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mendoza, jueves 17 de abril de 2014
Por Pablo Icardi
Peligro, adolescentes sueltos Caminan, avanzan, pululan. Algunos los calificaron de “hordas”. Juegan, coquetean, se miran, se equivocan, se pelean. Se juntan en la calle, ahora andan en patineta y “destruyen” las plazas. Cuidado: hay adolescentes sueltos en las calles, en los centros comerciales y espacios abiertos. Parece muy extraño, pero es real: voy a terminar por agradecerle al centro comercial Palmares por haber tomado una insólita, arbitraria (e ilegal) decisión al prohibir el ingreso de personas menores de edad a su centro comercial. El agradecimiento es por abrir un debate en los medios que se vive a diario: qué hacen los adolescentes y los preadolescentes en un mundo que busca controlarlos a destiempo, entretenerlos con otros códigos y estigmatizarlos. No hace falta describir a Palmares, ya lo hizo de manera genial Martín Caparrós en el libro “El Interior”, donde compara al centro comercial con Miami. “Desde USA, con escala en Santiago”, explica. Casualmente Caparrós describe a los shoppings de manera irónica. “Un mundo limpio, donde todo se muestra, donde siempre suena alguna música, donde se puede mandar a los chicos sin peligro”, decía Caparrós de manera profética en 2006. De manera casi unánime se apoya la decisión de los empresarios porque aseguran que hacía falta poner un orden, que los adolescentes no tienen control y, sobre todo, que los padres no se ocupan. Usan a Palmares y a los shoppings de guardería con seguridad privada. Buen punto y real: más có-
modo es dejarlos ir y tercerizar responsabilidades, que acompañarlos n el camino. Claro que alguna vez tendrán que andar solos. Más allá de las razonas sociales e intrafamiliares que hacen que un niño de 11 años o un adolescentes de 15 esté solo en un centro comercial, hay un bien superior que está fuera de debate: los derechos. La salida más fácil a cualquier conflicto es recortar derechos y es lo que los empresarios hicieron con la restricción. Derechos constitucionales como la libre circulación; la obligación de tomar a los niños y adolescentes como sujetos de derechos y no como “pequeños seres”. Los padres depositan a los niños y no se hacen cargo. Problema de los padres; no de los niños. Dicen que Palmares es un lugar privado y que tiene derecho a admitir o no a quien le plazca ¿Es un shopping un lugar privado que puede restringir la circulación de personas según las categorías que sus dueños consideren? Peligroso concepto el de “derecho de admisión”; más si es regulado por un comercio y con un vigilador que pide documentos. Por la edad, pero porque está en la raíz de todos como personas van a tender a reunirse, a buscarse, a encontrarse. Ahora lo hacen en shopping, que dejaron de ser “no lugares” para convertirse en centros de recreación. Parece raro. ¿Acaso no le enseñamos a los niños y jóvenes que lo importante es el consumo; tener; desear objetos? Bueno, entonces no debería ser tan extraño que elijan una de
las mecas del consumo por el consumo mismo para encontrarse. Un dato: como Palmares ya no los deja, ahora apuntan a otros lugares como La Barraca. Otra novedad. También los quieren correr de las plazas, porque las destruyen. Dicen que rompieron la Plaza España con sus patinetas; que por plaza San Martín no se puede caminar. Es decir, la culpa no es la falta de mantenimiento ante el uso de
un espacio público; sino el uso del espacio público. Bueno, sumo debates perdidos con amigos y parientes por montones; pero prefiero las plazas llenas; un intendente gastando fortunas en arreglar una y otra vez una plaza rota por su uso antes que estén brillantes para la foto y con adolescentes escondidos.