miramundo
suficientes, tenemos que construir una política de acuerdo con nuestros valores, pero sin contravenir los principios económicos fundamentales. Esto se logró discutir técnicamente y también dicté cursos en la Universidad de Chile porque se trataba de trabajar con datos, con leyes económicas, como he hecho en otros países. —En Chile los “Chicago boys” se asocian a una economía extractiva y cortoplacista, con medidas eventualmente útiles a largo plazo pero solo aplicables en dictadura, por sus costos humanos. — Las medidas más importantes tomadas en Chile no se adoptaron durante ese periodo. Fueron los gobiernos democráticos y nada era antidemocrático. Los aranceles se fueron reduciendo paulatinamente, pero la Concertación fue la que bajó al 6%, y muchos productos al 0%, por los Tratados de Libre Comercio, en promedio un 2%. Con esto el país llegó a ser uno de los menos proteccionistas del mundo. Los pasos más dramáticos fueron hechos por la Concertación. Tampoco cree que una democracia no pueda abrirse al mundo de la economía global, tal como lo están haciendo ahora Colombia y Perú: “En los años 70 no había un ambiente para esas ideas en el mundo, y menos en América Latina. Pero ahora son pocos los gobiernos democráticos que tienen precios controlados”, destaca.
—En cierto momento se creyó que las economías abiertas, según el modelo neoliberal, eran las más sensatas y se habló del fin del Estado de Bienestar. Pero esto parece haber cambiado, hay insatisfacciones, se plantean críticas y ajustes al modelo. ¿Qué le parece este fenómeno? —Tenemos en el mundo una globalización que ha cambiado la cara de la producción. Hay ventajas comparativas en manufacturas que antes tenían Europa y Estados Unidos, y los países en desarrollo se protegían de ellas con barreras arancelarias fuertes, era el viejo sistema. Pero la globalización es un terremoto mundial; las ventajas comparativas pasaron a Japón, luego a Taiwán, Indonesia, Malasia y finalmente a China. Como resultado hay quejas en todo el planeta, hasta nuestras fábricas de zapatos y camisas quebraron.
ESPÍRITU LIBRE Sus escritos, sus discursos, poco se parecen a la imagen de los “Chicago boys”. Es más, a sus 92 años, dice que sigue revisando los conceptos más básicos como oferta y demanda, con la calma y visión que le dan sus décadas de análisis: —Es un error de los economistas fanáticos del libre comercio decir que no hay perdedores. Lo cierto es que no todos ganan y los que sufren se enojan, por supuesto, pero la globalización ha sido uno de los elementos más positivos que han
LA MUJER DETRÁS DE HARBERGER. La chilena Anita Valjalo y Arnold Harberger se casaron en Londres en 1959. Ella fue un lazo más del economista con este país. El matrimonio siempre acogió a los visitantes latinos en su casa en Estados Unidos. Harberger enviudó en 2011.
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REVISTA UNIVERSITARIA
FOTOGRAFÍA GENTILEZA DE ROLF LÜDERS
“A pesar de ser economista yo casi soy budista, mi presupuesto mensual en comida es de 50 dólares semanales, y de 300 a 400 anuales en ropa”.