Revista Universitaria Nº 121

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argumento

RIQUEZA Y POBREZA. A la izquierda en Cobquecura, VIII Región, y a la derecha en Sepúlveda, España. En todos los lugares donde estuvo, el profesor Sepúlveda supo ver la riqueza en la pobreza.

FOLCLOR. A la izquierda, en Iglesia de piedra en su tierra natal, al centro junto a los profesores de Estética Radoslav Ivelic (izq.), Jaime Blume y Gastón Soublette, y a la derecha con Margot Loyola en Cobquecura.

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simbólicos decantados a lo largo del tiempo que son sus creaciones comunitarias (...) El valor de la solidaridad se manifiesta en el universo expresivo simbólico de las creaciones artísticas comunitarias. Se puede hablar, en este campo, de la comunidad solidaria del mito, del cuento, del ritual, del refranero, del adivinancero, del romancero, del cancionero, del canto a lo humano y a lo divino”. Uno de sus discípulos, Felipe Espinoza, sociólogo y licenciado en Estética UC y candidato a doctor en Filosofía mención Estética en la Universidad de Chile, confirma la relevancia del tema de la comunidad en su obra: “Para él, la sociedad se hace entre todos”. Según Espinoza, la visión del profesor Sepúlveda contrapone el modo del arte occidental, que posee un autor conocido, individualista, de la obra terminada, firmada, perfecta y del museo que conocemos como Bellas Artes, versus la que se hace en la calle, imperfecta, que admite variantes y muchas veces es efímera. “Propone crear con el otro, en colaboración, y eso le da salud y vida a una comunidad y nos regala una identidad compartida. Como amante de la belleza y de la estética, viniendo de una tradición campesina, él hablaba de la cultura de la precariedad, del concepto de la riqueza de la pobreza donde no hay espacio para el uso y abuso de lo desechable”, precisa Espinoza. El profesor Sepúlveda escribe que cuando el hombre asume su existencia con escasez de bienes “las comunidades deben resolver sus necesidades esenciales echando mano a sus es-

casos recursos. Esta situación les descubre la riqueza de estos recursos. Riqueza en creatividad, en responsabilidad, en aplicación y atención al potencial multidimensional del entorno material, psíquico, espiritual (…) La cultura de la precariedad, donde falta todo, de todo, genera esta apertura de la generosidad de las materias para atender no una, sino múltiples necesidades. También la generosidad de las personas”. Espinoza profundiza en esta reflexión y añade que como las necesidades son muchas y los recursos son escasos, lo que queda es hacer rendir a los recursos y que funcionen para muchas cosas. “Es interesante el que Fidel lo vea en un nivel metafórico, pero también en uno real, en la oralidad: lo que se dijo en una parte no es lo mismo que se tiene que decir en otra, tiene que surgir la variante. Y eso da cuenta de la vitalidad de una comunidad que habla, está viva, piensa y discierne. Es cambiar la idea de lo tradicional, como si fuera algo anquilosado, que se conserva como una pieza de museo. Todo lo contrario. Para él, la comunidad es un permanente hacerse y rehacerse, leerse y releerse, porque la comunidad está viva. Eso da cuenta de las múltiples variantes que pueden tener un cuento, una décima, un romance”, advierte Espinoza. Fidel Sepúlveda decía que en el folclor veía el itinerario existencial del ser humano, porque tal como avanza el folclor avanza el hombre, explica Espinoza: “Ahí está la unión del arte y la vida. El arte vivo que hace participar a la comunidad”.

HACER ACADEMIA “Teníamos el propósito de abrir las puertas de nuestro territorio espiritual a la así llamada ‘cultura popular’. Le propuse que organizáramos algunas sesiones con cultores auténticos de las tradiciones nuestras. Recuerdo, con emoción, los memorables actos públicos que realizamos con cantores a lo divino y sus comentarios inteligentes, inspirados, poéticos sobre la sabiduría tradicional”, dice Alfredo Matus, director de la Academia Chilena de la Lengua. “Necesitamos hoy hombres como Yolando Pino Saavedra, Oreste Plath y Fidel Sepúlveda, que contribuyan a abrir de par en par nuestra academia a los latidos originarios más auténticos de lo nuestro”, agrega.

ANTOLOGÍA FUNDAMENTAL. Texto sobre el cuento tradicional chileno que junto a El Canto a lo Poeta, ambos de Ediciones UC, son aportes invaluables del profesor Fidel Sepúlveda al imaginario social.

UN LEGADO VIVO El legado del esteta quedó disperso en un sinnúmero de artículos y publicaciones. Por eso, desde su familia y la reciente Corporación Cultural Fidel Sepúlveda Llanos –integrada por cultores, académicos, gestores culturales y ex alumnos– se propuso conservar y difundir su pensamiento y obra. Así, se ha logrado publicar tres libros: Patrimonio, identidad, tradición y creatividad y las obras inéditas El Canto a lo Poeta y El cuento tradicional chileno, ambos con un estudio estético antropológico y una antología esencial. Para el profesor Andrés Gallardo, el primero “es un libro fundamental para la comprensión de lo que es una identidad nacional, una identidad local, para la tradición oral. Es una teoría del patrimonio intangible y del patrimonio cultural”. Reconoce la importancia del extenso volumen sobre el cuento, del que asegura es lo más completo que se haya publicado en Chile, ya que incluye las recopilaciones más famosas de Yolando Pino y de Ramón Laval. Felipe Espinoza cuenta que en su tesis doctoral planea sistematizar el pensamiento estético de Sepúlveda, tensionado y puesto en diálogo con la estética contemporánea. Por su parte, la académica de Estética Regina Valdés añora aquellos años de trabajo junto a su colega porque ese sentido de comunidad lo vivían permanentemente dentro del instituto, en la celebración sencilla pero profunda en que

todo el equipo se involucraba muchas veces en los patios del campus Oriente. La profesora recuerda que durante su carrera universitaria se desempeñó como brillante académico, organizador incansable, lúcido escritor y conferencista, desde su ser profundamente religioso y comprometido con la cultura chilena, y también como gran celebrador de fiestas y rituales. Gabriel Castillo, actual director del Instituto de Estética, reconoce que haberlo conocido lo impulsó a saltar desde el periodismo a la estética. “La figura de Fidel era una lucecilla que me obligaba a interrogarme en un cierto sentido que era el de elaborar un discurso propio. A mí me parecía que, más que un estudioso del folclor, era un intelectual que no estaba amarrado por un método. Él lo construía a partir de los objetos de la sociedad que se le relevaban como más interesantes. Es un gran intelectual chileno, ya que logró darle a esos materiales de la oralidad, que no eran un saber propiamente filosófico en Chile, un estatuto filosófico. Eran recursos de la cultura que estaban ahí a mano y que nadie los veía”, dice. Castillo opina que considerarlo como estudioso del folclor “restringe su discurso a lo tradicional o lo vernáculo”, siendo que su aporte “es en la filosofía pura y dura”. Al indagar sobre su legado dentro del Instituto de Estética, Castillo enfatiza que “Fidel es irrepetible, hemos tratado de reconstruir algo sus discípulos y nos hemos dado cuenta de que no es posible imitar su cátedra”. Lo que sí cree posible es “continuar con el sentido” de su obra, por lo que valora como en sus últimos años de académico renovó la planta e incorporó a una serie de nuevos intelectuales con distintos ámbitos de interés. El diplomado en Gestión Cultural –con más de una década– y el magíster en Estéticas Americanas que recién se inicia este año, son parte esa herencia. Castillo también destaca la manera en que Fidel fue capaz de darle vida a objetos que parecían muertos: “Pero él veía que había un mundo, una especie de ecosistema que revelaba el sentido de la comunidad. A más largo plazo, dio un ejemplo de cómo comprender la sociedad. Lo que tenemos que rescatar de él es el espíritu de esa búsqueda”. uc

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