Literatur lehiaketa xxii

Page 1

XXII. Literatur Lehiaketa


ZARAOBE LITERATUR LEHAKETA XXII. EDIZIOA PARTEHARTZAILEAK DBH 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16.

Amaia Berganza Igor Lombraña Mikel Molinuevo Andoni Ortiz de Zárate Eneko Garzón Iñaki Iturrate Lander San Miguel Daioa Alday Andoni Vázquez Asier Fandiño Bea Rodriguez Iker Menoyo Sandra Castaño Ane Campo Sarai Ferreiro Iker Menoyo

BACHILLERATO 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10.

Miriam Ojembarrena Asier Sánchez Irati Rojano Janire Fandiño Haizea Ganzedo Jone Berganza Ixone Nuñez Unai Velarde Mikel Gómez Ander Sáenz de la Fuente


LAN SARIDUNAK Modalidad: castellano 1ER CICLO: -​POESÍA​: ASIER FANDIÑO ​Policromías negras/ ​ACCÉSIT: Beatriz Rodriguez ​Apóyame -​PROSA​: SAIOA ALDAY ​El crimen​/ ACCÉSIT: Andoni Vázquez ​Zara

2º CICLO: -POESÍA​: SARAI FERREIRA ​Cobarde -​PROSA​: SANDRA CASTAÑO ​L a decisión de Indiana​/ ACCÉSIT: Ane Campo ​Mi sueño

BACHILLERATO: -POESÍA​: ​EX AEQUO​: UNAI VELARDE ​Rue de L´Alouette/ ​MIKEL GÓMEZ ​Mi vida sobre ruedas -​PROSA​: HAIZEA GANZEDO ​Bachiller/​ ACCÉSIT: Irati Rojano ​Tierra, trágame

Modalidad: euskera 2. ZIKLOA: -1go. SARIA– POESIA: ​Iker Menoyo ​Ilargia ​/Ane Campo G ​ erra BATXILERGOA: -1go. SARIA– PROSA: ​Irati Rojano ​Peter Panen agurra -1go. SARIA– POESIA: ​Ander Sáenz de la Fuente ​Bihotzen ilunpea


1.GO zikloa


1ER PREMIO- CASTELLANO- POESÍA: ASIER ​FANDIÑO Policromías​ negras Oscuro es el color del negro tono No tiene el negro luz, Ni calor. Puro Negro es, negro y solo. La luz clara y blanca es, Blanco de alma pura Alma de color etéreo, Sombras sin figura. Ocultándose a la vista, Ojos que buscan sin sentido. Ojos sin poder de luz, imagen, color. Visiones de policromía En tecnicolor teñidas son. Blanco al blanco. Negro al negro. De color primario la Migraña Heridas de tic-tac callado. De claroscuros contrastes las retinas. la vida es color y dolor. Dolor decolorado al blanco Ciego es el negro. Mas bello que el ciego no hay.


1ER PREMIO- CASTELLANO PROSA: SAIOA ALDAY El crimen El suelo embaldosado aparecía mojado porque lo acababan de fregar y las salas de autopsias estaban cerradas ya que era muy tarde para trabajar a esas altas horas de la noche. Yo estaba guardando la caja del caso Jeisonen la sala de pruebas, que meses atrás solo parecía un accidente, ya que lo único que se encontró fue el cuerpo calcinado de una mujer. Supimos, gracias a los bomberos, que el fuego había sido provocado y que no fue un accidente.

5 MESES ANTES… -Haber ¿Qué tenemos? -pregunte a mi compañero. -Parece ser un accidente doméstico inspectora Rosefire-me dijo Scott. -lo dudo mucho inspector Taylor. -se apresuró a decir el capitán de bomberos, que se acercaba a nosotros rápidamente. -Hola capitánSantos, inspectoraRosefireél es el capitán de bomberosBratt Santos. -Un gusto en conocerle capitán. -El gusto es mío Katrina Rosefire. - ¿Cómo sabe mi nombre? -pregunte asustada. -Lo pone en la placa. -dijo con una leve sonrisa. -Ahhh… ya. -conteste estúpidamente al comprobar que llevaba mi nombre impreso en ella. -Bueno…, ¿A qué se refiere con lo de que no es un accidente capitán? -dijo el inspector Santos, que a su vez parecía estar un poco celoso. -Es muy sencillo, - dijo con un tono burlón mirando a Scott- se han encontrado unas garrafas de gasolina y un mechero, - señalando los objetos inflamables-por suerte el fuego no se propago por gran parte de la casa.


- ¡Tienes razón!¡Que inteligente eres! -Dije para confirmar mis sospechas. -Sí, sí muy inteligente… -dijo aún más celoso. -“Nota mental: sospechas confirmadas”-pensé. De pronto unos gritos nos sobresaltaron, procedían de la calle, unos agentes pretendían detener a una señora, parecía nerviosa, ¿Por qué?...

Agentes: - ¡Señora no puede pasar! - agarrando a la señora- ¡Es la escena de un crimen! Señora: - ¡No por favor dejarme! -gritando- ¡Quiero ver a mi hija! -¡¿Qué sucede aquí?!- les pregunte mientras abrazaba a la señora, que lloraba desconsolada entre mis brazos. -Dice que es la madre de la víctima.-dijeron los dos agentes, exhaustos por el esfuerzo. -Mi más sentido pésame señora,-le dije, sintiendo su dolor- creemos que elaccidente ha sido provocado, ¿Usted sabe quién querríaver muerta a su hija? – le pregunte. -De eso quería hablarles, creo que se quiénpudo haber echo esto. -dijo todavía sollozando. - ¿Y quién podría ser señora? - pregunto el inspector Taylor, todavía tenía ese aire de furia en el rostro. -Su exnovio, Charlie Brooks.

​Según nos íbamos alegando hacia el chalet, note que Scott estaba un poco enojado

(seguramente por el tono burlón de Bratt), él solía llamarme por un mote que me puso, aunque eran las tres primeras letras de mi nombre. Cuando llegó la ambulancia para llevarse el cadáver de FátimaJeison a la sala de autopsias, Scott y yo buscamos la causa por la que tuvieron que matarla. Inspeccionamos la casa, con las llamas ya extinguidas, que gracias a diosno se extendieron por toda la casa, y Bratt y yo pudimosentrar a este lujoso chalet. -Kat, ven a ver esto…- dijo Scott, con un tono serio. -¿Qué has encontrado?- pregunte intrigada por el descubrimiento de mi compañero,


que a su vez se encontraba mirando el largo y ancho pasillo. -Me parece quela víctima conocía al individuo, no hay señales de que la entrada fuera forcada. -dijo fríamente. -Tienes razón. -exclame mientras seguía buscando cualquier cosa en las paredes-Encima ahí una alarma de seguridad… parece que la desconectaron, ¿Un robo que no salió bien? -No, no lo creo, -dijo mientras se alejaba- no encajaría lo de echar gasolina por la casa y no llevarse nada, encima que ahí cosas de gran valor por aquí. -Solo era una suposición, -le dije mirándole a los ojos- y, además, ¿Cómo sabe que no se llevó nada? Scott me miro e hizo una señal con los dedos para que le siguiera. Guiada por mi compañerollegamos hasta un salón, donde había toda clase de objetos volcados en el suelo, y tal como me dijo él, había cosas de gran valor en paredes, mesas,… incluso divisé una cajita de pendientes con un nombre… -OyeScott, ¿Te suena la joyería Blue Diamond? -pregunte, pero,por la expresión de Scott sabíaque no tenía ni idea. -No, no me suena ¿Por qué? -respondió, extrañado ante la pregunta. -Solo es porque aquí hay una cajita de pendientes con ese seudónimo-le dije, mientras observaba el interior, era de tercio pelo granate y los pendientes eran diamantes puros rodeados por oro blanco de primera ley, muy bonitos, pero seguían ahí, deseosos de que alguien se los pusiera, por última vez.

Después de unas horas registrando el salón, Scott subió las escaleras hasta el segundo piso, según se puso las gafas para detectar ADN lo que encontró le dejó en el rostro una cara que nunca había visto en él, sorpresa.


ACCÉSIT: Andoni Vázquez Zara Me llamo Javier, tengo veinte seis años, pero eso no importa. Os voy a contar lo que me pasó. No pasó hace mucho. Fue este año. Hace poco, iba tranquilamente con mis amigos por Yarpiniega, y vimos un grupo de gente de nuestra edad. Ese era un pueblo pequeño. Si venía alguien nuevo nos dábamos cuenta. Tenían la misma edad que yo y que mis amigos, así que decidimos hablar con ellos. Al principio no les causamos muy buena impresión. La razón fue la gran cantidad de tonterías que hacíamos. Después, nos fuimos llevando mejor, pero me surgió una duda: ¿Por qué la chica de pelo negro no habla? Rápidamente le pregunté a otra chica, Ixone, por ella. A Ixone, en el momento en el que le pregunté, empezó a llorar levemente y me llevó a un lugar apartado. Parecía que no quería que nadie nos viera: -Bueno… ¿Y qué pasa con…? -le pregunté-. -Se llama Sara… y de pequeña sufrió un accidente. Puede hablar, pero no lo hace; ni en la escuela, ni con nosotras… -¿Y a sus padres? -la interrumpí-. -No… porque murieron en el accidente –dijo intentando no llorar-. -¿Hace cuánto no habla? –pregunté, no muy convencido. -No lo sé muy bien. No salgo con ella desde siempre. De pequeña, hace veinte años más o menos, hablaba. Yo me fui a vivir unos años a Inglaterra, por la familia. Cuando llegué ya no me hablaba, ni a mí, ni a nadie. –explicó secándose la cara. No me lo creía del todo, pero no era la historia más rara que había oído. Sería ​ una broma de mal gusto, de una persona con mucha imaginación. Antes de que esa chica hablase con nadie, le pregunté lo mismo a Mikel, el chico mayor. Me contó la misma historia, con un aire más frío en su mirada marrón. Parecía que no le importaba tanto como a la otra chica. No sería tan buen amigo de Sara como Ixone. -Gotiiii, ¿vienes a jugar a futbol?- dijo mi amigo Xabi-. Me llamaban goti, de gótico, porque yo iba siempre de negro. No me molestaba, ser gótico no es nada malo. -No, estoy ocupado. Luego juego. –dije-. -Luego vamos a ir al “Campo”, a “comer chocolate”. –dijo guiñándome el ojo-. -¡Eso te va a matar chaval, masca chicle! –le dije, en tono de broma. -Muy gracioso, Ander y Beñat se van a quedar aquí, Jon, Betas y yo nos vamos. -¿El “chocolate”? ¿De qué habláis? -me preguntó Ixone, que estaba al lado mío.


-Le llamamos chocolate a la marihuana. Algún día van a acabar mal. -le dije-. -Algunas personas se ven atraídas a lo que las matará. Como las polillas hacia la luz. –me dijo-. Xabier tenía cuatro años más que yo, igual que Betas y Jon. No sé por qué le llamaban Betas, no conocía su verdadero nombre, como casi todos. Me había despistado tanto que se me había olvidado lo que hacía. Tan rápido como podía me puse a buscar por el móvil. Ixone me ayudó, no sabía si era una broma, pero me gustaba hacerme el detective. La chica, me dijo que Sara no le había dicho nunca a nadie nada del accidente. Beñat y Ander vinieron y nos preguntaron que qué hacíamos. El balón con el que jugaban todos se lo había llevado Xabi al “campo”, el descampado del barrio de al lado. Todos habían dejado el futbol para venir con nosotros, por lo que no pude investigar más esa tarde. Pasamos el día jugando y riendo, bueno, menos yo, llegué a ausentarme tanto de todo que se empezaron a preocupar por mí: -Javi, estas raro, más de lo normal. -dijo Nekane, mi mejor amiga-. ¿Te pasa algo? -No, solo tengo sueño, y muchas cosas en las que pensar –dije, fingiendo una sonrisa-. -No te haga el interesante, Javi, ¿En qué piensas? –dijo Ander, guiñándome un ojo-. Intenté alegrar la situación con una broma, me levanté, y no se me ocurrió nada más que decir a parte de “¿Por qué los pobres pingüinos no vuelan si son aves?”. Me dieron ganas de darme un puñetazo, con lo ingenioso que era yo siempre. Pero bueno, después de reírnos un poco jugué con energía a todo para que no sospechasen. Llegaron las diez de la noche, yo había quedado a las diez menos cuarto para ir a casa con mis padres. Miré mi móvil, no tenía batería, era un móvil viejo y escacharrado. Corrí cuesta arriba hasta el sitio donde había quedado con mis padres. Mientras subía grité “Adiós” a mis amigos. No me sentía orgulloso de vivir con mis padres con esa edad, pero es lo que hay. Mi piso estaba invadido por ratas. Normalmente yo iba en mi coche. Pero estaba en el taller. Por un día que quedé con ellos y llegué tarde. Me encontré con mis padres, y en el viaje hasta casa me cayó la típica bronca hacia un niño pequeño: -No se te puede acabar tan rápido la batería, es imposible. –dijo mi madre-. -Cómprame un nuevo móvil si no quieres que me pase, el mío es una birria. -dije-. -No hay dinero, confórmate. No tenemos árboles que fabrican dinero. -dijo mi padre-. -El otro día compraste una licuadora, y ya teníamos una. Por no hablar de tu móvil de doscientos euros. Mi móvil es de sesenta euros, y comprado hace cuatro años. -dije-. Bueno, después de siete minutos discutiendo llegamos a casa. Yo vivía lejos de mis amigos. A parte de la civilización. La verdad es que era solo un pueblo apartado.


Aun así, esa noche no teníamos luz. No podía cargar el móvil ni hacer nada interesante. No teníamos electricidad en ninguna casa del pueblo porque mis padres en vez de llamar pensaron: “Ya habrá llamado alguien”. Esa noche no pude ni dormir, ni usar el móvil para buscar información, ni si quiera ver la televisión. Al día siguiente sí que había electricidad, habría llamado por la noche alguien del pueblo. Me levanté temprano, sobre las siete. Me senté ante el ordenador y abrí una pestaña de juegos en línea. En otra pestaña me puse a buscar datos sobre el accidente. Es un truco que utilizaba mucho para tener un “Plan B” por si alguien entraba a mi cuarto. No sabía muy bien que es lo que buscaba. Si encontraba la noticia pondría más o menos lo que ya sabía. Tras no mucho tiempo buscando, encontré una noticia muy parecida, de hace diecinueve años. Era la noticia de un accidente. Del margen de tiempo que me había dicho Ixone. Básicamente esto es lo que ponía en la dicha noticia:

​Periódico ​digital​ EU 9 de mayo de 1989 ACCIDENTE EN SUTANDO Hoy un accidente ha aterrorizado a todo Sutando. Una familia aquí muy conocida ha muerto en un accidente, chocando contra un tráiler. Roberto Leyó y Anna Misa, los padres de Sara Leyó Misa han muerto. La niña, de 7 años, está ingresada en el hospital de “Bruces”. Sara no habla, los psicólogos que la han observado declaran que es por el trauma sufrido. Me sentía un verdadero detective, investigando y consiguiendo datos. La alegría se fue como chupito de agua en el desierto. Estaba bien, pero duró poco. Ya no podía reunir más información. Seguramente no vería de nuevo a aquellos niños. Ahora, además tenía sueño. Estuve por zanjar aquel asunto allí. Casi cierro esa pestaña y vuelvo a la cama. Pero… había algo más en la página web, un link a un historial enorme de Sara. Lo que yo pensaba que era el final, sería el principio de todo. Al parecer, Sara no había visto a uno ni a dos psicólogos, había visto a más de cincuenta. A ninguno le había dicho ni una palabra, y la familia seguía pagando a más “come cocos”. Yo sabía lo que era ir a psicólogos, me habían llevado a cinco, para saber por qué me gustaba tanto el negro. Pero no a cincuenta. Paradójicamente, la chica se volvería loca de ver tantos psicólogos. O demasiado lista. Me estaba haciendo mi propia película, pero Sara, como ponía en el historial, era muy fría incluso antes de lo del accidente. Me metí en páginas de psicólogos. Vi historiales de otros niños. Unos mucho más sensibles que Sara. Pero todos lo superaban al final. La chica había visto muy buenos psicólogos. Esto ya era muy sospechoso. Busqué datos de la persona que chocó contra el coche de Sara. Se llamaba David San Miguel, de 43 años, sin mujer y sin hijos, un verdadero perdedor de la vida.


-¿Javier, quieres café? –dijo mi madre -¿Qué? –dije aturdido, había pasado mucho tiempo y mis padres ya se habían levantado-. Si, ponme un poco. -Te has levantado muy pronto. ¿Pensabas que era lunes? -No, simplemente quería madrugar. Cerré las pestañas del ordenador, lo apagué, e intenté asimilar todo lo que había descubierto. No había más datos de Sara, pero necesitaba más. Entonces recordé algo. Mientras me tomaba el café, mensajeé a Imanol, el pequeño del grupo. Imanol consiguió el número de teléfono de una de ellas. Los dos habían ido juntos, por eso no he hablado de él. Si llamaba a esa chica me daría el número de Ixone. Ixone me había acabado cayendo bien. No había tiempo que perder, llamé a Imanol: -Imanol, dame el número de teléfono que conseguiste ayer.

-dije.

-¿Ni hola ni nada? Estás tenso. ¿Quieres un abrazo? -Tío, solo quiero ese número. -Vale, tranquilo, apunta… 6, 9, 3, 4, 7, 7, 2, 5, 8. ¿Lo tienes? -Si Imanol, muchas gracias. -No se te ocurra ligar con ella, la quiero yo. ¿Pillas? -Sí, tranquilízate tú ahora… Y colgué. Estaba tejiendo una red, pero todavía faltaba mucha tela. Conseguir el número de Ixone no fue muy difícil. Un simple mensaje fingiendo ser Imanol. Después, hablé con Ixone, conseguí más datos sobre Sara y los memoricé. Yo tenía muy buena memoria. Lo que me dijo fue que Sara hacía dibujos “extremadamente raros” en la clase de arte a la que iban ellas dos. Le dije que me detallase que tipo de dibujos hacía. Pero hizo algo mejor, me envió las fotos. Ella, al ver qué cosas dibujaba, las fotografió. Antes de verlas, me tuve que ir a comer. Después de comer, eché una ojeada a esos dibujos. Eran aterradoras. No me extrañaría nada que lo hubiese dibujado un loco de manicomio. Siempre salía el mismo hombre, muriendo o sufriendo. En todos los dibujos había una fecha y una letra en grande. No era siempre la misma letra. Por lo que había leído, Sara era muy lista, enormemente. Tenía que haber algún significado, una pista. Las letras eran; E, R, U, E, M. ¿Tal vez otro idioma? Busqué y no encontré nada. ¿Y si las ordenaba por fechas? Entonces las letras formaban “MUERE”. Sara no podía matar a David, que era claramente el del dibujo. Ella vivía mucho más lejos. Por otro lado, tenía edad suficiente para soltar todo el odio acumulado. Tal vez solo fueran fantasías de una persona con sed de venganza. Ya me estaba pasando. No solo investigarla, sino acusarla de asesina y psicópata. Intenté relajarme. Me olvidé de eso durante un rato, pero era imposible. Cuando algo me entraba en la cabeza, era una pérdida de tiempo ignorarlo. Sí, quería seguir. A mí, a esa edad no me paraba nada. Yo estaba tan loco como posiblemente Sara.


No dudé un momento mi siguiente movimiento. Eso era una partida con demasiadas estrategias. No podía dar un paso en falso. Primero, investigué el comportamiento de los psicópatas. Sara no podía ser una loca, esas personas son más drásticas. Un psicópata actúa despacio, con los hilos colgando de su mano, controlando. La primera duda fue la más clara; ¿Por qué las pistas tan claras de los dibujos? Si quería un contrincante a su altura no habría dejado pistas que puede adivinar cualquiera. Tal vez todo era un juego para ella. Tiempo, es justo lo que a un psicópata no le importa nada. Empecé a reunir información. David vivía en Murcia. Sara debería de vivir con su familia más cercana, sin embargo, la habían acogido los padres de Mikel. Raro. Mikel no pareció alterarse el otro día, cuando hablamos de Sara. Investigué durante toda la noche. Esa noche no cené más que un yogurt, delante del portátil. Es raro como puedes llegar a creerte una suposición tuya. Tras mucho tiempo investigando, y muchas llamadas con personas recordándome la hora, pues era muy tarde, descubrí mucho. La información que descubrí me impactó. Lo que era una suposición, fue casi una afirmación después de ver aquellos datos. Mikel, sus padres y Sara veraneaban en Murcia. David, al parecer, era un conductor nada hábil. Ese hombre, el día que mató a los padres de Sara, iba muy borracho. Estando borracho, se estampó contra la casa de Mikel, dejándoles viviendo en la calle durante un tiempo. En dos años, David estaría en Murcia, justo cuando irán Sara y Mikel. Me lo jugaba todo a una carta. Mi plan maestro está a punto de empezar. Lo primero era conseguir ir a esa fecha a Murcia. No fue muy difícil, había un hotel pequeño y barato al lado de la casa de David. Evitar el plan de Sara y Mikel era lo más difícil. No tenían acceso a armas de fuego, por lo que debían encontrarse cara a cara con David. No iban a deshacerse de él directamente, no es lo común. Primero ellos harían que pidiese perdón, y suplicase, tal vez en un sitio apartado. No sé muy bien por qué, pero yo entendía bastante bien la mente de los locos. Lo que me ayudó bastante en esa situación. Los dos años no pasaron exactamente lentos, pero, cuando parecía que todo estaba preparado, descubría otra cosa por hacer. Ya estaba en Murcia. Sara solo se quedaba una semana. En mi estancia, pude observar desde mi ventana, cómo David, hacía todos los días lo mismo; se levantaba, miraba el ordenador, se decepcionaba, comía, miraba el ordenador, se decepcionaba, y dormía sin cenar. Un día no se decepcionó al mirar el ordenador, y rompiendo la rutina, se arregló, y salió de casa. Estaba claro. Con su edad y sin novia estaba desesperado por conocer mujeres. Estaría inscrito a todas las webs de citas. Así es como intentarían


pillarle. Le seguí hasta un barrio apartado. Allí estaban solo él, Sara y Mikel. Lo que pasó después no lo tengo muy claro. Tenían un cuchillo. Me puse entre ellos y David. Me acuchillaron sin querer y los dos huyeron. David me llevó al hospital. Al de unos cuantos días atraparon a Sara y a Mikel. No era el final que yo esperaba, yo quería un final heroico sin igual. David me compensó con bastante dinero. Luego decidí hacerme detective, pero ningún caso fue tan emocionante. Si hay algún motivo para escribir esto, no lo sé. Tal vez nostalgia. Pero desde esa historia, le hago caso siempre a mi instinto. Como se suele decir, lo demás es historia.

​FIN



2.GO zikloa


1er PREMIO POESÍA: SARAI FERREIRA Cobarde

Cobarde. Cobarde es él que no tiene valor, Él que no lucha por lo que quiere, Él que se rinde sin haberlo intentado. Tienes miedo. Tienes miedo de ser feliz, Porque cuando lo eres siempre pasa algo malo. Y culpas al destino. Lo culpas de no tener valor. Y yo te culpo a ti. Te culpo por despertar mi amor Sin tener intención de amarme. Lo intenté. Intente luchar por ti, Pero tú no luchaste conmigo. No sirvió de nada, Porque no pusiste de tu parte.


Te excusaste, Dijiste que no querías sufrir. Cobarde. Fuiste por lo sencillo, Lo cómodo. Admitiste tu derrota Y me dejaste ir. Me dejaste con las ganas de amar, Con los sentimientos devorándome por dentro. Te llevaste cada pedazo de mi corazón Y los arrojaste al suelo. Te veo. Te veo y a la vez no veo nada. Veo como congelas tu corazón, Por no salir lastimado. Percibo como me alejas. Y me duele. Pero más me duele ver como sufres, Como dejas de tener sueños. Y es que si dejas de soñar, Dejas de vivir.


1ER PREMIO- CASTELLANO PROSA: SANDRA CASTAÑO La decisión de Indiana -¿Marco? No es posible que el hombre que tengo delante sea quien es, por mucho que esos ojos azules me resulten familiares. -¿India?-su voz tiembla, pero es grave como en mis recuerdos lejanos. Me quedo quieta, no sé qué hacer con este chico que tanto he querido, pero que ahora tanto odio. -India, podemos...-sin terminar la frase nos quedamos mirándonos. Me adentro en sus ojos, y veo cómo los recuerdos vuelven a mi cabeza, todo lo que hemos pasado. De pronto, me siento fatal, quiero irme, echar a correr, pero también quiero quedarme y oír una explicación. Vuelvo en sí cuando su mano roza la mía, y siento su piel suave y fría. -¿Qué demonios estás haciendo aquí?-es lo único que se me ocurre, mi mente está procesando demasiada información –.Y no me llames India, llámame Indiana. -Yo, lo siento tanto…no quería…tenemos que hablar-dice mirándome a los ojos. Parece preocupado, pero no sé si creerle. -No tenemos nada de qué hablar-echo a andar, intentando dejar atrás mis ganas de girarme, y por alguna razón sé que me va a seguir. Puedo escuchar sus pasos detrás de mí, mantiene una distancia, pero no le importa que yo sepa que me está siguiendo. Me paro, me giro. -¿Quieres dejar de seguirme? Ya no pintas nada en mi vida, y te dejé bien claro que no quería volver a verte.-le grito. Tengo los ojos húmedos, pero me muerdo el labio para no derramar ni una sola lagrima. Algo en su rostro cambia, ya no está sereno y sé lo que va a ocurrir. Veo cómo se abalanza sobre mí, cierro los ojos, pero entonces, noto sus húmedos labios sobre los míos. Quiero apartarme, pero me tiene sujeta. Todo me recuerda a antes, pero sin la parte agresiva. -Te quiero-me susurra al oído. -Déjame, sé que no me quieres, encima ahora tengo pareja.-orgullosa de haberme “defendido”, pienso que he ganado la discusión, pero entonces:


-Sí que te quiero, y sé que tú también me quieres, sólo déjame recordártelo.-me vuelve a agarrar la mano, pero esta vez, me suelto y le digo que no quiero volver a hablarle.

Ha pasado una semana desde el encuentro con Marco, me ha hecho pensar mucho, y recordar todo lo que ocurrió. La noche de aquel día, no pude dormir, Louis me noto rara, pero, por mucho que me preguntó e insistió, no le conté nada. Bastantes problemas tiene con la carrera de medicina como para preocuparle con este tema. Él ya sabe lo que ocurrió hace años, no podía impedir que se enterara aunque quisiera. -India, voy a la biblioteca, he quedado con un amigo para estudiar, volveré para cenar, te quiero-de pronto Louis me saca de mis pensamientos y con un beso se despide. -Adiós, te quiero, espero que te apetezca brócoli para esta noche…-respondo intentando no preocuparle. Últimamente mi única preocupación aparte de no intentar tener miedo por Marco, es disimular, disimular en cada frase, en cada sonrisa, en cada gesto. Soy fuerte, y si he podido con esto una vez, ¿porqué no otra? Estoy sola en casa, y para relajarme, decido darme un baño, me desnudo delante del espejo, y veo reflejado en el todos y cada uno de mis tatuajes. El de la muñeca, un pergamino en el que pone: “be free”; el de la pierna, un ancla; el del pecho, una rosa, ese es mi favorito, es tan bonito y tan grande. Todos ellos, esconden tanto sufrimiento y tapan tantas heridas. También me fijo en la parte de arriba de mi vientre, está hinchado. Todavía no he querido contárselo a Louis, en tres semanas es su cumpleaños, y creo que es la sorpresa perfecta. Me meto en la bañera, y me sumerjo, intento imaginar que me encuentro en el mar, libre, como una sirena, todos mis miedos y problemas se desvanecen, se hunden en el fondo, como un ancla. Los peces me sonríen, las algas, empiezan a aparecer flores arboles, y me encuentro en un bosque, lleno de rosas, me hacen sentir segura, pero cuando voy a coger una, me pincho, noto como se inyecta el veneno en mí, y me da energía, eso es lo que me hace fuerte. -¡India! ¿Estás bien? -¡Indiana! Otra vez te has vuelto a quedar dormida en la bañera-me despierta una voz conocida. -Hola, ¿cuando has llegado?- le pregunto desconcertada. -Ahora mismo, cuánto tiempo llevas ahí metida, ¿estás arrugada? Pareces una viejilla-me chincha Louis. Sus carcajadas son lo que en realidad me hacen volver a la realidad, y me uno a ellas. -Anda, vístete, ya preparo yo el brócoli, no te vayas a resfriar- y con un beso se va a la cocina. Eso es lo que más me gusta de él, su preocupación, su interés hacia mí, saber que tengo


alguien en quien confiar. Todavía recuerdo el primer día que le vi, fue tan raro. Estaba sentada en el parque, leyendo mi libro favorito, “Donde los arboles cantan”, estaba tan sumergida en la historia que no veía, ni siquiera escuchaba lo que ocurría a mi alrededor. Fui a comer un bocado de mi almuerzo, cuando de repente no estaba, enfrente había un perro grande, comiéndoselo, se le caía la mermelada por los lados y su dueño, al darse cuenta, le quitó lo que quedaba y me lo devolvió. Estaba lleno de babas y me entró la risa floja, él también se rió, y me dijo que para compensármelo me invitaría a un café, yo acepté y fue la mejor decisión que pude tomar. Muchas veces planeamos el futuro, pensamos que si dejamos todo hecho, saldrá bien, pero no es así, lo improvisado es mejor, es más divertido. Intentamos buscar la felicidad, pero no existe, nosotros mismos la creamos, es cómo buscar un pez en el cielo, nunca lo encontraremos. El futuro no está escrito, hay que dejarse llevar, dejar que el tiempo haga su función, que el viento te arrastre a la felicidad, pero no a encontrarla sino a crearla. Louis ha sido mi creación, y he acertado de lleno, él es mi felicidad. -Hay un profesor nuevo en la universidad-dice Louis rompiendo el silencio en la cena. -¿Y qué tal? ¿Es majo? -Bueno, no mucho. Me grita por nada. Dice que mis trabajos no son lo suficientemente buenos. Tengo la impresión de que me tiene manía. -Louis, no te preocupes. No será para tanto. Creo que estar entre tanta medicina te está haciendo efecto. Rompemos los dos en una larga carcajada por mi chiste malo y seguidos del buen humor ponemos música para recoger juntos la mesa. Estamos terminando cuando de pronto tocan al timbre. Ninguno de los dos nos lo esperábamos y Louis va a abrir la puerta, no hay nadie al otro lado y cuando me acerco a la ventana, lo veo. Un escalofrío me recorre el cuerpo y sin importarme nada me pongo a gritar, a decirle que le odio, que le deseo la muerte. Se gira y me sonríe. Entonces es cuando estallo en un llanto profundo; las lágrimas me caen por las mejillas y humedecen mis labios mientras mis gritos salen de ellos. Louis entra corriendo a la cocina y al señalar la ventana, Marco ya se ha ido y Louis no le ha podido ver. Lleva una rosa en la mano, una rosa marchita, casi sin pétalos y con un color oscuro. La deja caer al suelo y viene hacia mí. Me abraza y cuando lo hace me siento segura. Pasamos así un rato y cuando dejo de llorar decido contarle todo. Le cuento que vi a Marco, cómo me siguió, cómo me dijo que me quería y sentí miedo. Le digo que a la persona que he visto a través de la ventana era él. De pronto empiezo a temblar y Louis me vuelve a abrazar. Me dice que no me preocupe, que él está conmigo y así, juntos, es cómo nos quedamos dormidos en el sofá. Cuando me despierto estoy sudando. He tenido una pesadilla y decido levantarme a beber agua. Cuando vuelvo, veo la rosa en el suelo y veo que tiene un papel. Es una nota. Sé que es la letra de él:


​ “India, eres mía y de nadie más, no dejaré que otro hombre este contigo, te quiero”

La rompo en mil pedazos y la tiro a la basura. Quito los pocos pétalos de la rosa y los tiro también. Es entonces cuando me siento un poco mejor al romper ese vínculo de nuevo y decido volver a dormirme. Todavía no ha salido el sol y estoy cansada. Los rayos de sol entran por la ventana y alumbran el salón. Eso es lo que hace que me despierte. Me duele todo el cuerpo y me levanto del sofá para ir a desayunar. Al entrar en la cocina noto un aroma delicioso, como a tostadas, y veo que en la mesa está el desayuno. Una sonrisa se dibuja en mi rostro al ver que encima del plato hay una nota en la que pone: “Que pases un buen día, mi amor”. Salto de alegría y decido comérmelo todo. Cuando termino, me apetece pintar y aprovechando esa luz natural del salón, empiezo a crear mi obra. La blancura del lienzo me incita, y comienzo a mezclar colores creando un abstracto que hace que me sienta orgullosa. Hoy me he despertado con energía y decido hacer bricolaje. Cuelgo el cuadro que he hecho mientras escucho a ​Adelle​. Ella siempre logra sacar lo mejor de mí. Cuando termino, miro el teléfono y veo que tengo tres llamadas perdidas de Louis. Le llamo y me pide por favor, que le lleve el cuaderno de formulación. Lo ha vuelto a olvidar en su escritorio. Encuentro un sitio libre en el aparcamiento de la universidad, y después de preguntar a dos estudiantes por dónde se entra, encuentro una puerta enorme. Pregunto en recepción por Louis y me dicen que valla al quinto piso; decido subir por las escaleras para hacer ejercicio y cuando voy por la tercera planta, se me para el corazón. Es él otra vez. ¿Qué hace aquí? Me escondo y voy corriendo a los baños. ¿Qué está pasando? Está en todas partes. ¿Me estará siguiendo? Tras un momento de angustia, consigo recuperarme. Me lavo la cara y me tranquilizo. Llamo a Louis inmediatamente y le digo que estoy en la universidad y que Marco está aquí. Después de preguntarme donde estoy, me dice que no me preocupe, que en cinco minutos estará conmigo. De pronto, se abre la puerta, escucho unos pasos y los pelos se me ponen de punta. Cierro mi baño con pestillo e intento tranquilizarme. Sé que no hay nadie más aparte de esa persona y yo misma, y eso consigue asustarme aún más de lo que ya estaba. Me pregunto por qué no se ha metido en el primer baño. Los pasos se van acercando y mi pulso se va acelerando, pero entonces, escucho una voz femenina y con un suspiro salgo del baño. Veo a una chica de unos veinte años que me pregunta si tengo papel porque en los demás no hay. -¡Indiana!-Louis entra a todo correr en el baño-¿Estás bien? -Sí, Louis tranquilízate-intento calmarle y hacerle saber que no ha ocurrido nada-Salgamos, no te gustaría que tus compañeros te vieran aquí, ¿no? Estamos en la cafetería del instituto, hemos decidido tomar algo; yo ya estoy más calmada y los dos empezamos a planear nuestro tan deseado viaje a Amsterdam para el verano mientras decidimos quién pagará esta vez. -Louis, hoy pago yo; no insistas. La semana pasada pagaste tú-Intento convencerle-Anda, dame


el dinero. Tras mi victoria, voy a la barra y pido un capucchino para él y un café con sabor a vainilla para mí. Mientras me lo preparan, me giro de vez en cuando, momento en el que Louis aprovecha para gesticular y hacer tonterías con la intención de hacerme reír. ¡Ni qué decir tiene que lo consigue! ¡Es tan divertido! Me dan las bebidas y rezo para que no se me caigan al suelo, pues queman demasiado. Cuando me giro, mi esfuerzo es en vano. Escucho caer las tazas lentamente, haciendo un ruido espantoso. Termino derramando cada ligera gota de una de las bebidas sobre el suelo lleno de colillas. Todo se para a mi alrededor. Ahora ya no consigo escuchar nada; el único sentido que me funciona es la vista. Se me van a salir los ojos de las orbitas. Una señora me dice que me he hecho un pequeño rasguño en la pierna, pero lo único que hago es tomar aliento y observar, observar cómo Louis habla con Marco, cómo se miran, cómo cada palabra sale de sus bocas. Louis le entrega el cuaderno de física a Marco, y es entonces cuando entiendo todo. Él es su profesor nuevo; él es el que sin “motivo alguno” le ha cogido manía. Así es cómo me ha encontrado, cómo ha sabido donde vivo, y cómo poco a poco está haciendo que me vuelva a sentir acorralada. Aún recuerdo el poder que tenía sobre mí. Yo era joven, ingenua, no sabía lo que hacía y, me enamoré; estaba tan profundamente enamorada que no veía el daño que en realidad me estaba haciendo. Él me hipnotizaba y conseguía que le siguiera como un corderito, me anulaba por completo. Yo simplemente, le decía a todo que sí, pues yo no quería hacerlo enfadar. En esos momentos, solamente en esos, era cuando me iba dando cuenta poco a poco, de que él no sentía lo mismo que yo. Lo único que sentía hacia mí era poder. Me seguía, me controlaba, me daba órdenes. Yo empecé a dejar de hacerle caso, traté en vano de alejarme, de negarme a sus deseos, pero no lo conseguí por mucho tiempo. Un día, me pegó. Tuve miedo, mucho miedo, y volví a hacer lo que él me decía, incluso teníamos un “juego”. Cuando yo me alejaba, él gritaba: Marco, y yo le debía de responder: Polo. Los días pasaban y él me seguía controlando; me hacía sentir mal. Me decía que si me apartaba de él nadie más me querría; me pegaba, me violaba, me insultaba, incluso, me escupía. Yo intentaba aguantar cada lágrima, pero por cada una que derramaba, su ira crecía más hacia mí. Lo único que hacía al terminar era decirme: te quiero más que a nada, recuerda que esto lo hago por ti, por nosotros… Al principio me lo creía. Era tal la dependencia que yo tenía hacía ese hombre… Esta situación llegó a ocurrir unas siete veces hasta que un día dije basta. Me fui lejos, a otro país. Por fin era libre. Allí conocí a Louis y tras seis años, rehíce mi vida. Él está aquí de nuevo y es mi mayor pesadilla. -India, ¿qué te ha pasado?-me pregunta Louis fijándose en mi ropa manchada y en mi rasguño de la pierna. Intento responderle pero lo único que sale de mi boca es un hilillo de voz. Cojo mi bolso y me marcho. Me voy al coche, pongo mi música favorita, cierro los ojos e intento olvidarme de todo. Acaricio mi tripa lentamente. Es tan fuerte la sensación que siento. Noto como una vida se está creando dentro de mí y lo único que quiero es que no tenga la misma suerte que yo.


Ha pasado media hora y me despierto tras una de mis pesadillas. Estoy mirando por la ventana cuando veo a Louis buscándome desesperadamente. Decido llamarlo y de inmediato está sentado en el asiento del conductor con un café. -India, no sabía dónde estabas, te he traído otro café. ¿Estás bien?-Veo preocupación en sus ojos y no quiero causarle más. Últimamente no dejo de hacer que Louis esté pendiente de mí. Eso no me gusta, bastante tiene con los estudios. -Estoy bien, no quería interrumpirte. Sé que entregar ese trabajo es muy importante para ti.-miento.-Por cierto, el café de antes abrasaba, ¡mira como me he puesto!-Cambio de tema mostrando entusiasmo y sin darle importancia a mi rasguño. Este fin de semana hemos estado en el zoo., Louis y yo dimos de comer a los monos. Me estaba imaginando continuamente viniendo con nuestro bebé, pero me mordía la lengua para no soltar ni un solo detalle. Hacía mucho calor. En la zona de los reptiles me pareció ver a Marco haciéndose pasar por un trabajador. Al igual que a Louis le pareció que aquel muchacho con traje, gorra y gafas que daba de comer a las culebras se parecía a su profesor de física. Faltan ocho días para el cumple de Louis y la tripita va cogiendo forma. Espero que no se dé cuenta antes de tiempo, no sería una sorpresa e igual se enfadaría. Me está costando mucho hacer que Louis no me vea desnuda. No se lo está tomando muy bien, pero yo le digo que estoy con la regla y no me apetece hacer nada. Lo mejor de todo es que en cinco días a Louis le dan la matrícula de su carrera y así podremos pagar lo que nos falta de mes en cuanto se ponga a trabajar. Él está seguro de que aprobará todas y no deja de decirme que le han ofrecido trabajo en una farmacia. En estos últimos días no me he vuelto a cruzar con Marco, solamente esa vez que me pareció verlo en zoo. Ya no pienso constantemente en él, tal vez sí haya cambiado. Estoy intentando controlar mis sentimientos y mis miedos, ya no tengo tantas pesadillas y mi vida va genial. -India, hoy es el gran día, me dan mi matrícula-le veo tan entusiasmado que se me saltan unas lágrimas. Le beso, me besa y nos fundimos juntos como el chocolate mientras me acaricia el pelo y me dice que me quiere. -Yo también te quiero, eres el mejor-se despide y me hace suspirar al dedicarme una sonrisa de las suyas cuando sale por la puerta. He decidido que le compraré algo para su cumpleaños, asique me visto y después de peinarme salgo a comprar la libreta más bonita de toda la tienda de enfrente. Sé que le encanta escribir y sería un detalle. -Quiero esa, por favor-le digo a la dependienta. -Son 12´30€-le doy el dinero y decido comprar calabacines para hacer la comida de hoy. Estoy en la cocina cuando entra Louis por la puerta. Sin pensarlo dos veces dejo lo que estaba


haciendo y voy corriendo a darle un fuerte abrazo, pero entonces veo oscuridad en sus ojos. Su cara esta pálida y en cuanto me mira los ojos se le llenan de lágrimas. No necesito preguntarle lo que le ocurre cuando veo que no trae la matrícula en la mano y me abalanzo sobre él para hacer que olvide su dolor entre mis brazos. -Física, solamente física, por eso no me han dado la matrícula.-grita con ira. -Shh-le silencio con un tierno beso y lo calmo con caricias hasta que se queda dormido. Un fuerte olor a quemado me despierta y voy corriendo a la cocina a apagar el puré. Cuando estoy en ella, me doy cuenta de que la que ha suspendido es física, justamente la que Marco le enseñaba. Todo es culpa mía, y empiezo a llorar. En cuanto oigo los pesados sonidos de los zapatos de Louis cojo una cebolla y finjo que mis lágrimas son por ella. Louis está un poco mejor, pero sé lo mucho que le ha molestado no haber conseguido la matrícula después del duro esfuerzo que ha realizado. Cada día pienso aun más que soy una carga para él, y lo único que le traigo son problemas. -Oye Louis, ¿qué te parece si vamos al cine, amor mío?-intento animarle un poco, no quiero que se quede todo el día en casa pensando en ello. -Bien…vale…me visto y vamos-me dice intentando poner entusiasmo. -Genial, creo que hoy darán una peli de risa-respondo poniendo el triple de entusiasmo que él. En media hora estamos en el cine viendo la peli “Del revés” mientras comemos unas deliciosas palomitas que llenan la sala de un fuerte aroma a maíz. De vez en cuando miro a Louis y se me derrite el corazón al verle sonreír, aunque sigue teniendo esa profunda tristeza en sus brillantes ojos. Estoy replanteándome lo mismo que el día en el que me encontré con Marco. Ese día estuve a punto de hacerlo, fui fuerte y me quedé, pensaba que sí iba a marcharme, pero no ha sido así. El odio que sentía por ese hombre era enorme, pero ahora, que ha hecho daño a la persona que más quiero, es inmenso. Ese es el porqué de haberme replanteado marcharme. Lo único que le causo a Louis son problemas; lo amo, y no quiero hacer que su vida corra peligro. No quiero que su felicidad desaparezca con el tiempo, y sabiendo cómo es Marco, hará todo lo posible por arruinarle la vida. -Me ha encantado la peli-Louis me baja de las nubes. -Sí, ha estado bien, ¿Qué tal estas?-le pregunto con curiosidad. -Mejor, me he dado cuenta de que para conseguir algo hay que poner todo el empeño posible; tal vez, yo no lo puse todo-sus ojos brillan más que nunca y lo beso impidiendo que rompa a llorar. -Hoy cenamos en casa de tus padres, quiero verte con la mejor sonrisa. Me alegro de que esté mejor. Mañana será el día de su cumpleaños y no me gustaría que lo pasara mal. Bastante tiene con lo que voy hacer. Todavía no me lo creo, pero es lo que he decidido. Tal vez en unos años vuelva, estoy segura de que Louis me esperará. Hoy cenamos


con sus padres, sé que le encanta y aún más ver que me llevo tan bien con ellos. -Hola cariño, por fin llegáis-nos dice Eugenia dándonos un beso a cada uno. Yo intento ser educada y le dedico la mejor sonrisa que puedo. Quiero tanto a esta familia. Nada más entrar, un delicioso aroma a pollo asado hace que me ruja el estómago, creo que desde que lo probé nada me gusta más. La verdad es que lo voy a echar de menos, voy a echar de menos todo, cada olor, cada ruido, cómo Louis me despierta alguna mañana con un beso y otra con prisas y gritando que va a llegar tarde a la universidad…esos detalles que hacen todo diferente, los echaré de menos. De pronto, se escucha un fuerte estruendo, acto seguido Juan, Eugenia, Louis y yo salimos afuera. Mis ojos no creen lo que ven, el coche de Juan está destrozado. Lo acaba de golpear por detrás un Audi rojo, pero en vez de parar y pedir perdón, mete el turbo y a toda velocidad se va, no necesito nada más que un gesto del conductor para saber que se trataba de Marco. Es entonces cuando tomo la decisión de marchar; sé que Marco hará lo que sea para arruinarle la vida a Louis, y esto se tiene que terminar de alguna manera. La cena transcurre con normalidad. La grúa ya se ha llevado el coche de Juan y lo único que queremos es terminar bien la velada. El pollo como siempre, está delicioso, y terminamos de cenar con unas copas de más y varios chistes y anécdotas. Hemos decidido poner un karaoke y cantar hasta las doce. Cómo no, Louis y yo cantamos nuestra canción, “Mil rosas para mí”. Esto es muy agradable, no quiero irme, pero sé que con el tiempo será lo correcto. -Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todos, cumpleaños feliz-cantamos todos al unísono mientras Louis sopla las velas. Están encima de una gran tarta de chocolate cubierta de fresas, tiene muy buena pinta y estoy deseando comérmela. Louis tiene todo el morro de chocolate y le doy un beso quitándoselo y comiéndomelo, nos empezamos a reír y volvemos a besarnos. -Feliz cumpleaños, te quiero-le susurro al oído. -Eres la mejor, yo sí que te quiero-me empieza a hacer cosquillas y encima del sofá empezamos a reírnos a carcajadas. Quiero disfrutar de estos últimos momentos junto a él y le pico un poco más para seguir haciéndonos cosquillas. -Chicos, Eugenia se ha quedado dormida en el sillón. Haced un poquito de menos ruido, juguetones-nos regaña el padre de Louis. Decidimos marcharnos, ya es tarde y no queremos despertarla, asique le doy un fuerte abrazo a mi suegro y me marcho fingiendo alegría. En el coche no para la juerga; de camino a casa ponemos la música a tope y nos pasamos el viaje cantando como locos. -Buenas noches, mañana será un día genial-me dice Louis después de ponerse el pijama. -Sí, Louis quiero que sepas que te quiero más que a nada en el mundo y que todo lo que hago es para hacerte feliz.-él se queda un poco desconcertado pero sin pensarlo dos veces se abalanza sobre mí. Al de veinte minutos Louis está durmiendo al lado mío. Me encanta verlo


dormir, parece un niño pequeño, los párpados se le mueven y de vez en cuando sale alguna palabra de su profundo sueño.

Llegó la hora, tengo que marcharme, esto es lo más duro que he hecho en mi vida, me duele tanto. Tengo todo preparado, en una hora llega un taxi, y ya tengo los billetes de vuelo en mi bolso amarillo de cuero. Empiezo a mirar toda la casa y cada recuerdo vuelve a mí, cada cosa maravillosa que he pasado en este lugar. Tengo una carta preparada para Louis, se la dejo encima de la mesa de la cocina con la libreta que le compré. Voy a la habitación y con las lágrimas cayéndome por las mejillas le doy un beso en la frente. Por alguna razón, sé que volveré a verle, y que este no será nuestro último beso. -Adiós Louis, te amo- digo en bajo con un hilo de voz. Sigue dormido y debo irme, o se despertará.

10:13am 2-8-2017

Carta de Indiana Dicen que no nos parecemos a los pájaros, ellos vuelan y nosotros andamos; ellos tienen plumas y nosotros pelo; tienen pico y nosotros boca, y multitud de razones más para no parecernos a ellos. Yo no pienso igual, yo creo que somos muy parecidos. Los dos queremos ser libres, queremos volar lo más alto posible, dejando que el viento nos lleve a un lugar desconocido pero fantástico. Cuando viene el frio, ellos se van a buscar un lugar más cálido al igual que nosotros cuando tenemos un problema buscamos una solución, una salida. Yo tengo un problema Louis, un problema que está haciendo daño a más de una persona. Te está haciendo daño a ti, y eso no lo puedo permitir. Eres la persona que más quiero y cuando esto se solucione volveré a casa como los pájaros a su nido. El problema es esa persona que sabes que tanto odio, tal vez no te has dado cuenta pero siempre está ahí, mirándonos, haciendo que nuestras vidas vayan mal. Siempre me preguntas cómo es su cara, me dices que quieres conocer su rostro, pero, en realidad ya lo conoces. ¿Cómo vas a suspender física? ¿Cómo puedes creer que no te has esforzado lo suficiente? Es él, tu profesor, él es quien ha hecho que suspendas. Él es Marco. Sé que iras a por él, pero hazme caso, ya habrá desaparecido, el lunes tendrás un nuevo profesor, él es así, hace lo que sea para arruinarme la vida y luego se va. Pero no te voy a hablar de ése, te voy a hablar de ti, de mí, de nosotros. Sabes lo que eres para mí, sabes que desde ese café juntos, los dos sabíamos que éramos inseparables, y lo seguimos siendo, porque estamos unidos. Yo voy a volver y estaremos juntos hasta que la muerte lo permita, porque te juro que no volveré a irme y que tú serás mi cada día, que nunca vamos a dejar de estar comunicados y de saber qué tal le va a tanto a mí como a ti. Sé que no ha sido el mejor día para darte esta noticia, pero, tienes un regalo encima de la


mesa. Es una libreta, y quiero que sea nuestra libreta. En ella quiero que escribas tu cada día, para que cuando vuelva sea como si hubiésemos estado al lado, como volver a vivirlo todo mientras leemos juntos esas letras. Louis, agárrate a algo porque tengo una noticia que darte. Tal vez no sea la mejor manera, pero si lo supieras no tendría regalo para hoy. Cariño, estoy embarazada. ¡Vamos a tener una niñita! Ella será quien nos hará permanecer unidos, te mandaré postales, sabrás de ella, y le hablaré cada día de lo fantástico que eres. Louis, sé que esto es muy duro, y que ahora mismo tal vez me odies, pero te aseguro que es lo mejor. No nos iba a dejar en paz hasta separarnos, y ahora que piensa que ya no estamos juntos se irá. Se irá lejos, tan lejos que no volveré a tener miedo. “Estimo tus labios tanto como un pez el agua” Te quiero, India

15-4-2019 Me encanta la foto que has subido a Facebook de mí y de Katia para felicitarla, está tan bonita. El otro día la saqué de paseo y todo el mundo me decía que tenía unos ojos preciosos, yo orgullosa les respondía que eran como los de su padre, un color azul mar. Desde que le he enseñado a pronunciar tu nombre, no deja de decirlo. Lo único que mis oídos escuchan es: Louis, te quiero. Y te aseguro que es lo mejor que escucho cada día. Veo que te va muy bien, me encanta tu nuevo laboratorio de esa farmacia que has abierto, y aún más el nombre: Indiana. Pronto volveré a casa, he estado yendo a unas clases de autoayuda para gente que ha sufrido maltrato y me he dado cuenta de que soy más fuerte que él. Las mujeres somos fuertes. Hay miles de chicas que han sufrido lo mismo que yo, o incluso algo peor, por eso quiero luchar por ellas y por los derechos que nos merecemos. Si se me vuelve a aparecer, no tardará en irse. Tengo ganas de verte. Espero que le digas a tu madre que prepare ese pollo que sabes que tanto me gusta para navidades; creo que Katia también quiere probarlo. Yo al que de verdad quiero probar es a ti. No sabes lo que te echo de menos y sé que tú a mí también. Necesito volver a besarte, a abrazarte, ahora somos una familia. Y como ya sabes, cuando regrese, no volveremos a separarnos nunca.


ACCÉSIT- CASTELLANO PROSA: ANE CAMPO Mi sueño Os envío esta solicitud, porque a los 23 años de edad he decidido qué hacer con mi vida; y me elijáis entre las miles de personas o no, yo ya me siento orgullosa simplemente por el hecho de haber pensado en mí, por una vez en la vida. Basta ya de servir cafésa las señoras, que, aunque como todos, sea un trabajo honrado, no es lo que me veo haciendo durante el resto de mi vida; basta ya de elegir flores para otras personas, porque en realidad la mayoría de la gente no sabe que flores comprar; basta ya de hacer turnos de noche y no dormir en una semana, porque de otra manera, no llegaríamos a fin de mes. He decidido hacer lo que siempre he aspirado a conseguir. En caso de que me admitáis, sé que en casa las cosas se volverían aúnmás complicadas, ya que perderíamos una gran parte de los ingresos del mes; con todo esto quiero que veáis lo mucho que deseo esta oportunidad.

Os preguntareis en que destaco de las demás personas apuntadas, no lo sé, no sé si tengo grandes dotes de escribir, y tampoco sé que podría aportar a mis compañeros. Lo único que sé, es que al leer he conseguido entender conceptos de la vida, que me han cambiado; y al escribir… al escribir he sido capaz de plasmar exactamente lo que estaba sintiendo, cuando al intentar contarlo oralmente no era capaz; porque cuando tengo libertad para escribir, mis manos van más rápido que mi cabeza, y cuando leo lo que he escrito, no puedo creer que eso sea obra mía. Ha sido mi vía de escape, y quiero hacer ver a la gente que es una vía de escape que merece la pena seguir. Perdí esa sensación durante un tiempo, la encadene bajo un montón de dolor. Hace 4 años, mi abuela, la que siempre había estado a mi lado, murió, sin previo aviso, era la persona a la que más le gustaba como escribía, le encantaba que nos sentáramos frente al fuego con chocolate caliente mientras yo le leía una de mis nuevas historias. Todo fue muy repentino, cuando ella murió, sentí que, si leía otra de mis historias, estaría rompiendo nuestro vinculo, que la conexión invisible que nos unía de mi a donde ella estará, se rompería, le estaría quitando importancia a esas tardes nuestras. Me di cuenta de que, si no podía leerlas, no merecía la pena ni que las escribiera, porque saber que esa historia que estuviera escribiendo ella nunca llegaría a escucharla, me hizo sentir rabia por todo lo que tuviera que ver con escribir, así que lo deje, lo deje porque no tenía sentido continuar con algo que nunca volvería a ser como era. A partir de ese día, no volví a ser la misma, creo que no he vuelto a ser la misma, solo soy una nueva versión de mi misma; hay cosas que no se superan, solo se aprende a vivir con ellas. Estuve, bueno para ser más correcta, he estado estos 4 años sin escribir absolutamente nada, así que entendería que no me aceptarais, ya que no estoy muy entrenada, pero en todo este tiempo me he dado cuenta de que las cosas importantes, siempre llegan a tu vida tarde o temprano. Amo escribir, y no puedo creer que haya vivido este tiempo sin hacerlo, pero a veces la pena nos aísla de lo que en verdad necesitamos, y simplemente continuamos de pies. Durante este periodo de tiempo, mi madre me ha insistido en que volviera a escribir, pero yo no podía, cogía una pluma entre mis manos, porque siempre había pensado que la sensación de escribir con pluma es única, y me entraba el pánico. Me di cuenta que no podría hacerlo si


no conseguía separarme de aquella imagen en mi memoria, la imagen del cuerpo de mi abuela en su sillón preferido. Intente alejarme de esa pequeña casa a la que siempre he llamado hogar, pero si les abandonaba, sabía que nunca podría perdonármelo; me necesitaban y yo no podía irme. No cuento esto con la esperanza de que sintáis pena por mí y me admitáis, no quiero hacerlo así, solo quiero que veáis lo mucho que deseo esta oportunidad y que comprendáis porque quiero una beca, y porque me la tendríais que dar a mí y no a otra persona que puede que también la necesite. Mi vida no ha sido sencilla, nunca lo ha sido, pero con esto no estoy diciendo que no haya sido feliz, he tenido muchos momentos bonitos; el nacimiento de mis dos hermanos, las risas de mis abuelos, el sonido de los pájaros a las mañanas, las tardes junto a mi abuela, las historias de mi padre, el castañeo de la lluvia en la ventana, los muñecos de nieve, el calor del verano, las puestas de sol, tumbarme en la cama mientras veo las estrellas, el día de acción de gracias… y muchos más pequeños detalles, que la mayoría de la gente no apreciaría, pero que en mi caso, marcan la diferencia. Soy afortunada, tengo más que mucha gente, tengo una familia que me quiere, tengo una casa, un poco agobiante, pero sigue siendo un techo en el que poder dormir; y ahora, tengo una gran oportunidad. Llega el punto en el que tenemos que decidir, si seguir haciendo lo correcto o hacer lo que de verdad queremos; lo que de verdad queremos es lo que siempre acabamos escogiendo, y eso he escogido yo. Me gustaría que leyerais un pequeño cuento mío, para que podáis evaluar mis dotes al escribir. Está historia la he escrito pensando en las circunstancias de hoy en día: Ultimo estruendo, espero a que pasen unos minutos para comprobar que no van a tirar más bombas, salgo al exterior y… se vuelve todo negro, siento un fuerte dolor de cabeza, oigo un pitido y creo que estoy sangrando de la pierna derecha, pero en ese momento, solo deseo quedarme dormida, quedarme dormida y no despertarme hasta que todo haya pasado. Despierto en un lugar oscuro, pese a que las paredes son de un blanco horriblemente intenso; estoy tumbada en una cama parecida a la de un hospital, pero más cutre, es una sala pequeña llena de enfermos por todos lados. Consigo distinguir unas voces, que supongo que provienen de enfermeras, ya que hablan de análisis clínicos. Cuando vuelvo a despertarme creo que han pasado mínimo dos horas, ahora en la camilla en la que había un señor no hay nadie, supongo que habrá muerto, no tenía buen aspecto. Decido intentar preguntarle a alguna enfermera que me pasa, tengo una pierna entera vendada y un lado de la cabeza cubierta con gasas y esparadrapo; me concentro en encontrar las partes del cuerpo que más me duelan, para poder informar a la enfermera, la cabeza, creo que es lo que más, pero eso puede ser por el ruido y el impacto al caerme al suelo; después está el abdomen, pero no recuerdo haberme hecho daño ahí; y por último la pierna, creo que tengo algo roto. He llamado a una enfermera, pero ha pasado corriendo y no me ha oído, se ha encendido una alarma al parecer, hay luces rojas y un ruido horroroso suena al


unísono. Al fin ha dejado de sonar la alarma, pero han metido aún más pacientes a la sala. Una enfermera me ha dicho que son los supervivientes de otra bomba más lejana, y que por eso han llegado más tarde que yo, también me ha dicho que tengo la rodilla derecha y unas costillas rotas, y que el dolor de cabeza seguramente sea del golpe que me pegué, según me ha contado, cuando llegué tenía mucha sangre por toda la cara. Parece que he pasado dos días durmiendo, tengo que comer algo, y necesito respuestas. Decido hablar con la misma enfermera de antes, ella me dice que mi hermano mayor a muerto, salvando a dos niños pequeños cerca de donde me encontraba yo; también me cuenta que las familias a las que yo protegía en ese bunker están bien, solo ha habido un herido, un chico de mi edad que salió detrás de mí cuando oyó de nuevo la bomba. Tengo mucho en lo que pensar, mi hermano ha muerto, no ha sido en vano, pero ha muerto igualmente. Nunca estuvimos muy unidos, de pequeños él me protegía, me enseñó a ser fuerte y a valerme por mi misma, el creía que las chicas también podíamos luchar, y a escondidas me enseñó algunos trucos, por si en un futuro él no estaba y los necesitase. Cuando se hizo mayor se fue a luchar, en parte porque le obligaba el gobierno, en parte porque él quería. Siempre le había encantado proteger a la gente, luchar por los derechos, hacer algo bueno en la vida. Supongo que lo ha conseguido, ha dado su vida por dos niños. Me alegra saber que la gente del bunker está a salvo, eso significa que mi hermano estará orgulloso de mi, y espero que ese chico que está herido, se recupere pronto. Al de una semana me informan de que allí no pueden hacer nada más por mí, así que me mandan a un hospital más preparado al norte, les doy las gracias por todo lo que han hecho por mí, y les prometo que cuando me ponga bien, vendré a ayudarles. La razón por la que no pongo pegas a que me trasladen, es porque no tengo a nadie por el que quedarme, y prefiero ir allí, y recuperarme rápido, para poder hacer algo útil en este hospital, que quedarme aquí y esperar curarme sola. No podré ir a luchar a la guerra como mi hermano, pero puedo salvar vidas que han pasado por la guerra.

Espero que os guste, creo que se ve lo que he querido transmitir. Después de haberos hablado sobre mí, haberos contado porque escribo y haberos escrito está historia, me gustaría que me tuvierais en cuenta, para mí sería un honor poder formar parte del proyecto de vuestra editorial sobre jóvenes con imaginación.

Un saludo, Matilde.


​1go.

SARIA– EUSKERA-POESIA: Ane Campo Gerra

Urte gogorra izan zen, Gerrate urtea, Sufrimenduzko urtea, Baina ahal izan genuen, Kalte askorik gabe atera ginen, Lehen aldiz, Harresia altxatu genuen, Mundua ikusi genuen, Airea entzun genuen, Bizitza usaindu genuen, Hutsera bota ginen, Ezezagunera sartu ginen, Gainditzea injektatu ginen, Bizi ginen


BATXILERGOA


1ER PREMIO- CASTELLANO PROSA: HAIZEA GANCEDO Bachiller Suena la alarma. Me despierto. Tengo sueño. No puedo, sí quiero. Vuelve a sonar la alarma; no puedo, sí quiero. Me visto, la mochila, los libros, desayuno ¡No llego! Vuelo. Saco apuntes. Estudio, estudio, último repaso. Llego.

Suena el timbre, me siento. Monotonía…todo se ralentiza. Entran y salen de clase libros andantes; se colocan frente a nosotros y hablan y hablan y hablan…Un tono adormecedor roza mis oídos. La ventana está llena de gotas que se deslizan uniéndose con otras, creando una estela mojada en el cristal. En segundo plano el viento golpea los rojizos restos del otoño en un árbol, dejando al descubierto sus desnudas ramas. Pequeños pájaros revolotean y de fondo esa sinfonía monótona, el canto repetitivo e interminable ¿de los pájaros? Despierto.

Toca el timbre; examen, examen, examen. Mover las mesas, retirar estuches. He estudiado, ¡tranquilidad! No puedo, sí quiero. Preguntas ¿Dónde tengo las respuestas? ¡Tranquilidad! No puedo, sí quiero. Escribo, escribo, pienso. Escribo, escribo, pienso. Cinco minutos. Dos preguntas. No me da tiempo. ¡Tranquilidad! No puedo, sí quiero. Escribo, escribo ¿pienso? Suena el timbre. Respiro, respiro, quiero respirar…

Un maravilloso día invernal de sofá, entre mantas, viendo cualquier episodio de cualquier serie en cualquier cadena que haga de fondo para desconectar y tener una tarde de descanso, de no hacer nada, disfrutando de ese pequeño placer de sentirse vago. Saborear cada minuto perdido en un paseo largo, en un libro eterno, en los versos de un disco…perderse en un sueño de ideas, imaginar, soñar.

¡Qué ilusa mi mente! Un libro que leer, deberes, dos trabajos por terminar, deberes, tres exámenes por estudiar, deberes, cuatro presentaciones que preparar, deberes. No tengo tiempo. Estudio, escribo, trabajo. No me da tiempo. Ceno. Rápido. Estudio, apuntes, subrayo. No encuentro las hojas. No hay tiempo. Estudio, leo, repaso…tengo sueño; no puedo, sí quiero. Subrayo, leo, repito, escribo, ¿entiendo? No tengo tiempo.

Involuntariamente mis ojos se cierran mientras mi mente sueña. Aristóteles lucha junto a un gráfico de segundo grado a favor de los Jacobinos y en contra de la economía monopolista, mientras esta contraataca con una ecuación exponencial construida por el tejido epitelial endocrino. “Las pietás” lloran. La sintaxis se une a la guerra y los misiles de los comunistas acechan. El reinado de


Fernando VII intenta conquistar el mundo de las ideas de Platón. Andrés Hurtado y Adela, hija de Bernarda, mueren dentro de la catástrofe por pensar diferente. Menos mal que no pienso. No puedo, sí quiero. En una esquina del sueño Hamlet se plantea mi misma duda: ¿Me suicido? No tengo tiempo. Suena la alarma.

ACCÉSIT- CASTELLANO PROSA: IRATI ROJANO Tierra, trágame Soñando…Caminaba por un lugar oscuro… El sonido del viento me guió hacia delante, seguía sin ver nada pero de alguna forma estaba protegida. De repente tropecé,mis manos se convirtieron en la armadura contra el suelo. El tacto de algo, que llamé roca por mis recuerdos, hizo que el paisaje se aclarará. Comencé a frotar más, más y más...Me levante y golpeé mi cuerpo contra el tronco de un árbol, uno luego otro, mi cuerpo empezó a sangrar, pero no me importada. Cada golpe, cada gota desvelaba un nuevo color. Desde una esquina corriendo hacia la otra, mi aliento se desganaba, mi necesidad empujaba a mi cuerpo a pintar la tierra con mi sangre. Azul, amarillo, rojo… mi organismo estaba siendo asesinado, pero mi alma jamás se había sentido más viva. Golpe a golpe, río tras lloro, negro tras morado… mis ojos encontraron un campo de rosas. Yo era una niña y esa era la primera definición de belleza que había descubierto. Era hermoso. Sin embargo,era algo bello como una foto, las rosas estaban ahí pero yo no.Algo faltaba, no olía nada, rosas con bordes más claros, rosas que tomaban la figura de millones de mariposas soñando, rosas rojas, rosas blancas, rosas rosas, flores sin olor…Fue ahí cuando la desolación apuñaló mi espalda, mi cuerpo estaba destrozado y todas mis esperanzas de sentir algo cayeron en picado. Brusca y suavemente me posé sobre la nube de tierra vestida de rosa. Recordé el principio, un lugar oscuro, el sonido, el tacto, la vista. Jamás estaría completa, jamás sería totalmente perfecta. Pensé en ello…el tiempo no fue mi amigo y mientras esparcía mis alas, rozando la piel de las flores, una honesta lágrima se cruzó con el pensamiento de esperanza. Quizá no tenía porqué estar completa, quizá, simplemente, se trataba de caminar hacia delante, escuchando las advertencias, aprendiendo de las caídas y siendo la guía de mis creencias. Quizá se trataba de caminar… El cielo cambió ya no era gris nublado. Era azul, junto con los rayos del sol empecé a reír. Creer era sentir. Era maravilloso, sonreía, sonreía,¡ sonreía! Estaba volando en la tierra. Puede que de eso se tratara, andar en el cielo para volar sobre la tierra. En un segundo todo cambió, el olor de las rosas me despertó, estaba ahí,¡maldita sea! ¡No era una foto, era parte de mí! El olor de las rosas era la respuesta a la pegunta “¿existo?”. En ese momento sentí serlo todo.


Pero no terminó ahí, ¿Cómo puede el tiempo terminar si no tiene un principio? Las raíces de las rosas comenzaron a cubrir dulce y lentamente mi cuerpo, estaba viviendo el dicho que nunca dije. No era algo agobiante sino más bien tranquilo, pacífico. Sus cuerpos empezaron a cubrir mis heridas mientras las curaban por dentro. ¿Ser parte de algo tan hermoso como la naturaleza? Nosotros. Los humanos, con manos ásperas, corazón de oro y recuerdos de amor, hijos que se fueron de casa de su Madre, quizá tengamos una última oportunidad de cuidar las plantas que dejamos abandonadas.

1go. SARIA–EUSKERA PROSA: Irati Rojano Peter Panen agurra Nekatuta nago, urratu dizkidaten esperantzengatik negar egiten dut. Hotzak nago, miserian ibilita irribarre eta hitz goxoak gogoratzen ez ditudalako. Malko bakoitza agur bat da, mundua hobetzeko ideiak baztertzen ditut, axolagabekeriaz beteko naiz eta mina egin zidaten akzioak zauri irekiak bihurtuko dira. Gorrotatzen dut nire burua, haintontoa, inozoa eta baldarra izateagatik. Nola pentsatu ahal izan nuen gizakiok behar duguna maitasuna dela? Nola pentsatu ahal izan nuen jendea lagunduz, guztiak lagun bihurtu ahal ginela? Mundua krudela da, bortizkeriaz hazia, eta gu izan gara horiek loreztatu ditugunak. Hauek izan ziren umearen azkeneko hitzak. Orain munduak beste heldu bat zeukan

haren eskuan.


1ER PREMIO- CASTELLANO POESÍA: EX AEQUO UNAI VELARDE Rue de L´Alouette/​ ​MIKEL GÓMEZ​ Mi vida sobre ruedas RUE DE L’ALOUETTE, Nº16. Rue de l’Alouette, Nº16. Misma cafetería, misma esquina, misma mesa. El silencio permite que divise cosas que nunca antes había percibido. Huele a croissantes recién hechos, recuerdo nuestra última cita, y maldigo en voz baja. Me convenzo de que no me importa. Miro hacia la ventana, e intento llenar mi mente de nuevos pensamientos. Las gotas arrastran todo rastro del día anterior, al igual que las lágrimas recorren mi rostro tratando de limpiar todo pasado entre nosotros. Pero sin resultado. Me debato entre decenas de bebidas: frías, calientes, con o sin alcohol… ¿Quién iba a imaginar que también me arrebatarías la capacidad de escoger algo que beber en este lluvioso viernes? “El café - pienso- siempre es una buena opción”. Pero me recuerda a ti, tanto en su adicción como en su amargura. “Algo fuerte, me ayudará a olvidar.” Pero ningún licor se me subirá tanto a la cabeza como tú. “Olvidemos las calorías, un chocolate caliente será lo mejor en un día como este”. Sin embargo, es demasiado dulce; y lo sé porque así sabían tus labios en esas tardes de invierno, aquellas que pasábamos viendo películas malas y distrayéndonos con tonterías. Finalmente, me decido por un vaso de agua. Es una sustancia sin olor, color ni sabor. Es la única que no me recuerda a ti. Salgo a la calle, tomo el vaso entre mis manos y arrojo el contenido contra la pared.


Así, esas gotas limpiarán antes todos los recuerdos restantes. Y me marcho, con la esperanza de que mis lágrimas aprendan de ellas.

MI VIDA SOBRE RUEDAS Vivo la vida cada día luchando por mi felicidad y aunque resulte una ironía sobreviviendo con mi discapacidad. Mi vida es una carrera de obstáculos intentando que esta sociedad se dé cuenta que luchamos ante tanta adversidad. Tenemos los mismos derechos y la misma necesidad la misma que todos vosotros para vivir con libertad. Siempre salvando barreras cada uno en su ciudad siempre quitando cadenas


que nos pone esta sociedad. Quiero que mi voz se escuche y quiero representar a todos los discapacitados a mostrar nuestra realidad. La discapacidad no nos define tenemos otra habilidad elegimos no poner “dis” en nuestra capacidad. DISCAPACITADO NO ES SINÓNIMO DE INCAPAZ


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.