Cervantes, miguel, novelas ejemplares

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—He puesto en esta fruta un poderoso hechizo que hará que ese joven se enamore perdidamente de ti. Muy contenta, la dama hizo que unos amigos llevaran a Tomás a su casa. En cuanto los dejaron a solas, le dio a probar el membrillo. Ningún hechizo puede hacer que una persona ame a otra a la fuerza. Sin embargo, existen hierbas y plantas venenosas que pueden debilitar la voluntad de quien las prueba, aunque en dosis mayores se convierten en un veneno mortal. Eso fue lo que la hechicera puso en el membrillo, y además en gran cantidad. En cuanto Tomás mordió la fruta, los brazos y las piernas le empezaron a temblar. El joven perdió el conocimiento y se desplomó en el suelo. Cuando horas después volvió en sí, parecía medio atontado. Tartamudeando, les dijo a sus amigos que la dama había intentado envenenarle. Enviaron a la justicia en su busca, pero la mujer se había dado prisa en quitarse de en medio y nunca se la volvió a ver. Tomás estuvo seis meses en la cama, tan enfermo que acabó quedándose en los huesos. El pobre parecía no estar en sus cabales. Al final los médicos lograron curar la enfermedad de su cuerpo. En cuanto a la cabeza, estaba claro que Tomás la había perdido. La locura de Tomás Rodaja era la más extraña que hasta entonces se había visto. Le dio por creer que estaba hecho de vidrio. Si sus amigos intentaban acercarse a él, empezaba a gritar y a suplicar que no


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