Iruya, marzo del 2008.
El calor de la siesta duerme al pueblo en silencio.
En la fuente seca de una plazoleta unos niñosríen y juegan a... no sé.
El elegido sortea con sus dedos a un contrincante.
Un enojo, un desacuerdo... y el juego se suspende.
Me hubiera gustado saber a que jugaban.