A contracorriente Noe Casado

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Capítulo 3 Tensión en la oficina

Samantha caminaba tranquilamente por los pasillos que conducían hasta su despacho, mientras el ruido del gentío de la planta inferior ocultaba el repiqueteo de sus tacones. Algunos empleados la saludaron con una inclinación de cabeza y ella les respondió del mismo modo. Había aprendido desde pequeña que lo cortés no quita lo valiente y debía tratar a sus subordinados educadamente. Además, antes de que su padre le dejara manejar cuentas importantes, había estado allí, aprendiendo desde abajo el funcionamiento del banco. Llegó a la oficina principal, la de su padre, la del director general. La que pronto sería suya. Llamó suavemente, más por educación que por otra cosa, y entró. Encontró a su padre sentado tras el inmenso escritorio. Y a su lado, cómo no, James revisando unos documentos. —Hola, señorita Samantha. ¿Le apetece un café? Ella sonrió a Stuart, el secretario de su padre, que estaba sirviendo un desayuno en la mesa de reuniones. —Sí, gracias —respondió con una sonrisa. Se acercó hasta la mesa y aceptó una taza de café de las manos del hombre—. ¿Ha terminado su hijo la universidad? —le preguntó mientras inspeccionaba la bandeja de pastas. —Le falta poco. —Samantha, ¿recibiste el informe acerca de la cuenta Morrison? —interrumpió su padre, que se acercó también para servirse un café. —Sí, y lo leí anoche. —¿Anoche? —preguntó Samuel extrañado. —Pues sí, cuando llegué a casa. Como no podía dormir me puse con él. Lo terminé a las… —Miró a su padre, que fruncía el ceño, y al pelota de James, que lo hacía divertido—. ¿Qué pasa? —Cariño, algo debimos hacer mal para que después de una fiesta té acabaras leyendo un aburrido informe. —Samuel se volvió hacia su abogado—. ¿Te das cuenta, James? Mi hija prefiere leer documentos que divertirse con sus amigas. —Imperdonable —fue el adjetivo escogido por James. A él le importaba un carajo lo que hacía la remilgada de Samantha, pero no iba a expresar su opinión en voz alta. ¡Leer informes! Sí que era


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