Edición 317 Voces del Periodista versión pdf

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ITINERARIO 2015 ABRAHAM GARCÍA IBARRA

La Primavera de los Pueblos.

El México bronco ya despertó

Elecciones y la Teoría del caos Dejen a los caballeros que cometen los asesinatos, dar el primer paso… Alphonse Karr

La Primavera de los Pueblos En 1846 hubo elecciones parlamentarias en Francia. Francois Guizot obtuvo holgado mandato para acompañar al rey Luis Felipe I.. Las oposiciones, sin embargo, siguieron haciendo política. (La oposición gobierna oponiéndose, dejó escrito un clásico, si mal no recordamos, Churchill). El gobierno prohibió el derecho de reunión. ¿Qué hizo la oposición? Los opositores siguieron reuniéndose bajo la cobertura de banquetes en los que los comensales pagaban el derecho de admisión. La fórmula pegó y el banquete se generalizó como correa de trasmisión de la resistencia en toda Francia. El gobierno prohibió los banquetes.

La imaginación al poder El 22 de febrero de 1848, en Paris, una legión de estudiantes desafió la prohibición del banquete, tomó las calles y marchó rumbo a la Asamblea Nacional. El clamor: 10

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Voto Universal. Para el 23 de febrero, masacre en el bulevar de Las Capuchina. Los opositores no se amilanaron. El 24, vuelta a las calles, ahora hasta el Palacio de Las Tullerías. El Rey impidió un segundo baño de sangre. Abdicó. Un gobierno provisional decretó la Reforma Política: Sufragio universal, reforma social y ¡Nació la Tercera República! Aquella transformadora insurrección se conoció como La Primavera de los Pueblos. Tope en eso, en enero de 1849, en Les Guépes (Las avispas), el escritor Alphonse Karr dictó:

“Cuanto más cambia algo, más se parece a lo mismo”. Al tiempo, las castas sicilianas sintieron la lumbre en los aparejos frente al inicio la revolución unificadora del Reino de las Dos Sicilias, amenazado por el parlamentarismo liberal del Reino de Italia. Guiseppe Tomasi de Lampedusa, escribe El Gatopardo. En la novela, su brillante y cicatero autor (obra única, aún consultada y mal citada) presenta al Príncipe Fabrizio (el tiazo) en alarmado diálogo con su sobrino favorito, Tancredi, quien le anuncia su decisión de incorporarse a la revolución popular. El Príncipe lo amonesta, advirtiéndole sobre la naturaleza innoble de los revolucionarios. El sobrino replica, sonriente, parafraseando lo que en Paris había escrito Karr en 1849: “Si queremos que todo siga igual; es necesario que todo cambie”. ¿Sicilia/Italia siguieron igual? Primer telón: Lo dicho por el sobrino Tancredi sustancia una lección de vida e historia para los mexicanos. La Revolución de 1910 -como la de 1810- sí cambió radicalmente el régimen jurídico y político. EDICIÓN 317

AÑO XIX


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