El beso de medianoche Lara ADRIAN

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EL BESO DE MEDIANOCHE

LARA ADRIAN

Capítulo X Gabrielle puso otra toalla de papel bajo el chorro de agua fría en el fregadero de la cocina. Había varias toallas más tiradas ya, empapadas de agua y manchadas de sangre, además de sucias del polvo de la calle que se había limpiado de las palmas de las manos y de las rodillas. De pie, en sujetador y braguitas, echó un poco de jabón líquido en la toalla de papel empapada de agua y se frotó con energía las heridas de las palmas de las manos. —¡Ay! —exclamó, y frunció el ceño. Se había encontrado una pequeña y afilada astilla clavada en la herida. Se la quitó y la tiró al fregadero al lado de toda la gravilla que se había limpiado de las heridas. Dios, estaba hecha un desastre. La falda nueva estaba rota y destrozada. El dobladillo del suéter se había estropeado al caer contra el áspero pavimento. Y parecía que las manos y las rodillas pertenecieran a una niña salvaje y torpe. Y además de todo eso, se había mostrado como una completa estú-pida en público. ¿Qué demonios le estaba sucediendo para ponerse histérica de esa manera? El alcalde, por el amor de Dios. Y ella había huido de ese coche como si temiera que se tratara de... ¿De qué? ¿De alguna especie de monstruo? «Vampiro.» Las manos de Gabrielle se quedaron inmóviles.

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Soñando Despiertas


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