Como el invierno había sido largo, Adelina necesitaba comida y también estirar las patas y correr por el bosque y ver mucha luz, así que salió otra vez de su casa. Comenzó a corretear por el bosque cantando y bailando, oliendo la hierba, las flores... y de pronto se encontró a la gusana Elisa, se abrazaron y se pusieron a jugar al corro muy contentas.
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