Revista Universitaria N°154

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fotografía Paramount/Warner Bros./Legendary Pictures

UN DIVULGADOR CIENTÍFICO. Kip Thorne fue asesor científico de la película Interestelar, del año 2014, que trata sobre los llamados “agujeros de gusano”.

haz de luz de láser. Precisamente, la apuesta de Thorne y su equipo era que cuando una onda gravitacional arribara al planeta Tierra alteraría el recorrido habitual del láser. Eran las 2:54 de la madrugada del 14 de septiembre de 2015 en Hanford y Livingston, cuando el interferómetro láser capturó una diferencia del orden de un cienmillonésimo del tamaño de un átomo. Esa fue la magnitud de la onda gravitacional del choque de dos hoyos negros que se registró hace mucho tiempo, a 1.300 millones de años luz de la Tierra. La alteración de frecuencia fue descrita como el “chirrido” audible de un ave que duró apenas 0,2 segundos, pero que significó, al mismo tiempo, uno de los logros más importantes de la ciencia moderna. A casi cien años de su anuncio, Einstein nuevamente tenía razón con respecto a la existencia de las ondas gravitacionales. Todo gracias a la comprobación de Kip Thorne y su equipo. “Creo que, de estar vivo, más que agradecer el haberle dad0 sustento a su teoría, Einstein apreciaría que LIGO permita observar el Universo desde una perspectiva totalmente nueva”, dice. Lejos de la euforia, la reacción de Thorne cuando se produjo la alteración del interferómetro fue de cautela. “La señal fue clara, diría que fuerte, casi demasiado buena para ser cierta”, comenta. Durante meses trabajaron para descartar consecutivamente otras posibles causas que podrían haber explicado una falsa alerta. “Cuando tuvimos certeza, sentí una profunda satisfacción. Creo que supe tomar decisiones sabias sobre la dirección del proyecto y la inversión de la energía de nuestro equipo durante todo este tiempo”, sostiene.

A casi cien años de su anuncio, Einstein nuevamente tenía razón con respecto a la existencia de las ondas gravitacionales. Todo gracias a la comprobación de Kip Thorne y su equipo. “Creo que, de estar vivo, más que agradecer el haberle dado sustento a su teoría, Einstein apreciaría que LIGO permita observar el Universo desde una perspectiva totalmente nueva”, dice. 44 revista universitaria

También destaca que el proyecto es una clara demostración del crédito que se consigue cuando un país invierte a largo plazo en la ciencia. Cuando se entera de los dichos de Andrés Couve, ministro de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, quien afirmó recientemente que los recursos para la ciencia aumentarán en la medida que también crezca la economía, Thorne se pone serio. “Con ese tipo de pensamiento de corto plazo, ustedes nunca podrían haber desarrollado una iniciativa como LIGO”, sentencia. Hasta el momento, LIGO ha permitido captar fusiones de agujeros negros y también, en conjunto con otro interferómetro en Europa (Virgo), lograron en 2017 detectar la fusión de un par de estrellas de neutrones, fenómeno que generó mucha radiación y la confirmación de que básicamente todos los metales pesados, más allá del hierro, se originan en este tipo de situaciones. Entre los próximos objetivos que vislumbra Thorne está la exploración del nacimiento del Universo. “Estamos en un periodo muy excitante y creo que durante las décadas futuras podremos encontrarnos con muchas novedades”, sostiene.

Máquina del tiempo y Hollywood En la película Interestelar, un equipo de astronautas logra viajar distancias enormes a través de un agujero de gusano, un túnel que opera como un verdadero atajo al conectar dos puntos muy lejanos. Kip Thorne trabajó como asesor científico de esta cinta para asegurar que la obra fuera veraz. Disfrutó intensamente del proceso creativo que lo juntó con el director Christopher Nolan y diversos actores, pero también lo hacía con propiedad. Durante muchos años había investigado como pocos la posibilidad de que los agujeros de gusano, que la teoría de la relatividad de Einstein asegura que podrían existir, pudieran operar como verdaderas máquinas del tiempo. Fernando Echeverría recuerda que durante su periodo en Caltech realizó, junto a Thorne, varios análisis que incluyeron bolas de billar. “Comprobamos que podría ser posible, desde la perspectiva de la física clásica, aunque también es cierto que hay efectos cuánticos que podrían entorpecer la posibilidad de viajar en el tiempo”, recuerda Echeverría. Hoy, Thorne es más bien escéptico. “He tratado de estudiar este tema de manera muy detallada y, junto a Stephen Hawking, llegamos a la misma conclusión: la naturaleza probablemente prohíbe la construcción de una máquina del tiempo y esta se


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