Revista Universitaria N°153

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153 Mentes al límite: la deuda de Chile con la salud mental

Dossier

Mentes

al límite la deuda de Chile con la salud mental

153 Reportaje

Ese crecimiento que indigna

2019

Talento Público

Diamela Eltit, palabras que no transan Canon Personal

Carolina Torrealba quiere más científicos para Chile



editorial

El bienestar mental de los chilenos La Organización Mundial de la Salud (OMS) plantea que invertir en salud mental es una ganancia, pues el tratamiento de enfermedades mentales produce grandes costos en los países y la falta de inversión afecta directamente a los pacientes, entre quienes se ha visto un importante incremento de jóvenes y niños. En el nuevo escenario, de acuerdo a datos del Ministerio de Salud, un 22% de la población presenta un trastorno mental manifiesto; más aún, habría un 80% de las personas que presentarían síntomas sin haber sido diagnosticadas. En Chile, la inversión en esta área no es comparable con la de los países más desarrollados; del presupuesto nacional de salud, solo un 2,1% se destina a salud mental, mientras que en otros países supera el 8%. No obstante, la solución no se reduce solo a lo económico, hay también involucrados, como lo ha definido la OMS, determinantes sociales de la salud, es decir “las circunstancias en que las personas nacen, crecen, trabajan, viven y envejecen, incluido el conjunto más amplio de fuerzas y sistemas que influyen sobre las condiciones de la vida cotidiana”. El dossier de este número de Revista Universitaria señala que la salud mental es hoy uno de los principales problemas de salud pública del país, y se plantea como un obstáculo El dossier de este número de multidimensional cuyos desafíos apuntan a entender las causas y, por otra parte, pensar en Revista Universitaria señala que iniciativas enfocadas en la prevención; en esto ha aportado la universidad, especialmente, con propuestas de legislación impulsadas por académicos liderados por el doctor Matías González. la salud mental es hoy uno de los En el nivel de los adolescentes y jóvenes, pareciera ser que la nueva forma de vincularse con otro a través de las tecnologías, el excesivo exitismo y la falta de proyectos personales principales problemas de salud elpudieran estar afectando la vinculación con el entorno, generando además una sensación pública del país, y se plantea como de insatisfacción. Al analizar a la población chilena, se detecta incluso un alto porcentaje mujeres con depresión, angustia y ansiedad, particularmente aquellas de los estratos un obstáculo multidimensional de más bajos. cuyos desafíos apuntan a La salud, incluido el bienestar mental, está condicionada tanto por factores biológicos como ambientales, entendiendo por estos últimos el contexto en que nos desenvolvemos y el entender las causas y, por otra cómo lo hacemos. De nosotros depende generar ambientes más amables, que nos vinculen parte, pensar en iniciativas con el otro y nos permitan crear comunidad. A su vez, en las secciones permanentes de la presente edición encontramos una entrevista enfocadas en la prevención. a la Premio Nacional de Literatura 2018, Diamela Eltit, reconocida novelista y ensayista, quien fuera alumna de nuestra universidad y escritora en residencia de la Facultad de Letras. También conoceremos la trayectoria y la obra de Eduardo Vilches, destacado grabador y fotógrafo, con más de 60 años dedicado a la docencia, quien dice haber encontrado su lugar en el mundo artístico. Un interesante reportaje nos lleva, además, a explorar el concepto de crecimiento y desarrollo, de la mano de los representantes de los principales Think Tanks. Finalmente, irrumpimos en el ámbito personal de la subsecretaria del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Carolina Torrealba, quien está colaborando en la implementación esta nueva cartera, de gran relevancia para el futuro de las Ciencias y las Humanidades en nuestro país. Ignacio Sánchez DÍAZ Rector


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Fotografía

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Redacción

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Las opiniones vertidas en los artículos no representan forzosamente el pensamiento de la Pontificia Universidad Católica de Chile o de la Revista Universitaria y son responsabilidad exclusiva de sus autores / ISSN 0250-3670 / ©Pontificia Universidad Católica de Chile, 1996|Prohibida su reproducción / Revista Universitaria es citada: ULRICH, International Periodicals Directory /

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contenidos 6 Miramundo

Eduardo Vilches: Expresar lo máximo con el mínimo

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TALENTO PÚBLICO

Diamela Eltit: La palabra que no transa

POR PAULINA VALENZUELA

Por Daniela Farías

El dibujante, grabador, fotógrafo, profesor y cultor de bosques es un referente del arte gráfico en Chile. Una búsqueda de significados lo llevó a visitar lugares de su infancia, y develó el vínculo de los símbolos recurrentes de su obra con experiencias de su niñez.

Autora de una bibliografía que ha atravesado callejones oscuros de la sociedad chilena, el año 2018 se convirtió en la quinta mujer en ganar el Premio Nacional de Literatura. Durante su extensa trayectoria, su inquieta mente no ha dejado de analizar los conflictos que transforman a Chile.

12 REPORTAJE

Ese crecimiento que indigna Por Violeta Bustos Vaccia y equipo Revista Universitaria

Los think tanks en Chile –centros de pensamiento– tienen sus propias visiones respecto de los sistemas de desarrollo que generan impactos en la desigualdad social y el calentamiento global. Todos son reflejos de un país que, por sus avances, aumentó sus demandas y exige nuevas formas de crecer.

24 DOSSIER

Mentes al límite: la deuda de Chile con la salud mental Sacar la voz, sin miedo POR PAULINA VALENZUELA y equipo Revista Universitaria

Cada uno de los entrevistados ha debido enfrentar la vida con algún trastorno mental, origen de un estigma y una discriminación. Pero todos lograron aprender a vivir a su manera y hoy son capaces de mirar de frente a la sociedad, dando abierto testimonio de su diferencia.

Viaje al fondo de la mente POR JAIME SANTANDER

Más que una crisis de salud mental en Chile, el autor considera que tenemos un problema crónico, con un alto porcentaje de la población afectada.


La pena que persiste

Trauma y estrés postraumático: La visita del pasado inquietante

POR MARIANE KRAUSE

POR ELIANA ROZAS

El grupo más vulnerable a la depresión en Chile está integrado por mujeres en situación de pobreza. Su posición ajena al poder y la debilidad de sus vínculos sociales las expone a muchos estresores en su vida cotidiana.

Cuatro especialistas de la Unidad de Trauma y Disociación de la Red de Salud UC CHRISTUS, y una de sus expacientes, explican cómo y por qué ciertos episodios de la vida se transforman en heridas duraderas, en situaciones que se viven como algo incomprensible e incontrolable.

Salud mental en adolescentes y jóvenes: La edad de los incomprendidos POR PAULA BROWN

¡Pobre ser humano!

Este segmento etario, por definición estresado ante los cambios que debe vivir en su paso hacia la adultez, hoy está muy tensionado al habitar un mundo donde la soledad y el exitismo hacen aún más difícil el tránsito por este periodo.

POR MIGUEL LABORDE

Toda especie analiza su territorio y establece ciertas rutinas, un orden de su mundo, pero la humana, en las últimas décadas, se alejó de esa práctica instintiva. Es su salud mental la que está pagando los costos. Sin embargo, pensadores como Gilles Lipovetsky se abren ahora a cierto optimismo. Ya nos habríamos dado cuenta del error que cometimos.

Marginados de la ley POR MATÍAS GONZÁLEZ

En Chile es crítica la ausencia de una normativa que incorpore los derechos de los enfermos mentales y la participación de los actores involucrados. Para agilizar su discusión legislativa, un grupo interdisciplinario de la UC elaboró el documento: “Avanzando al desarrollo de una Propuesta de Ley de Salud Mental en Chile: marco legislativo de promoción y protección de los grupos de mayor vulnerabilidad y riesgo”.

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CANON PERSONAL

Carolina Torrealba Un camino desde el mar a La Moneda POR CARLOS REYES

La bióloga de la UC ha buceado como investigadora de vida submarina. También se dedicó a la gestión por el desarrollo de la Ciencia, actividad que la llevó a ser la primera subsecretaria del nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación. Desde ahí aspira a traspasar su pasión a las nuevas generaciones.

76 El libro que me marcó

Devoción por la Tierra Media Por Andrés RIED

El académico Andrés Ried, del campus Villarrica, relata su devoción por la Tierra Media, a través de la obsesiva lectura de El señor de los anillos, de J.R.R. Tolkien.

77 RESEÑAS

Una muestra de lo último destacado en literatura en el país.

78 Trastienda

La escena que captura un momento detrás del acontecer de la Universidad Católica y de cada edición de Revista Universitaria.

FOTO PORTADA

Espacio, 2007. Benjamín Lira, Obras de estudio 1968-2012, Ediciones UC, 2012.

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Eduardo Vilches:

Expresar

máximo

lo con el

El artista gráfico, maestro y referente, usa con frecuencia los opuestos: espacio versus forma; blanco en contrapunto al negro. Con estos absolutos el dibujante-grabador-fotógrafoprofesor-cultor de bosques y varias veces postulado al Premio Nacional de Arte se afana por llegar a la esencia. Las cruces también son recurrentes en sus obras. Una búsqueda de significados lo llevó a visitar lugares de su infancia y develó el vínculo de estos símbolos con experiencias de su niñez. Hoy, a sus 86 años, está bullente de proyectos que desarrolla mientras continúa dictando clases en la Universidad Católica. Por Paulina Valenzuela Fotografía de césar cortés

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L

os 15 primeros días su madre usó luto riguroso, con sombrero y velo negro sobre el rostro. Él tenía cinco años y el acontecimiento que provocó la ausencia definitiva de su padre quedó anclado –como en tantas otras ocasiones en su vida– a la percepción de un detalle: la sábana de color blanco que de modo imperfecto cubría la camilla de la ambulancia, dejando fuera la mano que él reconoció. “Murió Vilches”, dijo alguien en medio de la muchedumbre apostada alrededor de los dos carros bomba que chocaron camino a apagar un incendio. “Era un domingo y habíamos ido con mi mamá y mi hermana a comprar empanadas al centro de Concepción. Estábamos saliendo de la pastelería cuando supimos del accidente y corrimos hacia allá”. Así rememora Eduardo Vilches la última vez que vio a su padre, un mártir de la compañía de Bomberos de Concepción. Su madre tenía entonces 26 años y al cabo de un tiempo pasó de “luto severo al medio luto, y luego a la ropa color lila”, cuenta Vilches, en una nueva expresión de su tendencia a asociar los recuerdos con detalles cromáticos. Al igual que la mayoría de las mujeres de su época, ella no trabajaba y con dos hijos a su cargo decidió volver al hogar de sus padres. “Era una casa grande, de dos patios y largos corre-

dores, ubicada a media cuadra de la Plaza de Armas de Concepción”. Ahí estaban la noche del 24 de enero de 1939 cuando el terremoto de Chillán tuvo un violento correlato en Concepción. “La casa de mis abuelos se cayó y mi hermana, que era unos años menor que yo, murió aplastada por una muralla. No podíamos bajar desde el segundo piso porque la escalera se cortó, y tuvimos que salir por los techos, mientras seguía temblando. Fue aterrador. Parecía que estábamos en guerra”. Después de una primera noche a la intemperie en la Plaza de Armas, su abuelo consiguió una carpa y estuvieron una semana acampando en ese lugar, compartiendo con otras personas que también habían perdido a sus familiares. Sobre la muerte de la hermana no le hablaron. Simplemente desapareció de un día para otro de su vida. Eran los tiempos en que se pensaba que era mejor no dar muchas explicaciones a los niños. “Quedé traumado por mucho tiempo, tenía pesadillas y despertaba gritando. Eso me duró hasta como los 18 años. Fue algo muy duro”, confesó. Años después, una prestigiada profesora extranjera que integraba el jurado en un concurso de arte le preguntó a Vilches por qué las cruces se repetían una y otra vez en sus obras. No aceptó como respuesta el “porque me gustan” y lo instó a buscar razones más profundas. Para responder, Vilches realizó un viaje a lugares importantes de su infancia y descubrió cuán relevante había sido en su vida el cementerio, que visitaba junto a su madre, y cómo ese paisaje se mantenía en su memoria.

fotografíaS ARCHIVO PERSONAL eduardo vilches

Retratos de familia. En el costado izquierdo aparecen Manuel Vilches y Luisa Prieto en el año 1930, sus padres. A la derecha, en la parte superior aparece Eduardo junto a su hermana Silvia, en 1936. Más abajo, el artista junto a su abuelo, en 1944.

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fotografíaS libro eduardo vilches

Comunidad de artistas. A la izquierda aparece Eduardo Vilches junto a Dinora Doudtchitzky, Simone Chambelland, Emilio Ellena, Florencia de Amesti, Roser Bru y Delia del Carril (al centro), en el jardín de la casa de esta artista. Abajo están, en orden descendiente, las obras “La Máquina”, xilografía de Eduardo Vilches del año 1964, y “Obra sin título”, que realizó en 1966 utilizando témpera y collage.

fotografía de Bob Borowicz

Batalla con los números El dibujo fue la pasión de Eduardo Vilches durante toda su vida escolar, primero en el Deutsche Schule y luego en el Liceo de Concepción. Al terminar el colegio, pese a su evidente talento en el campo creativo, la posibilidad de estudiar una carrera acorde a su vocación era una opción no viable. “En provincia a nadie se le ocurría que alguien podía seguir Arte como una carrera, porque significaba vivir en la miseria. Además, tenían mala fama los artistas. En ese tiempo existía mucho la bohemia”. Pensó en ser médico y rindió el bachillerato para estudiar esa profesión, pero no consiguió ingresar a esa carrera y ante la necesidad de trabajar para mantenerse, se vino a Santiago y entró a la empresa Grace y Cía., una enorme firma dedicada al comercio de grandes bienes, incluidos aviones y vapores. “Para mi desgracia el trabajo consistía en contabilidad y yo para las matemáticas era negado”. Seis años trabajó en esa firma, en una labor que no le resultaba grata y, tanto le pesó el descalce con sus intereses, que llegó a enfermarse. Afortunadamente, la intervención de un amigo logró desviar el curso de su vida en una dirección en que coincidían vocación y trabajo. Su amigo lo animó a que le mostrara sus dibujos a una artista que había estudiado en el Bellas Artes, con maestros como Juan Francisco González. “Tus dibujos son buenos, pero tienes que tomar clases”, fue la respuesta. Y Vilches siguió el consejo. Entró a la academia de pintura en la Casa de la Cultura de Ñuñoa y durante dos años fue alumno de Gregorio de la Fuente, artista a cargo de la cátedra de pintura mural en el Bellas Artes.

“Nunca he recibido platas caídas del cielo, siempre me ha costado. Y no quiero que me pase como a la Matilde Pérez, que la presentaron varias veces y no se lo dieron nunca (el Premio Nacional). A Nemesio Antúnez tampoco, ¡y se lo merecía de más!”. Pincelazos del destino En los veranos seguía yendo a casa de sus abuelos en Concepción, ciudad que recibía a consagrados en el Arte de nivel mundial, que venían atraídos por un evento de fama transnacional, la Escuela de Verano de la Universidad de Concepción. Se enteró Vilches que en esa instancia dictarían un curso de grabado y quiso matricularse en él, pero una tía lo convenció de tomar otro, el de acuarela con Nemesio Antúnez. Al principio se resistió arguyendo que ni siquiera tenía acuarela. “Yo te presto las mías, me dijo ella. Tenía unas acuarelas sensacionales, porque los aficionados siempre están tan bien equipados. Y así, de rebote llegué a ese curso donde conocí a Nemesio Antúnez y a otros artistas”, recuerda. Le fue muy bien, al punto que Nemesio Antúnez lo invitó a participar del Taller 99, un espacio de creación colectiva que congregaba en torno al grabado a creadores ya formados, pintores, escultores y arquitectos. Taller 99 fue para Eduardo Vilches la puerta de entrada al mundo del Arte, y para dedicarse completamente a él, renunció a su trabajo del área de 9


chilenos todos

el paso del tiempo. Las imágenes corresponden a la exposición más reciente del artista: “Diagramas”. Las fotos muestran una vista desde la ventana de su dormitorio, durante las cuatro estaciones del año . fotografía Luis Barriga

“El Arte es para mostrar los problemas, no para resolverlos. Hay que estar atento al mundo, a lo que pasa, y manifestarse. La forma de manifestarse es lo que le da carácter a lo que uno hace”. contabilidad dispuesto a vivir de los ahorros que había reunido durante sus seis años de empleado con sueldo fijo. Tenía claro su interés por las formas planas, por eso profundizó de manera autodidacta en técnicas como la xilografía, que se ajustaban más a lo que él buscaba. Finalizaba la década de los 50 y la Universidad Católica estaba creando la Escuela de Arte. Se necesitaban profesores y Nemesio Antúnez impulsó que artistas de Taller 99 dictaran clases en la naciente unidad académica, entre ellos Roser Bru y Eduardo Vilches. Con bastante terror por su inexperiencia como docente, pero también alentado por la necesidad de tener ingresos, él aceptó. Mientras se desempeñaba como profesor, conoció a quien sería una figura de gran influencia en su vida, el académico estadounidense Sewell Sillman, quien era ayudante y discípulo del artista Bauhaus Josef Albers. La ocasión fue la visita que realizó Sillman a Chile para dictar clases como profesor visitante en la Universidad Católica. El consejo de Sillman a Vilches fue: “Tienes que salir de Chile. Anda a alguna parte en el extranjero, no importa dónde, pero tienes que salir”. Le sugirió postular a la beca Fulbright para ir a la Universidad de Yale, donde él hacía clases, advirtiéndole que ser aceptado en esa institución privada no sería fácil. Vilches lo consiguió y Sillman fue su tutor durante el año de estudios que realizó en la emblemática institución norteamericana, desde el año 59 al 60. Le preparó un programa especial, con cursos que le proporcionaron la base de conocimientos que necesitaba. “Mis profesores en Yale habían sido formadores en la Bauhaus, la mejor escuela de Arte del siglo XX. Ese año de estudio lo aproveché intensamente”. Uno de los conocimientos que 10

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absorbió con voracidad fue el de fundamentos y expresiones del color, a través del curso ideado por Albers y que vivió como una verdadera revelación. De vuelta a Chile replicó la aprendido creando el curso de color para la Escuela de Arte de la UC, una asignatura que se mantiene hasta hoy con los lineamientos que él fundó, pese a los cambios en las mallas curriculares y otras modificaciones que las carreras universitarias usualmente experimentan. En sus más de 60 años como académico, ha sido profesor de varias generaciones de artistas. Entre sus alumnos se cuentan nombres como Arturo Duclos, Mario Soro y Mónica Bengoa, por mencionar solo algunos. Tres veces lo han postulado al Premio Nacional de Arte, una acción que él pide no repetir asegurando que no necesita más honores, aunque el dinero sí le vendría bien, agrega con picardía. “Nunca he recibido platas caídas del cielo, siempre me ha costado. Y no quiero que me pase como a la Matilde Pérez, que la presentaron varias veces y no se lo dieron nunca. A Nemesio Antúnez tampoco, ¡y se lo merecía de más!”. En la actualidad, Eduardo Vilches continúa dictando clases en la Universidad Católica, institución que en 1999 lo nombró profesor emérito, un reconocimiento que se confiere a académicos de la más alta jerarquía, por sus méritos y contribución al saber superior. Pero hoy solo trabaja durante la primera mitad del año. La segunda la reserva para ir junto a su esposa, la profesora e investigadora de cine Alicia Vega, a Chiloé, donde está comenzando una obra que, nuevamente, conjuga formas y vacíos. El material es un bosque nativo, donde el artista va creando espacios en medio de la vegetación. Tiene más de 80 especies de árboles, arbustos y hierbas, en las dos hectáreas de bosque. Allí introdujo nuevas especies, como el raulí. “En otoño sus hojas se ponen rojas. En Chiloé todo es verde, no hay árboles de hoja caduca o que cambien de color”, destaca Vilches. Su intervención en el bosque “es una obra viva, que va cambiando a medida que pasa el tiempo”, asegura el artista. “Tratamos de que no se note la intervención. La idea es seguir los senderos que ya existían y algunos espacios definirlos más. Como uno ya es viejo no tiene tiempo de ver crecer los árboles, entonces lo que hacemos es sacar, despejar, producir unos espacios fantásticos. El bosque es mágico”, concluye.


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El sonido de los colores Un entusiasmo desbordante se apodera de Eduardo Vilches mientras observa un video sobre el proyecto artístico que está realizando en el bosque nativo de variadas especies, ubicado en Llau-Llao, cerca de Castro. Las imágenes, que fueron parte de su más reciente exposición Diagramas, lo muestran recorriendo los senderos y miradores que forman parte de su intervención. —¿Qué es para usted el color? —Un lenguaje a través del cual uno se puede expresar. Los colores significan algo. Son como los instrumentos musicales, que comunican a través del sonido. —¿Por qué trabaja tanto con el blanco y el negro? —Es porque me interesan las formas, las siluetas… —¿Y por qué la forma? —Quizás por el accidente de mi padre, por el terremoto. Fueron acontecimientos muy violentos, muy radicales: blanco y negro. La vida-la muerte, el ying y el yang. El lenguaje de las formas y las líneas es lo que permite ser más definitivo. Uno no puede mostrarlo todo, porque no se entiende, entonces hay que hacer un resumen, una abstracción. —Uno de sus alumnos decía que usted no enseña color, sino ética. ¿Cómo interpreta esa aseveración? —Significa que lo que uno haga, tiene que tener un sentido. Las propuestas no se hacen porque sí, deben tener una causa, un fin, un objetivo. —¿Y cuál es la finalidad del Arte? —Tiene que ver con la gente, con el mundo que nos rodea. El Arte es para mostrar los problemas, no para resolverlos. Hay que estar atento al mundo, a lo que pasa, y manifestarse. La forma de manifestarse es lo que le da carácter a lo que uno hace. —En sus obras evolucionó desde lo abstracto hacia el realismo. ¿Por qué? —Por el interés por la gente. En los años 60 empezó a surgir en el país el deseo de mejorar las cosas para los más necesitados. Era la época de la reforma en la UC. Se trataba de que la universidad se abriera un poco, de que no fuera una torre de marfil. Se comenzaron a hacer talleres en poblaciones. Yo nunca había estado en una población, y mientras uno no está ahí, no sabe lo que es la miseria, no tener agua y tener que caminar varias cuadras para ir a buscarla. Quedé impactado. Hasta ese momento yo hacía grabados cada vez más abstractos que entendían solo los arquitectos. Ellos siempre han sido mi público por esa cosa sintética que tienen. Y pensé, estoy interesado en los problemas que están pasando y estoy haciendo algo que ven apenas unos pocos. Entonces decidí que no iba a mostrar los problemas a través de las abstracciones, sino que buscaría realizar un trabajo más asequible.

fotografía archivo personal eduardo vilches

—Algunas de sus creaciones tienen mensajes que trascienden lo evidente… Como la serie de fotografías que tomó desde su habitación. —Esas fotografías dan cuenta del tiempo. Puse una cámara fija en mi dormitorio y durante más de dos años tomé fotos de la plaza de enfrente, en distintas estaciones del año, siempre con el mismo encuadre. Muestran que el tiempo transcurre y la situación se mantiene igual. Las tomé en años difíciles, de limitaciones. Tuvimos 17 años de dictadura, encerrados en un ambiente, sin la posibilidad de manifestarse abiertamente. La percepción del tiempo es distinta para cada persona. Había gente que estaba feliz, y otra que estaba angustiada. Y los cristos en el alféizar son como los cuerpos de tantas personas que murieron en esa época. Es decir, adquieren otro significado.

Inspiración en Chiloé. El sentido del humor ha sido un elemento clave en el matrimonio de Eduardo Vilches con la profesora y artista Alicia Vega. Ella también participa en el proyecto que él está realizando en el bosque nativo en Llau-Llao, cerca de Castro.

—¿Cómo vivió esos años? —Yo fui muy afectado por el golpe. Perdí amigos. Y pasé susto, a pesar de que con mi mujer nunca estuvimos metidos en política, ni lo estaré, porque considero que el Arte es libre. Si uno ingresa a un partido, ahí le dicen qué es lo que tiene que hacer. En el Arte nadie me dice nada, hago lo que quiero, soy libre. El Arte es libre y hay que cuidarlo.

“El lenguaje de las formas y las líneas es lo que permite ser más definitivo. Uno no puede mostrarlo todo, porque no se entiende, entonces hay que hacer un resumen, una abstracción”. 11


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Ese

crecimiento que indigna El desarrollo de las sociedades se concentró en sus cifras económicas en el siglo XX, tendencia que, desde la academia a las calles –representadas por los chalecos amarillos y otros grupos descontentos– ahora resulta inaceptable, por su impacto en la desigualdad social y el calentamiento global. Los think tanks en Chile también tienen sus propias visiones, reflejo de un país que, por sus avances, ha podido aumentar sus demandas y exigir nuevas formas de crecer. Por Violeta Bustos y equipo Revista Universitaria Fotografías césar cortés y luis barriga

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uien diga la palabra “montaña” determinará el rol que se le quiere asignar. Para un indígena puede ser un espíritu, para una empresa un lugar donde explotar recursos mineros. Estas posturas radicalmente distintas fueron abordadas en una clase magistral del Programa de Antropología de la UC en 2017, por la académica de la disciplina, Marisol de la Cadena. Este análisis se cruza con la noción de crecimiento y la puesta en duda de su carácter meramente positivo para la humanidad. ¿Necesitamos explotar los recursos por y para el crecimiento? ¿Podemos hablar simplemente de recursos cuando nos referimos a la naturaleza? La dicotomía es evidente, pero existen infinitos matices. Los voceros de diversos think tanks –centros de pensamiento– en Chile tienen sus propias interpretaciones. El concepto está en constante tensión. Se asocia a la economía, como piedra angular del sistema capitalista. Del crecimiento económico –explica

“El liberalismo se ha enfocado demasiado en la parte económica y se han perdido los orígenes de lo que fue este movimiento, donde Adam Smith también incluía una mirada moral”, afirma Leonidas Montes, director del Centro de Estudios Públicos (CEP). Yuval Noah Harari, escritor de una trilogía que narra en breve la historia de la humanidad–, dependen “la justicia, la libertad e incluso la felicidad” (De animales a dioses, Ed. Debate, 2014), pero quienes tienen los medios no siempre se alinean éticamente con ese propósito. A juicio de Leonidas Montes, director del Centro de Estudios Públicos (CEP), todo esto ha cambiado. Hoy existe una noción más realista y amplia de lo que significa crecer. “El 13


“No creo en una suerte de teoría sociológica sobre el temor. Los temas de sustentabilidad y medioambiente son para gestionarlos, no para asustarse. La población sigue creciendo, pero mucho menos que antes”, opina Luis Larraín de Libertad y Desarrollo. término no solo se reduce a lo económico, sino que también a otros valores como la libertad, la autonomía y la dignidad de las personas. El liberalismo se ha enfocado demasiado en la parte económica y se han perdido los orígenes de lo que fue este movimiento, donde Adam Smith también incluía una mirada moral”, afirma. Muchas veces se asimila esta definición con evolución. Los seres humanos hemos evolucionado y ahora las condiciones de vida son mejores que las que existían hace siglos atrás, en varios sentidos. El homo sapiens ha crecido, al igual que sus capacidades y su calidad de vida. Evolución es “la solución de problemas”, dice Harari (De animales a dioses, Ed. Debate, 2014), pero ¿qué ocurre cuando el propio crecimiento genera problemas con soluciones complejas? Desde distintas disciplinas, en estas décadas iniciales de un siglo nuevo, surgen visiones diferentes sobre cómo orientar el “crecimiento” y, por lo mismo, lo que se espera de él.

El agua del lago de Zúrich En Libertad y Desarrollo, su director ejecutivo, Luis Larraín, manifiesta que el concepto está vinculado a que “las personas desarrollen sus proyectos de vida, que son distintos y se realizan con otras personas, en el ámbito familiar, con amistades o en grupos afines”. Desde su perspectiva, el PIB es una representación global de ese crecimiento que se da a nivel micro. “Es un referente válido que tiene la ventaja de estandarizar y, por lo tanto, comparar”. Así, afirma, el crecimiento económico puede ser un instrumento para el desarrollo personal. Está consciente de los dilemas éticos y del daño ambiental que generan las industrias. Pero se declara “optimista”, porque las políticas públicas referidas al espacio público (incluyendo transporte público y privado, por ejemplo) son fundamentales frente a este panorama. Larraín recomienda el libro The rational optimist: how prosperity evolves, de Matt Ridley, que muestra “objetivamente cómo la humanidad está mejor: hay menos pobreza, menos hambruna”. También recurre a un ejemplo: “En Suiza te tomas el agua del lago de Zúrich”. Si bien, acota, esto se da en un país desarrollado, esos estándares se alcanzan de forma gradual “y no es producto de imposiciones, sino más bien de una evolución cultural”. Desde la Fundación Chile 21, el exministro Francisco Vidal también se refiere al tema ético de la desigualdad. Expresa que el problema del neoliberalismo es que el crecimiento no

LÍDERES DE LOS CENTROS DE PENSAMIENTO Los voceros de diversos think tanks –centros de pensamiento– en Chile tienen sus propias interpretaciones sobre el crecimiento. La mayoría coincide en afirmar que el concepto se ha transformado y ya no se reduce a lo económico. Ahora existe un fuerte énfasis en el desarrollo sustentable. El crecimiento económico de las últimas décadas en Chile amplió las fronteras del progreso y trajo nuevas demandas.

josé pablo arellano. Investigador y miembro del directorio de la Corporación de Estudios para Latinoamérica (Cieplan).

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Luis LARRAÍN. Director ejecutivo de Libertad y Desarrollo.


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llega a todos y solo “se concentra en los que más tienen. Por eso es estructuralmente injusto”. Agrega que los mecanismos de distribución están manipulados y alterados en el Chile actual. “La desigualdad en nuestro país permanece sustantiva. Una evidencia: en dictadura crecimos un promedio anual de 2,9%, pero la distribución del ingreso mediante coeficiente Gini no se movió”. Una de las falencias del neoliberalismo para Vidal es “no generar los mecanismos redistributivos”, lo que deriva en un crecimiento sin ética.

Confiar en el futuro Por su parte, el investigador y miembro del directorio de la Corporación de Estudios para Latinoamérica (Cieplan), José Pablo Arellano, señala que “para ser exitosa, la interacción entre personas y grupos necesita de la confianza y la cooperación. En grupos muy numerosos de personas esto requiere, a su vez, de instituciones confiables”. Al mismo tiempo, añade Arellano, “los cambios tecnológicos están detrás del progreso de la humanidad y lo seguirán estando, pero su introducción muchas veces tiene efectos potencialmente negativos”. El éxito, para él, depende de instituciones confiables y capaces de evitar los posibles efectos negativos y apoyar a quienes puedan resultar perjudicados. La tecnología no solo conlleva riesgos, sino que grandes avances y la eventual posibilidad de un crecimiento ético. Vidal estima que uno de los ejemplos más destacables en política pública y que responden a esto es el aumento de energías

Leonidas montes. Director del Centro de Estudios Públicos (CEP).

renovables. “Ha sido muy relevante el aumento de las ofertas energéticas cada vez más alternativas”. Arellano, en tanto, asume que somos cada vez más conscientes de que el desarrollo debe tomar en cuenta no solo la calidad de vida de la actual generación, sino también la de las futuras. “De allí surge con fuerza la preocupación por la sostenibilidad del crecimiento. Por el cuidado de su impacto en el medio ambiente y su sostenibilidad futura”. Para Leonidas Montes, la maduración del concepto refleja avances de la sociedad chilena en estas últimas décadas: “El énfasis en una economía de mercado que promueve el rule of law y la competencia es un legado de los Chicago Boys, pero su influencia también nos ayuda a explicar la evolución del término. Basta recordar que el foco en la economía trajo apa-

“La desigualdad en nuestro país permanece sustantiva. Una evidencia: en dictadura crecimos un promedio anual de 2,9%, pero la distribución del ingreso mediante coeficiente Gini no se movió. Una de las falencias del neoliberalismo es no generar los mecanismos redistributivos, lo que deriva en un crecimiento sin ética”, explica Francisco Vidal, de Chile 21.

Benjamín sáez. Sociólogo de Fundación Sol.

FRANCISCO VIDAL. Representante legal de Chile 21.

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reportaje

“Estamos en un periodo de crisis, no solo a nivel del capitalismo, y eso da miedo. Pero también genera oportunidades de transformaciones”, opina Benjamín Sáez, de Fundación Sol. rejada una comprensión de los fenómenos sociales al alero de una racionalidad económica, con una preeminencia de la economía como ciencia, por cierto, necesaria en un contexto de crisis, pero que creó una narrativa que ha ido cambiando. La idea del crecimiento fue parte de ese fenómeno, tanto así que el PIB per cápita se usaba para explicar nuestro éxito e incluso nuestra felicidad”.

¿Qué es el futuro? “El futuro no existe, pues vivimos en el presente”, afirmó el biólogo Humberto Maturana en una conferencia del Congreso del Futuro 2019 donde profundiza, entre otros temas, sobre la noción de competencia. Para sembrar ese presente cosechando un buen prospecto de imaginación sobre el futuro, –donde prime el respeto y la aceptación del otro– hay que dejar de lado la competencia, tan “propia del sistema neoliberal”, vinculada a las ideas de éxito y crecimiento. Si la confianza en el futuro es el mayor bien del capitalismo, vuelve a surgir entonces la pregunta: ¿Cómo enfrentar la falta de confianza en el futuro versus el miedo que hoy produce

imaginarlo? Luis Larraín responde: “No creo en una suerte de teoría sociológica sobre el temor. Los temas de sustentabilidad y medioambiente son para gestionarlos, no para asustarse. La población sigue creciendo, pero mucho menos que antes”. Por otro lado, manifiesta, no cree en el progreso indefinido y, si bien la tecnología hace aportes, “crea problemas como la inteligencia artificial robótica y el reemplazo de empleos. Pero la tecnología, a la larga, va a crear empleos”, sugiere optimista. Para Vidal el debate es “interesante”, pero no responde a las necesidades primarias de la población, pues “el 80% de las familias chilenas, de acuerdo al INE, no llega a fin de mes”. La esperanza de crecimiento ético para él radica en tomar opciones. Mirar a los nórdicos es importante, señala, “ahí la salud y la educación con enorme participación del Estado son derechos garantizados, a través de impuestos generales y una estructura tributaria más progresiva”.

Las fronteras del progreso Desde Fundación Sol, Benjamín Sáez señala que el crecimiento se asocia a etapas secuenciales y evolutivas, “en virtud de ciertos valores o capacidades técnicas productivas. Este concepto iría en una relación virtuosa entre actividad económica, aumento de esa actividad, desarrollo de los países y calidad de vida”. Sin embargo, apunta, las naciones no son necesariamente independientes y existen altos niveles de explotación entre unas y otras. Sáez también cuestiona el PIB como instrumento válido y recuerda que el 1% de la población con más riqueza en Chile

ECONOMÍA CIRCULAR

Materias primas Reciclado

Desechos residuales

Diseño

Recogida Producción, reelaboración

Consumo, utilización, reutilización, reparación Distribución

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Progreso sustentable. La economía circular se presenta como un sistema de aprovechamiento de recursos, donde prima la reducción de los elementos: minimizar la producción al mínimo indispensable, y cuando sea necesario hacer uso del producto; también apostar por la reutilización de los elementos que por sus propiedades no pueden volver al medio ambiente. El sistema económico vigente se desmarca diametralmente del ciclo de vida de la naturaleza y choca contra el desarrollo sostenible, en el largo plazo.


acumula un 31% de los ingresos totales. “Eso es el crecimiento de un grupo”. Por otro lado, asegura, hoy se habla de la mayor cantidad de chilenos con estudios universitarios, pero eso “se ha construido a partir del endeudamiento de los estudiantes”. Arellano, por su parte, expresa que “lo que nos debe preocupar es un aspecto más amplio que el crecimiento económico: el desarrollo. Ahora bien, no habrá desarrollo si no hay crecimiento”. Al mismo tiempo, agrega, si no somos capaces de aumentar la producción y los ingresos que generamos como país, “no se crearán los empleos ni aumentarán las remuneraciones e ingresos, ni el Estado contará con recursos para financiar bienes públicos”. Sáez reflexiona sobre las contradicciones y la necesidad de equilibrio. Si se habla de mayor acceso a la tecnología en nuestro país, la mayoría lo hace con crédito y añade que “basta pensar en obsolescencia programada y quedan familias con más deudas y menos cosas”. Además, “ciudades como Santiago crecen con especulación inmobiliaria”. Por eso, argumenta, “tenemos dudas sobre esta noción de desarrollo, cómo es alcanzable desde el capitalismo si se logra solo con crecimiento económico”. A la vez, asume, las demandas actuales de la sociedad se vinculan a formas de consumir que ya están instaladas: “No le puedes quitar a las personas bienes y servicios que son deseos de su vida cotidiana. Los cambios deberán incorporar aspectos del mundo capitalista. Hay que pensar algo intermedio. ¿Ejemplo? Construir artículos tecnológicos que duren 200 años o que se puedan compartir. Asimismo, actividades industriales que implican una explotación incesante deberían paralizarse”. Para Montes –director del CEP–, hoy podemos mirar más alto porque los números lo permiten: “El concepto de crecer en el siglo XXI ha evolucionado en Chile como consecuencia, justamente, del crecimiento económico. El PIB per cápita de Chile aumentó desde US$ 5.860, en 1990, a US$24.592 el año 2017, y la pobreza disminuyó de un 38,6% a un 8,6% durante ese periodo. Eso gatilló la transformación capitalista del país, y así el crecimiento pasó a ser sinónimo de progreso, y el afán por las cifras se convirtió en nuevas demandas, ahora más allá de los números y de la planilla Excel. En otras palabras, el éxito económico amplió las fronteras del progreso”. Ante esa nueva realidad, el experto afirma que hoy la ciudadanía está buscando otras expresiones del liberalismo, que

tienen más que ver con la igualdad de trato. Esto se ve, por ejemplo, en la exigencia por mejorar la calidad de los servicios estatales. El descontento con el liberalismo, explica Montes, se asocia también al surgimiento de los grupos de ultraderecha que manifiestan su disconformidad en distintos puntos del planeta. “Esos grupos captan el descontento o, como diría Sloterdijk, la ira de los ciudadanos que miran con desconfianza la incertidumbre y las diferencias de los nuevos tiempos. En resumen, lo que hizo la izquierda durante gran parte del siglo XX, esto es, canalizar la ira ciudadana, es muy similar a lo que hace la ultraderecha en el siglo XXI”.

Acceso equitativo a la tecnología. En la imagen vemos una de las actividades de la iniciativa “Yo elijo mi PC”, impulsada por el Gobierno de Chile, que busca disminuir la brecha digital. Para Benjamín Sáez, si se habla de mayor acceso a la tecnología, en nuestro país la mayoría de la población lo hace con crédito.

Los costos irreversibles Las posturas son diversas en las voces de representantes de think tanks y organizaciones que producen pensamiento. Pero la incertidumbre se ha instalado, más allá de optimismos, pesimismos o esperanzas fundadas. Hoy, la era geológica que vive el planeta corresponde a una etapa irreversible de daño ambiental por parte de los humanos. “Estamos en un periodo de crisis, no solo a nivel del capitalismo, y eso da miedo. Pero también genera oportunidades de transformaciones”, apunta Sáez. Si crecer es complejizarse, ¿de qué forma enfrentamos esto? ¿Cómo hacer que posturas divergentes conversen en pos del bien común? Según Leonidas Montes, el desafío es enorme. “Pero yo soy moderadamente optimista respecto de esto. El liberalismo está profundamente arraigado a la naturaleza humana. Y algo fundamental que se ha perdido es reconocer que en cada persona hay un instinto natural para mejorar su propia condición, a ser reconocidos, y no podemos coartar eso. Esto se debe llevar en una dirección que permita alinear un mercado competitivo con la igualdad de oportunidades”, concluye.

“Los cambios tecnológicos están detrás del progreso de la humanidad y lo seguirán estando, pero su introducción muchas veces tiene efectos potencialmente negativos”, afirma José Pablo Arellano, investigador del Cieplan. 17


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Diamela Eltit:

La que no

transa

La escritora y docente es dueña de una bibliografía que ha atravesado los callejones oscuros de la sociedad. Sus relatos han logrado iluminar al mundo marginal en distintos momentos de la historia de Chile. Especialmente en el año 2018, cuando sus letras la convirtieron en la quinta mujer en ganar el Premio Nacional de Literatura. Estudiada en el extranjero, sus textos han traspasado nuestras fronteras gracias a su mente inquieta que no para de reflexionar sobre su entorno y de dibujar los conflictos que desafían al país. Por Daniela Farías Fotografías ÁLVARO DE LA FUENTE 19


“S

é que mi opción literaria conlleva algunos riesgos y puede generar, en algún lugar, un cierto malentendido. No obstante, me gustaría enfatizar el hecho de que más allá de cualquier discurso, más allá de este mismo discurso, está viva y en curso mi batalla por escribir. Esta larga batalla por el sentido, por establecer, desde las orillas que he escogido, una porción de sentido”. Con estas palabras que pronunció al recibir el Premio José Nuez Martín, en 1995, Diamela Eltit define su trayectoria literaria. La escritora y académica, a sus casi setenta años, persiste en la labor de plasmar ideas, describir escenarios, construir y deconstruir el lenguaje y de visitar los personajes que habitan en los rincones de la sociedad chilena. Letras disruptivas, rudas, ásperas que pretenden mostrar realidades. Y es que el arte que despliega en las páginas de sus textos son la manifestación de su rebeldía ante la desigualdad. La misma que conoció de cerca cuando comenzó su labor de docente, en la población José María Caro a comienzos de la década de los 70. Fue durante esa misma década cuando bosquejó sus primeros manuscritos, labor que combinaba con su trabajo de profesora de castellano.

Entre Ñuñoa y Nueva York Fiel habitante de la comuna de Ñuñoa, transita entre estos barrios de casas de fachada continua y la modernidad y bullicio de Nueva York, donde reside durante el segundo semestre, desde hace 11 años. Un perro ladra y salta cuando Diamela se asoma por la puerta de su casa. Ella saluda con gran sencillez y amabilidad. Su living es imponente por su colorido y la solidez artística que lo engalana. Matta y Dittborn compiten el protagonismo en la sala. Diamela Eltit es una mujer que sonríe a menudo durante sus reflexiones, atisbos de ironía y de la seguridad que le entrega su larga trayectoria y que consolidan su discurso. Nada está dicho por azar. Hay transparencia y fuerza en las frases que comparte. Ha dedicado distinciones y discursos a su madre y su abuela. Fuerza femenina que construyó en ella una personalidad firme y apasionada. Durante la entrega del Premio Nacional dijo que ambas mujeres habitan en su interior y que con ellas conversa diariamente. Al consultarle sobre ellas declina profundizar, aunque sí reconoce que fueron los pilares fundamentales en su vida. Igual como lo son en la actualidad sus tres hijos y su esposo, el socialista y tres veces ministro Jorge Arrate. —¿Cómo llegó usted a la Literatura? —Mi madre estaba separada de mi papá, por lo que él no tuvo mayor influencia en mí. Ella era secretaria y, en ese 20

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“Siempre me ha interesado lo vulnerable, que está más en los bordes, porque mi imaginario funciona así. Nunca he salido de ahí, porque creo que se puede escribir más y se genera otra arista en esos espacios. Esa ha sido la dirección de mi trabajo literario”. tiempo, esta era una ocupación muy importante y tenía un estatus, no era tan masificado como en la actualidad. Ella tenía cierto interés cultural en el teatro y en la pintura y no especialmente literario. Yo llegué a lo literario desde siempre, desde chica. Ahí encontré mi espacio. Además, en ese tiempo en el barrio arrendaban libros y yo con la plata que me daba mi mamá arrendaba textos de distinto tipo. Luego, en la universidad leí mucho por la biblioteca. Además, tenía amigos que compartían mi afición.

Modelo por accidente Se tituló de profesora de Estado con mención en castellano de la Universidad Católica, durante la época de la reforma universitaria. Recuerda a la UC como una institución en permanente movimiento, donde se percibía el cambio. —¿Después de titularse, la Pedagogía fue para usted un instrumento de compromiso social? —Uno de mis primeros trabajos y antes de titularme fue en la población José María Caro. Yo quería hacer clases en colegios fiscales, porque me parecía más interesante su historia. En esta población vi una realidad social que no conocía (yo estudié en un colegio subvencionado), que me hizo repensar mi trabajo. Aunque fuera profesora de castellano no podía pedir ortografía, por ejemplo. No era viable que hiciera una exigencia muy alta, porque esos estudiantes se verían perjudicados. Pero vino el golpe y ese mismo día me fui, porque mataron al presidente del centro de alumnos. No volví más porque me dio miedo.

El legado de Elena Caffarena La escritora junto a la artista visual Lotty Ronsenfeld manifestaron la voluntad de realizar una donación a la Universidad Católica. Se trata del registro audiovisual que más tarde dio vida al libro Crónica del sufragio femenino en Chile (Sernam, 1994). Entre el material más relevante que se otorgará existe una entrevista a Elena Caffarena, una de las primeras sufragistas de Chile.


fotografíaS ARCHIVO PERSONAL DIAMELA ELTIT

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Esfera familiar. La escritora tiene tres hijos: Felipe, Nadine y Dánisa. Arriba, junto a su hijo Felipe antes de que cumpliera un año, y abajo, con una de sus hijas. Al costado derecho, durante la década de los 80.

—En 1974 comenzó a trabajar como profesora en el Liceo Carmela Carvajal y, más tarde, en el Instituto Nacional, ¿cómo fue ese periodo? —Estuve varios años jornada completa en el Carmela Carvajal. Fue una época muy intensa. El colegio estaba emergiendo, era pequeño. Yo trabajaba con profesoras jóvenes, con quienes logramos rehacer las mallas, porque nos preocupaba que las estudiantes tuvieran pocas posibilidades de quedar en la universidad. Fue un periodo muy hostil y de grandes controles a las estudiantes y a los profesores. Por ejemplo, en el Carmela no podíamos ir a trabajar con pantalones, teníamos que usar delantal por obligación y cantar la canción nacional todos los lunes con la mano en la espalda. —¿Usted tenía una situación económica difícil? —En esos tiempos casi toda la gente tenía problemas de dinero y además vino esa crisis feroz, entonces todos hacíamos más cosas para lograr equilibrar el tema económico. En mi caso, en la década de los 80, empecé a escribir para agencias de publicidad en un inserto sobre cremas de belleza que se publicaba en El Mercurio. También estuve en televi-

“La literatura del ‘yo’ que existe ahora en Chile es una producción neoliberal indicada por las editoriales, que lo promueven porque la gente quiere buscar ese ‘yo’, porque el ‘yo’ vende”. sión con spots publicitarios. Con el cineasta Carlos Flores fuimos compañeros en la Universidad de Chile. En un momento de estrechez económica él comenzó a realizar comerciales y me pidió que hiciéramos uno para Tur Bus. Yo me tenía que sentar no más en un asiento (risas). Y le dije que sí, pero por solidaridad con él. Después, me llamaron a un casting para hacer uno de Omo y otro de cera Nugget. Nos fue muy bien en eso, tanto a Carlos como a mí. Hasta que me querían contratar para un cuarto comercial y ahí dije que no, porque era muy chocante. Yo estaba una vez en la universidad hablando y veo el aviso de Omo y por dentro pensaba: “Que no lo miren, que no lo miren y que no me reconozcan” (risas). 21


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Un justo reconocimiento. En 2018, la escritora se convirtió en la quinta mujer en recibir el Premio Nacional de Literatura. “Esto es para empezar a equilibrar”, afirmó tras obtener la distinción. En la imagen aparece junto a la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Consuelo Valdés, y el presidente Sebastián Piñera. fotografía Ministerio de las culturas, las artes y el patrimonio

“Yo creo que es importante tener este reconocimiento, que exista. Pero un escritor o escritora no escribe para ganarse el Premio Nacional, porque eso sería una estupidez. Por otro lado, el premio no me sirve para crear el próximo libro”. Arte que interpela Las inquietudes de Diamela han trascendido más allá del papel y sus personajes literarios. Durante los años 80 cofundó el Colectivo de Acciones de Arte (Cada), junto a Raúl Zurita, Lotty Rosenfeld, Juan Castillo y Fernando Balcells. Este grupo interdisciplinario marcó un punto de inflexión en la escena artística de la época, por sus acciones que buscaban eliminar las fronteras entre los artistas y los ciudadanos. —Dentro de las intervenciones artísticas que se realizaron, ¿hay alguna que la marcó más? —La acción que me pareció fundamental fue, entendiendo que todas son muy valiosas, el “NO+” que se realizó el año 85, cuando el grupo decidió salir a rayar las paredes en las noches, bajo toque de queda. Lo hicimos con la ayuda de muchos artistas. La apuesta era que esto se iba a reproducir por parte de la ciudadanía y que ellos iban a agregar sus propias demandas. Efectivamente pasó, porque la gente empezó a rayar “No+hambre”, “No+esto”, etcétera. —La obra trascendió a lo largo de los años —Nos superó totalmente, aunque nosotros somos los autores de esa consigna, ahora le pertenece al espacio social. Quiero decir que yo creo que es una de las pocas veces que en Chile el arte atravesó y se incrustó en los cuerpos ciudadanos. Tú ves ahora “No+AFP”, pero ese “No+” lo hicimos el año 85. 22

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Diamela, en todas sus versiones Su primera novela publicada fue Lumpérica (1983), como afirma la ensayista Sandra Lorenzano en Tres novelas: “Desde su aparición, el tema del poder es uno de los puntos clave de su trabajo creativo. Su perspectiva estética impactó en el mundo cultural de la época”. Luego, Por la Patria (1986) y El padre mío (1989) consolidaron su obsesión por lo marginal. —Dedicarse a la escritura fue toda una osadía en esa época, por la censura. ¿Cómo se logra desarrollar la creatividad en ese contexto? —Había una oficina formal que estaba en el Ministerio del Interior, y todo lo que se publicaba tenía que pasar por ahí. Y, bueno, yo escribí “con” un censor al lado, pero nunca escribí “para” el censor; entonces, fue una situación muy difícil de entender y muy anómala. Nosotros vivíamos así y no había nada que preguntar. —¿Cómo llega a esa instancia de “darle voz a los sin voz” a través de sus letras? —Siempre me ha interesado lo vulnerable, que está más en los bordes, porque mi imaginario funciona así. Nunca he salido de eso, porque siempre creo que se puede escribir más y se genera otra arista de esos espacios, ¿no? Entonces, ha sido una dirección de mi trabajo literario. Y ocurre lo mismo con mis creaciones “no literarias”, que fue el libro que hice con Paz Errázuriz, El infarto del alma, que era sobre el psiquiátrico de Putaendo; o El padre mío, que era sobre un sujeto esquizofrénico que vivía en un lugar aislado en la ciudad, cuyo discurso fuera de la “normalidad” yo entendí como algo poético. —Tengo una frase que usted dijo: “Pienso en lo literario como una disyuntiva, más que una zona de respuesta que deje felices a los lectores”. ¿Podríamos profundizar en este aspecto? —Mira, yo creo que la gente tiene que opinar lo que quiera respecto de mi escritura. O sea, yo jamás discutiría un juicio de otro. Por otro lado, nunca he creído que la vida sea trans-


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parente, que el lenguaje sea transparente, porque a veces nos dicen “sí” y nosotros sabemos que en realidad nos quieren decir que “no”. El lenguaje es multivalórico y a mí me interesa esa ambigüedad. —¿Y cómo es el lector que se interesa por sus obras? —Es un sujeto común, que vive con sus ambigüedades también y que puede entender perfectamente la no transparencia. Que no hay una sola versión. O sea, una misma situación puede ser contada de mil maneras. —¿Cómo explica la exaltación del “yo” que vivimos en la actualidad y que usted ha criticado en distintos espacios? —Porque con el sistema neoliberal lo que está en cuestión ahora es la existencia del “yo”. Si tú ves Facebook, lo que produce son acciones que se venden en Wall Street y, mientras más gente ocupe esta red social, estas se transan en un valor más alto. No quiero decir que no lo ocupen, pero se piensa que es una herramienta que permite explorar y explorarse a sí mismo, lo que es muy falso, porque en realidad es un sitio de vigilancia global donde la opinión pública puede ser com-

“Por formas no transitadas” Diamela Eltit nació en Santiago, en 1949. Es profesora de Estado con mención en castellano de la Universidad Católica y magíster en Literatura en la Universidad de Chile. Desde 1980 hasta la actualidad ha publicado numerosos libros, entre novelas, ensayos y testimoniales, algunos de los cuales han sido traducidos al inglés, francés e italiano, entre otros idiomas. Ha sido ampliamente distinguida: obtuvo el Premio José Nuez Martín en 1995, el Premio Iberoamericano de Narrativa José Donoso en 2010, el Premio Nacional de Literatura en 2018 y ocupó la Cátedra Simón Bolívar (2014-2015) en la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Ha sido profesora visitante en las universidades de Berkeley, Columbia, Stanford, Johns Hopkins y Global Distinguished Professor de la Universidad de Nueva York, institución académica donde actualmente dicta clases de literatura creativa. En Chile, fue académica en la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM) por más de tres décadas, hasta el año pasado cuando jubiló. Ha sido ampliamente estudiada por investigadores y académicos de todo el mundo, que la invitan a dictar cátedras y seminarios. La Universidad de Princeton compró en 2013 sus archivos personales, que conservan documentos y secretos que ella poco recuerda y menos ha querido revelar. “Eltit es una figura fundamental para la narrativa contemporánea. Es una figura única que trabajó en dictadura y siguió produciendo en la postdictadura, en la transición política chilena. Princeton la consideró por su escritura novedosa, que experimenta con formas no transitadas, y con futuro”, dijo al diario La Tercera Javier Guerrero, profesor de Princeton y uno de los artífices de la adquisición del archivo personal de la autora.

pletamente intervenida, ya sea por fake news o por búsqueda de votos. Tu libertad en Facebook es relativa, porque está todo diagramado por otro. La literatura del “yo” que existe ahora en Chile es una producción neoliberal indicada por las editoriales, que lo promueven porque la gente quiere buscar ese “yo”, porque el “yo” vende. —¿Cómo fue para usted llegar a la academia en Estados Unidos e Inglaterra? —Me llamaron para hacer clases en Berkeley y tenía un poco de terror de enfrentarme a un pregrado y doctorado, era un programa de literatura en español. Los estudiantes son de altísimo nivel y la mayoría norteamericanos. Después, empezó una cadena que nunca se detuvo y estaba todos los años viajando un semestre a Norteamérica. —¿Y qué es lo que más rescata de este paso por estas universidades? —Me obligó a estudiar mucho, a seguir profundizando. En la Universidad de Columbia hice un curso de doctorado y un taller literario. Y llegó una masa de estudiantes muy alta. Después me llamaron de la Universidad de Nueva York (NYU) como profesora invitada y ahí me otorgaron un cargo para que yo siguiera (Global Distinguished Professor). —Con toda esta trayectoria, ¿usted se siente parte de una élite de la escena cultural en Chile, después de haber obtenido el Premio Nacional al igual que Paz Errázuriz y Raúl Zurita? —No sé, yo creo que es importante tener este premio, que exista. Pero un escritor o escritora no escribe para ganarse el Premio Nacional, porque eso sería una estupidez. Por otro lado, el premio no me sirve para crear el próximo libro. —¿Pero hubo algo en esa generación o en ese grupo que los ha llevado a destacarse de manera tan relevante en el ámbito cultural? —Tiene que ver con las condiciones en que estábamos, fuera de las redes sociales y de cuestiones mediáticas, entonces uno era un sujeto que no figuraba en el mapa público, salvo en el mapa cultural. Teníamos una cosa más independiente de todo lo que se lee, y eso al final fue muy positivo, trabajar en una atmósfera más desértica. —En su caso, ¿se ha sentido presionada por el mercado? —No, porque afortunadamente me sirvió mucho ser profesora. Yo no vivo de mis libros. Entonces tengo muy separado lo comercial y he tenido la suerte de decir que no a muchas cosas que no me interesan. Diamela se ha autodefinido como una “artesana” en su quehacer literario, que más que respuestas mantiene preguntas, más que certezas, dudas. Después de analizar e investigar, su pluma escribe palabras que no transan. Es esa misma actitud la que la mantiene transitando por este Chile de 2019, con proyectos en curso (un libro de ensayos sobre la lectura para una editorial argentina) y otros que vendrán. “Siempre estoy conectándome y colaborando con las distintas actividades en las que me invitan, por supuesto. No estoy aislada”, aclara. 23


Mentes

al

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revista universitaria DOSSIER

límite: la deuda de Chile con la salud mental Al país le urge una Ley de Salud Mental. Una normativa que responda adecuadamente al problema de 390.938 personas que declaran tener alguna dificultad psiquiátrica, mental o intelectual en Chile (Casen, 2017). Junto con esta problemática que aumenta cada año, solo un 20% de estos pacientes tienen acceso a un tratamiento médico (Plan Nacional de Salud Mental 2017-2025). El escaso apoyo social, la discriminación y el creciente individualismo colaboran con esta situación. Pero hay quienes, a pesar de todo, han enfrentado los estigmas que deben cargar por padecer una condición psiquiátrica. Ellos son los protagonistas que cruzan estas páginas y que piden un cambio cultural que permita la transformación.

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Sacar la voz, sin

miedo

Vergüenza, temor, negación. Son solo algunas de las emociones que históricamente deben enfrentar los enfermos mentales en Chile. Cada día cargan con los estigmas y rótulos que los clasifican y marginan. Pero hay quienes sí han logrado mirar de frente a la sociedad, en este caso al lente de una cámara, reconocer su enfermedad y seguir adelante. Ellos representan un ejemplo de que una adecuada política pública y un cambio cultural pueden permitir la verdadera integración de estas personas. Por PAULINA VALENZUELA y equipo revista universitaria Fotografías CÉSAR CORTÉS Y LUIS BARRIGA

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DOSSIER mentes al límite

“Tengo trastorno por déficit atencional” Matías del Río (49), periodista

Soy un sobreviviente del Ritalín (por mi déficit atencional); soy zurdo, repitente, disléxico, disgráfico, pero tengo una mamá superhéroe. Ella me ayudó con algo fundamental que fue aprender a valorarme, generarme autoestima y a no hundirme. Porque yo no era el tradicional. No era el que todas sus amigas probablemente querían. La gente cree que me conoce, porque me ve. Pero yo me he encargado de tapar mi realidad. Y me ha ido bien. Me angustio mucho cuando estoy con un grupo de amigos que me cuentan que se han leído un libro. Yo digo: “yo no me he leído ese libro y sé que a mí me va a costar cuatro o cinco veces”; porque a mí me cuesta tres veces más leer una página. Son cosas con las que yo estoy día a día. Entonces soy un sobreviviente de eso, y un ejemplo de que se puede vivir haciendo lo que a uno le gusta y sentir autoestima. Ser feliz y exitoso. (*Testimonio extraído de la campaña “Un Chile que no quiere ver”, de Fundación Mis Talentos). 27


“Tengo trastorno límite de personalidad” Junisse Contreras (34), Educadora de Párvulos

Hace cinco años tuve una crisis que me llevó a tomar 45 pastillas para dormir. Mi intención no era suicidarme, sino calmar una pena y una angustia insoportables y poder dormir. En ese momento me diagnosticaron solo depresión. Ahí empecé un camino para buscar ayuda. En esa crisis el papá de mi hija obtuvo una orden judicial porque supuestamente yo había vulnerado los derechos de mi hija. La justicia pidió un diagnóstico y un tratamiento médico o, de lo contrario, me iban a quitar su custodia. Para que no ocurriera, busqué terapia psicológica en mi universidad y atención psiquiátrica en forma privada. Pero todo era tan caro –yo estudiaba, trabajaba, era mamá, y dueña de casa– y no daba abasto. En 2016 fui al psiquiatra en el Hospital de La Florida y desde entonces estoy esperando que me den hora para el psicólogo. Aprendí que esto es vivir mirándose a sí mismo como el peor enemigo. Uno piensa que todo lo hace mal y en niveles más profundos, se llega a la autoagresión. Desde la crisis que provocó un terremoto familiar y judicial, empecé a estudiar sobre mi trastorno. He ido entendiendo lo que me pasa, y he empezado también a generar conciencia sobre este problema a través de redes sociales.

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“Estoy diagnosticado con esquizofrenia” Cristóbal Saver (21)

A los 13 años tuve un desajuste que desesperó a mi familia. Un psiquiatra me mandó a sacar un montón de exámenes, tipo escáner y resonancia magnética, y junto con eso tuvieron que internarme en una clínica psiquiátrica. En ese momento me diagnosticaron esquizofrenia y Asperger. Terminé el colegio en un establecimiento especial, en un ambiente tranquilo con no más de tres o cuatro alumnos por curso. Cuando egresé de cuarto medio entré a estudiar animación digital. Pero por los medicamentos no pude seguir, y terminé desertando. He sentido discriminación. En el primer colegio no me podía comunicar correctamente y mis compañeros pensaban que yo me estaba creyendo la guinda de la torta. Cuando uno tiene un problema mental serio, todo el círculo social se aleja. Quizás es porque se sienten incómodos o porque tienen miedo. Yo me he dado cuenta de que la psiquiatría en este país es cara y no todos pueden pagarla. Cuánto indigente habrá que, aparte de sus adicciones, tiene alguna enfermedad mental. Y no pueden recurrir a tratamiento porque no lo pueden pagar. Tengo problemas de timidez, pero no es como para ponerme en posición fetal en un rincón. Cuando es necesario, me acerco a la gente. En el futuro mi sueño es trabajar como animador digital de manera independiente.

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Nicol Sepúlveda (31), kinesióloga e ilustradora

Mi problema comenzó en la época de la universidad. Me ponía nerviosa en la micro, no soportaba ir al mall porque me daban ganas de arrancar, no iba a los carretes. Bajé muchísimo de peso. En esa época vivía con mis papás y ellos no le daban importancia. En su generación la depresión o estos trastornos se sanaban con un buen correctivo. No eran vistos como enfermedad. Para un estudiante de una familia sin recursos es súper difícil pagar un tratamiento particular. Yo no lo tuve hasta que pude trabajar y pagarlo. Después de cinco o seis años de haber comenzado con esto, pude ir a una psiquiatra y acceder a medicamentos. En las relaciones de pareja muchas veces me hicieron sentir que yo era un problema, o que estaba “fallada”. Por ignorancia te etiquetan como loca o como rara. Por eso he publicado lo que me pasa en forma abierta. Y cuando conozco a alguien se lo cuento. No hay que avergonzarse y hay que generar conciencia. Actualmente estoy con terapia y prácticamente llevo una vida normal, aunque todavía hay cosas que me cuesta hacer, como subirme a un avión. Quiero superar los ataques para ser 100% independiente y no necesitar ayuda en determinadas situaciones. 30

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fotografía MIGUEL MONJE @MIGUELMONJEPH

“Sufro de trastorno de ansiedad y crisis de pánico”


“Soy adicto” Marcial Tagle (45), actor

Soy adicto al alcohol y a las sustancias, pero no consumo hace 15 años. Digo “soy” porque las adicciones son una latencia constante. Cada día uno decide no consumir. El esfuerzo es permanente. Así se parte en un principio, pero ahora ya es algo que está automatizado. Cuando salí de cuarto medio me encontré con un mundo mucho más amplio. Un mundo en el que se convivía con las drogas y la vida bohemia. Y entré a un círculo que te va atrapando sin que te des cuenta. Estuve como doce años en un estado que inhabilitaba mis capacidades cognitivas, en que surgían emociones que no estaban dentro de mi espectro. Y empezó a aparecer el desgaste. Hasta que dije “basta”. Hice un internado de un mes, después un trabajo ambulatorio de dos años y luego, estuve cinco años en terapia con mi psiquiatra. Debiera haber sistemas de cobertura y centros de rehabilitación para enfrentar esta enfermedad, que es bastante más común de lo que se cree. Es algo que cruza transversalmente a la sociedad. La adicción fue una experiencia de la cual aprendí y de la que hasta hoy he salido triunfante. Lo digo con humildad. Me cuido, hago deportes, libero mi tensión y mi ansiedad por otras vías. Tengo otro tipo de vida, me siento orgulloso y la vivo a concho.

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“Tengo trastorno bipolar” Andrés Milano (26), abogado, venezolano radicado en Chile

En un principio me diagnosticaron erróneamente depresión. Recibí un tratamiento que no dio resultado y seguí empeorando. Renuncié al trabajo que tenía entonces y llegué hasta un intento de suicidio. Ahora, ya diagnosticado, estoy en la fase del tratamiento y de aprender a vivir con esto, que es un trastorno para toda la vida. Tomé conciencia de mi enfermedad. Hay muchas personas que están padeciendo esto y que no tienen apoyo. Ellos simplemente se suicidan porque no reciben ayuda oportuna. En general se sabe poco qué es la bipolaridad, porque se tiene miedo a lo desconocido. Debieran existir programas de educación respecto de todos los trastornos mentales. Soy bien abierto para hablar del tema, porque me interesa que la gente conozca de qué se trata. De la sociedad espero un cambio para que haya menos estigmatización. Que no te vean como un bicho raro. Hoy estoy muchísimo mejor, con terapia continua. Y estoy trabajando. Esta enfermedad no me define como persona, es simplemente una condición. 32

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DOSSIER mentes al límite

Viajeal fondo de la

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Cifras alarmantes: suicidios, depresión, estrés. Cada cierto tiempo reflota en los medios de comunicación la pregunta: ¿Estamos frente a una crisis de la salud mental en Chile? El problema es peor que eso, ya que no se trata de una situación o periodo puntual, sino que crónicamente tenemos un alto porcentaje de personas afectadas. Por eso, enfrentamos un gran desafío para educar a nuestra población y también a las autoridades, respecto de la magnitud del impacto de estos temas. Por Jaime Santander

Jaime Santander Es director médico de la Red de Salud UC Christus. Además, es médico cirujano de la UC y especialista en psiquiatría de adultos de la Universidad de Chile. También es profesor de la Facultad de Medicina de la UC, autor y coautor de más de 50 artículos científicos y capítulos de libros en el ámbito de la especialidad.

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l tema de la salud mental se ha ido tomando los medios de comunicación: se habla de un incremento de la frecuencia de la depresión entre los chilenos o de los trastornos de ansiedad; de que estamos rodeados por un aumento del uso, abuso y dependencia de sustancias que, a su vez, nos remite a otro gran problema social: el narcotráfico y sus consecuencias. También leemos acerca del envejecimiento de nuestra población y, con ello, de las patologías crónicas como las demencias, con toda la carga que esta situación significa para familiares cercanos y la sociedad en su conjunto. Y los ejemplos se siguen sumando. Pero ¿de qué hablamos cuando nos referimos a este tema? ¿Existe una diferencia entre “enfermedad” y “trastorno”? ¿Cuáles son las dolencias más frecuentes? ¿Cómo configurar un diagnóstico? Entender lo que es salud mental no es tan evidente como pudiera parecer en una primera lectura. En un extremo tenemos la aproximación que define la salud como la “ausencia de enfermedad”, es decir, una perspectiva negativa. En el extremo opuesto la visión positiva de la Organización Mundial de la Salud, que la conceptualizó hace más de medio siglo como “un estado completo de bienestar físico, mental y social”. Ambos conceptos acotarían esta discusión al ámbito del funcionamiento de la mente. Sin embargo, existen otros enfoques como el estadístico, que asocia la enfermedad con la aparición de fenómenos infrecuentes; o el basado en la búsqueda de alteraciones biológicas específicas. Estas son propuestas válidas, pero criticables, por ser en ocasiones arbitrarias o restrictivas respectivamente. Para efectos de nuestra comprensión intentaremos dar una explicación relativa a las funciones implicadas. Por lo tanto, entenderemos “mente” como el conjunto de procesos emocionales, motivacionales y cognitivos que, de forma consciente o inconsciente permiten el mejor funcionamiento de un individuo para cumplir sus necesidades biológicas, psicológicas y sociales. En la misma línea, consideraremos que existe un trastorno o enfermedad mental cuando un individuo no puede satisfacer eficientemente, de manera parcial o completa, las necesidades descritas de una persona. Con esta perspectiva, no es tan relevante la diferencia entre las dos definiciones, ya que se está aludiendo en los dos casos a una alteración en la función. Pero desde otro enfoque se suele hacer el contraste. Muchos autores reservan tradicionalmente la palabra enfermedad para referirse a aquellos procesos patológicos, con un claro e identificable sustrato biológico.

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En Chile y el mundo progresivamente se ha puesto foco en el bienestar psíquico de las personas. Al hacerlo, hemos encontrado que un porcentaje importante tiene limitaciones o dificultades relevantes. En el ámbito psíquico con frecuencia no es evidente una alteración biológica sobre la base de una disfunción mental. A su vez, el concepto en sí de patología trae aparejado una mayor carga de elementos que pudieran generar discriminación de algún tipo. Por ambas razones se tiende a hablar más genéricamente de trastornos mentales que de enfermedades.

Lo que sienten los chilenos Es importante tener en consideración que la presencia de síntomas psíquicos no es un indicador de trastorno o enfermedad mental. Por ejemplo, el temor es una emoción que nos permite prepararnos física y mentalmente para enfrentar situaciones de riesgo o de mayor exigencia, mejorando nuestras posibilidades de éxito. Por ende, en ese caso se trata de un mecanismo exitoso. Se puede decir lo mismo de una serie de otros fenómenos que todos vivimos en nuestra vida cotidiana, como puede ser la angustia ante ciertos problemas, la tristeza ante una pérdida o incluso la respuesta de estrés ante desafíos acotados. En todos estos casos, se trata de reacciones proporcionales y adaptativas al medio. Se hacen patológicas cuando impiden nuestra capacidad de enfrentar las demandas de la vida e incluso la limitan. En Chile y el mundo progresivamente se ha puesto foco en el bienestar psíquico de las personas. Al hacerlo, hemos encontrado que un porcentaje importante tiene limitaciones o dificultades relevantes. Aunque debemos ser cuidadosos con las comparaciones entre países, debido al uso de metodologías diferentes u otras variables, por otra parte, es útil hacerlo para tener una perspectiva global. Así, por ejemplo, la prevalencia de trastornos mentales alcanza en Chile entre un 22% y 30% por año, cifras similares a países como Estados Unidos (Vicente et al., 2016), pero mayores a lo observado en Europa, en torno al 20% (Alonso et al., 2004). La prevalencia anual de esta problemática en la población infanto-juvenil alcanza en Chile un 38% –si se considera que un 15% de nuestros niños y adoles-


fotografía SHUTTERSTOCK

Los colores de la glucosa. La Tomografía por Emisión de Positrones (PET, por su sigla en inglés) es una técnica de diagnóstico no invasiva que permite realizar imágenes que muestran el metabolismo y el funcionamiento de tejidos y órganos, basándose en el consumo de glucosa. La información obtenida es analizada computacionalmente y se construye una representación de los diferentes niveles de funcionamiento con escala de colores: rojo, naranjo y amarillo significan un aumento de la actividad metabólica; en tanto el verde o el azul indican una disminución de la misma. Es importante recordar que esta es una abstracción construida a través de algoritmos matemáticos y no una imagen real. Además, un diagnóstico por esta vía no está validado empíricamente en el caso de los trastornos mentales.

centes padece de síndrome de déficit atencional (Vicente et al., 2012)–. Estos números se ubican en el rango alto en comparación con otros países latinoamericanos. Por otra parte, el suicidio en Chile, expresión clara del impacto de las afecciones mentales en algunas personas, se ha incrementado desde siete casos por cada 100.000 habitantes por año, hace un par de décadas, hasta cerca de 13 casos por 100.000 habitantes por año (WHO, 2016). Este aumento es un poco superior a la tasa mundial que bordea los 11 casos por 100.000 habitantes por año (World Bank Group, 2019). Al parecer, estamos peor que las tasas mundiales, las cuales ya son alarmantes; esta sola constatación debe ponernos alerta. Las mayores prevalencias anuales son para los grupos de trastornos ansiosos (fobia, trastorno de pánico, trastorno por estrés, trastorno obsesivo-compulsivo, etc.), trastornos del ánimo (depresión, distimia y trastorno bipolar) y el uso y dependencia de sustancias. Entre niños y adolescentes prevalecen los trastornos del comportamiento (trastorno oposicionista-desafiante, síndrome de déficit atencional, etc.). Junto a lo anterior, en la actualidad cobran importancia los cuadros de demencia como la enfermedad de Alzheimer, que afecta principalmente a los ciudadanos mayores de 60 años (alrededor de un 8% de estos). Este es un problema de difícil manejo que en los próximos años solo irá creciendo, en la medida que se vaya incrementando el envejecimiento de la población.

En el ámbito psíquico con frecuencia no es evidente una alteración biológica clara sobre la base de una disfunción mental. A su vez, el concepto en sí de patología trae aparejado una mayor carga de elementos que pudieran generar discriminación de algún tipo. Por ambas razones se tiende a hablar más genéricamente de trastornos mentales que de enfermedades. Acerca de los métodos de diagnóstico Los datos epidemiológicos descritos hablan de la magnitud del problema; sin embargo, nada dicen del proceso de identificación y diagnóstico. Este tema no es trivial ya que, a diferencia de otros problemas de salud, se trata de recursos y cobertura disponible, lo cual comparativamente en Chile está debajo del promedio de los países miembros de la OCDE (OECD Stats, 2018; Errázuriz et al., 2015) y también de la dis37


SALUD MENTAL: cifras PLANETARIAS

La depresión ocupa el

de las enfermedades mentales en adolescentes en el mundo surgen antes de los 14 años

en las enfermedades más comunes en la población en el mundo

El suicidio

es la causa de muerte en jóvenes de 14 a 29 años,

Las patologías mentales son la causa más frecuente de incapacidad en adolescentes del mundo y afecta todos los aspectos de salud

y desarrollo

lugar

personas mueren

mundialmente al año por esa causa

Fuente: Organización Panamericana de la Salud.

posición de los afectados a pedir ayuda. Lamentablemente, en la mayor parte de los cuadros psicóticos, dependencia de sustancias, trastornos de alimentación, demencia, entre otros, los pacientes tienden a no reconocer sus dificultades como tales. Por eso, es posible que no pidan ayuda, aunque tengan la posibilidad de hacerlo, o incluso que la rechacen. Cuando finalmente se consulta es indispensable obtener un diagnóstico lo más correcto posible, ya que de esto dependerá que las intervenciones sean las adecuadas. A la fecha, la base del diagnóstico sigue siendo la entrevista clínica, y este es el estándar para gran parte de los casos. Aunque a la mayoría de los pacientes se les piden una serie de exámenes de sangre, radiológicos o electroencefalográficos, estos tienen el objetivo de descartar trastornos metabólicos, hormonales, infecciosos, tumorales, etc., que puedan estar originando o contribuyendo a los síntomas mentales observados. No permiten, por ende, confirmar un diagnóstico. Por cierto, la búsqueda por exámenes que puedan confirmar positivamente un diagnóstico clínico no ha cesado, y se investigan activamente distintos frentes, siendo los más prometedores los basados en marcadores genéticos y en neuroimágenes funcionales. En el caso de los primeros se trabaja en el establecimiento de correlaciones entre genes y cuadros clínicos, ámbito en el que se han establecido algunas correlaciones más que con trastornos, con algunos síntomas en particular, por ejemplo, síndromes alucinatorios. Por ahora este ámbito está circunscrito a lo experimental y falta para tener un kit de uso clínico. 38

revista universitaria

En el caso de las neuroimágenes funcionales, se han ocupado diversas técnicas, las más importantes ligadas a la medicina nuclear. Entre ellas el SPECT (single photon emission computed tomography) y el PET (positron emission tomography). Se trata de técnicas no invasivas que miden la distribución

PARA LEER MÁS Vicente B., Saldivia S., Pihán R.; “Prevalencias y brechas hoy; salud mental mañana”. Acta Bioethica, 2016; 22 (1). Vicente B., Saldivia S., de la Barra F. et al., “Salud Mental infanto-juvenil en Chile y brechas de atención sanitarias”. Revista Médica de Chile, 2012; 140: 447-457. World Health Organization. World Health Statistics 2016: Monitoring Health for the Sustainable Development Goals. WHO Press 2016. Alonso J., Angermeyer MC., Bernert S. et al., “Prevalence of mental disorders in Europe: results from the European Study of the Epidemiology of Mental Disorders”, (ESEMeD) project. Acta psychiatrica Scandinavica Supplementum, año 2004; (429): 21-7. World Health Organization, Regional Office for Europe. Mental health, Data and resources. Ministerio de Salud, Chile. Plan Nacional de Demencia 2017. Ministerio de Salud, Gobierno de Chile, 2017. OECD. Stat, 2018. Errázuriz P., Valdés C., Vöhringer P.A. et al., “Mental health financing in Chile: a pending debt”, Revista Médica de Chile, 2015, Sep;143(9):1179-86. World Bank Open Data. World Bank Group. Suicide mortality rate (per 100,000 population).


de glucosa, marcada con un radiofármaco de duración ultracorta, en diferentes tejidos, como el cerebro. El conocimiento de dicha distribución permite saber si existe actividad aumentada o disminuida. La información obtenida es analizada computacionalmente y se construye una imagen que representa los diferentes niveles de funcionamiento con escala de colores: rojo, naranjo y amarillo significan un aumento de la actividad metabólica; en tanto, verde y azul indican una disminución de la misma. Con la comparación de los patrones conocidos de la actividad metabólica normal se puede llegar a saber cuáles son las áreas alteradas. Aunque estas coloridas imágenes son espectaculares, es importante recordar que se trata de una representación construida a través de algoritmos matemáticos y no una imagen real. Aunque estas son de utilidad en la investigación, aún son de limitado uso en el ámbito clínico. Esto porque los trastornos mentales son heterogéneos en los patrones funcionales cerebrales asociados, de manera que un diagnóstico por esta vía no está validado empíricamente. Su uso se restringe a discriminar distintos tipos de demencia y a evaluar el daño ocasionado por el consumo de sustancias, como la cocaína.

Un mal crónico

mática actual es más grave que eso, ya que no se trata de una situación o periodo puntual, sino que crónicamente tenemos un alto porcentaje de la población afectada, lo que se asocia a altos costos personales, laborales, sociales y económicos, impactando nuestra sociedad desde diversos ámbitos. A eso se suma que lo que invierte el país, per cápita, en salud mental está por debajo de la media de lo que invierten los países de la OCDE en prevención, detección y tratamiento de este tipo de trastornos. Enfrentamos un gran desafío para educar a nuestra población, y también a las autoridades, respecto de la magnitud del impacto de estos temas. Para producir un cambio cultural y social que mejore el escenario para las próximas décadas se requiere un esfuerzo multidisciplinario y consistente en el tiempo.

Ilustración: CARO CELIS

Ante la pregunta de si tenemos una crisis de salud mental en Chile, entendida esta como una situación que impacta en un tiempo acotado, la respuesta debiera ser negativa. La proble-

Enfrentamos un gran desafío para educar a nuestra población, y también a las autoridades, respecto de la magnitud del impacto de estos temas. Para producir un cambio cultural y social que mejore el escenario para las próximas décadas se requiere un esfuerzo multidisciplinario y consistente en el tiempo.

Estela estelar (+3) Compañía: Los Fabulísticos Hasta el 28 de abril (cerrado 20 y 21 de abril) Danzas aladas (+0) Compañía: Aranwa 4 de mayo al 23 de junio Convive, juntos por el buen trato (+5) Compañía: Pezpájaro Teatro 6 al 28 de julio FUNCIONES VACACIONES DE INVIERNO: 18, 19, 25 y 26 de julio a las 12 hrs. Un asombroso viaje por la casa (+1) Compañía: Teatro Atanor 3 de agosto al 15 de septiembre Tico en el libro de la selva (+5) Compañía: Proyectico 5 de octubre al 24 de noviembre

www.extension.uc.cl Teatro Infantil y Familiar UC

TeatroFmiliarUC

Tarifados en Lira 21

AUSPICIA

Sábados, 16 hrs. Domingos, 12 hrs. Entrada general: $4.000. Niños: $2.500. Convenios: $2.000 Centro de Extensión UC. Alameda 390, Santiago. Boletería e informaciones: 22354 6507 / 22354 6546 / teatroinfantil@uc.cl Venta de entradas en la boletería del teatro, el mismo día de la función desde una hora antes.


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DOSSIER mentes al límite

La pena que persiste De acuerdo a las últimas investigaciones, el grupo más vulnerable a la depresión en Chile está integrado por mujeres en situación de pobreza. Una posición ajena al poder y la debilidad de sus vínculos sociales las expone a una alta presencia de estresores en su vida cotidiana. A esto se suma una precariedad económica y la sobrecarga en las tareas y responsabilidades de la crianza. Por lo anterior, es en ellas donde deben focalizarse los esfuerzos de prevención e intervención, al mismo tiempo de avanzar en resolver más globalmente en el país la problemática de la desigualdad de género y de ingreso. Por Mariane Krause

Mariane Krause. Es directora del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (Midap) y académica de la Escuela de Psicología de la UC. Es psicóloga de la UC, doctorada en esta misma área por la Universidad de Berlín, Alemania. También se especializó en la investigación de procesos psicoterapéuticos, depresión e intervención psicosocial y comunitaria.

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Rol de la mujer. La relación entre mujer y depresión se debería a diversos factores. El rol histórico del género femenino en nuestra sociedad, que implica menos poder y control sobre sus vidas, sería un factor desencadenante . Así lo reflejó la publicidad durante muchos años. En la imagen una marca anuncia “¿Cómo se limpian las manchas rebeldes de los pisos?”.

L

a depresión es uno de los problemas de mayor prevalencia y la primera causa de discapacidad a nivel mundial. En Chile, el panorama es desalentador: las cifras se sitúan dentro del rango más alto internacionalmente y, según los datos entregados por la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017, del Ministerio de Salud, un 15,8% de la población general mayor de 18 años reporta haber experimentado en el último año síntomas de esta enfermedad. Además, un 6,2% de los chilenos y chilenas presentarían la patología. Por otra parte, numerosos estudios han demostrado una distribución desigual de la depresión en función de los niveles de ingreso, existiendo una clara asociación entre la pobreza y esta afección. Tomando como base clasificatoria cinco tramos de ingreso, los estudios del Ministerio de Salud muestran que la sintomatología es tres veces más alta en el tramo de más bajo ingreso, en comparación con el de mayor ingreso. A su vez, los números muestran una importante brecha de género en este caso, con una diferencia significativa entre mujeres y hombres, en el cual las primeras tienen una prevalencia de 10,1%, en tanto los hombres solamente de 2,1%. Esta disparidad es mucho mayor en Chile que en otros países del mundo, donde la proporción es de 2 a 1, o de 3 a 1.

El estilo de vida en Chile, centrado en la competencia y en los logros individuales por sobre el “bien común”, representa una barrera para que los esfuerzos invertidos en políticas de salud mental, y en intervenciones preventivas y curativas, se plasmen en una reducción de las tasas de depresión. Tenemos entonces tres fenómenos asociados a la depresión en el país, que requieren de un análisis crítico del contexto sociocultural: su alta prevalencia, su asociación con la pobreza y su mayor presencia en mujeres. Estos aspectos están siendo estudiados por el Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (Midap), centro chileno cuyo equipo de investigación multidisciplinario busca entender las causas de la enfermedad en forma multidimensional, con el fin de aportar un conocimiento que maximice la efectividad de las intervenciones preventivas, psicoterapéuticas y de rehabilitación. Para profundizar en el estudio de las condiciones socioculturales implicadas en la alta prevalencia de esta patología en Chile, y en su distribución desigual por nivel de ingreso y por género, Midap se asoció con dos centros: El Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR) y el Centro de Estudios del Conflicto y la Cohesión Social (COES).

Crece el individualismo Para entender la alta prevalencia de esta enfermedad en el país, es relevante comprender las transformaciones que han tenido los vínculos sociales en las últimas décadas. Los lazos afectivos cercanos y seguros son cruciales para un buen desarrollo psicológico, y los comunitarios un factor protector de la salud mental de toda persona. Sin embargo, como lo muestran los Informes de Desarrollo Humano del PNUD, el contexto social chileno ha evolucionado hacia formas de organización enfocadas en el individuo y la competencia, implicando el debilitamiento de las comunidades. En lenguaje sociológico hablaríamos de un creciente proceso de “individualización”. Así, estudios tanto nacionales como internacionales muestran que el debilitamiento de las comunidades y de los lazos sociales se relacionan con mayores índices de depresión. Esto porque el compromiso con proyectos comunes permite proteger a las personas de esta enfermedad al enfrentarse a dificultades personales o fracasos. Así, el estilo de vida en Chile, centrado en la competencia y en los logros individuales por 42

revista universitaria


fotografía CÉSAR CORTÉS

crece el desamparo. Se puede sostener que la población pobre del país está más expuesta que las generaciones anteriores al deterioro de su salud mental, por falta de apoyo social.

sobre el “bien común”, representa una barrera para que los esfuerzos invertidos en políticas de salud mental, y en intervenciones preventivas y curativas, se plasmen en una reducción de las tasas de esta patología. Desde una mirada de política pública, cabría preguntarse si debiéramos invertir en una transformación real de nuestras costumbres y en la reconstrucción de los lazos comunitarios.

La pobreza en sí misma puede ser considerada una condición de estrés permanente y múltiple, plasmada en una baja calidad de vida de las personas, lo que se asocia empíricamente a una mayor gravedad de la depresión.

El grupo más vulnerable Respecto de la asociación entre depresión y pobreza, la evidencia empírica mundial y nacional es concluyente en cuanto a la existencia de determinantes socioeconómicos que gatillan la enfermedad. Sin embargo, entender la relación entre ambos fenómenos implica un cuidadoso análisis de las condiciones que lo explican. Los determinantes sociales mayormente vinculados con la patología son eventos vitales estresores, que pueden ser puntuales, o bien constituir una carga múltiple permanente. La pobreza, en sí misma, puede ser considerada una condición de estrés constante y múltiple que se plasma en una baja calidad de vida de las personas, lo que se asocia empíricamente a una mayor gravedad de la afección. Adicionalmente, el impacto negativo de este contexto estresor se ve exacerbado cuando se conjuga con un bajo apoyo social. De hecho, una de las variables que más atención ha recibido en la investigación en depresión es que la calidad del respaldo social percibido se relaciona inversamente con

la patología, en todos los grupos sociales y culturas. Así también lo demuestra el Estudio Longitudinal de Relaciones Interculturales (ELRI) del centro CIIR, en población indígena y no indígena, que asocia esta enfermedad con menores niveles de respaldo social. Además, para completar este escenario, la investigación tanto chilena como internacional establece una relación entre bajo apoyo social y pobreza. Así, los resultados de la Encuesta Longitudinal Social de Chile (ELSOC), del centro COES, muestran que el apoyo social presenta una gradiente socioeconómica similar a la depresión, vale decir, a menor ingreso, menor apoyo social percibido. Uniendo los datos relativos al apoyo social, con los antecedentes ya expuestos sobre el deterioro general de los lazos comunitarios en el país, se puede sostener que la población nacional que vive en la pobreza está incluso más expuesta que las generaciones anteriores al deterioro de su salud mental. 43


fotografía CÉSAR CORTÉS

“A mí nadie me cuidó”

Jeanette Vidaurre (51), 3 hijos, separada “Recuerdo que fue un día sábado de septiembre cuando toqué fondo. Yo llegué del trabajo a la casa y me senté en el sillón. Empecé a mirar para todos lados durante un lapso largo de tiempo y pensé ‘qué estoy haciendo aquí, si no sirvo para nada’. Llegué a mi pieza y agarré el frasco de pastillas para dormir que me había recetado el doctor. Las eché todas en mi mano. No sé si fue solo para dormir o para irme para siempre. Después, me puse un camisón y me acosté y no desperté hasta dos días después”. Ese fue su primer intento de suicidio, que ocurrió en el año 2016. Le diagnosticaron depresión endógena. Luego de descubrir a su marido con otra mujer, ella se separó y se quedó sola con su hijo menor –los mayores ya se habían ido de la casa–. Su trabajo haciendo aseo en oficinas debía ser el único sustento de su nueva familia. Ese primer episodio fue el que gatilló muchos cambios en su vida. Tras su matrimonio fallido, en el que sufrió maltrato sicológico, empezó a escarbar hacia su oscuro pasado. Ese que había intentado borrar con la familia que formó. Pero todo explotó. Jeanette nunca fue al colegio y comenzó a trabajar a los ocho años. Su madre no se preocupó de su educación. En el centro de Santiago vendió ropa, dulces y lo que fuera para colaborar con el sustento de su familia. Ella vivía junto a sus cinco hermanos,

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su madre y su padrastro. Este último la golpeaba. “Yo le rogaba a mi mamá que no me dejara sola en la casa. Le rogaba. Pero ella estaba enamorada y no me escuchaba lo que yo le quería decir”, confiesa y llora, porque esta pena profunda la arrastra desde hace años y necesita que salga. Que salga de su cuerpo para empezar a vivir en paz. A los 20 años y después de tres meses de pololeo quedó embarazada de su exmarido. En ese estado la echaron de su casa. “Yo me casé para irme lejos. Pero de mi matrimonio no puedo decir que todo fue malo. Pude tener a mis hijos que son lo más importante que tengo en la vida”. En 2017 tuvo su segundo intento de suicidio. Esa vez planificó todo. Sacó toda su plata del banco y la dividió en tres sobres, uno para cada hijo. En el hospital le dijeron que debía internarse, pero su hermana la rescató y se la llevó como allegada a su casa en Cerro Navia. En ese lugar, a punta de esfuerzo y trabajo construyó un segundo piso donde vive con su hijo Matías de 17 años. Él es su máxima motivación, aunque las peleas con él la derrumban. “Se supone que en el segundo semestre de 2020 me entregan mi departamento. Ojalá que me resulte. Tengo que seguir adelante por mi hijo. Para que salga algún día de cuarto medio y pueda surgir. Yo a mis hijos los cuido, porque a mí nadie me cuidó”, concluye.


las más vulnerables La siguiente figura divide a hombres y mujeres en dos grupos de ingreso: quienes están por debajo y encima de la media muestral de ingreso per cápita a nivel de hogar, en el país. Se aprecia que, en el caso de los hombres, no hay diferencias importantes en la prevalencia de síntomas depresivos entre los dos subgrupos. En marcado contraste, las mujeres del grupo de bajo ingreso presentan un porcentaje de prevalencia de síntomas depresivos más severos, que dobla a las de ingreso más alto. Depresión moderada severa a severa

Depresión moderada

Depresión media

HOMBRE

MUJER 12%

4% Ingresos bajo la media

Sin síntomas / depresión mínima

8%

17%

Ingresos bajo la media

30%

36%

58%

35%

3% Ingresos sobre la media

6%

7%

Ingresos sobre la media

29%

11%

61%

30% 53%

Fuente: “Resultados Primera Ola, Estudio Longitudinal Social de Chile, ELSOC”. Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social.

Cinco veces más La última Encuesta Nacional de Salud muestra que las mujeres chilenas tienen cinco veces más depresión que los hombres. Este resultado coincide con un fenómeno mundial, pero en el país la diferencia es más exacerbada. En cuanto a la asociación entre las tres condiciones abordadas en este texto: depresión, nivel socioeconómico y género, ELSOC da un paso adicional demostrando que son específicamente las mujeres de bajo nivel socioeconómico las que presentan mayores niveles de la enfermedad. En el caso de los hombres, el nivel de ingreso no establece una diferencia significativa. Tras identificar el grupo social más vulnerable a la depresión en Chile, es ahí donde deberán focalizarse los esfuerzos de prevención e intervención. Para diseñar políticas e intervenciones que sean efectivas es necesario develar las condiciones que explican esta mayor vulnerabilidad, a través de una mayor investigación. Por de pronto –y sobre la base de lo expuesto previamente– se pueden desarrollar algunas hipótesis explicativas, las que dicen relación con el rol del género femenino en nuestra sociedad, que implican menos poder y control sobre sus vidas y una inserción

La última Encuesta Nacional de Salud muestra que las mujeres chilenas tienen cinco veces más depresión que los hombres. Este resultado coincide con un fenómeno mundial, pero en Chile la diferencia es más exacerbada. social y laboral más precaria. A ello se suma una también insuficiente vinculación interpersonal, tanto por el deterioro general de lo colectivo en Chile como por el hecho de que habitan barrios con mayores tasas de problemas psicosociales. También sufren de una sobrecarga en las tareas y responsabilidades de crianza, que en Chile están desigualmente distribuidas. Reconocida la relación entre empoderamiento, apoyo social y salud mental, es relevante enfocar las estrategias de intervención sobre estos aspectos, al mismo tiempo de avanzar en resolver más globalmente en Chile la problemática de la desigualdad de género y de ingreso.

PARA LEER MÁS. Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), 2018. “Resultados Primera Ola, Estudio Longitudinal Social de Chile (ELSOC)”. Módulo 6: Salud y bienestar. Salud Mental en el Chile de hoy. Notas COES de Política Pública N°15. ISSN: 0719-8795. Santiago, Chile: COES. Centro de Estudios Interculturales e Indígenas. http://www.ciir.cl Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR), 2017. “Estudio Longitudinal de Relaciones Interculturales (ELRI), resultados primera Ola 2017”. Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (Midap). www.midap.org Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2012. Informe de Desarrollo Humano. “Bienestar Subjetivo: el desafío de repensar el desarrollo”. Santiago de Chile. Krause, M., Espinosa, H. D., Tomicic, A., Córdoba, A. C., & Vásquez, D. (2018). “Psychotherapy for depression from the point of view of economically disadvantaged individuals in Chile and Colombia”. Counselling and Psychotherapy Research, junio 2018, pág. 178-189. Krause, M., Güell, P., Jaramillo, A., Zilveti, M., Jiménez, J. P., & Luyten, P. (2015). “Changing communities and increases in the prevalence of depression: is there a relationship?”. Universitas Psychologica. vol.14, n.4, pp.1259-1267. ISSN 1657-9267.

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DOSSIER mentes al límite

Salud mental en adolescentes y jóvenes:

La edad de los

incomprendidos Exploración. Intensidad. Emociones. Este segmento etario, estresado por los cambios y búsquedas que le toca vivir en su paso hacia la adultez, hoy está más tensionado que nunca por el mundo individualista, exitista y en transformación que habita. Sin generar falsas alarmas, los expertos hacen un llamado a estar alertas, contener y comprender la complejidad de esa etapa de la vida. Por Paula Brown Fotografías LUIS BARRIGA

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ada vez con más frecuencia se encienden las alarmas en Facebook y Whatsapp para conocer el paradero de algún escolar o universitario chileno a quien se le perdió el rastro. Familias y amigos lanzan desde el mundo virtual intensas campañas de búsqueda, con mensajes que se viralizan a gran velocidad por la red. Las noticias tardan poco en llegar. Tras horas de ausencia, la chica o muchacho es encontrado o –en el peor de los casos– aparece sin vida, dando pie a un nuevo debate digital: cuáles son las raíces del malestar de tantos jóvenes que no logran encontrar sentido a su existencia, tomando opciones a veces tan radicales como el suicidio. La preocupación por el bienestar de adolescentes y jóvenes se da en el mundo y en Chile. Tanto es así que en 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) junto a la Federación Mundial para la Salud Mental centralizaron en este segmento el día mundial de la salud mental, celebrado el 10 de octubre. Durante esos días la opinión pública se enteró que la mitad de las enfermedades psiquiátricas comienzan antes de los 14 años, pero que en la mayoría de los casos ni se detec-

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“Muchas veces tener objetivos claros es lo que nos mantiene con los pies en la tierra. Pero cuando los planes son difíciles de organizar, porque el mundo cambia a gran velocidad, es difícil darle sentido a lo que estás haciendo. Y a los jóvenes esto es lo que más les cuesta, sobre todo en un sistema que comienza a medirlos a tan temprana edad”, afirma el sociólogo Cristián Montenegro.


tan ni se tratan. Entre las afecciones más frecuentes a nivel mundial, en adolescentes, surge la depresión con el tercer lugar de prevalencia. En Chile, según explica el jefe del Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud y psiquiatra infanto-juvenil, Matías Irarrázaval, uno de cada cinco adolescentes ha padecido una enfermedad mental en el último año. De acuerdo a las estadísticas que maneja el organismo, la tasa de suicidio para el segmento adolescente (10 a 19 años) se incrementó de 4,8 el año 2000 a 7,5 en 2008, para luego descender a 4,1 en 2016. En el caso del segmento joven (20 a 24 años), la cifra fue de 12,8 en 2000; subió a 18,7 en 2008 y bajó a 13,2 en 2016. Si bien los números son más bajos que en los rangos mayores, la situación es reconocida por las autoridades como “una realidad que debe ser enfrentada en forma seria y consistente”. Por su parte, Matías Irarrázaval hace un llamado a reconocer que, en general, los adolescentes chilenos gozan de buena salud mental. “La gran mayoría pasa las etapas más difíciles de este ciclo en forma adecuada. A veces pareciera que es una época llena de problemas y no lo es”, explica el médico formado en la Universidad de Chile, con un magíster en Salud Pública y Salud Mental en la Universidad de Harvard y una especialización en Psiquiatría Infantil en la Escuela de Medicina de Harvard y el Judge Baker Children’s Center, Estados Unidos. Para el doctor, es importante tener en cuenta que adolescentes y jóvenes tienen altos y bajos emocionales y que, por

ello, suelen ser poco comprendidos por los adultos. “Lo que no puede pasar es que por no entenderlos los tachemos de padecer alguna enfermedad. Un adolescente puede dormir mucho, pero no por eso padece un trastorno del sueño. O presentar síntomas del ánimo, pero no necesariamente estará deprimido”. En este marco, destaca que existen parámetros claros para que papás, mamás o profesores detecten y consulten a un especialista. “Estas referencias tienen que ver con duración, intensidad y consecuencia de los síntomas”, enfatiza. En la misma línea, hace un llamado a potenciar la cohesión y la empatía social en torno al tema. “Es necesario evitar el estigma. El prejuicio puede llevar a pensar que la enfermedad mental es irreversible. Pero no es así, la mayoría de las personas que se tratan pueden tener una vida normal”, explica el psiquiatra y enfatiza: “La mayoría de los adolescentes chilenos son sanos, proactivos, hacen cosas brillantes, pero necesitamos que la sociedad entienda y acoja a ese 20% de chicos y chicas que en la actualidad pueden padecer una enfermedad mental”.

Etapa de altos y bajos. En Chile, uno de cada cinco adolescentes ha padecido una patología psiquiátrica en el último año. Sin embargo, el psiquiatra del Ministerio de Salud, Matías Irarrázaval, advierte que es importante tener en cuenta que adolescentes y jóvenes tienen altos y bajos emocionales y que, por ello, suelen ser poco comprendidos por los adultos.

Entorno y contención Alejandro Gallegos, psicólogo asesor del programa nacional de Salud Integral de Adolescentes y Jóvenes, define la adolescencia como una etapa “estresante”, en la que los seres humanos sufren cambios biológicos, físicos, cognitivos y emocionales y donde la búsqueda de identidad –desde el ámbito de género

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“Aunque se esfuercen por hacer las cosas bien, no es seguro que sus planes a largo plazo den frutos. Creo que esta es la clave para entender su ansiedad actual”, opina Montenegro.

Bajo presión. Alejandro Gallegos, psicólogo asesor del Programa Nacional de Salud Integral de Adolescentes y Jóvenes, define la adolescencia como una etapa “estresante”, en la que los seres humanos sufren cambios biológicos, físicos, cognitivos y emocionales y donde la búsqueda de identidad es lo central.

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hasta lo profesional– es lo central. Complementa la psicóloga clínica de la Universidad Católica, Valentina Quiroga: “Se trata de un periodo bonito, pero difícil en cuanto a gasto de energía psíquica y física. Si le agregas las exigencias ambientales, es obvio que el adolescente entra en un estado de estrés importante. Y si carece de un contexto que lo contenga, regule y modere, se puede exponer a situaciones de riesgo que podrían llegar a constituir una enfermedad de salud mental”. En el entorno familiar, padres y madres están menos disponibles para ejercer su rol parental de escuchar, acompañar y poner límites. Al respecto, Verónica Pérez, psicóloga clínica del Centro Vínculos Salud y Psicoterapia, explica: “También tenemos adultos muy estresados y exigidos. No están en condiciones de educar y contener. Por lo tanto, el grupo de amigos y las redes de apoyo de adolescentes y jóvenes son potentes, tanto como factor protector o de riesgo”.

Algo así vivió Diego, alumno de tercero medio. Sensible y arriesgado desde chico, a los 14 años comenzó a juntarse con un grupo de amigos externo al colegio, al que conoció por redes sociales. Se acercó especialmente a uno que había desertado del sistema escolar y que no tenía mayor contención ni apoyo por parte de su familia. Su mamá recuerda: “Todo fue muy rápido. Diego salió un viernes y no supimos de él hasta el lunes. Lo buscamos por todos lados. No respondía el celular. Pensamos lo peor. Volvió raro, con actitud desafiante y agresiva, diciéndonos que esa era su vida y que lo dejáramos tranquilo. Parecía otra persona, estaba incontrolable, no nos hacía caso en nada. Sospechamos que había consumido alcohol y marihuana, lo que se confirmó después. Esto nos bastó para consultar con distintos especialistas en salud mental y un psiquiatra súper recomendado, experto en adicciones, nos sugirió internarlo para cortar el problema de raíz. Ni siquiera lo había visto”. Diego pasó más de 20 días en una clínica psiquiátrica. “Al principio no nos dejaban hablar con él. Pasaba todo el día medicado. Estábamos muy confundidos, intuíamos que ese no era el camino. Al final, cuando pudimos verlo, nos pedía que lo sacáramos de ahí”, detalla angustiada y agrega: “Claramente no era el lugar para mi hijo, le tocó vivir cosas que no correspondía, no era un drogadicto. A las tres semanas lo


dejaron salir, pero con la condición de que siguiera asistiendo a un centro terapéutico del mismo médico. Pasó poco tiempo en eso y decidimos cortar. Nos cambiamos de doctor”. Actualmente Diego está bien. Volvió al colegio, se reintegró a su curso y a su grupo de amigos. En casi dos años ha pasado por varios psiquiatras, sigue medicado, pero hasta la fecha, nadie le ha dado un diagnóstico claro a la familia. “Mirando todo lo que pasamos… creo que la única receta que sirve es tratar de estar lo más posible con tus hijos. Conocer a los amigos y, a pesar de las caídas, mantener siempre abierta la comunicación. Que tengan la certeza de que los vas a apoyar en forma incondicional, no como un amigo, sino que desde el rol de mamá y papá”, afirma la mujer, quien prefirió no dar a conocer su identidad.

Futuro incierto La preocupación por el mundo juvenil no es exclusiva del siglo XXI y se arrastra desde tiempos antiguos. “Históricamente la juventud ha sido cuestionada por los adultos”, explica Cristián Montenegro, sociólogo e investigador joven en el Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (Midap). “Acarrea una tensión para la sociedad, porque existen muchas expectativas puestas en los jóvenes como actores

de cambio y responsables de que el país avance. Por eso hay tanta preocupación por sus conductas”, explica. Tras cuatro años de estudio en Inglaterra y de regreso con un PhD in Social Research Methods (doctorado en métodos sociales para la investigación), el sociólogo coincide en que los jóvenes chilenos están estresados, aunque en la actualidad no solo por los cambios propios de su edad, sino por la transformación del mundo que los recibe. “Viven con la incertidumbre característica de estos tiempos, donde –por ejemplo– estudiar una carrera universitaria no les garantizará una mejor calidad de vida”, explica Montenegro. De esta forma, los jóvenes que siempre han escuchado que son “el futuro del país”, se enfrentan a un destino incierto. “Aunque se esfuercen por hacer las cosas bien, no es seguro que sus planes a largo plazo den frutos. Creo que esta es la clave para entender su ansiedad actual”, opina. En la misma línea, la carencia de un proyecto de vida tendría un impacto claro en la salud mental de los jóvenes. “Muchas veces tener objetivos claros es lo que nos mantiene con los pies en la tierra. Pero cuando los planes son difíciles de organizar, porque el mundo cambia a gran velocidad, es difícil darle sentido a lo que estás haciendo. Y a los jóvenes esto es lo que más les cuesta, sobre todo en un sistema que comienza a medirlos a tan temprana edad. Las exigencias en los colegios

“Tenemos adultos muy estresados y exigidos. No están en condiciones de educar y contener. Por lo tanto, el grupo de amigos y las redes de apoyo de adolescentes y jóvenes son potentes, tanto como factor protector o de riesgo”, opina la psicóloga Verónica Pérez.

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Ojos bien abiertos Además de prestar atención a la prevalencia de enfermedades mentales y al suicidio en adolescentes y jóvenes , los especialistas destacan dos focos de riesgo a los que hay que prestar atención en los tiempos que corren.

Abuso de sustancias Tal como lo anunció al país el Presidente Sebastián Piñera al presentar el programa “Elige Vivir Sin Drogas”, a comienzos de abril 2019, el consumo de drogas por parte de adolescentes y jóvenes en Chile es el más alto de América. De acuerdo a datos del Décimo Segundo Estudio Nacional de Drogas en Población Escolar 2017, elaborada por el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA), el 30,9% de los estudiantes entre octavo básico y cuarto medio declara haber fumado marihuana en el último año. Por su parte, el 31,1% del mismo segmento manifiesta haber bebido durante el último mes y de este grupo, el 61,7% afirma haberse embriagado o bebido más de cinco tragos en una sola ocasión. En este marco, la ingesta de sustancias es una problemática importante en esta etapa del desarrollo, porque está comprobado que la exposición temprana a ciertos productos podría aumentar el riesgo de enfermedades mentales y dependencia. Por ello, psicólogos y psiquiatras insisten en retardar la iniciación hasta después de los 18 años, límite de edad que en otros países se extiende hasta los 21 años.

Evolución del suicidio en niños y jóvenes 2000

2001

2002

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Redes sociales y ciberacoso Hace pocas semanas se dieron a conocer los resultados del estudio “Generación App en Chile: Nuevos Desafíos para la Convivencia Escolar”, de Tren Digital, think tank ligado a la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica. Aplicado a más de 10.000 estudiantes de séptimo básico a cuarto medio en todo el territorio nacional, la investigación da cuenta de que existe una alta dependencia de adolescentes y jóvenes a sus teléfonos inteligentes. El 33,6% de los encuestados declaró usar el dispositivo por más de de tres horas cada día, situación que aumenta a mayor edad de la muestra, superando incluso las seis horas diarias. El 98,4% confirmó participar en al menos una red social y el 65,2% reconoce dormir con el celular junto a la cama. En este escenario, el acoso virtual ya es materia de salud pública. Un equipo interdisciplinario de Salud Mental y Ciclo Vital DIPRECE de la Subsecretaría de Salud Pública está trabajando en una estrategia comunicacional dirigida tanto a víctimas como a victimarios, familias y profesionales de la salud. La iniciativa entregará lineamientos concretos para enfrentar este fenómeno que en poco tiempo se ha convertido en un gatillante de depresiones juveniles y también de suicidios, como fue el caso de Katherine Winter, la joven de 16 años que en mayo de 2018 decidió terminar con su vida producto del hostigamiento virtual. Meses más tarde, su familia lanzó una fundación con el objeto de hacer un llamado a los adultos a informarse sobre cómo influyen las redes sociales en las vidas de sus hijos menores de edad. Entre los esfuerzos realizados destacó la campaña #NoMásCiberBullying, con la presencia de una decena de rostros de la televisión, y el apoyo de autoridades de Salud y Educación, para sensibilizar y tomar conciencia del daño que puede causar el ciberacoso.

2007

2008

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2011

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2013

2014

2015

2016

10 a 19 años 20 a 24 años

4,8 12,8 5,2 16,1 4,2 15,5 4,4 14,7 5,7 16,2 5,8 14,8 6,2 12,7 6,9 16,6 7,5 18,7 6,7 18,3 6,7 16,1 5,8 16,2 4,7 12,6 4,8 11,7 4,9 12,6 4,9 12,4 4,1

Fuente: Ministerio de Salud.

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13,2

Causa de muerte. En el gráfico vemos la tasa de mortalidad por suicidio en Chile, por tramos de edad, entre 2000-2016. Si bien los números son más bajos que en los rangos mayores, la situación es reconocida por las autoridades como “una realidad que debe ser enfrentada en forma seria y consistente”.


Exitismo exacerbado. El sociólogo Cristián Montenegro explica que tener objetivos claros es lo que nos mantiene con los pies en la tierra. Esto es lo que más les cuesta a los jóvenes, sobre todo en un sistema que comienza a medirlos a tan temprana edad.

son altas. El rendimiento que tengan en quinto o sexto básico incluso podría tener repercusiones en su futuro”. En su libro El elemento, el educador, escritor y conferencista Ken Robinson, nombrado “Sir” en reconocimiento a sus aportes al currículum escolar británico, destaca que en pleno siglo XXI varios países aún mantienen una estructura educativa industrial con alumnos más parecidos a obreros que a estudiantes. Con la misma pasión que desarrolla dos de sus frases célebres –“La creatividad es tan importante en educación como la alfabetización, por eso debemos tratarla con la misma importancia” o “Los niños de ahora harán trabajos que aún no están inventados”–, cuestiona la rigidez de las jornadas, la separación de los alumnos por edades, la descompensación horaria de las materias y el hecho de priorizar el producto manufacturado al talento. En esta misma lógica, Cristián Montenegro opina que el sistema escolar chileno debería mostrar a los alumnos que en la vida existen varias opciones para desarrollarse y que las escuelas deberían generar condiciones para mostrar distintos tipos de intereses y habilidades –físicas, artísticas y manuales–, que van más allá de la Prueba de Selección Universitaria (PSU). “Los niños pasan muchos años en el colegio, parte de su personalidad estará condicionada por lo que ahí vivieron. Si pudiéramos mirarlos así y darles herramientas de largo plazo, para las próximas etapas que les tocará vivir, relajaría la tensión en etapas posteriores. Porque la diversión y la felicidad, por ejemplo, también se aprenden”, afirma.

Terapia integral Si Javier, estudiante de Economía, hubiera aprendido a divertirse sin necesidad de recurrir a sustancias, hábito que según relata adquirió en octavo básico, cuando comenzó a consumir alcohol con sus compañeros de colegio, no habría tomado MDMA, droga sintética conocida como éxtasis, que actúa como estimulante y alucinógeno, generando euforia y felicidad. En su caso, le gatilló un cuadro depresivo que se extendió por varios años. “Tiene que ver con una historia personal de inmadurez, sicológica y emocional. A los 21 años no sabía bien si me gustaba lo que estaba estudiando y evadía las res-

“La mayoría de los adolescentes chilenos son sanos, proactivos, hacen cosas brillantes, pero necesitamos que la sociedad entienda y acoja a ese 20% de chicos y chicas que en la actualidad pueden padecer una enfermedad mental”, opina el jefe del Departamento de Salud Mental y psiquiatra infanto-juvenil, Matías Irarrázaval. ponsabilidades. Venía ya en un riel medio autodestructivo y probé esta droga en un entorno nada seguro, con amigos poco cercanos”, recuerda hoy a los 24 años. “Después de que pasó el efecto, empecé a sentir mucho miedo e incomodidad y con los días, un gran bajón. Tanto, que dejé de ir a la universidad. Fui a un psiquiatra que me diagnosticó psicosis exógena por droga y me empezó a tratar con una anfetamina, que menos mal no tomé por mucho tiempo porque era súper fuerte. Tuve que congelar la universidad. Pasé por otros dos médicos y con el tercero, que me diagnosticó trastorno del ánimo bipolar, duré dos años. Me trató con litio y con otro estabilizador, medicamentos que según él tendría que tomar toda la vida. Era demasiado severo, me decía que si dejaba el tratamiento iba a volver atrás y, además, que no le contara a nadie lo que me estaba pasando para evitar el estigma social”. Luego, el cambio de psiquiatra y el regreso a la universidad fueron claves: “El nuevo doctor me suspendió de a poco los fármacos y me dijo que no veía un trastorno bipolar en mí. Ahora me siento más contento, he vuelto a sentir emociones en forma normal. Solo ha mejorado mi calidad de vida”. Si bien Javier reconoce que el tratamiento con litio lo ayudó a estabilizarse, dice que en algunos momentos ha sentido rabia porque fueron dos años los que estuvo expuesto a fuertes remedios y a una baja autoestima. A veces los medicamentos te ayudan a salir, pero luego es bueno una terapia más integral. Mi psiquiatra actual me dice que trate de hacer deporte, que medite, que me alimente bien”, concluye. 53


Matías González. Es académico de la Facultad de Medicina de la UC. Además, es médico cirujano de la Universidad de Chile, donde también se formó como psiquiatra. Realizó un Diplomado de Estudios Avanzados (DEA), en la Universidad de Barcelona, España, y es doctor en Medicina, Programa de Doctorado en Neurociencias, por la misma institución.

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DOSSIER mentes al límite

de la

ley

La salud mental sigue siendo una de las piezas de mayor rezago en el país. La inexistencia de una normativa que incorpore una visión de los derechos de los enfermos, y que asegure la participación activa de todos los actores involucrados, da cuenta de la gravedad del problema. Un grupo interdisciplinario de académicos de la UC elaboró el documento “Avanzando al desarrollo de una propuesta de Ley de Salud Mental en Chile: marco legislativo de promoción y protección de los grupos de mayor vulnerabilidad y riesgo”. La iniciativa busca agilizar la discusión en esta materia. Por MATÍAS GONZÁLEZ

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Un trato justo. Se hace necesario consolidar los procesos políticos, que como sociedad debemos tener, para entregar un trato justo, alcanzar el desarrollo armónico y un principio de equidad básica con los enfermos mentales. En la imagen vemos a las internas del antiguo Hospicio de Santiago.

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fotografía MUSEO HISTÓRICO NACIONAL

Con los avances de la medicina moderna sobre las afecciones tradicionales, las enfermedades mentales ocuparán cada vez un espacio de mayor importancia, por el peso epidemiológico que representa este subgrupo de condiciones de salud. a salud mental se define como “un estado de bienestar en el que cada individuo desarrolla su potencial, puede lidiar con el estrés normal de la vida, lograr un desarrollo laboral productivo y provechoso y es capaz de hacer una contribución a su comunidad” (Organización Mundial de la Salud). Por lo tanto, la pérdida de este equilibrio implica una ruptura con la posibilidad de realizar el ejercicio de la libertad fundamental en su existencia. Incluso la misma OMS ha planteado que ¡no hay salud sin salud mental! A pesar de los progresos en los lineamientos sobre la materia, esta representa actualmente una paradoja para nuestra sociedad. Por un lado, constituye una preocupación ciudadana, aparece con mayor frecuencia mencionada por la prensa e incluso progresivamente los distintos sectores políticos la han incorporado en sus planes y programas. Por el otro, sigue siendo una de las piezas de mayor rezago en nuestra sociedad; no alcanza a ubicarse dentro de las prioridades sanitarias, ni siquiera ante la evidencia del impacto epidemiológico que

conlleva. Un porcentaje muy alto de la población experimentará alguna enfermedad mental a lo largo de la vida (Becker et al., 2013) y se estima que por ello pasará un 22.7% de su vida con alguna discapacidad. Sin embargo, lo anterior no es considerado a la hora de implementar políticas de salud acordes a la magnitud del problema epidemiológico y económico que implica. Además, se estima que el costo económico asociado a la depresión excede las cuatro principales enfermedades no transmisibles: diabetes, enfermedades cardiovasculares, enfermedades respiratorias y cáncer (Bloom et al., 2011). Es más, la inversión es sumamente escasa si se compara con las recomendaciones internacionales del área (del presupuesto global de salud, el ministerio del ramo destina el 2,1% a este ítem. En cambio, países desarrollados destinan entre el 5 y el 10%). Se ignora así el fuerte retorno al que se podría aspirar con el mejoramiento de la calidad de vida de las personas afectadas. También de su entorno familiar y comunitario más cercano, y la de los cuidadores y cuidadoras que los acompañan. Lo mismo ocurre con el beneficio que se podría obtener para el país, por el aumento de los años totales vividos sin discapacidad. En definitiva, se sigue actuando con la presunción de que esto es invertir en un saco roto.


Financiamiento de la salud mental en Chile Según el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud de Chile, el año 2007, el sector público destinó 2,14% del presupuesto total de salud a salud mental. En el año 2012, el porcentaje destinado por sector público a este ítem fue de 2,16%. Comparado con otros países de ingreso alto y medio alto, el porcentaje asignado a salud mental en Chile es relativamente bajo. Ingreso alto

Ingreso medio alto

Nueva Zelanda Suecia Reino Unido Australia

Pese a que progresivamente la condición mental se ha ido aceptando en la sociedad, esta sigue representando importantes estigmas para quienes la padecen. Por lo mismo, un porcentaje muy significativo de ciudadanos, con gran desconocimiento, tiende a ocultarla. Queda claro entonces que los problemas de salud mental representan una causa relevante de carga por enfermedad para la sociedad. Todo apunta a que, con los avances de la medicina moderna sobre las afecciones tradicionales, las enfermedades mentales ocuparán cada vez un espacio de mayor importancia, por el peso epidemiológico que representa este subgrupo de condiciones de salud.

Uruguay Costa Rica Estados Unidos Cuba

La carga de los estigmas

Jamaica Brasil Chile Perú Provincia de Buenos Aires México República Dominicana 0

2

4

6

8

10

12

Fuente: “Financiamiento de la salud mental en Chile: una deuda pendiente”. Revista Médica de Chile, 2015.

lgunos problemas en la atención de salud A mental en Chile • Existe un Plan de Salud Mental que está vigente, pero que ha sido difícil de implementar por falta de fondos, excesiva centralización y dificultades de integración con redes de atención primaria. • El presupuesto destinado a la salud mental es muy limitado, menor al sugerido por la OMS. • La falta de profesionales capacitados en salud mental para responder a las necesidades de la población. • El excesivo énfasis en el tratamiento y poca preocupación por la prevención. • Poca especialización de profesionales que atienden a estos pacientes. • Falta incorporar legislación de vanguardia para poder enfrentar los problemas de salud mental. • Financiamiento no estable en el tiempo. Fuente: Centro UC Políticas Públicas.

Pese a que progresivamente las enfermedades psiquiátricas o psicológicas se han ido aceptando en la sociedad, estas siguen representando importantes estigmas para quienes las padecen. Por lo mismo, un porcentaje muy significativo de ciudadanos, con gran desconocimiento, tiende a ocultarla. Como sociedad miramos, pero no vemos el problema. El temor de sufrirla en carne propia o en nuestros cercanos genera sentimientos contradictorios, que por momentos quedan expiados en la descalificación gratuita: loco, histérico, borracho, enfermo mental o autista son palabras que impiden el acercamiento a estas personas, desde la lógica de la ayuda y el aporte de una sociedad que pretende evolucionar hacia la modernidad. Dichos apelativos y tratos discriminatorios reproducen la exclusión de los pacientes, en tanto sujetos de derecho, lo que resulta en condiciones desfavorables al tratamiento y la protección de estos. En síntesis, la atribución de características negativas en los enfermos mentales naturaliza la deshumanización de estos, lo que los condena a ser discriminados por la sociedad. La inexistencia de una legislación que incorpore una visión de los derechos de estas personas y que asegure la participación activa de todos los actores involucrados, incluyendo a los pacientes, da cuenta de la gravedad del problema. Se hace necesario consolidar los procesos políticos que como sociedad debemos tener para entregar un trato justo, para alcanzar el desarrollo armónico y un principio de equidad básica.

El acuerdo social necesario Al observar lo que ocurre en países desarrollados, podemos constatar que los procesos de mayor virtuosismo han sido consecuencia de varias décadas de acuerdos sociales. Esto en la definición de planes y políticas de salud, y también en los procesos legislativos que aseguren el resguardo de los derechos fundamentales de la población que sufre una enfermedad mental. Estos padecimientos les impiden, por periodos o en forma permanente, ejercer su capacidad de decidir y ejercer sus de57


Loco, histérico, borracho, enfermo mental o autista son palabras que impiden el acercamiento a estas personas, desde la lógica de la ayuda y el aporte de una sociedad que pretende evolucionar hacia la modernidad.

PARA LEER MÁS Becker, A., y Kleinman, A., 2013. “Mental Health and the Global Agenda”. New England Journal of Medicine 369 (1), (July 4): 66–73. Bloom, D., et al., The global economic burden of noncommunicable diseases. Geneva: World Economic Forum, 2011. Proyecto de Ley (actualmente en segundo trámite en el Senado): “Del reconocimiento y protección de los derechos fundamentales de las personas con enfermedad mental, con discapacidad intelectual y con discapacidad psíquica”.

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rechos en forma autónoma. Dicha vulneración debe ser explícitamente protegida en los casos de mayor complejidad, ya que las personas afectadas no son propietarias de sus capacidades para discernir y decidir como lo haría cualquier otro ciudadano. La dificultad que caracteriza al área de salud mental marca una diferencia con el resto de las disciplinas médicas, las que no necesariamente conllevan la necesidad de que un proceso legislativo proteja los derechos cívicos básicos de los pacientes o prevenga su vulneración. Un ejemplo claro de ello es que nuestro Código Civil sigue equiparando la incapacidad jurídica con la discapacidad. En el país continúan existiendo mecanismos legales obsoletos para las internaciones involuntarias, por lo que persiste este vacío. Estos patrones de respuesta de nuestra sociedad reflejan la necesidad de alcanzar acuerdos sociales cada vez más amplios, a la hora de generar políticas públicas, y el impacto que estas pueden tener en el país. En nuestra región, hay un esfuerzo reciente por avanzar en este ámbito. Esto se ha materializado inicialmente con la Declaración de Caracas (1990). En ella se buscó fomentar la desinstitucionalización de los pacientes mentales y se propusieron modelos de atención cercanos a ellos, para lograr una rehabilitación integral del paciente. Con este objetivo, el documento introduce el concepto de salud mental comunitaria, que apunta a una mirada integradora con un fuerte componente social. Lo anterior ha facilitado la aparición de planes y programas especializados en la región, así como una legislación que aborda el tema de la defensa de los derechos de los más vulnerables. En la década de los años 60 e inicios de los 70 se desarrollaron en Chile esfuerzos sistemáticos para incluir visiones que situaban a los enfermos como sujetos activos. Así, se gestaron diversas e innovadoras propuestas de tratamiento que promueven la integración de un modelo de salud que incorpore lo comunitario y otorgue un espacio para el inicio de la inclusión de los pacientes mentales en la sociedad. La experiencia de la Psiquiatría Intracomunitaria, desarrollada por grupos pioneros liderados por el doctor Juan Marconi, en el área sur de Santiago o la labor del Hospital de Nueva Imperial y Temuco, dirigida por el doctor Martín Cordero, fueron buenas prácticas en este sentido. Este último implementó el “modelo gravitacional”, un programa en el que la comunidad no deja solo al individuo que soporta el peso de una afección psiquiátrica o psicológica, sino que le aporta una red de seguridad y resistencia creciente. Estos dos casos fueron observados mundialmente por ser virtuosos en una sociedad en desarrollo real. Sin embargo, sus valiosas contribuciones quedaron truncadas tras el desmantelamiento de diversas políticas sociales durante la dictadura militar. Ambos constituyen un antecedente de los esfuerzos que retomaron iniciativas de defensa de los derechos de los pacientes mentales, a principios de los años 90.

Por una verdadera inclusión Algunos aspectos claves en esta y futuras regulaciones legales:

1 2

E n pacientes con condiciones mentales complejas se debe favorecer alternativas de terapias lo menos restrictivas posibles, fomentando tratamientos ambulatorios. Se debe asegurar el debido resguardo de la confidencialidad, generando procedimientos que acompañen el consentimiento informado y válido del tratamiento. Es decir, los enfermos y sus representantes tienen que comprender a cabalidad todo lo que esté asociado con su proceso terapéutico y de toma de decisiones.

intervenciones regidas por protocolos, 3 Generar con el objetivo de regular ingresos y tratamientos voluntarios e involuntarios, creando los mecanismos necesarios para ello (estables y regulares en todo el territorio nacional). a la posibilidad de desarrollar modelos 4 Abrirse terapéuticos en la comunidad. mecanismos periódicos de revisión de 5 Instalar todas las instancias que afectan a la libertad o a la integridad de las personas.

6 Incluir aspectos de competencia o capacidad. la correcta acreditación de los profesionales 7 Asegurar que se desempeñen en salud mental. estándares de atención para toda la 8 Generar población que lo requiera, haciendo uso de la mejor evidencia disponible. y defender los derechos de familiares y 9 Promover cuidadores, quienes deben pensar en “qué pasará con ellos cuando yo no esté”. Esto implica tener un Estado que se comprometa con el cuidado de los que sufren una discapacidad psíquica o mental, en todo momento. alternativas de apoyo concreto, en lo 10 Generar económico y asistencial, para los cuidadores (habitualmente mujeres mayores de 50 años) y prevenir así su sobrecarga y empobrecimiento.

Ejemplo de lo anterior es el Plan Nacional de Salud Mental, que en su primera versión (2001) propuso la instalación y el desarrollo de un modelo comunitario. Este incluye centros de atención especializados, además de un desarrollo armónico y descentralizado, y un aumento del presupuesto de esta área específica hasta el 5% del total de los fondos destinados a salud. No obstante, muchas de estas medidas no han sido implementadas en su real dimensión, por falta de presupuesto o de decisión política por parte de los distintos actores locales (WHO-AIMS 2012). En nuestra normativa, encontramos acápites que hacen alusión al tema mental de forma dispersa y


Los excluidos. La imagen corresponde a la Casa de Orates. Fundada en 1852, es el primer hospital que elevó la locura a la categoría de enfermedad mental en Chile. Antes de que existiera este lugar, los pacientes eran derivados a cárceles u hospitales, dependiendo de la gravedad de su condición. fotografía REPOSITORIO BIBLIOGRÁFICO Y PATRIMONIAL DEL MINISTERIO DE SALUD DE CHILE

desestructurada, a través del Código Civil, Penal, la Ley de Derechos y Deberes de los Pacientes y las normativas de internación que están en el Código Sanitario. Además, la legislación vigente se encuentra desalineada con los compromisos internacionales suscritos por nuestro país, representando un serio incumplimiento de los acuerdos de la comunidad internacional en la materia. Ejemplo de estos convenios suscritos son la Convención para los Derechos de las Personas con Discapacidad, así como la Convención de los Derechos del Niño. Estos acuerdos representan una obligación jurídica, y han sido suscritos y ratificados por nuestro país. Por lo anterior, su cumplimiento es una exigencia y es periódicamente monitoreado por organismos internacionales. En la actualidad, el 75% de los países del mundo tienen algún tipo de legislación de salud mental. De estos, la mitad tiene leyes aprobadas después de 1990 y todos incorporan la protección de los derechos de los pacientes mentales como eje central de su accionar, (Manual de Recursos de la OMS sobre Salud Mental, Derechos Humanos y Legislación). Chile aún está en deuda con esa meta mundial.

Fomentar la discusión El año 2014, un grupo interdisciplinario de la Universidad Católica desarrolló, en el marco del “Concurso de Políticas Públicas, Propuestas para Chile”, un plan de referencia para la construcción de una legislación que abordara la protección de derechos de los pacientes mentales titulada: “Avanzando al desarrollo de una propuesta de Ley de Salud Mental en Chile: marco legislativo de promoción y protección de los grupos de mayor vulnerabilidad y riesgo”. Se contó con la participación de académicos de las facultades de Derecho, Ciencias Sociales y Medicina, así como el apoyo irrestricto del Centro de Políticas Públicas de la UC. Esta iniciativa apunta a poner en el centro de atención la enorme deuda de la legislación nacional, en cuanto a la protección de los derechos de las personas que padecen enfermedades mentales. También busca agilizar la discusión legislativa

La legislación vigente se encuentra desalineada de los compromisos internacionales suscritos por nuestro país, representando un serio incumplimiento de los acuerdos de la comunidad internacional en la materia. en esta materia. En el marco de esta discusión se propende a mantener y profundizar la real implementación del Plan de Salud Mental, con los recursos necesarios para su logro. El proceso se realizó siguiendo una rigurosa metodología que incluyó lo necesario para proponer una legislación de salud mental, desde una primera revisión de la normativa existente y comparada, evidencia científica, recomendaciones internacionales y, sobre todo, un proceso de consulta amplio y participativo, en el que usuarios y familiares pudieron aportar sus recomendaciones al proyecto. Tras este proceso investigativo, un grupo de diputados liderados por Marcela Hernando y Sergio Espejo recogió la propuesta y redactó un primer proyecto para avanzar en la materia, el que a la fecha se encuentra en segundo trámite en el Senado de la República. Todo hace pensar que esta iniciativa propicia el debate sobre esta problemática en Chile. En esta discusión todos los actores deben ser convocados, desde organismos públicos a la sociedad civil organizada, para que con un ánimo constructivo puedan aportar en corregir los vacíos y errores que nuestra normativa actual posee. Desde esta perspectiva, una ley de protección de derechos de los pacientes mentales contribuirá a abogar por un mayor presupuesto para esta materia, estimular los cambios estructurales necesarios para mejorar la accesibilidad y la equidad en este ámbito y generar mecanismos que permitan innovar, investigar, desarrollar y posicionar mejor este tema como un problema de salud y de política pública. 59


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DOSSIER mentes al límite

trauma y estrés postraumático:

La visita

pasado inquietante del

Lo que caracteriza a un trauma, afirman los expertos, es la percepción de que se trata de una situación incomprensible e incontrolable y la vivencia subjetiva de que “me están quebrando esquemas previos de cierta normalidad”. Cuatro especialistas de la Unidad de Trauma y Disociación de la Red de Salud UC CHRISTUS, y una de sus expacientes, explican cómo y por qué hay ciertos episodios de la vida que se transforman en heridas duraderas. Por Eliana Rozas Obras de BENJAMÍN LIRA

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a vida cambia rápido. La vida cambia en un instante” son las frases con las que la escritora norteamericana Joan Didion inicia El año del pensamiento mágico, un relato acerca de lo que vivió en 2003, cuando vio a su marido, el también escritor John Gregory Dunne, desplomarse muerto, víctima de un infarto, mientras la hija de ambos llevaba cinco días en una unidad de cuidados intensivos. Manifestación de su poderoso talento descriptivo y de su notable capacidad para autoobservarse, esas páginas son también, como ella dice, “un intento por encontrar sentido al tiempo que siguió a las semanas y meses que desbarataron cualquier idea previa que tuviera sobre la muerte, la enfermedad, la probabilidad y la suerte, la buena o la mala fortuna (…)”. Su vivencia, como muchas de aquellas que los seres humanos enfrentamos en nuestras historias, puede incluirse en lo que los especialistas denominan “trauma”, una experiencia que en la gran mayoría de las personas provoca reacciones

muy perturbadoras aunque transitorias, y que en un grupo cercano al 14% genera secuelas. Es decir, se constituye en el trasfondo de diversas patologías, como fobias, depresión, trastornos de ansiedad, de personalidad o adictivos; o causa directamente trastorno de estrés postraumático (TEPT). El jefe de la Unidad de Trauma y Disociación de la Red de Salud UC CHRISTUS, el psiquiatra Rodrigo Figueroa, basándose en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales, de la Sociedad Americana de Psiquiatría que data de 2013 (DSM-5), explica que un trauma es “cualquier experiencia que amenaza de manera radical o inminente la vida, la integridad física o la dignidad sexual, ya sea personalmente o cuando se es testigo o cercano a la víctima”. Lo que caracteriza a un trauma, dice, es la percepción de que se trata de una situación incomprensible e incontrolable y la vivencia subjetiva de que “me están quebrando esquemas previos de cierta normalidad”. De ese modo amplía la noción del DSM-5, que considera puede ser estrecha, porque excluye un conjunto de experiencias donde la amenaza no es a la integridad física ni a la vida, pero en las que se experimenta con sorpresa un quiebre en los supuestos vitales básicos –transgresiones a los derechos fundamentales, humillaciones pú-

“Cuando veo que aquella persona que debería cuidarme –mi padre o mi madre, mi abuelo, el profesor, el cura– abusa de mí y de mi confianza, el supuesto de justicia y sentido en el mundo se quiebra”, explica el psiquiatra Rodrigo Figueroa. 62

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La última investigación chilena sobre el tema, de 2006, indica que el 4,4% de la población habría presentado el trastorno de estrés postraumático (TEPT) alguna vez en la vida. Para el caso particular del terremoto de 2010, un estudio concluyó que el 25% de la población de la Región del Bío Bío presentaba probable TEPT a los tres meses.

blicas– que pueden dejar huellas tanto o más dramáticas que un accidente de tránsito: “Cuando veo que aquella persona que debería cuidarme –mi padre o mi madre, mi abuelo, el profesor, el cura– abusa de mí y de mi confianza, el supuesto de justicia y sentido en el mundo se quiebra”. Estas situaciones conciernen a los denominados traumas tipo 2. Sus efectos despertaron interés a fines del siglo 19, en estudios sobre la histeria y luego, a propósito del holocausto y del movimiento feminista, que motivó la preocupación por la violencia doméstica sobre las mujeres. Los de tipo 1, en cambio, corresponden claramente a la definición del manual y sus efectos sobre todo han sido estudiados en veteranos de guerra.

Un MOTOR QUE SE FUNDE El doctor Figueroa explica que cuando sobreviene una situación traumática, el cerebro literalmente se altera; se produce una hiperactividad transitoria del sistema de estrés y se liberan diversos transmisores y hormonas (catecolaminas, glucocorticoides, glutamato) que median un conjunto de conductas para facilitar la adaptación a él. “En ciertos casos –continúa– ya sea por variantes genéticas, experiencias traumáticas previas o por características del trauma, esta respuesta no se frena una vez que el peligro cesa. Por decirlo de alguna manera, el motor se mantiene sobreacelerado y termina fundiéndose. Eso es lo que generaría que las personas desarrollen estrés postraumático, que es una falla en el mecanismo de recuperación natural”.

Agrega que se ha visto que quienes han enfrentado experiencias traumáticas suelen tener un disminuido volumen del hipocampo, la estructura del cerebro que actúa como “mediador” de los recuerdos, lo cual operaría en un doble sentido: el trauma haría que se reduzca, pero también las personas con esa estructura cerebral con un tamaño congénito menor son más proclives a desarrollar un cuadro de estrés postraumático. “Aparentemente se tienen que combinar estos dos elementos, vulnerabilidades genéticas y estrés ambiental para que se exprese la patología”, dice. Los estudios más recientes revelan que cerca del 30% de los pacientes que han estado en una UCI, así como sus familiares, la desarrollan en los tres meses posteriores; al igual que entre el 30 y el 40% de los damnificados en un desastre natural, durante el año siguiente. En el caso chileno, la última investigación de 2006 indica que el 4,4% de la población habría presentado el trastorno alguna vez en la vida. Para el caso particular del terremoto de 2010, un estudio en el que participó el doctor Figueroa concluyó que el 25% de la población de la Región del Bío Bío presentaba probable TEPT a los tres meses del desastre. También se sabe que hay una mayor prevalencia del trastorno en los segmentos socioeconómicos más bajos y en las mujeres. Esto último, explica el psiquiatra, parece estar asociado al efecto de los estrógenos, al que se sumarían demandas culturales sobre ellas. Lo que caracteriza al TEPT, dice, es un conjunto de síntomas que se instalan en el momento del trauma, pero que no 63


Cerebro bajo presión. El doctor Figueroa explica que cuando sobreviene una situación traumática, el cerebro literalmente se altera: “El motor se mantiene sobreacelerado y termina fundiéndose. Eso es lo que generaría que las personas desarrollen estrés postraumático, que es una falla en el mecanismo de 64 revista universitaria recuperación natural”.


“Las cogniciones del mundo y de sí mismo se desarrollan en función de cómo los otros lo hacen sentirse protegido, querido y valioso. Por eso, los niños que enfrentan este tipo de traumas se sienten malos, incapaces, no merecedores de respeto”, explica la psicóloga Claudia Brett, de la Unidad de Trauma y Disociación.

se superan normalmente: reexperimentación involuntaria a través de imágenes, recuerdos o sensaciones acerca de la situación vivida; necesidad de evitar personas, lugares u objetos que la evocan; miedo, rabia, culpa, vergüenza o embotamiento emocional; sensación de estar permanentemente alerta frente a un peligro, lo que deriva, entre otras cosas, en insomnio, desconcentración e irritabilidad. “En los soldados, en las víctimas de portonazos es muy clara la vivencia de hiperalerta, pero en algunos tipos de experiencias traumáticas, particularmente las de tipo 2, donde no hay una amenaza radical a la vida, puede no ser tan evidente”, indica. Y explica que en casos donde el trauma es “inescapable” y frecuente, como suele ocurrir en situaciones abusivas o de maltrato, incluso sucede lo contrario: una hiporreactividad. “Sería una estrategia de supervivencia de último recurso que se activaría en los mamíferos cuando percibimos que no tenemos escapatoria –ahonda–. Cuando una presa no tiene salida, activa un mecanismo de pérdida del tono muscular y baja la sensibilidad al dolor. Ello podría conferir un aumento de las oportunidades de supervivencia porque la conducta de sumisión baja la agresividad en el rival, la supresión del dolor permitiría focalizar la atención en el escape y la inmovilidad podría hacer que el atacante se descuidara y diera opciones de fuga. Ese mecanismo de defensa se ha conservado en nuestra especie”. De hecho, indica que personas que han enfrentado abuso sexual y particularmente mujeres víctimas de violación, el trauma más patogénico, describen un cambio en la percepción del tiempo. Como si todo transcurriera más lento; una inmovilidad tónica, o sea, la incapacidad de reaccionar, lo cual muchas veces es usado por las defensas de los agresores para sostener que hubo consentimiento; luego, una pérdida del tono, es decir una “inmovilidad blanda” y finalmente un desmayo. Otro de los síntomas del TEPT es el embotamiento afectivo, la vivencia de tener las emociones adormecidas. El doctor afirma que los pacientes lo describen como una incapacidad de contactarse con la pena, la rabia, la ternura, el amor. En cuanto a la disociación, que puede ser otro de los síntomas, explica que es un quiebre respecto de la integración de la experiencia humana: “Normalmente, esta integra información de múltiples fuentes, lo que permite al sujeto tener la noción de que su conducta es resultado de una in-

tención propia; que la experiencia tiene distintos elementos sensoriales que conforman un todo y que los recuerdos son parte de una vivencia cronológicamente lineal. Cuando hay disociación, algunos de esos elementos quedan excluidos y se produce la sensación de distanciamiento con la realidad. Entonces, puede que una persona deje literalmente de ver u olvide una etapa de su vida, por ejemplo, la experiencia traumática; o que no reconozca su entorno o parte de su cuerpo, lo cual puede extenderse por años”. El TEPT se trata a través de “psicoterapias centradas en trauma” (ver recuadro), y a veces también con el apoyo de fármacos. Rodrigo Figueroa indica que la intervención debe ser realizada por especialistas específicamente entrenados porque, de lo contrario, puede incluso generar más síntomas. En el ámbito de la prevención, es partidario de los “primeros auxilios psicológicos”, que pueden ser aplicados a personas que presentan perturbación inmediatamente después de un trauma. En un programa piloto, la Red de Salud ha formado en esta materia a funcionarios del Ministerio Público, del SAMU y de la Asociación Chilena de Seguridad. “Lo primero es acompañar porque cuando uno enfrenta un trauma hay una vivencia de soledad muy grande. Y los seres humanos nos regulamos afectivamente con otros”.

La delicada infancia En los niños, el tratamiento es análogo. Sin embargo, el trastorno suele ser más difícil de pesquisar porque tienen menos habilidades verbales y cognitivas para expresar lo que sienten, según explican la doctora Catalina Castaño, especialista en psiquiatría infanto-juvenil y la psicóloga Claudia Brett, experta en el tratamiento de niños y adolescentes, ambas de la Unidad de Trauma y Disociación. Por ese motivo, su trabajo utiliza el juego y los dibujos y requiere del compromiso y la participación de los padres. “La organización familiar, cómo reaccionan los papás y cómo se hacen cargo de lo que ocurrió, es muy predictor del riesgo que tienen los niños de desarrollar TEPT”, señala la psiquiatra. Los efectos de un trauma en un niño dependen de si se trata de uno simple (un hecho único, concreto, que amenaza su integridad física, psicológica o sexual) o de uno complejo, del desarrollo o relacional. “Este último ocurre en la primera o segunda infancia, donde los niños construyen todos los cimientos de su desarrollo psicológico –explica Claudia Brett–. Si es crónico o generado por alguien de la familia o un cuidador, el efecto es mayor y la vivencia es más amplia porque son más vulnerables, han tenido menos experiencias de aprendizaje y son mucho más dependientes de la figura de apego”. Los más pequeños, señala la doctora Castaño, no tienen propiamente una noción de “normalidad”: “Un niño cuya mamá constantemente le dice que es tonto o feo o le hace un cariño inadecuado, no advierte que eso es irregular, lo que no quiere decir que no tenga efectos. Eso opera acumulativamente”. Tanto que, según indica, pese a que se entiende que para poder desarrollar el trastorno de estrés postraumático es necesario tener conciencia, percepción del ambiente y lenguaje, incluso es posible ver guaguas que presentan reacciones al trauma. Por ejemplo, si han estado 65


Una terapia para “la vida que no es vida” A los 15 años, Carolina (no es su nombre real) sufrió un trauma de índole sexual. Hoy, con 34, casada y convertida en madre y profesional, relata lo que parece ser un túnel largo y oscuro para el que finalmente encontró una salida. A consecuencia de la experiencia que vivió, estuvo medio año hospitalizada y perdió la memoria por nueve meses, a tal punto, que no recordaba a sus familiares más cercanos ni aprendizajes como la lectura y las operaciones aritméticas. Es decir, sufrió lo que los psiquiatras denominan “trastorno disociativo”. “De a poco, con el apoyo de un psicólogo –explica–, fui recuperando esas funciones, pero al mismo tiempo empezaron a aparecer imágenes, olores, texturas que me gatillaban recuerdos del episodio, que iban acompañados de mucho miedo y ansiedad”. También surgieron las pesadillas y el insomnio. A poco andar se le generó una depresión que la llevó a un verdadero peregrinaje por psiquiatras, neurólogos y terapeutas alternativos. Según cuenta, su familia y uno de los médicos acordaron que para facilitar su recuperación era mejor no volver a hablar del tema. “Entonces, se transformó en un tabú –dice–. Empezaron a pasar los años y la verdad es que yo crecí con depresión. Me sentía mal, buscaba ayuda en los doctores y terapeutas, pero sin hablar. Me recuperaba un poco y luego volvían los síntomas. Yo sentía que no valía nada, que mi vida no tenía sentido. Siempre me decían ‘pero tantas cosas buenas que tienes’. Y yo no era capaz de ver el vaso medio lleno”. Casi una década después de haber vivido ese trauma, se casó y junto a su marido tomó la determinación de buscar ayuda para enfrentar definitivamente el problema. Eso la llevó hasta el doctor Alejandro Gigoux, psiquiatra de la Unidad de Trauma y Disociación de la Red de Salud UC CHRISTUS, quien, en acuerdo con ella, inició la psicoterapia centrada en trauma conocida como EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares, por su sigla en inglés). En su fase inicial, de estabilización, fue necesario tratar la depresión y luego, en la medida en que ella lo iba tolerando, comenzó el reprocesamiento de los recuerdos, lo que se extendió por cerca de 12 sesiones. Carolina explica que, junto con evocar la experiencia, lo que no significaba narrarla, tenía que seguir con los ojos el movimiento de un puntero, al tiempo que a través de una máquina recibía alternadamente una suave vibración en cada mano. “Empecé a sentir alivio desde la primera sesión. Y ahora recuerdo el episodio traumático como algo distante, lejano, como en una película, incluso, como si le estuviera ocurriendo a otro y también puedo estar sometida a estímulos que antes no podía ver. Antes, a diario lo vivía como si me estuviera ocurriendo en el minuto, con las mismas emociones del momento en que efectivamente pasó. Eso era una tortura, como en El día de la marmota”, dice refiriéndose a la película de Harold Ramis, cuyo

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protagonista está atrapado en el tiempo y cada mañana vuelve a iniciar la misma jornada. “Antes yo me sentía culpable –explica– y me preguntaba por qué no utilicé más fuerza, por qué no escapé. Uno vive con la ilusión de que las cosas podrían haber sido distintas, de que uno pudo no ser víctima. Ahora entiendo que estaba en desigualdad de condiciones y era una niña; acepto lo que pasó y puedo ver el vaso medio lleno”. Además, pide expresamente que se consigne un “llamado” que quiere hacer y que explica su disposición a entregar su testimonio: “Es importante que las personas se traten el estrés postraumático, sobre todo el relacionado con el ámbito sexual. La sensación de culpa y el estigma hacen que uno siga viviendo una vida que no es vida, en circunstancias que todo el mundo merece vivir en paz consigo mismo”. El doctor Alejandro Gigoux, especialista certificado en EMDR, señala que este es un modelo psicoterapéutico para abordar el trauma, que empezó a desarrollar la norteamericana Francine Shapiro, a mediados de los años 80. Explica que su componente más característico son los movimientos oculares bilaterales u otras formas de estimulación también bilateral, como la auditiva o la táctil (esta última fue la que se usó como complemento con Carolina), en paralelo a la evocación por parte del paciente de los

“Es importante que las personas se traten el estrés postraumático, sobre todo el relacionado con el ámbito sexual (...) Todo el mundo merece vivir en paz consigo mismo”. recuerdos, emociones o sensaciones perturbadoras: “De esta forma se activarían mecanismos naturales de autosanación, que hacen que estas memorias almacenadas de forma desadaptativa y que generan los síntomas, se vayan ‘digiriendo’, pierdan su carga emocional negativa, se reduzcan sus consecuencias en el presente, y se refuercen los recursos de la persona”. Junto con la Terapia de Exposición Prolongada es una de las más efectivas para el tratamiento del estrés postraumático (ambas son empleadas por los especialistas de la Red de Salud) y es recomendada por múltiples guías clínicas, incluidas las de la OMS, con la ventaja de ser rápida, bien tolerada y segura. El psiquiatra explica que no se sabe exactamente cuál es su mecanismo de acción, pero afirma que se indagan varias hipótesis. Entre ellas, un posible vínculo con la generación de estados fisiológicos similares a los ocurridos durante el sueño, cuando naturalmente procesamos las experiencias que vivimos a diario; con la memoria de trabajo; con la respuesta de orientación; con la activación parasimpática o con una combinación de ellas.


en una UCI donde les daban mamadera, puede que luego la rechacen porque la asocian a esa vivencia. Aunque un niño que ha vivido la vulneración de derechos en forma recurrente tal vez no lo perciba como problemático, todo su desarrollo y su psiquismo se conformará en torno a ello, dice la psicóloga. “Las cogniciones del mundo y de sí mismo –ahonda– se desarrollan en función de cómo los otros lo hacen sentirse protegido, querido y valioso. Por eso, los niños que enfrentan este tipo de traumas se sienten malos, incapaces, no merecedores de respeto”. Agrega que cuando es la figura de apego la misma que maltrata o daña, es muy confuso para un cerebro en desarrollo, que busca coherencia para entender las cosas: “Las representaciones internas que esos niños hacen del mundo son contradictorias, por lo que suelen tener conductas más erráticas. Buscan cariño, pero a la vez lo rechazan”. Las especialistas insisten en que vivir una experiencia traumática no es sinónimo de tener TEPT. En la práctica, solo una minoría de los niños lo desarrolla, transcurrido al menos un mes. El resto no necesita apoyo profesional y puede bastar con una intervención de los padres o del sistema social, explican. Sin embargo, en el caso del trauma relacional, el transcurso del tiempo sin aparición de síntomas no es una garantía de que no vaya a surgir más tarde. “A veces hay personas que pasan por episodios traumáticos en la infancia –explica la psicóloga– sin presentar ningún problema, pero ciertos eventos en la vida de adulto le gatillan estrés postraumático. Es frecuente ver mujeres que al embarazarse empiezan a tener recuerdos de haber sido víctimas de

Las especialistas insisten en que vivir una experiencia traumática no es sinónimo de tener TEPT. En la práctica, solo una minoría de los niños lo desarrolla, transcurrido al menos un mes.

Aislamiento. Los expertos destacan la relevancia de acompañar a quien vive un trauma, ya que hay una vivencia de soledad muy grande.

abuso sexual. Aunque la mayoría de los TEPT se desarrollan inmediatamente después del trauma, puede ocurrir que los síntomas aparezcan 10 o 15 años después”. Los indicios más característicos del cuadro son la reexperimentación, que en la infancia se manifiesta a través del juego. “Por ejemplo, jugando con un lego el niño dice ‘y el auto, pum, lo atropelló y pum lo atropelló’, repetitivamente, sin disfrutarlo”, explica la doctora Castaño. La psicóloga agrega que también se desarrolla “ansiedad de separación” (por ejemplo, pataleta al alejarse de la mamá), pesadillas: “Hay un cambio conductual bien notorio. Pueden estar irritables y agresivos, llorar por cosas insignificantes en forma recurrente o parecer como desconectados”. Y la psiquiatra agrega que frente a una experiencia traumática en un niño, por ejemplo presenciar un asalto violento, puede ser recomendable consultar con un especialista de modo preventivo: “Es bueno que un tercero le dé una explicación y le diga ‘no estás solo en esto que te pasó’”. 67


ยกPobre

ser humano!

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DOSSIER mentes al límite

No es fácil vivir en este mundo ahora tan provisorio y precario, entregado a la incertidumbre. Toda especie analiza su territorio y establece ciertas rutinas, un orden de su mundo, pero los seres humanos, en las últimas décadas, se alejaron de esa actitud tan instintiva. Su salud mental está pagando los costos, pero pensadores como Gilles Lipovetsky se abren a cierto optimismo; porque ya nos habríamos dado cuenta del error que cometimos. El sentirnos infelices es nuestra válvula de seguridad. Por Miguel Laborde

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E Para leer más Gilles Lipovetsky, La era del vacío, Editorial Anagrama, 2003. Gilles Lipovetsky, El imperio de lo efímero, Editorial Anagrama, 2006. Gilles Lipovetsky, La estetización del mundo, Editorial Anagrama, 2015. Konrad Lorenz, Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada, Editorial Rba, 2011. Gilles Lipovetsky, El crepúsculo del deber, Editorial Anagrama, 2005. Gilles Lipovetsky, De la ligereza, Editorial Anagrama, 2016.

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l año 1973, un libro muy pequeño logró una difusión enorme: Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada, del austriaco Konrad Lorenz (Viena, 1903). El autor es el padre de la etología, disciplina dedicada a estudiar el comportamiento humano y animal. Ese mismo año fue distinguido con el Premio Nobel de Medicina por su investigación sobre la relación madre-cría, que dio origen al estudio del apego entre ambas. En lugar de condenar el desarrollo humano planteó que “la mayoría de los vicios y pecados capitales juzgados hoy corresponden a inclinaciones que fueron puramente adaptativas o, por lo menos, inofensivas en el hombre primitivo”. Señaló errores comprensibles y no culpas. Fiel a su disciplina, describió simplemente las conductas y sus consecuencias. Tampoco anunció las penas del infierno para el ser humano de hoy. Confiado en un futuro posible, escribió que “nosotros somos el eslabón perdido, tanto tiempo buscado, entre el animal y el hombre auténticamente humano”. Sin embargo, sostiene, tendremos que atravesar un túnel para iniciar un nuevo ciclo, adaptarnos a una realidad para la que no estamos preparados, lo que empobrece hoy nuestra calidad de vida y desafía nuestra salud mental. Su libro incluye como errores la atrofia paulatina de los sentimientos y afectos vigorosos, y la pérdida de respeto por la belleza de la creación, que asocia a la devastación medioambiental. Su amplitud de pensamiento es cada vez más escasa, ante una realidad tan velozmente cambiante. En los últimos años, aunque desde un campo muy diverso, el filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky (París, 1944), también logró construir una panorámica descripción de la sociedad actual. Inició su obra con un libro que apareció justo diez años después del de Lorenz, La era del vacío (1983), en el que ya aparece una de sus ideas fundamentales, la del protagonismo creciente de la economía: “Hace más de un siglo que el

capitalismo está desgarrado por una crisis cultural profunda, abierta, que podemos resumir con una palabra, modernismo, esa nueva lógica artística a base de rupturas y discontinuidades, que se basa en la negación de la tradición, en el culto a la novedad y al cambio”. De ahí siguió El imperio de lo efímero (1987), que lo consagró como un analista clave de los nuevos tiempos. Sin embargo, Gilles Lipovetsky no se aterra ni lanza anatemas, como otros pensadores actuales. Su crítica se centra en la exacerbación del hedonismo, el consumo frívolo y de vivir el presente. Asimismo, advierte una ventaja. Las grandes ideologías, con millones de personas detrás, generaban una tensión mundial que ha desaparecido en este presente más individualista y hedonista; esta cultura actual, a pesar de todo, asegura, es mucho más libertaria e inclusiva que las anteriores, en beneficio de miles –comenzando por los homosexuales–, cuyos derechos estaban muy limitados en el pasado. Advierte que la felicidad no progresa. Y que, en cambio, la depresión, la ansiedad, el estrés y la angustia están muy expandidos. En parte, porque las religiones y creencias, que daban un sentido de vida compartido, han perdido terreno. El individuo está ahora muy solo, aislado en su búsqueda de sentido personal. Lipovetsky cree en el trabajo disciplinado para abordar la necesidad, urgente, de enfrentar los desafíos creativos que plantea el presente. Más de una vez ha comentado, incluso, que para ser un consumidor también hay que esforzarse; no perder el empleo, aportar algo que tenga valor de mercado. En las universidades –es profesor de la de Grenoble, en Francia– ve un espacio propicio para la tarea de volver a un equilibrio entre lo que fue la rígida sociedad anterior y la excesiva liviandad de la actual; para la búsqueda de un punto donde la vida de las personas resulte menos expuesta a la depresión y la angustia, menos infeliz y más saludable psíquicamente. Aunque para Lipovetsky son más de ocho los grandes errores del hombre civilizado, casi todos se vinculan al individualismo en las sociedades democráticas avanzadas, y se pueden agrupar en ocho líneas de investigación que se relacionan entre sí, articuladas y a veces traslapadas, y que presentamos en el siguiente artículo.


Yo y mis placeres.

El hedonismo resultante de este culto al yo nos alejaría de los valores tradicionales y padeceríamos una pérdida de la conciencia histórica. Solo el presente tiene vida, por lo que no tiene sentido intentar nuevas metas para cambiar el futuro o pensar en dejar legados a las futuras generaciones. No se conoce lo que viene y de ahí el culto al ocio, al hedonismo aquí y ahora. Lo que triunfa.

La cultura en medio del mercado.

Frente a la humanista e ilustrada, creadora de ideas y visiones que intentaban construir un mejor futuro para la humanidad, el planeta parece estar atravesado por un comercio de mercancías culturales donde todo se maneja dentro de las leyes del mercado. Desde la ecología al estilo de vida, el terrorismo o las migraciones, incluso las técnicas de autoayuda para los seres humanos que todavía no se adaptan a una realidad en la que nada es demasiado serio; todo tiene precio de venta en el gran mercado del mundo.

Todo es moda

Ante el debilitamiento o la desaparición de los grandes relatos, la moda ya no sería algo periférico y asociado a un lujo estético, sino el paradigmático modo de funcionar de la sociedad actual. No solo los objetos están o pasan de moda sino también la política, la literatura, los medios de comunicación, todo. Los movimientos sociales demandantes de grandes reformas sociales se desintegraron y los actuales se vuelven confusos, fragmentarios y unidos por muy variadas causas, bien inspirados muchas veces o como simples actividades lúdicas hedonistas, incluso como disfraces y pose social: para estar a la moda. 71


Yo y mi indiferencia

La cultura en medio del mercado

Se impone una cultura de un individualismo extremo, en el que “yo” soy el centro del mundo y todo el resto me resulta lejano, vago o indiferente. Lo que importa es mi proyecto personal, expresarme y realizarme. Se trata de un “narcisismo apático”, por cuanto el culto excesivo a mi “yo” produce una apatía ante los temas sociales y políticos; no tomo posturas que debiliten mi identidad personal.

Frente a la visión humanista e ilustrada, creadora de ideas y visiones que intentaban construir un mejor futuro para la humanidad, el planeta parece estar atravesado por un comercio de mercancías culturales donde todo se maneja dentro de las leyes del mercado. La ecología, el estilo de vida, el terrorismo, las migraciones, incluso las técnicas de autoayuda para los seres humanos que todavía no se adaptan a una realidad en la que nada es demasiado serio. Todo tiene precio de venta en el gran mercado del mundo.

Yo y mis placeres El hedonismo resultante de este culto al “yo” nos alejaría de los valores tradicionales y padeceríamos una pérdida de la conciencia histórica. Solo el presente tiene vida, por lo que no tiene sentido intentar nuevas metas para cambiar el futuro o pensar en dejar legados a las futuras generaciones. No se conoce lo que viene y de ahí el culto al ocio, al hedonismo aquí y ahora.

Todo es moda Ante el debilitamiento o la desaparición de los grandes relatos, la moda ya no sería algo periférico y asociado a un lujo estético, sino el paradigmático modo de funcionar de la sociedad actual. No solo los objetos están o pasan de moda, sino también la política, la literatura, los medios de comunicación, todo. Los movimientos sociales demandantes de grandes reformas sociales se desintegraron y los actuales se vuelven confusos, fragmentarios y unidos por muy variadas causas. Muchas veces están bien inspirados, pero otras solo representan actividades lúdicas hedonistas: para estar a la moda.

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En modo consumO La cultura anterior, la de adquirir lo justo y necesario, la que criticaba al derrochador que malgastaba su dinero, la que puso en valor la austeridad, ahora se ve sustituida por una que promueve lo contrario. La de vivir el placer de entregarse y dejarse llevar por el consumo, sin necesidad de ahorrar para un futuro que no existe. Es una maquinaria activada por una publicidad que, omnipresente, ya no solo incita a consumir productos como antes, sino experiencias y emociones que, promete, mejoran la vida misma. La clave consiste en dejarse llevar por la excitación del momento, ya que después será demasiado tarde.


La nueva estética

La infelicidad es útil

Para que todo sea consumido debe aparecer y ofrecerse en clave estética y sensible. Frente a la cultura racional del pasado, que avanzaba lenta y segura, se desarrolla una creatividad intensiva que lleva a una permanente oferta de algo siempre nuevo, paradigma que ahora incluye lo emocional como elemento clave para su penetración; arquitectura y viajes, relojes y centros comerciales, todo revuelto en la batidora mágica de la cual emerge un flujo incesante que nunca es igual a sí mismo, siempre es novedoso.

Tenemos, a pesar de todo, una condición actual que nos permitiría despertar a tiempo; somos infelices. En palabras de Lipovetsky, “el progreso de las luces y de la felicidad no van al mismo paso y la euforia de la moda tiene como contrapartida el desamparo, la depresión y la confusión existencial. Hay más estímulos de todo tipo, pero mayor inquietud de vida; hay más autonomía privada pero más crisis íntimas”, (El imperio de lo efímero, 2006). Nos encontraríamos ante una utopía que nunca se acerca: “Nuestro mundo ha dado a luz deseos de felicidad imposibles de satisfacer”, (De la ligereza, 2016).

El vacío inquietante Lipovetsky, quien no se asusta con la dinámica que describe, advierte que “la era del vacío”, como la llama en su libro de 1983, tiene un grave inconveniente, el que aborda en un trabajo posterior, El crepúsculo del deber, de 1991: al entregarnos a la experiencia del presente, intensamente, nos olvidamos de un deber tácito que tenemos, de cara a las futuras generaciones: “No comprometer las condiciones para la supervivencia indefinida de la humanidad en la tierra”. ¿Podremos, contra la cultura actual, ser más previsores, calculadores, disciplinados, para así asegurar su vigencia?

El filósofo del individualismo Gilles Lipovetsky, filósofo y sociólogo francés (1944), es un referente obligado en el análisis de la sociedad contemporánea. Temas comunes de nuestro tiempo –narcicismo, consumismo, hedonismo, etc.– fueron analizados por él con un rigor y una lucidez que lo popularizaron a nivel planetario. El año 2015 visitó la UC.

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canon personal

Carolina Torrealba:

camino el mar a

Un desde

La bióloga de la UC ha buceado desde su labor como investigadora hasta la gestión por el desarrollo de la Ciencia. Ahora, como subsecretaria del nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación quiere traspasar su pasión a las nuevas generaciones. Por Carlos Reyes Fotografía de CÉSAR CORTÉS 74 revista universitaria


canon personal

CONOCIMIENTO DIVIDIDO Tuve una infancia feliz ligada a la naturaleza y a la casa campestre donde vivía, en las afueras de Santiago. Llegamos a ella a mis cuatro años, después de nacer en Bogotá y vivir en Lima. La casa tenía una acequia con guarisapos, arañas y animales por todos lados. Por eso crecí muy libre, observando mucho. De hecho, llegaba del colegio, tiraba la mochila y salía a jugar con mis tres hermanos. Lo más antimillennial que hay. Era otro Chile: el de comienzos de los ochenta. Hoy tengo 40 años, vivo en un departamento en Providencia y mis dos hijos –de ocho y seis años– no tienen ese privilegio. Pero solemos pasear en bicicleta y explorar el Parque Metropolitano. En cuarto medio jamás se me habría ocurrido estudiar Biología. De hecho, en el colegio siempre fui humanista. Mucha lectura, historia y escritura. Tampoco había biólogos en mi familia: mi mamá es traductora y mi papá, economista. Pero fuera de la sala de clases, mi curiosidad era más bien científica. Mi panorama favorito era ver El mundo submarino de Jacques Cousteau, no me lo perdía. Conocía montones de peces y crustáceos, pero no vinculaba ese interés con un camino profesional. Es que el conocimiento suele estar dividido, pero para mí estaba todo interconectado: mirar guarisapos era tan bello y útil como la Literatura. Siempre he tenido esos “cables” cruzados.

Un bosque por descubrir En 1998 entré a estudiar Bachillerato a la UC, aún indecisa. Mis primeros años los recuerdo con mucho cariño: a diferencia del colegio –donde fui una alumna más bien promedio– en la universidad me convertí en la “matea”. Todo me fascinaba. Pero no fue sino hasta que tomé unas clases sobre cetáceos que decidí ingresar a Ciencias Biológicas. Apenas llegué a la facultad supe de la Estación Costera de Investigaciones Marinas, ECIM, en Las Cruces. Les escribí y les dije que quería trabajar con ellos durante el verano por amor al arte (o en este caso, a la ciencia). Aún no

existían las pasantías, pero me aceptaron, y fue tal el entusiasmo que llegué de madrugada a la puerta de la estación, cuando todos dormían. Pasé un mes ayudándolos a estudiar las larvas que se asentaban en las rocas marinas. Mirarlas a través del microscopio fue la primera imagen que me marcó como científica. La segunda fue bucear junto a las lessonias: verdaderos bosques submarinos de algas que miden hasta cinco metros de alto. Una maravilla.

La dimensión paralela A los 27, en 2004, comencé mi doctorado en Biología Celular y Molecular, también en la UC. Durante ese período hice mucha investigación, pero como soy inquieta viví siempre una “dimensión paralela” en el área de la divulgación. De hecho, ayudé a traer en 2008 a los autores del Molecular Biology of the Cell, libro de cabecera de cualquier biólogo, a una gira por Santiago, Magallanes y la Antártica. Luego, en 2011, me llamó Pablo Valenzuela –Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas en 2002– para trabajar con ellos en la Fundación Ciencia y Vida, que tiene por objetivo aportar al país a través de la Biología. Me dije: “bueno, voy a partir acá, y si extraño los laboratorios, vuelvo”. Pero nada de eso sucedió. Me encantó. Trabajé ahí por siete años, y en 2013 publiqué con ellos el libro Pioneros: el inicio de la biología experimental en Chile. Es la historia de nueve científicos chilenos, entre ellos, el exrector Juan de Dios Vial Correa. Espero que algún día, así como Francia se siente orgullosa de Louis Pasteur y Marie Curie, Chile sea país de poetas y también de científicos.

Diálogo con la política Mi camino a La Moneda como subsecretaria del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación comenzó en diciembre pasado, pero tuvo un breve preámbulo en Teatinos, en el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo. Ahí fui por siete meses, antes de ser convocada por el presidente, directora ejecutiva de la Iniciativa

Científica Milenio, un programa que busca el desarrollo de centros de investigación de excelencia en el país. Fue el lugar donde aprendí a defender un presupuesto, a dialogar con políticos y a entender la lógica del Estado. Me trajo grandes alegrías: una de ellas fue una portada de Las Últimas Noticias que destacaba las principales investigaciones de 2018: una posible vacuna contra el virus sincicial, una terapia contra el cáncer y los hallazgos en la fosa marina más profunda de Chile. Todas ellas de la Iniciativa Milenio. Verlas en uno de los diarios más leídos de Chile me dio esperanzas: la ciudadanía está interesada en leer ciencia.

Desde cero Hoy trabajo en una oficina en el segundo piso de La Moneda, que mira hacia la gran bandera de la Plaza de la Ciudadanía. Aún no tenemos un edificio: durante este año, mi tarea y la del ministro Andrés Couve es la de levantar el ministerio desde cero y convertirlo en 2020 en una realidad. Mucho se ha discutido sobre el presupuesto que tenemos. Es cierto: la inversión en ciencia es un poco menos del 0,4% del Producto Interno Bruto. Una cifra baja, distante de la OCDE. Pero esperamos que aumente. Se culpa mucho a la “maldición de los recursos”, a que países de gran riqueza natural, como Chile, no invierten en ciencia e investigación. Pero tenemos a Nueva Zelanda para probar lo contrario. Será una ardua tarea.

Volver al origen Para recuperar energías regreso a Las Cruces, a bucear y a comer mariscos. En ese lugar vuelvo a mis primeros años de trabajo. Desde que buceé en esa costa he podido hacerlo también en Rapa Nui, Cartagena de Indias, México y Belice. Pero sumergirme cerca del ECIM me trae recuerdos inolvidables. ¿Con qué sueñan los científicos en Chile? Con crecer. Y crecer significa impactar a la sociedad. Lo peor que nos puede pasar es convertirnos en un ministerio desde la ciencia y para la ciencia. Lo mejor sería convertir en científicos a las niñas y niños de este país. 75


el libro que me marcó

Extracto de El señor de los anillos, de J.R.R. Tolkien.

Devoción por la Tierra Media

E Andrés Ried Académico Campus Villarrica 76

revista universitaria

l libro sobre el cual quiero manifestar mi devoción es El señor de los anillos, de J.R.R. Tolkien. Descubrí este texto el año 1994, a través de un regalo de Marcela, mi esposa. Digo que es una especie de devoción porque después de mi primera absorta lectura, durante al menos unos cuatro años y, en cada invierno, en un acto casi ritual volvía a leer la saga completa –sí, los tres libros–. Esta relectura me convocaba cada vez a disfrutar, no ya de las aventuras y desventuras de Frodo y la compañía del anillo, sino que me permitía deleitarme con el universo creado por Tolkien, sus colores, texturas y veleidades. Este placer perdura hasta hoy, aunque el rito ahora se remite solo a capítulos o momentos de la historia que a veces quiero rememorar. La pasión que me provocó El señor de los anillos me parece digna de compartir, porque este libro es el primero que ha logrado secuestrarme de la realidad. Recuerdo que no solamente mi mente se vio comprometida con la Tierra Media y sus parajes, sino que, además, comencé a eludir el contacto con mi familia y mis seres queridos. Repaso momentos en los cuales inventaba resquicios, más bien subterfugios para seguir leyendo,

como excusa para tener tiempo para viajar junto a Gandalf, los hobbits, elfos, enanos y hombres. No estoy seguro de que esta actitud sea recomendable, pero ciertamente era una respuesta a un ímpetu singular provocado por este maravilloso libro. Más allá de la calidad de esta obra maestra de la literatura fantástica –la cual defiendo–, mi experiencia con su lectura es una vivencia de gozo, magia y lealtad. Este texto no solo es un retrato asombrosamente verosímil de un universo fantástico, sino que es una travesía arquetípica donde los protagonistas son receptores de una gran empatía con sus lectores, de manera que uno siente que está caminando con el anillo o que acompaña a Frodo y a Sam a la montaña del destino. De hecho, en algunos pasajes me identificaba con Sam Gamyi, en otras (como no) con Aragorn. Por otra parte, es una experiencia fantástica de goce, porque por un lado nos eleva al mundo de la imaginación y, por otro, nos acerca de una manera pura y casi ingenua a la naturaleza del cariño, la nobleza y la inocencia. Nos recuerda que estas virtudes florecen en los más arduos caminos, donde a pesar de lo duro del periplo, la amistad es siempre la mejor compañera.


reseñas

Dos arquitectos y su tiempo

L

a figura del rector Fernando Castillo Velasco crece con el tiempo, aunque no sea fácil definirlo con un esbozo simple; por el contrario, cada vez aumentan los matices. La primera dificultad proviene del hecho que, siendo la suya una época ásperamente ideologizada, a pesar de ser un líder tan visible, él nunca se encuadró en una. Incluso, aunque su marco fuera el humanismo cristiano, no se regía por una suerte de doctrina; actuaba según cómo percibía su espíritu. Otra fuente de complejidades es que su imagen nunca generó enemistades profundas; aún sus adversarios más extremos reconocían en él a un hombre bienintencionado. Este libro, parte de un programa de la Rectoría UC destinado a difundir el pensamiento de sus rectores de los últimos 50 años, y que reúne textos con sus ideas y reflexiones –discursos, entrevistas, columnas, manifiestos y prólogos– tiene un interés muy obvio, dado que fue rector durante los años de la reforma, pero también permite acercarnos a un dilema más rico: un ser humano inteligente y sensible que intenta ser coherente en medio de una sociedad turbulenta. Es un tema subyacente en grandes biografías y novelas históricas. Como indica la editora, fue “hombre de acción más que de letras”. Y esto mismo, su libertad intelectual, le permite creer como pocos en la comunidad participativa, pero sin perder de vista –como tantos en su tiempo– el valor de la autoridad. Gracias a esa independencia espiritual pudo advertir que el país, en agosto de 1973, iba por un camino equivocado. En su mensaje al Claustro Universitario de la UC escribió: “Que se diga a todos que la lucha entre hermanos es la lucha más larga, la más hiriente y la más triste. Que nadie pueda olvidarlo”. Leerlo es un regalo cívico, porque nos permite entrar y recorrer las décadas más violentas de nuestro siglo XX, sin caer en simplismos, para así encontrar sueños y reconocer errores en clave universitaria; con altura de miras.

Proyectar en comunidad Fernando Castillo Velasco. Elisa Silva Guzmán, editora Ediciones UC 2018

Oír al animal

¿Qué dirían los animales… si les hiciéramos las preguntas correctas? Vinciane Despret Editorial Cactus 2018

La creciente conciencia del mundo animal que se traduce en millones de mascotas, en dietas que los excluyen, en numerosos estudios sobre su pensar y sentir, ha dejado a la vista que su realidad es mucho más compleja. Con cierto humor, la autora, filósofa de la ciencia belga, plantea y responde 26 preguntas recurriendo a estudios científicos en cada caso: ¿No será un mito el dominio de los machos? ¿Los pájaros hacen arte? ¿Son los animales las nuevas estrellas? Un vasto conjunto de investigaciones actuales emergen en cada respuesta.

M

ás de una vez, en encuentros de la disciplina, se ha mencionado a Emilio Duhart como el mejor arquitecto chileno del siglo XX. Aparece en un momento clave; superado el dogmatismo de los primeros modernos, es parte de la generación que buscó recuperar el espacio del peatón, el espíritu de barrio, la identidad cultural. Todo lo que había quedado fuera en nombre del funcionalismo de los pioneros. El creador de este grueso volumen, docente de la Universidad del Bío-Bío, se sumerge metódicamente en la principal obra de Duhart, para explicar cómo su ampliación de la Ciudad Universitaria de Concepción –en la que logra un diálogo magistral con la naturaleza del entorno, la trama urbana y los lugares ya existentes de la Universidad de Concepción– llegó a transformarse en lugar de encuentro para todos los habitantes de la ciudad y, de paso, en un tema de orgullo identitario ante el resto del país. Berríos, junto con describir la trayectoria del autor y su época, aporta la descripción de varias ciudades universitarias de Estados Unidos y América Latina, lo que también permite calibrar mejor lo acertada de la intervención de Duhart en el corazón de la ciudad sureña. Así, queda a la vista el por qué aparece esta obra en toda buena historia de la arquitectura moderna en América Latina.

Emilio Duhart Cristián Berríos Lom Ediciones 2017

La frágil democracia El pueblo soy yo Enrique Krauze Penguin Random House

Pensador brillante y activo, fundador de la revista mexicana Letras Libres, Krauze no podía permanecer en silencio ante el súbito auge del populismo, el fenómeno Trump o “la destrucción de Venezuela”. Desde que se sumergiera hace casi cuatro décadas en las diferencias de la política en Iberoamérica y Angloamérica, el autor no ha dejado de buscar las causas por las cuales nuestra región es tan proclive a crear caudillos, dictadores y redentores que ponen en riesgo nuestras democracias. 77


La obra del destacado artista nacional Benjamín Lira inspiró el dossier de la presente edición de Revista Universitaria. A través de sus recurrentes figuras de cabezas, como íconos de lo humano-pensante, se quiere reflejar el espíritu de nuestra publicación. 78

revista universitaria

Fotografía: Fernando Maldonado.


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