, una gira de recitales con obras de Vivaldi en Chile y Uruguay, cantatas de Bach en Philarmonie de Berlín, clases de interpretación en el Teatro Real de Madrid, etc.


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Andrea Marcon Andrea Marcon nació en Treviso en 1963. Inicia sus estudios musicales con Vanni Ussardi diplomándose en órgano y clavicémbalo. En 1983 se traslada a Basiliea para continuar sus estudios, donde obtiene el diploma en Música Antigua. En 1985 gana el Concurso Internacional de Brujas, el Concurso de órgano “Paul Hofhaimer” en Innsbruck al año siguiente y en 1991 el Concurso de Clave de Bolonia. Desarrolla una intensa actividad concertística en los más prestigiosos festivales y auditorios europeos como director y como solita. Ha grabado tanto para la televisión como para la radio innumerables programas. Tiene en su haber numerosas grabaciones como director o como solista de órgano y clave, contando con numerosos premios: Premio Internazionale del Disco Vivaldi per la Musica Antica Italiana (Fundación Cini de Venecia), Diapason d’Or, cinco veces ha obtenido el Preis der Deutschen Schallplatten Kritik, l’ECHO Preis de la crítica alemana, premio EDISON de la crítica holandesa, el premio de la crítica española “Premios Líricos Teatro Campoamor” por la mejor dirección musical del temporada de ópera 2009/10 (Ariodante), entre otros. En 1997 fundó la Orchestra Barocca di Venecia con la que inició como director una intensa actividad concertística tanto en Europa como en Estados Unidos, Cánada y Japón, y junto a la que ha actuado en los Proms del Royal Albert Hall y en el Barbican de Londres, Konzerthaus Berlín, Concertgebouw Amsterdam, Theatre du Champs Eliseè y Theatre du Chatelet de París, Konzerthaus y Musikverein de Viena, Tonhalle en Zúrich, Opera City Hall y Kyoi Hall en Tokio, Izumi Hall en Osaka, Carnegie Hall y Alice Tully Hall–Lincoln Center de Nueva York, Kennedy Terrace Washington, etc., dirigendo los estrenos de óperas barrocas como L’Orione de Francesco Cavalli, Siroe de G. F. Händel, Tito Manlio y Atenaide de Vivaldi, L’Olimpiade de Domenico Cimarosa y de Baldassarre Galoppi, también las serenatas Il Trionfo della Poesia e della Musica, La morte di Adone de Benedetto Marcello y Il vespro di Natale de Claudio Monteverdi. En 1999 firmó junto a la Orchestra Barocca di Venecia un contrato en exclusiva para la discográfica Sony Classical. Desde 2004 graba con esta formación y con La Cetra Barockorcherter Basel para Deutsche Grammophon. Ha compartido importantes experiencias profesionales, conciertos y grabaciones con prestigiosos artistas como Giuliano Carmignola, Viktoria Mullova, Katia y Marielle Labèque, Anner Bylsma, Magdalena Kožená, Cecilia Bartoli, Andreas Scholl, Angelika Kirschlager, Patricia Petibon, Simone Kermes...


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En calidad de director invitado ha dirigido a algunas de las mejores formaciones del mundo: Orquesta Sinfónica de la Radio WDR de Colonia, HR de Francfurt, NDR de Hannover, RSN de Berlín, Kammer Akademie de Potsdam, Oriol Ensemble de Berlín, Orchesta Sinfónica de la Radio Holandesa, Orquesta Sinfónica de Lucerna, Orquesta de Cámara de Ginebra, Mahler Chamber Orchestra, Bremer Philarmoniker, Essen Philarmoniker, entre otras, y de las de los teatros de la Ópera de Francfurt, Los Ángeles, Basilea, etc. En octubre de 2012, invitado por Sir Simon Rattle, debutará con la Berliner Philarmoniker. Andrea Marcon también desarrolla una intensa y activa labor pedagógica tanto en seminarios como en cursos de perfeccionamiento por toda Europa: Academia Superior de Música de Tolosa, Helsinki, Hamburgo, Lubecck, Amsterdam, Malmö, Karlsruhe, Copenhagen, Royal College of Organists de Londres, Universidad de Göteborg y Birmingham. Ha formado parte de jurados en concursos internacionales celebrados en Norimberg, Tolosa, Alkmaar, Brujas, Tokio, Hamburgo (NDR) y Dublín. Actualmente es profesor en la Schola Cantorum Basiliensis y en el Mozarteum de Salzburgo.


ocg-once-doce Salvador Mas

Director titular y artístico

Concertino Friedemann Breuninger Violines primeros Peter Biely Julijana Pejcic Annika Berscheid Piotr Wegner Andreas Theinert Sei Morishima Atsuko Neriishi Isabel Mellado Violines segundos Marc Paquin Alexis Aguado Joachim Kopyto Wendy Waggoner Milos Radojicic Edmon Levon Israel de França Berj Papazian Violas Hanna Nisonen Krasimir Dechev Andrzej Skrobiszewsky Donald Lyons Mónica López Josias Caetano Violoncellos Arnaud Dupont J. Ignacio Perbech Ruth Engelbrecht Matthias Stern Marko L. de Vicuña

Contrabajos Frano Kakarigi Gunter Vogl Xavier Astor Stephan Buck

Gerencia José Luis Jiménez

Flautas Juan C. Chornet Bérengère Michot

Programación Pilar García

Oboes Eduardo Martínez José A. Masmano Clarinetes José L. Estellés Carlos Gil Fagotes Santiago Ríos Joaquín Osca Trompas Óscar Sala Carlos Casero Trompetas Esteban Batallán Manuel Moreno

Mª Ángeles Casasbuenas (secretaria de dirección)

Comunicación Pedro Consuegra Beatriz González Administración Maite Carrasco Mª Angustias Orantes Arantxa Moles Producción Juan C. Cantudo Jesús Hernández Michel Ayotte Juande Marfil Antonio Mateos Gabriel Pozo Educación María A. Jiménez

Timbal Jaume Esteve

La Orquesta Ciudad de Granada es miembro de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (AEOS) y miembro fundador de ROCE (Red de Organizadores de Conciertos Educativos)


PróximOs CONCIERTOs Auditorio Manuel de Falla

viernes 30 marzo 2012, 20.30 horas

CONCIERTO SINFÓNICO 12 sábado 31 marzo 2012, 20 horas

SÁBADO SINFÓNICO 5 Richard WAGNER Tannhäuser, obertura Franz LISZT À la Chapelle Sixtine (A la Capilla Sixtina), fantasía orquestal sobre el Miserere de Allegri y el Ave verum corpus de Mozart Nicolaj RIMSKIJ–KORSAKOV La Grand Pâque Russe (La gran Pascua rusa), obertura Igor STRAVINSKI L’Oiseau de feu (El pájaro de fuego) Joven Academia de la OCG

(Taller orquestal OCG – Real Academia de Bellas Artes de Granada)

KARL ANTON RICKENBACHER director Con el patrocinio de

domingo 1 abril 2012, 12 horas

CONCIERTO FAMILIAR 3 EL PÁJARO DE FUEGO Igor STRAVINSKI L’Oiseau de feu (El pájaro de fuego) Carmen Santonja, cuento

Joven Academia de la OCG

(Taller orquestal OCG – Real Academia de Bellas Artes de Granada)

KARL ANTON RICKENBACHER director



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