Day sylvia crossfire 05 somos uno

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Quizá por eso yo había sufrido tanto, para ser capaz de apreciarla cuando la encontrara. Nunca daría su amor por sentado. Una lengua que no era la de mi mujer me lamió el costado haciéndome cosquillas. Me sacudí maldiciendo y Eva se rio. Fulminé con la mirada al pequeño criminal, que daba saltos de excitación mientras movía la cola sin parar. —Oye, Lucky, no estás haciendo honor a tu afortunado nombre. Eva se rio con nerviosismo. —Te está ayudando a que tú hagas honor a tu promesa de comportarte. Dirigí la mirada a mi mujer, cuyas uñas seguían firmemente clavadas en mi culo. —Que implicaba la advertencia de que tú también te portaras bien — repliqué. Apartó las manos y se las llevó a la cabeza mientras movía los dedos. Pero su mirada seguía siendo sensual y tenía los labios separados mientras respiraba agitadamente. Se estremeció debajo de mí, aun cuando su piel parecía febril. Su deseo por mí aliviaba mi ansia feroz. Y su determinación de esperar, ahora que conocía cuál era el motivo, me dio la fuerza para apartarme. Me resultaba físicamente doloroso separarme de ella. Su leve gemido de angustia resonó dentro de mí a la vez que reflejaba la mía. Me puse boca arriba y, de inmediato, me vi sometido a un baño de su lengua al estilo de Lucky. —Le gustas de verdad —dijo Eva. Se giró para ponerse de lado y le acercó la mano para rascarlo por detrás de las orejas. Eso provocó que el perro se aproximara a ella. Su chillido entre risas cuando Lucky se dispuso a lamerle la cara me hizo sonreír a pesar de las ansias de mi polla. Podría haberme quejado del maldito perro, de la falta de sexo, de sueño y de más cosas. Pero lo cierto es que mi vida era casi tan perfecta como habría deseado.


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