mientras lo hace, un libro de caricaturas. Está leyendo “Toda Mafalda” de Quino. Se escuchan, en intervalos regulares y muy seguidos, risas en varios Luego, tonos: entra desde en su una baño y risita se sienta leve en el o una escusado. El váter está a la derecha de la puerta. Frente a este, está el lavabo y a su derecha está la ducha. Raúl defeca con normalidad. Toma entre sus manos,
sonrisa silenciosa hasta unas fuertes carcajadas. Luego, se limpia. Sin saber cómo ni porqué, dobla el papel higiénico en cuadraditos. No se acuerda desde cuándo lo ha hecho así. Bota cada papel en el basurero y se levanta. Han pasado otros diez minutos. Ya han pasado veinte minutos de su rito. Por último, prende el calentador eléctrico de agua y se mete a la ducha. Cierra la cortina, abre la llave y el chorro de agua lo baña. El agua está tibia. Se remoja brevemente todo el cuerpo. Toma el jabón entre sus manos. Empieza a enjabonarse por las piernas y los pies. Una vez conversó con un amigo sobre el modo en que se bañaba y le dijo que le parecía extraño; él, por su parte, empezaba a enjabonarse por los
brazos y el pecho. Luego, Raúl se enjabona los brazos, el tronco y la espalda. Termina con el cuello y se pone champú en la cabeza. Se limpia las orejas con cuidado, ya que ha sufrido un par de infecciones en los oídos. Se limpia la cara con la espuma del champú que todavía le queda entre las manos y se enjuaga todo el cuerpo. Cierra la llave y abre la cortina. Junto a la ducha está colgada, en un gancho, su toalla. La toma y se seca primero la cara y el cabello. De arriba hacia abajo, seca progresivamente su cuerpo y sale de la ducha. El rito matutino ha terminado. El baño duró un poco menos de diez minutos. Sin embargo, hoy
Raúl ha decidido prolongar su rito. Hoy le toca afeitarse. Ya son varios días que no lo hace, por lo que tiene algunos vellos