Reflexiones de una oveja - Libro 5

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REFLEXION 142

LIBERTAD EN LA POBREZA, RIQUEZA EN LA MISERICORDIA Y FORTALEZA EN EL COMPROMISO

Se han cumplido diez an' os del pontificado del Papa Francisco y desde mi perspectiva hay tres caracterí/sticas sobresalientes de su catequesis: el espí/rtu de la pobreza, la revelacio/ n de la misericordia y la lucha contra la indiferencia.

Esas caracterí/sticas son las que definen la relacio/ n entre el hombre y Dios y los hombres entre sí/

Analizaremos estas tres condiciones.

El espí/ritu de la pobreza es uno de los signos de nuestro Pastor.

Todo en e/l encarna ese espí/rtu.

Desde la eleccio/ n de su nombre, el lugar en el que habita, la manera de vestir, hablar y comportarse, todos sus actos trasuntan la libertad de la pobreza.

Tiene so/ lo lo necesario.

El resto es superfluo o redundante.

El Papa Francisco encarna la bienaventuranza del pobre de espí/ritu.

Cuando leemos su catequesis sobre esta bienaventuranza, nos hace ver, con razo/ n, que nuestro Salvador al agregar "de espí/ritu" al sustantivo pobre quiso decir algo ma/s que la simple carencia de bienes.

¿Cua/l es entonces la clave en que debe ser interpretada esta buenaventura?

Todo el Evangelio es anuncio de libertad, la buena noticia es liberadora.

¿Co/ mo puede entonces articularse pobreza en clave de libertad?

Lo haremos desde la perspectiva que nos ensen' o/ nuestro pastor:

La pobreza es unitiva.

Mientras la riqueza muestra cua/n distintos somos cada uno: nos adornamos, acicalamos nuestras viviendas, pagamos costosas cirugí/as este/ticas y otros afeites, la pobreza nos muestra en nuestra esencial desnudez. Somos esto que somos y nada ma/s. Como reza el dicho "Aunque al mono lo vistan de seda..."

Los que practicamos la medicina sabemos que un paciente desnudo en la camilla es un pobre enfermo, poco importa que en su vida social, polí/tica, educativa o econo/ mica, sea sobresaliente, en su humilde humanidad el millonario y el pobre de solemnidad son iguales.

La pobreza es realista

El pobre es carente y por eso es consciente de sus limitaciones.

El pobre es deudor y por eso es agradecido por los dones

El pobre so/ lo tiene para ofrecer su propia vida y su tiempo, por eso es rico a los ojos de Dios.

La riqueza nos hace creer que los medios pueden intercambiarse, no doy mi tiempo pero doy dinero; no doy mi vida pero presto mi imagen; no me comprometo en el cuidado del otro pero cumplo la ley. Nada de eso reemplaza tu persona.

El dinero, la imagen o la ley no son vos.

Dios te ha creado y te ama en forma personal y total. No espera menos de tu amor a los hermanos.

La pobreza es total

Somos pobres en lo fí/sico: vulnerables, enfermables y mortales. Somos pobres en el espí/ritu: ciegos, insensibles e ignorantes. Nuestras capacidades son limitadas y nuestro entendimiento falible.

Salimos a navegar cada dí/a tomando el timo/ n de esta ca/scara de nuez, que llamamos cuerpo, con la ilusio/ n de llegar a buen puerto, de volver con una buena pezca, de reencontrarnos con las personas que amamos. Pero es una ca/scara de nuez, el mar es insondable y los vientos impredecibles.

Tenemos celulares para permanecer incomunicados; tenemos GPS para amanecer perdidos y tenemos canales del tiempo para seguir sorprendie/ndonos.

Estamos un poquito mejor que ayer, decí/a la lucie/rnaga atraí/da entonces por las velas y hoy por la bombilla de luz.

Si algo demostro/ la pandemia que azoto/ al mundo es que debemos tenernos miedo: nuestra soberbia que no la previo/ ni la creyo/ hasta que los muertos se amontonaban, sigue siendo igual; nuestra avaricia que hizo pingu< es negocios con la vacuna: sigue siendo igual.

Si hubie/ramos aprendido, habrí/amos cambiado. Las guerras serí/an lejanas y el cambio clima/tico enfrentado de un modo ma/s razonable y justo.

Tuvimos la oportunidad de comportarnos de un modo diferente, aprender de un modo doloroso y recordar de un modo indubitable.

Por eso me parece que hay en el mundo una fuerza latente e imparable.

Todos los pobres que perdieron un familiar querido por la soberbia o la avaricia no deberí/an dejar de hacer esfuerzos por hacer oí/r su voz y mostrar su pobreza, su dolor, su soledad y su angustia.

Nada ni nadie les devolvera/ la persona amada que se fue, pero puede no haberse ido en vano si su testimonio logra cambiar a los dema/s.

Siempre preferimos no ver, olvidar, no escuchar, a veces so/ lo el dolor nos hace tomar conciencia de nuestras carencias.

La pobreza es atemporal

Mientras la riqueza es temporal, transitoria, efí/mera y relativa, la pobreza es atemporal, permanente, esencial y absoluta.

La pobreza nos acompan' a toda la vida. Cua/nto ma/s tenemos ma/s deseamos. Cua/nto ma/s comemos mayor la gula. Cua/nto ma/s vivimos ma/s tememos morir. Cua/nto ma/s sabemos ma/s ignoramos.

So/ lo el amor crece con la entrega, se enriquece cuando damos, se sacia con el ser amado.

Todo lo dema/s evidencia la carencia de lo que se adquiere, la insatisfaccio/ n de lo que se obtiene y la futilidad de lo que se espera.

La pobreza es esencial: somos pobres, nos cuesta reconocerlo y lo negamos, pero nuestros huesos nos lo dicen cada dí/a.

Nuestra pobreza es absoluta. Porque en el fondo eso es lo que anhelamos, la sed de absoluto. Allí/ yace nuestra radical pobreza, en el hambre de eternidad que so/ lo puede ser saciado por Dios.

Allí/ aparece la segunda caracterí/stica del Pontificado del Papa Francisco. La infinitud de la Misericorida paternal de Dios que nos ama como una madre y nos protege con su amor, su ternura y su proximidad.

El Papa Francisco ha desarrollado con una enorme profundidad la teologí/a de la misericordia y la antropologí/a de la proximidad.

Allí/ se encuentran la criatura pobre y el creador misericordioso.

Tan misericordioso, que nosotros nos cansamos de pedir perdo/ n antes de que El se canse de perdonarnos.

Un amor que se anticipa al encuentro, un Padre que conoce nuestras necesidades y nos habla al oí/do y con ternura.

Esa revelacio/ n del Papa Francisco de que Dios es un Padre que nos ama con corazo/ n y palabras de Madre, representa para mí/ la quintaescencia de la misericordia, de ese corazo/ n que se aproxima al nuestro para encenderlo, protegerlo y cobijarlo.

Eso explica porque hace salir el sol sobre buenos y malos, porque deja que la cizan' a crezca junto al trigo, porque siembra do/ nde la semilla no va a crecer, porque viste lo lirios con mayor brillo que Salomo/ n, porque clama que perdone a quienes le esta/n matando... Son mis padres, mis hijos y mis hermanos... eso grita el Cristo en la Cruz al Padre que mira y ama con todo su espí/ritu.

No es el dios de los contadores, que piensan que lleva un libro con aciertos y errores.

No es el dios de los Ingenieros que piensan que son los e/xitos los que abren el camino.

No es el dios de los poderosos que piensan que son los logros los que hacen agradable la ofrenda.

Es el Dios de la viuda, del hue/rfano, del Samaritano, de los pescadores y de los pecadores, del que no teme la burla por subirse a un a/rbol a verlo,

o del ciego que responde con sorna a los que le interrogan o grita al costado del camino para poder ver, o de los que acuden a escucharlo sin alforjas ni comida, o tienen tanta Fe que una palabra suya es suficiente o lloran y sufren al costado del ví/a crucis, o esta/n bajo la cruz agonizando con el condenado.

¿Cuándo Señor te vimos?

Cuando viste al más pequeño.

Y ese es el tercer punto sobresaliente: la fortaleza en el compromiso

No teme caer, ni teme mancharse.

El Pastor sale al encuentro del que esta/ en los ma/rgenes, del que no tiene voz ni es escuchado.

Habla con la autoridad del que piensa lo que hace, siente lo que piensa, y hace lo que siente. Esto es lo que nos dijo a los educadores y como educador lo pone en pra/ctica.

Sus gestos hablan tanto como sus palabras.

Nos ama a todos pero su misio/ n esta/ en ir al encuentro del que esta/ so/ lo y desamparado.

La caridad y el servicio, se han puesto en evidencia en cada minuto de su vida y a eso nos compromete cada dí/a.

Salgan. Caminen. Actu/ en. Dialoguen. Abran espacios. Tiendan puentes.

Superen diferencias. Cierren abismos.

Nos lo dice en cada homilí/a, catequesis, exhortacio/ n o encí/clica.

No dejen que el pasado limite al futuro.

Superemos las diferencias por arriba.

Pongamos en marcha procesos.

Veamos la totalidad y no la parte.

Dejemos que el tiempo actu/ e.

Mantengamos siempre la unidad.

Seamos realistas.

Luchen contra la globalizacio/ n de la indiferencia.

Vivan la alegrí/a del anuncio de la Buena Nueva.

Durante diez an' os ha afirmado y reafirmado su compromiso para que seamos una comunidad de hermanos.

Si la pobreza es el centro de su Fe.

Si la misericordia es el norte de su Esperanza.

El compromiso es la manifestacio/ n viva de su Caridad.

Eso le da alas a la pobreza, aire a la misericordia y raices a la caridad. Para que podamos cuidar desde el planeta hasta el dormitorio; desde el nonato al agonizante; desde el paupe/rrimo al millonario, sin distincio/ n alguna, siendo hermano so/ lo por ser humano.

Cada dí/a es un regalo de Dios para poder escucharlo y llevarlo a la pra/ctica.

Un abrazo a la majada Ernesto

REFLEXION 144

LA BIENAVENTURANZA DEL RESUCITADO: FELICES LOS QUE CREEN SIN VER.

Esta Bienaventuranza del final original del Evangelio de San Juan (el capí/tulo XXI se agrego/ posteriormente) esta/ dirigida a nosotros: los que no vimos.

Otra manera de formular esta Bienaventuranza serí/a: Felices los que vivan la Fe en la Iglesia, Madre y Maestra.

¿Alguna vez te has preguntado por los caminos que se recorrieron hasta tu Fe? Frecuentemente es un derrotero de caminos femeninos: madres, abuelas, tí/as. Son las mujeres mayormente los canales de transmisio/ n de la Fe, de vez en cuando aparece un hombre que vive intensa y plenamente la Fe. Para mí/ el rol de la mujer en la transmisio/ n de la Fe es crucial. Creo que eso tiene que ver con una razo/ n histo/ rica y biolo/ gica. Si nos remontamos en la historia, yo creo que la gestacio/ n de la humanidad en la historia de la evolucio/ n culmino/ con la ge/nesis de la palabra hace unos ochenta mil an' os.

La primera palabra humana se pronuncio/ hace unos ochenta mil an' os y como no hay historia que la haya registrado tenemos libertad para imaginar co/ mo decí/a Borges “a mi se me hace cuento”... que la primera palabra humana fue maternal y cantada.

Me gusta son' ar que la primera voz humana, pronunciada en la noche de los tiempos, fue una madre cantando al hijo, para arrullarlo en medio de la noche y exorcizar sus temores.

Lo acicalo/ , le amamanto/ y le canto/ .

Allí/ nacio/ la palabra en la historia de la humanidad.

Esa imagen de la primera madre, cantando al nin' o en su pecho, la veo repetirse infinitamente como en un juego de espejos, en cada una de nuestras madres, a lo largo de toda la historia humana, Imagino ma/s adelante mostra/ndole las maravillas del mundo, ayuda/ndolo a dar los primeros pasos, y la confianza del nin' o en esos ojos, en esas manos y en esa palabra, que a la par que nos permite ejercer la libertad tambie/n nos despliega la maravilla que nos rodea.

Así/, exactamente así/, vivo yo la Iglesia.

Es esa madre en la que tengo confianza, que me ayuda a crecer en libertad y me ensen' a a comprender la realidad.

Felices los que creen sin ver.

Felices los que sin haber visto al Cristo resucitado son capaces de descubrir los efectos de su venida en la familia, en la comunidad que los cobija, los nutre y les ayuda a orar.

Por eso me admira cuando escucho a nuestro Pastor abrir las puertas de su corazo/ n para decirnos: “somos un hospital de campan' a”, “abramos la puerta”, “todos son bienvenidos”.

¿Podemos imaginar una madre que abandone o lastime a su hijo?

¿Podemos imaginar lo que debe sentir un nin' o que no es amado?

Felices los que creen sin ver, tambie/n podemos leerlo como Felices los que ayudan a que otros crean sin ver.

El nin' o alimenta/ndose en el seno materno, con los ojos cerrados, no ve pero siente la calidez del abrazo, la saciedad del hambre y la serenidad del canto, que relaja su cuerpo y su espí/ritu.

¿No te pasa lo mismo cuando esta/s en la intimidad del templo?

Cuando entro a cualquier templo, en cualquier lugar, y me siento en los bancos del fondo, miro al sagrario y me traslado inmediatamente a mi capilla de Lourdes en mi colegio. Siento la calidez, la saciedad y la serenidad de estar en casa.

Vuelvo a ser nin' o otra vez, en los brazos de mi madre.

Do/ nde la ciencia se esfuerza por demostrar, la Fe nos permite experimentar.

Al amor de Dios se llega desde el amor humano.

Al perdo/ n de Dios se llega por la experiencia liberadora de perdonar.

Al convencimiento de la resurreccio/ n se llega por la manera en que viven los que creen en el resucitado.

Felices los que creen sin ver, se puede leer tembie/n: Felices los que ven co/ mo se aman los que creen.

Por eso la Bienaventuranza del resucitado se puede leer como una bendicio/ n y una misio/ n: que otros puedan creer por el modo en vives tu Fe.

El, que murio/ y resucito/ para salvarnos, te bendice y te dice: espero que seas Feliz y puedas creer sin ver.

Un abrazo a la majada

Ernesto

REFLEXION 145 LA PACIENCIA DE DIOS

El Pontificado del Papa Francisco se caracteriza por resaltar la Misericordia de Dios, lo ha hecho en innumerables ocasiones y celebro/ un An' o Santo de la Misericordia. Es el papado de la misericordia.

La misericordia tiene por lo menos cuatro hechos sobresalientes: la magnanimidad, la confianza, la esperanza y la paciencia.

La magnanimidad se expresa simplemente con aquello de que nos cansamos antes de pedir perdo/ n que Dios de perdonarnos.

La confianza se renueva en cada gesto de arrepentimiento, Dios cree en nosotros ma/s de lo que nosotros mismos creemos en nosotros.

La esperanza se reaviva en cada perdo/ n que recibimos: “de ahora en adelante, no peques ma/s”, es el anhelo de Dios con el que nos levantamos.

Pero hoy quiero reflexionar sobre la cuarta condicio/ n: la paciencia de Dios.

Ese Dios que conoce la maldad y sin embargo, espera silencioso, como impotente.

Este misterio de esta actitud de Dios frente al mal es de las ma/s difí/ciles de enfrentar.

¿Do/ nde esta/ Dios frente a las atrocidades de la guerra?

¿Do/ nde esta/ frente a las innumerables injusticias?

¿Do/ nde frente al hambre, la desnudez, el frí/o, la muerte, el dolor, el padecimiento de innumerables seres humanos?

Si pudie/ramos observar desde el corazo/ n de Dios ¿que/ verí/amos?

Su revelacio/ n nos presta voces que resuenan en nuestro corazo/ n.

Dice Dios: he creado todo un mundo, todo un universo, para que goces de las maravillas que he hecho para ti.

Sin embargo, has transformado mi jardí/n en un lodazal; te has apropiado de la belleza exuberante de la naturaleza para venderla como un lujo inaccesible; has usado el poder de la inteligencia para someter, ultrajar, saquear y matar; has abusado de la libertad para esclavizarte de tus pasiones.

Ven, dice Dios, observa la coleccio/ n de los desmanes de la humanidad, aquí/ esta/n: la piedra de Caí/n, el manto que cubrio/ la desnudez de Noe/, un a/nfora de agua del pozo de Jose/, el ba/culo de Moise/s, el cuchillo de la circuncisio/ n de Josue/, una costilla de la ballena de Jona/s, un trozo del pan del templo que saqueo/ David, la espada con la que Salomo/ n iba a cortar al nin' o, un vaso del vino que no bebio/ Daniel, la bandeja en la que estuvo la cabeza de Juan, el manto que se sortearon de mi Hijo, la soga de Judas, la montura de Saulo…

Todo lo he observado… y siempre he detenido mi mano.

Ahora sie/ntate, dice Dios.

Cierra los ojos y observa tu vida, detenida y desapasionadamente.

Tambie/n te he observado… y he detenido mi mano despue/s de cada pecado, de cada traicio/ n, de cada desliz.

Lo que he hecho con la humanidad, lo he hecho tambie/n contigo.

¿Por que/ espero?

Porque al lado de cada cizan' a siempre crece el trigo.

Mira a Caí/n cuidando el huerto de Abel, mira los abstemios descendientes de Noe/, mira los santos de Israel, mira el templo que construyo/ el hijo de David,

mira crecer al nin' o que iban a matar Salomo/ n, mira a los discí/pulos de Juan seguir al Cristo, mira a los Romanos convertirse a la Fe del que traspasaron, mira a Saulo caer del caballo.

Mira a todos los hombres que han cultivado el jardí/n de las ciencias y las artes, que han unido las lenguas de los hombres, que han corrido la carrera de la vida y mantenido la Fe hasta el final.

Mira las madres que han adoptado, mira al soldado que saca el dedo del gatillo, mira las maestras que han dado su vida para que otros puedan leer, hablar y cantar las maravillas del Reino, mira los que curan los heridos, visten a los que esta/n desnudos y alimentan los hambrientos, mira a todos los que calman mi ira y frenan mi brazo.

Mí/rate tu/

Mira las veces que te has levantado, las veces que has cambiado, las veces que te has comportado con nobleza.

La soberbia del hombre no radica tanto en la creencia de que no caera/, como en la desesperacio/ n de creer que no cambiara/.

Mi paciencia, mi silencio, mi espera, es la manifestacio/ n de mi esperanza, dice Dios.

Yo sigo subiendo a la azotea porque mi hijo vuelve; sigo respirando agonizante al lado del camino porque el Samaritano se baja; sigo haciendo salir el sol sobre buenos y malos porque el trigo finalmente crece.

La maldad es un gesto relativamente raro y algunas veces, no todas, tiene posibilidad de ser reparado.

Te dire/, dice nuestro Dios, que/ esta/ agotando mi paciencia.

La indiferencia.

Esa que mata, esclaviza, destruye, viola, traiciona, roba, aplasta, con marcada eficacia.

Me explico, dice el Sen' or: el Rico epulo/ n no era malo con La/zaro, simplemente no lo veí/a.

Esa indiferencia hacia los que sufren, los que menos tienen, los que menos saben.

Esa indiferencia que mata a la distancia y deja morir en la proximidad.

Esa indiferencia que niega la salud, el conocimiento y la libertad a los ma/s de/biles. Esa, que transforma las ca/rceles en a/mbitos de tortura y hacinamiento; que hace de los geria/tricos un muestrario de indignidad humana; que transforma las villas en geografí/as de abandono y explotacio/ n.

Esa indiferencia desquiciada que destruye con avaricia mi creacio/ n.

Esa indiferencia de los buenos, esta/ agotando mi paciencia, dice el Sen' or.

Esa indiferencia de las personas como tu/ , esa me agota ma/s que la maldad de los que te escandalizan y aparecen en los perio/ dicos y los portales.

El tiempo de la justicia sera/ sorprendente, para unos y para otros, porque sera/ el momento en que caigan las ma/scaras y veamos con asombro nuestro lugar en el juicio.

Ni los unos ni los otros comprenden porque esta/n do/ nde esta/n.

Aprovecha mi incomprensible e inmensa paciencia, dice nuestro Dios, para salir de tu indiferencia y ser Bienaventuranza para tus hermanos, mis hijos ma/s desvalidos.

Sal de tu indiferencia y vera/s co/ mo las armas se hacen arados y el leo/ n descansa junto al buey.

Todaví/a tenemos tiempo, siempre hay un bien que podemos hacer, no desaprovechemos el dí/a de hoy.

Un abrazo a la majada

Ernesto

REFLEXION 146 EL MIEDO

El miedo es una emocio/ n que se ha conservado a lo largo de toda la evolucio/ n porque nos protege.

El miedo, el temor, el pa/nico, son grados del mismo feno/ meno, percibimos o intuimos una situacio/ n de grave riesgo para nuestra vida. Esa emocio/ n dispara nuestro circuito de alarma (stress) que nos lleva a paralizarnos, pelear o a huir.

La para/lisis inicial trata de que no sigamos por el mismo camino, adentra/ndonos ma/s en lo que nos atemoriza, al mismo tiempo se agudizan nuestros sentidos para percibir que esta/ sucediendo y cua/les son nuestras opciones: si la amenaza es dominable, entonces peleamos; si la amenaza es superior a nuestras fuerzas entonces huimos.

Cuando uno medita el Evangelio encuentra muchas situaciones en las que se menciona el miedo: en la barca, en el monte, en la pasio/ n, en el sepulcro, en el cena/culo.

En todos eso casos el miedo atenaza nuestro corazo/ n: cuando en nuestra vida las inclemencias biogra/ficas nos ponen en riesgo de zozobrar, tenemos miedo; cuando nos enfrentamos al misterio, tenemos miedo; cuando estamos en un a/mbito hostil, tenemos miedo; cuando nuestra Fe se ve desafiada, tenemos miedo; cuando estamos encerrados esperando al Espí/ritu, tenemos miedo.

¿Que/ nos saca del miedo, de la para/lisis, de la vora/gine que nos amenaza?

La Fe. El antí/doto del miedo es la Fe. La confianza en un Dios Padre que nos ama, misteriosa y profundamente; en un Dios Hijo, que se aproximo/ a nuestra condicio/ n para hacerse hermano y amigo; en un Dios Espí/ritu que vivifica y renueva toda la vida.

Esa Fe es la que nos lleva a elegir con sabidurí/a:

Cuando te veas impotente no caigas en la tentacio/ n de creer que el dinero es la solucio/ n, porque hay cosas que no puedes comprar ni por todo el oro del mundo.

Cuando sientas que las fuerzas de la naturaleza zarandean tu barca vital, no esperes aumentar la seguridad mediante ningu/ n ardid cientí/fico molecular o informa/tico, pon tu vida en manos de tu creador que es Sen' or de la Vida y de la Muerte, de Oriente y de Occidente, desde que sale el Sol hasta el Ocaso.

Cuando te deslumbre el misterio y te asombre la sorprendente realidad desconocida, no intentes reducirla para poder manejarla, de/jate inundar por la luz y la paz infinita.

Cuando este/s en medio del caos y la hostilidad, no olvides que en tu corazo/ n habita el mismo Dios. Es un misterio grande, pero toda la eternidad habita en tu pecho.

El miedo es inevitable, la Fe esta/ inmediatamente despue/s de la para/lisis y surge como un tercer camino, dejarte guiar por tu Padre, a do/ nde sea.

A veces sera/ huir, Egipto y Nazaret fueron destinos guiados. A veces sera/ resistir y pelear, la tierra prometida tuvo que ser conquistada. A veces sera/ entregar tu vida.

Sin duda la agoní/a y muerte del Cristo son un ejemplo de entrega, pero les confieso que cuando de entrega por la Fe se trata, el testimonio de la madre de los Macabeos, en el capí/tulo se/ptimo del segundo libro, siempre me deja boquiabierto.

Imaginemos la escena, Antí/oco ha desatado su furia contra el pueblo judí/o, ha prohibido sus costumbres, ha matado a Eleazar, ha asesinado a los que en una cueva celebraron el sa/bado y ha despen' ado a dos madres con sus hijos por haberlos circuncidado.

Ahora trae a una madre y sus siete hijos para que abandonen su Fe.

La madre ha sido testigo de la muerte de seis de sus hijos y les ha hablado, dice el texto: en lengua materna, de esta manera:

«Yo no sé cómo ustedes aparecieron en mis entrañas; no fui yo la que les dio el espíritu y la vida ni la que ordenó armoniosamente los miembros de su cuerpo. Pero sé que el Creador del universo, el que plasmó al hombre en su nacimiento y determinó el origen de todas las cosas, les devolverá misericordiosamente el espíritu y la vida, ya que ustedes se olvidan ahora de sí mismos por amor de sus leyes»

Al séptimo le promete riquezas si abandona la Fe, y le pide a la madre que lo persuada, y esta acepta hablar con el Hijo y burlándose del tirano le dice:

«Hijo mío, ten compasión de mí, que te llevé nueve meses en mis entrañas, te amamanté durante tres años y te crié y eduqué, dándote el alimento, hasta la edad que ahora tienes. Yo te suplico, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra, y al ver todo lo que hay en ellos, reconozcas que Dios lo hizo todo de la nada, y que también el género humano fue hecho de la misma manera. No temas a este verdugo: muéstrate más bien digno de tus hermanos y acepta la muerte, para que yo vuelva a encontrarte con ellos en el tiempo de la misericordia».

Luego de asesinar a los siete hijos, finalmente también mataron a la madre.

Cuando pienso en tantos hermanos nuestros que han muerto martirizados, siempre creo que deben haber tenido una Fe comparable a la de esa madre. Una Fe que reconoce al Señor más allá del dolor, el sufrimiento, la tortura y la muerte.

Cuando uno ve esos testimonios que nos han dejado nuestros mayores, se pregunta: ¿Qué temes? ¿A quién temes? ¿Porqué temes? A poco de formularte esas preguntas, encontrarás la serenidad, la fuerza y la sabiduría para hacer lo que Dios manda. La maldad, el pecado, el dolor, el sufrimiento, la injusticia y la muerte, forman parte de un misterio que los humanos no podemos dilucidar. Dios en su infinita sabiduría los permite, como permite a la

cizaña crecer junto al trigo, y hace salir el sol sobre buenos y malos. Tratar de dilucidar ese misterio es endiosarnos y fracasar.

La Fe lo que nos dice cotidianamente es que Quien hizo el género humano y todo lo creado, Quien informó la materia de tu cuerpo y te dotó de espíritu y de vida, quien te afilió por el amor de su Hijo, no te abandonará jamás.

Esa es nuestra Fe y allí el miedo desaparece.

Un abrazo a la majada

REFLEXION 147 EL SEMBRADOR INEFICIENTE

Salí/amos de misa con mi hija Lourdes, luego de meditar sobre la para/bola del sembrador y pensamos: si a Dios le hacen una auditorí/a algunos de los egresados de las maestrí/as de administracio/ n de empresas, estamos seguros que lo aplazan.

¿Co/ mo que siembra por cualquier lado? Hay que hacerle como mí/nimo un test de alcoholemia al sembrador, darle un GPS con los terrenos ma/s fe/rtiles, dotarlo de una escopeta contra pa/jaros, en fin: un desperdicio de semillas.

¿Co/ mo que semillas que producen 30, 60 o 100? No sen' or, a partir de ahora so/ lo las que producen 100, el resto deben desaparecer. Así/ que a seleccionar semillas, nada de andar sembrando cualquier cosa, hay semillas deseables que merecen germinar y otras indeseables que no.

Claro, pensaba para mis adentros, esa es la lo/ gica del productor, no del creador. La lo/ gica del mercado no del amor.

A la generosidad de Dios la vemos como un desperdicio, un exceso ineficiente. Por eso no entendemos las maravillas de Dios.

Si necesitamos so/ lo treinta mil genes para hacer un humano, y esos son ma/s o menos seiscientos millones de bases ¿Por que/ nuestro ADN contiene seis mil millones de bases? Quiza/s porque las protegen, quiza/s porque las regulan, quien sabe…

Si el mundo podrí/a funcionar sin belleza

¿Por que/ se tomo/ la molestia de dotar las flores y los frutos con tanta variedad de formas y colores? Quiza/ para hacerlos apetecibles, quiza/ simplemente por diversio/ n.

¿Para que/ has hecho caracolas de formas y colores tan diversos si te hubiera bastado con cubrir al caracol de un modo ma/s simple?

¿Por que/ hay tanta variedad de verdes en el campo si con uno so/ lo bastarí/a?

¿Por que/ tanto trinar diferente entre los pa/jaros si con un grito de alerta y otro de copulacio/ n nos darí/amos por satisfechos?

¿Para que/ has hecho tantos climas si con un suave oton' o o una pla/cida primavera bastarí/a?

¿Que/ sentido tiene el desierto si carece de la exuberancia de la selva?

¿Por que/ nos regalas la maravilla del universo con sus astros y sus estrellas que iluminan nuestra noche, si nada de eso puede volcarse a un asiento contable?

La belleza del mundo creado, la belleza de la biologí/a, la variedad de la vida y su armoní/a, grita a viva voz la existencia de un Dios que regala sus dones sin miramientos.

¿Y si la lo/ gica es otra?

¿Y si la semilla cambia la tierra?

¿Y si la semilla que alimenta los pa/jaros logra transformar el desierto en un terreno ma/s fe/rtil, porque cada picotazo que la levanta al borde del camino es como un pequen' o surco do/ nde puede crecer otro fruto?

¿Y si la semilla que crece ra/pidamente en un surco casi sin tierra, transforma esa aridez porque, aunque sea pequen' a, su raí/z ha penetrado unos milí/metros y allí/ puede crecer, aunque ma/s no sea un espino?

¿Y si la semilla que crece entre espinos, al menos alguna de ella sobrevive al ahogamiento y logra producir frutos?

¿Y si las semillas que producen cien so/ lo pueden hacerlo porque son hijas o nietas de las que produjeron treinta o sesenta?

¿Y si todas fueran deseables porque las de treinta maduran ma/s tarde y las de cien ma/s temprano y de esa manera tienes trigo ma/s tiempo?

La lo/ gica de la eficiencia cree que hay un solo problema y una u/ nica solucio/ n, la lo/ gica de la generosidad amorosa en cambio genera una realidad compleja y heteroge/nea que resuelve muchos problemas y combina soluciones para problemas presentes o venideros.

La idea de seleccionar los terrenos ma/s propicios y usar so/ lo las semillas ma/s fe/rtiles, elige que se desarrolle una sola alternativa. Termina con una mejor produccio/ n de un solo producto, en un lugar localizado y agota la tierra. Al final todo sera/ desierto.

El sembrador ineficiente explota todas las posibilidades, desarrolla infinidad de semillas y transforma el mundo.

Es la diferencia entre creacio/ n y explotacio/ n.

Si so/ lo ensen' amos los conocimientos “u/ tiles” dejamos de ensen' ar.

Si so/ lo investigamos lo que hoy tiene aplicaciones “pra/cticas” dejamos de investigar.

Si so/ lo consideramos “arte” a lo que conocemos y no exploramos territorios desconocidos, dejamos de crear.

Si so/ lo reflexionamos sobre los temas “importantes” dejamos de pensar. Si so/ lo creemos que vale lo que tiene “precio” dejamos de apreciar.

En la para/bola del sembrador todo es importante: los terrenos, las semillas y la actitud del sembrador.

Nos han dado infinidad de dones, que hemos recibido gratuitamente. Nos han dado un nu/ mero finito de dí/as y terrenos en los cuales esparcirlos. Guardarlos es perderlos; aplicarlos cuidadosamente so/ lo en los lugares aptos es adaptarnos al mundo como es; sembrarlos generosa y descuidadamente es cambiar el mundo futuro.

Nos ha sido dado cosechar lo que otros sembraron, no dejemos de sembrar para que otros cosechen, so/ lo así/ colaboraremos en la obra creadora del Padre, que no ha dudado en regalarnos su obra excelsa a todos sin distincio/ n.

Nosotros, cada uno de nosotros, es a la vez sembrador, semilla y terreno.

No lo olvidemos.

Un abrazo a la majada

REFLEXION 148 ISLAS DE CORDURA (ESTRATEGIAS DE SUPERVIVENCIA I)

Hay una ane/cdota que alguna vez me relato/ mi abuelo, sobre una amiga que viví/a en Co/ rdoba y que me marco/ por la simpleza y profundidad de su mensaje.

El relato empieza con una abuela inglesa que de forma cotidiana a las 17 horas en punto cada dí/a repetí/a el ritual del te/.

Quince minutos antes comenzaba a hervir el agua, colocaba el mantel en la mesa, distribuí/a las tazas alrededor de un plato con escones, tostadas o un bizcochuelo. Faltando unos diez minutos, remojaba en agua fresca las hebras de te/ y faltando cinco minutos serví/a el agua hervida en la tetera y colocaba las hebras en la canastilla. Esperaba cuatro minutos exactamente que infusionara y a las 16:49 iba con la tetera a la mesa, en la que sola o con comensales invitados, a las 17:00 serví/a la primera taza.

Un dí/a su nieta, habituada a la repeticio/ n de estos gestos, le pregunto/ cua/l era la razo/ n de esta rutina, de esta suerte de liturgia cotidiana, y la abuela, con mucha compostura respondio/ : son islas de cordura en medio de la locura del mundo.

Y paso/ a explicarle.

Ella tení/a poco ma/s de siete an' os a principios de la de/cada del cuarenta, viví/an en Londres, el mundo estaba en guerra y todos los dí/as sufrí/an bombardeos. Recordo/ el miedo que le calaba los huesos, el frí/o y la oscuridad de los tu/ neles del subterra/neo que usaban como refugios antibombas. El olor acre del fuego y el humo despue/s de los bombardeos. La sorpresa y la alegrí/a de estar vivos y la pena de los vecinos o amigos que perdieron sus casas o sus vidas en esos tiempos.

Allí/, de la mano de su abuela volví/an a la casa de departamentos que estaba a dos cuadras del refugio.

Rezaba para que su casa se mantuviera en pie mientras sorteaba los escombros en la calle.

Siempre tuvieron la suerte de volver a la casa que durante todo ese tiempo se salvo/ de ser destruida. So/ lo algunas grietas eran el testimonio de los sacudones que sufrio/ .

Cada vez que regresaban la abuela hací/a la misma ceremonia del te/. Cada vez, le decí/a, en tiempos de guerra despue/s de la locura y en tiempos de paz, a las cinco de la tarde en punto debes viajar a la isla de la cordura: una isla redonda y diminuta, que cabe en una taza y tiene el sabor inconfundible de un buen te/. Eso que penetra por tu vista, tu olfato, tu gusto y ca/lido discurrir por tu garganta, eso te traera/ paz y serenidad, do/ nde este/s.

Luego le conto/ del viaje a la Argentina, de la estancia en la provincia de Buenos Aires, de los caballos y la escuela rural. La abuela se quedo/ con ellos hasta que en los setenta se la llevo/ una neumoní/a y su madre tomo/ las riendas de la hora del te/.

Le conto/ del viaje a las Sierras de Co/ rdoba y co/ mo se enamoro/ de ese paisaje y se fueron a vivir allí/.

Hace diez an' os se nos fue para estar con su madre en los brazos de Dios y desde entonces es mi tarea, dijo la abuela, hacer el te/

Alguna vez no estare/ y quedara/ en manos de tu madre, y dentro de mucho, mucho tiempo, si Dios quiere, sera/ tu labor crear estas islas en las que el mundo y su locura quedan afuera.

Hoy el mundo esta/ cada vez ma/s loco, nos atosiga con mensajes en los que todo esta/ en venta o es comprable; se sienta con nosotros en el living de la TV; esta/ en nuestro escritorio a trave/s de la computadora; se mete en nuestro bolsillo al alcance de la mano en nuestro mo/ vil.

Cada vez es ma/s difí/cil dejarlo afuera.

Excepto, cuando a las cinco de la tarde en punto, en algunas casas, algunas familias, a pie, en tren, avio/ n, colectivo o auto, viajan a una isla de quince minutos de cordura.

Se cierra la puerta al mundo y se abre el corazo/ n en una mesa, con una taza de te/

Podrí/a se cualquier otra infusio/ n.

Podrí/a ser cualquier otra hora.

Pero es muy sano que tengas junto a tu familia una zona segura en la cual poder hablar, compartir, perder el tiempo y no comprar ni vender nada.

Eso construye lazos de amor que se transmiten mucho tiempo y crea recuerdos que traen paz y sosiego, es decir cordura.

No te lo pierdas, te hace ma/s humano.

Un abrazo a la majada

Ernesto

REFLEXION 149

CUIDAR EN LOS CAMPOS DE EXTERMINIO) (ESTRATEGIAS DE SUPERVIVENCIA II)

Hay momentos en que las condiciones de tu vida cambian dra/sticamente, abruptamente y absolutamente.

Podemos imaginar que algo así/ les paso/ a todos los judí/os, gitanos o disidentes a los que los nazis recluyeron en campos de exterminio.

Se ha analizado profundamente las causas de la maldad de quienes perpetraron esos crí/menes y las razones de la indiferencia o la ignorancia de quienes los permitieron.

Pero hoy quiero que reflexionemos sobre las estrategias que implementaron los que sobrevivieron.

Especialmente las mujeres.

Aunque parezca mentira los campos de varones fueron un infierno menos severo que el de mujeres y nin' os.

Sin embargo, sobrevivieron proporcionalmente ma/s mujeres que hombres.

De la supervivencia de los campos de varones tenemos dos autores que nos pueden ilustrar: Viktor Frankl en su texto “El hombre en la bu/ squeda de sentido” nos da algunas pistas y Primo Levi en su trilogí/a tambie/n nos ayuda.

Pero el texto ma/s interesante que he conocido sobre la supervivencia en los campos de mujeres es el que escriben Roger Ritvo y Diane Plotkin en un libro que se llama “Sisters in Sorrow” (Hermanas en el dolor. Voces de cuidado en el holocausto).

De ellos aprenderemos tres lecciones para sobrevivir en condiciones de extrema injusticia, dolor y muerte.

Las tres estrategias fueron: compromiso con la vida, red de socorro y el valor de la libertad minu/ scula o apropiacio/ n del ambiente.

1. En medio del horror reafirmaron su compromiso con la vida.

Ritvo y Plotkin describen una extensa red de supervivencia en las condiciones ma/s extremas e inhumanas que uno pueda imaginar ¿Co/ mo sobrevivieron las mujeres y los nin' os en los campos de exterminio nazis?

La sobrevida en un campo de exterminio estaba absolutamente sometida a la voluntad de cualquiera de los carceleros: cualquier homicidio y por cualquier razo/ n se podí/a matar a un prisionero.

Cualquier intento de preservar la vida eran castigados: evitar un suicidio conducí/a a la muerte de ambos, quien lo intento/ y quien lo evito/ : de allí/ nacio/ la logoterapia, “entre la soga y la silla so/ lo tení/amos la palabra”, dijo Viktor Frankl en uno de sus textos.

Detectar una embarazada la conducí/a a la muerte. El nacimiento de un nin' o era motivo de asesinato de la madre y el nin' o.

Sin embargo en medio de ese infierno, las reas reafirmaron su compromiso con la vida: la polaca Stanislawa Leszczynska (La partera de Auschwitz), es uno de los ejemplos ma/s fuertes, fue capaz de decirle al propio Mengele que no matarí/a a los nin' os y acompan' o/ a ma/s de tres mil mujeres encintas y aunque la mayorí/a de los recie/n nacidos fueron asesinados por los

nazis, hay unos trescientos que sobrevivieron (la mayorí/a de ellos fueron entregados a familias alemanas y sus madres asesinadas).

Haciendo cua/nto podí/an en las barracas la llegada de un nin' o era visto como signo de la esperanza en medio de los tormentos ma/s atroces.

2. En medio de las ma/s atroces privaciones construyeron una red de soporte.

Siempre hay alguien que esta/ en peor estado que vos. Que tiene una carencia mayor. Que tiene una necesidad mayor.

Cuando una interna estaba enferma o debilitada, de su nada compartí/an un pedazo de su pan para alimentar a la que lo necesitaba ma/s.

Esa solidaridad fue la razo/ n ma/s importante para la supervivencia de las mujeres.

Cuando leí/a sus testimonios, no pude menos que recordar el pasaje evange/lico de la limosna de la viuda, que Jesu/ s exalta por encima de todas las dema/s limosnas.

Esto es tambie/n lo que rescata nuestro Pastor de la experiencia con los pobres y marginados: la centralidad de Dios.

Pareciera que en tiempos de abundancia Dios es marginal, mientras que en situaciones de extrema carencia Dios es central.

En la caridad concreta del auxilio que se prestaban las mujeres entre sí/, es evidente esa centralidad: algo de mi nada para calmar un poco tu padecimiento.

3. Careciendo de casi todo se apropiaron de su ambiente.

Esta fue la tercera de las estrategias de supervivencia.

En las barracas estaban hacinadas y muchas veces no habí/a ma/s que tres frazadas cada diez prisioneras.

Ellas, allí/, en ese a/mbito atroz, de barro, frí/o y muerte, reconstruyeron un hogar en el cual convivir, un atisbo de humanidad, una an' oranza de paz.

¿Co/ mo lo hicieron?

Traí/an una piedrita del camino, como si fuera un presente que disfrutaban entre todas; cambiaban de lugar las cobijas para que diera la impresio/ n de orden o limpieza; poní/an una pequen' a planta en un rinco/ n casi escondido del escrutinio de los guardias, a la cual cuidar con devocio/ n filial.

Algo, casi nada, pero propio.

Esa estrategia, es como el aire a los pulmones. La vida, el mundo, lo que nos rodea, puede ser tan hostil como un campo de exterminio, no creo que pueda ser peor y estas mujeres nos ensen' an que en medio del horror podemos crear un mundo ma/s humano, ma/s ca/lido, ma/s nuestro.

Tres estrategias aprendidas en el horror y que pueden ayudarnos a transitar nuestra vida cotidiana. Comprometernos en la defensa absoluta de la vida humana, descubrir a nuestro pro/ jimo ma/s necesitado y humanizar el ambiente en el que vivimos, harí/an de nuestra vida una vida ma/s plena.

Un abrazo a la majada, en la pro/ xima analizaremos creatividad para la vida cotidiana.

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