Manual de liberaci¢n para ni§os

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Casos especiales

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diferentes, patrones diferentes, temperamentos diferentes y esquemas diferentes en lo que respecta a disciplina. Mas hacia el momento en que el niño ya se adaptó a una situación, es tiempo de cambiarlo a otra. Por tanto, comienza a cerrar sus emociones. Julie era una preescolar cuando nos pidieron que le ministráramos. Era retraída y "metida dentro de una concha," por así decir. Le era imposible relacionarse con el padre y no quería nada con él. El trabajo del padre le obligaba a estar cinco días de la semana fuera del hogar. Sólo permanecía en casa los fines de semana. Cuando papá se iba, Julie lloraba y lloraba, pues se sentía abandonada, y cuando volvía a casa, abría sus emociones de nuevo. Luego de varios años de abrir y cerrar sus sentimientos, por último los clausuró en forma definitiva. Cuando el papá llegaba al hogar, Julie ni siquiera lo miraba y no reconocía su presencia en ninguna forma. Los padres de Billy, Bobby y Barry se divorciaron cuando ellos tenían dos, tres y cuatro años de edad. Vivían con la madre, y el papá simplemente salió de sus vidas. La mamá se volvió a casar dos veces más, cuando los niños aún eran adolescentes. Antes de su tercer matrimonio, la madre nació de nuevo y se casó con un excelente hombre cristiano. Los muchachos rehusaron aceptar su nuevo padrastro como padre, pues para ellos era sólo otro hombre que tal vez no permanecería por mucho tiempo. Cerraron sus emociones a los "papás" y sus espíritus a Dios. Para esta época vivían en alcohol, drogas e inmoralidad. Oramos para que estos jovencitos abrieran sus corazones al Señor, a fin de recibir la ayuda que Él ha provisto mediante la obra de la Cruz. La liberación es benéfica, pero no ayuda, a menos que se acepte a Dios y con Él las provisiones de la Cruz. Quizá por esto el Señor Jesucristo dijo:


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