Medios y Políticas Públicas de Comunicación

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Capítulo 2 | Suportes al desarrollo

Si los medios de comunicación europeos tienen un futuro aunque sea remotamente conectado con su tradición de vigilar el ejercicio del poder político y corporativo, así como de suministrar información de calidad, la cuestión de la concentración ha de entrar a formar parte de la agenda de discusiones. Más que eso, conforme ya se ha visto, el avance de las industrias transnacionales de comunicación por el planeta y la amenaza de una homogeneización cultural es un problema que está al orden del día. Dicho escenario ha venido siendo objeto de análisis y de recomendaciones desde el antes citado Informe MacBride, que indican que los medios de comunicación transnacionales son capaces de ejercer una influencia fundamental sobre las ideas y las opiniones, sobre los valores y los estilos de vida y, por consiguiente, sobre la evolución, para el bien o para el mal, de todas las sociedades.

Tema central a la hora de comprender el nuevo contexto de la globalización que caracteriza el sector de los medios de comunicación en Brasil, la apertura del mercado de las comunicaciones al capital extranjero la aborda el 0,8% de los textos analizados por el estudio realizado por ANDI con el apoyo de la Fundación Ford.

En este sentido, a sus propietarios o responsables les correspondería una responsabilidad especial, por lo que la sociedad tiene el derecho de insistir en que la asuman, como se defendía en el informe de la Unesco. Según este documento, un requisito previo e indispensable consistía en que el público pudiera conocer las estructuras de propiedad de los medios de comunicación social. Este estudio iba más allá en esta discusión y proponía dos medidas relacionadas con las políticas de comunicación con el objetivo de contribuir a salvaguardar la democracia y a fortalecer la independencia nacional, tanto en los países desarrollados como en los que están en vías de desarrollo: La primera consiste en que algunas de las restricciones a la concentración de los recursos pueden resultar de interés público; la segunda radica en que habría que formular algunas normas, directrices, o un código de ética relativo a las actividades de las compañías transnacionales, para celar por el hecho de que no descuiden ni pongan en peligro los objetivos nacionales y los valores socioculturales de los países que las acogen. Respecto a eso, la Comisión sobre las Empresas Transnacionales de las Naciones Unidas tendría que dedicarles una atención especial a las implicaciones de las actividades de esas empresas en los campos de la comunicación, de la información y de la cultura. Ni siquiera este estudio, que ya presentaba un tenor de por sí crítico, escapó a los críticos comentarios de los analistas también preocupados por esta cuestión. En aquella época, el escritor colombiano Gabriel García Márquez y el entonces Director Ejecutivo del Instituto Latinoamericano de Estudios Internacionales, el chileno Juan Somavia – ambos, miembros de la propia Comisión McBride – lograron añadir un anexo al Informe en el que se comenta que en diferentes partes del documento de la Unesco se veía una cierta tendencia a “glorificar” las soluciones tecnológicas que se les pueden dar a los problemas contemporáneos de la comunicación: Queremos destacar que la promesa tecnológica no es algo neutro, como tampoco está libre de todo sistema de valores. Las decisiones que se tomen en un campo como ese tienen enormes consecuencias políticas y sociales. La sociedad debe establecer los instrumentos necesarios para evaluar las diversas posibilidades a su alcance. En resumen, la integración del sistema de comunicación de los países en vías de desarrollo en el sistema global de los medios comerciales tiende a volver todavía más agresiva la presión por obtener beneficios. Para Robert W. McChesney, se aclara lo que está entre líneas: el sistema de las corporaciones de los medios es políticamente conservador porque los grandes conglomerados son los beneficiarios de la estructura social existente en los países. Y estas empresas ven con hostilidad cualquier cambio importante en lo que se refiere a la propiedad o a las relaciones sociales – especialmente las que reducen el poder de negocio. 84

La concentración no forma parte de la agenda brasileña El profesor de la UnB Murilo César Ramos afirma que está latente la diferencia de comportamiento entre los medios de comunicación brasileños y los extranjeros por lo que concierne a la cobertura de la concentración de los medios: “Si se observan los periódicos del extranjero, mi hipótesis es que las editoriales tienen espacio para tratar sobre los medios de comunicación como business, como negocio de la economía. En Brasil no hay interés en eso, nadie quiere exponerse a eso.”


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