Revista Universitaria n°157

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157 Humana: la especie que nos une

157 Reportaje

Círculos Territoriales: el diálogo de los postergados

2019

Patrimonio

Nuestro pasado está en juego MIRAMUNDO

Pedro Morandé Una mirada con la distancia necesaria



editorial

Ser humano, hoy El dossier de este nuevo número de Revista Universitaria indaga varios aspectos que son un desafío para la humanidad y, en particular, para nuestra sociedad. Los autores estaban terminando sus artículos cuando el país se vio remecido por el estallido social que se inició el 18 de octubre. El dossier dedicado a “lo humano” se mantuvo, porque –como se explicita en los textos– ello se define por una relación con un otro; la sociedad y la cultura no tienen vida en un individuo aislado. Incluso, se plantea, nuestra especie no habría sobrevivido sin esa capacidad humana de actuar en coordinación con otros a gran escala. Dos entrevistas se realizaron cuando ya se había iniciado la crisis, por lo que en ellas se abordan los sucesos de octubre, pero, se estimó, para ahondar en este fenómeno social es necesario un tiempo de mayor reflexión; es la tarea con la que la revista iniciará el año 2020. No es fácil abordar “lo humano” en el tiempo presente. Nuestra especie, percibida por nosotros mismos como el escaño más alto en la escala de los seres vivos, parecía destinada a hacerse responsable de todo el planeta. Creencias religiosas, sistemas morales, justicia, política, nos Nuestra especie, percibida por habían permitido organizar un proceso civilizatorio muy significativo, a lo que se sumaron nosotros mismos como el escaño notables avances en ciencias y tecnologías, generadores de condiciones para un modo de vida de un bienestar cada vez superior y con expectativas de vida en incesante aumento. más alto en la escala de los seres Sin embargo, algunos efectos de este proceso –individualismo, desigualdad, cortoplacismo, vivos, parecía destinada a hacerse consumismo, contaminación, automatización creciente– parecen haberse apoderado del ethos civilizatorio, incapacitando al ser humano para responder de manera adecuada a los responsable de todo el planeta. (...) desafíos de la época. Incluso, se advierten aspectos de ello en algunas demandas planteadas las manifestaciones de octubre. Sin embargo, algunos efectos de en ¿Lo humano es esencial o modificable? ¿Puede haber una humanidad diferente y mejorada este proceso (...) parecen haberse artificialmente, o con ello atentaríamos contra el misterio del ser y de la existencia? al intento por responder estas preguntas, se incluye un reportaje sobre patrimonio. Hay apoderado del ethos civilizatorio, Junto mucho de él que no logra permear a toda la sociedad, en circunstancias que, como hemos incapacitando al ser humano para visto, un estallido social puede dejar una secuela de muertos y heridos. Él debe corresponder a un logro, a una cultura compartida que va dejando huellas, tangibles e intangibles, y responder de manera adecuada a ahora en el siglo XXI se valora especialmente porque aporta a generar un sentimiento y los desafíos de la época. una realidad de pertenencia social. Cuando esta existe, el grado de bienestar es más alto y la convivencia tiene más sentido. Esperamos, de acuerdo a nuestra misión permanente, que estas reflexiones contribuyan a desarrollar diálogos útiles a partir de este año 2020 –se incluye un reportaje sobre cabildos–, para una mejor convivencia.

Ignacio Sánchez DÍAZ Rector


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Impresión

contenidos 6 Miramundo

Pedro Morandé: Una mirada con la distancia necesaria POR ELIANA ROZAS Y CLAUDIO ROLLE

Considerado como uno de los pensadores más lúcidos del país en nuestro tiempo, entrevistado por una periodista y un historiador, el sociólogo Morandé emprende vuelo para comentar, más allá de la contingencia, rasgos de la universidad, la iglesia católica, Chile y América Latina.

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Círculos Territoriales: la voz que emerge desde los barrios POR PAULA BROWN

Con una larga y cercana experiencia por su permanente contacto con los pobres y marginados, el Hogar de Cristo, TECHO y Fondo Esperanza impulsan cabildos en distintos barrios para que sus voces no estén ausentes en el diálogo nacional.

18 Talento Público

“Nos encandilamos con una cáscara preciosa”

A Impresores

POR MATÍAS BROSCHEK

Las opiniones vertidas en los artículos no representan forzosamente el pensamiento de la Pontificia Universidad Católica de Chile o de la Revista Universitaria y son responsabilidad exclusiva de sus autores / ISSN 0250-3670 / ©Pontificia Universidad Católica de Chile, 1996|Prohibida su reproducción / Revista Universitaria es citada: ULRICH, International Periodicals Directory /

Aún no se producía el estallido social cuando Sebastián Bowen, desde su cargo de director ejecutivo de TECHO-Chile, advirtió que diez familias

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diarias se estaban viendo obligadas a trasladarse a campamentos, drama que podía generar una situación muy compleja en el país. Hoy, reconoce que no lo hizo con la urgencia debida.

24 Reportaje

El futuro de nuestro pasado está en juego POR PAULA BROWN

Lento ha sido el avance de la legislación orientada a reconocer y cuidar nuestros patrimonios culturales, circunstancia que se evalúa con otros ojos luego de los ataques directos a monumentos y edificios considerados de interés para la sociedad chilena.

30 DOSSIER

Humana: la especie que nos une La construcción del hombre POR PEDRO MALDONADO

Nuestras habilidades cognitivas nos permiten desarrollar una personalidad, tener creencias religiosas y políticas, convicciones morales y posturas ante lo que es o no es justo; pero, también y más allá de la biología, son producto del aprendizaje y la cultura.


Sentir al otro

Matemática = La fórmula de la especie

POR PAULINA VALENZUELA

POR MARIO PONCE

El arte, por vocación, reflexiona en torno al ser humano y sus sociedades; es el caso de Valentina Serrati y Cristóbal Cea, quienes, ante una humanidad asediada por fenómenos –como la tecnología y las estructuras sociales– crean obras que interrogan esas realidades de cara al público.

Desde esta disciplina el futuro ofrece horizontes de colores menos sombríos; lo humano más distintivo como la capacidad de abstracción, de razonamiento y de asombro, no está amenazado. Por el contrario, tendría más herramientas útiles para desarrollarse.

Evolución humana: una travesía a nuestros orígenes POR FELIPE MARTÍNEZ

A lo largo de millones de años, a veces con transformaciones muy mínimas, lo que hoy somos deriva de muchos sucesos que la ciencia, cada vez más, permite observar en toda su sorprendente riqueza, con infografía de Víctor Martínez.

Humanidades para iluminar la mente POR ADRIANA VALDÉS

En medio de imágenes inquietantes del futuro, tanto del planeta como del ser humano, parece que nada será lo mismo; el rol de las humanidades, para adaptarnos a un mundo muy diferente, podría ser indispensable para que podamos ser sujetos y no puramente objetos del devenir histórico.

Los límites de la perfección POR MARIO INZULZA

A través de la manipulación genética o por el uso de tecnologías al servicio de la medicina, crece la idea de un ser humano que, intervenido, podría superar al actual; para el autor, desde la teología, el mejor de los futuros pasa por otra vertiente; por una plenitud que se busca acercándose a Dios.

“Se necesita un proyecto de futuro” POR MIGUEL LABORDE

La idea de nación captó el interés del filósofo Jorge Acevedo hace muchos años; como si hubiera intuido que el unitario marco racial, religioso y lingüístico iba a estallar en el mundo global de creciente diversificación.

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Canon personal

Nicolás Somma: El Chile tras el mito POR CARLOS REYES

Estudioso de los movimientos sociales y las protestas colectivas, el académico de nacionalidad uruguaya ha visto que sus temas han avanzado hacia el centro de la contingencia.

76 El libro que me marcó

El director del campus Villarrica de la UC, Gonzalo Valdivieso, nos relata su experiencia al leer El señor de los anillos.

77 Reseñas

Una muestra de lo último destacado en literatura en el país.

78 Trastienda

La escena que captura un momento detrás del acontecer del país, la UC y cada edición de Revista Universitaria. Fotografía portada: “La Geometría de la Conciencia”, Alfredo Jaar. Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. AGRADECIMIENTOS: Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.

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Si tienes interés en colaborar en la revista o proponer algún tema, todas las opiniones son bienvenidas en el mail runiversitaria@uc.cl. Revista Universitaria disponible en

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ELIANA ROZAS. Es académica de la Facultad de Comunicaciones de la UC. Es periodista y egresada de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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Claudio Rolle cruz. Es académico de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la UC. Es licenciado en Historia de la UC y doctor en Historia por la Universidad de Pisa, Italia.


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Pedro Morandé

Una mirada con

la distancia necesaria El sociólogo, exprorrector, exdecano y más reciente doctor scientiae et honoris causa de la Universidad Católica, se aleja de las convulsiones en esta conversación. Precisamente, para interpretarlas. Con su reconocida lucidez, que convive con una proverbial falta de pretensión, acepta compartir con Revista Universitaria sus reflexiones acerca del presente de las que han sido sus grandes preocupaciones intelectuales: Chile, América latina, la universidad y la iglesia católica. Por Eliana Rozas y Claudio Rolle Fotografías de Luis Barriga

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“Que las instituciones sean disfraces para la conducta de las personas pone la discusión en otro nivel, uno que no es el habitual en que se mueve la población. Parte de la crisis de la iglesia es una crisis de confianza en la institución, particularmente en las escuelas”.

E

l rector de la UC, Ignacio Sánchez, lo ha definido como “el intelectual de mayor renombre nacional e internacional que ha tenido la universidad en décadas”; y el de la UDP, Carlos Peña, como “el intelectual católico chileno más relevante del siglo XX”. Pedro Morandé, doctor en sociología por la Universidad de Erlangen-Nürenberg, exdecano por muchos períodos de la facultad de la Universidad Católica donde se cultiva esa disciplina, exprorrector también de la UC, exconsultor del Consejo Pontificio para la Cultura, es un autor prolífico. A la lista de sus haberes intelectuales recientemente ha sumado otro: su alma mater le ha conferido el grado académico honorífico de doctor scientiae et honoris causa. Con su reconocida lucidez, que convive con una proverbial falta de pretensión, acepta compartir 8

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con Revista Universitaria sus reflexiones acerca del presente de las que han sido sus grandes preocupaciones intelectuales: Chile, América Latina, la universidad y la iglesia católica. En Cultura y democratización en América Latina, su obra más sobresaliente, Pedro Morandé indagó en los que considera son los principales rasgos de la historia latinoamericana marcada, entre otras cosas, por un abrupto paso de la oralidad a la escritura (que, a su juicio, explica que aun hoy no se entienda lo que se lee y sea lo oral lo que define aquello que se quiere comunicar); una constitución de estados soberanos no vinculada a la disputa entre reformados y católicos; y una evangelización realizada a partir de las órdenes mendicantes, sobre todo la de los franciscanos, fundamental a su juicio en la formación de la religiosidad popular. Esas son, afirma, huellas imborrables que se siguen manifestando, aunque no dan origen a una identidad homogénea: “Para mí la identidad es histórica y está relacionada con la vivencia real de las comunidades, que varía enormemente en todo el territorio de América latina”.


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Las raíces y la ideología en América latina —En esa perspectiva histórica, la región está viendo la emergencia de fuertes nacionalismos y de una revitalización de lo indígena. ¿Cómo interpreta eso a la luz de su concepción de lo latinoamericano? —Pienso que los dos temas tienen bastante de ideológico y de movimientos de ciertas élites ideológicas, más que de una reivindicación popular. En el caso mapuche, la única novedad, aunque muy importante, es que muchos de ellos ahora ya no solo son profesionales universitarios, sino que hasta doctores en distintas disciplinas. Entonces, están pensando su propia realidad desde sí mismos, desde su tradición particular. Por eso, hay que tener las antenas muy orientadas para ver cómo elaboran e interpretan su historia. Salvo eso, el resto de los nacionalismos fue impuesto por los estados nacionales. —De un modo algo voluntarista, ¿no? —Claro. Por ejemplo, los mapuches estaban tanto del lado chileno como del argentino y hasta el día de hoy en la Patagonia hay un campo de libre circulación donde es difícil establecer fronteras. Los movimientos migratorios de la sierra a las ciudades también han demostrado que la población aborigen es bastante permeable y, en cierta medida, deseosa de integrarse a los sistemas que llevan a la globalización y a la

comprensión más universal del fenómeno humano. Separemos, eso sí, los otros problemas que son de derechos conculcados. Hay cosas que tienen que ver con la tradición cultural, y otras, con circunstancias históricas particulares de la dominación o expansión del estado. En ese sentido, yo no veo que haya nacionalismos con un origen cultural expresable en términos políticos, como en Europa. Entre los catalanes, los vascos, los gallegos, los escoceses, no solo hay identidades culturales ancestrales, sino también reivindicaciones de autogobierno, dentro de lo que es posible. No veo que los nacionalismos latinoamericanos tengan ese carácter. —¿Se imponen superestructuralmente? —Sí, como ciertas tendencias ideológicas de malestar frente a la globalización, por una parte. Se busca una cierta autonomía de lo que ocurre en otros países, de modo que no tengamos que estar dependiendo a cada instante del cambio de gobierno de nuestros vecinos o de las grandes potencias. —¿Y esas circunstancias le hacen sentido al electorado y por eso vota a esos nacionalismos? —Exacto, pero normalmente los vota no por nacionalismo, sino por la reivindicación social que llevan consigo. Así veo el fenómeno del peronismo, de Evo Morales y, en su origen, el de Chávez. Lo que pasa en este caso es que después se impuso una cúpula política, que no correspondía a la reivindicación social original.

trayectoria y reconocimiento. Como “el intelectual de mayor renombre, nacional e internacional, que ha tenido la universidad en décadas”, definió el rector de la UC, Ignacio Sánchez, al profesor Morandé, quien en 2019 recibió el grado de doctor scientiae et honoris causa.

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superarse a sí mismo. “La libertad de pensamiento está sola, porque está enfrentada a sí misma, a la propia capacidad de darse por satisfecho con los resultados de la inteligencia. Ese es un punto esencial en la vida universitaria. Por eso no me gustan los premios”, confiesa Morandé.

—Su idea de lo latinoamericano está atravesada por lo cristiano. ¿Cómo cree que afecta la crisis de los abusos? —Lo más afectado es el prestigio público de las instituciones religiosas. Que a lo largo de la historia de América Latina haya habido sacerdotes con convivencia marital, distintas formas de ilícito vinculado a la actividad sexual, es parte de nuestra tradición. En Bolivia, Venezuela o Brasil uno encuentra a diario fenómenos de este tipo y va a seguir encontrándolos, creo yo. Pero ¿qué es lo que marca en este caso? Primero, el abuso de menores y el carácter sagrado que tenía la educación, por la que la iglesia se jugó en este continente, incluso más que por otras cosas, como la reforma agraria o el sindicalismo. Que la educación quede cuestionada por la práctica de la pedofilia es algo muy serio; quiebra la tradición de la confianza. La otra gran fuente de desprestigio es la hipocresía o

el ocultamiento de los fenómenos. Que las instituciones sean disfraces para la conducta de las personas pone la discusión en otro nivel, uno que no es el habitual en que se mueve la población. Parte de la crisis de la iglesia es una crisis de confianza en la institución, particularmente en las escuelas. —¿Piensa que las personas, creyentes o no, están entendiendo a las instituciones religiosas y a la iglesia católica en particular como un disfraz? —Yo creo que eso es lo que ha impuesto el peso de los hechos. A lo que voy es que hay que distinguir a una persona que está siguiendo un camino y lo desvía momentáneamente porque se enamora, por ejemplo, de otra que sigue sistemáticamente un patrón de conducta, sabiendo que se va a escudar, protegido por una institución.

“Los estudiantes de primer año son lo más importante, porque la universidad es una experiencia de solidaridad intergeneracional y no un conjunto de divos. Creo que eso responde a la esencia de cómo uno la experimenta: un espacio de libertad para aprender con otros y buscar la sabiduría con otros”. 10

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“En la medida en que alguien está consciente y aprecia hondamente la libertad de su inteligencia, mucha más convivencia puede hacer con otros. El que duda de su propia experiencia intelectual no puede enseñar nada”.

La universidad como convivencia de solitarios Aunque con un carácter menos trágico que el del abuso sexual, dice que eso que describe como utilización de la institución se da también en otros ámbitos, incluido el universitario: “Siempre hablaba, cuando era una de sus autoridades, en contra de los divos que usaban la universidad para su propia imagen”. “Por eso, en mi caso personal –ahonda–, yo tomé la decisión, tuviese el cargo que tuviese, de siempre hacer clases a los estudiantes que venían entrando. Otros decían ‘no, tienes que publicar’. Yo creo que los estudiantes de primer año son lo más importante, porque la universidad es una experiencia de solidaridad intergeneracional y no un conjunto de divos. Creo que eso responde a la esencia de cómo uno la experimenta: un espacio de libertad para aprender con otros y buscar la sabiduría con otros”. —De sus respuestas parece deducirse que advierte una tensión no resuelta entre la investigación y la docencia en las universidades hoy. —Yo diría mal resuelta. Eso tiene múltiples aspectos. Desde institucionales propiamente, donde se ponen los incentivos en la obtención de proyectos de investigación, y si de más envergadura, mejor, sacrificando la docencia del pregrado. Ahí hay un problema de incentivo administrativo que consiste en no premiar la docencia y sí la investigación, que justifico en períodos determinados, cuando la investigación ha estado más de capa caída, pero no a permanencia y nunca al precio de olvidarse del compromiso con los estudiantes de pregrado, que es el primero que tenemos como universidad. Pero hay también una cosa más de fondo y preocupante, que es no entender la universidad como una convivencia intergeneracional. En el fondo, la mayor esperanza que se puede tener es formar gente que va a tomar la posta cuando uno no esté. Hay una cierta tendencia a un utilitarismo o funcionalismo excesivo, que la gente se oriente tanto a los logros y al objetivo propio y descuide que está en una experiencia cultural más amplia, de solidaridad entre generaciones. —En la situación que describe, ¿qué posibilidad hay de que en las universidades se dé ese pensamiento de síntesis del que ha hablado y del que Cultura y modernización en América Latina es un ejemplo? —El pensamiento por su propia naturaleza busca la síntesis, que no es desconocer la variedad, sino estar abierto a ella y al relativismo de las circunstancias, de los puntos de vista disciplinarios y de las personas según su edad, su condición

sexual, en fin. Pero el pensamiento siempre trata de unificar porque el comprender algo como aún no comprendido o que exige replantear los conceptos con que se había trabajado es una forma de buscar la síntesis. Síntesis no es una sumatoria dentro del eje que uno está siguiendo. La gran diferencia entre los que se orientan a la cultura y los propiamente científicos es que el eje del horizonte de la cultura es la sabiduría, un pensamiento sapiencial. El otro es un pensamiento eficiente, capaz de producir resultados que cambien las cosas. Y los dos conviven en la universidad, pero creo que el primero tiene mayor capacidad de síntesis y amplitud que el segundo. —En el discurso del doctorado scientiae et honoris causa habló de la soledad como un valor en la universidad. ¿Cómo es que esa convivencia intergeneracional deja un espacio para la soledad como valor? —Hay que tomar distancia para ver un fenómeno en su conjunto. Es verdad que se corre el riesgo de ocultar los detalles, pero de otra manera no se sale de ellos. El sentido siempre está referido a una totalidad, a un horizonte. Desde ese punto de vista, siempre se necesita una cierta distancia, que puede ser en el tiempo, buscando períodos de más larga duración; una distancia en relación con los intereses económicos de la aplicación. Y eso hoy no es nada trivial, porque sabemos que las ciencias y sus productos pueden generar mucho dinero y hacer riquísimas a muchas personas. También, distancia del poder político, de la discusión de turno del foro público. Cuando vienen todos estos intereses que disminuyen el horizonte o el plazo, en el fondo no se puede pensar, y uno termina por adherir a la mayoría, simplemente. La libertad de pensamiento está sola, porque está enfrentada a sí misma, a la propia capacidad de darse por satisfecho con los resultados de la inteligencia. Ese es un punto esencial en la vida universitaria. Por eso no me gustan los premios. —Es muy sugerente la idea que propone, la de la universidad como una aventura común, pero de solitarios. —Claro, en la medida en que alguien está consciente y aprecia hondamente la libertad de su inteligencia, mucha más convivencia puede hacer con otros. El que duda de su propia experiencia intelectual no puede enseñar nada. Esa cuota de autonomía propia de la libertad exige considerar que uno no es el centro, sino que está en medio de un horizonte que lo envuelve y se mueve con uno. Esa idea del horizonte que se desplaza con la propia actividad es para mí la esencia de la experiencia universitaria. Y es lo que yo valoro, más allá de cualquier reconocimiento. Cada vez más, llego a la idea de que la libertad del espíritu es la esencia del ser humano.

Para leer más - Morandé P.; Cultura y modernización en América Latina. Estudio Preliminar de Josefina Araos. Instituto de Estudios de la Sociedad, 2017. -Morandé, P.; Brahm S.; Textos escogidos de antropología cristiana, Ediciones UC, 2018. - Morandé P.; Los desafíos éticos de la globalización. Colección Nexos 6. Editorial Nuevo Inicio, 1999. - Biehl, A.; Velasco, P.; Textos sociológicos escogidos, Ediciones UC, 2013. -Morandé, P.; Escritos sobre universidad, Ediciones UC, 2018.

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Círculos Territoriales:

voz

La que emerge desde los Los ejercicios participativos impulsados por el Hogar de Cristo, Techo y Fondo Esperanza buscan enriquecer el diálogo nacional sobre la convivencia y la justicia social, aportando la opinión de los chilenos más afectados por la desigualdad: los pobres y marginados. Texto y fotografías por PAULA BROWN

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reportaje

ás de 60.000 personas participarán hasta fines de diciembre en los Círculos Territoriales, ejercicios de diálogo comunitario dispuestos en todo el país tras el estallido social del 18 de octubre, para levantar las necesidades y dolores de las personas que viven en situación de pobreza en Chile. Implementada conjuntamente por el Hogar de Cristo, Fondo Esperanza y TECHO, entre otras organizaciones de la sociedad civil que se han ido sumando, la iniciativa busca, según estas entidades “generar un espacio de conversación con la población más vulnerable, que permita identificar las causas de la crisis social que atraviesa el país, priorizar las necesidades más urgentes y proponer soluciones”. “Ellos nunca han sido parte de la conversación que se da en materia de desarrollo. Viven en poblaciones abandonadas por el Estado, tomadas por el narcotráfico y la delincuencia, en un mundo paralelo, al margen de la articulación conceptual que el resto de la población maneja”, explica Juan Cristóbal Romero, director ejecutivo del Hogar de Cristo. Con un máster en Administración Pública en la Universidad de Harvard, este ingeniero civil de la UC sabe bien la importancia de contar con un ejercicio objetivo y transparente, liderado por un facilitador que maneje una metodología establecida y probada, permitiéndole sistematizar la información en una plataforma en línea para propiciar oportunamente el diálogo con quienes diseñan las políticas públicas.

Espacios de encuentro Tal como define su sitio web, los Círculos Territoriales son espacios de encuentro, contención y conversación que integran entre cinco y hasta 30 participantes, organizados en cuatro momentos para: 1. Recoger las emociones del grupo mediante un ejercicio de emojis, las populares caritas que inundan las redes sociales. 2. Identificar las causas de la crisis social, desde la óptica personal de los participantes y luego como plenario. 3. Plantear soluciones y priorizar algunas propuestas como grupo.

4. Reflexionar sobre el rol que cada uno de los participantes tiene en la solución del conflicto. El proceso dura aproximadamente dos horas y es dirigido por un facilitador, previamente capacitado en la metodología, la misma que se aplica en todas las experiencias. Además, cuenta con un software en línea que le permite desde su teléfono celular o tablet registrar y sistematizar los datos obtenidos de manera inmediata, para hacer más eficiente el análisis de la información y la confección de un informe que será entregado a las autoridades locales y nacionales durante el primer trimestre de 2020. “Porque no se puede seguir tomando decisiones sin oír a los que más sufren sus consecuencias. Por esto, buscamos impulsar una conversación honesta y horizontal con los que cada día sufren la exclusión, reconociendo su dignidad y sus derechos. Esta metodología, que nace en un periodo de grave crisis social, se mantendrá en el tiempo, porque lo único que permitirá la sostenibilidad de nuestra sociedad es la búsqueda conjunta y duradera de equidad y justicia para todos y todas”, afirma Romero. Los resultados de estos ejercicios comunitarios serán publicados en www.circulosterritoriales.cl.

Exclusión en cifras (Chile) • 1,5 millones de personas viven bajo la línea de la pobreza por ingreso (Casen, 2017). • En el país existen 802 campamentos, donde viven 47.050 familias (Minvu, 2019). • 90% de las familias que habitan en campamentos no tienen acceso formal al agua potable (Minvu, 2018). • 1,3 millones de personas en Chile viven en condiciones de hacinamiento (Censo, 2017). • 3,5 millones de personas viven en pobreza multidimensional, es decir, con carencias en educación, salud, trabajo, seguridad social, vivienda y nivel de vida en general (Casen 2017). • El déficit habitacional en el país es de 393.000 viviendas (Minvu, 2018). • 15.000 personas viven en situación de calle.

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Dolores y esperanzas Algunos participantes de los Círculos Territoriales abrieron sus diálogos a Revista Universitaria. Los encuentros comenzaron en las comunas de Conchalí, La Pintana, Renca y Til Til.

Danilo “Shocrea” (22), MURALISTA, La Pintana: “En el país existe una falla institucional que repercute en todo y por eso es difícil que existan cambios. El sistema está muy viciado. Creo que la transformación real vendrá en la medida que la gente se coordine, fortaleciendo los territorios. Hay organización en la calle y en las poblaciones. Una organización que se autogestiona, que no recibe apoyo del Estado y que tampoco lo quiere recibir. La institucionalidad en Chile es manejada por una clase política que, a la vez, es dirigida por los empresarios y por quienes tienen más dinero. Ellos jamás van a querer generar cambios para los que estamos más abajo. (…) Por eso es importante que demos nuestra opinión. Yo lo hago a través de mis pinturas y murales, varios de ellos están en en La Pintana”. 14

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fotografía CÉSAR CORTÉS

Flor Pacheco (62), dueña de casa, Conchalí: “Pienso que la principal causa del estallido social es la injusticia. El saqueo de los grupos económicos, el enriquecimiento de unos pocos en desmedro de todas las ayudas sociales que la gente necesita”.


reportaje

Jeanete RebolleDO (36), vendedora de ropa en feria libre, Tiltil: “Desde que llegaron los extranjeros nosotros quedamos sin trabajo. Ellos tienen todos los trabajos: bolivianos, peruanos, haitianos. Cobran 10 lucas diarias y a nosotros, que conocemos nuestros derechos, no nos pueden pagar tan poco”.

Osvaldo Contreras (69), guardia de seguridad, Conchalí: “Nuestros jóvenes están metidos en la droga… nadie hace nada, ni Carabineros ni Investigaciones. Necesitamos más educación para sacar a los cabros de esa situación… Educación gratuita y fin del CAE”.

Rachel Muñoz (70), jubilada, Til til: “Yo saco $107.000 de pensión. No me sirve de nada. Ahora que murió mi marido pienso que me va a llegar algo más. Creo que serán $143.000. Pero igual, ¿de qué me sirve? Tengo que pagar agua, luz, gas, los colegios de los niños. Y los colegios municipales a veces cobran más que los particulares”. 15


Adiel Alarcón (51), OBRERO, Til til: “¿Qué podemos hacer nosotros desde lo que nos toca? Deberíamos tratar de conversar con todos los vecinos. Dialogar más. Aprender de lo que el resto de la gente hace bien, y hacer ver si algo no está tan bien. Dar el ejemplo”.

fotografía KARINA FUENZALIDA

Irma Moreira (77), JUBILADA, Conchalí: “Se dice que quienes salimos a marchar somos ignorantes, dementes e irracionales, que somos un rebaño. Nos han tratado de parásitos y sanguijuelas. Muchos dicen que marchar es un error… yo pienso que es un honor”.

Ramón Aedo (22), estudiante, Renca: “Desde el 14 de octubre participé en las evasiones del Metro. Sentí alegría al ver cómo los estudiantes nos uníamos para sacar la cara por el país. Pero ya el 18 en la tarde, iba caminando con unos amigos porque no había locomoción y los pacos nos pegaron por nada. La alegría cambió a miedo total. Más tarde murió un amigo calcinado en Kayser, y es fuerte. Así que son muchas las emociones. Pero sobre todo hoy siento esperanza, aportando un granito de arena para cambiar el país. Creo que la desigualdad es el gran problema en Chile. En nuestro caso, los jóvenes ya estamos cansados de que nadie nos escuche”. 16

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reportaje

Narciso Vega (75), profesor, Conchalí: “Poca gente estudia medicina en Chile por vocación. La mayoría ve en ella un buen negocio. Vas al médico y este ni levanta la cabeza para mirarte. Ve la pura ficha. Creo que el gobierno debería dar las pautas. Por ejemplo, exigir a las universidades que quienes opten a créditos para pagar esta carrera entreguen como mínimo tres años de gratuidad a los servicios estatales. Es necesario aumentar la atención en los servicios públicos”.

Regina Quinteros (70), dueña de casa, Conchalí: “La palabra jubilación viene de júbilo, pasarlo bien. Yo quisiera que las pensiones fueran dignas para tener un mejor pasar. La verdad es que no se descansa en la vejez. Uno vive mirando el calendario para ver cómo te alcanza la pensión para terminar el mes”.

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talento público

Sebastián Bowen, director ejecutivo de TECHO-Chile, sostiene que había mucha podredumbre al interior del envoltorio que habíamos proyectado como nación exitosa. Poco antes del estallido social, denunció que cada día diez nuevas familias se veían obligadas a trasladarse a un campamento y advirtió sobre una catástrofe social. Hoy reconoce que debió hacerlo con más urgencia, que la magnitud del descontento lo impresionó y que el diálogo ampliado es nuestra única escapatoria. Por Matías Broschek Fotografías de Karina Fuenzalida y TECHO 19


Una sociedad frágil. El director de TECHO se cuestiona, “¿cómo no fuimos capaces de construir cimientos más sólidos?”. En la imagen recorre los pasillos de las oficinas de la organización, en la comuna de San Joaquín.

ientras avanzaba por Avenida Apoquindo en su automóv il gris, Yaris del año 2009, Sebastián Bowen se sorprendió al ver la multitud de personas que caminaban a lo largo de la calle. El director ejecutivo de TECHO-Chile había asistido a una reunión y cuando se sentó en el vehículo pasadas las cinco de la tarde de ese 18 de octubre, encendió la radio para enterarse del cierre de las líneas del Metro. De pronto divisó a tres señoras. Detuvo el vehículo, bajó la ventanilla y ofreció encaminarlas. Al rato viajaban a bordo del auto que Bowen describe como “chiquitito, pero muy fiel”. Durante el trayecto aparecieron las bromas, “¿qué pensarían sus maridos sobre el retraso que sufrirían en su viaje de regreso a casa?”. Asimismo, afloró

la ironía cuando las autoridades hablaron por la radio, pero también se evidenció una cuota de incertidumbre. “¿Qué irá a pasar mañana?”, preguntó una de las pasajeras a propósito del cierre de las estaciones. “Yo igual apoyo a los chiquillos”, agregó otra en señal de adhesión hacia quienes llamaban a eludir los torniquetes. Aquel fin de semana, Sebastián Bowen intentó comprender la magnitud de lo que estaba sucediendo. Pese a que él mismo había declarado públicamente días antes que el país estaba viviendo una verdadera “catástrofe social” y que, diariamente, diez familias en Chile se veían forzadas a tener que irse a vivir en un campamento, admite que la magnitud del estallido lo impresionó. En ese momento, reparó en la fragilidad de la sociedad. “¿Cómo no fuimos capaces de construir cimientos más sólidos?”, se cuestiona. “Nos encandilamos con una cáscara preciosa de un país que conseguía logros internacionales, organizadora de eventos relevantes como la COP25 y Apec, pero no nos dimos cuenta de que, por dentro de esa cáscara, estábamos bastante podridos, con bajísimos niveles de cohesión social”, agrega.

“La segregación se nos cuela por los poros en Chile”, afirma Sebastián Bowen y añade que se observa en la selección de los colegios, pero también en las autopistas pagadas y en las leyes de integración urbana. 20

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talento público Después del 18 de octubre, Bowen conversó con más de siete dirigentes de diferentes campamentos. En ese diálogo, se percató de que los destrozos en el Metro no eran tan importantes para todos. “Hemos vivido siempre con incerteza, a horas de distancia de nuestros trabajos, que lo estemos viviendo a raíz de la quema de un par de estaciones es muy triste para el país, pero para nosotros lo central es que se abre una posibilidad de cambio social”, le contestó uno de ellos. La idea le quedó dando vueltas. Para él la situación de los campamentos solo era un síntoma de una enfermedad más profunda que denomina exclusión. “De cierto modo avizorábamos que podía explotar esta olla de presión, el malestar nosotros lo podíamos ver. Como director de una organización sin fines de lucro me hago una autocrítica de no haber planteado el tema con mayor urgencia”, afirma.

Del Colegio San Ignacio a Haití Sebastián Bowen tenía 16 años cuando sintió por primera vez una sensación que emergía desde su estómago y que no respondía a una enfermedad propiamente tal, pero que tenía la suficiente fuerza para remecerlo. Se encontraba en Mariposas, una localidad rural ubicada en las cercanías de San Clemente. Con el lema “la tierra es para el que la trabaja”, la vasta hacienda Mariposas, cuyos extensos y productivos campos colindaban con Argentina, había sido dividida en 344 parcelas administradas por campesinos durante el proceso de la reforma agraria. Entre sus verdes prados y suave lomaje, Bowen rápidamente se encariñó con las personas del lugar. Había llegado proveniente del Colegio San Ignacio El Bosque para desarrollar trabajos de verano y lo que le impactó fue la gran brecha social con la que se encontró. La distancia entre los jóvenes de Providencia y Mariposas era demoledora. “Me generó un rechazo de guata”, cuenta. Regresó muchas

veces más. “Trataba de inventar actividades muy variadas, culturales, deportivas, talleres de hip-hop, acciones que contribuyeran a derribar los muros entre estos mundos”, afirma. De vuelta en Santiago, organizó junto a otros compañeros de curso actividades extraprogramáticas, una de los cuales abordaba el tema de la pobreza y la desigualdad. Hijo menor del arquitecto Álex Bowen y de quien fuera vicedecana de la Facultad de Educación de la Universidad Católica, Gloria Carranza, Sebastián vivió su infancia en la apacible calle Las Achiras, en Providencia. En esos años solía pasarse las tardes jugando partidos de fútbol en la Plaza Pocuro o inventando series de dibujos animados junto a sus amigos. Como “concho” de la familia, contaba con una autonomía envidiable y el apoyo de sus hermanos. “Me sentía muy protegido y con una sensación que me ha dado la vida hasta hoy de que nada malo me va a pasar”, afirma. El director de TECHO añora hasta hoy el gran jardín que disfrutó en esa época. “Si uno mira ese espacio con los precios de las propiedades actuales, se trata de un lugar privilegiado. Pocas familias chilenas podrían hoy darse el lujo de vivir así”, sostiene.

“Para salir de la crisis social, especialmente patente después del 18 de octubre, el sociólogo destaca que el nuevo acuerdo social no puede establecer que la convivencia esté ordenada en función del poder adquisitivo de los chilenos”.

“Que no se note pobreza”. Este dicho, tan popular en Chile, esconde algo muy duro, afirma Bowen. “Hemos sido muy cínicos y pretendemos esconderla debajo de la alfombra, como ocurre con los campamentos que se emplazan en la periferia”.

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talento público

“Mi sensación es que en Chile nos olvidamos totalmente de cómo dialogar y esto es muy complicado si queremos construir una sociedad más equitativa y prevenir futuras crisis”, afirma.

Pasado político. Luego de su participación como coordinador de la campaña presidencial de Eduardo Frei en 2009, descubrió que la política no era para él. “‘No soy de trincheras’, como diría Neruda, no soy de respuestas rápidas, prefiero la reflexión”, afirma.

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Poco tiempo después ingresó a la Universidad Católica para estudiar Sociología, en el campus San Joaquín. “Yo en realidad pasé por la universidad”, dice y enfatiza la palabra “pasé”. Aunque no le dedicó mayor tiempo al estudio, logró finalizar la carrera en el tiempo estipulado y también pudo articular iniciativas sociales con otras personas que conoció. “Mi principal aprendizaje fue la capacidad de juntar a personas y desarrollar diversos proyectos, aprovechando los recursos y fondos concursables que ofrecía la institución”, comenta. Asimismo, se postuló en 2004 como candidato a las elecciones de la FEUC por “Opción Independiente”, una lista que agrupaba a una corriente de liberales de centro derecha y también a una más socialdemócrata, con la cual se identificaba Bowen. Sin embargo, fueron derrotados en esa oportunidad por una coalición que incluía a La Surda, la DC Universitaria y otros movimientos políticos. Cinco años después, tras haberse desempeñado como director social de TECHO, Eduardo Frei Ruiz-Tagle le pidió ser el coordinador de su campaña presidencial. Dicha aventura política terminó mal y Bowen fue criticado por su inexperiencia política. Al mirar retrospectivamente resalta varios aprendizajes. “Se trata de una vivencia en la cual la ética de uno puede verse muy dañada, pues el rédito del corto plazo a veces aniquila los valores, pero en mi caso logré salir de pie y creo que eso fue valorado por la gente que conocí”, afirma. También aprendió que la política no era para él. “‘No soy de trincheras’, como diría Neruda, no soy de respuestas rápidas, prefiero la reflexión”, agrega. Bowen cambió Santiago por Carolina del Norte y la Universidad de Duke, donde estudió un magíster en Economía del Desarrollo y Desarrollo Internacional. Posteriormente se trasladó a

Haití para trabajar en la fundación Fo et Joie, ONG que imparte educación a niños en riesgo social. El contraste entre Estados Unidos y el país antillano fue enorme. “En Haití si algo funciona es la excepción”, dice. Del agobio inicial que suelen experimentar quienes llegan a la isla, Bowen se fue acostumbrando y siente hoy un gran agradecimiento hacia el pueblo haitiano. Aprendió el créole y hasta el día de hoy lo pone en práctica cada vez que se encuentra con inmigrantes haitianos. “Tú hablas tres palabras y se genera un vínculo muy especial”, comenta.

Segregación que golpea Una mulata acompaña a su hija mientras almuerza. Están sentadas en una pequeña habitación que funciona como comedor, living, cocina y lavadero. De pronto, un hombre vestido con buzo golpea fuerte sobre la puerta del departamento del block. “¡Ya mijita, ábrame la hueá!”, dice con prepotencia. La mujer lleva a la pequeña a otro lugar mientras avisa que ya abrirá. “¡Ya pues, Colombia!”, le insisten. El hombre fuerza la puerta e ingresa. “¿Y? ¿Dónde está el billete?”, pregunta. La colombiana explica que todavía no tiene el dinero para pagar el arriendo. La escena forma parte de los videos de la última campaña de TECHO, “Sin lugar”, inspirada en hechos reales y que refleja el drama que viven inmigrantes indocumentados frente a los abusos cometidos por arrendadores del mercado negro. Se trata de una realidad que Bowen conoce bien. En su regreso a TECHO, ha promovido un giro de la organización que considera la exclusión en la ciudad como un fenómeno que trasciende la mera construcción de mediaguas. En esa mirada integral también inciden la desigualdad, la migración y el clasismo.


Tiempo de actuar. Sobre las familias que viven en campamentos, Bowen afirma que se trata de un problema asociado a la falta de suelos y al consiguiente aumento de los precios. El sociólogo cree que al Estado le ha faltado un mayor sentido de urgencia en el fomento del arriendo, en el impulso de un banco de suelos, la autoconstrucción asistida, entre otras medidas.

Desconfianza y diálogo

“Al igual que los colegios privados, muchas empresas buscan atajos, y entre sus empleados escogen a quienes tienen un mayor capital cultural, pero hay que entender que no existen empresas exitosas en ciudades o sociedades fracasadas”, explica. “La segregación se nos cuela por los poros en Chile”, afirma y añade que se observa en la selección de los colegios, pero también en las autopistas pagadas y en leyes de integración urbana cojas. Hasta el estallido social, la sociedad también era hábil para ocultar la desigualdad en la ciudad, a diferencia de lo que ocurre en urbes como Río de Janeiro o Buenos Aires. “En Chile está el dicho de ‘que no se note pobreza’ y esto es algo muy duro. Hemos sido muy cínicos y pretendemos esconderla debajo de la alfombra, como ocurre con los campamentos que se emplazan en la periferia”, sostiene. Según él, detrás de esta enfermedad del segregarnos o seleccionarnos, hay un gran temor transversal a la pobreza. Pero afirma que la fantasía de la selección no hará desaparecer el problema de fondo. “Al final del día, todos somos parte de la misma ciudad y de su destino, por mucho que no nos guste”, constata. Entre las diez familias que se ven diariamente obligadas a irse a vivir a un campamento, hay muchas que no tienen el dinero suficiente para pagar el arriendo. Se trata de un problema asociado a la falta de suelos y al consiguiente incremento de los precios. Bowen cree que al Estado le ha faltado un mayor sentido de urgencia en el fomento del arriendo, en innovar con un banco de suelos, la autoconstrucción asistida, entre otras medidas. También al sector privado le corresponde un rol importante en el avance hacia una sociedad más inclusiva que, además, pueda ver un valor económico a la base de la pirámide. “Al igual que los colegios privados, muchas empresas buscan atajos, y entre sus empleados escogen a quienes tienen un mayor capital cultural, pero hay que entender que no existen empresas exitosas en ciudades o sociedades fracasadas”, dice.

En el análisis que hace de las razones del malestar, Sebastián Bowen identifica el sentimiento de la triple A. En primer lugar, menciona el abandono que las personas perciben por parte de las instituciones. Cuando las entidades públicas y privadas no llegan al campamento, la única vía es rascarse con las propias uñas o buscar el apoyo de los vecinos. El abuso es un segundo componente. “No accedo a las instituciones, pero hay otras personas privilegiadas que sí las aprovechan, ahí está la dieta parlamentaria, la corrupción y los casos de colusión”, señala. Finalmente, está la angustia, asociada al endeudamiento, a que los niños no puedan salir a jugar porque la calle está tomada por narcotraficantes o a las horas de viaje que debe soportar para ir a trabajar. Para salir de la crisis social, especialmente patente después del 18 de octubre, Bowen destaca que el nuevo acuerdo social no puede establecer que la convivencia esté ordenada en función del poder adquisitivo de los chilenos. Esto requiere, según Bowen, un nuevo pacto entre los actores políticos, que introduzca la implementación de políticas públicas que modifiquen estructuralmente la distribución de los capitales, entre los cuales menciona medidas tributarias. Para responder a la segregación territorial también resulta crucial introducir medidas para que la tierra que cada uno habite no dependa exclusivamente del dinero que disponga. Otro de los desafíos que avizora es la necesidad de entablar una mayor capacidad de conversación. “Mi sensación es que en Chile nos olvidamos totalmente de cómo dialogar y esto es muy complicado si queremos construir una sociedad más equitativa y prevenir futuras crisis”, afirma. Bowen apunta a la consideración de las organizaciones de base, como los comités de vivienda, las juntas de vecinos y los clubes deportivos, para que puedan tener una mayor incidencia en las decisiones que se adopten a nivel nacional. “Cuando nosotros construimos casas, una de las claves centrales para que el barrio perdure en el tiempo y sea exitoso es que la comunidad que va a vivir en ese lugar también participe de las decisiones, en el diseño de la casa, las áreas verdes, pues así se apropia del barrio”, indica. TECHO, en conjunto con Hogar de Cristo y Fondo Esperanza, elaboraron una metodología de diálogo y trabajo (ver reportaje anterior), que permite levantar las principales prioridades y propuestas de las comunidades. Esta propuesta fue compartida también con el gobierno para propiciar un entendimiento con la sociedad y superar la desconfianza que existe con la elite política. “Hay un riesgo de que se piense que el diálogo solo debe realizarse durante dos o tres meses para superar la crisis, pero no, debe llegar para quedarse”, concluye al analizar una fórmula de salida, para un país que, muchos dicen, ya cambió. 23


FotografĂ­a de Francisco Vidal

BasĂ­lica de La Merced. Desde mediados del siglo XVI se erige esta iglesia patrimonial. Fue declarada Monumento Nacional en 1977 y estĂĄ ubicada en la esquina de las calles Mac Iver y Merced, en la comuna de Santiago.

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reportaje

El futuro de

nuestro

pasado

está en juego Después de meses de polémica, el proyecto de ley para promover el reconocimiento y el cuidado del patrimonio cultural chileno, desde edificios y monumentos hasta sus tradiciones y rituales, adquiere un nuevo color tras el 18 de octubre. Los ataques directos a monumentos y edificios dejaron en cuestión el interés de la sociedad chilena por proteger las huellas de su historia y los elementos de su identidad; pero, también, a los responsables de ponerlo en valor. Por Paula Brown

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reportaje

l estallido social ha demostrado que el patrimonio cultural es un campo dinámico y en disputa permanente. En él comparecen estructuras de valor capaces de reconocer la diversidad, complejidad y riqueza de los distintos grupos y personas que formamos la sociedad. En él están en juego miradas sobre la manera en que entendemos el desarrollo, la historia, la memoria, la relación con el pasado y la manera en que queremos proyectarnos, porque el patrimonio siempre tiene que ver con el futuro”. Con estas palabras explica el subsecretario de Patrimonio Cultural, Emilio de la Cerda, el “enorme desafío” que surge en esta materia luego de la crisis social que vive el país. Asegura que el patrimonio no puede ser comprendido como un espacio de exclusión, sino que está llamado a acoger nuevas demandas simbólicas que permitan enriquecer su acervo, integrar a grupos sociales que hoy se sienten excluidos y ser una herramienta de cohesión y desarrollo integral de la sociedad. La oportunidad de alcanzar este desafío se abrió en mayo pasado y en plena celebración del Día del Patrimonio. En ese momento, el Presidente de la República, Sebastián Piñera, firmó el proyecto de una nueva ley para promover el recono-

“El estallido social ha demostrado que el patrimonio cultural es un campo dinámico y en disputa permanente. En él comparecen estructuras de valor capaces de reconocer la diversidad, complejidad y riqueza de los distintos grupos y personas que formamos la sociedad”, explica Emilio de la Cerda. Fotografía de S. Lobos

Epicentro de la ciudad. Durante el siglo XIX, Plaza Italia fue un límite de la ciudad y hoy sirve como espacio de expresión, conflicto y de encuentro debido al estallido social.

cimiento y cuidado del patrimonio en reemplazo de la Ley Nº17.288 de Monumentos Nacionales, construida en 1925 y promulgada en 1970. Las críticas no tardaron en llegar. En menos de 24 horas una treintena de personas y organizaciones publicaron una declaración conjunta acusando a la propuesta de antidemocrática y colonialista. “¿Qué esconde el Gobierno al ocultar el texto de reforma a la Ley de Monumentos Nacionales?”, acusaba la misiva. El debate se agudizó a mediados de junio tras el ingreso, con carácter de urgencia, del documento al Parlamento. Circuló también en esos días una carta firmada por representantes del mundo del patrimonio y la conservación denunciando falta de participación y advirtiendo el peligro de la promulgación de una ley sin un debido análisis, por lo que exigían retirar el proyecto del Congreso. Pero según De la Cerda, impulsor de la normativa, el texto sí fue consultado con distintas entidades. “Durante un año y medio, antes de entrar al Congreso, tuvimos 100 instancias de conversación, de encuentro a nivel nacional y local. Algunas con personas individuales, otras con gremios, organismos colegiados, sindicatos, agrupaciones externas y asociaciones. Estuvimos en asambleas en regiones”, explica desde su oficina, ubicada en el segundo piso de la Bibilioteca Nacional, a pocos metros de la Sala Ercilla. Ahí mismo se reúne cada dos semanas el Consejo de Monumentos Nacionales para cumplir con las atribuciones que hace poco menos de un siglo le confirió la ley.

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Los cambios de la normativa El proyecto de Ley de Patrimonio Cutural en Chile propone avanzar en tres ejes centrales, acorde a las necesidades y demandas de las comunidades y lineamientos internacionales: • Descentralizar la toma de decisiones. Hasta la fecha, todo lo concerniente a temas patrimoniales se discute en el Consejo de Monumentos Nacionales en Santiago. La nueva ley plantea la creación de los Consejos Regionales de Patrimonio Cultural, y establece el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural como ente coordinador. • Reemplazar la visión monumental que hasta ahora ha regido en el país por una patrimonial, incorporando por primera vez la protección de lo inmaterial para el reconocimiento y salvaguardia de saberes, prácticas, oficios y tradiciones. En esta línea, también se actualiza y suman nuevas categorías como los paisajes de interés cultural o los sitios de la memoria. • Transitar desde una concepción legalista a una que pone el foco en la gestión, con incentivos y compensaciones que pasan por beneficios tributarios para personas naturales o jurídicas que realicen proyectos de mantención, restauración o conservación en inmuebles protegidos de su propiedad, y ampliando el universo de bienes a los que se aplicaría exención del pago de contribuciones. Todo ello junto a nuevos mecanismos, como el nuevo fondo del Patrimonio Cultural, para ampliar el financiamiento del mismo.

Un legado para las nuevas generaciones La lógica detrás de la propuesta de ley se alinea con la tendencia mundial de actualizar la mirada del patrimonio como un valor crucial para las nuevas generaciones. Tal como plantea en el Artículo 1, por patrimonio cultural se entiende “todos aquellos bienes materiales y elementos inmateriales, comprendidos como acervos propios que identifican y cohesionan a una comunidad y que son transmitidos de una generación a otra. Supone bienes del pasado, preservados y salvaguardados como legados, así como presentes y futuros, en un proceso continuo y dinámico de valoración que contribuye a un desarrollo humano integral y sostenible. Incluye asimismo las manifestaciones transmitidas y atesoradas por las comunidades, en un proceso al que el Estado y la sociedad en su conjunto contribuyen con mecanismos participativos de salvaguardia, que respetan las definiciones y significaciones cambiantes que ellas mismas les otorgan a lo largo del tiempo”. En esta línea, el patrimonio no solo tiene que ver con el pasado, sino que con el futuro. “Se trata del conjunto de bienes que uno recibe, administra y entrega enriquecido a la siguiente generación. Tiene que ver con un legado. Somos responsables de hacernos cargo del patrimonio, proyectándolo al futuro. Para eso tenemos que entenderlo, cuidarlo, hacerlo crecer y, por supuesto, restaurarlo y gestionarlo. Esta es la lógica en la que hemos trabajado”, dice Emilio de la Cerda.

Fotografía de Fundación Imagen de Chile

“Sobre la normativa actual, creada hace casi 100 años, existe un diagnóstico claro no solo por parte de expertos, sino también desde la sociedad civil: es monumentalista, con categorías obsoletas, enfocada en la declaratoria y no en la gestión”, agrega el subsecretario De la Cerda y acusa que, hasta la fecha, desde 1935 -año en que se inició el registro de actashay 570 solicitudes de protección como monumento histórico o zona típica pendientes de respuesta. “¿Qué significa eso? Que en 80 años, el consejo de monumentos no ha respondido solicitudes de protección”.

Las principales críticas en torno al proyecto se han concentrado en que carece de una especificidad con respecto al patrimonio indígena, en las metodologías para evaluar los sitios de la memoria y en la conformación del Consejo del Patrimonio. Sin embargo, para Emilio de la Cerda el gran descontento se generó por no haber compartido el borrador de la nueva ley antes de ingresarla al Parlamento: “No actuamos así por premura, sino por convicción democrática. Queríamos que la discusión se diera con tiempo en el Congreso. Porque cualquier iniciativa de participación con el documento arriba de la mesa, que recibiera propuestas de redacción de una entidad u otra, podría replicar los cenáculos de poder y de intereses corporativos y santiaguinos de siempre”. En este contexto, dada la complejidad y amplitud de la temática, el Ejecutivo consideró oportuno poner suma urgencia a la discusión del proyecto, lo que para muchos resultó contradictorio con el espíritu democrático manifestado. Ante la nueva avalancha de críticas, el Ministerio de Cultura hizo la gestión para eliminar los plazos y desde el 8 de julio hasta mediados de octubre, decenas de representantes de diferentes organismos pasaron por la comisión de cultura de la Cámara de Diputados para exponer sus puntos de vista respecto del patrimonio y del proyecto de ley en particular. “Creemos que todos los aspectos que han suscitado algún nivel de inquietud y de disenso son abordables por la vía de la indicación, en la medida en que representen el bien común y que no sean defensas de gremios particulares. Vemos que la discusión avanza bastante bien. Ya bajó el nivel de efervescencia y han ido surgiendo apoyos que son bien notables”, agrega De la Cerda.

Reconocer las tradiciones. La nueva normativa contempla un expreso reconocimiento y salvaguardia de saberes, prácticas, oficios y tradiciones.

Una nueva perspectiva Cecilia García-Huidobro Moroder, gestora cultural y directora del Museo Violeta Parra y presidenta de la Asociación de Propietarios de Casas Históricas, Parques y Jardines de Chile, tuvo una participación activa en la discusión en torno a la nueva ley. El 23 de septiembre asistió a la Comisión de Cultura a exponer sus puntos de vista respecto de la necesidad de contemplar la mayor cantidad de espacios de convergencia y colaboración 27


José Rosas: “Las autoridades no oyen” José Rosas, jefe del Programa de Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos de la UC, es una figura destacada del urbanismo chileno en las últimas tres décadas. Conocedor de su historia, pero también coautor de proyectos y obras a gran escala –especialmente en Santiago–, ha sido uno más de los profesionales sacudidos por una violencia callejera que, incluso, se orientó en contra de monumentos de nuestro patrimonio arquitectónico y escultórico. –¿Cuál fue su primera impresión al ver tanta destrucción de hitos valiosos? –Recordé una frase muy sabia de Rafael Moneo, que en la vida uno puede estar equivocado, pero no confundido. Y creo que en Chile nos confundimos al separar lo más representativo y casi oponerlo a lo cotidiano. En esto, los que trabajamos en este ámbito tenemos que hacer un mea culpa; no logramos generar cercanía, respeto. Rosas, que vivió varios años en Barcelona, observa que sus grandes manifestaciones, con indignados incluidos, nunca se volcaron contra la ciudad. –¿Dónde está la diferencia de actitud, de dónde viene? –El tema de las comunidades, su participación, es muy importante. Lo hemos visto en el barrio Matta Sur, en el Yungay, en el Bogotá, donde no solo se valora lo significativo, el objeto, sino todo lo que ellos son… Tal vez por eso, no he visto daños en esos sectores. -¿Y dónde queda la academia, sus criterios? –Bueno, a nosotros nos corresponde que el patrimonio esté presente en el desarrollo de la ciudad, que vaya junto a la planificación urbana; como dice Fernando Pérez, para conservar el patrimonio hay que cambiarlo. Barcelona, el caso que mejor conozco, era una ciudad fragmentada, con periferias difíciles, cuando las autoridades metropolitanas decidieron encargarle a Oriol Bohigas su transformación hacia una gran calidad de vida. Bohigas fue barrio por barrio hablando con la gente. Les preguntaba cómo vivían, se desplazaban, se recreaban y

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percibió 13 áreas que encargó a 13 profesionales para que aterrizaran sus necesidades concretas de pavimentos, luminarias, árboles, lugares para niños, lo que fuera. Luego, con los vecinos y con las autoridades de transporte para mejorar la conectividad, se buscó coordinar la gran escala –bajo el eslogan “Ponte Guapa”– con la escala barrial, de modo que los grandes monumentos fueran parte de una orgánica, no algo aparte. –Parece una estrategia muy lógica de hacer ciudad; ¿no hemos tenido nunca esa cultura en Chile? –Por supuesto. Bernardo O’Higgins, Vicuña Mackenna, Karl Brunner, el grupo de Honold, Correa y Parrocchia, con distintas políticas avanzaron en esa línea. Hasta que, en 1979, el Estado abandonó esa responsabilidad y se fragmentaron las ciudades.

“Creo que en Chile nos confundimos al separar lo más representativo y casi oponerlo a lo cotidiano. En esto, los que trabajamos en este ámbito tenemos que hacer un mea culpa; no logramos generar cercanía, respeto”. –¿Qué sería rescatable, desde entonces? –Las universidades nunca dejamos de pensar y proyectar, en Santiago los subcentros (polos de desarrollo alternativo), el eje Bulnes, la cobertura de la Norte-Sur, el anillo interior, el Mapocho y sus riberas, los cerros isla, muchos proyectos que integran territorio y ciudad, patrimonio y ciudad, promoviendo alianzas de Estado y mercado junto a ONG para integrar la participación ciudadana, pero las autoridades no oyen. Sin embargo, no se declara pesimista. Piensa que, a todo nivel, el violento espectáculo que mostraron las pantallas de televisión impulsará una reflexión que podría llegar a generar un sentido de pertenencia de los habitantes respecto de su ciudad, si se invierte en obras que, como en Barcelona, sean “no iguales, pero sí equivalentes” entre los distintos sectores de las ciudades.

Resguardar nuestros tesoros. El Parque Nacional Torres del Paine está ubicado en la Región de Magallanes y Antártica Chilena. Fue reconocido por la Unesco como Reserva de la Biósfera y, recientemente, fue nombrado “Octava maravilla del mundo”, de acuerdo a una votación global a través del sitio Virtual Tourist.

con el mundo privado, con el objeto de preservar el patrimonio chileno, y participa activamente en varias de las mesas de diálogo que ha convocado el Ejecutivo. “Esta ley fue generada por gente muy capaz y con las mejores intenciones, pero fue hecha entre cuatro paredes, a puerta cerrada”, explica. “A diferencia de otros rubros, en el ámbito cultural la participación y el consenso de todos los actores son fundamentales”, añade. Para quien también fue agregada cultural de Chile en México durante el primer gobierno de Sebastián Piñera, la metodología usada para el diseño de la nueva ley no fue la acertada. “El mundo cultural es pensante, formado en la crítica en el sentido kantiano, donde se sopesa y diagnostica. Es una realidad hecha a pulso. Generalmente los cultores, los artistas, los escritores todos empiezan de cero y no desde algo impuesto. Porque existe un intangible que una ley no puede determinar”, puntualiza y reitera la falta de participación que hubo en la génesis del proyecto, colaboración que, a su juicio, sí ha existido en otros procesos similares. “El Consejo Nacional de la Cultura, por ejemplo, se implementó con una mirada de participación total. Así surgió el directorio nacional, los directorios consultivos, regionales, se armaron mesas de participación, valoro ese modelo, fue muy bueno”, agrega. La gestora cultural es la actual propietaria de Santa Teresa, antigua casa del escritor Jenaro Prieto en Llay-Llay, declarada Monumento Nacional en la categoría de Monumento Histórico en 2009. “Cuando la compré, asumí un rol que nadie me pidió en respuesta a una vocación patrimonial, la que comprendo está inserta en una diversidad. El elemento común que atraviesa toda esa diversidad es la certeza de que se está resguardando algo que va a beneficiar a personas que quizás aún ni han nacido. Y esto también tiene que ver con sustentabilidad. Estos diálogos que pueden parecer románticos para algunos, para otros son fundamentales a la hora de llegar a una normativa. Si no cambia la voluntad política, si no hay una verdadera valoración, una ley no podrá hacer milagros. No le demos a la norma un estatus que no le corresponde”.


fotografía archivo familiar

PIRQUE A INICIOS DE SIGLO. En la foto, el Palacio Las Majadas de Pirque construido el año 1907 por el arquitecto Alberto Cruz Montt. Actualmente, este funciona como hotel y centro de reuniones.

“Si no cambia la voluntad política, si no hay una verdadera valoración, una ley no podrá hacer milagros. No le demos a la norma un estatus que no le corresponde”, afirma Cecilia García-Huidobro, directora del Museo Violeta Parra. Cecilia García-Huidobro cuestiona también el nuevo fondo del Patrimonio Cultural destinado, mediante concurso, a la ejecución de proyectos que promuevan y beneficien el patrimonio cultural en su dimensión material e inmaterial. “Estamos hablando de un fondo de $2.000 millones de pesos para todo el patrimonio de Chile, de Arica a Magallanes, público y privado, mueble o inmueble, para investigaciones, diseños o ejecuciones, lo que es absurdo, sin contar toda la burocracia que hay detrás. Este ejemplo clarifica bastante la realidad de la cultura en Chile. Yo creo en una sociedad que no solo incorpora a la cultura en el papel. ¡Es que en el papel no sirve! Lo que sirve son los hechos”.

Mirada optimista Como ella, el presidente del Colegio de Arquitectos, Humberto Eliash, al comienzo tuvo una postura crítica frente a la nueva ley. Sin embargo, valora el proceso que se ha dado en el Congreso. “El proyecto es bastante innovador en muchas materias, pero tenía falencias que se han ido puliendo y mejorando conforme se han escuchado diversas opiniones, entre ellas, la de la entidad que me toca dirigir”, dice y detalla: “En la conformación de los consejos regionales o nacional hay que mejorar la proporción de actores públicos y privados o ciudadanos, ahora muy balanceada hacia los representantes de los órganos públicos. La idea de descentralizar las decisiones ha sido aplaudida en forma unánime, pero hay que ver la posibilidad de implementarla correctamente. Nosotros proponemos crear primero consejos macrorregionales antes de pasar directo al nivel de 16 regiones”.

En la misma línea que Cecilia García-Huidobro, el Colegio de Arquitectos propone mejorar los mecanismos de incentivos económicos y financieros para permitir una mayor participación de los propietarios en las inversiones para la conservación, ya que un alto porcentaje patrimonial está en manos de particulares que ven a las medidas de protección como un castigo frente a un eventual potencial inmobiliario. Aun así, el representante valora el esfuerzo. “Me parece que lo que ha ocurrido con el debate por la nueva Ley de Patrimonio es parte del juego democrático. Soy optimista y creo que llegaremos a acuerdo y tendremos la ley que nos merecemos para conservar nuestro patrimonio cultural, natural, ya sea tangible o intangible”.

Después del 18/O Según opina el subsecretario De la Cerda, hoy más que nunca el llamado es a dialogar y sumar aportes para enriquecer y llevar adelante esta iniciativa “tan necesaria para el país, las regiones y las comunidades”. Al menos ese es el espíritu de la comisión de cultura de la Cámara de Diputados, que a fines de noviembre retomó la discusión del proyecto. “Esto es una materia bastante urgente. Tal como dijo el historiador del arte y experto en patrimonio, José De Nordenflycht, ‘esta es una urgencia acumulada’. Está muy bien que el debate se dé con tiempo, pero en este tema existe una tremenda deuda con el país y, por lo tanto, hay que estar a la altura”. 29


Humana: la especie que nos une


Revista Universitaria DOSSIER La genética y la biotecnología actuales plantean modificaciones al ser humano, lo que lleva a discutir qué es lo propio de la especie, en lo biológico y en lo cultural. Para algunos, se avizora un gran salto para la humanidad, hacia una vida más larga y con menos enfermedades; para otros, es una manipulación que traslada a una realidad desconocida e incontrolable. Esto obliga a cuestionarnos lo esencial y lo modificable de la condición humana, y en qué dirección podríamos encontrar una plenitud que fuera fiel a nuestro origen. 31


Arte rupestre. La pintura rupestre sobre las cavernas en la prehistoria es una de las manifestaciones artísticas más antiguas de las que se tiene constancia. Esta se puede ubicar en casi todas las épocas de la historia del ser humano y en todos los continentes, exceptuando la Antártida. Una expresión más de la esencia de la especie. En la imagen, la cueva Tassili n’Ajjer, en Argelia.

Lo que nos hace únicos

Fotografía de Patrick Gruban, Flickr

La constr Pedro Maldonado. Es profesor titular de la Facultad de Medicina de la U. de Chile. Licenciado en Biología y Magíster en Ciencias Biológicas de la U. de Chile. Es doctor en Fisiología de la Universidad de Pensilvania. Actualmente, es director del Departamento de Neurociencia e investigador asociado del Instituto de Neurociencia Biomédica de Chile (BNI).

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DOSSIER HUMANA: LA ESPECIE QUE NOS UNE

rucción del

hombre Lo que separa biológicamente al ser humano de otros animales es algo más que sus características anatómicas. Como especie no somos más fuertes, no vivimos más años, no corremos más rápido, no vemos o escuchamos mejor. En este sentido, lo que nos diferencia de otros animales es el funcionamiento de nuestro cerebro y lo que este órgano aprende depende del aprendizaje y la cultura. Es decir, de los tiempos que nos ha tocado vivir. Por Pedro Maldonado 33


esde la biología, el ser humano es uno más de las varias especies del género Homo, animales que aparecieron como consecuencia de un largo proceso evolutivo, hace unos cuatro millones de años. Durante la mayor parte de este tiempo, vivieron humanos que eventualmente dieron origen a la especie Homo sapiens entre 200.000 y 300.000 años atrás. Lo que nos diferenció de las especies que nos antecedieron o convivieron con nosotros (como los Neandertales) fue el estilo de vida. Neandertales y otros ancestros eran cazadores-recolectores, mientras que los sapiens han tenido una vida mayoritariamente sedentaria, realizada a través de la domesticación de animales y la agricultura. Los Neandertales desaparecieron hace “solo” 40.000 años. Evidencia reciente ha mostrado que los humanos modernos compartimos muchos genes con esta otra especie humana. Producto de la evolución, todos los animales se diferencian por sus rasgos anatómicos, que son las consecuencias del desarrollo de un plan genético. Estos rasgos anatómicos y genéticos son aquellos que son usados para distinguir entre los diferentes animales. Los homínidos se caracterizan, entre otras cosas, por poseer muy poco pelo, especialmente los sapiens. Asimismo, los humanos dominamos el fuego, nos sonrojamos, caminamos erguidos y tenemos una laringe especial que permite nuestro lenguaje. Por otro lado, las similitudes de nuestro cuerpo con el de los otros animales son más extensas que nuestras diferencias. Como escribió Charles Darwin en su libro The descent of man: “Con todos sus exaltados poderes, el hombre todavía lleva en su cuerpo el sello indeleble de su humilde origen”.

Nuestro cerebro va construyendo un mundo, basado en su propia experiencia y en la cultura de la cual aprende. No hay dos cerebros idénticos, lo que nos hace a cada uno de nosotros único e irrepetible.

Una lámina de tejido neuronal Pareciera entonces que lo que biológicamente separa al ser humano de otros animales es algo más que sus características anatómicas únicas. Como especie no somos más fuertes, no vivimos más años, no tenemos más descendencia, no corremos más rápido, no vemos, escuchamos ni olemos mejor que otros animales. En este sentido, lo que nos diferencia de otros animales son nuestras habilidades cognitivas, o sea el funcionamiento de nuestro cerebro. En nuestra especie este es un enorme órgano en comparación con el tamaño de nuestro cuerpo. Con una proporción de peso del 2% del cuerpo, es definitivamente el más grande, aunque si los Neandertales aún vivieran, sería el segundo tras ellos. Lo interesante del cerebro humano reside en que gran parte de él está formado por una estructura evolutivamente nueva, que conocemos como la corteza cerebral. Esta estructura es una lámina de tejido neuronal que tiene un espesor de aproximadamente 2,5 milímetros y una superficie de como un metro cuadrado. Para acomodarse dentro de nuestras cabezas, esta lámina se encuentra arrugada en muchos pliegues y es lo que le da la apariencia típica que se observa en fotografías o dibujos. En humanos la corteza cerebral constituye aproximadamente un 80% del total del órgano.

Lo interesante del cerebro humano reside en que una gran parte de este órgano está conformado por una estructura evolutivamente nueva, que conocemos como la corteza cerebral. Esta estructura es una lámina de tejido neuronal que tiene un espesor de aproximadamente 2,5 milímetros y una superficie de como un metro cuadrado.

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Un humano que nació en 1950 se vio enfrentado a desafíos de aprendizaje diferentes a los de quienes nacieron el año 2000 pero, en cada caso, usaron el mismo cerebro para aprender las competencias necesarias para operar en el mundo que les tocó. ¿Qué tiene de especial la corteza cerebral y, sobre todo, su tamaño, que nos hace tan únicos entre los animales? Aparentemente, esta contiene circuitos neuronales que son capaces de ejecutar muchas conductas diferentes y adaptarlas a las demandas del medio ambiente. Y con una corteza especialmente grande, esta habilidad de adaptación cognitiva es única. La mayor parte del resto del cerebro cumple funciones de manejo básico del cuerpo, tales como nuestras funciones vitales. Basta recordar que la ausencia de actividad eléctrica en la corteza cerebral es un criterio médico y legal de muerte en nuestra sociedad.

No hay dos cerebros idénticos Hasta ahora he discutido cómo la biología ha caracterizado al ser humano como Homo sapiens, una de tantas especies animales, pero ¿qué es ser… humano? Es decir, ¿qué características de nuestra especie nos identifican como parte de este grupo? Se puede responder esta pregunta descartando aquellas cosas que podríamos perder de nuestro cuerpo y todavía ser identificados como tales. Más bien, la distinción tiene que ver con nuestras conductas y, en especial, por aquellas que forman parte de nuestra avanzada cognición. Aquí es donde el cerebro humano juega su rol crucial y la corteza cerebral parece ser esencial en constituir la mayoría de los comportamientos que nos hacen humanos. La neurociencia ha demostrado que los humanos somos diferentes a otros animales. Tenemos lenguaje, sistemas de memoria avanzada, imaginación, habilidades creativas, inteligencia, conciencia o la habilidad de evaluar acciones futuras y cultura. Cada uno de estos aspectos no son exclusivamente humanos, ya que se han mostrado en algún grado en otros animales, pero en ninguno de ellos con este nivel de desarrollo, ni combinados todos en una sola especie. Estas habilidades requieren un largo proceso de aprendizaje de parte del cerebro. En humanos, este transcurso demora más de 25 años. Este desarrollo de lenta modificación de los circuitos de la corteza está detrás de nuestra construcción mental como humanos. Nuestra personalidad, nuestras creencias religiosas o políticas, nuestras convicciones morales o nuestra concepción de justicia son la consecuencia de la actividad de miles de millones de neuronas en nuestro cerebro. Pero también son producto del aprendizaje y de la cultura. Lo que nuestro cerebro aprende depende de los tiempos que nos han tocado vivir. Un humano de la Edad Media usaba su gran capacidad cerebral para lidiar con la compleja existencia de un agricultor de entonces. Un humano que nació en 1950 se vio enfrentado a desafíos de aprendizaje diferentes a los de quienes nacieron el año 2000 pero, en cada caso, usaron el mismo cerebro para aprender las competencias necesarias para operar en el mundo que les tocó. Además, adoptaron las características propias de cada cultura, al aprender las concepciones colectivas del mundo. Es importante destacar que en cada individuo el cerebro es diferente. En parte, la combinación genética de una per-

sona es particular y también porque desde el nacimiento el cerebro va modificando las conexiones entre las neuronas, lo que depende en gran parte de la experiencia que le toca vivir. Nuestro cerebro va construyendo entonces un mundo, basado en su propia experiencia y en la cultura de la cual aprende. No hay dos cerebros idénticos, lo que nos hace a cada uno de nosotros único e irrepetible. ¿Es factible “mejorar” al ser humano con nuevas capacidades? Claro que sí. Desde que el ser humano inventó las herramientas pudimos mejorar las destrezas físicas. Una palanca o una polea levanta y mueve cargas muchísimas veces más pesadas de lo que podría una persona a través de sus propios músculos. Pero, ¿qué hay del propio cuerpo? La ciencia lo ha intervenido con avances para aumentar nuestra capacidad inmune o mejorar a través de la nutrición. Al mismo tiempo, en los últimos años han aparecido dos aspectos importantes de mejora del ser humano que podrían tener un impacto nunca antes visto en la historia de la humanidad. Por un lado, existen técnicas de biología molecular que permiten modificar los genes con que nacimos. Inicialmente, esta tecnología se ha diseñado para alterar aquellas características genéticas que producen enfermedades. Sin embargo, reconociendo que muchas de nuestras características físicas se manifiestan a través de los genes, podríamos modificarlos para aumentar algunas de nuestras capacidades físicas o mentales. Teóricamente se puede considerar que eventualmente se identificarán y modificarán componentes genéticos que permitan elevar nuestra inteligencia. De hecho, hay estudios recientes que muestran que en primates no humanos esto ya es posible. Una segunda área de mejoras se puede producir conectando nuestro cerebro a máquinas externas como computadores o incluso máquinas mecánicas, a través de la conexión directa entre ambos. Esta área de la neurociencia conocida como la interfaz cerebro-máquina (BMI) se inició hace como dos décadas con la motivación de devolver el movimiento a personas que estaban tetrapléjicas o que han perdido extremidades. En estas personas, el cerebro mantiene la capacidad para generar comandos de movimiento y esta tecnología les permite restaurar algún grado de movimiento. Sin embargo, hoy en día el mundo de la BMI se está extendiendo muchísimo más allá de la medicina. En principio, el cerebro podría conectarse eléctricamente no solo a una máquina mecánica, sino también a componentes computacionales, como nuestro teléfono o computador. Este avance podría permitir el aumento de algunas capacidades mentales, particularmente la memoria, el acceso inmediato a información o el aumento en nuestras características sensoriales si nuestro cerebro recibiese señales eléctricas de sensores que hoy no tenemos, como de energía infrarroja, magnética o de otra naturaleza. Cabe destacar la relevancia de la discusión acerca de los aspectos éticos que se relacionan con estas innovaciones. Estos van desde la equidad del acceso y del mejoramiento de las personas como seres humanos hasta la reflexión sobre la identidad y privacidad de nuestra mente.

PARA LEER MÁS. Herculano-Houzel, S.; The human advantage: how our brains became remarkable. The MIT Press, 2017. Maldonado, P.; ¿Por qué tenemos el cerebro en la cabeza? Editorial Debate, 2019. Sigman, M.; La vida secreta de la mente. Editorial Debate, 2019. Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso (CINV). DeMente: el cerebro, un hueso duro de roer. (2019), Editorial Catalonia, 2019.

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La inédita expresión humana. Tenemos lenguaje, sistemas de memoria avanzada, imaginación y cultura, entre otros atributos, que se han mostrado en algunos animales, pero en ninguno de ellos con este nivel de desarrollo, ni combinados todos en una sola especie. En las imágenes se presentan distintos murales en la historia de la humanidad. Foto 1: Los Murales Industriales de Detroit, por Diego Rivera (1932-33). Fotografía de Timothy Neesam. Foto 2: Inside Out Proyect. Yalla, Israel+Palestine (2019), por JR.

Foto 3: Paloma de la Paz Blindada, por Bansky, Cisjordania, Belén, 2017.

Foto 4: Mural ubicado en Vicuña

Mackenna, santiago, después del 18 de octubre, 2019, por artista desconocido. Fotografía de César Cortés.

Foto 5: Selección mural Palacio Nacional, por Diego Rivera, México, obra iniciada en 1929. Foto 6: Mural, España (2011), por Aryz. Foto 7: Muro de la casa de Julieta, Verona, Italia. Fotografía de Roberto Taddeo en Flickr.

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fotografía SERGIO RECABARREN

“Nuestro, Vuestro”. Invitación a reflexionar sobre el espacio compartido. Por Valentina Serrati. Performance Espacio Público.


DOSSIER HUMANA: LA ESPECIE QUE NOS UNE

Sentir

al otro

Provocar reflexiones acerca de quienes parecen vivir realidades lejanas o del otro como un cuerpo violentado por fenómenos y estructuras sociales, es parte de las propuestas de Valentina Serrati y Cristóbal Cea. Ellos son artistas visuales, profesores de la Escuela de Arte de la UC, trabajan con la tecnología y a través de los sentidos buscan motivar un pensamiento crítico sobre el ser humano y su vida en sociedad. Ambos fueron entrevistados en este artículo, en el que detallan parte de sus obras.

Por PAULINA VALENZUELA

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“Fantasmas de Concordia”, 2016. Ejercicio para generar un contexto que permita pensar en el otro. Animación 3D.

“Fantasmas de Concordia”, 2016. Invención de una estrategia para crear el hábito de ver. Animación Site Specific.

“Los Testigos”, 2017. Un intento de transparentar cómo funciona la tecnología. Performance y video.

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Mover tierras y parar soles Cristóbal Cea (38), artista, profesor de la Facultad de Artes de la UC.

“C

on nuestras creaciones los artistas hacemos sensible algo, no tanto para que esto sea entendido, sino para ser sentido y compartido por un otro. Busco otras formas de mirar. Creo que el arte tiene que ver con un horizonte civilizatorio: el actual, que describe a las personas como un número o como problema económico, evidentemente, no funciona. Una frase sobre Copérnico que me encontré en un memorial decía: “detuvo el sol y movió la tierra”. Es necesario mover tierras y parar soles, encontrar otras formas de ver y de describir al ser humano, abrazando con entusiasmo nuevas definiciones de sujeto y el dibujo de la sociedad que vendrá. Tengo un grupo de investigación que se llama “Arte, software e ideología”. Este parte de la hipótesis de que el software tiene un componente ideológico, el cual es transparente: como la atmósfera, que pesa toneladas, pero que no sientes. Mediante este trabajo busco otras formas de conocernos. Los medios digitales son herramientas que permiten encarnar y hacer sensibles ideas. ¿Cuáles son los efectos de las nuevas tecnologías en los fenómenos que están ocurriendo hoy? No es diferente de lo que pasó con la tecnología de la imprenta: su consecuencia real no provino de la existencia de muchos libros, sino de la posibilidad de leer en silencio, lo cual articuló procesos como la reforma luterana. No trabajo obras, sino problemas. Por ejemplo, el sesgo de los medios. Lo violento de la tecnología de la imagen televisada es que crea una barrera entre el espectador y quien está viviendo la situación que se muestra como una noticia. Lleva a creer que hay una distancia segura entre tú y esa persona, cuando en realidad no la hay. Me propuse quitar ese sesgo, sacar información, reconstruir escenas, mirar a la persona que está ahí y preguntarme qué ocurrió. Para esto de alguna forma me alié con los computadores. En conjunto con estos extraigo información de movimiento sobre cómo fue grabada una escena, en qué condiciones, en qué espacio. Una de las primeras noticias que trabajé fue la base del video “Fantasmas de Concordia”, sobre las inundaciones de Concordia, Argentina, en diciembre de 2015. A los protagonistas anónimos les hice una “rotoscopía” tridimensional (dibujo sobre una imagen real),

“No trabajo obras, sino problemas. Por ejemplo, el sesgo de los medios. Lo violento de la tecnología de la imagen televisada es que crea una barrera entre el espectador y quien está viviendo la situación que se muestra como una noticia. Lleva a creer que hay una distancia segura entre tú y esa persona, cuando en realidad no la hay”. para entender cómo se movían. Me pareció que el carácter irresoluto de sus problemas y su presencia global en medios los convertía en fantasmas mediales. El ejercicio, que desembocó en varios montajes, buscaba acortar la distancia entre uno como espectador y el testigo devenido en “videógrafo”. Nunca voy a poder experimentar lo que esa persona vivió, pero creo que, dentro de las evidentes limitaciones de la distancia, es importante intentarlo. Me interesa qué descripción de la realidad hacemos con la tecnología. Estoy tratando de transparentar cómo funciona para lograr una mejor definición de lo que es el mundo. Nombrar algo tiene una enorme fuerza y hay realidades que resultan difíciles de describir sin la tecnología actual: el cambio climático, por ejemplo, se volvió más tangible cuando las redes globales de medios e investigación permitieron describir una realidad planetaria. Lo mismo ocurrió con el estallido social en Chile, que varios presenciaron en primera fila desde sus redes sociales, protestando sin ir a una marcha. Hay ciertos modos de comunicación que no son susceptibles de convertirse en lenguaje simbólico, como el tacto, que es una expresión afectiva. Los teléfonos inteligentes carecen de esta modalidad, son hijos de la visualidad”.

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“El arte es igual a la vida” Valentina Serrati (42), artista, profesora de la Facultad de Artes UC.

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“Mi inquietud va por el lado de los derechos de todos los cuerpos, sin tomar postura de derecha o de izquierda, arriba o abajo. Ver cómo ese cuerpo es violentado por los saqueos e incendios, o por las fuerzas de poder”. japonés, una práctica muy antigua que en un principio se aplicaba a los prisioneros y que después se convirtió en una forma de liberarse de las ataduras. El arte es igual a la vida. Otro trabajo relacionado con la tecnología lo desarrollé cuando cursé mi magíster en la Universidad de Goldsmiths, Inglaterra. Esta brinda herramientas de pensamiento crítico y no necesariamente una postura. Yo estaba embarazada cuando se aprobó la edición del ADN, es decir, el diseño de seres humanos, usando tecnología. Es un desarrollo que permite que, por ejemplo, niños nazcan sin enfermedades que podrían haber heredado de sus padres; pero, al mismo tiempo, plantea un problema ético. En ese contexto realicé arte generativo, en el que se le dan instrucciones al computador para que se produzcan imágenes artísticas en forma autónoma y sin intervención. Esto lo comparé con la biotecnología en la que se dan ciertas instrucciones sobre diseño biológico y la naturaleza desarrolla un nuevo organismo. En una performance trabajé con una cámara que tomaba datos de mi cuerpo, de mis movimientos y los traducía en un código. Se generó así un avatar que era mi copia. Hice una puesta en escena que visibilizaba la relación entre mi avatar artificial y mi cuerpo natural. Un glitch o error de tecnología hizo que el avatar tuviera un comportamiento autónomo. Eso ilustró la teoría de que la tecnología puede tener una forma de comportarse que nosotros los humanos podríamos no controlar completamente”..

Fotografía Enrique Stindt, 2019.

“M

i interés siempre ha sido la relación del cuerpo con el actuar a nivel social, político y económico. No trato de decir que algo es bueno o malo, sino que busco provocar y ofrecer al público un paraguas de opciones y teorías alternativas para que él tome la decisión o desarrolle un pensamiento crítico acerca del tema. Por las experiencias que está viviendo nuestro país, los cursos que dicto en la universidad los cambié hacia la noción de medios tácticos, que es una larga tradición de arte, activismo y tecnología, presente desde los años 80 en Estados Unidos, Europa y, en algunos casos, también en Latinoamérica. En ella la tecnología actúa como un mediador para la transmisión de ciertas imágenes a través del registro de fotografías documentales, y también sirve como mediador para la creación de nuevos pensamientos en torno a problemas que estamos enfrentando. Hoy muchos artistas están usando la tecnología para expresarse de forma constructiva. Por ejemplo, está el colectivo Delight Lab, un grupo de artistas que proyectó sobre el Edificio de Telefónica una pregunta sobre inquietudes de orden social; específicamente sobre el cambio de la Constitución. Desde mi pequeño lugar con los alumnos y la comunidad estudiantil intento reflexionar en torno al lugar que ocupamos con el cuerpo. Un cuerpo que está al centro de las estructuras de poder. Las AFP, los sistemas de salud o educación se sostienen porque hay cuerpos que pagamos los seguros, que realizamos imposiciones, pero también son cuerpos que pueden proponer algo nuevo. Mi inquietud va por el lado de los derechos de todos los cuerpos, sin tomar postura de derecha o de izquierda, arriba o abajo. Ver cómo ese cuerpo es violentado por los saqueos e incendios, o por las fuerzas de poder. Frente al Museo de Bellas Artes hice una performance en la que usé tecnologías análogas, como las cuerdas para colgarme en un espacio público. Fue un trabajo de site specific, de un sitio específico, en el que había graffitis, textos interesantes que aportan como guión a las imágenes. Esa performance tuvo que ver con el shibari, un arte


“Estructuras de Resistencia”. Representa el shibari, un arte de origen japonés que derivó en un símbolo de liberación de las ataduras. Intervención Espacio Público.

“Mío, Tuyo”. Se enfoca en la vinculación de los territorios de un “uno” y de un “otro”.

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Fotografía Diego Maya, 2010.

“A Dark Room Body”. Puesta en escena de la interacción entre el cuerpo natural y un avatar autónomo. Videoperformance Interactiva. XIII Bienal de Artes Mediales, MNBA.


Evolución humana:

una travesía

a nuestros Es probable que nunca conozcamos toda la historia tal como sucedió, pero la curiosidad científica ha permitido entender algunos patrones generales de nuestro desarrollo. Millones de años de transformaciones mínimas nos han permitido llegar hasta lo que somos. Por FELIPE MARTÍNEZ Infografía VÍctor MARTÍNEZ

FELIPE MARTÍNEZ. Es académico de la Escuela de Antropología de la UC. Es doctor en Antropología Biológica por la Universidad de Cambridge. Ha especializado su investigación en evolución humana y biogeografía de primates. En 2016, participó en el descubrimiento de un importante sitio paleontológico del Mioceno tardío, en Mozambique.

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rin tugenensis y Ardipithecus kadabba. Los tres presentan rasgos que podrían indicar signos tempranos de caminar en dos pies (bipedia) y canino pequeño, dos características que definen nuestro linaje. En sedimentos que datan 4,4 Ma en Etiopía se encuentra Ardipithecus ramidus. Su registro paleontológico es más completo: vivía en un ambiente restringido de tipo boscoso. Entre cuatro y tres Ma atrás, los homininos amplían su hábitat a lugares abiertos (pastizales boscosos). Es cuando se diversifica el género Australopithecus. Entre ellos, Lucy (Au. afarensis) muestra claros signos de bipedia y retenciones arbóreas en el hombro para trepar. Probablemente utiliza algunas herramientas de piedra desde 3,3 Ma. Sin embargo, es nuestro género el cual se especializa en el uso de herramientas. El género Homo se origina a partir de alguna de las especies Australopitecinas gráciles entre tres y dos Ma atrás. Hace 1,9 Ma cohabitan a orillas del Lago Turkana, en Kenia, cuatro especies homininas: tres Homo (H. habilis, H. rudolfensis y H. ergaster) y un Paranthropus (P. boisei). En los siguientes 2 Ma, Homo expande su rango geográfico (siendo H. erectus el primer hominino en salir de África). Las especies Homo aumentan paulatinamente su volumen cerebral, utilizan herramientas cada vez más elaboradas y desarrollan la plasticidad cultural y cooperación social que le permiten a H. sapiens expandirse hacia diversos hábitats.

DOSSIER HUMANA: LA ESPECIE QUE NOS UNE

¿

Cómo llegamos a ser lo que somos? Prácticamente todas las culturas tienen algún relato sobre sus orígenes. Desde Charles Darwin, las ciencias antropológicas y biológicas han desarrollado una narrativa que reúne evidencia contundente sobre nuestra evolución. El ser humano –al igual que todas las especies– es el resultado de un proceso de millones de años de acumulación de cambios infinitesimales, generación tras generación, combinando la acción de fuerzas evolutivas y eventos históricos particulares. Es probable que nunca conozcamos toda la historia tal como sucedió, pero la curiosidad científica ha permitido entender algunos patrones generales de nuestro desarrollo. Hoy comprendemos bastante con relación a lo que sabía el mismo Darwin. Los datos genéticos sugieren que el linaje humano deriva de un ancestro en común con el linaje del chimpancé hace unos siete a cinco millones de años (Ma), aunque otras estimaciones genéticas proponen que la divergencia pudo ocurrir antes, entre trece y siete Ma atrás. Este es uno de los periodos con menos información. Apenas contamos con restos de tres candidatos fósiles para ser miembros tempranos de nuestro linaje hominino: Sahelanthropus tchadensis, Orro-

La expansión de Homo sapiens fuera de África Nuestra especie se origina en África. Los estudios del genoma humano indican que la expansión de Homo sapiens fuera de África ocurre entre 70.000 y 50.000 años atrás (algunos fósiles en Medio Oriente indicarían fechas más tempranas). Fuera de África existen al menos dos pulsos de entrecruzamiento entre H. sapiens y linajes de Homo premoderno: uno con Neandertal y otro con Denisova.

300.000 años atrás 194.000 - 50.000 años atrás 50.000 años atrás 45.000 - 35.000 años atrás 45.000 - 35.000 años atrás 23.000 - 15.000 años atrás 15.000 - 12.000 años atrás 3.500 años atrás 2.500 años atrás

Fuentes: Global Journey - Chris Stringer, Natural History Museum, London; Spencer Wells, NG Staff

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El linaje humano Nuestra especie Homo sapiens forma parte del grupo llamado hominini u homininos. Ellos surgen en África hace unos siete millones de años y se caracterizan por un tamaño reducido de los caninos y bipedia.

Ardi (A. ramidus) exhibe un mosaico de características anatómicas en su pelvis, piernas y brazos. Su esqueleto muestra adaptaciones bípedas facultativas y también retenciones de rasgos acordes a la vida en los árboles. El tamaño del canino es pequeño, tanto en individuos machos como hembras.

Orrorin tugenensis Sahelanthropus tchadensis

Cráneo proveniente de Chad y datado entre siete y seis Ma (millones de años), por asociación faunística. La posición del agujero magno (orificio mayor situado en la parte posteroinferior del cráneo) indicaría bipedia. Hace poco se reveló que el conjunto encontrado incluye un fémur aún sin publicar.

Ardipithecus ramidus

Ardipithecus Kadabba Tanto A. kadabba, O. tugenensis y S. tchadensis son candidatos a ser miembros basales de nuestro linaje, entre siete y cinco Ma. Sin embargo, no existe consenso generalizado entre los paleoantropólogos sobre el estatus de estos posibles homininos tempranos. Nuevos hallazgos fósiles nos darán luces sobre quiénes fueron los primeros homininos.

Australopithecus anamensis

Posibles homininos tempranos Homininos arcaicos Homininos arcaicos megadontes Homo temprano Homo premoderno Homo anatómicamente moderno

8 Ma Ma: millones de años

7 Ma

6 Ma

5 Ma

4M


Ma

El género Paranthropus congrega especies robustas que presentan molares, mandíbulas y músculos masticatorios de gran tamaño. Estos rasgos podrían reflejar un tipo de dieta especializada en procesar grandes cantidades de vegetales de baja calidad y no alimentos duros (por ejemplo, nueces) como alguna vez se creyó.

Paranthropus aethiopicus

Paranthropus boisei

Australopithecus garhi Paranthropus robustus Australopithecus africanus

Australopithecus sediba

Australopithecus deyiremeda

El origen del género Homo es muy debatido. Los fósiles más tempranos atribuidos a nuestro género se encuentran en Etiopía, tienen entre 2,8 y 2,3 Ma y son muy escasos. Algunos de los cambios que definen el paso de Australopithecus a Homo son: menor tamaño del rostro y dentadura más pequeña. A continuación, vendría el aumento paulatino del volumen cerebral y un mayor tamaño corporal.

Australopithecus afarensis Australopithecus bahrelghazali

Homo rudolfensis

kenyanthropus platyops Homo spp.

Homo habilis

Durante el Plioceno (entre 5 y 2 Ma atrás), las especies de nuestro linaje se diversifican, encontrándose tanto en el sur como en el este de África. Esta diversificación coincide con la expansión de ambientes de pastizales boscosos en la región de África subsahariana. Hace 3,3 Ma, alguna de las especies australopitecinas comienza a utilizar herramientas.

Homo naledi

Homo floresiensis

Homo ergaster

Homo ERECTUS

Homo antecessor Durante el Pleistoceno (entre 2,59 Ma y 10.000 años a.C.), las especies del género Homo desarrollan gran tamaño cerebral, acompañado de crecimiento corporal lento y gestación prolongada. La cultura se vuelve cada vez más compleja y el grupo social humano más cooperador. Es probable que el linaje Neandertal compartiera con nosotros capacidades simbólicas, como el arte rupestre o el lenguaje.

3 Ma

2 Ma

1 Ma

Homo heidelbergensis Denisova Homo neanderthalensis Homo sapiens

0


La constante amenaza II, 1973. Dextrina sobre papel 110,0 x 75,0 cm

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para

iluminar

DOSSIER HUMANA: LA ESPECIE QUE NOS UNE

Humanidades

la mente Este conjunto de disciplinas vive hoy una angustia del futuro, en el que se multiplican los discursos catastrofistas y distópicos. Los nuevos tiempos parecen haber cambiado la noción misma de nuestra especie. Si el “ser humano” pasa hoy por una interacción con tecnologías que modifican su manera de conocer, de pensar, de interactuar y de existir, las “humanidades” podrían ser muy distintas a las que conocemos. Por Adriana Valdés Obras de eduardo vilches

Adriana Valdés. Es pedagoga en castellano y ensayista. Estudió castellano en la Universidad Católica, lugar donde ejerció la docencia entre 1965 y 1975. Fundó la revista Taller de Letras, de la cual fue subdirectora. Fue directora de la División de Documentos y Publicaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), de las Naciones Unidas, con sede en Santiago. Es la primera mujer elegida como directora de la Academia Chilena de la Lengua.

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Anteojos, 1974. Serigrafía Obra para la compañía “Cartón de Venezuela” 56,0 x 76,5 cm

Conocer a las humanidades era intentar estar al tanto de la realidad de la especie humana. Sin conocer los productos de la mente, “las teorías filosóficas y psicológicas, las doctrinas históricas y toda suerte de especulaciones y descubrimientos”, además de las religiones, hubiera sido muy difícil tener una idea de lo que ha pasado con la humanidad. Ahora: relectura ante una crisis social El texto que sigue fue escrito antes de octubre de este año de 2019 y, probablemente, habría sido distinto si lo redactara ahora, sobre todo en su ritmo de reflexión. Releyéndolo durante la crisis social que hoy afecta a Chile, varios de sus aspectos me parecen valiosos para recordar en esta contingencia. El primero es el carácter excluyente que ha tenido la cultura humana, incluso en sus manifestaciones más excelsas. Recordaba en el texto, por ejemplo, a los atenienses: cuna de la ciudadanía, por cierto, pero una ciudadanía sin derechos para esclavos ni mujeres. La distinción entre quién es “humano”, plenamente, y quién no lo es parece ir de la mano con la construcción de las civilizaciones. Excluir es un gesto humano que hoy, en Chile, ya no resulta aceptable. Estamos pagando el precio de la ceguera ante la exclusión, de la normalización de la exclusión social y económica que se tradujo en enormes desigualdades e injusticias. Otro aspecto que se puede destacar es el estallido del centro, la irrupción de una multipolaridad cultural y valórica que deja sin horizontes comunes y sin vínculos recíprocos a sectores muy grandes de la población del país.

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Y un tercero, esperanzador esta vez: el saber, como “la monedita del alma” del poeta Antonio Machado, “se pierde si no se da”. Y al compartirse, el saber no necesita seguir la lógica mercantil que nos ha llevado donde estamos. Añado esta introducción solo para hacer evidentes algunos vínculos entre el texto y las acuciantes preocupaciones de hoy.

Las humanidades hasta hace muy poco ¿Qué es esto de ser persona humana? Las artes y las humanidades se han dedicado desde siempre a explorar los espacios que abre esta pregunta. Las humanidades, según Dilthey, eran “ciencias del espíritu” (versus las “ciencias de la naturaleza”) y su campo de estudio era, por oposición al mundo externo, el de los productos de la mente humana: la filosofía, la historia, la literatura, el lenguaje. Conocerlas era adentrarse en el pasado de la especie humana, en su experiencia, acumulada en diversas civilizaciones y recogida fundamentalmente en la escritura. Era también conservarlo, más allá del ciclo natural de nacimiento y muerte, abriendo a la persona una vida más duradera, “de la fama”, como escribió siglos atrás Jorge Manrique.


Conocer a las humanidades era intentar estar al tanto de la realidad de la especie humana. Sin conocer los productos de la mente, “las teorías filosóficas y psicológicas, las doctrinas históricas y toda suerte de especulaciones y descubrimientos”, además de las religiones, hubiera sido muy difícil tener una idea de lo que ha pasado con la humanidad. La vida de millones de personas se ha perdido por esos productos de la mente, en guerras, persecuciones, exterminios masivos. Millones de otras personas han vivido cotidianamente en función de las historias que cada cultura y cada época se cuentan para darle sentido al mundo y a la experiencia humana. Esas historias crean poderosas instituciones, hechos intersubjetivos tremendamente potentes, ya no circunscritos a los límites de una mente determinada: instituciones políticas, religiosas, legales y culturales. Es más, son fuerzas determinantes del futuro, en cuanto también irán dando forma a lo que vaya surgiendo. La defensa de esas historias es tanto más apasionada cuanto más sufrimiento humano hayan causado, porque ninguna comunidad quiere que sus martirios y sus sacrificios hayan sido en vano (Harari, Y. N., 2017). El estudio de las humanidades recoge, mal que bien, siempre con sesgos inevitables, los cuentos que como especie nos hemos ido contando a lo largo del tiempo. La especie humana, ese “embutido de ángel y bestia”, según un verso de Nicanor Parra, participa a la vez de la caducidad del ciclo animal, que la condena a la muerte y al olvido, y de una pervivencia no personal, sino cultural, en los productos de su mente. Conocer esos productos, adentrarse en ellos mediante las humanidades, ha sido históricamente no solo conocer el pasado, sino abrir la mente a múltiples posibilidades para la imaginación creadora, a modelos aparentemente inagotables, a oficios y virtuosismos que se pueden recuperar y cultivar. Ofrecían, para la reflexión personal y colectiva, horizontes más amplios y más exigentes, un modo de desarrollar al máximo las potencialidades de la especie. Por otra parte, en la oposición tradicional entre humanitas (humano) y barbaritas (bárbaro), se daba a la “humanidad” un valor que corresponde al de la civilización: no sería propiamente “humano” quien no hubiera accedido a los saberes transmitidos por su cultura, ni quien careciera de las habilidades de urbanidad que permiten convivir civilizadamente. Es decir, aquí la “humanidad” no abarcaría propiamente a toda la especie humana. O no todos los individuos serían igualmente humanos; no lo serían quienes no participasen de la cultura, en este caso la grecorromana, donde se originó la distinción entre ambos términos. Lo bárbaro es lo ajeno, lo incomprensible, y el terreno de lo humano y de las humanidades es un terreno acotado. Cabe aquí jugar con otra acepción más de la palabra “humano”, que no solo se oponía a animal o bárbaro; se oponía también a “divino”. En ese caso no era un valor, sino una limitación. Ni lo humano ni las humanidades son inmutables, ni eternas, ni todopoderosas. Se vinculan a lo falible y a lo perecedero, a una especie de debilidad constitutiva y, por eso, la historia es una de las humanidades indispensables: las humanidades “están conscientemente datadas y situadas” (Claro, A., 2016). Más aún, lo que es importante para una determinada cultura es producto de una selección inconsciente, condicionada: “En los sentidos hay muchas cosas que no penetran nunca en la mente. Nos afecta principalmente lo que dejamos que nos afecte, y así como la ciencia natural in-

La especie humana, ese “embutido de ángel y bestia”, según un verso de Nicanor Parra, participa a la vez de la caducidad del ciclo animal, que la condena a la muerte y al olvido, y de una pervivencia no personal, sino cultural, en los productos de su mente. 20 de marzo de 1973. Dextrina sobre papel 110,0 x 75,0 cm

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Hoy las humanidades ya no son puente entre las disciplinas, conversación común entre ciudadanos ilustrados. Parecen aspirar a tecnificarse, a ser una de las muchas especializaciones que van repletando el mundo académico y universitario, incomunicadas unas de otras.

Para leer más - Harari, Y. N.; Homo deus: Breve historia del mañana, United Kingdom, Harper, 2017, pp. 151 y 160. - Claro, A.; “Inquisitio y sentido de estilo (de la comprensión de las humanidades)”, The Clinic, Santiago, 13 de julio de 2016. - Valdés, A.; Redefinir lo humano, las humanidades en el siglo XXI, Editorial UV, 2017. - Panofsky, E.; La historia del arte y las disciplinas humanistas. Portal de Revistas Académicas de la U. de Chile, 1961. - Ordine, N.; La utilidad de lo inútil. Editorial Acantilado, 2013.

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voluntariamente selecciona lo que llama fenómenos, las humanidades involuntariamente seleccionan lo que llaman los hechos históricos” (Panofsky, E., 1961) Estas palabras de un insigne humanista deberían advertir acerca de la necesidad de un permanente examen de conciencia en relación con la noción más tradicional de las humanidades y de lo que estas consideran “humano”. Pueden abrir la puerta a varias nociones que las muestran a ellas, las humanidades tradicionales, como “datadas y situadas”. Estas ideas surgen en torno al vertiginoso cambio histórico y tecnológico propio de nuestra época, desde la cual las miramos retrospectivamente. Es decir, vistas desde ahora, a nuestras humanidades se les notan claramente tres supuestos fundamentales que hoy no necesariamente pueden darse por evidentes. El primero: la centralidad de una cultura, la occidental: the center does not hold, verso célebre de W. B. Yeats, ha servido de epígrafe a muchísimos estudios en todos los campos del saber. El segundo: el alcance del término “humano”, si se percibe como excluyente de personas esclavas o de género femenino o de culturas ajenas, como lo hacía el ágora de la antigua Grecia y se hace, en muchos casos, hasta ahora. El tercero: el alcance del término “humano”, si se considera que los aparatos técnicos creados por la mente humana son meramente instrumentos, que en nada modifican lo que hasta ahora se ha entendido por “humano”… o si se consideran extensiones humanas de lo humano, valga la redundancia. En ese caso, podrían considerarse los nuevos contornos que la persona está adquiriendo, sus nuevas capacidades. El relato de las humanidades tradicionales dependía del cultivo de una determinada racionalidad y, en gran medida, del instrumento de la escritura. ¿Cuáles serán los relatos posibles ahora? La introducción de un concepto como el del “antropoceno” hace vacilar incluso la distinción entre “ciencias del espíritu” y “ciencias de la naturaleza”, con la que iniciamos esta reflexión.

El presente es vértigo En el siglo XXI, la velocidad de los cambios tecnológicos y sociales desafía las capacidades de cualquier imaginación. El presente es de mutación tecnológica, de comunicaciones inmediatas y efímeras, de encuentro entre pueblos y culturas diferentes, de migración de los datos, informaciones, dineros, trabajos y personas. El presente es el vértigo. Este es un clima que prácticamente ha barrido con el espacio de las humanidades tradicionales y con el de la reflexión y la distancia propias de su trabajo. Hoy las humanidades ya no son puente entre las disciplinas, conversación común entre ciudadanos ilustrados. Parecen aspirar a tecnificarse, a ser una de las muchas especializaciones que van repletando el mundo académico y universitario, incomunicadas unas de

otras. Menos “útiles” que otras especializaciones, parece, en términos de rendimiento económico inmediato, de “impacto” cuantificable, de formularios burocráticos: el estudio de las humanidades ha ido reduciendo sus alcances, su importancia y sus presupuestos en el marco de las universidades en todo el mundo. (Hay honrosas excepciones recientes en Chile, muy alentadoras y a las que debemos seguir atentamente la pista). Además, los nuevos tiempos parecen haber ido cambiando la noción misma de lo que es “humano”. Y, entonces, ¿qué pasa con las “humanidades” en tiempo de los cyborgs o de los avatares? Si el “ser humano” pasa hoy por su interacción con tecnologías que modifican su manera de conocer, de pensar, de interactuar y de existir, las “humanidades” de este nuevo humano podrían ser muy distintas a las que conocemos. Podrían tener papeles muy distintos en la sociedad. Podrían iluminar zonas de la mente que, por el contrario, contribuirían a adocenar a la gente, a transformarlos en meros instrumentos de producción de valor en un sistema cualquiera.

Humanidades en el siglo XXI: angustia de futuro Las humanidades viven hoy una angustia del futuro y se multiplican los discursos catastrofistas y distópicos, que sirven de advertencia sobre la pérdida de lo que tradicionalmente entendemos por “humano”. Los personajes de las novelas futuristas son seres que han extendido sus capacidades gracias a la tecnología, por una parte, y que por otra han comprometido sus conciencias, tal como se entiende hoy la conciencia. Están ubicados en sociedades alarmantes para un lector. Esa es, precisamente, la función de una novela distópica. Dada la rapidez de los cambios en el mundo, la ciencia ficción, antes un género secundario y un placer más bien culpable, ha llegado a ser una forma que resultaba más “realista”, entre comillas, que las descripciones de hechos y costumbres del presente, que caducan en un dos por tres. Y la ciencia ficción ilumina posibilidades tanto utópicas como distópicas del futuro. Da curiosidad por las posibilidades “humanas”, entre comillas, y preocupa también por esas nuevas posibilidades. Si cambia “lo humano”, en el futuro; o si ya ha cambiado, ¿qué pasa con las “humanidades”, que hoy toman su nombre de una noción de lo humano que tal vez no está vigente, o que caducará rápidamente? No pretendo responder esa pregunta. Por una opción más bien ética, quiero subrayar algunos rasgos de las humanidades que podrían no solo sobrevivir el aluvión del futuro, sino contribuir a que tenga un signo más positivo. El saber es una riqueza que se puede transmitir sin empobrecerse (Ordine, N., 2013) y, por lo tanto, es capaz de escapar a la lógica puramente mercantil, y debería hacerlo. “La monedita del alma”


Mano III, 1970. Dextrina sobre papel 53,5 x 75,5 cm

Por una opción más bien ética, pretendo subrayar algunos rasgos de las humanidades que podrían no solo sobrevivir el aluvión del futuro, sino contribuir a que tenga un signo más positivo. El saber es una riqueza que se puede transmitir sin empobrecerse (lo recuerda Nuccio Ordine) y, por lo tanto, es capaz de escapar a la lógica puramente mercantil. (cito a Antonio Machado) “se pierde si no se da”, lo que está en contradicción tan flagrante con un mundo basado en pérdidas y ganancias que hoy hasta los economistas dirigen sus esfuerzos hacia negociaciones para lo que llaman, en inglés, win-win situations. En una dimensión utópica, a la que cabe tener siempre como horizonte, las humanidades deben aspirar a una forma generosa de enseñanza, que enriquezca a la vez a quien la imparte y a quien la recibe. Uno de los signos de la barbarie contemporánea es acaparar el conocimiento. Otro semejante es ocultar información y restringirla. Cabe oponerse razonablemente al intento de secuestrar los trabajos de los investigadores en humanidades sujetándolos al pago y sometiéndolos a la lógica del lucro; también a la tendencia a especializaciones que los condenan al gueto de una especialidad técnica más. Las humanidades como tales –huelga decirlo– mueren en ese nicho. Los avances de la inteligencia artificial han vuelto redundantes algunas de las tareas más minuciosas. La mente humana tiene que desarrollar preferentemente aquellas aptitudes que la diferencian de esta. Además, en una era de avances

tecnológicos vertiginosos, los “contenidos” que se transmiten pueden caducar rápidamente y perder su valor. No pasa lo mismo con lo que se aprende de un maestro, en una relación personal de aprendizaje: queda con el alumno una forma de investigar, de resolver, de abordar temas, de colaborar, y ese será siempre el legado más importante para abordar los nuevos desafíos del conocimiento en una era inimaginable. El filósofo Jacques Rancière habla de “emancipar” y lo opone a “estultificar” (simplificar hasta la estupidez). Emancipar es lo contrario de ser espectador del saber y del brillo de los demás. Es lo contrario del “star system”, donde unos son dioses y otros meros fans. Se acaba el espacio y quedan pendientes temas que he tratado en otra parte: lo transdisciplinario y lo interdisciplinario, lo cosmopolita y lo multicéntrico, las nuevas comunidades que se han ido creando con los nuevos medios tecnológicos, entre otros. Termino diciendo que para las nuevas humanidades veo una función indispensable. El conocimiento de la experiencia de lo humano como especie habrá de servirnos de vigía mientras navegamos en un futuro que todavía no logramos imaginar. 53


Columna

La ciudadanía no se aprende de memoria Macarena Ponce de León Atria

Es licenciada y doctorada en Historia por la UC. Además, realizó un diplomado en estudios avanzados (DEA) en Paris I Sorbonne-Pantheon. Actualmente es la directora del Museo Histórico Nacional.

“¿Cómo nos transformamos en ciudadanos?”, ese fue el título de un curso universitario sobre historia y ciudadanía dictado el año pasado para estudiantes de pregrado. El desafío era inventar un país y tomar decisiones frente a conflictos reales. Tal cual. Había que imaginar un país nuevo, nombrarlo, georreferenciarlo, definir sus símbolos, el Estado, su composición demográfica, étnica y su cultura. El ejercicio fue excelente y las utopías parecieron posibles. Recuerdo que la gran mayoría de los países adoptaron la democracia como régimen de gobierno, prácticamente todos eran estados multinacionales y en sus constituciones señalaron las condiciones jurídicas de quienes “pertenecían” a la comunidad política; algunos los llamaron “ciudadanos”, otros inventaron nombres y –por cierto– sin excepción declararon el respeto irrestricto a los derechos humanos. Sorpresivamente en una clase jugamos “Ataque”, un país conquistó a otro y ante la pregunta de qué hacer con los presos políticos, la respuesta inmediata fue demoledora: fusilamiento masivo. El silencio de la sala fue tan elocuente que los mismos estudiantes se disculparon en la clase siguiente y argumentaron a favor de la vida y los derechos universales de justicia. Ante lo ocurrido, la primera de las lecciones es que la ciudadanía simplemente no se aprende de memoria. El punto está en que tampoco se enseña de memoria. No sirve. Es un concepto demasiado abstracto y amplio, de límites

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“La dimensión temporal propia de toda realidad humana y el sentido de ‘pertenencia histórica’, es lo que permite al individuo comprenderse como parte de un grupo y comprometerse, actuar, participar, ejercer una responsabilidad correlativa de cada uno con respecto de los otros y valorar la amistad cívica”. confusos, es todo a la vez y no discrimina. Sabemos que somos ciudadanos porque tenemos pasaporte y se nos instruye en las condiciones en que se ejerce la normativa, pero hasta ahí llegamos. Se nos desvanece el sentido histórico y antropológico más profundo de ser ciudadano, que es el pertenecer a un grupo, a una comunidad política definida. Articular la ciudadanía como pertenencia supera la norma e implica el reconocimiento de un proyecto común, formado históricamente por capas a través del tiempo, de predisposiciones, conceptos, valores, destrezas, intereses, que se fundan en un pasado compartido e inclinan a los individuos a formar parte de una comunidad específica (familiar, local, nacional). La dimensión temporal propia de toda realidad humana y el sentido de “pertenencia histórica”, es lo que permite al

individuo comprenderse como parte de un grupo y comprometerse, actuar, participar, ejercer una responsabilidad correlativa de cada uno con respecto de los otros y valorar la amistad cívica. Cómo formar ciudadanos es una tarea multidisciplinaria, un campo asociado a la didáctica de la historia y de forma emergente a la formación de una conciencia histórica. Sus marcos conceptuales son novedosos y aún hay poca evidencia empírica para evaluar su impacto. Sin embargo, si hay algo que hemos podido medir estos días en las calles de nuestro país es la profundidad de la crisis de la educación, su desconexión con la formación de ciudadanos y las consecuencias que este divorcio produce en la cohesión social. Esta es la segunda de las lecciones del ejemplo inicial, el fracaso del aula y la docencia en formar una sólida ciudadanía democrática entre la juventud. La constatación actual es desgarradora y es justo hacer nuestro mea culpa e innovar con un sentido de urgencia.

“Si hay algo que hemos podido medir estos días en las calles de nuestro país es la profundidad de la crisis de la educación, su desconexión con la formación de ciudadanos y las consecuencias que este divorcio produce en la cohesión social”.


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fotografía FREEPIK

MARIO PONCE. Es decano de la Facultad de Matemáticas de la UC y licenciado en Ciencias de la Ingeniería de la Universidad de Chile. Es magíster del Instituto Nacional de Matemática Pura y Aplicada (IMPA), en Río de Janeiro, Brasil. Además, es doctor en Ciencias Matemáticas por la Universidad de París Sur, Francia.

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DOSSIER HUMANA: LA ESPECIE QUE NOS UNE

Matemática = La fórmula de la

especie

Además de constituir el pilar de la nueva tecnología, esta disciplina se nos presenta como una fuente extraordinaria de experiencias humanizantes. Esto porque nos permite preservar nuestra esencia y mantener algunas características propias, como son la capacidad de abstracción, de razonamiento y, sobre todo, de regocijarse con el resultado y el proceso de la búsqueda de la verdad. Por Mario Ponce

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¿

De qué tenemos que preservar o proteger a la humanidad? En esta época escuchamos hablar constantemente sobre las amenazas de la inteligencia artificial, alimentadas por una narrativa de ciencia ficción que ha logrado instalar un escenario de cataclismo sobre el futuro cercano, bien nutrido por predicciones políticas que vislumbran una completa pérdida por parte de nuestra especie del dominio del orden mundial. Por lo mismo, los seres humanos deberíamos inclinarnos hacia la conservación de la especie, en el sentido de la antropología biológica. Sin embargo, tanto por mi falta de idoneidad como por un escepticismo bien fundado, abordaré en estos párrafos una dirección distinta. La ciencia y la matemática son dos de los pilares fundamentales en los que se sustenta la tecnología que cristaliza a la inteligencia artificial. Desde sus orígenes, en los albores de las ciencias de la computación, con los aportes de David Hilbert, Kurt Gödel, Alan Turing y John von Neumann, entre otros, la matemática ha hecho una gran contribución. Esto a través de las potentes herramientas de la lógica, la complejidad, la optimización, la Teoría de Grafos, los métodos estadísticos y, recientemente, con la topología, las aproximaciones estocásticas y el análisis numérico, entre otras de sus múltiples áreas de

desarrollo. No obstante, el propósito es proponer una reflexión acerca de la capacidad de esta disciplina para preservar una noción de humanidad que, si bien no se refiere a la dominación del mundo ni al reemplazo de labores y su impacto en el ámbito laboral y, por tanto, de orden social, se refiere a características propias de lo humano y que pueden ser relevadas por la misma práctica de esta bella disciplina del pensamiento.

Conservar nuestra esencia La propuesta es que la matemática nos permite preservar nuestra humanidad, en el sentido de mantener algunas características propias del hombre, como son la capacidad de abstracción, razonamiento y, sobre todo, para regocijarse con el resultado y el proceso de la búsqueda de la verdad. Antropólogos, historiadores modernos y algunos autores superventas mundiales como Jared Diamond y Yuval Noah Harari, proponen evidencia de que la característica que convirtió a los Homo sapiens en la especie dominante sería la cualidad de colaborar y cooperar, a gran escala, en dimensiones completamente distintas a las posibilidades que tienen otras especies. Además, esta inusual capacidad se diferencia por la facultad de la “abstracción”. Esto es, reconocer intelectualmente lo esencial de una situación y convertirlo en una idea o concepto. Al ser desprovistas de sus particularidades irrelevantes, estas ideas se pueden mezclar, procesar e interactuar con otras de ori-

La característica que convirtió a los Homo sapiens en la especie dominante sería la cualidad de colaborar y cooperar, a gran escala, en dimensiones completamente distintas a las posibilidades de otras especies.

Padre de la geometría. Este es un papiro de Euclides, matemático y geómetra griego (325 a.C.-265 a.C.), el único que contiene parte de su obra Elementos, que es una de las producciones científicas más conocidas del mundo y una recopilación del conocimiento impartido en el ámbito académico de entonces.

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fotografía PEXELS

gen diverso, dando lugar al poderoso proceso de “razonamiento”, el que, por medio de sus métodos lógicos y de argumentación correcta, permiten avanzar en el conocimiento y la verdad. La “abstracción”, por ejemplo, crea pensamientos que van más allá de lo doméstico y tangible, como el concepto de nación, humanidad, la ética, entre otros aspectos. Tales construcciones intelectuales son una herramienta sofisticada de intercambio y colaboración que no requiere de tratos entre individuos y que posibilita interacciones masivas, alineadas con objetivos a gran escala, aún entre miembros de la especie que no se conocen. Por supuesto, no es afán de este párrafo desconocer que muchas veces estas interacciones asociadas a ideas abstractas han conducido a buena parte de la población mundial a procesos de miseria y sufrimiento, por tanto, deshumanizantes. La matemática funda sus métodos y mucho de su asombroso éxito en estos dos atributos de lo humano (razonamiento y abstracción). Una de las primeras y más potentes manifestaciones de la abstracción en esta disciplina es el concepto de número. Que una pareja de orangutanes, así como nuestras manos y las caras de una moneda sean asociadas al mismo símbolo y equivalencia –2– ha permitido la construcción de un lenguaje universal: los sistemas numéricos. Ellos dieron lugar a impulsos únicos en el comercio, las políticas públicas, la tecnología en todas sus etapas, entre otros ámbitos. Ejemplos de “abstracción” se extienden hasta la misma concepción de grafo, que es una construcción teórica de nodos interconectados que nacen de una experiencia del gran Leonhard Euler, en la ciudad de Königsberg (hoy parte de Rusia), en 1730, y que permiten modelar interacciones sociales en grandes redes, optimizar procesos de transporte en ciudades congestionadas, resolver complejos problemas en cadenas logísticas. Todas son actividades que llevan actualmente la etiqueta de las más conocidas expresiones de la inteligencia artificial (Google, Facebook, Amazon, Waze, entre otras).

No perder el asombro La tercera característica humanizante de la matemática es “el asombro”, el que relacionamos, en contraposición a un atributo de utilidad, con la experiencia estética de esta disciplina. El regocijo de acercarse a la verdad es una experiencia sublime, que ocurre en nuestra conciencia y, por tanto, nos hace sentir únicos, humanos. No se trata de que seamos más rápidos, mejores o peores que otro humano o que alguna máquina en llevar a cabo el proceso intelectual, sino la experiencia de llevarlo en nuestra propia conciencia. Para ejemplificar el fenómeno del “asombro” en este preciso momento de lectura, le invito a imaginar que corta por la mitad la hoja de papel de esta página y que luego de apilar las mitades, repite el proceso de corte a la mitad otras 41 veces. ¿Puede estimar la altura que tal pila de papel alcanzaría? El resultado es lo mismo que multiplicar 42 veces por 2 un espesor de 0,1 milímetros, lo que, hechas las estimaciones, es algo así como 400.000 kilómetros. La Luna orbita a la Tierra a una altura un poco inferior que esta cantidad. Para ser honesto, la primera vez que hice la cuenta ni siquiera imaginé un resultado de este alcance. Hoy es el ejemplo típico que utilizo para evidenciar la potencia del crecimiento exponencial. Un segundo ejemplo de esta naturaleza asombrosa de la matemática y, por cierto, desprovisto de utilidad inmediata, es la siguiente situación: imagine que con una cuerda suficientemente larga rodea toda la Tierra a lo largo del Ecuador, bien ceñida a la

El científico más famoso del siglo XX. Albert Einstein mantiene su carisma y su legado décadas después de su muerte. Él dejó para la posteridad grandes teorías, frases imborrables y la que seguramente es la ecuación más popular de la historia de la ciencia: E=mc 2, la equivalencia entre masa y energía con la velocidad de la luz al cuadrado como factor de multiplicación.

El regocijo de acercarse a la verdad es una experiencia sublime, que ocurre en nuestra conciencia y, por tanto, nos hace sentir únicos, humanos. 59


Una máquina equipada con inteligencia artificial lo hará muchísimo mejor que nosotros. Lo hará mejor pues fue creada por nuestra propia inteligencia, como un emprendimiento colectivo de miles de años. No debiésemos preocuparnos por esto.

superficie terrestre. Tal cuerda tendría un largo aproximado de 40.000 kilómetros. Luego, imagine que corta la cuerda y añade un trozo de cuerda de 1 metro de longitud y que extiende uniformemente en toda su circunvalación este nuevo cinturón terrestre. ¿Puede estimar en cuánto se ha separado la cuerda de la superficie terrestre? Poco relajo cabría esperar cuando uno compara los 40.000 kilómetros con un humilde trozo de un metro. Haciendo memoria de la famosa fórmula del perímetro de un círculo y su relación con el enigmático número Pi (3,141592…), obtendrá una inesperada separación de casi 16 centímetros.

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El papiro rhind. Esta reliquia se encuentra en el Museo Británico de Londres. Comienza con la frase: “Cálculo exacto para entrar en conocimiento de todas las cosas existentes y de todos los oscuros secretos y misterios”, frase que da cuenta que la matemática hace pensar y recrear el mundo.

alegrarnos, a sentir y a asombrarnos. No podemos renunciar a razonar ni a abstraer. La matemática, además de constituir el pilar de la nueva tecnología, se nos presenta también como una fuente extraordinaria de experiencias humanizantes ligadas a la abstracción, al razonamiento y al asombro.

PARA LEER MÁS Libros: • Diamond, J., The third chimpanzee, the evolution and future of the human animal, Hutchinson Radius Press, 1991.

“Es estúpido competir con una máquina”

• Flexner, A. y Dijkgraaf, A., The usefulness of useless knowledge, Princeton University Press, 2017.

Si queremos competir con una máquina por ver quién es más rápido y preciso detectando un tumor al mirar una resonancia magnética, o bien, en la tarea de revisar miles de minutos de grabación de cámaras de seguridad para encontrar evidencia de un robo, o en la atención que podemos poner al conducir un automóvil equipado con millones de sensores inteligentes, entre otros ejemplos, una máquina equipada con inteligencia artificial lo hará muchísimo mejor que nosotros. Lo hará mejor pues fue creada por nuestra propia inteligencia, como un emprendimiento colectivo de miles de años. No debiésemos preocuparnos por esto. En palabras más duras, este tema es abordado por Jack Ma, el histriónico fundador del imperio económico chino Alibaba, quien en una reciente conferencia declaró: “(…) es estúpido competir contra un computador en el ajedrez, así como era estúpido competir contra un auto en una carrera (…)”. Lo que no nos puede pasar es la renuncia a ser humanos, a

• Sáenz de Cabezón, E., Inteligencia matemática, Plataforma Editorial, 2016.

• Su, F., Mathematics for human flourishing, Yale University Press, 2020. • Navas, A., Un viaje a las ideas: 33 historias matemáticas asombrosas, Planeta, 2017. • Wigner, E. P. (1960). “The unreasonable effectiveness of mathematics in the natural sciences. Richard Courant lecture in mathematical sciences delivered at New York University, May 11, 1959”. Communications on Pure and Applied Mathematics. 13: 1–14. • Chiodo, M., Müller, D., “Mathematicians and Ethical Engagement”, en SIAM News, 2018. Videos en internet: • “Las matemáticas son para siempre”, Eduardo Sáenz de Cabezón , TEDxRiodelaPlata. https:// www.youtube.com/watch?v=jej8qlzlAGw • Francis Su’s MAA President Retiring Address, “Mathematics for Human Flourishing”. https:// www.youtube.com/watch?v=xEtDvc1SWm8 • “La Matemática como arma secreta para preservar la Humanidad”, Mario Ponce en Protagonistas 2030, Encuentros El Mercurio 2019, https://protagonistas2030.elmercurio.com/ wp-content/ uploads/2019/09/11-Universidad-Catolica-Mario-Ponce.mp4



Mario Inzulza s.j. Es académico de la Facultad de Teología de la UC y sacerdote de la Compañía de Jesús. Estudió Teología en la UC y Filosofía en la Universidad Alberto Hurtado e hizo un magíster en Teología en Centre Sèvres, Facultad Jesuita de París, Francia.

Mario Inzulza. Es académico de la Facultad de Teología de la UC. Estudió Teología en la UC y Filosofía en la Universidad Alberto Hurtado e hizo un magíster en Teología en Centre Sèvres, Facultad Jesuita de París, Francia. Además, es doctor en Teología Dogmática por Boston College, Estados Unidos. 62

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DOSSIER HUMANA: LA ESPECIE QUE NOS UNE

Los

límites de la

per fección ¿Es posible afirmar, desde una perspectiva teológica, que el hombre se puede mejorar y superar? La respuesta es negativa, ya que el criterio que debería guiar los avances neurocientíficos es el aumento en la capacidad de amar gratuitamente, incremento que vuelve a la creatura semejante a Dios y colaboradora de su plan. La teología cristiana no describe el futuro en términos de superación, sino de convertirnos en seres plenos. Por Mario Inzulza

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L PARA LEER MÁS • Kurzweil, R.; The singularity is near: when humans transcend biology, New York: Viking, 2005. • Young, S.; Designer evolution: a transhumanist manifesto. Amherst, N.Y.: Prometheus Books, 2006. • Bostrom, N.; Superintelligence: paths, dangers, strategies, Oxford: Oxford University Press, 2014.

a historia de la humanidad está atravesada por preguntas que, porfiadamente, vuelven una y otra vez. Puede ser en boca de Anaximandro, Agustín, Shakespeare o Freud: hay cuestionamientos escurridizos que no se dejan atrapar. Por más esfuerzo que hagamos, ciertos temas prefieren la ambigüedad del signo de interrogación a la claridad del punto final. Una de estas inquietudes es la pregunta por el ser humano. Aunque separados por los siglos, es posible rastrear esta duda en los sumerios, romanos, marxistas o postmodernos. Y resulta que ni el tiempo ni las respuestas avejentan esta problemática. Desde tiempos remotos intentamos saber quiénes somos y en qué radica esa identidad, sin quedar nunca satisfechos. Por eso, todas las generaciones, hermanas entre sí, deben enfrentarse a este cuestionamiento con la frescura del primer momento. Según el historiador Yuval Noah Harari, esta inquietud tendría sus días contados. Siguiendo el parecer de varios científicos y pensadores, Harari sostiene que la ingeniería biológica será pronto capaz de reescribir el código genético humano y modificar el equilibrio bioquímico, tras lo cual podremos fusionar los organismos biológicos con dispositivos no orgánicos que harán desaparecer al homo sapiens. En términos más técnicos, la tecnología nos permitirá mejorar a la humanidad –transhumanismo– e incluso superarlo –posthumanismo–. Así, el posthumanismo sería el resultado de un proceso que, teniendo al transhumanismo como un estado intermedio, produciría seres que ya no podrán reconocerse en sus ancestros (Harari, Y. N., 2014). Por eso, la pregunta por el ser humano tendría fecha de vencimiento. Fruto de su mejoramiento y superación, en el futuro existirá una especie que no se reconocerá en las preguntas de Hamlet ni en los discursos de Martin Luther King. ¿Es posible afirmar, desde una perspectiva teológica, que el ser humano es una especie a mejorar y superar? A mi juicio, la respuesta es clara: no. Ambos conceptos son atributos que, teológicamente, no son aplicables al ser humano. Para el cristia-

nismo no es una especie a mejorar ni mucho menos superable. ¿Cuáles son las razones que justifican esta negativa? Hay varios conceptos básicos de la antropología cristiana que colisionan con la racionalidad transhumanista y posthumanista. En las siguientes líneas, intentaré abordar el tema desde la siguiente máxima: la teología cristiana no describe el futuro en términos de superación, sino de alcanzar la plenitud.

Dos esquemas interpretativos distintos De acuerdo al transhumanismo, nuestra técnica transita de la restauración al mejoramiento del ser humano. Tomemos el cerebro como ejemplo: gracias a la neurociencia prontamente dispondremos, además de los actuales medicamentos que mitigan dolores y ciertas enfermedades, de píldoras que aumentarán nuestras capacidades cerebrales o de tratamientos que las modificarán genéticamente. Así, podremos expandir los procesos mentales hasta sus máximas capacidades. Los posthumanistas, sin embargo, van aún más lejos: en un futuro próximo superaremos el límite impuesto por nuestra base biológica, al trasladar, por ejemplo, todo su contenido en un dispositivo que almacene dicha información. Nuestro cerebro no solo será reparado de sus dolencias o mejorado en sus capacidades, sino transformado radicalmente en su estructura e incluso reemplazado. ¿Cuál es la interpretación de la realidad y del humano que subyace a este modelo? A mi entender, en este esquema la realidad es un proceso evolutivo de creciente complejidad, tanto en sus estructuras como en sus formas y operaciones. Por ser miembro de este proceso de complejidad global, el ser humano es movido por un deseo evolutivo que, en sintonía con la realidad, busca inevitablemente incrementar sus capacidades. Este esquema sostiene que tanto el proceso evolutivo como el deseo de los hombres están guiados por el mismo propósito –el incremento de la complejidad– que supone un mismo resultado: el permanente mejoramiento y superación de lo existente. De hecho, el progreso de nuestra inteligencia y la creciente sofisticación de nuestra tecnología estarían en directa sintonía con este proceso evolutivo en constante superación.

Contra toda antropología esencialista o determinista, el cristianismo defiende que el principio y fundamento de la bondad humana es la gratuidad y el amor del Creador, característica que no se presenta ni como tarea acabada u obligación, sino como dinamismo que encuentra su realización plena en el resucitado. 64

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fotografías WIKIPEDIA

Volviendo al ejemplo del cerebro, el desarrollo de la neurociencia no debería contentarse con restaurar nuestras capacidades, sino que buscaría modificarlas hasta su superación. Se produce así una coincidencia entre el nivel ético (“deber hacer”) el nivel técnico (“poder hacer”) y el nivel moral (“hacer lo bueno”) ¿Y cuál es el límite que debemos superar? El mayor de los obstáculos: la muerte como expresión última del proceso entrópico en el ser humano.

Parte de la “creación” El cristianismo posee otra interpretación de la realidad. La palabra “creación” es el concepto teológico para afirmar que la realidad es un proceso dinámico que tiene su origen, sustento y destino en la gratuidad amorosa de un misterio inabarcable que llamamos “Dios”. El ser humano, por ser parte de la creación, también es un proceso dinámico que tiene su origen y futuro en Dios. En este esquema, entonces, tanto la creación en su conjunto como la creatura en su singularidad están guiadas por una misma intención original –la gratuidad y amor de Dios– que supone un propósito igual en todo –Dios mismo como futuro de lo creado–. De hecho, lo distintivo del ser humano es la toma de conciencia, en cuanto miembro de la creación, de este proceso dinámico que tiene a Dios como su primer y último protagonista. Pero no solo eso: el ser humano está invitado a aportar en este proceso de constante donación por parte de Dios, colaboración que tiene sentido cuando la creatura entra en la dinámica de amor y gratuidad divina. Si

volvemos al ejemplo del cerebro, el criterio que debería guiar los avances neurocientíficos es el incremento en la capacidad de amar gratuitamente, incremento que vuelve a la creatura semejante a Dios y colaboradora de su plan.

¿Por qué ni mejorables ni superables?

Nueva especie. Fruto de su mejoramiento y superación, en el futuro existirá una especie que no se reconocerá en las preguntas de Hamlet ni en los discursos de Martin Luther King. En la foto, Sophia, que ha sido destacada como la robot más avanzada del mundo.

¿En qué sentido el ser humano no es superable? Retomando lo anteriormente dicho, es necesario destacar que la causa de la trascendencia humana es la bondad de Dios, agente y plenitud para toda la creación. De ahí, que el sentido último de la creación no es ni su reemplazo ni su desaparición. Por el contrario, el destino de la creación es su plenitud en Dios; lo

Será la confianza en Dios y no simplemente en nuestras capacidades la que obligue a la vigilancia creyente. No debemos ser ingenuos. Quien haya leído un poco de historia universal o simplemente hojeado el diario esta mañana sabrá que incluso nuestras mejores intenciones están bajo la sombra de la mezquindad y la violencia. 65


fotografía FLICKR de norwegian university of science and technology

La tecnología nos permitirá mejorar al ser humano –transhumanismo– e incluso superarlo –posthumanismo–. Así, el posthumanismo sería el resultado de un proceso que, teniendo al transhumanismo como un estado intermedio, produciría seres que ya no podrán reconocerse en sus ancestros. Por eso, la pregunta por el ser humano tendría fecha de vencimiento.

Deseo evolutivo. El ser humano busca inevitablemente incrementar sus capacidades. En la imagen el cyborg Neil Harbisson, quien se implantó un dispositivo en su cerebro (antena), que le entrega la posibilidad de percibir los colores a través del sonido, algo a lo que tuvo que recurrir a causa de una enfermedad.

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creado no existe para su permanente superación, sino para la participación en el amor y gratuidad de su Creador. Esta afirmación tiene su origen en quien justifica cualquier reflexión cristiana: Jesucristo, imagen visible del Misterio absoluto. Toda su vida es el reflejo del amor gratuito de Dios, la cual puede resumirse en vivir perdonando pecados y sanando enfermos. Sin embargo, es la resurrección de Jesús de entre los muertos donde el ser humano puede reconocer el sentido de la creación en su conjunto y de sí mismo en particular. Porque en el resucitado no hay reemplazo de su cuerpo, sino transfiguración; porque en él no hay abandono de su identidad sino plena manifestación de su divinidad; porque en él no hay pérdida de las relaciones, sino intensificación de ellas; y porque la fuente de la vida brota desde un sepulcro vacío; por todas estas razones, los cristianos afirman que la resurrección del Hijo será el modo según el cual el Padre plenificará todas las cosas por la fuerza de su Espíritu. ¿Y en qué sentido el ser humano no es mejorable? La existencia del ser humano, como todo lo creado, es intrínsecamente buena en tanto querida por Dios. Esto no significa que el ser humano no es mejorable porque en la bondad de Dios ha sido creado completo, en su estado final, ¡por ningún motivo!. El ser humano, como toda la creación, ha sido creado inconcluso –que no es sinónimo de imperfección a corregir o mejorar– y su plenitud solo será encontrada en Dios. Contra toda antropología esencialista o determinista, el cristianismo defiende que el principio y fundamento de la bondad humana es la gratuidad y el amor del Creador, característica que no se presenta ni como tarea acabada u obligación, sino como dinamismo que encuentra su realización plena en el resucitado.

Optimistas pero vigilantes Es interesante cómo las controversias teológico-científicas se han desplazado desde el pasado –la teoría evolutiva– y desde el presente –las transformaciones sociales– a las preguntas sobre el futuro. Animados por la fe, el amor y la esperanza, en un futuro donde Dios llevará a plenitud su creación, los cristianos están invitados a participar optimistamente en toda iniciativa que despliegue la dinámica que anima a toda la creación: el amor y la gratuidad. Tenemos la capacidad de pensar una humanidad que no solo esté orientada a la supervivencia, sino a reorientar, por ejemplo, nuestros modos de organizar la sociedad, el consumo y la relación con el ecosistema en términos de colaboración. Pero será la confianza en Dios, y no simplemente en nuestras capacidades, la que obligue a la vigilancia creyente. No debemos ser ingenuos. Quien haya leído un poco de historia universal o simplemente hojeado el diario esta mañana sabrá que incluso nuestras mejores intenciones están bajo la sombra de la mezquindad y la violencia. Quizás, aquí radica la persistente incógnita por el ser humano. Con su amor y gratuidad, Dios le ha confiado una tarea inconclusa. Su respuesta total y final sobre nuestra identidad es difícil de descifrar: un jardinero hablando con María Magdalena, un peregrino de camino a Emaús, un extraño a la orilla del lago. Tal vez, estemos obligados a discutir sin que nadie pueda monopolizar la conversación. Al parecer, siempre seremos una pregunta abierta, inmejorable, e insuperable… gracias a Dios.



FotografĂ­a Ă lvaro de la Fuente

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DOSSIER HUMANA: LA ESPECIE QUE NOS UNE

“Se necesita un

proyecto de futuro” Lo que enlaza a unas personas con otras se volvió tema central en el pensamiento del filósofo Jorge Acevedo, cuando ya no es la raza, la religión ni la lengua: “Ahora, en países como Chile existe una gran diversidad, por lo que tenemos que repensar el concepto de nación: ‘¿Qué nos une más allá del territorio?’”. Por Miguel Laborde

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uisimos hablar con él una vez que el estallido invadió todo y, de pronto, la sociedad chilena pareció escindida de manera profunda; sabíamos de su trabajo, por años, en torno a los elementos que, en una sociedad contemporánea y diversa, facilitan o permiten la convivencia. Discreto y silencioso, instalado en la precordillera de Peñalolén, se le encuentra en el laberíntico interior de la Comunidad Ecológica, donde los caminos de tierra se entrecruzan y las casas desaparecen, ocultas por la vegetación. Nada indica que estamos en una de las comunas más conflictivas por estos días, la que tuvo a seis carabineros heridos en un ataque a la comisaría,

una toma de terreno en la Viña Cousiño Macul y una agresión con armas de fuego en Lo Hermida. Viudo de su primer matrimonio, con un hijo y nietos que viven lejos, en España, aquí construyó hace quince años su refugio con su actual mujer, la sicóloga Ana María Zlachevsky. Subimos a compartir con él algunas inquietudes, toda vez que se rompió la burbuja –oasis– del Chile cómodo en una sociedad libre y próspera, donde cada uno podía iniciar un proyecto propio y organizar su vida a su manera. Parecía cosa de tiempo, con miles de emprendedores en acción, que el país llegara al desarrollo de los países OCDE.

La cultura latina Consciente de pertenecer a una cultura latina que tiene otras necesidades sociales y culturales, distintas a la del imaginario anglosajón de un individuo que se basta a sí mismo, Jorge Acevedo centró gran parte de su trabajo en estudiar, especialmente, filósofos también latinos. La excepción es el alemán Martin

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Fotografía Álvaro Matzumura, Pexels

“No basta, aunque sea necesario, contar con una minoría de imaginación creadora, capaz de inspirar visiones de un mejor futuro para orientar los cambios, una minoría eficaz y no corrupta. También se necesitan las mayorías receptivas”.


Heidegger, a quien ha dedicado una parte de su obra. Especialista en Ortega y Julián Marías, Acevedo lamenta que, siendo fundamentales, no tengan la tribuna que merecen a nivel mundial, por ser pensadores que escriben en español. De su interés en los problemas presentes en las sociedades fragmentadas o sumidas en el individualismo nacieron varios de sus libros: La sociedad como proyecto. En la perspectiva de Ortega (1994); Ortega, Renan y la idea de nación (2014) y Ortega y Gasset: ¿Qué significa vivir humanamente? (2015). El primero de ellos suscitó mucho interés en Rumania, un país cuya libertad reciente lo llevó a debatir esos temas. Además, él mismo tradujo del francés una célebre conferencia de Ernest Renan, que le parece muy vigente: “¿Qué es una nación?”. En ese sentido, cuando le preguntamos qué es lo que mantiene integrada a una colectividad –pregunta obvia luego de ver tanta destrucción de edificios y símbolos nacionales a lo largo de todo Chile– nos responde desde una postura filosófica que identifica al ser humano como un ser social, que se explica y expresa con otros: “Se necesita un proyecto de futuro, porque la sociedad no es estática. Se dice que tenemos un pasado compartido dentro de un territorio cuyas fronteras se consideran casi naturales, pero si falta el proyecto común, todo eso se puede venir abajo”.

Imaginar un futuro Su mirada parece llegar desde lejos, lo que entendemos mejor cuando comenta que es hijo de madre libanesa, natural de un país donde esos fundamentos –raza, religión y lengua– todavía son razones para vivir y morir.

Fotografía miguel reflex

El futuro conjunto. Se dice que tenemos un pasado compartido dentro de un territorio cuyas fronteras se consideran casi naturales, pero si falta el proyecto común todo eso se puede venir abajo.

En cambio, a juicio de varios historiadores entrevistados en el crítico mes de octubre, Chile se caracteriza por una realidad muy distinta. Conquistadores e indígenas, ricos y pobres, criollos y mestizos, parecen no estar integrados todavía. —¿Nos llevamos mal con nuestro origen? —Toda sociedad necesita destilar su pasado para proyectar un mejor futuro, pero no veo eso en nuestro país, aunque haya momentos con mucha literatura histórica. Para esa tarea se necesita una sociedad que tenga un conocimiento de sí misma, de modo que sus futuros posibles sean realizables, no simples utopías. Tal vez sea una fase natural, si recordamos que Ortega y Gasset escribió que los proyectos de vida en común suelen partir mal, con seudosoluciones, ensayos de prueba y error, hasta llegar a uno compartido, consensuado. —Y estamos en eso, todavía… —Es trabajo, mucho trabajo. La “imaginación del futuro”, como se le ha llamado, implica una capacidad creadora y con relación a esto no soy muy optimista; somos importadores de proyectos históricos, esto es una constante en nuestra historia, así es que habrá que esperar que surja algo que nos seduzca en otra parte, lo que no es el ideal. Las culturas son distintas, las realidades y los proyectos no se pueden trasladar simplemente; pero, parece, no tenemos otra forma de actuar socialmente. Fiel a su disciplina, nos insiste que no es historiador. Que lo suyo es conceptual, pero, qué duda cabe, los filósofos terminan azotados por los vientos de su época. De alumno secundario conoció a un filósofo, encuentro que lo llevó a ingresar a

“La ‘imaginación del futuro’, como se le ha llamado, implica una capacidad creadora y con relación a esto no soy muy optimista; somos importadores de proyectos históricos, esto es una constante en nuestra historia, así es que habrá que esperar que surja algo que nos seduzca en otra parte, lo que no es el ideal”. 71


Fotografía Reuters

después del estallido. “Tengo la impresión, lamentable, de que hay que sufrir a fondo las consecuencias de todo esto para que se adquiera cierta sensatez histórica”, explica el filósofo.

“Cualquier observador de las últimas décadas de la historia de Chile puede darse cuenta de una aguda conflictividad interna, lo que me indujo, justamente, a tratar de entenderla para vislumbrar caminos conducentes a una convivencia colectiva fructífera, no destructora”.

la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile donde se formó, casualmente, bajo la dirección un andaluz y un vasco: Francisco Soler Grima –discípulo de Julián Marías y de José Ortega y Gasset– y Cástor Narvarte. A lo largo de medio siglo, su extensa obra está publicada en medios de una decena de países. No le parece casual que fuera el español José Ortega y Gasset, portador de una nacionalidad desgarrada, el filósofo que se sumergiera en ese problema. —¿Cuál podría ser la forma de modificar esa constante chilena, tan poco creyente en sus creadores y tan entusiasta por los modelos ajenos? —No basta con salir del paso. Uno puede decir que Francia debiera ser nuestro referente, por el esfuerzo de Macron por enfrentar las causas del malestar y recuperar el diálogo, pero esas son respuestas de corto plazo, temporales. —¿Qué sería algo más duradero, en Chile? —Creo que la clase política debiera apuntar a la educación, la elemental, donde veo un déficit enorme. Comenzar por triplicar o cuadruplicar los sueldos de sus profesores. 72

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Sabemos que Acevedo asigna una alta responsabilidad a un sector cuyo mismo nombre está hoy día desprestigiado: las élites. Pero, le parecen insoslayables: “Yo sé que es una palabra que ahora no se puede usar, lo que habla muy mal de nuestra opinión pública que así genera mucha autocensura, lo que no es bueno porque limita la libertad de expresión e impide el debate. Yo creo, como Ortega justamente, que una sociedad es una conjunción donde cada uno debe cumplir roles y ninguno tiene ‘la verdad’. Declarar que unos u otros la tienen, a veces, en función de las audiencias más populares, tampoco es bueno. No le echo toda la culpa a la clase política, porque todos somos un poco marionetas de lo políticamente correcto, pero ahora hay algo diferente más complejo”. —¿Por la calle o por las redes sociales? —Las dos se han acentuado fuertemente en estos últimos años; aunque la opinión pública siempre ha sido gravitante, ahora rebasó los límites razonables. —¿Llegamos a una sociedad sin liderazgos? —Nuevamente, hay roles que cumplir. No basta, aunque sea necesario, contar con una minoría de imaginación creadora, capaz de inspirar visiones de un mejor futuro para orientar los cambios, una minoría eficaz y no corrupta. También se necesitan las mayorías receptivas, abiertas en el buen sentido de la palabra, capaces incluso de crear mitos. —Algo escaso en Chile… —Aquí, por el contrario, se tiende a desmitificar, lo que es bueno en ciertos aspectos, pero en otros es muy nocivo, esto es algo que ha corroído el cuerpo social chileno. Personas como Pablo Neruda o Gabriela Mistral son despojadas de la admiración y estima que las rodea. Para eso, se exploran y se ponen de relieve los aspectos más problemáticos de sus vidas. Ninguno era perfecto, eran seres humanos, pero había algo en ellos, digno y valioso, que merecía ser cultivado. Como, según Ortega y Gasset, el mito es la hormona psíquica –lo que pone en movimiento, lo emocionante–, la ausencia


El consenso y la concordia

“Aquí somos eternos adanes, siempre queremos partir de cero, hay un adanismo constante que pasa por el desdeñar nuestra historia y nuestras tradiciones, lo que no lleva a ningún lugar”. de mitos implicaría carecer de instancias espirituales que nos animen, que den dinamismo a nuestras existencias. Pero eso no ocurre solamente en Chile, ni solamente en referencia a personas. En un escrito de François Fédier, filósofo francés, se lee: “¿No oímos diariamente la orden terminante de desmitificar el arte?”. Él responde: “Desmitificar el arte siempre termina con suprimir el arte”. Por tanto, el arte en general –no solamente sus cultores– también es desmitificado, y esto ocurre a nivel global. Lo que pasa en nuestro país es un simple eco de lo que acontece a nivel planetario. Con esta tendencia tan acentuada, se hace más difícil un proyecto sugestivo de vida en común, concepto que me parece más preciso que decir relato, que es más vago.

—¿A qué podría atribuirse? —Aquí somos eternos adanes, siempre queremos partir de cero, hay un adanismo constante que pasa por el desdeñar nuestra historia y nuestras tradiciones, lo que no lleva a ningún lugar.

—A propósito del estallido social, se volvió lugar común explicarlo diciendo que “no vimos las señales”; ¿hay algunos signos que debiéramos haber advertido mejor, tiempo antes? —Los poderes legislativo y judicial no lo estaban haciendo muy bien, se iba perdiendo la confianza y la fe en ellos y eso es grave. Sin fe en el derecho, en la ley de los jueces y las cortes, se horada la convivencia social, aunque a primera vista no nos demos cuenta. Nos fijamos en las anécdotas, como la corrupción en Rancagua o las disputas en la cúspide de la Corte Suprema y el Tribunal Constitucional. Pero el derecho es algo tan fundamental que Sócrates murió por ello. Sus discípulos, que eran socialmente poderosos, le ofrecieron escapar, pero él, aunque era inocente de lo que se le acusaba, prefirió acatar el orden legal de Atenas y tragó la cicuta. —¿Por qué nos perdimos o desorientamos mientras la sociedad se desviaba? —La opinión pública, según el polímata francés Blas Pascal, es “la reina del mundo”; todo poder legítimo se funda en ella, la representa o la debe representar, pero en el presente, con las redes sociales y la calle, se prestan para la manipulación y así es más fácil la desorientación. —Y no se ve que vaya a cambiar… —El futuro se ve incierto, aunque “solo me es seguro lo incierto e inseguro”, como decía alguien, porque siempre es así. Por eso mismo es que hay que apoyarse en ciertos pilares, uno era el Derecho, que puede parecer inamovible, aunque periódicamente se renueve; pero, ahora, se le entiende como algo que siempre hay que estar modificando. Y eso genera incertidumbre, se debilita el pilar si no se no sabe si el mes próximo estará vigente. Para el filósofo Acevedo, el estallido social, con todas sus aperturas a reformas necesarias, expuso una falta de concordia social y produjo una suerte de “discordia radical”: “Todo nuestro futuro está ahora abierto, entre signos de interrogación. El mismo Ortega decía no querer ningún cargo público, salvo el de inspector del consenso, de la unanimidad, de la concordia, para observar cuándo empieza a resquebrajarse. Ello porque la concordia, tan fundamental para una sociedad, se conquista de a poco y cuesta mucho recuperarla cuando se rompe. Él distingue entre una discordia superficial y una radical; con esta última la sociedad se escinde, hay enfrentamientos. Hasta el Evangelio advierte ese peligro, creo que el evangelio según Lucas dice que una ciudad dividida entre sí misma caerá, casa tras casa”.

Fotografía Reuters

La reina. “La opinión pública, según el polímata francés Blas Pascal, es ‘la reina del mundo’; todo poder legítimo se funda en ella, la representa o la debe representar. Pero en el presente, con las redes sociales y la calle, se prestan para la manipulación y así es más fácil la desorientación”, afirma Acevedo.

—Es más fácil desmitificar que mitificar… —En eso hay algo que se relaciona con el desprecio o el desdén al pensamiento, tema muy hispánico: ¿En qué fuentes se inspira nuestra clase política? ¿A quiénes se cita? ¿A quiénes se alude? Esto no era así algunas décadas atrás, en el nivel de los discursos parlamentarios.

Como Renan, Acevedo cree que la sociedad es “un plebiscito cotidiano”, algo que se va consolidando o va decayendo, que exige estar en constante alerta: “Cualquier observador de las últimas décadas de la historia de Chile puede darse cuenta de una aguda conflictividad interna, lo que me indujo, justamente, a tratar de entenderla para vislumbrar caminos conducentes a una convivencia colectiva fructífera, no destructora”.

—¿Y en Chile? —Tengo la impresión, lamentable, de que hay que sufrir a fondo las consecuencias de todo esto para que se adquiera cierta sensatez histórica, cierta creatividad mayor, aunque signifique adaptar otras conductas ajenas, de nuevo. Creo que es lo más probable. 73


canon personal

Nicolás Somma:

El

Chile

tras el

El académico uruguayo del Instituto de Sociología de la UC se dedica a estudiar los movimientos sociales y la protesta colectiva, temas que el estallido social volcó de la academia a las calles. Por Carlos Reyes Fotografía de CÉSAR CORTÉS

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Creo que el Chile del futuro –en cinco o diez años– a la larga terminará siendo mejor al Chile previo al estallido. Antes ya estaba en crisis; lo que ocurrió ahora fue que esta se hizo visible de manera radical. Nadie podía prever, sin embargo, su magnitud. Ni los estudiantes que evadían el pago en el metro. Ellos han tenido durante la última década una posición de centralidad en la protesta chilena. Por eso, sus acciones pueden llegar a tener repercusiones mayores, incluso, no buscadas por ellos. Las protestas tienen ritmos comparables a los terremotos. Se suele decir que en Chile cada 25 años ocurre un gran sismo, y quizás podríamos decir que cada 5 o 6 se produce una fuerte ola de protestas. Pero no sabemos cuándo exactamente ni dónde será. La cantidad de variables es enorme.

Un destino en Chile Soy sociólogo, montevideano, de la Universidad de la República, la gran universidad pública y gratuita del Uruguay. Egresé en 1999 del pregrado y después hice un magíster en Sociología en esa misma universidad, mientras trabajaba en una consultora de estudios de mercado y opinión pública. En 2004 fui a hacer un doctorado a la Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos. Cuando estaba escribiendo mi tesis surgió la oportunidad de venir a trabajar al Instituto de Sociología de la UC. Hace 10 años nos vinimos con mi esposa y nuestros dos hijos, hoy casi adolescentes. En 2002 también se vivió un estallido social grande en Uruguay, causado por una crisis económica aguda y súbita, tal como había ocurrido en Argentina un año antes. Se disparó el desempleo, hubo manifestaciones pacíficas y saqueos, pero no con la repercusión nacional que está teniendo en Chile.

Abrumado por las redes ¿Qué piensan mis hijos sobre el estallido? Les contamos lo que está pasando, pero tratamos de que no se intoxiquen con imágenes y noticias que a veces son muy fuertes para sus edades. La idea es que entiendan que estas cosas no pasan al azar. Ocurren porque hay mucho sufrimiento acumulado que no percibimos en nuestras burbujas cotidianas. A ellos les ha tocado algún resto de gas lacrimógeno y lo tomaron como una experiencia nueva.

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El gran sismo

canon personal

Las redes sociales digitales se convirtieron en un monstruo desbocado que nadie puede controlar. En lo personal, no soy un consumidor intensivo de redes. No tengo Twitter o Instagram y tengo una cuenta de Facebook medio abandonada. Eso sí, ocupo Whatsapp: un mal necesario. El trabajo académico requiere mucha concentración y disciplina y las redes informan, pero también distraen. Sin embargo, admiro a los periodistas que están pegados 24/7 a redes sociales y un lunes en la mañana tienen una interpretación sobre lo que pasó el domingo en la madrugada.

La erosión de las diferencias El estallido social no solo tiene que ver con desigualdades económicas, sino que con una sociedad que tolera menos estas desigualdades. Por ejemplo, en la sociedad de castas de la India las desigualdades eran muy marcadas, pero estaban legitimadas porque cada una tenía un lugar religiosamente determinado. Por lo tanto, no había expectativas de mejora: a una persona de la casta de los “intocables” nunca se le pasó por la cabeza acceder a la de los brahmanes, la casta superior de los sacerdotes. En Chile, afortunadamente, ha habido un proceso de erosión –todavía en curso– de las diferencias. Entonces, todo ese andamiaje de jerarquías culturales propias de una sociedad más tradicional comenzó a debilitarse. Antes alguien podía decir: “está bien que esa persona

“Creo que el Chile del futuro –en cinco o diez años– a la larga terminará siendo mejor al Chile previo al estallido. Antes ya estaba en crisis; lo que ocurrió ahora fue que esta se hizo visible de manera radical”. viva mejor que yo: estudió más, tiene más mundo, viene de tal familia o barrio”. Ahora eso se sostiene menos.

Un país hiperfracturado Las ilusiones, no solo los logros, mantienen cohesionada a una sociedad. Y a la inversa, las desilusiones la fracturan. Eso me recuerda a un intelectual de mi país, Carlos Real de Azúa. Él describía al Uruguay de la primera mitad del siglo veinte como una sociedad amortiguadora, que si bien tenía divisiones latentes de clase y regionales –e incluso hasta étnicas– había desarrollado mecanismos que permitían procesar esas tensiones e integrar a grupos diversos en un proyecto de nación común. No sé si las instituciones políticas chilenas han tenido alguna vez esa capacidad integradora. Los intentos cohesionadores desde arriba siempre dejaron afuera a algunos grupos. El resultado de ello es una sociedad hiperfracturada, pero cada vez más alerta a esas fracturas. Menos adormecida. Creo que Real de Azúa podría dar un poquito más de luz sobre lo que está ocurriendo en el país. 75


el libro que me marcó

Extracto de El señor de los anillos, de J.R.R. Tolkien.

Más cerca de los distintos y distantes

M Gonzalo Valdivieso Director campus Villarrica de la UC 76

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i vida universitaria se inició como una continuidad muy lineal con lo que había sido mi época escolar. Quizás porque entré con varios compañeros a la misma carrera, quizás porque se estableció un grupo muy cercano de amigos o quizás, simplemente, porque era más fácil mantenerme refugiado en ese mundo conocido. Esos años tomé finalmente un libro del que había escuchado hablar desde muy pequeño, pero que por distintas razones nunca había logrado iniciar. Me refiero a la trilogía de El señor de los anillos, famoso relato épico de J.R.R. Tolkien, que nos lleva a una tierra imaginaria en que criaturas de distinta naturaleza luchan por sobrevivir entre el bien y el mal. Me impresionó la capacidad de su autor de crear una realidad diferente pero similar a la nuestra, en un lugar lejano, en el que a la vez se producían amistades entre personas muy distintas y batallas de envergaduras épicas. La historia nos lleva por paisajes diferentes que describen una Tierra Media formada por montañas, valles, ríos, bosques y ciudadelas. En este mundo viven seres diversos, cada uno con sus formas y motivaciones, un lugar en el que habitan elfos, enanos, hombres, magos y otros seres, que logran unirse para defenderse mutuamente. Un mundo en el que también está muy presente el mal. La historia nos presenta las transformaciones que cada uno va sufriendo en su vida. Cambios muy profundos, que sin alterar la esencia de cada uno, lo va moldeando nuevamente,

haciéndolo más alto, más sabio o más fiel. También hay de las otras, esas que nos van reduciendo, obsesionando y destruyendo. En el relato se va manifestando la templanza para enfrentar los destinos que cada uno debe vivir y las decisiones que debe tomar. Me impresionó la historia de los personajes y su interacción. Me marcó la vida de los héroes más anónimos, esos que no llevan la bandera ni lideran formalmente en las batallas, pero que como el fiel jardinero Sam, están siempre ahí, hasta arriesgarlo todo por sus compañeros. Durante la universidad yo creo que sentí ese llamado a comprender que mi mundo estaba mucho más allá de la ciudad de Santiago, en la que había vivido toda mi vida. Comprendí que era necesario crear las bases de un verdadero desarrollo en el territorio nacional, descentralizando el poder y construyendo un lugar más justo en el que todos y todas pudieran florecer. Este libro me abrió a ver a los distintos y distantes como semejantes, seres cercanos en los que podemos confiar y construir un nuevo futuro. En un mundo actual que necesita urgentemente reconstruirse en torno a una vida más centrada en el cuidado de la “casa común” o de una “ecología integral”, como nos indicó el Papa Francisco en la encíclica Laudato si’, el reconocer la vida de diferentes seres, como los Ents del relato, me recuerda también esa necesidad de avanzar hacia la comprensión más integral de nuestras relaciones en este mundo, que no se limitan a las personas, sino que se vinculan profundamente con el planeta que habitamos.


reseñas

La incertidumbre como escenario para innovar

Plumas vivas La era de la crónica Marcela Aguilar Ediciones UC, 2019

La autora, rigurosa, explora el tema en el contexto latinoamericano desde su origen. Y nos demuestra que los célebres cronistas de Indias, tan mentados por la literatura regional como matriz de su origen, abordaban los mismos temas que los europeos: las añoradas Arcadias y las decadencia, los tiranos y los migrantes, la evocación de países lejanos y la descripción de alevosas traiciones. Sin embargo, tal como indica en una cita, en este continente “inventado por la literatura”, ha ido creciendo un periodismo literario que, a diferencia de la no ficción europea o del nuevo periodismo norteamericano, es particularmente escaso en amor romántico o en amor al conocimiento, pero tiene sello propio, en muchos casos muy cercano a la realidad cotidiana. En el presente, exitoso, goza de buena salud. Además de referirse a cultores destacados actuales –como Martín Caparrós, Rodrigo Fluxá, Alberto Fuguet, Leila Guerriero, entre otros– el estudio incluye el análisis de otros quienes, también, han estudiado este género.

El tiempo del yo Escenas autobiográficas chilenas Rodrigo Cánovas Ediciones UC

“Escribir hoy sobre la autobiografía significa reflexionar sobre las incertidumbres que sentimos sobre los discursos supuestamente objetivos que gobiernan nuestras vidas. En efecto, escribir en primera persona permite reconfigurar las bases valóricas que sustentan la comunicación”. Así argumenta Rodrigo Cánovas el principio de este texto, que testimonia una literatura que aspira a una relación más genuina con el prójimo. Este relato obedece a un fenómeno de nuestro tiempo, en que lo autobiográfico –lo íntimo, las verdades subjetivas, las escrituras del yo– “resurge en medio de un desbarajuste de los llamados grandes discursos”. El autor, doctorado en Literatura Hispanoamericana (Universidad de Texas), recorre la bibliografía internacional y el panorama del género en Chile, antes de abordar su desarrollo en tres ámbitos: familia, comunidad y escritura, para dar paso después a algunos textos escogidos. Más allá de suplir el vacío dejado por los “grandes discursos”, se ve aflorar aquí la posibilidad de conocer una realidad más compleja, voces diferentes –los hijos hablando de los padres, los mapuches de la República de Chile–, antes ocultas debajo de una cultura oficial que aspiraba, de manera persistente, a ser muy homogénea. Hasta los soportes (libros-blog, cómics) se han diversificado para ofrecer una realidad más rica en matices.

Por Conrad von Igel

Director ejecutivo del Centro de Innovación UC.

L

a innovación es cambio. ¿Cómo se puede agregar valor si las cosas se hacen una y otra vez de la misma manera?, eso ya lo planteó Einstein. ¿Pero qué ocurre si lo que está en permanente modificación es el entorno? En los últimos años, organizaciones de todo tipo han comenzado a sentir la presión de los acelerados avances tecnológicos, medioambientales y sociales que se viven como grandes megatendencias globales, debiendo comenzar a mostrar una enorme capacidad de adaptación y creatividad para navegar ese espacio lleno de riesgos. ¿Y qué ocurre ahora si ese cambio es impredecible y radical? Hoy, como país enfrentamos una crisis social con un gran nivel de incertidumbre, caracterizado por su profundidad, además de sus diversas aristas y posibles consecuencias. El panorama nacional cambió por completo y lo que funcionaba hace un par de meses actualmente está obsoleto. ¿Cómo se puede transformar esta situación en una oportunidad? El contexto ahora nos obliga a innovar. Hoy más que nunca es necesario, tanto en la forma de hacer como en el qué hacer, para lo cual es clave la capacidad de ser flexibles y adaptativos para renovarnos a nivel personal, institucional y como sociedad. De las grandes crisis surgen las más inesperadas oportunidades, debido a que se abren escenarios impensados. Finalmente, los cambios de entorno son modificaciones en las reglas del juego, porque cuando estas mutan, se transforman los posibles resultados. Es la hora de la innovación en varios frentes: en lo social y en el espacio público y también en el sector privado para permitir un desarrollo sostenible e integral a nivel país. Es la hora de comprender que la innovación es mucho más que la necesaria incorporación de tecnología y que los factores culturales y organizacionales muchas veces son críticos. Es la hora de comprender también que la incertidumbre exige ser creativos en la manera de ver y enfrentar el mundo. Cuando las organizaciones innovan, es natural abordar nuevas tendencias y hacer frente a la incertidumbre, propiciando proyectos favorables y a tiempo. Innovar en crisis permite enfrentar el contexto con iniciativas acertadas y constructivas que transforman estructuras o procesos en coherencia con el nuevo panorama.

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El epicentro de las protestas tras el estallido social del 18 de octubre ha sido la estatua del general Baquedano, en Plaza Italia. Desde ese momento, el monumento fue cubierto con las demandas de la ciudadanía, lo que se traduce en una especie de catarsis colectiva. En la imagen, los manifestantes usan luces láser para distraer la atención policial. 13 de diciembre de 2019 78

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Fotografía: REUTERS / Andrés Martínez Casares


Historias UC: Cambiando realidades Javiera no veía tan clara la posibilidad de ir a la universidad, pues su mamá, jefa de hogar, era el único sustento económico de su familia. Estudió por ello en un liceo técnico, pero finalmente se la jugó por una carrera universitaria, y lo logró: hoy es una enfermera UC que ya está trabajando en una clínica capitalina. “Espero algún día poder ayudar a otros jóvenes con sueños similares a los míos, para contribuir a que las brechas económicas dejen de ser una justificación para quitarle los sueños a quienes quieren estudiar en la universidad, y aportar así a nuestro país como buenos profesionales”.

Javiera Inostroza, Ex becada UC, Enfermera.

Jamil es estudiante de tercer año de Medicina. El 2017 entró a la UC y, por su esfuerzo y situación socioeconómica, se hizo acreedor de una Beca que lo ayuda a solventar sus gastos de movilización, alimentación y materiales, lo cual le da un respiro en sus estudios. “Esta beca es una oportunidad para abrir los ojos y darnos cuenta de que, día tras día, hay gente dispuesta a darnos su apoyo, un pequeño impulso para mejorar nuestra vida, y que el día de mañana podamos ser nosotros quienes aportemos ese granito de arena desinteresadamente al mundo”. Jamil Gauna,

alumno de Medicina (3eraño), becado UC

Hoy son muchos los jóvenes que necesitan de este apoyo para salir adelante. Endowment UC hará posible que más historias como estas se repitan.

Juntos aportamos al futuro de Chile.



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