Las 3 Cerditas y los 3 Lobitos

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¿Cuáles son los límites del verdadero y profundo amor? Supongo nadie podrá jamás calcularlos, sin embargo, a través de compartir mi vida con ustedes, mis hijas, he podido encontrar que para mí, no existen límites. Las amo más allá de todo y será así siempre. No las extraño porque están siempre conmigo, me veo en ustedes y son mis grandes maestras. Son lo mejor de mí y me han hecho ser mejor. Las amo siempre Mamá

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Escrito por Elisa

Salinas

DIseño e Ilustración por Juan M.G. Armendáriz



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abĂ­a una vez, en un reino muy lejano, una puerquita muy linda que tenĂ­a a tres cerditas preciosas.

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Las cerditas eran blancas y tenían unos enormes ojos almendrados, siempre estaban muy limpias y arregladas. Eran la adoración de todos los habitantes del reino, pues además de ser preciosas, eran amables e iban siempre regando alegría por donde pasaban . Las tres cerditas iban a la escuela y eran muy buenas estudiantes, les encantaban las matemáticas y la literatura. Una de ellas, la más pequeñita, era una gran fan del rock y a pesar de su look coqueto, tenía una enorme debilidad por los Doors y en especial, por Jim Morrison.

Mamá Cerdo vivía feliz cuidando a sus princesas, eso sí, con la tristeza de haber perdido a Papá Cerdo, y sin haber podido reencontrar el amor. Las tres cerditas y sobre todo la mediana, que era por razones incomprensibles medio oriental, eran soñadoras y románticas, y esperaban, como toda cerdita, encontrar a su cerdito azul.

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Una mañana las tres cerditas se prepararon para ir a la escuelita. Ese día en particular, pusieron esmero en su arreglo personal, ya que había algo en el ambiente, en el canto de los pájaros, en el horóscopo chino y en la entrada de la primavera que les hizo sentir que algo muy especial sucedería. La mañana en la escuela transcurrió como siempre, entre clases, apuntes y lecturas.

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Hasta que de pronto a la hora del recreo, con enorme sorpresa descubrieron que habían llegado a la escuela tres nuevos compañeros.

Los tres realmente guapos, y además de ser muy muy muy cool, eran en extremo atractivos. Los cachorros al ver a las cerditas se quedaron con la boca abierta y fue lo que se dice, amor a primera vista ...

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Cabe mencionar que, dado que nada es perfecto, en esta perfecta historia de amor, nuestras tres cerditas se enamoraron profundamente de tres lobitos...

Como podrán imaginarse, más allá del problema de pertenecer a especies distintas, los lobos siempre han tenido fama de comer cerditos... Historias como aquellas de soplaré y soplaré, que en nada ayudaban a la reputación de los enamorados... Pero para ellas, nada de eso tenía importancia, y ningún pensamiento de esta índole atravesaba por sus ahora rosas y perfumadas mentes ...

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Al llegar a casa, las cerditas corrieron a contarle a Mamá Cerda de sus aventuras con los tres lobitos. Querían que ella compartiera ese primer día de escuela, donde todo parecía diferente, los salones parecían jardines, los jardines el paraíso, el paraíso la mirada de los lobitos, y los lobitos dueños de sus corazones ...

No pudieron compartir nada, pues al cruzar el umbral, Mamá Cerda las esperaba verdaderamente alterada con la noticia de que el Lobo Feroz, sí el mismísimo Lobo Feroz, presuntamente responsable de la muerte de varios cerdos, unos más inteligentes que otros, el más pequeño de los tres, el que soñaba que era un rey,

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el que trabajaba para ayudar a su pobre mamá, además de una niña adolescente y una abuelita en camisón, acababa de mudarse al reino y pretendía establecerse ahí de manera definitiva . Mamá Cerdo temía por sus hermosas cerditas .

Las tres no atinaron a hacer más que ponerse a llorar con amargura. Mamá Cerdo no pudo darse cuenta del corazón roto de nuestras protagonistas, quienes empezaron a perder peso por segundo y palidecían a cada instante enfrentándose a la imposibilidad de su amor.

Al día siguiente amanecieron indispuestas y se quedaron en casa rumiando su desventura.

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En la escuela, los apuestos lobitos no entendían lo que estaba pasando. Pasaron el día tristones, mordisqueando zanahorias anaranjadas y algunas nuececillas.

Por la tarde, decidieron ir a casa de las cerditas para saber qué sucedía,

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y para su sorpresa, Mamá Cerda los recibió a punta de escobazos...

Al escuchar el escándalo, las cerditas corrieron a la ventana y vieron a sus enamorados huyendo velozmente, dejando tirados en su camino miles de pétalos rojos. Los ojos de las cerditas se llenaron de lagrimitas azucaradas.

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Al volver a casa, los lobitos informaron a su padre de la situación, y el Señor Feroz, feo, fuerte y formal, como todo lobo que se precie de serlo, decidió intervenir en el asunto.

El Señor Lobo Feroz al ver tan tristes a sus lobitos, casi casi en secreto, planeó un viaje misterioso a un reino lejano. Se fue en la madrugada, no sin antes pasar por la casa “Cerdo” para ver aunque sea de lejos a Mamá Cerdo, ya que aunque no se lo había dicho a nadie, él también se había enamorado.

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Transcurrieron los días sin mucha novedad. Las cerditas se encerraron en casa, pálidas y tristonas. Después de hacer tareas, se sentaban a mirar por la ventana con la esperanza de ver de lejos a sus peludos amorcitos...

Ellos por su parte, andaban taciturnos y distraídos. Su abuela, una extravagante Loba en camisón, fue la encargada de cuidarles mientras que Papá Feroz estaba de viaje, y no los dejaba salir. Así pues, los lobitos se conformaban con aullarle a la luna, que cuando estaba llena, tenía cara de cerdita.

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Mamá Cerdo quería que todo volviera a ser como antes. Y aunque no podía negar que el Señor Feroz era atractivo y galanzón, no dejaba de ser eso.... Un Lobo Feroz.

Así las cosas, una mañana, sonó el timbre de casa “Cerdo”. Mamá Cerdo se sorprendió al encontrar en la puerta a una hermosa niña que vestía de rojo

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Si, era ella, la mismísima Caperucita Roja.

Caperucita le pidió a Mamá Cerdo unos minutos para hablar con ella. Mamá Cerdo inmediatamente la invito a pasar.

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Mientras tanto, las cerditas que habían estado espiando a escondidas, se pusieron felices y corrieron alborotadas a su cuarto. Desde la ventana, podían ver 4 rabitos peludos entre los arbustos. Emocionadas decidieron arreglarse ya que sentían que algo muy bueno podía pasar.

Caperucita le explicó a Mamá Cerdo que el Señor Feroz y sus hijos, eran unos encantos, que merecían una oportunidad y que además, hacía años que el Señor Feroz era un extremista vegetariano, al igual que sus tres cachorros.

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Mamá Cerdo se sintió muy apenada y no sabía qué hacer. Caperucita le sugirió que hiciera pasar a los tres lobitos que además venían preparados con ricos croissants y chocolate caliente.

Mamá Cerdo abrió la puerta y como por arte de magia aparecieron los lobitos, las cerditas, más bonitas que nunca, y el muy galán Señor Feroz.

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Se armó una fiesta improvisada... El Señor Feroz aprovechó para darle una inmensa rosa roja a Mamá Cerdo y pidió la mano de las cerditas.

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El dĂ­a de la boda... Bajan de la carroza nupcial, las novias... Blancas, preciosas con su trompa rosa y flores en sus oreja. Los novios, muy elegantes y peinaditos. .

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Las cuatro parejas tomadas de las patas pronuncian sus votos matrimoniales... Oh, sí! La cuarta pareja era la de El Señor Feroz y Mamá Cerdo de Feroz.

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Y colorĂ­n colorado este cuento se ha acabado. Ellos fueron felices comiendo nueces y otras semillas, queriĂŠndose mucho... para siempre.

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FIN




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